Maimónides sostenía la negación de la encarnación física de Dios y la negación de atribuirle títulos o atributos humanos, como emociones. Gran parte de la primera parte de su obra Guía de los Perplejos se centra en purificar el pensamiento judío de estos conceptos, basándose en el versículo "Shemá Israel, el Señor es nuestro Dios, el Señor uno es". A partir de esto, formuló dos de sus trece principios de la fe judía: la "unicidad de Dios" y la "negación de la corporeidad". Su lucha contra la idea de que Dios tenga forma física fue exitosa, pero su esfuerzo por eliminar la atribución de atributos humanos a Dios no tuvo tanto impacto.
Maimónides argumentaba que las expresiones en la Torá que parecían dar a Dios atributos físicos o emocionales debían entenderse como lenguaje figurado, y que muchas de las enseñanzas rabínicas debían interpretarse como parábolas, especialmente si contradecían la razón. Criticaba a los predicadores que tomaban las escrituras al pie de la letra y confundían a la gente.
Además, Maimónides rechazaba creencias en la astrología, la magia y los conjuros, considerándolos falsos y engañosos. A diferencia de otros pensadores como el Ramban, que consideraban que estas prácticas podían tener alguna verdad pero estaban prohibidas por la Torá, Maimónides creía que eran meras ilusiones sin base real. Para él, creer en estas prácticas no solo era irracional, sino también una muestra de ignorancia.
Medicina
Maimónides fue un pionero en la medicina preventiva, integrando en sus escritos médicos y en su Mishná Torá guías sobre nutrición, ejercicio y salud mental. En temas de nutrición, recomendaba elegir alimentos no por su sabor, sino por su eficacia, evitar comer con el estómago lleno y no mezclar demasiados sabores en una sola comida. También enfatizaba la importancia del ejercicio físico, señalando que, aunque se sigan otras reglas de salud, sin ejercicio eventualmente se necesitarán medicamentos.
En cuanto a la salud mental, Maimónides fue uno de los primeros en relacionar el judaísmo con la terapia psicológica. En su obra Ocho Capítulos, sugiere que las personas con desequilibrios emocionales deben consultar a un sabio, quien les ayudaría a corregir sus rasgos extremos mediante la práctica de lo opuesto, hasta encontrar el "camino dorado". Este enfoque estaba basado tanto en las enseñanzas filosóficas de Aristóteles como en las de los Sabios judíos.
Además, Maimónides consideraba la salud mental como parte crucial de la medicina. Creía que un médico debía entender que los pacientes con problemas físicos a menudo también sufrían emocionalmente, y que la mente amplia y sana era esencial para el bienestar general. Para él, la salud del alma y del cuerpo estaban profundamente interconectadas, y ambos debían ser tratados conjuntamente.
Astronomía
Maimónides, influenciado por la cosmología aristotélica, rechazó los epiciclos de Ptolomeo y optó por un modelo donde los cuerpos celestes giran en esferas desplazadas respecto a la Tierra, aunque finalmente consideró insatisfactorias estas explicaciones. Maimónides consideraba que los excéntricos, al igual que los epiciclos, eran incompatibles con la física aristotélica. También rechazó la teoría de las esferas homocéntricas por su incapacidad para explicar las irregularidades en el movimiento planetario. En última instancia, Maimónides reconocía que la comprensión humana podría ser insuficiente para captar plenamente la estructura del universo.
Astrología
Maimónides rechazaba firmemente creencias como la astrología, la magia y los conjuros, considerándolas ilusiones sin fundamento. A diferencia del Ramban, quien creía que estas prácticas podían tener algún valor pero estaban prohibidas por la Torá, Maimónides sostenía que no había verdad alguna en ellas. En su Mishná Torá, Maimónides escribió que todas estas acciones mágicas eran falsas y engañosas, promovidas por los antiguos paganos. Además, argumentaba que cualquier persona que creyera en estas prácticas, aunque pensara que la Torá simplemente las prohibía, era alguien ingenuo y carente de entendimiento.
''Y todas estas cosas (refiriéndose a acciones mágicas como la brujería o los conjuros), son cosas falsas y mentirosas; Y aquellos que fueron extraviados por los antiguos adoradores del paganismo a los gentiles de las tierras para que los siguieran [...] Cualquiera que crea en estas cosas y cosas semejantes, y piense en su corazón que son verdad y palabras de sabiduría, pero la Torá se lo prohibió, no es más que uno de los tontos y los estúpidos.''
Para él, creer en estas cosas era signo de ignorancia y de falta de razón.
Fe
Maimónides formuló los Trece Principios de la Fe Judía, un conjunto de creencias fundamentales que, según él, todo judío debía aceptar para adherirse adecuadamente a la fe. Estos principios se encuentran en su comentario a la Mishná en el tratado de Sanedrín (capítulo 10) y han tenido una gran influencia en el pensamiento judío posterior. Estos principios buscan definir la fe judía de manera estructurada y se consideran una base del judaísmo ortodoxo. A continuación:
La existencia de Dios: Dios existe como ser perfecto y necesario, y es la causa de toda la creación.
La unidad de Dios: Dios es absolutamente uno, sin divisiones, y no existen otras deidades junto a Él.
La incorporeidad de Dios: Dios no tiene cuerpo ni forma física; cualquier descripción física es metafórica.
La eternidad de Dios: Dios existe fuera del tiempo y no tuvo un comienzo ni tendrá un final.
La adoración exclusiva de Dios: Solo Dios debe ser adorado; no se debe adorar a intermediarios, como ángeles, estrellas u otras fuerzas.
La profecía: Dios se comunica con los seres humanos a través de la profecía y otorga el don de la profecía a personas con gran virtud.
La supremacía de la profecía de Moisés: Moisés es el mayor de todos los profetas y su nivel de profecía es único e inigualable.
La revelación de la Torá: La Torá (los cinco libros de Moisés) fue dada directamente por Dios, y cada palabra es sagrada y verdadera.
La inmutabilidad de la Torá: La Torá es inmutable y no será cambiada ni reemplazada por otra ley o texto sagrado.
La omnisciencia divina: Dios conoce todas las acciones y pensamientos humanos; nada escapa a su conocimiento.
La recompensa y el castigo: Dios recompensa a quienes cumplen sus mandamientos y castiga a quienes los transgreden.
La venida del Mesías: Se espera la llegada de un Mesías, un líder que restaurará la independencia del pueblo judío y promoverá la justicia en el mundo.
La resurrección de los muertos: En un tiempo futuro, los muertos volverán a la vida, marcando una era de perfección y justicia final.
Estos principios se resumen a menudo en el poema "Yigdal", cantado en sinagogas, y fueron una innovación de Maimónides al intentar estructurar la fe judía con un enfoque dogmático, algo inusual en la tradición judía hasta su época.