El hombre tiene una relación perenne con la naturaleza y así lo hemos visto directamente a través de la filosofìa.Siempre hemos querido comprender las distintas aristas de la naturaleza viéndolo en la misma, o ya sea por medio de otras ciencias. Los misterios de la naturaleza son insondables y aún más son aquellos relacionados con la metafísica la cual es tan difìcil de comprender. Veremos en estos capìtulos como el hombre es vinculado con la naturaleza y con Dios.
Referencias:
(1) El mismo pensamiento de San Agustín de Hipona.
(2) Pero también aclaraba que su fin era ser feliz.
Referencias:
(1) El mismo pensamiento de San Agustín de Hipona.
(2) Pero también aclaraba que su fin era ser feliz.
Guía de los Perplejos
LIBRO III: La Providencia
Parte II: El hombre y la naturaleza
Capítulo VIII y IX: Necesidades corporales
Parte II: El hombre y la naturaleza
Capítulo VIII y IX: Necesidades corporales
La materia es todo aquello que cambia y se mueve constantemente. Siempre está dispuesta a recibir algo nuevo desde otro cuerpo. Así también es la parte placentera del hombre que pareciera ser que nunca se sacia. Es por esto mismo que el hombre, para evitar su perdiciòn, necesita alejarse de las cosas placenteras y acercarse a la inteligencia.
Así, el hombre alvanzarà su mayor grado de perfección, además de adorar a Dios. Eso lo han dicho los filósofos hace cientos de años, sin embargo, Maimónides añade otra cosa más que es el pensamiento. En efecto, cuando se piensa en el pecado se mancilla el alma. El alma no debe ser utilizada para rendir culto a las cosas que causan placer, sino que todo lo contrario, se debe adorar al creador de aquellas cosas.
Así, el hombre alvanzarà su mayor grado de perfección, además de adorar a Dios. Eso lo han dicho los filósofos hace cientos de años, sin embargo, Maimónides añade otra cosa más que es el pensamiento. En efecto, cuando se piensa en el pecado se mancilla el alma. El alma no debe ser utilizada para rendir culto a las cosas que causan placer, sino que todo lo contrario, se debe adorar al creador de aquellas cosas.
Capítulo X y XI: Dios no ha creado el mal
El mal es básicamente una privación del bien, es decir, es una ausencia de bien. Un mal para el hombre es la muerte y la muerte es justamente la inexistencia del mismo. También serían privaciones la enfermedad, la pobreza y la ignorancia.
Por eso, no puede decirse que Dios creó el mal, ya que Dios crea todo lo que es existente y todo lo que es existente es bueno(1). Así lo dice el Génesis:
"Y
Dios vio todo lo que había hecho, y he aquí que todo
era muy bueno"
(Génesis 1, 31)
El mal existe en cuanto se manifiesta en un cuerpo, ya que lo que es incorpóreo es totalmente bueno (como Dios y los ángeles). En un segundo pensamiento, Maimónides dice que hasta el mal puede ser bueno para que el Universo tenga cierto equilibrio.
El único modo en que el hombre se hace el mal a sí mismo es cuando es ignorante. Los hombres sabios se prestan ayuda mutua, por lo tanto, el único que ocasiona el mal es el hombre mismo.
Capítulo XII: Las tres clases de mal
Uno de los grandes errores que comete el hombre es creer que cuando le pasan cosas malas, es el Universo el que es malo con él. Sin embargo, el hombre debe darse cuenta que considerando el Universo, su problema será muy pequeño. En este respecto, el hombre debe saber su jerarquía en la vida y saber que el Universo no es sólo para él.
De aquí que se deriven tres especies de males para los hombres:
De aquí que se deriven tres especies de males para los hombres:
- El primer mal trata sobre la dependencia que tiene el hombre a la generación y destrucción de su propio cuerpo.
- El abuso de la fuerza que un hombre aplica en otro.
- Los malos que el hombre se causa a sí mismo.
Así, uno de los males más frecuentes es el tercero que se produce por medio de los placeres del cuerpo. Cuando el hombre se aboca a estos placeres siempre está en el riesgo de padecer males terribles. Es así que el hombre debe ser sabio e inclinarse por la sabiduría de Dios, y no por las necedades del hombre común que lo llevará a aquellos placeres.
Capítulo XIII: El designio del Universo
Preguntarse sobre la finalidad del mundo o del Universo es infructuoso. Incluso si se analiza la filosofía de Aristóteles la cual propone que, siendo el Universo infinito, no valdría de nada preguntarse cuál es la finalidad de este mundo. Quizás, el único razonamiento válido para ver la finalidad del hombre es para procrear y perpetuar la especie(2).
En cambio, para los judíos y para Maimónides, el Universo que ha sido creado por la voluntad de Dios y no habría más que preguntarse. El hombre debe servir a Dios y esa sería su finalidad en el Universo, pero la finalidad de Universo no es relevante aclararla.
Conclusión
En resumen, vemos aquí la relación y la separación que existe entre las cosas que hace el hombre y las cosas que hace Dios. El hombre está totalmente sometido a la corporeidad y por eso es proclive a caer en el mal muchas veces. Vamos también el apoyo a la teoría agustiniana de que el mal es ausencia de bien y que además es responsabilidad del hombre. Sigamos viendo lo que nos toca de este capítulo que se ha puesto filosófico e interesante.