jueves, 18 de noviembre de 2021

Boecio - La Consolación de la Filosofía (Libro V)

 

Estamos frente al último libro de la Consolación de la Filosofía, la cual ha sido una obra realmente reveladora. Ya sabemos que Boecio ha sido una síntesis entre San Agustín de Hipona y Plotino, pero también existen ciertos elementos originales del mismo Boecio. En este libro veremos la relación entre dos importantísimos conceptos que serán la omnipresencia y la libertad de la voluntad humana, conceptos que de alguna manera ya se han visto anteriormente aunque aquí lo veremos de manera más directa y explícita por parte de Filosofía y Boecio. 


LA CONSOLACIÓN DE LA FILOSOFÍA


LIBRO V

El azar no existe

Esta aseveración tan tremenda es muy fácil de deducir para Boecio. Claro, si el mundo funciona bajo un orden, entonces nada ocurre por una casualidad o por azar. ¿Qué lugar puede tener el azar si todo está bajo un orden? ninguno, y nada puede venir de la nada. 

¿Es entonces imposible referirse al azar? Boecio le plantea el caso de que alguien, con el propósito de cosechar encuentra un tesoro. En ese caso, el concepto de azar tampoco podría ser aplicado, ya que el entierro de ese tesoro provino de una causa; una persona enterró sus tesoros ahí. Por lo tanto, si el azar es un conjunto de causas, ciertamente procede bajo un orden. 

Filosofía, de todos modos, nos da una definición del azar:

''Es un acontecimiento imprevisto que un conjunto de causas concurrentes hacen entrar en la cadena de hechos realizados con determinado plan''

En consecuencia, hay un orden efectivo e inflexible del universo donde el azar no tiene cabida. 

Libre albedrío

Lo que se debe analizar ahora es si existiendo el orden de la providencia, es posible que exista el libre albedrío. Filosofía contesta rápidamente:

''Existe el libre albedrío; ya que un ser dotado de razón no puede carecer de él''

El que está dotado de razón, tiene la habilidad para elegir, por lo tanto, la existencia del libre albedrío es clara. Sin embargo, a la hora de elegir no todos tienen la misma libertad. Esto es porque las sustancias superiores tienen una facultad más alta y muy superior a la del ser humano. Las almas serán siempre más libres a medida que se acerquen a la divinidad y menos libres cuando se dirijan al cuerpo. Quien más se acerque al cuerpo, se acercará más a la ignorancia y por lo tanto, se aleja no solo de lo divino sino que también de la razón. Seguirá teniendo un atisbo de libertad, pero será casi nulo, será ''presa de su propia libertad'' en el sentido de que será una libertad muy limitada. 

Presencia de Dios y libre albedrío

Claramente hay un problema entre relacionar la presencia de Dios y el libre albedrío. En efecto, la presencia de Dios acabaría con el concepto del libre albedrío, al conocer Dios todo lo que pasará sin importar las elecciones del hombre. Si esto no fuera así, Dios sería incapaz de saber el futuro y eso no sería posible si aceptamos que es omnipotente y omnipresente. 

Por otro lado, Filosofía explica a Boecio que los acontecimientos futuros no suceden porque se hayan previstos. Una cosa es la previsión y otra cosa es lo que sucede, en el primer caso se prevé aquello que va a suceder y en el segundo caso, sucede. ¿Cuáles son las cosas que suceden? todas aquellas cosas que son probables o son ciencia de que ocurrirán. Por lo tanto, la verdad es un concepto fundamental en el libre albedrío, pues todo aquello que está conforme con la razón pasará y aquello que no, no tendrá existencia en el futuro. Por lo tanto, la Providencia, cuyo ejercicio es racional y divino, lo sabe todo. 

Entonces, sería efectivo que la razón es causa y condición de la libertad.


Acontecimientos previstos

Se presentan algunos problemas en la doctrina de Boecio. Uno es que si la providencia lo sabe todo previamente, entonces no existe libertad para el ser humano y todo estaría sujeto a la necesidad. No tendría sentido el rezar, la esperanza, ninguna comunicación con respecto a Dios. 

Para responder a esto, Filosofía nos dice que no es lo mismo la necesariedad de los hechos con la presencia divina. La misma Filosofía nos da un ejemplo; imaginemos que unos hombres se preparan para combatir ¿por qué se preparan? ¿qué sentido tiene que se preparen si todo está previsto? en efecto, se preparan porque saben que no todo es necesario. Sin embargo, entonces el resultado es incierto ¿es esto posible? Sí, la Providencia puede prever lo necesario, lo no necesario, lo previsto y lo imprevisto. 

Ahora bien, el conocimiento de las cosas futuras, no da necesariedad a lo que está pasando, al igual que la pura presencia de la divinidad tampoco confiere necesidad a las cosas futuras. Las cosas de la naturaleza tienen su propia necesidad; por ejemplo, que todos los hombres sean mortales. Por otro lado, hay una necesariedad de condición, por ejemplo, que el hombre, bajo ciertas condiciones, muera.

Por lo tanto, la Providencia tiene un conocimiento de los acontecimientos futuros porque en definitiva está en todos los tiempos, para él todos los tiempos son presentes. El hombre podrá saber más el futuro mientras más se acerque a Dios a través de la razón, mientras que se alejará más si se dirige hacia la carne. En consecuencia, se tiene una armonía entre la omnipresencia de Dios y el libre albedrío. 

Conclusión

Sin duda que este es otro modo de ver el libre albedrío de acuerdo con Boecio. El conocimiento de los hechos futuros es imprescindible para entender cómo es que la Providencia lo conoce todo anteriormente. La armonía de estos dos conceptos será clave para el desarrollo del libre albedrío tanto en Santo Tomás de Aquimo como en Leibniz. Tengamos estos textos en consideración para que las lecturas futuras nos sean más claras y entendibles.

miércoles, 17 de noviembre de 2021

Boecio - La Consolación de la Filosofía (Libro IV)

Una vez que ya se han explicado los bienes corporales, no corporales, el bien en sí mismo, la felicidad y Dios, es hora de explicar qué es el mal y cómo es que éste tiene una relación con el bien. ¿Existe una armonía entre el bien y el mal? es un tema interesante  que se ha tratado concluir, pero siempre existen algunas diferencias. Pero esto no es el único tópico, además veremos otro tema interesante que versa sobre el hado. Veamos este interesantísimo tema con nuestro filósofo dicotómico entre dos épocas. 


Referencias:

(1) Podríamos citar la gran frase del cándido de Voltaire '''Este es el mejor de los mundos posibles''. 


LA CONSOLACIÓN DE LA FILOSOFÍA


LIBRO IV

Elementos del bien y la situación del mal

Lo primero que se realizará será la diferenciación entre el bien y el mal. Filosofía nos dice que el bien se relaciona con el poder, mientras que el mal con la debilidad. Para realizar una actividad, el ser humano necesita dos cosas: voluntad y poder. Si uno de estos dos elementos fallara, ninguno se llevaría a cabo. En efecto, si no se lleva a cabo la voluntad, no se realizaría acto alguno y si no existiere un poder (o facultad) entonces la voluntad sería inútil. 

El hombre tiene por necesidad buscar la felicidad. La felicidad, como dijimos en libros anteriores, es el bien. Ahora, tanto el bueno como el malo buscan el bien, claro, el malo no busca el mal, busca algo que le de provecho y el mal por esencia no lo es. 

Sin embargo, solamente los buenos pueden alcanzar el bien porque el bueno se hace bueno por el bien, no por el mal. En conclusión, el malo no alcanza el bien porque falta de uno de los elementos: el poder. 

Por otro lado, los buenos alcanzan el bien por medio de la virtud, y los malos consiguen el bien por medio de las pasiones. Pero este modo no es el apropiado para alcanzar el bien y por lo tanto, Filosofía nos dice que este medio para alcanzar es inapropiado. Filosofía nos da un ejemplo que mostraremos a continuación:


Bien a alcanzar: el caminar

Hombre bueno: camina con los pies

Hombre malo: camina con las manos


Vemos en estos ejemplos que el hombre bueno alcanza el bien con los medios apropiados, pero el hombre malo lo alcanza con los medios inapropiados. Por tanto, el hombre malo alcanza el mal pero lo hace de manera deficiente dejando el bien a medida que pase el tiempo.  


Los malvados no existen

Filosofía nos dice que los malvados no existen. 

''Parecerá absurdo afirmar que no existen los malos, cuando en realidad son los más numerosos; y sin embargo, así es, no existen''

”No niego que los malvados sean malvados; digo pura y simplemente que no existen''

En ese sentido, lo que quiere decir Filosofía es que no existe un ser absolutamente malvado, pues todo para existir necesita de un bien en al menos un grado. El absolutamente malvado sería absolutamente nada y por eso mismo no existiría. 

Ahora bien, Boecio le dice que algunos ''malvados'' sí tienen poder, sí tienen fuerza, es decir, los ''malvados'' tienen el poder o facultad para realizar el mal. 

''Pueden hacer el mal; mas de ello serían incapaces si hubieran conservado la facultad de hacer el bien''


Esto quiere decir que el que puede hacer el bien puede hacerlo todo. En consecuencia, quien está del lado del bien está en una mejor posición de aquel que está del lado del mal. Es en esta parte del libro que Filosofía cita una frase de Platón:

''Sólo los sabios pueden hacer lo que quieren; los malvados podrán satisfacer sus gustos, pero nunca llegarán a cumplir sus verdaderos deseos''

Como solo los sabios pueden hacer lo que quieren y por lo tanto tienen voluntad y poder, quedarán los malos en una frustración que no podrán soportar. En ese caso, como los sabios están más con el bien que con el mal, entonces están más cerca de Dios mientras que los malos estarán lejos; se asemejarán a las bestias. 


Los malvados son más dichosos si sufren el castigo

Los malos al ser castigados participan de un bien que es la mitigación del hecho ocurrido. En cambio, si esquivan la pena acumularán más faltas y serán aún más desdichados. Y si estos no alcanzan a ser castigados por la ley humana serán castigados por la ley eterna. En fin, el malvado no tiene escapatoria de un castigo, por lo tanto, como es desdichado, es preciso tener compasión con ellos y no odio. 

La suerte

Parece ser que la suerte a veces beneficia tanto a los buenos como a los malos, algo que pareciera ser un factor común entre los dos. ¿Cómo se explica esto? Filosofía nos dice que esta es una de las cosas más fecundas en el mundo. 

Para empezar, Filosofía establece la diferencia entre Providencia y Destino. 

Providenciaes la razón divina en sí misma, que residiendo en el supremo principio universal, todo lo dispone.

Destinoinherente a todos los seres mudables, regula sus manifestaciones y es el nexo por el cual la Providencia relaciona todas las cosas, situándolas en su propio lugar.


''Cosas ambas, Providencia y Destino, que aun siendo diversas, se relacionan mutuamente, porque el orden del Destino depende de la simplicidad de la Providencia''

En este sentido, la Providencia siempre estará por encima de la destinación e incluso del mismo Destino. La Providencia tiene todo en ella y por lo tanto conoce lo que pasará, todo se enmarca dentro del orden de Dios. 

''Con lo que echarás de ver que aun cuando vosotros no alcancéis a entender este orden universal y os parezca ver en todo la confusión y el desorden, sin embargo, todos los seres ocupan su lugar propio y para todos hay una norma que los dirige al bien''


El bien no se desvía de su principio y no es dañado o tocado por el mal, en efecto, tanto el bueno como el malvado tienen como objetivo el bien, con la diferencia de que el bueno lo alcanza y el malo no. 

La Providencia siempre tiene un plan para cada uno de nosotros, a algunos tendrá un plan determinado y a otros otro tipo de planes. Todo esto con el objeto de que se conozcan a sí mismos. 

''La Providencia los conduce a todos a través de diferentes pruebas hasta que lleguen a conocerse a sí mismos''

En efecto, aquellos que son probados a realizar ciertas acciones, conocen una características que antes no tenían. Por ejemplo, hay personas tímidas que han logrado adquirir la virtud, cobardes que de pronto cobran valentía.

Puede ser que algunos hombres malos justamente sufran infortunios y las personas no destacan este hecho porque se lo merecen, pero estos infortunios son para enmendarlos, para que cambien su conducta. 

Toda fortuna es buena siempre 

La fortuna siempre proviene de la virtud. En efecto, la fortuna tiene por objeto premiar a los buenos y castigar o enmendar a los malos. Por lo tanto, la fortuna es justa o al menos útil y así, la fortuna, cualquiera que esta sea es buena(1)



Conclusión

Cada vez más vemos una interesante integración de los contenidos de los libros de San Agustín de Hipona con respecto al bien. EL mal no tiene una cabida sino es respecto al bien y por lo tanto, Boecio insiste en que su existencia en verdad no es tal, sería un ente parasitario que depende completamente de bien. Es interesante ver, y quizás algo que le faltó a Agustín precisar, que Boecio sostenga que los malvados no existen. Es decir, que el concepto del bien como imperio se aplique a las personas en cuanto a ''buenos y malos''. 

miércoles, 10 de noviembre de 2021

Boecio - La Consolación de la Filosofía (Libro III)


En el libro anterior ya vimos lo importante que es tomar todas las consideraciones frente a los bienes y la fortuna. Boecio va comprendido poco a poco lo que Filosofía va relatándole en cada momento, pero sigue teniendo dudas que quiere resolver. Si bien ha estado con ella toda la vida, ahora tiene la oportunidad de consultarle. En esta parte del libro veremos la enseñanza de Filosofía en cuanto a los bienes materiales (como lo vimos anteriormente), pero esta vez comparándola con el bien universal y supremo que es Dios.

Referencias:

(1) Todas estas ideas son influencias de San Agustín de Hipona.




LA CONSOLACIÓN DE LA FILOSOFÍA


LIBRO III


Bienes y sus consecuencias


Las cosas que obtengo y las que faltan

Una vez resuelto todo con respecto a la idea de la fortuna y los bienes materiales, ambos se ponen a hablar sobre la felicidad. Filosofía le dice a Boecio que aún está obnubilado por la situación que le ocurrió y necesitará volver al camino filosófico. 

La felicidad tiene que ver con conseguir aquel bien por el cual después ya no se pueda desear otra cosa. En este sentido, es claro que la felicidad es un estado entendido como la reunión de todos los bienes, no puede faltar ninguno porque de lo contrario algo que era bueno ha sido excluido siendo deseable, y en consecuencia, la persona no sería feliz. Por lo tanto, la felicidad es un estado al cual todos los hombres quieren llegar, algunas veces tomando distintos caminos. 

Sin embargo, para los hombres, la felicidad consiste en obtener cosas como la fama, el poderío, el honor y los bienes. Claro, estos dan una apariencia de felicidad cuando se los obtiene, pero ¿qué pasa cuando a pesar de obtenerlos seguimos queriendo más? El que carece de una cosa ¿puede ser feliz sin ella?

Protección y necesidad

Para conservar las cosas que ya tengo y que supuestamente me hacen feliz, voy a necesitar además ayuda para conservarlas; por ejemplo, de que me las roben. En este respecto, la necesidad para cubrir mis cosas obtenidas hace que exista una carencia; por lo tanto, no podría ser feliz si algo me falta. 

Se podrá decir que alguien rico no tiene necesidades al tener satisfechos todos sus gustos, pero si el rico siempre tiene necesidad de más, entonces no podremos hablar de alguien que efectivamente sea feliz porque, en efecto, necesita de más cosas. 

En este punto, la necesidad incluso puede considerarse hasta la más pequeña, las necesidades de la naturaleza son siempre pequeñas, mientras que las que no, son infinitas. 

Prestigio de los cargos

Es conocido que en los cargos públicos hay todo tipo de personas. Sin embargo, dada la importancia de estos altos cargos, las personas que debieran estar ahí deben ser altamente virtuosas. Pero esto no ocurre así, hay veces que es todo lo contrario y que podemos ver a personas que en realidad no merecen estos cargos. 

Así, los cargos públicos no poseen un valor propio. De ser así, entonces todos aquellos altos funcionarios tendrían un valor enorme en todos los casos, en todos los países, pero esto no es así. La misma Filosofía dice que antes el cargo de ''Cónsul'', era un cargo digno de respeto, pero ahora se ha vuelto en realidad una carga para el Senado. 

Y si los altos cargos no han podido estar al altura, de igual manera se puede observar a los reyes y emperadores ¿fueron todos buenos? Hubo algunos muy malos como Nerón que fue realmente despiadado. 

Males y calamidades

Todos los bienes materiales llevan en sí calamidades para uno mismo o para los otros. 

''¿Sueñas con amontonar dinero? Tendrás que arrebatarlo de aquellos que lo poseen. ¿Te seduce el esplendor de las dignidades? Te verás obligado a suplicarlas a quien las dispensa; y queriendo destacar por las consideraciones que otros te tributen, comenzarás por rebajarte para pedir humilde''

''¿Deseas el poder? Expuesto a las insidias de tus súbditos vivirás siempre entre peligros''

''¿Aspiras a la gloria? Sus caminos son difíciles, y a causa de su aspereza ni verás por dónde vas ni tendrás seguridad en tus pasos''

''¿Quieres llevar una vida de placer? Pero, ¿quién no mirará con desprecio al que se hace esclavo de la cosa más vil y deleznable, su propio cuerpo?''


Todas estas cosas tienen una apariencia de verdad y como apariencia no llevan a la verdadera felicidad. En un primer momento son aceptables y deseables, pero con el tiempo se vuelven calamidades porque o no se pueden sostener, o se tiene temor de que sean arrebatadas. Nadie puede vivir feliz temiendo algo. 

Respeto, suficiencia y poder

El poder y la suficiencia comparten elementos en común. En efecto, el que tiene poder tiene suficiencia, el que no tiene poder no tiene suficiencia. Además, esta persona que tenga suficiencia y poder obtendrá respeto. 

Filosofía le pregunta a Boecio si en definitiva, estas tres cosas son una misma cosa en cuanto a su fin. Evidentemente son distintas, pero sus fines son los mismos. De hecho, para Filosofía, tanto el respeto, como la suficiencia y el poder no difieren fundamentalmente del concepto de fama. Conjuntamente con la fama, se encontrará el honor y el placer.

En el caso de que alguno de estos conceptos tenga una mella o insuficiencia, entonces todos lo tendrán y la persona no será feliz. 


Felicidad

Para la felicidad es necesaria la perfección. ¿Existe la perfección? es de suponer, dice Filosofía, que si existen seres imperfectos, entonces se deduce que existen los perfectos. No pueden existir aquellos que tienen carencia de perfección si no hay primeramente un ser perfecto. ¿Quién es el ser perfecto?


''Dios, que es el primero de todos los seres, es el mismo bien, como lo confirma el unánime consentimiento de todos los hombres; ya que no existiendo nada mejor que Dios, indudablemente el ser mejor entre todos es el bien''

”Pues si así no fuera, Dios no podría ser el primero de todos los seres, porque existiría otro ser superior, en posesión del bien sumo, y que por lo mismo seria anterior a Dios, ya que es evidente que las cosas perfectas son antes que las imperfectas''

''Para no prolongar indefinidamente este razonamiento es preciso recordar que Dios, ser soberano, posee en sí mismo el bien sumo y perfecto; pero como la felicidad está en el bien sumo, según ya hemos probado, resulta necesariamente que la felicidad reside en Dios soberano''


Por eso, es muy importante para Filosofía aclarar que Dios es bien, y el bien no es otra cosa, porque poner el bien en otra cosa sería poner el sumo bien en algo que no es Dios y esto es impensable de acuerdo al razonamiento anterior. Aquello que es así mismo el principio universal es el sumo bien. En conclusión, Dios es la felicidad misma(1). 

Los hombres pueden ser Dios

Ahora, Filosofía quiere examinar junto con Boecio si pueden existir dos bienes supremos distintos unos de otros. En efecto, si uno es distinto del otro, es claro que uno no es el otro y por lo tanto, le faltará perfección a uno y viceversa. Por lo tanto, ni el uno ni el otro serían bienes sumos, si se pone la condición de que los dos sean bienes sumos pero a la vez distintos. 

No obstante, bien podríamos decir que quien se hace sabio lo hace por medio de la sabiduría, y el que se hace honesto lo hace por medio de la honestidad. Entonces, el que quiere alcanzar la felicidad ¿sería divino? en el entendido de que Dios es la felicidad misma. 

De acuerdo con Filosofía, el hombre puede ser Dios por concepto de participación, pero no por concepto esencial. Claro, Dios es uno, pero por participación cada hombre puede ser Dios. 

Sustancia de la felicidad

Para llegar a conocer la sustancia de la felicidad, primeramente debemos ver sus elementos. Filosofía parte diciendo que si la suficiencia, el poder, los honores, la fama y el placer, cuando se poseen en sumo grado son sinónimos de felicidad, entonces se deduce que el hombre será feliz. Sin embargo, si estos bienes fueran parte de la felicidad tendrían que ser distintos, siguiendo la lógica de que las partes entre sí son distintas a la hora de conformar un todo; no puede ser iguales. Ahora bien, como todos esos bienes son una misma cosa, como hemos dicho más arriba, entonces no pueden ser partes de la felicidad. 

No obstante, todos estos conceptos tienen algo en común que es el bien, aunque sea en apariencia. Este bien es apetecible por la voluntad del hombre, el hombre busca estas cosas porque percibe bien en ellas. Filosofía dice en este respecto, que lo que busca el hombre no es la cosa en sí, sino que el bien que produce la cosa, por lo tanto, el hombre siempre va en busca de la esencia. Lo que impulsa todo deseo es la felicidad; en consecuencia, la búsqueda del bien es justamente la búsqueda de la felicidad. 

''Pero ya hemos demostrado que Dios y la verdadera felicidad son lo mismo''

''Luego con toda certeza podemos afirmar que la esencia de Dios reside en el bien, es el mismo bien y no otra cosa”


Filosofía le pide a Boecio que no olvide estas conclusiones porque ahora determinarán lo que es el bien en sí mismo. 

El bien en sí mismo

Todos los bienes mencionados anteriormente son deseables porque están en ellos la idea del bien. El problema es que cuando se quieren por sí mismo y solo por sí mismos, no constituyen una unidad. El poder, la fama, la suficiencia y el placer deben estar unidos para querer ser perseguidos por el hombre, de otro modo no es posible. Toda esta unión de las cosas no solo en sí mismas sino que por otras es realizada por el bien. El bien, entonces, es unidad. Lo que está unido permanece, pero lo que está separado se destruye. 

''Por ejemplo, en los seres animados, mientras el alma y el cuerpo permanecen unidos formando un todo, se puede decir que existe aquel ser vivo; pero destruida la unidad por la separación de los dos elementos, el ser viviente deja de existir''


''Considerando todos los seres, cualesquiera que sean, se verá claramente que subsisten mientras permanecen unos; y mueren en el momento en que pierden su unidad”


También se establece que todos los seres en general quieren conservar su vida y cuando quieren esto, en verdad lo que quieren es la unidad. Boecio le pregunta a Filosofía si pasa lo mismo con los seres inanimados a lo que dice:

''observa en efecto cómo las plantas nacen en los terrenos que les son apropiados, en los cuales, por acomodarse a su naturaleza, no se secarán ni perecerán muy pronto''


Las plantas tienden a la vida cuando reaccionan a su entorno. En ese sentido, ''quieren'' desarrollarse y seguir viviendo. Cuando no están en el terreno apropiado es ahí cuando no crecen y finalmente se secan. Las mismas partes constitutivas de la planta, hacen que esta sobreviva a ciertas inclemencias ¿por qué tendría estas cosas si no quisiera tender a vivir?

Hay seres que tienden a tener sus partes constitutivas más unidas y otros que tienen tendencia a separarse, pero luego a unirse. Es así, que el deseo de vivir no depende necesariamente de la voluntad, sino que procede de un movimiento natural. La naturaleza aborrece la muerte con horror, pero por algunas causas externas la voluntad prefiere la muerte (suicidio). 

De esto se entiende que el amor no es un concepto que provenga de la voluntad sino que proviene directamente de la naturaleza. Boecio aporta lo siguiente:


''Porque una de dos: o todos los seres tienden a su aniquilamiento y, privados de su unidad, que vendría a ser como su cabeza, caminarán sin piloto a merced de las olas; o, por el contrario, si hay un principio hacia el cual se dirijan todas las cosas del mundo, ese principio será el bien sumo''


''El fin universal de los seres todos, que, sin duda, será aquello que todos anhelen. Y como esto es precisamente el bien, resulta en definitiva que el Bien es el fin universal''


Dios y el poder

Se entiende que Dios sea el ser más poderoso que existe y por lo tanto el que rige el universo. Sin embargo, ¿qué sucede si nada encontrara imposible? si nada encontrara imposible, entonces Dios podría hacer el mal, no le es imposible. Pero Filosofía detiene este razonamiento que es de Boecio y le recuerda que Dios debe dirigir todo el mundo con el bien, si todo va a vivir, va a moverse, o realizar alguna acción, entonces todo debe ser comandado por el bien. 


Conclusión

Es absolutamente innegable la influencia que Boecio recibió tanto de San Agustín de Hipona como de Plotino. Verdaderamente, podríamos decir que Boecio es una síntesis del neoplatonismo antes de comenzar la Edad Media. El concepto de que el bien tenga imperio por sobre todas las cosas, pero que además sea la unidad de todas las cosas, coincide perfectamente con los dos pensadores mencionados anteriormente. Ya vemos que incluso hasta las más pequeñas cosas están en el dominio del bien. 

sábado, 6 de noviembre de 2021

Boecio - La Consolación de la Filosofía (Libro II)


Seguimos con la tercera parte de esta gran obra que ahora versará sobre la fortuna y los beneficios que esta procura. Por cierto, la fortuna era uno de los temas más hablado entre los filósofos, sobre todo entre los estoicos como Lucio Anneo Séneca, quien ya nos hablaba de los beneficios que nos suceden en la vida. Puede que exista una conexión entre los dos, pero sin duda que la mirada de Boecio es única con respecto a la fortuna. Veamos entonces el tratamiento de la fortuna en el último romano y el primer escolástico. 


LA CONSOLACIÓN DE LA FILOSOFÍA


LIBRO II

La fortuna

Después de un silencio con el que terminó el libro I, Filosofía trata de averiguar porqué Boecio se siente tan miserable, revelando que es posible que se sienta así por haber perdido su antigua posición política. Filosofía le dice que su suerte no ha cambiado por más que él piense que es así; en efecto, la suerte o fortuna es una ambiguedad que en un momento puede ayudarte y en el otro traicionarte. Un hombre prudente no debe sujetarse de la suerte o fortuna, antes debe saber que ésta es inconsistente. En palabras de la misma Filosofía, si aceptamos el yugo, entonces no tenemos nada de qué quejarnos. La fortuna no se puede detener en un solo tipo de suerte, pues de ser así no sería como se supone que es: azarosa. 

En consecuencia, que Boecio se queje de su mala suerte no tiene sentido, pues una vez aceptado el destino no puede acusar de que este sea injusto con él. 

Honores pasados

Por lo demás, todos los honores pasados fueron felicidades que Boecio debiera agradecer. No solo eso, el mismo Boecio fue quien agradecía tener dicha suerte en ese momento. Pero es justamente esto lo que tiene tremendamente triste a Boecio, claro, el conocer la dicha lo tiene triste ahora que no la tiene. 

Ciertamente, ningún hombre está contento con su suerte hasta que le acontece algún mal, nada los sacia. 

Filosofía trata de averiguar cómo puede Boecio sanarse y le pregunta si no hay nada más preciado que sí mismo, a lo que Boecio debería responder afirmativamente. Si esto es así, entonces Boecio tiene un bien que incluso ni la fortuna podrá arrebatarle jamás. Como Filosofía sabe que Boecio cree en la inmortalidad del alma, entonces el filósofo no tendría por qué quejarse de las cosas que le han ocurrido, siendo que posee aquello que más quiere. 

Los bienes y los malos

Los bienes materiales o las fortunas de algunos hombres son la causa de su desgracia. Ahí se puede diferencia a los buenos de los malos, porque los malos son aquellos que se inclinan a procurarse los bienes materiales. Para Filosofía, la fortuna aprovecha más a los malos y no a los buenos. 

''no siempre ayuda a los buenos; y si favorece a los malos, no por eso los mejora.''


Sin embargo, si esto es así, Boecio le dice a Filosofía que él no ha caído en la posesión intencional de estos bienes materiales, sino más bien ha siempre querido cumplir con el mandato de la República. No obstante, Filosofía le indica que en ese aspecto también existe un problema al querer aquellas cosas. Nos referimos pasión de la gloria, el honor de haber prestado a la república los más relevantes servicios.

Considerando que el mundo es un lugar enorme, casi inabarcable ¿qué importancia tendrá el adjudicarse una gloria o un honor en esta República que sería pequeñísima comparada con el tamaño del universo? y no solo eso, lo hablado hasta aquí también puede referirse al tiempo.

''Y si comparas la duración del tiempo con la eternidad infinita, ¿a qué viene a reducirse la perennidad de vuestra fama que tanto os halaga?''

Por otro lado, siguiendo con la discusión de que la fortuna aprovecha más a los hombres malos, también de algún modo es buena pedagógicamente. En efecto, el hombre que se ve en una buena fortuna será engañado por esta haciéndole pensar que la tendrá para siempre, lo que es falso. Pero cuando la fortuna es adversa, no puede menos que ser sincera y mostrarse tal cual es. Ahí el hombre aprende sobre la fortuna. 

''En una palabra, la próspera fortuna aparta del bien verdadero con sus caricias seductoras; la adversa, trayendo a los hombres prendidos en su arpón, los hace volver muchas veces al camino de la verdadera felicidad''


Conclusión

Una exhortación a dejar los bienes materiales y la fortuna que no hemos visto en otros filósofos. Su tratamiento con respecto a este tema es interesante e incluso actual, puesto que en las literaturas del siglo XIX y XX se considerará el factor de ''maldad'' o ''infortunio'' como algo sincero, mientras que lo bueno es realmente ilusorio. Ahora, también es interesante el aspecto pedagógico (o que instruye en palabras de Filosofía) del mal, porque luego de esto se extrae una enseñanza, es como el concepto de Catársis en Aristóteles en su obra Poética. 

viernes, 5 de noviembre de 2021

Boecio - La Consolación de la Filosofía (Libro I)

Es quizás el libro más importante dentro del mundo de la filosofía, no solo por su contenido lírico sino que también el tema de fondo que es el no olvido de la filosofía. Nuestro filósofo se encuentra en dificultades extraordinarias debido a un conflicto político importante, nada lo puede consolar excepto la muerte que viene disfrazada de mujer, quien en realidad es la filosofía. ¿Cómo podría la filosofía consolar a un hombre en un momento como aquel? Lo veremos en los siguientes apuntes de filosofía con el estudio de esta obra magnífica. 

LA CONSOLACIÓN DE LA FILOSOFÍA


LIBRO I


El que está hablando en este primer libro es el mismo Boecio quien no puede evitar sentirse triste y miserable al estar en un calabozo, debido principalmente a motivos políticos. Lo espera la muerte. 

La mujer misteriosa

Es en esta ocasión en que aparece una mujer que el mismo Boecio describe de la siguiente manera:


Una figura de una mujer de sereno y majestuoso rostro, de ojos de fuego, penetrantes como jamás los viera el ser humano, de color sonrosado, llena de vida, de inagotadas energías, a pesar de que sus muchos años podían hacer creer que no pertenecía a nuestra generación. En palabras del mismo Boecio. 

Su vestido lo formaban finísimos hilos de materia inalterable, con exquisito primor entretejidos; ella misma lo había hecho con sus manos, según más adelante me hizo saber. Y, a semejanza de un cuadro difuminado, ofrecía, envuelto como en tenue sombra, el aspecto desaliñado de cosa antigua.

En su parte inferior veíase bordada la letra griega pi (inicial de práctica), y en lo más alto, la letra thau (inicial de teoría) y enlazando las dos letras había unas franjas que, a modo de peldaños de una escalera, permitían subir desde aquel símbolo de lo inferior al emblema de lo superior.


En ese momento, la mujer que describía Boecio comenzó a alejar a las musas que hacían escribir al filósofo, los lamentos que en principio decía. La mujer se sentó al lado de Boecio y comenzaron a tener un diálogo, en donde se trata de consolar al mismo Boecio quien había disfrutado de una buena vida, y ahora está en la soledad y en la miseria. 

Consolación mirando al pasado

Por las lágrimas y algunas confusiones, Boecio no lograba verla en primera instancia, pero luego, mientras se recuperaba, podía ver claramente a la mujer que tenía en frente. El filósofo la describe como ''mi antigua nodriza'': la Filosofía. 

Boecio se sorprende porque no pensaba que fuera posible que algo tan sublime fuera a bajar de sus dominios para estar con él. En ese momento Filosofía dice:

“¿Podría yo dejarte solo a ti que eres mi hijo, sin participar en tus dolores, sin ayudarte a llevar la carga que la envidia por odio de mi nombre ha acumulado sobre tus débiles hombros?''

Cuando al fin Boecio la reconoce y conversa con ella, Filosofía le recuerda que la desgracia que le ocurre no es algo nuevo pues los filósofos anteriores también encontraron dificultades. 

La experiencia con la filosofía y la política

Boecio le comenta lo importante que ha sido Filosofía en su vida, y es por eso que todo lo que Boecio había hecho en su vida era por estricta y rigurosa disciplina de seguirla. 

El filósofo siempre trató de seguir lo que a su criterio era correcto y tuvo que salir el paso de muchas dificultades políticas. Con todos estos problemas, Boecio dice que debió haberse dado más seguridad antes de llevar a cabo dichas acciones. Recordemos que Boecio fue falsamente acusado de querer conspirar contra el rey favoreciendo al emperador de Bizancio, Justino I. De hecho, lo que pasó en realidad es que Boecio defendió a un amigo, Cecina Decio Fausto Albino, de ciertas acusaciones y por eso se presumió que el filósofo tenía injerencia en la conspiración. 

Boecio le pregunta a Filosofía qué le parece que lo hayan condenado por ''salvar al Senado''. Le cuenta además que todo lo que ha realizado, el servicio puesto en sus funciones lo logró siempre observándola a ella, la Filosofía. En cierto modo, Boecio piensa que esta acusación realizada por sus enemigos, no solo lo toca a él, sino que también a Filosofía misma. 

Respuesta de Filosofía

Filosofía parece no estar en absoluto conmovida por el relato de Boecio, aunque sí se ve conmovida por otra cosa que le pasa a relatar:

''Por eso me conmueve no tanto la contemplación de este lugar, cuanto la de tu propia persona. No echo de menos aquella hermosa biblioteca decorada con vidrios y marfil, sino el interior de tu alma, en la cual yo en otro tiempo dejara depositados, no libros, sino lo que a éstos da valor, a saber, los pensamientos contenidos en mis libros''

Como Filosofía nos dice que el pensamiento de Boecio está agitado, recurrirá a prácticas más suaves para convencerlo de la situación en que se encuentra. 

''¿Me permitirás, pues, que tantee y pruebe tu espíritu por medio de preguntas para saber el tratamiento que te conviene?''

En primer lugar, Filosofía le pregunta si este mundo fue creado por fuerzas azarosas o bien si hay un orden en este mundo, a lo que Boecio responde convencido de que cree en Dios y que nada de esto puede ser azaroso. Luego le pregunta ¿de qué medios se vale para dirigir el mundo? y ahí Boecio no sabe qué contestar. Filosofía le pregunta cómo es posible que sepa quién dirige el mundo y no sepa sus fines; en otras palabras, que sepa su principio y no su fin. 

La pregunta que sigue es clave, Filosofía le pregunta a Boecio si sabe lo que es el hombre, a lo que este contesta que sí, un animal racional. Frente a esta respuesta, Filosofía descubre el verdadero mal de Boecio y se dispone a dialogar con él con respecto a aquello. 

''Pero como no es tiempo aún de emplear remedios fuertes y es bien sabido que el espíritu humano al rechazar la verdad se ve invadido de errores que, levantando nieblas de pasiones, perturban la inteligencia, en otras condiciones clara; trataré primeramente de apaciguar tu alma mediante los sedantes más comunes; y así, disipadas las tinieblas engañosas, podrás hallar de nuevo el esplendor de la verdadera luz''


Por lo tanto, el libro finaliza con el compromiso de Filosofía de ayudar a Boecio a entender la difícil situación en la que está sumido. 

Conclusión

Comenzamos entonces nuestro recorrido por uno de los libros más grandes de la Filosofía. Tenemos suerte porque esta vez es la misma Filosofía quien se presenta a un filósofo, en contraste con otros pensadores anteriores, donde la figura ficticia ha sido la razón (San Agustín de Hipona en su obra ''Soliloquios''). Por lo tanto, sigamos viendo que acontece en los próximos libros que en lo sucesivo iremos explicando en este blog. ¡No se separen y acompáñenos!

jueves, 4 de noviembre de 2021

Boecio - Vida y obra (480 - 525)



Un hombre que participó de dos hechos importantes de la historia antigua, y que por ello tenemos una riqueza del pensamiento tanto artística como filosófica. Filósofo y hombre de Estado, Anicio Manlio Torcuato Severino Boecio, más conocido como Boecio, fue uno de los filósofos más influyentes de la historia de la filosofía, llegando sus escritos hasta los pensadores más importantes del renacimiento. Recordado por sus conflictos con el Estado, Boecio no solo se limitó a sus deberes como funcionario sino que también habló sobre música, aritmética y otros importantes temas de aquella época. Son más retraso, veamos la vida y obra de Boecio

Anicio Manlio Torcuato Severino Boecio


VIDA Y OBRA

Infancia, familia y trabajo

Boecio nació en Roma en el seno de una familia patricia alrededor del 480, pero se desconoce su fecha de nacimiento exacta. Su familia, los Anicii, incluía a los emperadores Petronius Maximus y Olybrius y muchos cónsules. Su abuelo, un senador del mismo nombre, fue nombrado prefecto pretoriano de Italia. Murió en 454, durante el complot palaciego contra el magister militum Flavius ​​Aetius. El padre de Boecio, Manlius Boecio, quien fue nombrado cónsul en 487, murió mientras Boecio era joven. Otro patricio, Quintus Aurelius Memmius Symmachus, adoptó y crió a Boecio, inculcándole el amor por la literatura y la filosofía

Tanto Memmius Symmachus como Boecio dominaban el griego, una habilidad cada vez más rara en ese momento en el Imperio Occidental; y por esta razón, algunos estudiosos creen que Boecio se educó en Oriente. Según John Moorhead, la opinión tradicional es que Boecio estudió en Atenas, basándose en la retórica de Casiodoro que describe el aprendizaje de Boecio en una de sus cartas, aunque esto parece ser una mala lectura del texto por la simple facilidad de Boecio con las obras de Filósofos griegos.

Pierre Courcelle ha argumentado que Boecio estudió en Alejandría con el filósofo neoplatónico Ammonius Hermiae. Sin embargo, Moorhead observa que la evidencia que apoya que Boecio haya estudiado en Alejandría "no es tan fuerte como puede parecer", y agrega que Boecio pudo haber adquirido su formidable conocimiento sin viajar.

Debido a su erudición, Boecio entró al servicio de Teodorico el Grande a una edad temprana, convirtiéndose en senador a la edad de 25 años. Sus primeros actos documentados en nombre del gobernante ostrogodo fueron investigar las acusaciones de que el pagador de los guardaespaldas de Teodorico había degradado las monedas de su salario; producir un reloj de agua para que Teodorico se lo diera al rey Gundobad de los Burgundios; y contratar a un intérprete de la lira para que actuara para Clovis, rey de los francos.

Boecio se casó con la hija de su padre adoptivo, Rusticiana; entre sus hijos había dos varones, Símaco y Boecio.

Durante el reinado de Teodorico, Boecio ocupó muchos cargos importantes, incluido el consulado en el año 510, pero Boecio confiesa en su Consolación de la Filosofía que su mayor logro fue que sus dos hijos fueran co-cónsules para el mismo año (522), uno representando al este y el otro al oeste, y encontrándose sentado "entre los dos cónsules y como si se tratara de un triunfo militar, dejando su generosidad, cumpliera las expectativas más locas de la gente apiñada en sus asientos a su alrededor".

En 522, el mismo año en que sus dos hijos fueron nombrados cónsules conjuntos, Boecio aceptó el nombramiento para el cargo de magister officiorum, el jefe de todos los servicios gubernamentales y judiciales.

Desempeño, caída y ejecución


En el año 520, Boecio estaba trabajando para revitalizar la relación entre la Sede Romana y la Sede Constantinopolitana; aunque ambos todavía formaban parte de la misma Iglesia, habían comenzado a surgir desacuerdos entre ellos. Esto pudo haber establecido un curso de eventos que conduciría a la pérdida del favor real. Quinientos años después, este continuo desacuerdo condujo al cisma Este-Oeste en 1054, en el que se rompió la comunión entre la Iglesia Católica y la Iglesia Ortodoxa Oriental.

En una reunión del Consejo Real en Verona, el referendarius Cipriano acusó al excónsul Cecina Decio Fausto Albino de correspondencia traicionera con Justino I. Boecio saltó en su defensa, gritando: "La acusación de Cipriano es falsa, pero si Albino hizo eso, así también yo y todo el Senado lo hemos hecho unánimes; es falso, mi Señor Rey" 

Cipriano también acusó a Boecio del mismo crimen y presentó a tres hombres que afirmaron haber presenciado el crimen. Boecio y Basilio fueron arrestados. Primero, la pareja fue detenida en el baptisterio de una iglesia, luego Boecio fue exiliado al Ager Calventianus, una finca lejana, donde fue ejecutado. No mucho tiempo después, Teodorico hizo ejecutar al suegro de Boecio, Símaco, según Procopio, con el argumento de que él y Boecio estaban planeando una revolución y confiscaron sus propiedades. 

Fue 523 Boecio cayó del poder. Después de un período en prisión en Pavía donde se le juzgó por delito de traición, fue finalmente ejecutado en 524. Las fuentes primarias coinciden en general sobre los hechos de lo sucedido. 

"Los hechos básicos del caso no están en disputa", escribe Jeffrey Richards. "Lo que se discute sobre esta secuencia de eventos es la interpretación que se les debe dar". Boecio afirma que su crimen fue buscar "la seguridad del Senado". Describe a los tres testigos en su contra como deshonrosos: Basilius había sido despedido del servicio real por sus deudas, mientras que Venantius Opilio y Gaudentius habían sido exiliados por fraude. Sin embargo, otras fuentes describen a estos hombres de una manera mucho más positiva. Por ejemplo, Casiodoro describe a Cipriano y Opilio como "absolutamente escrupulosos, justos y leales" y menciona que son hermanos y nietos del cónsul Opilio.

Teodorico se sentía amenazado por los acontecimientos internacionales. El cisma acacio, entendido como la ruptura entre las iglesias de Oriente y Occidente se había resuelto y los aristócratas cristianos nicenos de su reino buscaban renovar sus lazos con Constantinopla. El católico Hilderico se había convertido en rey de los vándalos y había dado muerte a la hermana de Teodorico, Amalafrida, y los arrianos en el este estaban siendo perseguidos. Luego estaba el asunto de que con sus vínculos anteriores con Theodahad, Boecio aparentemente se encontró en el lado equivocado en la disputa de sucesión que siguió a la prematura muerte de Eutharic, el heredero anunciado de Teodorico.


Pensamiento

A pesar de hablar abiertamente sobre elementos religiosos, la verdad es que Boecio nunca se inclinó por alguna religión en especial. Sin embargo, sí reconoce el poder omnipotente de Dios y la gran importancia que éste tiene en el hombre. Está presente incluso en lo más mínimo, en lo más cambiante y lo más necesario. 

Es preciso mencionar que Boecio era considerado de la siguiente manera:


''El último de los romanos y el primero de los escolásticos''


En este caso, Boecio fue uno de los que introdujo la cultura griega a los latinos. Por lo tanto, con Boecio se ve no solo lo que podría considerarse como religión o filosofía, sino que también otras ciencias como la aritmética, la música, la geometría y la astronomía. 

La influencia del neoplatonismo en sus escritos es verdaderamente notable, vemos la idea del bien, del orden y de la felicidad en San Agustín, así como la celebre teoría de la unidad de Plotino. 


El problema de los universales

Una de las contribuciones (o problemas) que Boecio introdujo en la escolástica fue la lógica. Esta contribución radicaba fundamentalmente en la pregunta de si los universales existen o no, son corporales o no, y que si fueran incorporales si están unidos a las cosas sensibles. En sus obras veremos cómo es que Boecio trata de llegar a una conclusión con respecto a los universales.

Filosofía

En una de sus obras más célebres llamada ''Consolación de la filosofía'', Boecio nos muestra la importancia de focalizarse no en las cosas terrenales sino en las divinas. El libro nos muestra lo miserable que él mismo se sentía en un calabozo cuando se le aparece la filosofía, en forma de mujer, y le enseña que se ha olvidado de qué trata esta vida; no de las cosas materiales sino que de las divinas. En ese sentido, Dios es la felicidad misma. 


Obras

Boecio tiene muchas obras, pero fundamentalmente en este blog veremos las más importantes y conocidas. 





Opuscula Sacra

Este es un tratado de breves textos teológicos que versan sobre la Trinidad, la sustancia y el concepto de Persona.




Entre estas obras también podremos encontrar numerosos comentarios a varias obras filosóficas, desde los más diversos temas.

Conclusión

Realmente es el más grande filósofo que surge entre estas dos distintas épocas y así, es importantísimo revisar la obra de Boecio. La historia de Boecio es una historia de transición que nos lleva a integrar lo aprendido desde filósofos anteriores y el comienzo de otro tipo de filosofía que comienza a abrirse paso. En general, tuvo una vida controversial no menos que sus obras. 

martes, 2 de noviembre de 2021

Rara avis in terris (ave extraña en la tierra)


Rara avis in terra

Esta es una frase latina que significa ''ave extraña en la tierra''. ¿Qué significa esta frase? ciertamente la podemos descubrir con Décimo Junio Juvenal, un poeta romano del siglo I d. C., quien realizaba las conocidas sátiras de su época. 

La frase completa era:

''Rara avis in terris nigroque simillima cycno''

''Ave extraña en tierra, como nada más que un cisne negro''

El contexto en el que se usa esta frase es para señalar a una persona extraordinaria, una persona única en su especie que es la excepción a toda regla. El filósofo español perteneciente a la Escuela de Salamanca, Tomás de Mercado, nos hablaba de la posibilidad que un hombre prospere con el negocio de la esclavitud. Es decir, para el filósofo, el negocio de la esclavitud no traía grandes fortunas a quienes lo ponían en práctica. Era muy pocos los casos donde sí se conseguía fortuna, pero esos hombres eran justamente raras aves en tierra, la excepción a la regla común según Tomás de Mercado. 


Conclusión

Si bien este concepto se usó para la sátira y para la excepción de ciertos hombres con los negocios, la verdad es que este concepto puede usarse para temas mucho más amplios. Si ve usted un hombre virtuoso o un hombre con grandes cualidades que un hombre ordinario no tuviera, entonces bien podríamos decir que es una ''ave rara en tierra''. Así, podemos ver que no es necesariamente propio de los círculos filosóficos, sino que también de la vida diaria.

lunes, 1 de noviembre de 2021

Tomás de Mercado - Suma de tratos y contratos (Libro II)


Los mercader fueron una figura central en el renacimiento y es que formaron parte de lo que se conoce (y se ha conocido) como capitalismo. En este blog no hemos visto la figura de los mercaderes, salvo cuando nos referimos a la figura de la Banca en la Antigua Grecia, entrada que nos dio la evidencia de que las transacciones de dinero ya se hacían en aquellos tiempos remotos. Sin embargo, aquí ya tenemos de algún modo u otro la figura del mercader de manera definitiva y acertada. Por lo tanto, veamos qué nos dice Tomás de Mercado con esta importante profesión. 

Referencias:

(1) Tomás de Mercado es particularmente crítico de los extranjeros mercantes en un reino. Propone que se los castigue o se los destierre. 

(2) En verdad, el estanco es un monopolio estatal. En otras palabras, Tomás de Mercado nos dice que dejar la actividad mercante a los particulares formaría un monopolio privado. 

(3) Nótese que este podría ser el concepto que más tarde se daría a conocer como equivalente a ''empresa''.

(4) Posibles ideas a una empresa limitada y una sociedad anónima (al menos en el caso de Chile).

(5) Este es básicamente el esquema del vicio matemático del Código Civil: la lesión. Si el vendedor vende a menos de la mitad del precio justo y si el comprador compra a más del doble del precio justo, para cada caso por separado existiría lesión. En Chile esto se ve en el artículo 1889 del Código Civil. 

(6) Cuando se habla de ''frutos'' debemos entenderlos como ''frutos civiles'' es decir, aquellas ganancias que se obtiene de una propiedad. Por ejemplo, el arrendamiento de un inmueble genera frutos civiles (dinero).

(7) En otras palabras, este es el fenómeno económico conocido como Monopolio.


Vocabulario

(1) Monipodio: es una alteración de la palabra ''monopolio''. Sin embargo, monipodio significa ''conjunto de personas que se reúnen para cometer fines ilícitos''. Para Tomás de Mercado son ladrones. 

(2) Subasta de bienes a bajo precio.

SUMA DE TRATOS Y CONTRATOS


LIBRO II: DEL ARTE Y TRATO DE LOS MERCADERES

Capítulo I: Del intento de autor 

La negociación con la tierra es una de las más comunes de acuerdo con Tomás de Mercado. De ahí que las distintas profesiones see sirvan de todo lo que se produce en la tierra. Es por esto que los españoles, una vez conquistadas las Indias Occidentales, tienen con los naturales del lugar dos tratos:

  1. Mineros
  2. Mercaderes

Sea como fuere, la tierra es importante para comenzar a realizar este tipo de negocios. Las Indias Occidentales han resultado ser rica en metales y la venta de armas o de ropajes, donde están los mercaderes, resulta favorable para ambos continentes. 

Sin embargo, la más favorable entre las dos es sin duda la profesión de mercader. El centro de estos mercaderes es la Casa de Contratación de Sevilla, de hecho, hasta ese momento (los tiempos de Tomás de Mercado) era el centro neurálgico de todo tipo de transacciones no solo de España, sino que del resto del mundo conocido. 

Capítulo II: Del principio, origen y antigüedad de los mercaderes

En el comienzo Dios le dio al hombre un Estado soberano para que se sirviera de él. ''Creced y multiplicaos'' fue la frase que les dio para que habitaran la tierra y aprovecharan sus frutos. Posteriormente, el hombre pecó y empezó a dividirse la propiedad asignando a cada uno lo suyo diciendo ''esto es mío'', ''esto es tuyo''.

Aquellos tiempos donde el hombre era más sacrificado, más capaz de pasar más días sin hambre han terminado. Hoy estamos más arraigados que nunca a las cosas temporales, y esto hace que queramos nuestras cosas con tanto ahínco. Hay apetito de bienes y riquezas, un amor a las cosas temporales que no se detiene y que es muy anexo a la propiedad. 

Así, se divide en el hombre la preocupación por el cuidado de los objetos comunes y privados; se quiere más aquello que es privado que aquello que es público. Por lo tanto, las personas comenzaron a querer los objetos de otras y decidieron establecer el intercambio de bienes. De aquí nace lo que los españoles llamaron truque y los latinos cambio. 

Pasando el tiempo, el trueque se volvió dificultoso y los hombres comenzaron a mercar y a vender proponiendo un precio común y justo a las cosas. Junto con esto, para el intercambio de bienes se creó la moneda. Las monedas existieron como metales por los cuales se consideraron el precio de todo lo vendible ¿cuáles serían estos metales? los más duraderos: el oro y la plata. 

Hecho esto se introdujo la venta ya que en este metal se mercaba lo que para la provisión de su familia convencía. En este sentido, mercar significará ''comprar'' y vender aquello que es contrario. Así, aquellos que compraban por medio de estos metales se les llamó ''mercaderes''. 

San Gregorio nos decía que el arte de estos mercaderes era:

''Mercar ropa por junto y, sin que se mude en otra especie o se mejore en la suya, revenderla por menudo o traerla fuera de la ciudad o llevarla a otra parte del reino o a otro reino''

Por lo tanto, el mercader no busca que se cambie la sustancia, sino más bien el tiempo y el lugar, y a partir de esto cambiará el precio. Para esto, Tomás de Mercado nos da un ejemplo. 

  • Vender en Sanlúcar no es lo mismo que vender en Granada ni en las Indias. Los precios van cambiando
Se diferencia el mercader del labrador cuando siembra 200 hanegas de trigo y luego las vende. La actividad del mercader no es simplemente comprar o vender sino que más bien negociar, cambiando el precio constantemente. Por esto que a los clérigos se les prohíbe mercar, pero no se les prohíbe sembrar, o vender o comprar modificando el precio. 

No hay que pensar que por esto los mercaderes son hombres ruines, pues muchos filósofos fueron mercaderes: entre ellos, Tales de Mileto, Ptágoras, Hipócrates y Solón. 

Capítulo III: Del grado que tiene el arte del mercader en las cosas morales

Antes de ver al mercader específicamente, Tomás de Mercado hace un recorrido de las acciones consideradas malas y buenas por ciertos filósofos:

Santo Tomás de Aquino:

  • Acciones buenas: amar a Dios, alabarle, obedecer o honrar a los padres
  • Acciones malas: mentir, blasfemar y hurtar
  • Acciones indiferentes: pasearse, hablar, ir al campo o vestirse

Estas últimas, en todo caso, pueden convertirse en buenas o malas si sirven a un fin bueno o malo. 

Hay otras que sin ser necesariamente virtudes, tienen disposición para la justicia

  • Callar
  • Vestir llano
  • Comer poco

Por otro lado, hay otras que no son malas pero parecen malas. 

  • Andar galano
  • Vestir costoso
  • Comer regaladamente

Los vicios se acumulan y pueden ser peores que los nombrados. Así, Aristóteles nos hablaba sobre la avaricia que es innegablemente, el querer aumentar el caudal de negocio de manera ilimitada. Generalmente, el mercader cae en este vicio siendo rara vez no vencido por él. 

Por este hecho, el mercadeo se volvió una actividad prohibida para los sabios, gentiles y católicos. Así lo decía San Crisóstomo en su homilía 33: 

''En echar nuestro Redentor, según cuenta el evangelio, los que
mercaban y vendían de su templo, dio a entender que por maravilla puede el mercader servir o agradar a Dios. Por lo cual ningún fiel debía serlo y, si alguno lo quisiese ser, lo habían de expeler de la Iglesia por excomunión''

Lo mismo da a entender David en el Salmo 70:

''Señor, esperanza tengo de entrar en tu gloria y gozar de tu descanso, porque no fui mercader''

También en el Eclesiástico:

''Como el puntal en que estriba algún edificio se fija y afirma en su encaje, así el mercader vendiendo y comprando cometerá tantos pecados que le sean su encaje, do no pueda salir, por las muchas ocasiones''

En consecuencia, el mundo espiritual rechaza la profesión de mercader, aunque esta imagen, aclara Tomás de Mercado, se ha constituido por la práctica mercadera de los judíos. Desde esta perspectiva, se ha visto inspirada la figura del mercader.

De acuerdo con Santo Tomás, el mercader tiene dos tratos anexos que lo conectan con el vicio:

  1. Un profundo olvido de Dios y de las cosas espìrituales
  2. A partir del primero, se cometen muchos otros vicios distintos pero que tienen una base igual
De acuerdo con Aristóteles, el trato de los mercantes tiene tres partes:

  1. Llevando ventas por mar
  2. Llevando ventas por tierra
  3. Llevando ventas al interior del pueblo

En todas estas transacciones el mercader debe realizar su actividad por medio de la virtud, de lo contrario, si bien conservará la vida presenta pero perderá la futura. 

Otro que establece recomendaciones para los mercantes es San Agustín de Hipona, tomando como referencia al Salmo 70: ''Hínchase mi boca -dice el soberano rey David- de tus divinas alabanzas'', a quien les dijo:

''Oigan esto los mercaderes, cuya codicia es tan desordenada que, si alguna perdida les sucede o por mar o por tierra, dicen muchas veces palabras aun blasfemas, como alaba a Dios en su boca quien, por despachar o vender su ropa, no sólo miente, sino confirman aun con juramento su mentira; cuya vida es tal que, siendo cristianos, dan ocasión a que blasfemen el nombre del Señor los gentiles e infieles, porque, como escarneciendo de la ley evangélica y su perfección, se dicen los gentiles unos a otros: «Mirad las costumbres de estos católicos»''

Es posible que el mercader se ufane de su profesión y diga que abastece al pueblo, pero Tomás nos propone la siguiente cita:

«Si miento y juro, vicios y pecados son míos, no del arte, que muy bien se podría ejercitar, si yo quisiese, sin mentir ni jurar. Esto me amonesta y persuade no que deje de ser mercader, sino que deje de ser mentiroso y perjuro. Si este oficio me mandas dejar, dime en cuál quieres que me ocupe. ¿Qué oficio hay en la república de que el hombre ruin no puede usar mal? ¿Por ventura no jura o no blasfema el labrador cuando o no parece nube o no parece el sol a sus tiempos?»

Con todo esto ¿qué ánimos deben mover al mercader?

Capítulo IV: Del fin e intención que debe tener el mercader en sus tratos

De acuerdo con Tomás de Mercado, hay dos maneras de comprar y vender.

Compra:
  • Compramos para gastarlo y consumirlo
  • Compramos para luego venderlo

Venta:

  • Vendemos para provisión de la familia
  • Vendemos para luego comprar y vender nuevamente

Para la casa se merca (se compra) trigo, cebada, vino, aceite, tapicería, sedas, lienzos, que serían los productos que sirven para alimentar a la familia. Al que le sobra o al que se le antoja puede mercar lo que sea, pero a este no se le llamará mercante sino más bien político. 

Quien merca alguna ropa con el fin de luego venderla a un precio más caro es propio del mercante. Sin embargo, este mercadeo puede ser bueno y malo si se atiende al fin con el que se hace. Para esto, el mercante tendrá que tener por sobre todo buena intención.

Los reinos grandes tienen la misma necesidad que los más pequeños, es decir, necesidades ilimitadas. Sin embargo, es claro que unos tienen necesidades más urgentes que otros, y es ahí donde los mercaderes suben los intereses por aquellas necesidades pero de manera moderada. 

Muchos mercaderes dicen que en efecto eso es lo que hace, pero Tomás de Mercado no lo cree, pues como dice el Salmo: Mentita est inquitas sibi, es decir, ''La iniquidad se engaña a sí misma''. ¿Qué significa esto? que quien comete el mal se engaña pensando que lo que hace es bueno.

Un consejo para evitar este mal lo da Santo Tomás de Aquino diciendo que se procure ganar tratando de que se de limosna y se remedien necesidades ajenas, conforme a lo que manda San Pablo: que trabajen con sus manos aun los pobres y adquieran qué dar y repartir a otros pobres que no pueden trabajar con la poca salud. Otro que hace recomendaciones es Plutarco quien añade tres elementos:

  1. Los mercaderes deben tener el bien común como primer fundamento de su actividad
  2. Favorecer con su ganancia a los pobres
  3. Sustentar con sus tratos e intereses el gasto de su casa

De aquí que Tomás de Mercado distingue dos necesidades que tiene el mercader, una de alimentarse a sí mismo y a su familia que por lo demás es un elemento natural, pero el otro es enriquecerse en exceso que es un vicio. 

Capítulo V: De algunos documentos útiles y necesarios

A partir de lo dicho anteriormente, Tomás de Mercado da algunas recomendaciones de los mercaderes:

  • Que no tengan una casa o lujos grandes y costosos: esto porque luego se puede creer que se ha hecho gran ganancia con las necesidades ajenas. Se les creerá avaros y vanidosos con tantos lujos
  • Vivir modestamente: porque excusa costa, ahorra dineros y hácese bienquisto y acreditado
  • Hablar poco: en cualquier negocio ajeno se debe hablar poco porque de hablar mucho se llega a la fanfarronería
  • No juren todo el tiempo: de los miles de juramentos, la mayoría será perjurio y no se cumplirá
  • Dar limosna: limpia de las cargas que por ignorancia tenía (más que por malicia)
  • Deben ser aficionados a los buenos libros: servirán de despertador de almas y conocer otra realidad que la de mercader
  • Debe oír la misa: se saca gran fruto que antes no se tenía
  • Debe tener un confesor: esto para que pueda hablar con total libertad de aquellas cosas que le angustian y de aliviar su conciencia. 

Con referencia a este punto, Tomás de Mercado señala que no es fácil elegir a un buen confesor, y si esto es así, es posible que el mercader no diga toda la verdad o no se sienta en confianza. Por lo demás, tampoco es necesario que siga el consejo del confesor. Tomás de Mercado nos dice que tanto los hombres más comunes como los hombres de Estado dicen:

''Mi confesor me dice que lo puedo hacer, no estoy a más obligado''


Pero si el mercader reacciona de esta manera, en realidad haría de la confesión algo inútil y un engaño hacia sí mismo. 

Los teólogos que sean confesores de todas maneras tienen que tener conocimiento letrado, pero por sobre todo práctica. Como dice el estagirita, aprovecha grandemente la experiencia, tanto que el falto de ella, como es un mozo, dice que no es idóneo aun para ser discípulo, cuanto menos maestro. De este modo, el mercader debe buscar alguien idóneo que conozca la actividad que desempeña, y así será aún más fructuosa la confesión. Para los hombres de Estado, el confesor tendrá que ser todo lo contrario, es decir, más versado en letras que en práctica, ya que estos son muchos más conocedores y estudiosos y será necesario que los confesores estén al mismo nivel. 

Capítulo VI: De la autoridad que tiene la república en tasar los precios, y cuál de ellos es justo

El deseo del mercader es mercar barato y vender caro. Por el contrario, para la República es indispensable vender barato porque tiene que promover la utilidad y provecho a los vecinos. Por eso, la República tiene el deber de realizar tres cosas:

  1. Expeler y quitar de la ciudad a los mercaderes y sobre todo a los extranjeros.  Luego, debe poner a tres o trece que sean mercaderes dándoles el causal necesario para que lleven todo lo necesario.
  2. Reservar para sí la tríada, entrada y venta de algunas mercaderías. Sin embargo, esto debe ser ejercido por mercaderes de la propia república, no por particulares que finalmente se dedican a crear estanco(2)
  3. Facultad para establecer y promulgar leyes que se guarden en los contratos y tasar y poner los precios en la ropa, por el cual están obligados todos a vender en conciencia.

Son estas las precauciones que debe tener una república para con los mercaderes, en tanto que será mejor para ella tener a los propios. 

Naturaleza y el precio

Tomás de Mercado nos comienza a hablar de la importancia de la naturaleza. En efecto, en los tratos está el dinero y éste está hecho de un material. Sin embargo, este material natural tiene que lidiar con nuestra estima, con nuestra voluntad, y por eso, la plata va a ser de menos estima que el oro. 

Por lo tanto, de las cosas tenemos una estimación que nos permite valorarlas más. Un ejemplo de esto es el siguiente: un ratón, que es un ser viviente superior a un ser que no lo es, no es preferible a una hanega de trigo (ser no viviente). Esta estimación o valoración no es a partir de una ley escrita, sino que por una ley natural. 

Sin embargo, la naturaleza no es la que pone el verdadero precio de las cosas ¿quién lo da? ciertamente es la república la que establece dicho precio. ¿Por qué es la república? porque ella es la que suple lo que a la naturaleza le falta. También por la potestad civil máxima que tiene la república en ese sentido. En consecuencia, si el mercader puede poner precio a sus productos, mucho mejor lo pondrá la república que es el conjunto de los vecinos. Es aquí donde Tomás de Mercado nos dice que el mercader estará más lejos de la mentira si es que considera el precio de la república. 

Justicia conmutativa en los contratos

La justicia conmutativa consiste en guardar justicia en los contratos no en cuanto a la sustancia sino que en cuanto al valor y al precio. Así, Tomás de Mercado nos da un ejemplo:

  • Un caballo que vale cien ducados: iguales son cuanto a la venta los cien ducados y el caballo, y justicia conmutativa se guarda dando los ciento y tomando el caballo, consintiendo en ello las partes. Pues si en la compra ha de ser igual lo que se vende y lo que por ello se da
La pregunta es ¿quién puede igualar el caballo y los cien ducados? ¿quién tiene la autoridad para hacerlo? de acuerdo con Tomás de Mercado solo lo podría hacer la república. Y esto no solo es establecido por teólogos y filósofos sino que en realidad es así. Vemos que los reyes tasan los productos generales como el vino, el trigo, el pan, la fruta, el pescado, la carne, etc. Las leyes mandan a que sea el gobernador el que pongan los precios y no los mercaderes, porque cada uno es amigo de su interés y el interés común está por sobre el particular.

De este modo, el justo precio se entiende de dos maneras:

  • Impuesto por las leyes (precio legal)
  • Accidental que se refiere a lo que ahora vale la cosa (precio natural)
Si ya está impuesto por las leyes, entonces el mercader no puede venderlo a un peso más de lo que vale. De lo contrario, no solo es injusto sino que también pecador. Sin embargo, en el caso de que el mercante venda a un precio menor y el comprador compre a ese precio, no habrá ningún problema, pues la república sanciona la codicia y no la ventura del comprador al adquirir un precio más bajo. 

Capítulo VII: De las razones y circunstancias que se han de considerar para poner o mudar el un precio y el otro

En primer lugar, los modos de poner un precio se hace de dos maneras:

  • Precio a favor del comprador
  • Precio a favor del vendedor

Las tasas no deben ser perpetuas sino modificables según el tiempo y las circunstancias. Para fijar las tasas de las mercaderías necesarias siempre se tendrá que tener en cuenta el bien común, secundariamente a la ganancia de los mercaderes porque estos también necesitan protección. Así se ha visto en el derecho común de España donde se dice: 

Las tierras y lugares donde usan los mercaderes llevar sus mercaderías son, por ende, más ricas y más abundadas y mejor pobladas y, por ende, mandamos que todos los que vinieren a las ferias sean salvos y seguros sus cuerpos y sus haberes y sus mercaderías. Y en el título de los almojarifazgos en las ordenanzas de Sevilla dice: Mando y tengo por bien que todos los mercaderes que vinieren aquí a Sevilla y a Cádiz sean guardados -como está dicho. Y manda al consejo y alcaldes y alguaciles y almojarifes que los guarden y los amparen y sus pleitos sean librados luego y sus deudas les sean luego pagadas.

Es decir, se reconoce que donde hay mercaderes la tierra es más rica y abundante, por eso Tomás de Mercado nos dice que debe protegerse a los mercaderes. Deben tener en consideración las costas de traer todos sus productos a un país determinado. 

Aumentar o disminuir el precio depende de tres cosas a saber:


  • Si hay ahora muchas más mercaderías o muchas menos que cuando se apreciaron
  • Si hay muchos o pocos compradores
  • Si hay más o menos dineros y suelen vender de contado

En efecto, se ve en las ferias que si hay mucha ropa se vende barato; si hay poca ropa se tiene estima de ella y se vende más caro. Muchos mercaderes se quejaban de que la república les pone muchas leyes y que les tasaba tan corto la ropa que perderían el costo si la guardasen, y por otro lado, hay algunos confesores que los absuelven. 

Sin embargo, Tomás de Mercado nos dice que las imposiciones que da la república a los mercaderes no debe ser tan severa, al contrario, debería ser justa y razonable ya que la república de todas formas necesita atraerlos. 

El rol de los confesores

Cambiando un poco de tema, Tomás de Mercado comienza a hablar del rol de los confesores para con todas las personas. Su importancia radica en ser un inspector de la conciencia y que finalmente, aquel que se confiesa se alivie y tome el camino correcto. Tanto es así que el filósofo los considera ''los padres de la república''. 


Capítulo VIII: Cuál es el justo precio donde no hay tasa, y de los monipodios y ventas ilícitas

Una venta lícita necesariamente requiere de una buena conciencia en el que la vende. Para no quedar con esta mancha de conciencia es preciso que si la mercadería tiene algún defecto, aunque este fuese notorio, se señale oportunamente al comprador. Por ejemplo, si el caballo está tuerto, que se indique con la mano o que se señale de alguna otra forma que lo está. 

Si la falla del producto no es visible, entonces el mercader no puede venderlo sin señalarle dicha falla. Si lo hace a pesar de estas advertencias, entonces el vendedor incurre en pecado y tendrá que indemnizar al comprador. 

Una práctica abominable en España y en otros sitios es el acuerdo entre mercantes en no bajar el precio de sus productos. Esta práctica se llama Monipodio (un solo pie)(1) en la cual muchos vendedores acuerdan el precio de sus mercancías. Las penas para estos hombres van desde la confiscación de todos sus bienes hasta el destierro. Por lo tanto, no solo es injusto que se vendan las cosas a un precio mayor al que valen, sino que también es ilícito. 


Capítulo IX: De las compañías de los mercaderes y de las condiciones que se han de poner para que sean justas

El comercio pone en ruedas la compañía de los mercaderes en todas sus gestiones. Es vital, para tener una buena compraventa de productos, que el mercader tenga acompañantes o socios. En estas compañías(3), unos hombres ponen dinero, otros trabajo y otros la negociación. Algunos ganan por partes iguales y otros ganan en partes desiguales. 

Dentro de estos acompañamientos existen ciertos elementos que se comparten entre los mercaderes.

  1. Que el trabajo o negocio que representa más riesgo de vida no solo es estimado naturalmente, sino que también es estimado en dinero
  2. Que lo principal se exponga a pérdida o ganancia

En este segundo punto existen las compañías que tienen un riesgo de pérdida o ganancia compartido, mientras que existen otras compañías que tienen las pérdidas y ganancias de modo individual(4). Esto está a su solo arbitrio. 

Para los mercaderes, mucho más importante que el dinero es el negocio del mismo. El mismo Justiniano decía: todos sabemos y nadie duda que pueden dos hacer compañía, aunque el uno solo ponga el dinero si el otro lo trata y negocia, porque muchas veces la industria e ingenio de unos aprovecha tanto como la moneda del otro, y a las veces más. Solo el dinero jamás gana y, si solo alguna vez gana, como en la usura, es contra natura su ganancia, ganancia nefanda; mas sola la diligencia gana lícitamente y enriquece muchas veces al hombre.

Cuando la compañía se hace entre personas que no les constriñe a ello necesidad, cualquier condición se pueden sacar y poner, aunque  sean algo injustas, sabiéndolo y entendiéndolo las partes, porque no hay agravio ni fuerza adonde hay voluntad y no necesidad. Como si uno, poniendo la mayor parte y solicitándolo, ganase sólo la mitad, o, si poniendo la mitad, no corriese el riesgo de nada, sino que el otro lo tomase en sí.

Si alguno de los compañeros sacase algún buen pedazo de hacienda de la compañía para casar su hijo o su hija, está obligado a satisfacer a los compañeros lo que se deja probablemente de granjear con ello o los daños e inconvenientes que se incurren por haber disminuido el caudal.

Asegurar el puesto por todo el tiempo de la compañía es lícito, como no sea el otro compañero asegurador. Y, si esto no se puede hacer, aunque él se convide y ofrezca a ello, cuán injusto será sacarle por condición lo asegure si quiere su compañía, gran usura y maldad. 

Aun en caso que el otro se ofreciese no lo debe admitir ni consentir, porque, dado que convidándose a ello por ventura se excusa de pecado, tiene muy mala apariencia y peor sonada. Y pues le ha de costar sus dineros el asegurarse, busque otro con quien no pierda de su honra y escandalice la ciudad en hacerlo, en especial que no le faltará; que, cierto, el asegurar el puesto mi compañero, aunque se haga con toda la llaneza y libertad del mundo, no hay doctor que no lo condene y repruebe, a lo menos por la mala especie y rostro que tiene. 

Tomás de Mercado dice que de asegurar el principal, se entiende por semejante de la ganancia que probablemente se espera, si hubiere algún necio que a ello se salga. Mas le asegurare que no falte asegurador, porque la codicia trae consigo la necedad y ceguedad, y faltar codiciosos en el mundo sería faltar el sol en el cielo, que es imposible.


Capítulo X: De lo que se ha de hacer cuando quiebra o se alza un compañero


Fuera de esto, cada uno se hace deudor de lo que recibe de otro, así por vía de encomienda como de compañía y se obliga a dar razón de ello. 

Fuera de esto, cada uno se hace deudor de lo que recibe de otro, así por vía de encomienda como de compañía y se obliga a dar razón de ello. La razón que ha de darle es volverle su retorno conforme al despacho que hubo la ropa y según la instrucción que le enviare el principal, o, a lo menos, mostrar escrituras públicas de las ditas a quien fió y probar que al tiempo que se la vendió eran saneadas, con quien se podía tratar.

Las pérdidas que tenga alguno de los compañeros de la compañía es exclusiva responsabilidad de él mismo, es decir, la compañía no se puede hacer cargo de él ni tampoco los demás compañeros. Pero ¿qué pasa cuando tienen que reunir y realizar los aportes a la compañía? el compañero que lo perdió no está obligado a pagarlo. Lo que sí está obligado a pagar es lo que recibió directamente de la compañía, pero no aquello que es propio. 

Para Tomás de Mercado, cada compañero tiene su propia hacienda y es responsable por su propia hacienda. Sin embargo, si lo que debe es de una hacienda ajena, entonces se encuentra obligado a pagarla. En este sentido, cuando un compañero cae por deudas personales no se le puede ayudar, y si cae por deudas del trato, que tuvo con otro compañero, se le debe exigir el pago. 

Por otro lado, aunque estos compañeros deudores tengan la mano de sus acreedores encima, estos últimos también pueden perdonarlos por la remisión (modo de extinguir las obligaciones), o también podrían considerar ese dinero debido como una donación. Esta remisión es por exclusiva misericordia de los mismos acreedores para con sus deudores, aunque es libre de perdonar a unos y condenar al pago a otros. 


Capítulo XI: Del vender y comprar de contado

La venta se celebra de tres formas:

  1. De contado
  2. Fiado
  3. Adelantado

La primera forma es la más clara y llana en palabras de Tomás de Mercado. Sin embargo, esta debe estar acompañada de la equidad que consiste en el justo precio para que ninguna parte se vea agraviada. Ese precio lo pone la República y tiene tres modos: mediano, barato y riguroso. Ahora, si un mercante va hacia otro Estado y en ese Estado hay otro precio, entonces se tendrá que ajustar a ese precio. No obstante, si a ambos no les parece bien el precio de ningún Estado, entonces podrán concertarlo autónomamente. 

El mercader debe saber que los tiempos no siempre serán prósperos, así, Santo Tomás de Aquino decía que vive mal el mercader que siempre quiere ganar. 

La rigurosidad de la República

Tomás de Mercado nos cuenta que en tiempos de Roma era sumamente difícil vigilar todas las ocasiones donde se realizaban negocios. No era posible ponerse en todos los casos, pero aún así, se hicieron medidas que trataban de abarcar todos los concursos. La República romana nunca logró estar al tanto de todas estas transacciones. 

Así lo dice también Santo Tomás de Aquino; la ley civil no puede prohibir todas las obras viciosas, cuando la ciudad es enorme porque no se podrá guardar ''entera rectitud''. La ley no castiga a quien compra más barato ni a quien vende más caro sin pasarse de más de la mitad del precio justo(5). Pero esto no significa que el hombre pueda realizarlo, pues si la ley humana no lo reprueba, la ley divina sí lo hace. 

Las leyes civiles, como desean cercenar pleitos, tuvieron por menos mal perdiese el hombre lo que mas del justo valor le llevasen, como no pasase el exceso de la mitad, que no se pleitease siendo el engaño menor; fuera un nunca acabar y un no poderse averiguar, estando en tan poco la diferencia. Mas la ley de Dios, que está plantada en el alma, que sin ningún ejecutor exterior obliga, no permite semejante licencia, ni que se lleve por la mercadería más de lo que vale.

Capítulo XII: Donde se trata cuál es el precio justo en las almonedas(2) y cómo se ha de repartir las rentas en los bienes raíces


La almoneda siempre es pública y tiene sus propias condiciones. Por lo tanto, en la almoneda puede que la cosa se remate a más o menos de lo que valía. Sin embargo, donde puede ocurrir ilicitud es cuando la cosa que se vende está viciosa en su género o en su especie. También, hay ilicitud cuando los príncipes o autoridades seglares se juntan secretamente en algún lugar, ''como compadres'', en palabras de Tomás de Mercado, al margen del conocimiento público que deben tener las almonedas. 

Sin embargo, aunque la almoneda tenga sus propias condiciones, el precio justo siempre será aquel que imponga la justicia y la ley civil. Este precio es aquel que no excede la mitad de lo que valía la cosa. En ese sentido, existen tres maneras de vender:

  1. Venta de la República: este precio es único e indivisible
  2. Venta del pueblo: el que ponen el pueblo y el tiempo (intereses)
  3. Venta según al ley civil: que no exceda de la mitad de lo que valía la cosa
Teniendo esto en cuenta, para Tomás de Mercado, el precio de la cosa en almoneda debe ser según la ley civil. 

Frutos en las propiedades(6)

Un tema difícil de aclarar son los frutos que están en las propiedades, y quedan estos por cobrar o para coger y consumir. ¿Qué se debe hacer con estos frutos cuando se vende la propiedad?Se deben entender al menos dos cosas:

Los primero, si en la venta se hizo mención de los frutos, quién los había de llevar aquel año, en conciencia se ha de estar y seguir su concierto, y serán, como dice la ley, de quien concertaron. Cada una de las partes vea lo que más le conviene; como le quitaren o concedieren la renta, así disminuirá o aumentará en el precio, y habrá en todo igualdad.

SI nada se ha dicho con respecto a los frutos, entonces se atenderá a la naturaleza del negocio que los realiza. 

El segundo aspecto es cuando las partes se ponen de acuerdo en que el inmueble debe producir ciertos frutos. En este caso no habría mayor problema, ya que todo está concertado de antemano. En todo caso, si se vendieron frutos naturales, entonces el día que se vendió y se entregó el inmueble es el día y momento en que el comprador adquirió. 

Capítulo XIII: De mercar y vender al fiado

Tomás de Mercado manifiesta su profundo rechazo a la práctica del fiado. El fiado quiere decir vender algo sin cobrar en el acto, pero que se cobra en el futuro con intereses. Esto promueve la usura y el vendedor se lleva más de lo que podría cobrar en el acto.

Lucro cesante y daño emergente

Para evitar la práctica del negocio y la puja, los vendedores cobran lo que les hubiera resultado negociar e incluso más. A esto se le llama lucro cesante, el cual es una ganancia potencial que habría valido de no tener perjuicios. El daño emergente tendría relación con el daño directo que se causa al patrimonio de una persona, en este caso, se produce un daño al vendedor cuando se le compra a un precio que sería mucho mayor o menor de haber negociado. 

En este sentido, para Tomás de Mercado el lucro cesante del vendedor no está justificado, pues cuando vende al fiado, pensando que dejará de percibir aquello que por medio del negocio directo habría perdido, engaña al comprador pues este acepta el fiado y luego le suben el interés. Si el fiado supera con creces la venta directa, entonces no hay lucro cesante. 

Guardar el dinero o los bienes

Otra de las prácticas que suelen emplear tanto los vendedores como los mercaderes es guardar los bienes o dinero, con el fin de utilizarlos en ciertas ocasiones. Cuando hay demanda de ropas, el vendedor las guarda para que el comprador, viéndose en necesidad, le compre más caro. Lo mismo hará el comprador que guardará su dinero para cuando los precios hayan bajado. 

Tomás de Mercado concluye que en los mercaderes comúnmente no hay título de lucro cesante, vendiendo al fiado, no porque no interesarían por ventura algo, si luego le pagasen, sino porque dejar de ganar no es bastante razón ni justo título para que a costa ajena lo pueda recompensar; sino sólo cuando fuere el otro causa, a lo menos con su ruego y petición, de que yo desista de mi propósito, que era guardar la ropa para adelante, si hay alguna probabilidad moral valdrá más.

Capítulo XIV: Donde con nuevas razones se prueba el mismo intento y se descubre el justo precio al fiado

Hay veces que el precio justo corresponde tanto al fiado como al contado, y dicho precio no debe excederse ya sea de cualquiera de las dos formas para así evitar la injusticia.

Como habíamos dicho anteriormente, es la República la que debe poner el precio a las cosas porque de ella provienen las leyes y por lo tanto, el bien común. Así, los mercaderes se tendrán que ajustar a las tasas que imponga la República.

Sin embargo, la injusticia no solo está presente en ala actividad al fiado sino que también al contado, sobre todo cuando los mercaderes suben el precio de la cosa que venden a niveles muy altos. 

Lo guardado daña más que aquello que se vende 

Tomás de Mercado vuelve a insistir de lo dañino que es guardar la mercancía. Este daño se presenta de dos formas. 

  1. Cuando se guardan las cosas para venderlas en ciertas fechas determinadas
  2. Cuando se guardan las cosas hasta que suban de precio sin saber cuándo subirán

En el primer caso, si la república publica una tasa entonces no debería haber lugar para guardar la ropa, es decir, el justo precio es aquel que pone la república y es absurdo esperar a que baje o suba de precio. Algunos podrán decir, y con razón, que esperarían a que la tasa de la república baje o suba, o incluso se derogue. Sin embargo, para cambiar los precios que impone la república es un pensamiento frívolo e inútil, pues las promulgaciones y derogaciones de la ley tardan en realizarse. 

En cuanto a la segunda, la incertidumbre que trae consigo es razón suficiente para no dejarla guardada y venderla de inmediato, sobre todo si no se sabe cuándo subirá, si pasará mucho el tiempo y ya pasara a ser algo inútil.

Capítulo XV: Donde se tocan y reprueban muchos modos ilícitos de vender al fiado y cuan necesario es pagar día adiado

En el fiado hay la oportunidad de cometer usura tratando de evitar vender al justo precio. Injusticia se tendría si es que el fiado excede el justo precio pues es bien sabido que el fiado mantiene el mismo precio, a pesar de que la república muestre un precio contrario. Es muy frecuente que los mercaderes, además de vender al fiado, cobren intereses altos que perjudican al comprador.  

Sin embargo, el comprador, aunque engañado, está en la obligación de pagar el precio, pues esta obligación es más exigible porque es universal, en cambio, el engaño del vendedor, que engañó y pecó enormemente, es un daño particular.

Por lo tanto, es importante que el comprador a pesar de todo cumpla con sus obligaciones. En todoc aso, si el comprador a aceptado dar un pago sobre cierta cosa, y queda en mora de pagar o ha retrasado el cumplimiento de una obligación (de hacer), entonces se ve obligado a indemnizar. Por eso, siempre es muy importante tomar conciencia de que se debe pagar al día la deuda contraída y no demorarla. 

Capítulo XVI: Del mercar adelantado y vender en España a pagar en Indias

Pago por adelantado

En el pago por adelantado se supone que el precio justo también está presente. El problema que puede ocurrir en el pago por adelantado es que el precio de la cosa suba en el futuro, pero esto no sería oponible al vendedor pues este riesgo se hace a conciencia. Otra confusión puede realizarse cuando se paga el precio, pero se entrega la cosa posteriormente. Para resolver esta confusión se debe estipuar que la venta de la cosa se llevó en tal día y a tal hora con tal precio. Es la disposición que el emperador Carlos V:

Mandamos que quien mercare adelantado pan, lo pague a como valiere en la cabeza del lugar do comprare quince días antes o después de Nuestra Señora de septiembre, no embargante que lo hayan comprado a menos precio. Porque, a la verdad, entonces se comienza a vender lo nuevo y como entonces vale se ha de pagar, aunque lo pague adelantado.

En palabras de Tomás de Mercado, la razón y fundamento de esta regla es que cuando se entrega comienza a ser del otro y servir y aprovechar a su dueño, a estar a su riesgo y ventura, por lo cual es justo le cueste lo que entonces vale. Sin embargo, sucede con esto que nadie compra por adelantado pensando en que en el futuro pagará más, sino que siempre pensando en el ahora. 

Vender a más del doble por riesgo

En todo caso, existe un negocio aún mejor para el vendedor que es vender la ropa al doble de lo que cuesta en las Indias. Es decir, vender más caro en España que en las Indias. ¿Por qué sucede este fenómeno? de acuerdo a Tomás de Mercado es por el riesgo que tiene de estropearse la ropa al navegar desde España hasta Tierra Firme (o México). Esta actividad es ilícita porque el precio justo es aquel precio que tienen las cosas donde se entrega, no donde se concierta o donde se paga. 

Las excusas para este comportamiento es que el peligro y la incertidumbre que da el viaje representaría lucro cesante, y así ellos dejarían de percibir la indemnización que se ocasiona por la carga. Para Tomás de Mercado, el riesgo no puede ser una justificación para vender más allá del precio justo, en sus propias palabras: ''vender a tanto más del justo precio es delito; no lo abona correr riesgo''.

Por lo demás, todos los contratos tienen un riesgo y un peligro. Si la lógica es esta, entonces para prevenir todos esos riesgos y peligros, entonces ningún producto valdría lo que realmente vale porque se tendría que añadir a cada momento los posibles riesgos que implican su venta. Encima, la nave en que viaja la mercancía no es del vendedor por lo tanto, el riesgo no lo corre él. Con mucha menos justificación podrá cobrar el riesgo. 

La venta condicional tampoco es un buen método para comprar cosas, pues la condición provoca mucha incertidumbre. Tomás nos da un ejemplo: Como si vendiese a un mozo un caballo por cien ducados con tal que su padre quisiese, el cual a decir de no, el contrato es inválido. Mas en este caso nuestro la venta es absoluta y la paga futura, sujeta a aquel riesgo, de modo que la pérdida del navío no deshace la venta, sino hace perder la suma.

En consecuencia, el precio de la venta siempre se debe realizar de acuerdo con el precio del lugar donde se entrega. 

Capítulo XVII: Donde se trata así de las pagas tempranas como de mercar ditas y escrituras, y de los que quiebran y se alzan


Otro de los fenómenos controversiales que nota Tomás de Mercado es el prestamos que se realiza de una cosa, pero se da le pago anticipadamente. En otras palabras, para Tomás de Mercado el pago por adelantado de una cosa es ilícito cuando ese pago es menor del precio justo que se había considerado. Por ejemplo, si se vende una cosa a un plazo de un mes y pago en 20 días, si en esos días pago lo que se resta de 10 días menos por no llegar la fecha, entonces se comete un ilícito y no se paga el precio justo. 

Este pago a plazos se llama ''dita'' y era muy recurrente usarlo tanto en las Indias como en España, pero al pagar la dita por adelantado sin dar el dinero convenido, al contrario, mucho menos dinero, entonces entramos en una dita ilícita. 


Existe otra conducta ilícita con respecto a aquellos que se declaran en quiebra. Muchos de ellos lo hacen cuando ven que ya no pueden pagar sus deudas y manifestando la quiebra, alegan que ya no se les puede seguir cobrando. 


Capítulo XVIII: De los tratos de Indias y tratantes en ellos

La práctica del fiado se está haciendo muy recurrente tanto en España como en las Indias. La verdad es que la costumbre del fiado se deriva de allá y paulatinamente, en las Indias, se dejó de comprar al contado que es el negocio más apropiado. También está la gran riqueza de venta del Perú, en la cual se hace imposible pagar todo al contado, por eso se vende al fiado los productos de cada ciudad.

Además del fiado, otra práctica es la del cobro por cargazón sea al fiado o al contado. Lo primero, que si las cargazones se ponen a sesenta y cinco por ciento y a tres cuatros, que es por entonces el precio justo, si le piden a uno de ellos que fíe su ropa a cuatro sietes, subirá su cargazón por la dilación del tiempo a ochenta, y aun dársela y a más, si a más largos plazos se la piden.


Capítulo XIX: De mercar la plata en plancha y los tomines


El precio que sí puede variar en un mercado es el de la plata en plancha. Para Tomás de Mercado, no es ilícito que la planta se denve a menos o a más de lo que dice la ley. Esto porque su valor si bien varía, el monto variable es sumamente poco con respecto a otros materiales, además de que los jueces nunca han castigado que se venda su precio por menos o por más. Por lo demás, en esos años, en España, esta variación ocurre cada 6 años. Este modo también se utiliza en los tomines que son aquellas monedas que se usaban en algunas partes de América. La plata y el oro es valor y precio de toda la República. 



Capítulo XX: De cuán perjudicial e ilícito es siempre el atravesar

Para Tomás de Mercado, un fenómenos muy particular ocurre en la venta de cosas ya sea en las Indias o en España. Este fenómeno se da cuando un vendedor reúne muchos productos y los vende a los más diversos precios, consiguiendo altas ganancias ya que es el único que tiene la venta de dichos productos(7)

Es así que dentro de esta misma explicación, el filósofo relata la historia de Tales de Mileto, quien con la ayuda de sus cálculos astronómicos pudo acertar de que habría una gran demanda de aceitunas. Compró todas las semillas de aceitunas y en efecto, logró armar un pequeño monopolio. De Dionisio se habló de igual manera como dice Aristóteles, con la diferencia de que Dionisio hizo monopolio con el hierro. Estas prácticas son condenadas por el mismo Tomás de Mercado quien dice:

''hombre que ganaba con daño y pérdida de muchos''


Esto se une a la práctica también de guardar que ya habíamos comentado anteriormente, es decir, guardar para que todo se encarezca y luego sacar aquellas cosas guardadas, venderlas a un precio mucho mayor del que debieran. 


Capítulo XXI: Del trato de los negros en Cabo Verde

Para Tomás de Mercado el mercar esclavos es un negocio lícito y de jure gentium (derecho de gentes). Para este negocio se encuentran variados títulos:

  • La guerra

Cuando dos bandos se enfrentan y uno toma los esclavos o ciudadanos del otro para servir de cuenta propia. Sin embargo, siempre hay algunos esclavos que se resisten a ser dominados y es ahí cuando surgen conflictos. En ese ámbito, Tomás de Mercado señala la situación grave de Italia donde en cada Estado hay un aborigen que no quiere ser dominado, por esto es que el país está tan dividido. 

  • Ilícitos

En algunas naciones es posible que quien cometa un delito de determinada característica pierda su libertad, y por lo tanto se convierta en esclavo. 

  • Facultad de vender hijos

Como los hijos están sujetos a la patria potestad de los padres, entonces los hijos pueden ser vendidos a otros padres u hombres que necesiten mano de obra. 


Esto supuesto, sea conclusión general que todos los que vienen por uno de estos tres títulos se pueden vender y mercar y llevar a cualesquier partes, porque cualquiera de ellos es bastante para privar al hombre de su libertad, si es verdadero. Mas es el mal que a estos tres lícitos y suficientes se mezclan infinitos fingidos o injustos, que vienen engañados, violentados, forzados y hurtados.

Sin embargo, la venta de esclavos o la posesión de uno no debe llevarse a cabo cruelmente. Existen varios hechos en donde los esclavos son tratados con mucha barbarie, e incluso les despojan de sus cosas pensando que así se ahorrarán dinero. Hay padres que sacan a sus hijos de las casas, no por un hecho particular que lo afecte económicamente, sino que por meros enojos o molestias, este título no sería válido. 

Por eso Tomás de Mercado enfatiza lo importante que es seguir los justos títulos para no tener problemas con la venta de esclavos.

No obstante, Tomás de Mercado nos dice que es rara avis in terra (muy poco frecuente) que un hombre tenga gran prosperidad por medio de la esclavitud; o prosperan poco o no prosperan. Pero aún así, hay muchos territorios que lo consideran valioso y entre ellos está el caso de Cabo Verde. 

Capítulo XXII: De las baratas

La definición de barata que emplea aquí Tomás de Mercado no difiera de las que podamos comprender hoy. Una barata es un lugar o una tienda donde se venden productos a muy bajo precio. Claro, el vendedor tiene cierto objeto en desuso o precario del cual se necesita deshacer, y por otro lado tenemos un comprador que necesita ahorrar dinero en ciertos productos.


Es posible que debido a las baratas los compradores o extranjeros de otras tierras pierdan interés inmediatamente en aquel lugar. Los productos son a bajo precio, pero de poca o nula calidad. Por lo tanto, parece ser que Tomás no tiene en buena estima este tipo de tratos. Sin embargo, bien las acepta si estas se hacen al público, pues es en esos momentos donde florece la buena conciencia tanto del vendedor como del comprador. De hecho, el mismo nos dice que existe una barata llamada infernal, y el filósofo las describe de la siguiente forma:


''El que está en necesidad dice al corredor «Yo he menester mil ducados a pagar de aquí a un año o más; buscádmelos». El corredor busca quien de ropa fiada por aquel tiempo y, por otra parte, quien la tome y compre de contado, con pérdida de tanto por ciento, y provéase de los mil ducados con aquella partida''


Este contrato, de acuerdo con el filósofo, es lícito pero en esencia es injusto y usurario. 


  • Injusto: por los excesivos precios que se pactan
  • Usurario: porque el exceso es en razón del tiempo en que se fía


Aún más peligrosa es la figura del corredor en quien se tiene confianza, pues es sabido que estos pactan el precio también con el comprador y que luego al vendedor se le da otra información. En efecto, muchas veces los corredores hacen su corretaje como si fuesen los vendedores principales, obteniendo ganancias mucho más altas que el propio principal. 


Capítulo XXIII: Del pasaje de Europa a las Indias Orientales y Occidentales

Para Tomás de Mercado, la llegada de flotas y navíos a Europa y a las Indias se ha dado con un flujo impresionante. Jamás en la historia se había dado un fenómeno de esta naturaleza por solamente la ambición de obtener riquezas.


De estos tratos y negocios surgen ciertos peligros que la experiencia ha sabido sortear. Los hombres se han vuelto expertos en las cosas relativas al mar y consciente de los peligros cobran aún más por la eventualidad de estos. Es por eso cierta la frase de Hesíodo:

''Es mejor la mitad que el todo''

¿Qué quiere decir esta frase? que cuando la ambición nos lleva a todo, puede ser que algunas veces por ese mismo afán de tenerlo todo, perdamos todo. Entonces, entre arriesgarlo todo y tener la mitad de ese todo, siempre será mejor tener la mitad que el todo. 

Conclusión

Sin duda que todo lo dicho aquí por Tomás de Mercado es una critica a la situación económica y financiera de las Indias con respecto a España. Es primera vez que vemos un acercamiento tan estrecho entre la filosofía y la economía, podríamos decir que estos son los comienzos de una economía moral aunque sus precedentes ya nos vienen incluso de la antigua Grecia. La figura del mercader es realmente interesante porque muchas veces se inclina más por lo económico que por lo moral, y ahí está el error según el filósofo.