sábado, 30 de agosto de 2014

Platón - La República (Libro II: La naturaleza de la justicia y la ciudad).

El segundo libro de la República continúa el tema de la justicia, la naturaleza de ésta y algunas consideraciones sobre la ciudad. Esta vez la conversación es tomada con Glaucón y Adimanto quien es hermano de Glaucón y a la vez se une a la conversación para soportar ciertos fundamentos en cuanto a la justicia. 

Definiciones:

(1) Fogosidad: Entendida en este contexto como apasionamiento o fortaleza.


Referencias:


(1) El concepto de autosuficiencia en un estado se elaborará con más detalle por Aristóteles en ''La política''. El hombre es un animal político.


(2) Aristóteles difiere totalmente de la visión platónica de la poesía, ya que Aristóteles agrega un ''valor estético'' a cada arte independientemente de si sea verdad o no. En cambio Platón considera la poesía, una burda imitación de la realidad que nunca logrará imitarla perfectamente. 



Libro II

Capítulo I
Sócrates-Glaucón

No contento con la discusión que se había terminado con Trasímaco, Glaucón quiere seguir explorando el término de justicia para tenerlo absolutamente claro. Glaucón comienza a dar las preguntas y Sócrates responde:
  • ¿Crees que existe una clase de bienes a los que aspiramos no por los efectos que se producen, sino que por sí mismos? Sí.
Lo que quiere decir Glaucón, es que hay bienes que producen un efecto de goce al experimentarlos; por ejemplo, la alegría.
  • En segundo lugar ¿Crees que existen bienes que gozamos por lo que son en sí mismos y por sus resultados? Sí.
Glaucón se refiere al buen discernimiento, a la vista o a la salud.
  • Existen una tercera clase de bienes que son penosos, pero necesario de hacerlo. Solo queremos estos bienes por sus resultados.
Glaucón se refiere a la gimnasia, los cuidados del médico y el ejercicio de la medicina. Glaucón le pregunta a Sócrates en cual de estos bienes se encuentra la justicia. Sócrates responde que en la segunda clase de bienes; los que aspiramos por lo que son en sí mismos y también por sus beneficios.

Sin embargo, Glaucón dice que esa no es precisamente la opinión del vulgo; en cambio, dice que el vulgo considera a la justicia en la tercera clase de bienes es decir, esos bienes que son penosos pero que nos reportan beneficios. Además, dice que debido a la dificultad de lograr la justicia, el vulgo no prefiere este tipo de bienes.

Capítulo II
Sócrates-Glaucón

Sócrates sabe muy bien que ésta es la opinión del vulgo y además es la opinión de Trasímaco; no obstante, no quiere dejarse convencer por tales argumentos.

Glaucón manifiesta que no se vio convencido tras la discusión con Trasímaco y decide llevar a cabo el tema de la naturaleza de la justicia. Estas son las intenciones de Glaucón.
  1. Volver a soportar el argumento de Trasímaco en cuanto a la injusticia.
  2. Los que practican la justicia lo hacen en contra de su voluntad (como algo necesario y no como un bien).
  3. La vida del hombre injusto es mejor que la del justo.
Glaucón expresa que quisiera creer en la justicia, pero no puede verse convencido con tales argumentos. Sócrates acepta de buen agrado el tema y plantean resolver todas las dudas. Glaucón comienza a redactar sus primeras premisas.
  • Incurrir en injusticias se considera un bien y sufrirla un mal.
  • La injusticia se encuentra en el medio del mayor bien que es la injusticia, y el mayor mal que consiste en sufrir la injusticia.

Cometer injusticias sin ser castigado
La justicia
Sufrir la injusticia y no poder resarcirse












































El mayor bien
El justo medio
El mayor mal

De este modo, la justicia no sería apreciada como un bien, sino más bien la incapacidad del hombre para hacer actos injustos.


Capítulo III
Exposición de Glaucón

Glaucón comienza a relatar la leyenda de Giges:
''Dicen que era un pastor que estaba al servicio del entonces rey de Lidia. Sobrevino una vez un gran temporal y terremoto; abrióse la tierra y apareció una grieta en el mismo lugar en que él apacentaba. Asombrado ante el espectáculo descendió por la hendidura y vio allí, entre otras muchas maravillas que la fábula relata, un caballo de bronce, hueco, con portañuelas, por una de las cuales se agachó a mirar y vio que dentro había un cadáver, de talla al parecer más que humana, que no llevaba sobre sí más que una sortija de oro en la mano; quitósela el pastor y salióse. Cuando, según costumbre, se reunieron los pastores con el fin de informar al rey, como todos los meses, acerca de los ganados, acudió también él con su sortija en el dedo. Estando, pues, sentado entre los demás, dio la casualidad de que volviera la sortija, dejando el engaste de cara a la palma de la mano; e inmediatamente cesaron de verle quienes le rodeaban y con gran sorpresa suya, comenzaron a hablar de él como de una persona ausente. Tocó nuevamente el anillo, volvió hacia fuera el engaste y una vez vuelto tornó a ser visible. Al darse cuenta de ello, repitió el intento para comprobar si efectivamente tenía la joya aquel poder, y otra vez ocurrió lo mismo: al volver hacia dentro el engaste, desaparecía su dueño, y cuando lo volvía hacia fuera, le veían de nuevo''. 
Tras este relato, Glaucón dice que si existieran dos anillos, y cada uno se pusiera el anillo, ninguno de los dos podría perseverar en la justicia y caería en la misma ambición que en el relato. Según Glaucón, nadie podría resistir la tentación de la injusticia ni siquiera el hombre más justo, así, la justicia no podría ser una virtud personal debido a que si se presenta una oportunidad de cometer injusticia, el hombre la aprovechará.

Capítulo IV
Glaucón


Glaucón propone examinar las diferencias del hombre justo y del injusto. Para esto, se establece que cada uno de estos hombres representa su característica perfectamente, es decir, el injusto es perfectamente injusto mientras que el hombre justo es perfectamente justo.

El hombre injusto:
  • Debe cometer las más perfectas injusticias pasando inadvertido y parecer justo cuando no lo es en verdad. Que pueda persuadir a todo mundo con sus palabras y que tenga la más intachable reputación de bondad puesto que puede simularla de modo perfecto. Recordemos que estamos hablando de la más perfecta injusticia.
El hombre justo:
  • A este hombre debemos quitarle todo lo que vimos en el hombre injusto y solo dejarle con la justicia. Tampoco con la bondad y demás cosas para no pensar que es justo solo por interés. Solo tener la justicia y que además, sin haber cometido la menor falta, se le trate como el peor de los criminales y así hasta el final de sus tiempos.
Capítulo V
Glaucón



De esta manera, el hombre injusto sería mucho más beneficiado que el justo quien tendrá que sufrir toda su vida. Glaucón asegura que solamente el hombre debe parecer ser justo y no serlo porque si es así, se verá en vuelto en una vida muy desdichada.

Capítulo VI
Sócrates-Adimanto



Apenas terminó Glaucón todo su argumento, Sócrates se dispone a contestar pero inesperadamente Adimanto, quien es hermano de Glaucón, interviene para formar parte de la conversación. 

Adimanto toma parte de la conversación y en este caso defiende a Sócrates. El argumento está basado en la religión griega de aquellos tiempos. Adimanto dice que a los hombres injustos una vez muertos, van a parar al Hades mientras que los que practican la justicia y la bondad tendrán la recompensa divina y además tendrán una gran descendencia a partir de los hijos de sus hijos.

Capítulo VII
Adimanto



Adimanto añade además que lo que está en favor de la justicia, es mucho más difícil y penosa de practicar mientras que la injusticia, que refiere a la licencia y la injusticia, es mucho más agradable y fácil de practicar y son vergonzosas solamente por que la opinión pública lo establece así.


Por otra parte, Adimanto sigue añadiendo el argumento de los dioses:
Gran maldad puede ser obtenida fácilmente, dado que llano resulta el camino y habita bien cerca del hombre, pero en cambio, los dioses han puesto el sudor por delante de la virtud y una ruta larga, difícil y escarpada.


Capítulo VIII
Adimanto


Se argumenta que la apariencia del hombre injusto vence incluso la realidad en la que todos lo ven, puesto que todos creen que el hombre injusto puede ser bondadoso si simula ese tipo de apariencia. Es verdad en todo caso, que a la furia de los dioses se puede clamar a través de los sacrificios, en realidad si los dioses existieran, poco interés tendrían de preocuparse de las cosas humanas y de su existencia solo nos la dan los relatos de Homero y Hesíodo. Nada sabemos hasta que hayamos muerto.

Capítulo XIX
Adimanto



Adimanto continua tratando de convencer a Sócrates de que la justicia es menos provechosa que la injusticia y que ésta es buena en casi todos los aspectos. No hay mucho que agregar a este capítulo, ya que todo ha sido expuesto con claridad en los capítulos precedentes.

Capítulo X
Sócrates-Glaucón-Adimanto



Sócrates queda impresionado por los argumentos de Glaucón y Adimanto y les da las gracias por tales defensas; sin embargo, admite que será un poco difícil defender a la justicia, ya que Adimanto y Glaucón se empeñan en afirmar el argumento de Trasímaco. De todas formas, Sócrates prefiere la justicia y no se rendirá en defenderla.

Para hacerlo, Sócrates quiere ampliar el concepto de justicia a la ciudad, es decir, defender el concepto de la justicia que fue abollada por Adimanto y Glaucón, a través de la descripción de la ciudad.

Adimanto y Glaucón acceden al planteamiento de Sócrates de analizar la ciudad en cuanto a justicia e injusticia.

Capítulo XI
Sócrates-Adimanto



La ciudad nace de la necesidad de establecer relaciones humanas y de la incapacidad de ser autosuficiente (1). Además, el cambio que surge en una ciudad, también es en beneficio de los hombres.

Los elementos más importantes para la ciudad en orden de prioridad son:
  1. La provisión de alimentos.
  2. La habitación.
  3. Los vestidos y cosas similares.
Sócrates le dice a Adimanto y a Glaucón que todos estos recursos tendrán que ser distribuidos por hombres con ciertas profesiones. Así, cada hombre está ocupado en una de estas profesiones.
  • Cada hombre cumple una función específica en la ciudad, ya que todos los hombres tienen diferencias innatas.
Adimanto y Glaucón aceptan ésta premisa acordada por Sócrates. Luego Sócrates pregunta y Adimanto y Glaucón contestan:
  • ¿Trabajaría mejor una persona dedicándose a varios trabajos o solamente a uno? A uno solo.
Por supuesto, de esta manera las cosas producidas serán de mucho mayor calidad al dedicarse cada hombre a componerla.
  • Ahora, si un labriego quisiera calidad al construir un arado, necesitaría de algunos hombres más. 
De este modo, la ciudad crece y se establecen asociaciones entre los hombres para emprender un proyecto. Así, se forma la ciudad.
  • Si hubiera algo que faltara en la ciudad, se tendría que recurrir a los pueblos vecinos e intercambiar objetos.
  • Será necesario no solamente hacer bienes que convengan a los ciudadanos, sino también hacer bienes para ocupar estos en el intercambio con otras ciudades.
Capítulo XII
Sócrates-Adimanto



En éste capitulo comienza el análisis de la ciudad en cuanto a sus integrantes, es decir, la labor de cada uno de ellos, pero antes, Sócrates hace preguntas para introducir el tema. Adimanto es quien responde.
  • ¿Como intercambiaran entre sí las cosas que cada uno produzca? Por medio de la compra y la venta.
  • Entonces se tendrá que crear un mercado (ágora) y una moneda que sea un símbolo que permita los intercambios.
Adimanto responde afirmativamente a Sócrates por el momento.
  • Existe otro tipo de comerciante quien se caracteriza por su vigor y fuerza, y es quien intercambia su fuerza de trabajo por dinero. Estos son los asalariados.
Sócrates comenta que los hombres que vivan en esta ciudad tendrán que hacer actividades para tener un sueldo y luego para utilizarlo. Estos ciudadanos no harán más que trabajar y descansar dándose banquetes y todo tipo de alimentos para seguir viviendo.




Capítulo XIII
Sócrates-Glaucón



Glaucón le reprocha a Sócrates que los ciudadanos no solo necesitan de alimentos para esta mejor, sino que también necesita un lugar en donde comerlos. Sócrates con mucha amabilidad dice a Glaucón que el mobiliario también esta entre las necesidades de una ciudad. Sin embargo, existen también otras necesidades y es por esto que Sócrates plantea la idea que una enfermedad ataque la ciudad. 

En cuanto la ciudad se ensanche más, se necesitarán nuevas profesiones para ocupar dicho territorio. Aparte de los que ya habíamos tenido, necesitaremos obligatoriamente médicos, empresarios, músicos, poetas, preceptores o nodrizas.


Capítulo XIV
Sócrates-Glaucón



Debido a que en el país aparezcan más ciudadanos, la capacidad de este para la población será insuficiente. Sócrates pregunta y Glaucón responde:
  • Si no tenemos ese espacio ¿Deberemos tratar de obtener el del enemigo y el hará lo mismo en la misma situación? Sí.
  • ¿Tendremos que librar una guerra entonces con ellos? Necesariamente Sócrates.
Sócrates dice a Glaucón que la ciudad necesitará de un espacio para formar tal ejercito e ir al combate por ese territorio necesitado.
  • El hecho de ganar una guerra ¿Estaría relacionado con el arte? Desde luego.
  • ¿Merece más atención el oficio de zapatero que el de militar? No.
Se advierte que no debe ser posible que un zapatero desempeñe múltiples cargos, sino solamente los que el puede desempeñar según su profesión. Es por esto que se necesitan ejércitos y que estos solo hagan lo que es concerniente a ellos. 



Capítulo XV
Sócrates-Glaucón


Estos ejércitos constan de guardianes y estos guardianes deben estar absolutamente dedicados al oficio de la guerra y no en otro.
  • ¿Pero, no habrá de tener este guardián un modo de ser para ésta ocupación? Sí.
Los atributos apropiados del guardián serían:

  1. Sentidos agudos.
  2. Velocidad.
  3. Vigor a la hora de pelear.
  4. Fogosidad (1) en el alma.
No obstante, Sócrates dice que esto representaría un problema. Si los guardianes reunieran estas características, se pelarían entre ellos y además con los ciudadanos. Entonces, los guardianes deben ser también amables con el amigo pero fieros con el enemigo.

Sócrates se ve envuelto en un problema, pero al poco pensarlo da un ejemplo sobre los perros. Los perros se muestran hostiles contra el enemigo y amables con la familia y el amo; por lo tanto, lo que se persigue puede ser posible en los hombres también.



Capítulo XVI
Sócrates-Glaucón-Adimanto



Sócrates considera que el guardián ademas de ser fogoso, debe ser un filósofo por naturaleza. Glaucón se muestra confundido ante tal afirmación y Sócrates le dice:
  • ¿No es verdad que los perros al ver al enemigo se muestran fieros incluso sin haber sufrido daño alguno de éste? Sí.
Es aquí donde se ve el verdadero sentido natural y filosófico que tienen los perros.
  • Los perros no solo distinguen a un enemigo o un amigo por ser conocidos o no. Se muestran como verdaderos amigos de la filosofía, ya que pueden delimitar lo ajeno y lo familiar por sus sentidos.
Es decir, el guardián debe reconocer quien es el enemigo y quien es el amigo, para eso, tiene que ser un filósofo. Entonces, además de todos los atributos anteriormente mencionados, se les debe adjudicar el de filósofos.



Capítulo XVII
Sócrates-Glaucón-Adimanto



Inmediatamente Sócrates comienza a realizar las preguntas sobre la educación de los guardianes.


  • ¿Sera buena forma empezar por la gimnasia y la música? Sí.
  • ¿Empezaremos a educarlos por la música o por la gimnasia? Por la música.
  • ¿Deben incluirse las fábulas en al música? Sí
  • ¿Debemos empezar por las verdaderas o por las falsas? Si son niños por las falsas.
Las fabulas y relatos falsos en la Antigua Grecia, han constituido la base del conocimiento y la base de la cultura griega. Autores como Homero y Hesíodo han sido los exponentes más fuertes; sin embargo, Sócrates no tiene una buena opinión de relatos como ''la Ilíada'' o ''Teogonía'' llamándoles de falsas narraciones (2).

Sócrates advierte a Adimanto que sería peligroso enseñar este tipo de cuentos a la juventud, ya que sería terrible que los jóvenes se enteraran que incluso hasta los dioses tienen disensiones y conspiran entre si para lograr sus fines. Las fábulas deben llevar al joven hacia la virtud.



Capítulo XVIII
Sócrates-Adimanto


Adimanto acepta todo esto de buena forma, pero se pregunta cuales serían las fábulas adecuadas de las que habla Sócrates. Y Sócrates le contesta, que serían adecuadas ellas donde muestren a los dioses tal cuales son: Como divinidades; es decir, sin maldad ni vicio.

Capítulo XIX
Sócrates-Adimanto



Quedan de acuerdo Sócrates y Adimanto en censurar estas leyendas y mitos poéticos que alientan a ver a los dioses con vicios y defectos siendo que son divinidades. En esta ciudad no se deben promover esta clase de mitos; nadie debe escucharlos por ningún motivo.

Por otro lado, tampoco se debe mostrar a la divinidad como alguien que cambia constantemente y se confunde con los seres humanos. El alma siempre es la misma y nunca cambia, es por esto que es divina, todo lo que no cambie de su forma prístina, será un alma divina y buena.

Capítulo XX
Sócrates-Adimanto

Los diálogos se centran en la metamorfosis que sufren los dioses al tratar de ayudar a los humanos. Sócrates pregunta y Adimanto contesta:
  • ¿Se deberán estas transformaciones divinas a su propia voluntad? Sí.
  • ¿Se transformarían para embellecerse o empeorar? Para empeorar, ya que la divinidad es perfecta y el humano no lo es.
  • ¿Y el hombre en su condición querrá empeorar en alguna ocasión? Imposible.
  • Entonces, imposible es que la divinidad quiera empeorar también. No necesitan empeorar para ayudar a los humanos debido a que ellos ya son perfectos.
Con ésta conclusión, Sócrates pide a Adimanto no dejarse engañar por estos poetas que dicen que las divinidades se transforman en humanos; por ejemplo, la diosa Hera cuando se transforma en Sacerdotisa para ayudar a unos indigentes.

Podríamos pensar que los dioses nos engañan y en realidad se transforman tan solo pro engañarnos, pero el engaño es aliado de la mentira y los dioses y los hombres aborrecen la mentira.



Capítulo XXI
Sócrates-Adimanto


Una vez convenido que las mentiras son aborrecidas por el hombre y por los dioses, se comienza a examinar la mentira.
  • La mentira puede llegar a ser útil para engañar al enemigo sobre alguna estrategia que tomara su contrincante.
  • ¿Necesitará la divinidad recurrir a la mentira para engañar a sus enemigos? En absoluto.

Conclusión

Aunque no ha quedado resuelta la duda de la justicia que planteó Glaucón y Adimanto en el principio, sí se analizaron temas muy interesantes como la construcción de una ciudad y la cualidad de ciertos habitantes. Por lo demás, se desarrolló algo tan interesante como la poesía y como en ella se expresa la mentira; en realidad, esta aseveración suele ser un poco fuerte en nuestros tiempos en donde la música y el arte de la literatura son un deleite para todo el mundo hoy en día. Queda pendiente el tema de la justicia con Glaucón y Adimanto, veamos si en el próximo libro queda resuelto.

jueves, 28 de agosto de 2014

Platón - La República (Libro I: La justicia).

Filósofo de quien se tiene registros antes de Cristo y uno de los precursores del idealismo junto con su maestro Sócrates de quien no se tiene ningún escrito. A través de los múltiples diálogos sostenidos por su maestro, Platón toma registro de ellos y los da a conocer en toda Grecia. Este escrito puede ser uno de los más largos ''La República'' el cual trata sobre todo lo concerniente a la república, sus gobernantes, sus ciudadanos, sus guardianes, su educación y cómo debiera ser idealmente. Sin duda, un libro que ha influenciado a muchos filósofos e incluso, hoy en día, es material de lectura en muchos colegios del país.


Definiciones:


(1) Pireo: Ciudad al sudoeste de Grecia cuyo territorio es parte del Peloponeso.

(2) Simónides de Ceos: Poeta griego nacido en el año 556 a. C. y murió el año 468 a. C. 


Libro Primero


Capítulo I:
Sócrates-Glaucón


Platón describe la vida de su maestro Sócrates quien bajaba al Pireo(1) para entregar sus plegarias a los Dioses y ver cómo se festejaban las fiestas en ese lugar. Junto con él, se encontraba su amigo Glaucón. Una vez que terminaron las fiestas, Sócrates y Glaucón se dirigen a la ciudad, pero un esclavo de Polemarco los detuvo para que se quedasen.



Capítulo II: 
Sócrates-Céfalo 

Cuando llegaron a al casa de Polemarco se encontraban:

  • Lisias y Eutidemo: Hermanos de Polemarco.
  • Carmantides: El peanio.
  • Clitofonte: Hijo de Aristónimo.
  • Trasímaco: El calcedonio (personaje clave a lo largo de éste libro).
  • Céfalo: Padre de Polemarco.
Sócrates es saludado por el padre de Polemarco, Céfalo, y ambos comienzan a sostener una conversación. Céfalo habla a Sócrates sobre lo difícil que ha sido para el asistir a las fiestas debido a su avanzada edad. Sin embargo, pide a Sócrates quedarse, ya que cuando los placeres del cuerpo lo van abandonando, más se acrecienta el motivo de una animada conversación.

Sócrates accede con gusto a tener una conversación con el viejo Céfalo, diciendo que siempre es bueno hablar con alguien que tenga experiencia. También pregunta a Céfalo si esta edad en la que se encuentra, es algo desdichado y que opinión tiene al respecto.

Capítulo III: 
Céfalo-Sócrates 


Céfalo comienza a dar su parecer diciendo que cuando él se reúne con ancianos, la mayoría de ellos dicen quejarse de los problemas que trae la vejez y acuden a la añoranza de aquellos años cuando fueron jóvenes. Pero Céfalo dice no compartir esta opinión con ellos. 

Céfalo se distingue de todos ellos al citar a Sófocles quien dice que está alegre de no ser joven, ya que así se libera de toda la tensión de los deseos; se libera y se siente una gran calma a esa edad, algo que también es beneficioso.

Capítulo IV: 
Sócrates-Céfalo 


Céfalo, que continua hablando, añade que en realidad ninguno de los ancianos estaría de acuerdo con él e incluso dirían que el puede decir esta clase de argumentos debido a que posee muchas riquezas y se puede valer de ellas para decir tales cosas. Céfalo responde a Sócrates que, en efecto, es así, pero que cada uno tiene sus propios embates, sobre todo en la pobreza. Todos sufrimos problemas de maneras distintas y la riqueza no siempre puede solucionarlos.

Sócrates pregunta a Céfalo si su riqueza la ha obtenido de herencias, o si la obtuvo por sus propios méritos. Céfalo dice que la riqueza la ha adquirido por parte de su padre y su abuelo; es decir, la ha heredado. Sócrates dice a Céfalo que pareciera ser que todo aquel que hereda las riquezas o cosas materiales, presenta una indiferencia hacia estas mismas cosas. Mucho más que una persona que ha adquirido sus bienes por sus propios méritos quienes añaden un tipo de amor al dinero y a la creación de éste. Sócrates termina diciendo que estos hombres son una mala compañía porque no hablan más que del dinero, igual que un enamorado no habla más que del amor.

Capítulo V:
Sócrates-Céfalo-Polemarco


Para terminar con la riqueza, Sócrates pregunta a Céfalo cuales son las ventajas de la riqueza. Céfalo responde que el hecho de tener riquezas, quiere decir que nada se le debe a los hombres. Y esta actitud se toma debido a la creencia griega de quien ha obrado mal y tiene deuda con los hombre en vida, debe pagar su mal obra en el Hades que es donde van a parar todas las almas.

Luego se le pregunta a Céfalo sobre la justicia. Sócrates pone el siguiente ejemplo:

  • Si una persona en su sano juicio nos confiara sus armas y luego que pierde el juicio quiere que se las devolvamos. ¿Las deberíamos regresar? Si no lo hacemos, incurrimos en injusticia, y si se las devolvemos, podríamos correr peligro. ¿Qué hacer?
A continuación, es Polemarco quien hereda la conversación, ya que Sócrates se dirigía a realizar sus sacrificios.

Capítulo VI:
Sócrates-Polemarco


A Simónides(2) se le adjudica la siguiente frase: ''Justo es retornar a cada uno lo que se le debe''. Frente al mismo dilema anterior, Polemarco dice que es justo devolver las armas al hombre que no está en su sano juicio porque es nuestro amigo quien nos confía sus armas.  Pero si este fuera un enemigo, a este solo se debería dar un mal. 


Capítulo VII:
Sócrates-Polemarco


Por lo tanto, el argumento de Simónides presenta un concepto un tanto ambiguo de justicia, ya que antes de dar, hay que inspeccionar bien lo que se quiere dar a la persona; en este caso, si es amigo o enemigo. 

Pero Sócrates plantea una serie de interrogantes las cuales son contestadas por Polemarco:

  • ¿Que da el arte de la medicina y a quienes? Remedios, alimentos y bebidas al cuerpo.
  • ¿Y el arte culinario? Sazona y condimenta los banquetes.
  • ¿Y la justicia? Beneficio a los amigos y daño a los enemigos.
Luego quienes pueden hacer tales actos:
  • ¿Y en caso de enfermedad quien da el bien a los amigos y el mal a los enemigos? El medico. 
  • ¿Y a los marinos en cuanto al mar? El piloto de la nave.
  • ¿Y el hombre justo? En caso de los enemigos la guerra y en el caso de los amigos la alianza.
Sin embargo, Sócrates advierte a Polemarco:
  • Pero el médico no reporta ningún beneficio al hombre sano.
  • El piloto no puede reportar ningún beneficio al hombre que no está en el mar.
  • Y así, la justicia no reporta ningún bien en tiempos de paz.
Pero Polemarco no comparte ésta última premisa de Sócrates. Luego Sócrates pregunta ¿Tu piensas
que se debe necesitar justicia en periodos de paz y de guerra? Polemarco responde afirmativamente y Sócrates formula más preguntas.
  • Así como la justicia es útil en tiempos de guerra y paz ¿es útil la agricultura para la adquisición de semillas? Si.
  • ¿Y el zapatero para la adquisición del calzado? Sí.
  • Entonces ¿Para qué será útil la justicia en tiempos de paz? Para celebrar los contratos.
A consecuencia de esta respuesta, Sócrates formula preguntas referente al hombre justo y su utilidad.

  • ¿Quién ha de ser más eficaz en un juego de fichas? ¿Un hombre justo? ¿o un experto en el juego? El segundo.
  • ¿Y para construir una casa? ¿sera mejor un hombre justo o un albañil? El segundo.
  • Entonces ¿en donde es útil el hombre justo? En asuntos relacionados con el dinero.
Sócrates llega a un acuerdo con Polemarco con respecto a que el hombre justo solo podría servir para conservar el dinero. No para el uso del dinero, ya que un experto en asuntos como caballos o zapatos, podría guiar mejor a una persona a la hora de utilizar el dinero en la compra de un objeto. Por lo tanto, la justicia resulta útil cuando no se usa e inútil cuando se usa.

Capítulo VIII:
Sócrates-Polemarco


Así, la justicia no nos sería de mayor relevancia debido a su vinculación con lo inútil. Sin embargo Sócrates postula nuevas preguntas y Polemarco es quien responde:

  • Quién sea diestro en dar golpes ¿lo es también para defenderse? Sí.
  • Quien previene una enfermedad ¿también la puede inocular? Sí.
  • Quién es guardián ¿puede también robar los planes y estrategias del enemigo? Sí.
Sócrates nos dice que así, si el hombre justo es quien puede ser diestro conservando el dinero, también puede ser diestro robandolo. De este modo, el hombre justo se presenta como un ladrón.

Esto, naturalmente, confunde a Polemarco quien reconoce estarlo, pero sigue insistiendo que la justicia consiste en hacer bien a los amigos y mala a los enemigos. Sócrates sigue con las preguntas y Polemarco responde:
  • Cuando tu dices amigos y enemigos ¿te refieres a los que parecen y son en verdad buenos y malos amigos? Es lo más natural.
Sócrates advierte que muchas personas se hacen pasar por amigos cuando en realidad son enemigos. 
  • Para las personas que confunden a sus amigos con enemigos ¿favorecen a sus enemigos y hacen mal a sus amigos? Sí. 
  • Entonces ¿Para ellos es justo favorecer a los enemigos y dañar a los amigos? Eso parece.
Pero Sócrates dice que los buenos son incapaces de faltar a la justicia. Si esto se acepta, estaríamos diciendo que debiéramos castigar a quien no ha incurrido en alguna injusticia porque siguen pensando que estos enemigos, son en realidad amigos.

Al no poder resolver esto, Polemarco pide cambiar los conceptos y decir que quien es amigo, es quien parece y además lo es. Y el que parece serlo, pero en verdad no lo es, es solo amigo en apariencia. Lo mismo debe ser considerado con los enemigos.

Capítulo IX:
Sócrates-Polemarco



Se comienza el capítulo con las preguntas de Sócrates y las respuestas de Polemarco:
  • ¿Es bueno que el hombre justo haga mal a quien quiera que sea? Sí.
  • Cuando se golpea a un caballo ¿éste mejora o empeora? Empeora.
  • ¿Los hombres malos se vuelven mejores cuando se les daña? No, eso no es correcto.
Sócrates concluye aquí que el hombre injusto se volverá más injusto si se le daña.
  • Los músicos por su arte ¿pueden volverse insensibles a la música? No.
  • Los Jinetes ¿pueden volverse torpes para la equitación? No.
  • Los hombres justos ¿pueden volver injusto a alguien por medio de la justicia? No.
Así, es obra del justo no cometer daño ni injusticia a nadie, ya que esto le corresponde a su contrario, el hombre injusto. Entonces, el dicho de Simónides quedaría eclipsado debido a que la justicia no puede consistir en dañar a alguien.

Simónides: Es justo retornar a cada uno lo que se le debe (Sea daño en el caso del enemigo o beneficio en el caso del amigo).

Sócrates  : La justicia solo puede dar justicia.





Capítulo X:
Sócrates-Trasímaco

Al terminar la discusión sobre la justicia, Trasímaco, quien estaba escuchando atentamente la conversación, se dispuso a entrar en la discusión aprovechando la pausa que Sócrates y Polemarco habían tomado. Trasímaco discute con Sócrates sobre el término de justicia y se comienza a desarrollar una nueva perspectiva de la justicia.

Capítulo XI:
Sócrates-Trasímaco



Trasímaco que pareciera estar con mucho enfado por el modo que Sócrates pregunta y refuta ciertos argumentos, lo desafía a sostener una conversación sobre la justicia. Quien gane obtendrá dinero del otro. Sócrates al confesar que no dispone de dinero, inmediatamente los que estaban con él se ofrecieron para pagarle en caso de que pudiera perder en la discusión.

Capítulo XII:
Sócrates-Trasímaco


Se comienza con la primera premisa impuesta por Trasímaco: ''Lo justo es lo que conviene al más fuerte''. El argumento de Trasímaco para decir esto, es que cada ciudad se rige por un sistema de gobierno. Unos por la tiranía, otros por la democracia y otros por la aristocracia, y que cada uno ejerce el poder según el elemento que sobre salga más. Por eso, cada gobernante ejerce su poder sobre los gobernados de manera justa, ya que así se establece en cada gobierno.

Sócrates acepta esto no sin un cierto rasgo de reticencia. De todas formas, Sócrates propone analizarlo más en profundidad.

Capítulo XIII:
Sócrates-Trasímaco



Sócrates comienza a realizar sus preguntas y Trasímaco las contesta:


  • ¿Consiste lo justo en obedecer a los gobernantes? Sí.
  • ¿Son los gobernantes infalibles o bien pueden cometer errores? Pueden cometerlos.
  • ¿Los gobernantes promulgan las leyes correctamente o bien pueden hacerlo incorrectamente? Pueden hacerlo incorrectamente.
  • ¿Establecer bien las leyes corresponde a sus propios intereses y establecerlas mal está en contra de sus intereses? Cierto.
  • ¿Y lo que haya quedado establecido tendrá que ser acatado por los gobernados? Si. 
Por lo tanto, Sócrates advierte que Trasímaco afirma que el gobernante hace lo que es de su interés y también lo que no es de su interés. A causa de esto, Trasímaco se ve envuelto en una contradicción puesto que él mismo había dicho que era justo que los gobernados obedecieran a los gobernantes, pero si el gobernante promulga mal las leyes, los gobernados harían lo que no es beneficioso para él gobernante, es decir, para el más fuerte.



Capítulo XIV:
Sócrates-Trasímaco



Comienza la defensa de Trasímaco en contra del argumento de Sócrates. 
  • Yo no puedo llamar fuerte o gobernante a quien se engaña a sí mismo en el momento de promulgar leyes. 
Sócrates dice que así lo había establecido Trasímaco, puesto que el gobernante es el más fuerte. pero de todas maneras, Trasímaco trata de refutar:
  • No se puede llamar médico a la persona que se equivoca en relación con los enfermos.
  • No se puede llamar matemático al hombre que se equivoca a la hora de hacer ejercicios.
  • No se puede llamar gramático a quien se equivoca en sus ejercicios.
  • No se puede llamar gobernante a quien se engaña a si mismo promulgando leyes.
Quien no se equivoca en su arte, puede ser llamado de tal título, pero quien no, no.



Capítulo XV:
Refutación del argumento de Trasímaco


Sócrates pide amablemente a Trasímaco que establezca la distinción entre el título de una persona; en este caso, el gobernante y el más fuerte. Sócrates ahora intentará refutar a Trasímaco:
  • ¿Se ocupa el médico de la adquisición de riquezas o del cuidado de los enfermos? De curar a los enfermos.
  • ¿El marinero gobierna a los demás marineros o él mismo es marinero? Gobierna a los marineros.
En el caso de los marineros, el piloto de la nave es llamado así porque gobierna a los marineros. No por el hecho de navegar, sino por su arte y el control que tiene sobre ellos.
  • ¿Poseen cada uno de ellos algo de interés y propia conveniencia? En efecto.
  • ¿No es el arte algo que es de su propio interés y conveniencia? También.
  • ¿Existe en el arte otra conveniencia? 
Trasímaco contesta a la ultima pregunta un poco confuso y Sócrates explica a Trasímaco que hay artes que se hacen para propio interés y conveniencia; por ejemplo:
  • Al cuerpo no le basta ser cuerpo, sino que necesita de algo más, algo más como la medicina debido a que el cuerpo es imperfecto y no le basta ser lo que es.
  • La medicina busca lo conveniente para el cuerpo y no lo conveniente para sí mismo.
  • Es decir, ningún arte es conveniente para sí mismo, sino que es conveniente para sus objetos a mejorar.


Con esto, Sócrates quiere decir que el arte no está de lado del más fuerte, ni tampoco actúa en conveniencia con él, sino que actúa en conveniencia con el más débil, a quien se aplica el arte.



Así, el argumento de Trasímaco queda refutado, ya que si se sigue este razonamiento, el arte de gobernar no sirve si se aplica a sí mismo ni al más fuerte, sino que se aplica a los gobernados y por lo tanto, el gobernante no puede actuar en conveniencia propia.




 Capítulo XVI:
Sócrates-Trasímaco


Trasímaco presenta la defensa de su argumento diciendo que Sócrates es un ingenuo al pensar que el gobernante no piensa en sí mismo, si no en sus gobernados. 

  • La mayor parte de las veces el gobernado se lleva las obligaciones que el más fuerte le ordena.
  • Además, Trasímaco argumenta que el pastor no trata bien a sus ovejas en beneficio de ellas porque luego el pastor necesita esas ovejas para alimentarse. En este caso, los pastores si usan el arte de pastorear para sí mismos.
  • La injusticia beneficia al injusto porque puede extraer grandes riquezas de tales injusticias mientras ejerza el poder, pero el justo siempre será desdichado. La tiranía quita el poder de una sola vez y solo el más fuerte es beneficiado.
  • Lo justo es lo que interesa al más fuerte y lo injusto es lo que beneficia y conviene a uno mismo.

 Capítulo XVI:
Sócrates-Trasímaco



Al emplear dichos argumentos, Trasímaco quería retirarse de la discusión, pero los demás en la casa de Céfalo no se lo permitieron y le pidieron una explicación a dichas palabras. Sócrates sigue sosteniendo que la justicia no pertenece al interés del más fuerte y continua argumentando.

 Capítulo XVIII:
Sócrates-Trasímaco


Para que los gobernados puedan hacer las funciones del gobierno, necesita un salario que lo incentive a hacerlo. Así, el gobernado obtendría un beneficio del ejercicio hecho en el gobierno, el salario.
  • Hay que distinguir entre dos conceptos: la ganancia y el arte. 
Sócrates trata de delimitar el concepto de arte reduciéndolo como tal, es decir, sin el concepto de ganancia que el pastor podría obtener. Es por esto que el pastor solo se dedica al arte de pastorear.
  • El arte del pastor es pastorear. 
  • El arte de obtener el salario es obtenerlo.
Y cada uno tiene su ganancia, pero es preciso diferenciar.
  • Los gobernados esperan una recompensa del ejercicio hecho en el gobierno el cual sería el salario.
Esto puede hacernos pensar incluso en la biblia. En el libro ''Números'' el pueblo de Israel que caminaba sobre el desierto, estaba cansado e insatisfecho por la comida que estaban recibiendo. Uno de ellos exclamaba que a pesar de haber sido esclavos en Egipto, por lo menos obtenían carne y pescado en sus jornadas de esclavitud.

En este caso, el rey de Egipto bien podía ejercer el mando y esclavizar, pero si no alimentaba a sus esclavos, ellos podrían morir. La carne o el pescado sería el ''salario'' o ''beneficio'' que el gobernado recibe ya sea por una tiranía u otra clase de gobierno.



 Capítulo XIX:
Sócrates-Glaucón



Los gobernantes según Sócrates, no se muestran ansiosos ni deseosos por honores, al contrario, estos hombres prefieren ser asistidos por otros hombres, es decir, ser gobernados más que gobernantes. Sin embargo, una pena mayor sería ser gobernado por los más mediocres, pero aún así existe un castigo para quienes se contienen en ejercer cargos elevados (el de gobernante por ejemplo) porque solo tiene que servir a sus gobernados.

Sócrates se propone examinar una nueva interrogante que había planteado Trasímaco.
  • La vida del injusto es preferible a la del justo.
Sócrates pregunta a Glaucón que piensa de esta aseveración y se designan jueces de modo que los que debatan no se transformen a la vez en jueces y oradores.



 Capítulo XX:
Sócrates-Trasímaco


La conversación comienza con la siguiente premisa postulada por Trasímaco:


  • La injusticia perfecta es más ventajosa que la justicia perfecta.
  • La injusticia es vicio y la justicia perfecta es virtud.
La injusticia reporta beneficios al hombre mucho más que la justicia, ya sean estos hombres gobernantes, ladrones o salteadores de caminos y más aún si logran pasar inadvertidos. Naturalmente, Sócrates se sorprende ante tales aseveraciones y intenta decirle que la justicia es la que reporta verdaderas ventajas. Sócrates comienza a preguntar y Trasímaco responde:
  • ¿Puede el hombre justo sacar ventaja del hombre injusto? No, debido a su ingenuidad.
  • ¿Podría sacar ventaja de una acción justa? Tampoco por el mismo motivo.
  • ¿Le parecería bien obtener una ventaja del hombre injusto? Sí, pero no sería capaz de lograrlo debido a su ingenuidad.
  • ¿Y el hombre injusto? ¿querrá obtener ventaja del hombre justo y de la acción justa? Por supuesto.

 Capítulo XXI:
Trasímaco-Sócrates


Para hacer un sumario de lo anteriormente dicho, Sócrates dice:
  • El hombre justo no sacará ventaja del hombre justo, sino de quien no lo es.
  • El hombre injusto sacará ventaja tanto del hombre justo como del injusto.
Trasímaco afirma positivamente las premisas declaradas por Sócrates. Luego Sócrates comienza con el mismo modelo de diálogos.
  • El hombre injusto se parece al sabio y el justo no lo parece.
Ésta es la idea fundamental de Trasímaco, pero Sócrates continua y Trasímaco responde:
  • ¿Hay alguien a quien tu llamas músico y a unos que no? Sí.
  • ¿Quien tiene sentido musical, el músico u otra persona? El músico.
  • ¿Llamas bueno a quien es inteligente en ese aspecto (es decir, el músico con respecto a al música) y a quien no lo es le dirías malo? Sí.
Ahora se empieza a establecer la acción.
  • ¿Crees que el músico al tensar la lira quiere sacar ventaja de otro músico? No.
  • ¿Y de quien no es músico? Sí.
  • ¿Crees que el médico al alimentar y dar de beber al paciente saca ventaja de otro médico? No.
  • ¿Y de quien no es médico? Sí.
Sócrates se propone hablar de los hombres quienes son ignorantes y sabios.
  • ¿El hombre que es entendido en palabras querrá obtener ventaja de otro hombre entendido? No.
  • ¿El hombre ignorante querrá sacar ventajas del hombre entendido e ignorante? Sí.
  • ¿Es sabio el hombre con conocimientos? Sí.
  • ¿Y ser sabio es bueno? Sí.
Y entonces Sócrates concluye:
  • Así como el hombre con conocimientos (o bueno) no quiere aventajar a su semejante (otro hombre bueno), el hombre ignorante (o malo) no solo sacará ventaja de su semejante, sino que también de su opuesto.
  • Entonces el hombre justo se parece al hombre sabio mientras que el hombre injusto se parece al ignorante.
Como había dicho Sócrates desde un principio, el hombre justo solo saca ventaja del hombre injusto. Y el hombre injusto de los dos. El hombre justo es bueno y el hombre injusto es malo.


Capítulo XXII:
Trasímaco-Sócrates



Trasímaco admite esta conclusión no sin antes decir algo a su favor. Sócrates insta a Trasímaco a que siga estableciendo su parecer y su opinión. Ahora se comienza a analizar lo poderoso de la injusticia.

Sócrates dice que la justicia es mucho más poderosa que la injusticia debido a que la justicia posee saber y la injusticia ignorancia, sin embargo, Sócrates quiere explicarlo de una manera más concreta que la anteriormente establecida.
  • ¿Existe alguna ciudad injusta que esclavice injustamente a otras ciudades? Sí, y si alcanza la perfección en tal injusticia, será la mejor de todas las ciudades.
  • ¿Y la ciudad que ejerza este poder injusto sobre otra, recurrirá a la justicia para retenerla o no? Si es como tu dices, lo hará. Pero si es como he dicho yo, lo hará por medio de la injusticia.


Capítulo XXIII:
Sócrates-Trasímaco


La conversación se especifica aún más, en este caso, se reduce a los actos injustos que puede cometer los hombres injustos.


  • ¿Puede ésta ciudad injusta que promueve a su vez injusticia gobernar a través de la injusticia? No.
  • Si se abstienen de gobernar con injusticia ¿gobernaran mejor? Sí.
Los que gobiernan deben gobernar con justicia debido a que la justicia trae la amista y la concordia, si ellos gobernaran con la injusticia, podrían ocurrir disensiones entre ellos y posteriormente, la separación. Del modo injusto, no podrían gobernar.

De este modo, ya sea entre hombres libres y esclavos, la injusticia no podría reunir a los hombres por un bien común; por lo tanto, por este medio nadie podría llevar a cabo sus empresas.

La injusticia: Trae disensión y no deja que los hombres actúen por un bien común.
La justicia: Trae la concordia y la unión entre los hombres para emprender un bien común.

Ahora se introducirá el tema de las funciones propias de las cosas.
  • ¿Puedes ver sirviéndote de otra cosa que no sean tus ojos? No.
  • ¿Puedes escuchar con algo distinto del oído? No.



Capítulo XXIV:
Sócrates-Trasímaco



Sócrates comienza a dar atributos a las funciones de las cosas.
  • Así como cada órgano tiene su función ¿También tienen una excelencia? Sí.
  • En el caso de los ojos ¿Podrían cumplir adecuadamente su función si en lugar de virtud los ojos tuvieran vicio? No.


  • Entonces ¿Los ojos cumplirán bien su labor si están sujetos a la virtud? Sí.
Queda bien establecido que es por medio de la virtud que las funciones de las cosas pueden funcionar.
  • ¿Existe una función propia del alma? Sí, el dirigir, gobernar y deliberar.
  • ¿Y vivir? ¿Es una función propia del alma? Sí.
  • ¿Existe una virtud propia del alma? Sí.
  • ¿El alma cumplirá bien sus funciones cuando está privada de la virtud? No.
Y Aquí se establece otra premisa:
  • El alma que este gobernada por el vicio, gobernará mal.
  • El alma que este gobernada por la virtud, gobernará bien.
Por lo tanto:
  • El hombre justo vivirá bien y será dichoso.
  • El hombre injusto vivirá mal y será desdichado.
Por esta razón conviene ser más dichoso que desdichado y así, la justicia es más conveniente que la injusticia.

Conclusión

A pesar de ser un libro muy antiguo, rescata los elementos esenciales de la justicia y la injusticia, quizás, estos podrían ser los más remotos escritos que hablen sobre justicia en una manera filosófica. Trasímaco finalmente acepta el planteamiento de Sócrates quien de una manera muy inteligente, logra convencer a este aferrado defensor de la injusticia; sin embargo, el debate no termina aquí. Más adelante se volverá al tema de la justicia desde otra perspectiva; hasta el momento, quedémonos con que la justicia es lo bueno y es lo que conviene.