jueves, 7 de septiembre de 2023

Avempace - Sobre el fin del hombre

 


Siguiendo con los temas relativos a la Carta del Adiós, Tratado sobre el intelecto agente y el Tratado sobre la unión del intelecto con el hombre, Avempace continuará hablando sobre el hombre y su relación con el intelecto agente, esta vez hablando sobre el fin del hombre. Si bien podemos intuir con facilidad cuál es el fin del hombre, si hemos leído los textos anteriores, es necesario ver el método que nos describe. Veamos el fin del hombre en Avempace.


SOBRE EL FIN DEL HOMBRE


El movimiento y lo infinito

Avempace empieza primer explicando algunas cosas sobre el movimiento para después analizar el fin del hombre. Nos dice que existen cosas que están en lugares y tiempos, como pueden ser los cuerpos y los inteligibles respectivamente. 

En primer lugar, el filósofo nos habla sobre el movimiento. Son continuos todos los movimientos y los que son continuos en relación al tiempo, por ejemplo, los generables y corruptibles. 

Todo lo que es continuo tiene partes; ahora bien, lo que es continuo o es generable o no lo es. Lo que no es generable, o bien se hallan sus partes todas a la vez, como es solamente el caso de los cuerpos celestes, o sus partes no se dan simultáneamente y a la vez. Para comprobar esto, Avempace nos ofrece un ejemplo silogístico:


  • Tengamos una línea de A a B, que tiene un número ilimitado de partes (A, Y, D, H, B. D)
  • Cuando se da Y, es que necesariamente ha habido ya A
  • Cuando ha habido D, forzosamente ha habido Y y así del resto de las partes

De esto se colige que el infinito puede darse de forma continua, pero progresiva. No puede darse un infinito en acto, tal como pensaba Aristóteles, pues eso implicaría existir dos cosas simultáneamente infinitas.

Aquello cuyas partes no existen simultáneamente, y es infinito, es lo que es continuo, siendo ese ser uno numéricamente, puesto que sus partes no son separables de los límites que las especifican en la existencia. Y respecto a aquello cuyas partes existen simultáneamente, es de varias clases, a saber: de lo discontinuo y de lo numerado. La primera es la cantidad continua y la segunda la cantidad discontinua. Y cada una de sus partes es llamada individuo. Es evidente que las primeras partes en existir de los seres materiales son las que tienen sus partes juntas; y luego el continuo.

Lo discontinuo es el peor de los seres en cuanto a existencia, tiene varias especies, siendo la más baja en cuanto a existencia la menos separable, y la más noble la del animal que se reproduce, en el cual no hay debilidad.

Es evidente que aquello cuyas partes existen una tras otra, es similar en este sistema a lo eterno y que la multiplicación hace las veces de la perpetuidad.

Sobre el fin del hombre

Las potencias activas y las pasivas son la causa de la existencia y es por ellas por lo que algo existe. Veamos las potencias activas humanas, pues las pasivas pueden ser materiales o animales y el hombre es demasiado excelso como para que se le relacione con ellas. La facultad de aprender es una potencia pasiva, pero bajo otro aspecto. Avempace dice que no es el propósito de este discurso resumir todas ellas, sino solamente aquello que conviene comprender.

La potencia activa es como el arte de la gramática, por la cual se hace la gramática. Se persigue una perfección que luego se detiene. La repetición de su acto, únicamente se lleva a cabo con el alma apetitiva y con la opinión. Ahora bien, lo que es por causa del alma apetitiva, es como lo que hace el agente que únicamente desea hacer. Es evidente que el alma apetitiva desea algo perpetuo o algo en cuanto que es perpetuo. A este deseo se le llama actividad y la privación de este deseo es pereza, apatía y otras cosas parecidas.

Con este deseo se lleva a cabo el acto que produce la perpetuidad a partir de las potencias. Este deseo es puramente animal no siendo en absoluto privativo del hombre. Por eso, todo el que hace un acto cualquiera de esta manera, realiza un acto animal. Es evidente que el hombre, cuando actúa de esta forma, únicamente actúa no en cuanto que es hombre sino en cuanto que es animal dotado de imaginación humana. Y es claro que de la eternidad únicamente consigue esta cantidad, a saber, sólo la cantidad de perpetuidad que se ha concedido a las facultades animales.

El que actúa por opinión únicamente lo hace en cuanto hombre, y es ahí cuando cae en el circulo de la perpetuidad, sin llegar a ningún fin. Habrá, por tanto, un fin que se busca por sí mismo y que, cuando se consigue, es suficiente. 

Estos fines difieren según sean las naturalezas de los individuos humanos. En efecto, entre la gente, hay quien se prepara sólo para la zapatería, y quien se dispone para otras cosas.

En efecto, el fin humano es uno solo, el cual es el principal, estando cada uno de los otros fines, sean cuales sean, subordinados a éste. El hombre señor por naturaleza es el que se prepara para este fin. Y quien no se prepara para este fin, está por naturaleza gobernado. Por eso hay gentes que están por naturaleza gobernadas y las hay quien tienen el señorío por naturaleza. Unos dominan a los demás y otros son dominados por otros. Este fin es alcanzar la ciencia especulativa, de este modo el hombre se alcanza a sí mismo. 

Cuando se da un acto dirigido hacia este fin, surge de la opinión y de algo eterno. De este modo, se da también la eternidad en el sujeto que actúa así en la medida en que se aproxima a ella. Bajo este aspecto, aquel acto es eterno por su esencia, porque aquello en que se basa es eterno, ya sea próxima o remotamente. El alma impulsiva, puesto que está privada de esta especie de perpetuidad, ansia lo que se le asemeja y repite el acto. 

La opinión y el alma apetitiva desean ambas la perpetuidad, sólo que la opinión la desea por sí misma y el apetito desea lo que se le parece. La opinión no es recta por sí misma pero se hace perfecta o se da cuenta de este fin que es perpetuo, pues el ser ansia la perpetuidad.

El alma apetitiva se sirve de la naturaleza. Por eso le alcanza el aburrimiento y el tedio cuando no le favorece la naturaleza, pues la naturaleza no es simple, razón por la cual no permanece en un solo y mismo estado. Por causa de la naturaleza, el animal necesita de reposo, y por causa del alma apetitiva se queja el hombre de que el reposo perdure. Estas dos formas son corruptibles y no son eternas. Por eso el alma apetitiva no es consciente de la perpetuidad sino de lo que se le parece.

La opinión recta por su esencia, no por accidente, desea lo perpetuo por sí mismo. Pero la opinión a veces no es recta en sí misma, y sin embargo lo es, por accidente, para quien la profesa. Por ejemplo, las opiniones de los astutos y de los embusteros.

En efecto: la opinión de éstos es recta de acuerdo con los propósitos que se fijan, pero no lo es por sí misma, porque el fin perseguido con ella es falso e inicuo. Estas opiniones a veces son rectas relativamente pero no de forma absoluta. Tal es el caso de la coloquíntida pues ella es útil para los flemáticos, no siendo útil de forma absoluta. En cambio, el pan y la carne son útiles de forma absoluta y según la naturaleza. Del mismo, modo, a veces, la opinión recta de forma relativa puede ser recta de modo absoluto, siendo entonces enteramente buena. Puede ser también la opinión relativamente recta sin que lo sea de modo absoluto, siendo entonces buena bajo un aspecto y mala bajo otro. El hombre, naturalmente, sólo conoce la opinión relativamente recta, pero no conoce la rectitud absoluta, salvo los sabios después de haberse dedicado a la perfección del hombre.

A este punto, Avempace hace un comentario a su interlocutor:

''¿Acaso, oh hermano piadoso, cuando reflexionas sobre lo que te he dicho antes y lo relacionas con el resto de las cosas que sabes, y reflexionas todas las cosas, no te es evidente que el ser se predica de manera equívoca, no unívocamente, con respecto a los dos estados del hombre?''

Las opiniones relativamente rectas están en esta especie de actos y pueden ser rectas, a veces, de modo absoluto. Y en esta especie entra el aprender y el descubrir. Éstas, puede que no sean rectas ni absolutamente ni relativamente, sino que se trata o bien de un juego y distracción, o de una fatiga y futilidad. A veces pueden constituir también una alegría.

La más elevada de las categorías de modo de vida bien conocido es aquélla cuyo poseedor es capaz de ejecutar aquello a lo que le conduce el alma apetitiva; a saber, cuando el alma apetitiva busca la forma estimativa antes de que ejecute su sentencia de cólera contra cualquier individuo que le salga al encuentro, y que logre cualquier individuo que desee, bien sea en tanto individuo por sí mismo, siendo entonces movido por la forma imaginativa, bien sea en tanto que individuo de la especie, siendo en tal caso movido por la forma intermedia. Lo que se parece a esto no es difícil valorar. Pues la excelsitud y perfección en estos tales consiste en el dominio del alma apetitiva y en su liberación de sus ataduras. 

Por eso, aquél a quien alcanza este nivel muere como los reyes antiguos, los cuales dominaron la mayor parte del mundo habitado, partiendo de sus primitivas situaciones, y no sacaron ningún provecho de sus acciones ni de sus vidas ni de sus amplios poderes victoriosos y gran fortuna. Por eso muere la mayor parte de ellos en estado de angustia por aquello a lo que llegan y con tristeza por la pérdida de lo que han tenido. Les sobreviene el trabajo y la fatiga al afanarse el alma apetitiva con el cansancio de los instrumentos naturales. El recuerdo de aquellas ilusiones pasadas queda en sus almas y su idea les hace llorar lamentándose de ello.

El hombre que se ocupa de la opinión recta de modo absoluto, tan sólo desea su alma apetitiva o bien la forma intermedia en cuanto que está conectada con la cosa eterna, o deseando la cosa eterna por sí misma.

Ahora bien, una cosa es querer una cosa por la repetición en el sentido de querer realizar una obra por otra cosa que el bien. A esto se le llama una repetición ordinaria y que puede ser infinita. Pero otra cosa es realizar aquellas conductas dirigidas hacia lo eterno. En efecto, cuando el carpintero repite el golpe con el hacha, no se trata de una repetición sino de una parte del trabajo.

Así, participa en algunas de sus acciones del hombre que actúa por el alma bestial, en la manera en que participa el hombre piadoso con el hipócrita. En efecto, ambos se alzan, se humillan y recitan las oraciones. Sin embargo, la acción del piadoso es oración y la del hipócrita no es oración, en absoluto, sino algo parecido. Por eso se llama a la acción de ambos oración de manera equívoca.

Cuando el hombre  alcanza la perfección de sus actos, finalmente se libra de la naturaleza y del sufrimiento del alma. 

Finalmente, Avempace se propone hablar de la perpetuidad, pero la obra termina abruptamente. 

Conclusión

Por las obras que hemos visto anteriormente, podemos verificar que se reiteran las ideas con respecto a los ideales del hombre. Sin duda que no existe nada que pueda hacer cambiar de opinión a Avempace con respecto al intelecto, el hombre debe dirigirse hacia él. Debe observar aquello que es superior a él, siguiendo la eternidad y los actos que se derivan de ella.

domingo, 3 de septiembre de 2023

Avempace - Tratado de la unión del intelecto con el hombre

 


Escrito durante los últimos tres años de su vida, esta obra va dirigida al mismo amigo del cual hablaba en la Carta de Adiós: Abu-I-Hasam 'Ali ibn 'Abd al-'Aziz ibn al-Imam. De alguna forma, por esta obra, a Avempace se le ha llamado un racionalista irreligioso, pero no es así. Avempace cree en el don gratuito de Dios, además de la unión intelectual del hombre con el Intelecto Agente, pero en ningún caso podemos llamarlo ''irreligioso''. Sin embargo, la explicación del Intelecto Agente por parte de Avempace nos queda como un misterio. 

Referencias:

(1) De ahí que al-Kindi crea que no exista tal cosa como el aprender

Tratado de la unión del intelecto con el hombre

De las formas en que se dice uno

Avempace comienza diciendo que explicará lo que es este tipo de conocimiento al que no todos tienen acceso. En primer lugar parte su discurso citando a Aristóteles:

''El ser se dice de muchas maneras''

Si bien en el texto de la metafísica se señala ''el ser'', Avempace nos dice ''el uno se dice de muchas maneras''. El uno puede ser predicado universalmente, en especie, en lo esencial, en lo accidental, en fin, en todo aquello que pueda predicarse. De ahí que podamos decir que el caballo es único en especie y todos los del reino vegetal son uno según el género.

También se dice uno según el número. Por ejemplo, el continuo es uno mientras sea continuo, pero si se divide se transforma en muchos. 

Por otro lado, también se dice uno a una unión de cosas que están encaminadas a un fin común, como se dice del navío que es numéricamente uno. En la misma línea, también se habla así de lo reunido que está dispuesto para un fin determinado, por ejemplo, el tratado de historia universal de Tabari. 

Así, también son uno los inteligibles que abarcan otros inteligibles. 

Por último, tenemos el uno que es una mezcla de elementos como lo es el jarabe de ojimiel, que está compuesto de miel y vinagre. 

El inteligible que es uno

Cuando se definen los inteligibles, estos se vuelven múltiples. Sin embrago, la definición puede llegar a un punto tal que ya nada más se pueda definir. Por ejemplo, el uno corporal puede llegar hasta la definición de blancura en un individuo, de ahí no se podría definir más. 

Lo mismo ocurre con el ser humano, primero es niño, luego adulto, anciano y muere. Sin embargo, no hay duda que en todas esas etapas fue siempre numéricamente uno y esto no es perceptible por medio de los sentidos, se hace por medio de otra facultad. Si el hombre fuese mutilado y solo le quedaran los órganos y partes vitales del cuerpo, seguiría siendo uno, si se le reemplazarán todos esos elementos, aún seguiría siendo uno. 

El calor natural

Mientras se mantenga el primer motor del hombre, este nunca podrá dejar de ser uno. Al mismo tiempo, el primer motor del hombre mueve por medio de dos cosas: cuerpo y espíritu. Los órganos de cuerpo son artificiales y naturales.

Los instrumentos naturales que tienen límites se llaman miembros, como son las manos, los pies, el pulmón, etc. Los miembros como la bilis no tienen nombres, sino que al conjunto de estos se les llama cuerpo. Los naturales preceden a los artificiales y entre los naturales unos preceden a otros y otros son posteriores; por ejemplo, los nervios que preceden a los músculos. Sin embrago, el que es anterior a todos los demás es el calor. 

El calor natural está en todos los seres que tienen sangre, pero también en aquellos que no la tienen como las conchas y otros parecidos. Al calor se le llama espíritu natural por ser el primer motor. 

El hombre como un ser distinto

El hombre es parecido a las plantas, pues cuando está en el vientre materno es como cuando la planta se encuentra aún bajo tierra. Luego sale del vientre y comienza a desarrollarse tal como un animal, primero por los sentidos y luego desarrollando el intelecto. Ahí está la diferencia con la planta. 

Cuando el hombre está en el vientre materno es un animal en potencia, cuando sale es un animal pero no un hombre como tal pues el niño es irracional. Luego de esa etapa, el hombre adquiere los universales y comienza a ser adulto, a partir de aquí se desarrolla la potencia reflexiva. Hay que considerar a los universales como inteligibles dentro de la imaginación. 

Ahora bien, el intelecto en acto (o intelecto agente) es el primer motor del hombre de forma absoluta. La potencia racional del hombre es su receptora. 

Sin embargo, esto sugiere que quizás, todos los hombres son numéricamente uno. ¿Es esto posible? 

Critica a la metempsícosis

Ya desde la Carta del Adiós, Avempace critica fuertemente la metempsícosis. Básicamente, la metempsícosis podemos verla en la cultura del orfismo, los pitagóricos y en la filosofía platónica, la cual consiste en la transmigración de las almas, esto es, la reencarnación del alma después de la muerte. Luego de la muerte, los que reencarnaban podía elegir el ser en el cual se convertirían. 

Avempace no cree en esta teoría que incluso ya tenía adeptos en su tiempo. Esta critica consiste en  la falta de exigencia de un talento superior que podría tener un ser humano luego de su muerte. De nada serviría entonces tener un talento natural superior y, en tal caso, valdría más el seguir una conducta natural que el buscar grandes provechos intelectuales. No existiría el aprendizaje como tal sino que un cumulo de conocimientos, es decir, habría cantidad y no calidad(1). Por otro lado, esto generaría que existiera un inteligible común en cada uno de los hombres, que a la vez sería distinto, lo cual sería absurdo. 

Además la metempsicosis daría una cantidad de almas eternas, las cuales serían coeternas con Dios, lo cual es absurdo. No existiría una ascensión hasta el intelecto agente, pues con la metempsicosis se borraría toda culpa, y la conducta natural sería la guía. Por otro lado, habría una multiplicidad de intelectos, que, en efecto, existen pero solo en el hombre. De ahí que el vulgo se quede en este tipo de intelectos sin ascender. 

Por lo tanto, debe existir un intelecto que es numéricamente uno y que vuelve sobre sí mismo. Cuando estos hombre llegan a este estado, de aquel ya nunca más regresarán. 

En consecuencia, existen tres grados:
  • Conocimiento natural: únicamente está unido al inteligible material
  • Conocimiento intuitivo especulativo: cuando se comprende que existen en un objeto un nivel inteligible y un nivel material. Se ve el inteligible pero a través de intermediarios
  • Conocimiento del intelecto agente: se observa la cosa en sí misma. Aquí están los hombres felices

A continuación, Avempace comienza a describir la alegoría de la caverna de Platón, distinguiendo que el intelecto agente es la luz de la caverna. En el detalle de ascensión de los hombres hacia la luz, existen algunos que voluntariamente quieren ir hacia la luz, y otros que son afortunados los cuales están en la salida de la caverna, son iluminados pero no salen completamente de ella. 

Estos últimos siempre tienen algo de material en ellos, pero también existen aquellos que están fuera de la caverna y contemplando el mismo sol. Estos no tienen ya ninguna semejanza con los que lo preceden, todo lo contrario, los otros tienen semejanza con él; esto debido a que no son materia. 

Conclusión

Podemos ver que la relación ente el intelecto y el hombre son de unión una vez que el hombre está fuera de la caverna. Usar los elementos platónicos y aristotélicos es una forma muy pedagógica de mostrar los esquemas de este tratado. Me parece interesante ver que a medida que vamos descubriendo el intelecto agente, vamos también descubriendo los tipos de hombres que surgen dependiendo del acercamiento que hay sobre el intelecto antes dicho. 

sábado, 26 de agosto de 2023

Avempace - Tratado sobre el intelecto agente

 


El título original de la obra es Discurso sobre las cosas con las que se puede conocer el intelecto agente. En verdad es una obra brevísima que refuerza las ideas de Avempace sobre el intelecto agente. Sin embargo, a pesar de ser una obra muy breve, en verdad es un conjunto esquemático muy complejo. Veamos las características del Intelecto Agente que nos presenta Avempace. 


Tratado sobre el intelecto agente

Hay ciertas formas en las que se puede conocer el intelecto agente. En primer lugar debemos diferencia entre los medios y los fines. 

Primer método para conocer el intelecto agente

Los medios son causas del ser de los fines en los cuerpos, mientras que los fines son causas del ser de los medios en el ser inteligible. 

Esta idea la expuso al-Utabi, sacándola de las palabras del sabio:

''Lo último del pensamiento es lo primero en la acción y lo último en la acción es lo primero en el pensamiento''

Esto también concuerda con lo dicho por al-Farabi en el libro sobre la demostración. Hay una forma que está de forma absoluta sin cuerpo, mientras que el resto de los cuerpos son dependientes de otros cuerpos; aquellos que son generables y corruptibles. Estos dependen de los cuerpos que se mueven eternamente de forma circular: los cuerpos celestes. De la misma forma debemos pensar con respecto a los elementos sublunares. 

Por lo tanto, el primer método para conocer el Intelecto Agentes es por medio de las cosas que son formas absolutas. 

Segundo método para conocer el intelecto agente

De una cosa generada solo podemos observar que lo que se produce se parece a lo que la generó; jamás son iguales. El paciente tiene una cierta unión con la idea universal de la especie.

Para explicar esto, Avempace nos pone el ejemplo del fuego con relación al esparto, una especie de planta que tiene presencia en la península ibérica, se consume por el fuego y se convierte en fuego, pero lo hace a partir de otro fuego y no toma nada de la igneidad del primer agente. Es decir, el fuego que se junta con el esparto es otro tipo de fuego, no el fuego agente. 

Tercer método para conocer el intelecto agente

Esta tiene que ver con la facultad imaginativa. En ella el animal no busca un agua concreta o un animal por sí mismo, sino que busca la universalidad que hay contenida en ella. De acuerdo a Avempace, la potencia imaginativa no es del intelecto, sino que es una facultad independiente. En todo esto se equivocaron Galeno entre otros filósofos. 

Cuarto método para conocer el intelecto agente

Es aquel tomado del intelecto material que está en acto. En efecto, solo podemos ver el sujeto cuando se nos presenta un predicado. De no ser así, no será visible ni mucho menos entendible, se necesita un predicado. El predicado es mucho más universal que el sujeto, pues el sujeto incluso puede ser particular. 

De todo esto se entiende que el intelecto que está en acto no es un cuerpo:

  • Supóngase que A es el percipiente intelectual y B aquello que capta
  • B es distinto de A
  • Pero resulta que B percibe, supongamos que su percepción es D
  • D es distinta de B
  • Y percibe a D 
  • D es distinta de Y

Este ejercicio continuaría hasta el infinito. 

Llegaremos, en consecuencia, a una cosa que no se pueda percibir o a una percepción que perciba por su propia esencia y no por otra cosa. Ahora bien, no se sabe de que exista una percepción que no es percibida, y una forma de saber esto es conocer algo que no pueda ser representable por sí mismo, lo cual es absurdo. Queda, en consecuencia que el perceptor sea la misma percepción.

Conclusión

Este tratado es verdaderamente interesante y aclarador con respecto al concepto tan oculto que es el Intelecto Agente. En mi opinión, este es otro de los intentos de describir la gran inteligencia del mundo. En particular el modo en que describe el proceder de conocer el Intelecto Agente es fenomenal. Es una mirada totalmente nueva, intentando expresar la perceptibilidad ad infinitum que tendría el Intelecto Agente, un poco al dejo de Santo Tomás de Aquino con sus cinco vías, pero con la originalidad musulmana, pues Avempace es anterior a Santo Tomás.

martes, 22 de agosto de 2023

Avempace - Discurso de Abu Bakr que sigue a la Carta del Adiós

 


Sin duda que una de las obras más importantes de Avempace es la Carta del Adiós después de su gran obra El Régimen del Solitario. Pero no nos confundamos, el Abu Bakr que se habla en este título no es nada más que el mismo Avempace. En consecuencia, debemos tomar esta obra como una continuación de su Carta del Adiós. Una obra pequeña, pero que merece examen. Veamos de qué trata. 

Referencias:

(1) Lo que sigue de todo el pasaje tiene una interpretación muy oscura


Discurso de Abu Bakr (Avempace) que sigue a la Carta del Adiós

Avempace se propone hacer un compendio de lo hablado en la Carta del Adiós. 

El alma y sus facultades

En primer lugar nos dice que lo que es del cuerpo o es una sustancia de él o un accidente, y la sustancia de ese cuerpo bien se trata de una forma o de una materia. 

Para demostrar esto, Avempace nos hace la siguiente proposición:

  • Sea AB un cuerpo determinado
  • Sea A la forma y B la materia
  • Sea AB algún elemento sublunar (tierra, agua, aire o fuego)
  • Si A estuviera sin B, entonces B tendría forma, lo cual no puede ser
  • En consecuencia, la forma de las cosas no pueden ser cosas sueltas

Las formas naturales, entonces, existen como formas en materias. No es posible que las formas naturales tengan más de una forma dentro de la materia (como ha quedado demostrado con la proposición). Sin embargo, pareciera ser que el alma tiene más de una forma al moverse en distintas direcciones. 

Un ejemplo de forma natural única en la naturaleza es el aire, pues este se mueve solo hacia arriba. En cambio, el alma se mueve en múltiples direcciones y contradictorias. Así, Avempace nos dice que la naturaleza del alma es un verdadero misterio.

Sin embargo, ¿qué sucede con las plantas? estas también se mueven de distintas formas. Estas solo se mueven de forma gradual, moviéndose como sujetos animados, pero les sobreviene todo por sorpresa. Como la planta está en la tierra atada, todo lo que necesita para crecer le sobreviene de la tierra. Por lo tanto, se ve que la planta tiene una especie de potencia activa distinta a la del animal; pues ambos tienen deseos que provienen de una potencia. Con todo, su alma siempre está en otro y no puede estar sino en los cuerpos. 

Así, las plantas tienen tres clases de almas:

  1. Nutritiva
  2. Crecimiento
  3. Generativa

Con respecto a cada una de ellas, tenemos que la potencia nutritiva es ilimitada, es decir, una perfección última. Las otras dos clases no se dan siempre, quiere decir, no son ilimitadas, pues el crecimiento y la generación se detiene. Sin embargo, Avempace nos dice que en éste último punto, el caso no es siempre de ese modo. Existen ocasiones en que hombres de ochenta años aún pueden engendrar. Esto es porque en el semen está la sustancia divina que es el intelecto. Ahora bien lo que el semen da a la materia es solo el sentido común no siendo en sí mismo algo que existe independientemente. El semen sería llamado por Avempace como el espíritu del cuerpo, el primer espíritu de los cuerpos. 

Las potencias

Las clases de potencias son dos a saber:


  • Corporales: se mueven, mueven y son movidas
  • Espirituales: no se mueven, mueven y no son movidas


Por supuesto, debido a las características de las potencias espirituales, estas son más fuertes y anteriores que las corporales de acuerdo con su naturaleza. 

El movimiento humano

Este es un movimiento que procede de una idea verdadera o falsa. Por eso, el cuerpo humano necesita moverse primero por medio de la imaginación y luego de las demás potencias espirituales restantes. 

Estas potencias espirituales no existen separadas; de lo contrario, se seguirían dos absurdos:

  • Serían cuerpos: si fueran cuerpos se tendrían que unir con otro cuerpo lo cual es absurdo porque ya son cuerpos.
  • Serían formas: si fueran formas entonces cada cuerpo tendría un alma determinada, pero a la vez sería indeterminada por el número infinito de estas
Bajo este respecto, para Avempace, la teoría de la metempsícosis resulta absurda(1).

Conclusión

Esta obra no solo tiene el propósito de explicar la Carta del Adiós, sino que también reúne los conceptos vistos en otras obras como El Régimen del Solitario, Sobre el alma y el Libro de la Generación y Corrupción. podemos tomar como síntesis que Avempace sigue la doctrina aristotélica del alma, y en parte explica algunos elementos que en Aristóteles siempre han sido algo oscuros. Un perfecto complemento para entender la obra de Avempace. 

domingo, 20 de agosto de 2023

Martín Lutero - Comercio y usura (1524)

 


Martín Lutero no solo se dedicó a las cuestiones de carácter religioso y político, sino que también abordó el tema del comercio. Crecía el incipiente capitalismo, y en su mayoría, los filósofos condenaban el préstamos con intereses. Para los teólogos, el interés era un pecado y en consecuencia estaba condenado; lo comparaban con el hurto callejero y el asesinato. Sin embargo, la iglesia y los grandes monopolios de entonces transgredían estos principios diariamente en la práctica. Lutero con agudo sentido observó esta situación y comenzó a analizarla. Veamos lo que nos trae. 


Comercio y usura

Para Martín Lutero, que el comerciante esté fuera del pecado es algo muy improbable. Se lee en el Timoteo:

''La raíz de todos los males es el amor al dinero''

(1 Timoteo 6:10)

Sin embargo, el nivel al cual se ha generalizado el amor al dinero es basto, aunque hay todavía algunos que prefieren ''ser pobres con Dios que ricos con el diablo''.

Mas no puede negarse que comprar y vender es algo necesario, de lo cual no se puede prescindir, y bien puede usarse cristianamente, sobre todo en las cosas que sirven para un fin necesario y honorable. También los patriarcas vendían y compraban ganado, cereales, mantequilla, leche y otros bienes. Son dones de Dios que él da de la tierra y los reparte entre los hombres.

Pero el comercio exterior, que trae mercancías de Calcuta de la India y de otras partes, tales como preciosos tejidos de seda y artículos labrados en oro y especias que sólo sirven para el lujo y no prestan utilidad alguna, sino que absorben el dinero del país y de la gente, no deberían admitirse si tuviésemos gobierno y príncipes.

Alemania ha tenido que sustentar con su propio oro a los demás países. Son las ferias de Frankfurt las que sirven como abertura para que se escape el capital a los otros países. Alemania tiene una gran deuda que podría acabarse tapando la fuga de dinero que sale de Frankfurt; pero Lutero no hablará de este tema porque esto concierne a los príncipes. El reformador nos hablará del comercio en cuanto atañe a la consciencia y al buen cristiano. 

La máxima del comerciante

De acuerdo con Lutero, entre los comerciantes existe una máxima que declaran como un derecho:

''Venderé mi mercancía tan caro como pueda''

Esta convicción es lo que llevaría a la avaricia y le abre las puertas del infierno al comerciante. Si esto es así, entonces al comerciante no le importa el prójimo, y en consecuencia, se atenta gravemente contra del derecho natural. El comercio, considerando todo esto, no sería más que robar y hurtar a los demás. 

Cuando el avaro sabe que a la gente le hace falta su mercadería o que el comprador es pobre y necesita de ella, lo aprovecha y aumenta el precio. Entonces no se fija en la calidad de la mercadería o en la debida retribución por su trabajo y riesgo, sino simplemente en la penuria e indigencia de su prójimo, no con el fin de remediarlas, sino para aprovecharse en beneficio propio, aumentando el precio de la mercadería, el cual dejaría de acrecentar si no existiese la inopia del prójimo. Cuanto mayor sea la estrechez del semejante, más cara pondrá la mercancía. 

La necesidad del prójimo es la base de la valorización y apreciación de la mercadería. En este sentido, la mercadería no se les está vendiendo tal como es, sino con el agregado de que necesita de ella. 

Por lo tanto, la máxima de los comerciantes debería ser esta:

''Venderé mi mercadería tan cara como deba o como sea justo y equitativo''

Sin embargo, la pregunta es ¿a qué precio se debe vender? Lutero nos dice que esto no puede establecerse por escrito o por palabra. Nadie se ha propuesto fijar el precio de cada mercancía, ni aumentarlo ni rebajarlo. La causa es la siguiente: No todas las mercaderías son iguales.

Una se trae desde más lejos que la otra. Una origina más gastos que la otra. De esta manera, todo es y debe quedar incierto. No puede establecerse nada fijo. Lo mismo como no puede puntualizarse una sola ciudad determinada de donde se traen todas las mercancías. Ni se pueden señalar los gastos fijos que ocasionan.

En consecuencia, la mejor manera y más segura sería que la autoridad secular nombrase e instituyese personas sensatas y honradas para calcular todas las mercaderías con sus gastos, y, de acuerdo con ello, fijar costo y precio máximo que podrían valer de manera tal que el comerciante gane lo que debe para vivir de ello decentemente. 

Sin embargo, Lutero dice que para este régimen que se establece Alemania no está preparada. No da las razones concretas, pero dice que es más oportuno y mejor avaluar la mercadería como el mercado común lo da y toma o como es costumbre dar y tomar en el país. En este sentido puede aplicarse el proverbio: "Haz como los demás y no harás disparates".

Ahora bien, ¿qué ocurre cuando no ha sido fijado el precio por la autoridad ni por la costumbre? Lo único que queda es encomendarlo a la conciencia, buscando no sobrecargar al prójimo ni el lucro excesivo. El sustento debe ser equitativo. 

Por otro lado, Lutero no quiere ser exigente con el comerciante, demandando un precio exacto, pues sabe que esto es imposible. Solo basta que trate de buena conciencia dar con el precio justo. 


Para explicar esto, Lutero pone un ejemplo:

''Supongamos que tienes un comercio que asciende a cien ducados por año. Si más allá de todos los gastos y una retribución justa, ganada por tu esfuerzo, trabajo y riesgo, tomaras un ducado o dos y tres de más, eso lo llamo una falta en el comercio, difícil de evitar, máxime cuando se trata de tráfico por un año''

Este es un pecado inevitable que tienen todos, porque se realiza por necesidad y no por avaricia. Este pecado debe llevarse con un padrenuestro a Dios. 

En cuánto debe estimarse la retribución que se gana de semejante comercio y trabajo no se puede calcular e inferir mejor que cuando se valúa el tiempo y la magnitud del trabajo y se comparan con los de un jornalero que trabaja en otra ocupación y se fija en lo que gana en el día. Después se calcula cuántos días se ha molestado en buscar y adquirir la mercancía y cuánto ha trabajado y el riesgo que ha corrido en este negocio. Pues a gran trabajo y mucho tiempo les corresponde también mayor retribución.

La figura del fiador

Una de las cuestiones más graves que considera Lutero es la situación de los fiadores. Esta figura es rechazada en varios pasajes de las Escrituras:

''Hijo mío, si salieres fiador por tu amigo, has comprometido tu mano, te has enlazado con las palabras de tu boca, y has quedado preso en los dichos de tus labios. Haz esto ahora, hijo mío, y líbrate, ya que has caído en la mano de tu prójimo. Anda, corre e insiste ante tu amigo. No des sueño a tus ojos, ni a tus párpados adormecidos; escápate como gacela de la mano del cazador, y como ave de la mano del pajarero''

(Proverbios 1:6)


"Quítale su ropa al que salió fiador del extraño y toma prenda de él por causa del extraño"

(Proverbios 20:16)


"No seas de aquellos que comprometen su mano, ni de los que salen por fiadores de deudas"

(Proverbios 22:26)


De esta manera está ordenado por la Escritura que nadie salga fiador por otros salvo el caso de que sea capaz, y absolutamente dispuesto a hacerse cargo de la deuda y a pagarla. 

Pero ¿por qué se reprueba tanto al fiador? Salir fiador es un asunto demasiado elevado para el hombre. No le corresponde, puesto que usurpa con temeridad el dominio de Dios. La Escritura prohíbe tener fe en hombre alguno ni confiar en él, sino que hay que fiar sólo en Dios; porque la naturaleza humana es falsa, vanidosa, mentirosa e insegura, como dice la Escritura y como también la experiencia diaria enseña.

¿Cómo es posible comerciar? Hay ciertas disposiciones que hacen que el cristiano se aleje de comerciar desde el punto de vista espiritual. 

  1. Tolerar que quiten y roben: "Al que quiera quitarte la túnica, déjale también la capa y no pidas que te la devuelva" (Mateo 5:40)
  2. Dar gratuitamente a todo el que lo necesita: ''Al que te pida, dale'' (Mateo 5:42)
  3. Dar los bienes, recuperándolos cuando los devuelvan, debiendo darlos por perdidos cuando los traen: ''Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores prestan a los pecadores, para recibir otro tanto'' (Lucas 6:34)

En estas tres Lutero se pregunta: ¿Quién puede ser salvo? Y ¿dónde hallaremos cristianos? De esta manera no quedaría comercio en la tierra. Se sacaría a cada uno lo suyo o se le quitaría pidiéndole prestado. Quedaría abierta la puerta para los malos, glotones y haraganes para tomar todo, para engañar y mentir.

Es necesario que haya en el mundo un gobierno secular severo y duro para obligar y constreñir a los malos a que no hurten ni roben, y devuelvan lo que tomen prestado, aun cuando un cristiano no debería demandarlo o esperar recuperarlo.

Luego tenemos el cuarto modo:

  • Comprar y vender por dinero al contado o pagando mercadería por mercadería

Quien quiere practicar este método debe conformarse con saber que por nada debe confiar en lo futuro (fiadores) sino solamente en Dios y que tiene que habérselas con hombres que fallan y de seguro le mentirán. Por ello el consejo más inmediato es que el vendedor no fíe ni acepte caución, sino que se haga pagar en efectivo.

Si no existiese la fianza en el mundo y se practicase el libre préstamo
evangélico y las operaciones comerciales se realizaran al contado o con mercaderías disponibles, los peligros, faltas y defectos más grandes y perniciosos en los negocios quedarían perfectamente eliminados, y sería fácil ejercer todo el comercio. Si no hubiese caución ni el préstamo con garantía, muchos tendrían que quedar en una condición humilde y conformarse con un sustento modesto, mientras que ahora confían en préstamos y fianzas y día y noche tratan de mejorar su posición. Por ello, todo el mundo quiere ser comerciante y enriquecerse.

Como podemos ver, la contradicción entre ser un buen comerciante y un bien cristiano es palpable. A continuación, Lutero nos habla de ciertas anécdotas conocidas por él, y otras que ha escuchado en relación a los comerciantes:

  1. Vender sus mercancías a crédito y a plazo más caro que al contado: Aumentan el precio por la sola causa de tener conocimiento de que de la respectiva mercancía no hay más existencia en el país o de que dentro de poco no llegará, pero que es un artículo imprescindible. Estos son pillos sórdidos que sólo se fijan en la necesidad del prójimo, pero no para ayudarle, sino para mejorar así su propia situación y enriquecerse con el perjuicio del prójimo. Todos son manifiestos ladrones, salteadores y usureros.

  2. Monopolio: Algunos compran toda la existencia de un artículo o mercadería en un país o en una ciudad para tener ellos solos en su poder semejante partida. Después ponen el precio, lo aumentan y dan la mercancía como quieren o pueden. Antes se ha dicho que es mala y no cristiana la regla de vender su mercadería tan cara como uno quiera o pueda. Más execrable es que alguien compre para ese fin la existencia de un ar­tículo. Las leyes imperiales y temporales prohíben también y lo llaman monopolio. Son compras egoístas. Los príncipes y señores deberían prohibirlas y castigarlas si quieren desempeñar bien sus funciones. Ta­les comerciantes proceden como si las criaturas y bienes de Dios hubie­ran sido creados y dados para ellos solos, y como si pudiesen quitarlos a los demás y ponerles precio a su antojoLa autoridad secular haría bien en quitarles todo lo que tienen y expulsarlos del país. 
  3. Alimentarse en la calle: Uno vende al otro la mercadería que él mismo no posee, no teniendo sino palabras en la bolsa. Se procede así: Viene un comerciante foráneo a verme y me pregunta si tengo en venta tal o cual mercancía. Digo que sí, aunque no la tenga, y se la vendo por diez u once ducados, aun cuando en otra parte se compra la misma por nueve ducados o menos. Convengo que dentro de dos o tres días le entregaré la mercadería. Mientras tanto voy y compro esta mercancía donde sabía de antemano que la adquiriría más barato de lo que la doy al interesado. Se la entrego y él me la paga. De esta manera negocio con el dinero del otro sin riesgo, esfuerzo y trabajo, y me enriquezco

    Otro ejemplo de esto es el siguiente: Un comerciante tiene la bolsa llena de dinero y ya no quiere afrontar aventuras con sus bienes por tierra o mar, sino desea tener un comercio seguro. Entonces se radica para siempre en un gran emporio comercial. Se enteró de que hay un negociante apremiado por sus acreedores que precisa dinero para pagarlos y no lo tiene, pero posee todavía mercadería buena. Entonces busca una persona por su parte para que compre la mercancía, ofreciendo ocho ducados mientras en otra parte bien vale diez. Si el comerciante no quiere, le manda otro que le ofrece seis o siete ducados. El pobre hombre llegará a temer que el precio de la mercadería esté bajando. Así estará contento de obtener ocho ducados para conseguir dinero en efectivo y no sufrir un daño demasiado grande y la ignominia. También sucede que por su cuenta comerciantes apremiados acuden a semejantes tiranos y les ofrecen la mercancía para conseguir el dinero efectivo que les permita pagar. Entonces los aprietan hasta que obtienen la mercadería a un precio suficientemente bajo y después la venden como quieren. Semejantes usureros se llaman asesinos y estranguladores. Empero los consideran grandes y hábiles personajes

  4. Otro tipo de monopolio: Tres o cuatro comerciantes tienen en su poder una o dos clases de mercaderías, las cuales otras personas no tienen o no venden. Cuando advierten que semejante artículo está por valer más cada día, es más caro a causa de una guerra o un desastre, entonces unen sus fuerzas y cuentan a otros que hay gran demanda de esta mercadería y que no hay muchos que la tengan en venía. Pero si hay varios que tienen mercancía de esta clase mandan como testaferro a un extraño para que compre toda esa mercadería. Cuando tienen en su poder toda esta mercancía, celebran un convenio estipulado: ya que no hay más de esta mercadería, la venderemos a tal o cual precio. Quien la da más barato, pagará una multa convencional de tanto y tanto. 

    Esta artimaña la practican más frecuentemente y con mayor descaro los comerciantes ingleses al vender paños ingleses o londinenses. Afirman que tienen un consejo especial parecido a un concejo de una ciudad. A este consejo deben obedecer todos los ingleses que venden paños ingleses o londinenses bajo una multa establecida. Por tal consejo se determina a qué precio deben vender los paños, en qué días y, horas deben vender o no. El presidente se llama courtmaster y es poco menos respetado que un príncipe. Ahí ves qué puede ser la avaricia y lo que se atreve a emprender
  5. Créditos y compras: Vendo a alguien a seis meses de plazo, pimienta o algo parecido. Sé que él a su vez tiene que venderla enseguida para conseguir dinero en efectivo. Entonces voy o mando a otro y vuelvo a comprar la pimienta al contado, pero de tal manera que lo que él me compró a mí por doce ducados, se lo compro por ocho, mientras que el precio común es de diez. De este modo se lo compro por dos ducados más barato de lo que es el precio de plaza y él me lo compró en dos ducados más de lo que es el mercado común. Él lo hace para conseguir dinero y conservar el crédito. De otra manera pasaría vergüenza y nadie le fiaría más
  6. Huir del acreedor: Cuando más me conviene o si mis acreedores no me dejan en paz, cierro mi casa, voy y huyo. Me escondo en cualquier monasterio, donde estoy libre como un ladrón o asesino en el cementerio. Entonces mis acreedores están contentos de que no huya del todo del país y me rebajan la mitad o un tercio de toda mi deuda, y debo pagar el resto dentro de dos o tres años. Me lo prometen bajo documento sellado. Así vuelvo a mi casa y soy comerciante que con su huida ganó dos o tres mil ducados, que de otra manera no habría ganado corriendo y trotando. O cuando veo que esto no resulta y noto que tengo que huir, me dirijo a la corte del emperador o a sus lugartenientes. Allí puedo conseguir por cien o doscientos ducados un quinquennale (moratoria), es decir, un documento sellado del emperador gracias al cual durante dos o tres años estaré libre de todos mis acreedores, porque según mis manifestaciones he sufrido grandes pérdidas, para que el quinquennale tenga la apariencia de que se trata de algo justo y divino.
  7. Captación de intereses: Un ciudadano da a un comerciante dos mil ducados por seis años. Con éstos el comerciante ha de negociar ganando o perdiendo, y debe pagar al ciudadano doscientos ducados de interés fijo por año. Lo demás que gana es suyo. Si no gana nada, debe pagar también los intereses. El ciudadano no le presta al comerciante un gran servicio. Pues el comerciante cree poder ganar trescientos ducados con dos mil. Por otra parte, el comerciante presta un gran servicio al ciudadano, puesto que de otra manera su dinero sería capital muerto y no produciría beneficio alguno. Que esa práctica común es injusta y una verdadera usura lo he demostrado suficientemente en mi sermón sobre la usura
  8. Tretas: Cuando algunos advierten que el comprador es inseguro y no cumple dentro de los plazos fijados pueden cobrar astutamente de la manera siguiente. Le encargo a un comerciante extraño que vaya y compre su mercadería, sea por cien ducados o algo parecido y le digo: cuando hayas comprado toda su mercadería, prometes darle dinero efectivo y girar contra un deudor seguro. Cuando tengas la mercadería me lo traes a mí como tu deudor y simulas no saber que él me debe. Así cobro y a él no le doy nada. 
  9. Mercancías adulteradas: colocar o depositar ciertas mercaderías, como pimienta, jengibre y azafrán en bóvedas o sótanos húmedos para que aumenten de peso. También venden paños de lana, seda, pieles de marta y cebellina en bóvedas y tenduchos oscuros y no dejan entrar aire, como es costumbre general, de modo que para cada mercadería se sabe hacer un aire especial. Además, no hay mercancía de la cual no se sepa sacar una ventaja especial, ya sea al medir, contar, con vara, medida o peso. O sino le da un color que de por sí no lo tiene, o coloca lo más lindo arriba y abajo y lo peor al medio, de modo que es un engaño que no tiene fin. Ningún comerciante puede confiar en el otro más allá de lo que vea y toque

Ahora bien, es cierto que los comerciantes sufren grandes peligros con su mercancía. De hecho, si se considerara el sufrimiento que sufren estos comparados con los demás, deberían ser llamados santos. Sin embargo, Lutero cree que el nivel de sufrimientos, robos, hurtos y grandes injusticias que ocurren a los comerciantes, no es casual. Muchos comerciantes se engañan mutuamente y además lo hacen contra los ciudadanos. Dios debe administrar justicia porque se hace gloriar como un verdadero juez.

No obstante, Lutero no quiere decir que los salteadores o ladrones serán disculpados de sus acciones. Son los príncipes los que deben encargarse de estos, además de aquellos comerciantes que cometen abusos. Dios se sirve de estos ladrones como diablos y así castigar la injusticia de los negociantes. 

Las grandes compañías son grandes monopolios que perjudican a los comerciantes más débiles. No solo eso, los reyes están juntos con ellos. Así se cumple lo de Isaías:

''Tus príncipes son compañeros de ladrones''
(Isaías 1:23)

Esta confabulación parece ser peor que los ladrones que roban menos, así, ''Los ladrones grandes ahorcan a los ladrones pequeños''


Conclusión

Para terminar esta obra, Lutero nos dice que es posible que este pensamiento les desagrade, pero él ha cumplido con su objetivo de decirlo. Debemos pensar que estas son las antípodas de la economía capitalista, donde el máximo beneficio era una cuestión central entre los comerciantes incluso si esto significaba perjudicar al prójimo. En todo caso, estas eran prácticas habituales, y así lo podemos corroborar con otros filósofos que denunciaban estas mismas prácticas. Pero debemos poner atención, ya que si bien se condenan las malas prácticas, Lutero nos dice que el comercio es absolutamente fundamental para el desarrollo de una ciudad. 

jueves, 10 de agosto de 2023

Derecho de Gentes

 


En el vasto tapiz de la evolución jurídica, el "Derecho de Gentes", también conocido como "Derecho Internacional" o "Derecho Internacional Público", emerge como un componente crucial que ha moldeado la interacción entre naciones y culturas a lo largo de los siglos. Este cuerpo de normas y principios que rige las relaciones entre Estados y actores internacionales tiene sus raíces hundidas en la historia ancestral de la humanidad. Veamos qué es el Derecho de Gentes.


EL DERECHO DE GENTES


Antigua Grecia


Las leyes y el derecho

El desarrollo de concepto de ''Derecho'' no existía en la antigua Grecia como lo entendemos ahora, pues esta idea se desarrollaría más en la antigua Roma. Ahora bien, los griegos sí entendían la idea de justo y elaboraron el concepto de justicia, más que del derecho. Recién en el siglo V a.C. se comienza a hablar de teoría democrática de la justicia, posteriormente a la Guerra del Peloponeso con las victorias de Maratón y Salamina. Atenas se vuelve el centro cultural y político de toda Grecia; aparecen los grandes historiadores como Tucídides y Heródoto, los trágicos como Sófocles y Esquilo, y la comedia de la mano de Aristófanes.

El sistema de justicia estaba centrado en el individuo y su propia defensa, es decir, sin la mediación de algún abogado. Esta participación en la política de la ciudad debía llevarse mediante la retórica y la oralidad, sobre todo cuando se trataba de explicarse frente a los tribunales. 

En cuanto a la dimensión del mito, Themis era la diosa de la ley quien tenía correspondencia con la ley divina de Zeus, y junto a ella aparece Diké que es la diosa de la justicia, aunque en un principio era mencionada como ''la diosa de lo debido'', luego por un proceso de interiorización se le llamaría justicia. Por otro lado, después de estas dos diosas tenemos al demon llamado ''Nomos'' que es la personificación de la ley. Esta representaba la ley y la obediencia a sí misma. Esto se transformaría en una convención o acuerdo social que daría las primeras nociones del derecho.  

Sin embargo, el nomos, como es la personificación de la ley, se inspira en lo divino que serían las diosas. Por lo tanto, se puede deducir que el nomos es el derecho positivo. 

Protágoras

Protágoras es uno de los filósofos que estudia la perspectiva de los hombres con respecto a su entorno. Llega a la conclusión que ''El hombre es la medida de todas las cosas'', lo que quiere decir que lo que a cada cual le parece una cosa, así será tal cosa. En este sentido, todo sería relativo y la perspectiva de cualquier hombre sería válida. Solo se toma en cuenta la racionalidad del hombre confrontada con la naturaleza. 

La ley no sería más que una construcción del ser humano, y en consecuencia, la opinión de los ciudadanos es válida como la de cualquiera. 

Trasímaco

El sofista Trasímaco, que aparece en la República de Platón, nos habla sobre la justicia y su relación con la naturaleza. Nos dice que la ley del más fuerte es natural; las leyes solo impiden la naturalidad del hombre que es anteponerse a otro. La justicia es ignorancia y la verdadera virtud es la injusticia.

El estado de naturaleza

Otros sofistas argumentarán que el estado de naturaleza es un estado de barbarie y de ignorancia que debe estar regulado por las leyes, aquí se encontraría Protágoras y Critias, mientras que otros decían que la naturaleza es la virtud de los hombres. A partir de la naturaleza podemos saber lo que es bueno, y en la naturaleza existe esta superioridad con respecto a otros seres. En la ley humana es todo lo contrario, porque se llama a proteger al más débil. 

Sócrates y Platón

Como sabemos, Sócrates centró su pensamiento en la política y la moral. El sujeto se debe buscar a sí mismo, debe indagar en la subjetividad y encontrar la verdad. Hay un daimon interior que es el órgano que saca el individuo del estado de naturaleza y lo conduce a crear la polis. Hay en el hombre verdades inmutables pero susceptibles al conocimiento. 

La idea de bien, de justicia son universales e inmutables y deben obedecerse por sobre todas las cosas. El comportamiento de Sócrates de someterse a las leyes, a pesar de que fueron injustas con él, llevándolo a la muerte, fue moral y no legal. 

Así, Sócrates rompe con toda la idea del relativismo de Protágoras y la naturaleza de los demás sofistas, poniendo univocidad en los conceptos universales y la introspección del ser humano.

Aristóteles

Para Aristóteles,  el estudio del individuo es considerado como agente autónomo y como un ser con capacidad para socializarse. Sitúa a la racionalidad como criterio para juzgar la conducta individual. La experiencia, la repetición de las mismas acciones forja el comportamiento o el hábito que forman se suman a la naturaleza orgánica del individuo como una segunda naturaleza.

La conducta individual debe seguir la virtud, y la virtud siempre será el justo medio entre dos extremos, y el modo de alcanzarlo será el hábito. 

En cuanto a la justicia, esta la dividió en tres:

  1. Justicia distributiva: reparto de cosas sin exigir igualdad de lo repartido (ejemplo: devolución de impuestos del Estado)
  2. Justicia correctiva (o conmutativa): sucede entre particulares y esta llama a corregir las desigualdades (por ejemplo: contratos de compraventa)
  3. Justicia recíproca: los hombres se unen en sociedad para suplir sus necesidades mediante el intercambio recíproco

Desde estas perspectivas se acentuarán las diferencias entre el derecho civil y el derecho natural. Pero ante ellos surge otro concepto que es el de la equidad definida como ''una corrección de la ley en la medida en que su universalidad la deja incompleta''. Sin embargo, no debe pensarse que la equidad viene a derogar una ley, sino que más bien a complementarla.

Cuando se redactan las leyes sobre la base de la equidad y la justicia, se debe tener en cuenta las costumbres y características internas del país. Una vez comprendidas estas, será necesario mirar al exterior y tener en cuenta las del vecino. Así la polis se prepara para la guerra y posteriormente sostener la paz. 

Si bien esto es necesario, también es necesario que el país establezca relaciones con los países vecinos, que no solo se centre en sí mismo. La polis finalmente se toma en las mismas proporciones que un hombre, un animal político, un ser gregario que necesita relacionarse con los demás. 

Roma

Es sabido que toda la cultura romana recibió la herencia de Grecia en muchas áreas del saber, incluyendo el derecho. Sin embargo, Roma también tenía su propio aporte y desarrollo al derecho, incluso, superando el progreso que habían tenido los griegos. 

Marco Tulio Cicerón

Marco Tulio Cicerón nos daría el primer acercamiento al derecho de gentes hablando en su ''República'' sobre el derecho de guerra. En todo caso, cuando Cicerón habla sobre el derecho de guerra, se puede notar que es un derecho que ya ha sido consolidado. Este derecho de guerra representa tanto la justicia como la lealtad. Cabe destacar que es Cicerón quien acuña el término ''ius gentium'' por primera vez. 

En efecto, el ius gentium se entendía como innato en todos los seres humanos, una concepción muy ligada al estoicismo. Fue Marco Tulio Cicerón quien lo distinguió certeramente entre las cosas que se escriben y otras que no, y estas últimas pertenecerían en aquellas consideradas en el mores maiorum que era el código que existía antes de la Ley de las XII tablas. En su tratado, Cicerón consideraba el ius gentium como un alto código de autoridad moral, ya que tenía requerimientos que iban más allá de la ley civil (o de aquello que estaba escrito). 

Por otro lado, no hay que pensar que el derecho de gentes se refiere a los derechos humanos, pues para los romanos había un concepto de ''gens'' y ''humanitas'', siendo las gens las personas que no pertenecían al imperio y por humanitas todos los seres humanos.

En todo caso, el ius gentium también tenía una parte positiva porque dentro del derecho positivo existe una división entre formal e informal; a éste último también pertenecería el ius gentium.

Gayo y Ulpiano

El jurista romano Gayo también relacionaba el derecho de gentes con el derecho natural. Lo definía de la siguiente manera:

''Lo que la razón natural estableció entre todos los hombres y es observado igualmente entre todas las gentes''

Para Ulpiano sería todo lo contrario:

''El que usan los grupos humanos a diferencia de los animales, sometidos a los hombres, al derecho natural''


Lo que estaría en juego entre estos dos juristas es poner este derecho dentro de la naturaleza, o dentro de la creación y artificio humano.


Edad Media

En el desarrollo de la Edad Media, tanto el Digesto de Ulpiano y las Institutas de Gayo fueron fundamentales para aclarar el lugar del derecho de gentes. Se estableció que el derecho de gentes se encontraba dentro del derecho público, porque, en efecto, tiene que ver con el Estado de la República. Este es exclusivo del derecho humano, pues no pertenece a los animales. En este sentido, el derecho de gentes no se encuentra en el derecho natural. 

Las competencias del derecho de gentes serían:

  • Legitima ocupación de territorios
  • Uso de la guerra
  • Tratados para poner término a la guerra
  • Práctica de la servidumbre
  • Prohibición de contraer matrimonio con personas extranjeras

Sin embargo, todo esto se da en el ámbito legal e institucional, pero debemos ver de qué se trata filosóficamente. 

Santo Tomás de Aquino

En la Suma teológica cuestión 95 (I-II), el aquinate divide el derecho de la siguiente manera:

''El derecho positivo se divide en derecho de gentes y derecho civil''

Ahora bien, aunque esto pueda parecer muy ambiguo, la verdad es que Santo Tomás nos dice que hay que distinguir entre derecho natural en sentido absoluto y otro en el sentido de sus consecuencias. 

Por ejemplo, la servidumbre, que habíamos dicho que era de derecho natural, en efecto es de derecho natural, pero en el ámbito del derecho de gentes, la servidumbre es vista desde el punto de vista de las consecuencias. Las cosas que se hacen con el siervo no son cuestiones de derecho positivo, pues una vez en la servidumbre, el hombre realiza acciones que no es necesario que estén escritas: ejerce su potestad. 

De este modo, Tomás de Aquino divide el derecho natural en dos:

  1. Primario: principios evidentes y conocidos por todos
  2. Secundario: conclusiones deducibles por todos

Con todo, la concepción del derecho de gentes sigue siendo muy ambigua y debatible entre los intelectuales, a pesar de haber puesta esta división.

Renacimiento

Francisco de Vitoria

Vitoria nos dice que todo aquello que no es derecho natural es de derecho positivo. 

El derecho natural tiene tres juicios naturales:

  1. Principios rectos y evidentes por todos: ''No matarás''
  2. Conclusiones deducidas de principios evidentes: ''No hagas a otro lo que no quieras para ti''
  3. Lo percibido en el sentido moral como algo dañino: 

En fin, el derecho natural pertenece a todos esos principios, conclusiones y consecuencias que el hombre puede conocer naturalmente por medio del entendimiento. 

Como podemos ver, de acuerdo a Vitoria el derecho natural siempre se da con respecto a otro. En este caso, tenemos un tipo de igualdad intrínseca, por ejemplo, la devolución de lo prestado. Luego tenemos el otro tipo de igualdad que es extrínseca, relacionada con la división entre lo público y privado. Es en esta segunda división en la que se encuentra el derecho de gentes, pues este se ordena a la paz y a la concordia, cuestiones de carácter público. 

Lo que tiene igualdad en sí mismo siempre es de derecho natural, pero aquella igualdad que debe ser planteada por el humano debe ser siempre de derecho de gentes. 

Sin embargo, existen dos posturas contradictorias que establecen el derecho de gentes en distintos derechos. Por ejemplo, los eclesiásticos lo ponen en el derecho positivo, y los juristas en el derecho natural. 

En cuanto a los juristas, estos siguen que el derecho de gentes es de derecho natural porque en este derecho se incluye todas las cosas de los hombres y de los animales. Los eclesiásticos, dicen al contrario, que pertenece al derecho positivo porque debe estar escrito y se logra por consenso de los hombres. Ahora bien, la paz es una cuestión de derecho natural, pero sin embajadores que la logren no se podría concretar. De todas formas, el derecho de gentes sustenta o sostiene el derecho natural. No es absolutamente necesario, pero sin el derecho de gentes todos estaríamos en guerra constante. Así las cosas, el derecho de gentes no pueden ser violadas porque de otra forma se atentaría mortalmente contra la humanidad; es decir, contempla un pecado mortal. 

Sin embargo, sigue habiendo un componente que no lo hace derecho natural absolutamente. Se deriva suficientemente por el derecho natural, pero aún así no tiene la fuerza para obligar. Solo puede obligar si todo el orbe está de acuerdo. En consecuencia, si bien el derecho de gentes se encuentra en el derecho natural, este es de estricto derecho positivo al tener que ser establecido por un acuerdo común. 

Francisco de Suarez

Francisco de Suarez, filósofo español, nos dice que el derecho de gentes tiene un componente universal que comparten todas las naciones: la costumbre. Sin embargo, si bien este es un aspecto universal que todos los seres humanos tienen, las costumbres difieren unas de otras y por lo tanto, su carácter de natural ya no es posible, es más bien algo casi necesario que tampoco obligaría. La costumbre, en consecuencia, se vuelve algo probable y no necesario. 

Dice el mismo Suarez:

“Los preceptos del derecho de gentes han sido introducidos por los hom­bres libremente mediante consenso en toda la comunidad humana o en su mayor parte”

Suarez, en este entendido, llega a una conclusión similar con Vitoria. El derecho de gentes no hay que verlo en las deducciones inmediatas, sino que en los usos y costumbres. 

Hugo Grocio

Considerado uno de los padres del derecho internacional, el jurista ponía el derecho de gentes en distintas instituciones. 

En primer lugar debemos observar que el Estado es un incipiente sistema de derecho internacional, y en consecuencia, el derecho de gentes está en las obligaciones y los derechos de los Estados. De este modo, Grocio trató de que el derecho de gentes no fuera una cuestión tan teológica. El derecho de gentes pasa a ser una especie de argumento de fondo más que de forma, pues con Grocio es cuando empieza a nacer lo que se conoce actualmente como Derecho Internacional, cuyas características se enfocan solo al Estado. 

Finalmente, Grocio define el derecho de gentes como la norma no escrita que regula las relaciones entre los Estados, las relaciones entre ciudadanos de diferentes Estados, o sea el derecho natural internacional. 


Conclusión

La delimitación del derecho de gentes no es posible desde el punto de vista del fondo, pues desborda toda institución al estar relacionada con el derecho natural. Sin embargo, los autores insisten en que le derecho de gentes es derecho positivo, con ciertos rasgos suficientes del derecho natural. Sería gracias a Grocio que se dejaría de hablar de derecho de gentes, aunque muchos lo relacionarán como si fueran sinónimos.