domingo, 2 de febrero de 2020

Novena Cruzada (1271 - 1272)




La novena cruzada es más conocida como la cruzada de Eduardo I de Inglaterra, la cual también es conocida como una extensión de la octava cruzada. Luis IX se queda con los ánimos de ver Jerusalén recuperada por los cristianos y pareciera ser que todo estaba perdido. Era el turno ahora de Inglaterra ya había tenido su intento en la tercera cruzada con Ricardo Corazón de León. Veamos que nos trae esta cruzada que es considerada la última. 

La NOVENA Cruzada


Contexto

Luego del fracaso de la octava cruzada con Luis IX, el rey había dado un préstamo a Eduardo I de Inglaterra. En Noviembre del año 1270 Eduardo viaja a Sicilia gracias a la ayuda de Carlos de Sicilia. Junto con Bohemundo VI de Antioquía, Eduardo se prepara para tomar la Tierra Santa de Jerusalén. En mayo del año 1271, Eduardo llega a Acre con un contingente de no más de 1000 hombres y 225 caballeros. 

La Novena Cruzada

Cuando Eduardo llegó a Acre, Baibars I tuvo que cambiar sus planes para defender el territorio. Las fuerzas de Eduardo eran mucho menos que la de los mamelucos, por lo cual el rey se vio forzado a realizar ''paseos militares'' (lo que hoy sería conocido como ''redadas''). Bajo esta estrategia, Eduardo pudo capturar Nazareth. 

A Eduardo se unió Hugo III de Chipre y junto con los hospitalarios, los teutones y los templarios hicieron redadas en la ciudad de Qaqun. Rápidamente, los musulmanes empezaron a abandonar los castillos y fuertes que tenían, pero Eduardo no los tomó. De hecho, pudieron hacer retroceder a Baibars I en Acre.

Baibars se encontraba en Damasco reuniendo un gran ejército para contraatacar las fuerzas de Eduardo. Esta vez, Baibars I y su ejército (que además era integrado por egipcios) pudieron vencer a las fuerzas cruzadas teniendo gran éxito. 

La cruzada finalmente termina con una tregua de diez años realizada el año 1272. Si bien permanecieron en paz, Baibars siempre dudó de Eduardo, pues este tenía planes para organizar otra cruzada más grande. Sin embargo, esto no ocurrió pues ya no estaban los ánimos de parte de los reyes ni del Papa. 

Conclusión

Hemos llegado finalmente a la última cruzada protagonizada por los ingleses. Ya no habrá más de estas batallas, pero si ocurrirán otras que tendrán la calificación de ''cruzadas''. En general, solo se conocen las nueve que hemos visto a través de este blog. Terminando con estos relatos históricos, avanzamos para dar paso a los últimos filósofos de la Edad Media. 


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sábado, 1 de febrero de 2020

Octava Cruzada (1270)



Esta es otra de las cruzadas emprendidas por Luis IX de Francia, quien no quedando conforme con los resultados de la anterior arremete con todo su poder nuevamente. Mucho se dice que esta podría ser parte de la séptima cruzada pues el actor principal es el mismo. Nosotros quisimos dividir las cruzadas para tener un desarrollo más exacto de la historia. Veamos lo que se considera la penúltima y a veces última cruzada. 


La OCTAVa Cruzada


Contexto

A pesar del fracaso de la séptima cruzada que terminó con la captura del rey Luis IX por los mamelucos, el rey no perdió interés en seguir la cruzada. Siguió enviando ayuda militar a los asentamientos de los Estados Cruzados desde 1254 hasta 1266. Las tropas de Baibars I tenían asediado los Estados Cruzados que agonizaban derrota tras derrota. Al ver esto, Luis IX informa al Papa Clemente IV que entrará nuevamente a la cruzada. 

Preparación

Luis IX toma la cruz en el año 1267 en una asamblea con sus nobles. Sin embargo, la respuesta a sus intenciones fue menos animosa a lo que fue la Séptima Cruzada. Fue acompañado por un contingente aragonés de parte de Jaime de Aragón que zarpó desde Barcelona en 1269. Lamentablemente, Jaime fue atrapado por una tormenta y debió retornar a Barcelona y dejar la cruzada para siempre. Solo sus hijos Pedro Fernández y Fernán Sánchez pudieron continuar su viaje hasta Acre, pero al verse con muy poca armada tuvieron que devolverse.

En ese mismo año, Luis IX intenta apoderarse de Túnez ya que pensaba seriamente que en esa ciudad se encontraban los suministros de Egipto. Incluso, Luis IX pensaba que podía convencer al rey Califa del reino para que se convirtiera al cristianismo.

En el año 1270, Luis llega a Túnez no teniendo mucha resistencia de parte de la armada. Se queda en el lugar esperando encontrarse con Carlos de Anjou, su hermano, quien también se uniría a la cruzada. 

No obstante, una epidemia de disentería y una peste que se propagaba por toda África mató a miles de cruzados incluyendo al mismo Luis y sus hijos. Carlos llegaría después de la muerte de su hermano y de sus sobrinos. Debido a las enfermedades propagadas en el territorio, los musulmanes y los cristianos llegaron a un trato donde se permitiera la libre circulación de cristianos en Túnez. Esto benefició a Carlos de Anjou quien además recibió una indemnización por la guerra.

Los Ingleses llegarían después de que los cristianos se fueran. Eso deja paso para la novena cruzada, pues los ingleses se dirigirían a Acre al próximo año. 


Conclusión

Cada vez más la historia nos dice que las cruzadas van siendo innecesarias. Luis IX y Carlos de Anjou lo entendieron y finalmente negociaron una salida a partir de toda la catástrofe que sucedió. Sin embargo, para la próxima cruzada serán otros los protagonistas de la Guerra Santa; protagonistas pertenecientes a una tierra que ya había emprendido también esta disputa por Jerusalén.


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miércoles, 29 de enero de 2020

Séptima Cruzada (1248 - 1254)



Liderada por Luis IX de Francia, la Séptima Cruzada fue la máxima expedición que hubo en la Edad Media y en la guerra santa que se libraba en Europa. Sin embargo, aunque fue el Estado más poderoso de Europa en esos tiempos, la batalla no estuvo exenta de dificultades. Los árabes no dieron tregua, y el sitio fue muy difícil de lograr. La Séptima Cruzada nos habla de la decadencia del sistema beligerante cristiano contra los musulmanes. 



La Séptima Cruzada



Contexto

En el año 1244, los jorezmitas fueron desplazados por los mongoles, tomaron Jerusalén para unirse con los mamelucos de Egipto. Esto implicó que nuevamente Jerusalén fuera tomada por los musulmanes, pero esto ya no sorprendía a los cristianos quienes veían que la ciudad era tomada y recuperada una y otra vez. Además, ya no había ánimos para otra cruzada porque Europa tenía otros problemas internos que atender. 

El Papa Inocencio IV y Federico II continuaban su lucha por el poder. Sin embargo, Inocencio IV lo desposeía cada vez que tenía oportunidad por lo que el Sacro Imperio Romano no tenía las fuerzas para enfrentar una cruzada. En Inglaterra tampoco había interés, pues Enrique III tenía una lucha con Simón de Montfort.

El único que estaba interesado en una verdadera cruzada era Luis IX de Francia. 

La Cruzada

Francia era el Estado más fuerte y vigoroso que tenía Europa en ese entonces, sobre todo después de la cruzada albigense donde tomaron el control absoluto del territorio. Su ejercito contaba con 15.000 hombres que incluían 3000 caballeros y 5000 arqueros que navegaban en 36 botes desde Aigues Mortes y Marsella. Todo esto preparado en el año 1248 listos para zarpar. Esta cruzada fue tan costosa como las anteriores.

Sin embargo, el objetivo de Luis IX no era Jerusalén propiamente, sino más bien Egipto. Luis IX llegó a Damietta, en el Nilo en el año 1249. Este tenía la idea de que apoderarse de Egipto sería conveniente, ya que en el territorio había trigo y cereal con el que podría mantener alimentados a los soldados, además de ser un lugar estratégico para el ataque.

Finalmente logró someter a Damietta, aunque en realidad los egipcios no opusieron resistencia muy seria. Luego, Luis IX se aproximaría al Cairo, mientras que Roberto I de Artois y Guillermo Longespee atacarían los campos egipcios en Mansura. No obstante, los tres cruzados fueron derrotados en sus propias batallas. Roberto y Guillermo en Mansura y Luis IX por los mamelucos en el Cairo. Luis IX es capturado por los mamelucos, pero después de algunas negociaciones estos lo dejan libre. 

Luis IX regresó a Damietta, pero su armada fue derrotada en la batalla de Farik Sur donde tiempo después sufrió de disentería y tuvo que ser ayudado por un doctor árabe quien lo curó. En ese mismo año Luis IX deja Egipto para lograr su nuevo objetivo: Acre. 

Luego de la cruzada

Luis hizo una alianza con los mamelucos quienes eran rivales del sultán de Damasco. Luis además era el rey de facto de Chipre; sin embargo, en 1254 quedó sin riquezas y su presencia en Francia era requerida porque su madre Blanca de Castilla había muerto. 

Conclusión

Esta fue otra cruzada fracasada de parte de Luis IX y otra derrota para el cristianismo frente al islam. Sin embargo, años después Luis IX no se daría por vencido e intentaría una vez más ganar el territorio de Jerusalén, en otra cruzada. Pareciera ser que poco a poco la idea de la cruzada va perdiendo validez. 

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domingo, 26 de enero de 2020

Sexta Cruzada (1228 -1229)



Más conocida como la Cruzada de Federico II, esta cruzada cumple la misma función que la quinta: la retoma de Jerusalén. Fue otro de los éxitos parciales que habían obtenido los cristianos ya que pudo obtenerse algún control sobre Jerusalén, pero nunca aquel control total que añoraban. Ya han pasado siete años desde la última cruzada y el animo de los cristianos de tener Jerusalén no disminuyen. Veamos que nos traen ahora. 

La SEXta Cruzada


Contexto

Federico II y el Papa

Federico II, emperador del Sacro Imperio Romano, se había envuelto en la quinta cruzada enviando tropas, pero no pudo acompañar a la armada directamente a pesar de los ánimos de Honorio III y Gregorio IX. Por otro lado, prometió involucrarse en una próxima cruzada una vez que fuera coronado como emperador en 1220. 

En el año 1225 Federico se casa con Isabella de Jerusalén con el objeto de clamar el territorio de Jerusalén. Federico salió de Brindisi, Italia, para Acre (territorio de Jerusalén), pero una epidemia le impidió seguir y se devolvió a Italia. En el año 1227 Gregorio excomulga a Federico por no cumplir su voto para formar parte de la cruzada. Sin embargo, Federico no estaba preocupado de esto ya que hace mucho tiempo quería el control de Italia a expensas del Papa. Gregorio piensa definitivamente que Federico II no es capaz (o no quiere) ir a luchar a las cruzadas, diciendo que ya son dos intentos en los que rechaza formar parte. 

En el año 1228, Federico se dirige nuevamente hacia Acre después de muchas negociaciones frustradas con el Papa. Federico hace su primera parada en Chipre, país el cual había sido territorio tomado por Ricardo Corazón de León en la tercera cruzada. Cuando Federico llega a Chipre intenta hacerse con el poder, pero entró inmediatamente en conflicto con el rey Juan de Ibelín quien no quiere entregarle el poder. A pesar de la negativa de Juan, Federico II se queda con el poder de Chipre. 

La Cruzada

Falta de apoyo

Federico II comenzó a tener problema de lealtad dentro de las distintas facciones de los cruzados (teutones y hospitalarios). Esto porque los cruzados supieron los problemas ocurridos entre Federico y el Papa Gregorio quien lo había excomulgado. También influyó la adjudicación del territorio de Chipre despojando a Juan de Ibelín de dicho reino.

Diplomacia

Con muy poco apoyo de la armada cruzada, Federico se vio envuelto en un dilema para tomar Jerusalén. Sin embargo, el sultán de la época al-Kalim tenía sus propias luchas internas en Siria con unos rebeldes. Federico II le propuso formar una alianza para luchar contra el enemigo de al-Kalim llamado al-Naser. Federico recibió algunos territorios de Jerusalén lo que pronto lo haría coronarse como el rey de Jerusalén.

En el año 1229, Federico fue efectivamente coronado como rey de Jerusalén. A pesar de todas las insistencias de Gregorio IX contra Federico II, el Papa tuvo que ver como es que se coronaba a Federico como el rey de Jerusalén. Desde aquí se marcan dos precedentes importantes: la cruzada podía lograrse sin poder papal y los judíos serían nuevamente excluidos del territorio de Jerusalén. 

Acto seguido, se sigue una tregua de 10 años entre los musulmanes y los cristianos. 

Conclusión

Importante el precedente que deja la sexta cruzada. Cada vez vemos que las cruzadas se van concretando menos, es decir, se van logrando no a través de la violencia sino que a través de acuerdos con respecto al territorio. Es posible que ya nos queden pocos capítulos sobre las cruzadas y también pocos capítulos sobre la Edad Media. 

sábado, 25 de enero de 2020

Prueba de la Veracidad



Principio de Veracidad

Este principio nos viene del gran pensador árabe Avicena quien sostenía que entre todos los seres contingentes debe existir uno necesario. Este ser necesario es el que causa los contingentes porque de otro modo, entonces el necesario entraría en el conjunto de los contingentes lo cual es absurdo. 

En efecto, esto es entendible y perfectamente aceptable; sin embargo, esto podría significar creer en el universo, en la naturaleza, en un ente, en cualquier cosa que no sea precisamente el Dios del islam. 

Avicena puede demostrar que sí es el Dios del islam por las siguientes características. 


  • Unidad: debe existir un único ser necesario, de haber dos, entonces tendríamos que decir que uno de los dos es contingente. 
  • Simplicidad: debe ser simple porque de ser compuesto entonces ninguna de sus partes podría ser compuesta, puesto que ya se estableció que es simple.

Estos dos aspectos son los considerados por Avicena que coinciden con el Dios del Corán, en el sentido de que un ser necesario no es creado y que no está compuesto porque no es múltiple.

Regresión infinita

Existe un problema al plantear que solo existirían seres contingentes, pues esto nos llevaría a la conocida regresión infinita. En efecto, podríamos ir al infinito diciendo que hay seres que provienen de otro, en cambio, cuando existe uno necesario se evita caer en dicha regresión. Por lo demás, no solo porque hay un argumento de que debe existir un ser necesario, sino que también por el motivo de que de una infinita regresión nada llegaría a la existencia, claro, si fuera infinito, entonces todavía estaríamos engendrando seres sin llegar a una existencia determinada. 

Con todo, Avicena, de todas maneras nos dice que sí existe la regresión infinita. Es en este punto que Avicena aduce la teoría de los conjuntos. Imaginemos que tenemos un grupo de cosas contingentes. Ese grupo de cosas contingentes se deben a un solo ser  externo al conjunto. Este ser debe ser necesario porque si fuera contingente, entonces sería parte del grupo. En consecuencia, debe ser necesario. 

Sin embargo, Avicena nos dice que el conjunto de contingentes podría no ser un contingente. En efecto, un conjunto de números no es un número en la teoría matemática. Por lo tanto, decir que el conjunto de cosas contingentes es contingente sería falso. Si esto es así, entonces el conjunto de cosas contingentes no es contingente sino necesario. 

Conclusión

El principio de Veracidad sirvió de antecedente a Santo Tomás de Aquino y a Juan Duns Escoto, pero recibió fuertes críticas de sus coetáneos Averroes y Al-Ghazali. Sin embargo, creo que la teoría es totalmente plausible en el plano religioso y que la mayoría de los filósofos la sostienen sin problemas. Seguiremos viendo argumentos a favor de la existencia de Dios, pero en orden cronológico ya estaríamos terminando la escolástica. 

Juan Duns Escoto - Tratado del Primer Principio (Capítulo III y IV) (1280)



A continuación veremos las caracterìsticas del Primer Principio el cual Juan Duns Escoto se encargará de enaltecer con toda su filosofía. Vale decir que ya los primers capítulos anteriores nos explicaban la posición que tenía el primer principio con respecto al mundo, y en efecto, el Primer Principio tiene la supremacía de la anterioridad ante cualquier ser, además también de ser el único que puede ser infinito. Veamos lo que nos deja ahora Duns Escoto

Tratado sobre el Primer Principio

Capítulo III: Primacía del Primer Principio

Primera división

Una naturaleza que es eficiente en efecto es una naturaleza efectuada; es decir, una naturaleza causada. Esto también quiere decir que todo aquello que es causado tiene una efecto causador que lo causa. 

Segunda división

Lo que es efectivo (lo que causa) es simplemente primero. Tengamos A como un ser efectivo y B como un ser efectuado. Los filósofos dicen que la infinidad es posible hacia arriba, en otras palabras, de modo ascendente, pero esto no es así. Tengamos el siguiente esquema. 


Si es así como en la imagen, entonces póngase B antes de A lo que será absurdo porque un efectuado no puede ir antes de un efectivo. Esto se produce porque los filósofos no han puesto el orden esencial sino que más bien un orden accidental. Esto provoca que se ignore el ser efectivo, el cual no es causado por ningún otro. 

Duns Escoto distingue al menos dos tipos de orden de causas:

  • De por sí
  • Accidentales

En este respecto, las causas de por sí tienen un orden  jerárquico al ser superiores, una puede venir tras de otra. En cambio, en las causas accidentales no existe un orden jerárquico. Todas tienen las mismas caracterìsticas.

No puede haber una infinidad de causas de por sí, es decir, no hay un orden infinito porque de este modo nadie sería superior. Tampoco lo hay en lo accidental, pues lo accidental proviene de un principio superior, ese es su punto de partida. Cada miembro accidental depende de lo mismo, eso mismo es por aquello que se mantiene pero no se perpetúa.

Tercera y Cuarta división

De no ser el efectivo un primer ser, entonces tendríamos solo sres causados hasta el infinito lo cual es absurdo. Tendríamos que detenernos en un ser causado, pero luego de él habría otro y así. 

Quinta y Sexta división

Es imposible que puedan existir dos naturalezas necesarias. Es imposible porque ninguna cumpliría con el orden de la naturaleza, a pesar de ser dos. En efecto, si nosotros contamos dos naturalezas necesarias, entonces precisamente en ellas debe existir un orden. La paradoja es que no pueden existir dos naturalezas si se suponen que no dependen ni la una de la otra. Nada en este mundo existe sin un orden esencial, por lo tanto, una tendría que depender de la otra y ya no sería esencial.



Capítulo IV: Simplicidad, infinitud e inteligibilidad

Primera conclusión

El primer principio no tiene causa y por lo tanto no tiene materia ni forma. Tampoco tiene diversas perfecciones que la incluyan dentro de un género para que tenga diferencia. 

¿Por que no tiene género? porque todo aquello que tiene género debe necesariamente definirse por lo que puede caer en una especificación al mismo tiempo. 

Segunda y Tercera conclusión

La perfección simple es aquella que es absolutamente mejor que cualquier cosa que sea incompatible con ella. En este sentido, esta perfección debe anteceder a todas las cosas por tener una esencia noble. 

Cuarta conclusión

No solo hay una eficiencia en aquella naturaleza sino que también hay una voluntad. Todo ser obra por alguna necesidad y esta primera naturaleza obra hacia un fin. Sin embargo, puede objetarse que si el fin de la primera naturaleza es crear un ser causado, entonces el fin que tiene es contingente y no necesario como lo es su naturaleza. ¿Cómo puede un ser necesario tener por fin un ser contingente?

Sin embargo, Duns Escoto nos dice que ser movido por otro y moverse es una cuestión necesaria. En efecto, si esto no se produjere entonces sería algo contingente, podría moverse y no moverse cuando se es movido lo cual es absurdo. Por consiguiente, cuando la primar naturaleza mueve lo hace necesariamente y por lo tanto, esto es un acto necesario. 

Podría objetarse a Duns que la forma sería la que movería a la materia, pero la materia podría no obedecer siendo contingente. No obstante, eso no ocurre cuando la forma es lo esencial y en otras palabras, lo que ''manda'' a la materia.

Quinta y Sexta conclusión

El primer eficiente ama el primer fin. Cuando se dice que el objeto ama por voluntad, no es otra cosa que decir que la voluntad ama. El principio también se ama así mismo, pues de amar a otro entonces tendría que ser de otra naturaleza. Amaría algo distinto a él, y lo único distinto a él es lo contingente. Sería absurdo que amara lo contingente siendo el necesario. 

La voluntad y el querer son idénticos y se encuentran en la naturaleza primera. 


Séptima conclusión

Nadie puede causar si no es por amor a un fin. Sin embargo, no solo necesita de un querer sino que también de una intelección que lo ayude a llegar a ese fin. Por otro lado, el inteligir puede también ser un accidente, puesto que puede ser receptivo con algunas cosas y con otras no; de ahí que existan humanos más inteligentes que otros. 

Sin embargo, cuando se entiende a la primera naturaleza, todos la entienden por igual, nadie se equivoca al contemplarla en su sustancia. Dígase lo mismo del querer. 

Octava y Novena conclusión

Todos los seres que son infinitos en potencia no pueden tener fin, reciben una cosa después de otra. Lo mismo se puede decir de los seres que son infinitos en acto. Esto quiere decir que puede existir perfectamente una pluralidad infinita y perfecta. En efecto, en las personas hay una pluralidad de cosas perfectas, pero perfectas en relación a sus características (una mano, un brazo, o cualquier cosa que se repute perfecta desde su naturaleza). Pero siempre habrá una cosa más perfecta que otra, en este sentido, la perfección de hombre está en su intelecto.

Décima conclusión

Duns Escoto nos rectifica nuevamente que Dios no es un género, pues el género comprende un grupo de especies que a veces suele ser confuso. Por eso, como el género es imperfecto, entonces Dios se entiende como especie y no como género. Por otro lado, el concepto de género y especie no sería nada más que el concepto que tiene el hombre de cada uno de los seres. 

Conclusión

Vemos que Juan Duns Escoto tiene una idea muy particular de Dios y que especialmente difiere de todos los filósofos cristianos anteriores. Podemos ver al menos tres o cuatro disensiones que Duns posiciona en el pensamiento escolástico: voluntad, univocidad, género y especie. Quizás, este es un cambio para el pensamiento escolástico, pero ¿podrá sostenerse?

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domingo, 19 de enero de 2020

Principio de Identidad


Principio de Identidad

Puede ser uno de los principios de la lógica más simples, pues se trata de una tautología que nos da la veracidad sobre algo y la verdadera identidad de una cosa. Se basa en el principio de que una cosa es una cosa y no otra. 

¿Por qué se habla de un principio que al parecer es tan obvio? porque es el único que nos puede permitir pensar la veracidad de un ser. Además, esto puede dar la seguridad al lector de aquello que se está hablando. Por ejemplo, si por gato quiero decir perro, no seré entendida de ninguna manera. 

Parménides

Este principio podemos entenderlo desde el gran filósofos presocrático Parménides, quien decía ''lo que es es y lo que no es no es''. Simple proposición que nos ayuda a ver la verdad del género de una cosa. 

Aristóteles

Aristóteles decía que existía una unidad accidental y otra esencial. Cuando se habla de algo esencial es cuando una cosa es idéntica a sí misma, y cuando se habla de algo accidental es cuando la cosa se parece a dos cosas más. 

Santo Tomás de Aquino

El aquinate nos decía que una cosa es inteligible por su esencia, por lo tanto, lo que hace tener a una cosa una identidad es la esencia misma. Las cosas son inteligibles porque son idénticas a sí mismas, de modo contrario, las cosas son ininteligibles si no son idénticas a sí mismas. 

San Buenaventura

El filósofo católico San Buenaventura, apoyando el argumento ontológico de San Anselmo de Canterbury nos dice que ''Dios es Dios''. En efecto, esta proposición es tan evidente que cuando hablamos de Dios hablamos de todos los atributos que se asocian a él. No puede caerse en error cuando se dice que Dios es Dios; es una premisa verdadera. 

Conclusión

Básicamente, la identidad de una cosa es lo más evidente que pudiera existir en cualquier ser. Sin embargo, de no tenerla no podríamos entender absolutamente nada. Es por eso que la claridad en cuanto a la identidad de algo es tremendamente importante. Sin esto no puede seguirse argumento alguno.