Los mercader fueron una figura central en el renacimiento y es que formaron parte de lo que se conoce (y se ha conocido) como capitalismo. En este blog no hemos visto la figura de los mercaderes, salvo cuando nos referimos a la figura de la Banca en la Antigua Grecia, entrada que nos dio la evidencia de que las transacciones de dinero ya se hacían en aquellos tiempos remotos. Sin embargo, aquí ya tenemos de algún modo u otro la figura del mercader de manera definitiva y acertada. Por lo tanto, veamos qué nos dice Tomás de Mercado con esta importante profesión.
Referencias:
(1) Tomás de Mercado es particularmente crítico de los extranjeros mercantes en un reino. Propone que se los castigue o se los destierre.
(2) En verdad, el estanco es un monopolio estatal. En otras palabras, Tomás de Mercado nos dice que dejar la actividad mercante a los particulares formaría un monopolio privado.
(3) Nótese que este podría ser el concepto que más tarde se daría a conocer como equivalente a ''empresa''.
(4) Posibles ideas a una empresa limitada y una sociedad anónima (al menos en el caso de Chile).
(5) Este es básicamente el esquema del vicio matemático del Código Civil: la lesión. Si el vendedor vende a menos de la mitad del precio justo y si el comprador compra a más del doble del precio justo, para cada caso por separado existiría lesión. En Chile esto se ve en el artículo 1889 del Código Civil.
(6) Cuando se habla de ''frutos'' debemos entenderlos como ''frutos civiles'' es decir, aquellas ganancias que se obtiene de una propiedad. Por ejemplo, el arrendamiento de un inmueble genera frutos civiles (dinero).
(7) En otras palabras, este es el fenómeno económico conocido como Monopolio.
Vocabulario
(1) Monipodio: es una alteración de la palabra ''monopolio''. Sin embargo, monipodio significa ''conjunto de personas que se reúnen para cometer fines ilícitos''. Para Tomás de Mercado son ladrones.
(2) Subasta de bienes a bajo precio.
SUMA DE TRATOS Y CONTRATOS
LIBRO II: DEL ARTE Y TRATO DE LOS MERCADERES
Capítulo I: Del intento de autor
La negociación con la tierra es una de las más comunes de acuerdo con Tomás de Mercado. De ahí que las distintas profesiones see sirvan de todo lo que se produce en la tierra. Es por esto que los españoles, una vez conquistadas las Indias Occidentales, tienen con los naturales del lugar dos tratos:
- Mineros
- Mercaderes
- Vender en Sanlúcar no es lo mismo que vender en Granada ni en las Indias. Los precios van cambiando
- Acciones buenas: amar a Dios, alabarle, obedecer o honrar a los padres
- Acciones malas: mentir, blasfemar y hurtar
- Acciones indiferentes: pasearse, hablar, ir al campo o vestirse
- Callar
- Vestir llano
- Comer poco
- Andar galano
- Vestir costoso
- Comer regaladamente
- Un profundo olvido de Dios y de las cosas espìrituales
- A partir del primero, se cometen muchos otros vicios distintos pero que tienen una base igual
- Llevando ventas por mar
- Llevando ventas por tierra
- Llevando ventas al interior del pueblo
- Compramos para gastarlo y consumirlo
- Compramos para luego venderlo
- Vendemos para provisión de la familia
- Vendemos para luego comprar y vender nuevamente
- Los mercaderes deben tener el bien común como primer fundamento de su actividad
- Favorecer con su ganancia a los pobres
- Sustentar con sus tratos e intereses el gasto de su casa
- Que no tengan una casa o lujos grandes y costosos: esto porque luego se puede creer que se ha hecho gran ganancia con las necesidades ajenas. Se les creerá avaros y vanidosos con tantos lujos
- Vivir modestamente: porque excusa costa, ahorra dineros y hácese bienquisto y acreditado
- Hablar poco: en cualquier negocio ajeno se debe hablar poco porque de hablar mucho se llega a la fanfarronería
- No juren todo el tiempo: de los miles de juramentos, la mayoría será perjurio y no se cumplirá
- Dar limosna: limpia de las cargas que por ignorancia tenía (más que por malicia)
- Deben ser aficionados a los buenos libros: servirán de despertador de almas y conocer otra realidad que la de mercader
- Debe oír la misa: se saca gran fruto que antes no se tenía
- Debe tener un confesor: esto para que pueda hablar con total libertad de aquellas cosas que le angustian y de aliviar su conciencia.
- Expeler y quitar de la ciudad a los mercaderes y sobre todo a los extranjeros. Luego, debe poner a tres o trece que sean mercaderes dándoles el causal necesario para que lleven todo lo necesario.
- Reservar para sí la tríada, entrada y venta de algunas mercaderías. Sin embargo, esto debe ser ejercido por mercaderes de la propia república, no por particulares que finalmente se dedican a crear estanco(2).
- Facultad para establecer y promulgar leyes que se guarden en los contratos y tasar y poner los precios en la ropa, por el cual están obligados todos a vender en conciencia.
- Un caballo que vale cien ducados: iguales son cuanto a la venta los cien ducados y el caballo, y justicia conmutativa se guarda dando los ciento y tomando el caballo, consintiendo en ello las partes. Pues si en la compra ha de ser igual lo que se vende y lo que por ello se da
- Impuesto por las leyes (precio legal)
- Accidental que se refiere a lo que ahora vale la cosa (precio natural)
- Precio a favor del comprador
- Precio a favor del vendedor
Las tasas no deben ser perpetuas sino modificables según el tiempo y las circunstancias. Para fijar las tasas de las mercaderías necesarias siempre se tendrá que tener en cuenta el bien común, secundariamente a la ganancia de los mercaderes porque estos también necesitan protección. Así se ha visto en el derecho común de España donde se dice:
Las tierras y lugares donde usan los mercaderes llevar sus mercaderías son, por ende, más ricas y más abundadas y mejor pobladas y, por ende, mandamos que todos los que vinieren a las ferias sean salvos y seguros sus cuerpos y sus haberes y sus mercaderías. Y en el título de los almojarifazgos en las ordenanzas de Sevilla dice: Mando y tengo por bien que todos los mercaderes que vinieren aquí a Sevilla y a Cádiz sean guardados -como está dicho. Y manda al consejo y alcaldes y alguaciles y almojarifes que los guarden y los amparen y sus pleitos sean librados luego y sus deudas les sean luego pagadas.
Es decir, se reconoce que donde hay mercaderes la tierra es más rica y abundante, por eso Tomás de Mercado nos dice que debe protegerse a los mercaderes. Deben tener en consideración las costas de traer todos sus productos a un país determinado.
Aumentar o disminuir el precio depende de tres cosas a saber:
- Si hay ahora muchas más mercaderías o muchas menos que cuando se apreciaron
- Si hay muchos o pocos compradores
- Si hay más o menos dineros y suelen vender de contado
Cambiando un poco de tema, Tomás de Mercado comienza a hablar del rol de los confesores para con todas las personas. Su importancia radica en ser un inspector de la conciencia y que finalmente, aquel que se confiesa se alivie y tome el camino correcto. Tanto es así que el filósofo los considera ''los padres de la república''.
Capítulo VIII: Cuál es el justo precio donde no hay tasa, y de los monipodios y ventas ilícitas
Una venta lícita necesariamente requiere de una buena conciencia en el que la vende. Para no quedar con esta mancha de conciencia es preciso que si la mercadería tiene algún defecto, aunque este fuese notorio, se señale oportunamente al comprador. Por ejemplo, si el caballo está tuerto, que se indique con la mano o que se señale de alguna otra forma que lo está.
Si la falla del producto no es visible, entonces el mercader no puede venderlo sin señalarle dicha falla. Si lo hace a pesar de estas advertencias, entonces el vendedor incurre en pecado y tendrá que indemnizar al comprador.
Una práctica abominable en España y en otros sitios es el acuerdo entre mercantes en no bajar el precio de sus productos. Esta práctica se llama Monipodio (un solo pie)(1) en la cual muchos vendedores acuerdan el precio de sus mercancías. Las penas para estos hombres van desde la confiscación de todos sus bienes hasta el destierro. Por lo tanto, no solo es injusto que se vendan las cosas a un precio mayor al que valen, sino que también es ilícito.
Capítulo IX: De las compañías de los mercaderes y de las condiciones que se han de poner para que sean justas
El comercio pone en ruedas la compañía de los mercaderes en todas sus gestiones. Es vital, para tener una buena compraventa de productos, que el mercader tenga acompañantes o socios. En estas compañías(3), unos hombres ponen dinero, otros trabajo y otros la negociación. Algunos ganan por partes iguales y otros ganan en partes desiguales.
Dentro de estos acompañamientos existen ciertos elementos que se comparten entre los mercaderes.
- Que el trabajo o negocio que representa más riesgo de vida no solo es estimado naturalmente, sino que también es estimado en dinero
- Que lo principal se exponga a pérdida o ganancia
Para los mercaderes, mucho más importante que el dinero es el negocio del mismo. El mismo Justiniano decía: todos sabemos y nadie duda que pueden dos hacer compañía, aunque el uno solo ponga el dinero si el otro lo trata y negocia, porque muchas veces la industria e ingenio de unos aprovecha tanto como la moneda del otro, y a las veces más. Solo el dinero jamás gana y, si solo alguna vez gana, como en la usura, es contra natura su ganancia, ganancia nefanda; mas sola la diligencia gana lícitamente y enriquece muchas veces al hombre.
Cuando la compañía se hace entre personas que no les constriñe a ello necesidad, cualquier condición se pueden sacar y poner, aunque sean algo injustas, sabiéndolo y entendiéndolo las partes, porque no hay agravio ni fuerza adonde hay voluntad y no necesidad. Como si uno, poniendo la mayor parte y solicitándolo, ganase sólo la mitad, o, si poniendo la mitad, no corriese el riesgo de nada, sino que el otro lo tomase en sí.
Si alguno de los compañeros sacase algún buen pedazo de hacienda de la compañía para casar su hijo o su hija, está obligado a satisfacer a los compañeros lo que se deja probablemente de granjear con ello o los daños e inconvenientes que se incurren por haber disminuido el caudal.
Asegurar el puesto por todo el tiempo de la compañía es lícito, como no sea el otro compañero asegurador. Y, si esto no se puede hacer, aunque él se convide y ofrezca a ello, cuán injusto será sacarle por condición lo asegure si quiere su compañía, gran usura y maldad.
Aun en caso que el otro se ofreciese no lo debe admitir ni consentir, porque, dado que convidándose a ello por ventura se excusa de pecado, tiene muy mala apariencia y peor sonada. Y pues le ha de costar sus dineros el asegurarse, busque otro con quien no pierda de su honra y escandalice la ciudad en hacerlo, en especial que no le faltará; que, cierto, el asegurar el puesto mi compañero, aunque se haga con toda la llaneza y libertad del mundo, no hay doctor que no lo condene y repruebe, a lo menos por la mala especie y rostro que tiene.
Tomás de Mercado dice que de asegurar el principal, se entiende por semejante de la ganancia que probablemente se espera, si hubiere algún necio que a ello se salga. Mas le asegurare que no falte asegurador, porque la codicia trae consigo la necedad y ceguedad, y faltar codiciosos en el mundo sería faltar el sol en el cielo, que es imposible.
Capítulo X: De lo que se ha de hacer cuando quiebra o se alza un compañero
Fuera de esto, cada uno se hace deudor de lo que recibe de otro, así por vía de encomienda como de compañía y se obliga a dar razón de ello.
Fuera de esto, cada uno se hace deudor de lo que recibe de otro, así por vía de encomienda como de compañía y se obliga a dar razón de ello. La razón que ha de darle es volverle su retorno conforme al despacho que hubo la ropa y según la instrucción que le enviare el principal, o, a lo menos, mostrar escrituras públicas de las ditas a quien fió y probar que al tiempo que se la vendió eran saneadas, con quien se podía tratar.
Las pérdidas que tenga alguno de los compañeros de la compañía es exclusiva responsabilidad de él mismo, es decir, la compañía no se puede hacer cargo de él ni tampoco los demás compañeros. Pero ¿qué pasa cuando tienen que reunir y realizar los aportes a la compañía? el compañero que lo perdió no está obligado a pagarlo. Lo que sí está obligado a pagar es lo que recibió directamente de la compañía, pero no aquello que es propio.
Para Tomás de Mercado, cada compañero tiene su propia hacienda y es responsable por su propia hacienda. Sin embargo, si lo que debe es de una hacienda ajena, entonces se encuentra obligado a pagarla. En este sentido, cuando un compañero cae por deudas personales no se le puede ayudar, y si cae por deudas del trato, que tuvo con otro compañero, se le debe exigir el pago.
Por otro lado, aunque estos compañeros deudores tengan la mano de sus acreedores encima, estos últimos también pueden perdonarlos por la remisión (modo de extinguir las obligaciones), o también podrían considerar ese dinero debido como una donación. Esta remisión es por exclusiva misericordia de los mismos acreedores para con sus deudores, aunque es libre de perdonar a unos y condenar al pago a otros.
Capítulo XI: Del vender y comprar de contado
- De contado
- Fiado
- Adelantado
Capítulo XII: Donde se trata cuál es el precio justo en las almonedas(2) y cómo se ha de repartir las rentas en los bienes raíces
La almoneda siempre es pública y tiene sus propias condiciones. Por lo tanto, en la almoneda puede que la cosa se remate a más o menos de lo que valía. Sin embargo, donde puede ocurrir ilicitud es cuando la cosa que se vende está viciosa en su género o en su especie. También, hay ilicitud cuando los príncipes o autoridades seglares se juntan secretamente en algún lugar, ''como compadres'', en palabras de Tomás de Mercado, al margen del conocimiento público que deben tener las almonedas.
Sin embargo, aunque la almoneda tenga sus propias condiciones, el precio justo siempre será aquel que imponga la justicia y la ley civil. Este precio es aquel que no excede la mitad de lo que valía la cosa. En ese sentido, existen tres maneras de vender:
- Venta de la República: este precio es único e indivisible
- Venta del pueblo: el que ponen el pueblo y el tiempo (intereses)
- Venta según al ley civil: que no exceda de la mitad de lo que valía la cosa
Tomás de Mercado manifiesta su profundo rechazo a la práctica del fiado. El fiado quiere decir vender algo sin cobrar en el acto, pero que se cobra en el futuro con intereses. Esto promueve la usura y el vendedor se lleva más de lo que podría cobrar en el acto.
Lucro cesante y daño emergente
Para evitar la práctica del negocio y la puja, los vendedores cobran lo que les hubiera resultado negociar e incluso más. A esto se le llama lucro cesante, el cual es una ganancia potencial que habría valido de no tener perjuicios. El daño emergente tendría relación con el daño directo que se causa al patrimonio de una persona, en este caso, se produce un daño al vendedor cuando se le compra a un precio que sería mucho mayor o menor de haber negociado.
En este sentido, para Tomás de Mercado el lucro cesante del vendedor no está justificado, pues cuando vende al fiado, pensando que dejará de percibir aquello que por medio del negocio directo habría perdido, engaña al comprador pues este acepta el fiado y luego le suben el interés. Si el fiado supera con creces la venta directa, entonces no hay lucro cesante.
Guardar el dinero o los bienes
Otra de las prácticas que suelen emplear tanto los vendedores como los mercaderes es guardar los bienes o dinero, con el fin de utilizarlos en ciertas ocasiones. Cuando hay demanda de ropas, el vendedor las guarda para que el comprador, viéndose en necesidad, le compre más caro. Lo mismo hará el comprador que guardará su dinero para cuando los precios hayan bajado.
Tomás de Mercado concluye que en los mercaderes comúnmente no hay título de lucro cesante, vendiendo al fiado, no porque no interesarían por ventura algo, si luego le pagasen, sino porque dejar de ganar no es bastante razón ni justo título para que a costa ajena lo pueda recompensar; sino sólo cuando fuere el otro causa, a lo menos con su ruego y petición, de que yo desista de mi propósito, que era guardar la ropa para adelante, si hay alguna probabilidad moral valdrá más.
Capítulo XIV: Donde con nuevas razones se prueba el mismo intento y se descubre el justo precio al fiado
Hay veces que el precio justo corresponde tanto al fiado como al contado, y dicho precio no debe excederse ya sea de cualquiera de las dos formas para así evitar la injusticia.
Como habíamos dicho anteriormente, es la República la que debe poner el precio a las cosas porque de ella provienen las leyes y por lo tanto, el bien común. Así, los mercaderes se tendrán que ajustar a las tasas que imponga la República.
Sin embargo, la injusticia no solo está presente en ala actividad al fiado sino que también al contado, sobre todo cuando los mercaderes suben el precio de la cosa que venden a niveles muy altos.
Lo guardado daña más que aquello que se vende
Tomás de Mercado vuelve a insistir de lo dañino que es guardar la mercancía. Este daño se presenta de dos formas.
- Cuando se guardan las cosas para venderlas en ciertas fechas determinadas
- Cuando se guardan las cosas hasta que suban de precio sin saber cuándo subirán
En consecuencia, el precio de la venta siempre se debe realizar de acuerdo con el precio del lugar donde se entrega.
Capítulo XVII: Donde se trata así de las pagas tempranas como de mercar ditas y escrituras, y de los que quiebran y se alzan
Otro de los fenómenos controversiales que nota Tomás de Mercado es el prestamos que se realiza de una cosa, pero se da le pago anticipadamente. En otras palabras, para Tomás de Mercado el pago por adelantado de una cosa es ilícito cuando ese pago es menor del precio justo que se había considerado. Por ejemplo, si se vende una cosa a un plazo de un mes y pago en 20 días, si en esos días pago lo que se resta de 10 días menos por no llegar la fecha, entonces se comete un ilícito y no se paga el precio justo.
Este pago a plazos se llama ''dita'' y era muy recurrente usarlo tanto en las Indias como en España, pero al pagar la dita por adelantado sin dar el dinero convenido, al contrario, mucho menos dinero, entonces entramos en una dita ilícita.
Existe otra conducta ilícita con respecto a aquellos que se declaran en quiebra. Muchos de ellos lo hacen cuando ven que ya no pueden pagar sus deudas y manifestando la quiebra, alegan que ya no se les puede seguir cobrando.
Capítulo XVIII: De los tratos de Indias y tratantes en ellos
La práctica del fiado se está haciendo muy recurrente tanto en España como en las Indias. La verdad es que la costumbre del fiado se deriva de allá y paulatinamente, en las Indias, se dejó de comprar al contado que es el negocio más apropiado. También está la gran riqueza de venta del Perú, en la cual se hace imposible pagar todo al contado, por eso se vende al fiado los productos de cada ciudad.
Además del fiado, otra práctica es la del cobro por cargazón sea al fiado o al contado. Lo primero, que si las cargazones se ponen a sesenta y cinco por ciento y a tres cuatros, que es por entonces el precio justo, si le piden a uno de ellos que fíe su ropa a cuatro sietes, subirá su cargazón por la dilación del tiempo a ochenta, y aun dársela y a más, si a más largos plazos se la piden.
Capítulo XIX: De mercar la plata en plancha y los tomines
El precio que sí puede variar en un mercado es el de la plata en plancha. Para Tomás de Mercado, no es ilícito que la planta se denve a menos o a más de lo que dice la ley. Esto porque su valor si bien varía, el monto variable es sumamente poco con respecto a otros materiales, además de que los jueces nunca han castigado que se venda su precio por menos o por más. Por lo demás, en esos años, en España, esta variación ocurre cada 6 años. Este modo también se utiliza en los tomines que son aquellas monedas que se usaban en algunas partes de América. La plata y el oro es valor y precio de toda la República.
Capítulo XX: De cuán perjudicial e ilícito es siempre el atravesar
Para Tomás de Mercado, un fenómenos muy particular ocurre en la venta de cosas ya sea en las Indias o en España. Este fenómeno se da cuando un vendedor reúne muchos productos y los vende a los más diversos precios, consiguiendo altas ganancias ya que es el único que tiene la venta de dichos productos(7).
Es así que dentro de esta misma explicación, el filósofo relata la historia de Tales de Mileto, quien con la ayuda de sus cálculos astronómicos pudo acertar de que habría una gran demanda de aceitunas. Compró todas las semillas de aceitunas y en efecto, logró armar un pequeño monopolio. De Dionisio se habló de igual manera como dice Aristóteles, con la diferencia de que Dionisio hizo monopolio con el hierro. Estas prácticas son condenadas por el mismo Tomás de Mercado quien dice:
''hombre que ganaba con daño y pérdida de muchos''
Esto se une a la práctica también de guardar que ya habíamos comentado anteriormente, es decir, guardar para que todo se encarezca y luego sacar aquellas cosas guardadas, venderlas a un precio mucho mayor del que debieran.
Capítulo XXI: Del trato de los negros en Cabo Verde
Para Tomás de Mercado el mercar esclavos es un negocio lícito y de jure gentium (derecho de gentes). Para este negocio se encuentran variados títulos:
- La guerra
- Ilícitos
- Facultad de vender hijos
La definición de barata que emplea aquí Tomás de Mercado no difiera de las que podamos comprender hoy. Una barata es un lugar o una tienda donde se venden productos a muy bajo precio. Claro, el vendedor tiene cierto objeto en desuso o precario del cual se necesita deshacer, y por otro lado tenemos un comprador que necesita ahorrar dinero en ciertos productos.
Es posible que debido a las baratas los compradores o extranjeros de otras tierras pierdan interés inmediatamente en aquel lugar. Los productos son a bajo precio, pero de poca o nula calidad. Por lo tanto, parece ser que Tomás no tiene en buena estima este tipo de tratos. Sin embargo, bien las acepta si estas se hacen al público, pues es en esos momentos donde florece la buena conciencia tanto del vendedor como del comprador. De hecho, el mismo nos dice que existe una barata llamada infernal, y el filósofo las describe de la siguiente forma:
''El que está en necesidad dice al corredor «Yo he menester mil ducados a pagar de aquí a un año o más; buscádmelos». El corredor busca quien de ropa fiada por aquel tiempo y, por otra parte, quien la tome y compre de contado, con pérdida de tanto por ciento, y provéase de los mil ducados con aquella partida''
Este contrato, de acuerdo con el filósofo, es lícito pero en esencia es injusto y usurario.
- Injusto: por los excesivos precios que se pactan
- Usurario: porque el exceso es en razón del tiempo en que se fía
Aún más peligrosa es la figura del corredor en quien se tiene confianza, pues es sabido que estos pactan el precio también con el comprador y que luego al vendedor se le da otra información. En efecto, muchas veces los corredores hacen su corretaje como si fuesen los vendedores principales, obteniendo ganancias mucho más altas que el propio principal.
Capítulo XXIII: Del pasaje de Europa a las Indias Orientales y Occidentales
Para Tomás de Mercado, la llegada de flotas y navíos a Europa y a las Indias se ha dado con un flujo impresionante. Jamás en la historia se había dado un fenómeno de esta naturaleza por solamente la ambición de obtener riquezas.
De estos tratos y negocios surgen ciertos peligros que la experiencia ha sabido sortear. Los hombres se han vuelto expertos en las cosas relativas al mar y consciente de los peligros cobran aún más por la eventualidad de estos. Es por eso cierta la frase de Hesíodo:
''Es mejor la mitad que el todo''
¿Qué quiere decir esta frase? que cuando la ambición nos lleva a todo, puede ser que algunas veces por ese mismo afán de tenerlo todo, perdamos todo. Entonces, entre arriesgarlo todo y tener la mitad de ese todo, siempre será mejor tener la mitad que el todo.
Conclusión
Sin duda que todo lo dicho aquí por Tomás de Mercado es una critica a la situación económica y financiera de las Indias con respecto a España. Es primera vez que vemos un acercamiento tan estrecho entre la filosofía y la economía, podríamos decir que estos son los comienzos de una economía moral aunque sus precedentes ya nos vienen incluso de la antigua Grecia. La figura del mercader es realmente interesante porque muchas veces se inclina más por lo económico que por lo moral, y ahí está el error según el filósofo.