miércoles, 24 de octubre de 2018

La Regla de San Agustín

La Regla de San Agustín

La regla de San Agustín fue creada en el siglo V d. C. y fue utilizada por sus sucesores para mantener una vida monástica. Estas fueron diseñadas a partir de los escritos que San Agustín había escrito al final de su vida. Podemos ver que el filósofo apostaba por una vida pacífica y monacal para la comunidad cristiana. 


Agustinianos y Benedictinos

Que San Agustín haya tenido una vida monástica aún está en duda. Lo que si es cierto es que Agustín hizo leyes para los monjes y monjas de Roma incrementando su número, pero estos no pudieron ser clasificados en una familia monástica específica (o incluso, si alcanzaron a tener una vida tal). Por otro lado, también tenemos el antecedente de que San Agustín fundó un monasterio en Tagaste

En el siglo XI, muchos monjes ascéticos se dejaron guiar por las reglas de San Benito; sin embargo, estas reglas ya no satisfacían las demandas de las autoridades monásticas. Por lo tanto, los monjes adaptaron los escritos de San Agustín y crearon estas reglas basadas en el pensamiento del filósofo. Todo esto se concretó en el Concilio de Letrán.

Capítulo I: Comunidad

Este primer capítulo nos habla de algo sorprendentemente platónico: el objetivo de tener una sociedad común. En otras palabras, San Agustín nos decía que todos debíamos tener iguales cosas en cuanto a nuestras necesidades, pues todos somos distintos.

Por lo mismo, Agustín dice que si un hombre entra al monasterio con algún objeto de valor, dicho objeto se convertirá en algo común para todos. Sin embargo, si un hombre viene a buscar al monasterio algo que no encontró afuera, tampoco lo encontrará en el monasterio. 

También exhorta a que ningún hermano del monasterio se muestre altivo o soberbio con los recién llegados, incluso si estos provenían de familias ricas. Recordemos que uno de los pecados más terribles para San Agustín era justamente la arrogancia. 

Capítulo II: Oración

Este capítulo se refiere a la oración la cual se debe hacer a la hora indicada, pero si alguno quisiera hacerla a otra hora por supuesto que está permitido. 

Capítulo III: Salud

San Agustín nos dice que para mantener una vida monacal se debe tener abstinencia, en la comida y en el trago. Esto implica que se debe ayunar a las horas correspondientes; sin excesos y sin faltas. 

Seguramente, aquellos que se unan a la vida monacal y lleven poco tiempo, deben adaptarse poco a poco y deben ser ayudados por los más fuertes en un ambiente de tolerancia. 

Capítulo IV: Castidad

No se debe agradar con el ropaje que lleve, sino que con la actitud que tenga el monje. Siempre deben permanecer juntos sea dentro o fuera del templo. 

La castidad es un deber que se debe cumplir a cabalidad. No se les prohíbe estar con una mujer, pero sí se les prohíbe desearlas o ser deseados por ellas. El deseo no lo suscita el tacto, sino más bien la mirada pues es por este medio que empieza todo. Por esto, Agustín llama a amonestar a todas las mujeres u hombres que tengan una mirada lujuriosa, porque ahí es donde se desvanece tal deseo. 

Quien sea sorprendido con cartas o proposiciones de una mujer, debe aplicarse un castigo más severo, pero si lo confiesa antes de ser descubierto se le perdonará y se orará por él. 

Capítulo V: Administración de los bienes

Como se dijo en el capítulo I, todo debe ser en común en la comunidad, tanto la ropa como la comida. Las visitas también son bienvenidas y nunca a escondidas. En pocas palabras, nadie puede tener una actividad individual, pues todo es para todos. Como diría el mismo San Agustín:

''Anteponer los intereses comunes a los propios y no los propios a los comunes''

Se añade además que se cuida mejor lo que es de todos que las propias cosas. 

Capítulo VI: Perdón

No deben mantenerse las disputas, deben terminarse de inmediato para evitar la ira y el odio. 

''El que odia a su hermano es un homicida''
(Juan 3:15)

Cualquier hombre que haya perjudicado a otro por la razón que fuere, debe inmediatamente remediar lo que hay hecho. Si los dos han tenido la culpa, pues los dos deben perdonarse mutuamente. Todo perdón se debe hacer desde el corazón, de lo contrario, estará sin motivo en el monasterio. 

Capítulo VII: Obediencia y autoridad

Los monjes deben obedecer a todos sus superiores porque en el monasterio debe ser jerárquica. Quien llegue a dominar a los demás debe mandar desde la caridad y no desde el poder. Debe ser un hombre conciliador y que llame a la paz.

Estos deben recordar que luego deben darle cuentas a Dios por todos los actos hechos. 

Capítulo VIII: Observancia de la Regla

Finalmente, por medios de unos pasajes San Agustín exhorta a todos los hombres a que sigan el camino de Dios diligentemente. Pide que todos los miembros del monacato cristiano entreguen su vida a la abstinencia, además de arrepentirse de todos los pecados que hayan cometido anteriormente. 

Conclusión

Yo creí haber leído la mayoría de las obras de San Agustín de Hipona, pero vemos que el filósofo sigue sorprendiéndonos incluso con estas específicas reglas. Estas reglas no fueron hechas voluntariamente por San Agustín, pero si fueron extraídas por aquellos hombres que lo siguieron. ¿Quien sabe? seguramente después encontremos aún muchas otras teorías del santo de Hipona quien nos dejó mucho en qué pensar. 

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