sábado, 13 de septiembre de 2014

Platón - La República (Libro V: Las mujeres).


La primera parte del libro se dedica a revisar la labor de la mujer en la ciudad a construir. Aquí vemos nuevamente cómo se relaciona a la familia y a las mujeres como propiedad común en la ciudad. Quizás, estos podrían ser los primeros vestigios escritos del Comunismo luego del libro ''La ciudad de Dios'' de San Agustín. La última parte del libro se dedicará a establecer los detalles del conocimiento y sus distintas propiedades.

Referencias:
(1) Los griegos no conciben el cuerpo como un todo integral, sino como una composición de varias partes.


Libro V

Capítulo I y II
Sócrates-Adimanto-Glaucón-Trasímaco


Sócrates se disponía a hablar sobre los tipos de gobiernos que existen una ciudad; sin embargo, Glaucón, Trasímaco (quien se había unido la conversación) y Adimanto, objetaron a Sócrates que un tema no había quedado solucionado: el tema de la convivencia en común.

Es por esto, que los dialogantes interpelan a Sócrates para que este punto quede completo y así proseguir con los tipos de gobierno que era el tema que se proponía desarrollar Sócrates.

Glaucón y Trasímaco le piden a Sócrates responder a todas sus preguntas detalladamente sobre el tema de la convivencia entre el guerrero, su mujer y sus hijos. Sócrates accede de buena forma y comienza desarrollar el tema.

Capítulo III
Sócrates-Glaucón


Sócrates les dice a estos hombres que las mujeres deben seguir la misma educación de los guardianes. Deben instruirse igualmente en la gimnasia y en la música tal y como lo hacen los guardianes. 

Capítulo IV
Sócrates-Glaucón



Ahora, bien reconoce Glaucón que hay una diferencia en cuanto a la naturaleza de los hombres y las mujeres y que por lo tanto se debiera tener trabajos exclusivos para cada uno. Sin embargo, se caería en una contradicción tremenda debido a que habíamos dicho anteriormente que ningún hombre podría diferir en cuanto a educación a las mujeres.

Tenemos una contradicción porque cada ciudadano debe remitirse a lo que su naturaleza le ha asignado hacer. Y es evidente que la naturaleza del hombre y de la mujer difieren.

No obstante, no existe una diferencia en las habilidades para dicho trabajo, es decir, la naturaleza del trabajo no discrimina si el ciudadano es hombre o mujer. Si bien los dos tienen distintas naturalezas, la naturaleza del trabajo no exige expresamente un género específico.


Capítulo V
Sócrates-Glaucón


Sócrates acepta que existen marcadas diferencias entre los dos sexos, pero que estas no necesariamente tienen que diferir de los trabajos a realizar.

Pero, las mujeres si resultan ser más diestras en ciertos oficios relacionados con las comidas mientras que el hombre no tanto. La mujer suele ser más débil en oficios relacionados con la guerra, pero eso no significa que no pueda ejercer dicha tarea. Solamente, sería más difícil emprender ese camino, ya que el hombre es mucho más fuerte que la mujer.

Capítulo VI
Sócrates-Glaucón



Se acepta entonces que las mujeres de los guardianes deben recibir la misma educación que estos en cuanto a la música y la gimnasia.

Luego, Sócrates pregunta a Glaucón sobre si existen hombres mejores y peores. Glaucón naturalmente responde que sí existen y que estos son los llamados guardianes. 
  • Los hombres instruidos en la música y en la gimnasia serán los mejores guardianes, así como también lo serán las mujeres.


Capítulo VII
Sócrates-Glaucón

Ahora se proponen analizar la situación que habíamos descrito en el libro anterior de La República: las mujeres e hijos en común. Las mujeres no deben vivir privadamente con ningún hombre, ni los hijos tampoco pueden ser privados; todos deben ser comunes.

Naturalmente, Glaucón queda un poco desconfiado de este argumento y dice que traería muchos problemas. Sócrates pide excusarse por esta vez de la explicación de la realización de la convivencia en común en la ciudad, pero adelanta que si traería muchos beneficios en cuanto a una unidad política, que necesariamente necesitará una ciudad.

Capítulo VIII
Sócrates-Glaucón


Sócrates dice a Glaucón que no deben existir en la ciudad relaciones promiscuas que lleven unas a otras a un desastre lleno de lujuria; es por esta razón, que se debe instruir el matrimonio en la ciudad.

Luego, ¿que beneficios traen estos matrimonios que plantea Sócrates? Sócrates comienza con las preguntas:
  • Glaucón ¿No tienes en tu casa unos perros cazadores de buena raza y otras de mala raza? Sí.
  • ¿Te preocupas de que nazcan solo los mejores? Sí.
  • ¿De los más viejos, de los jóvenes o de los que están en la flor de la edad? El tercero.
Así, Sócrates extrapola los cuidados que Glaucón tiene de sus perros a los humanos, es decir, en el matrimonio solo deben existir una unión entre las razas más perfectas. De este modo, se tendrá un rebaño mucho mejor en la ciudad.


Capítulo IX
Sócrates-Glaucón



Llevarán a los hijos de los mejores a un dispensario donde se encontrarán con otros hijos que tengan las mismas características, mientras los hijos que tengan características inferiores se les pondrá aparte y ocultamente a los primeros.

Las madres de estos hijos solo podrán amamantarlos durante las primeras etapas de su crecimiento. Luego, las ayas y nodrizas tendrán la responsabilidad de cuidarlos. 

Por otra parte, los padres deben concebir a estos niños en la flor de la vida. Es preciso que las madres los tengan a los 20 y el hombre de esta mujer tenga 30 años. Los padres que no lo hagan hasta esa edad serán condenados de impiedad e injustos.

Capítulo X
Sócrates-Glaucón



Todo lo que divida a una ciudad será o que lo lleve a su perdición, en cambio, lo que une preserva su existencia. La ciudad que comparta sus penas y alegrías entre la comunidad, será una ciudad unida, pero la que se apropia los sentimientos y emociones para si, será desunida.

La expresión ''esto es mío'' y ''esto no es mío'' serán las pruebas de unidad que la ciudad debe tener y la que otorgará más unidad a esta.

Del mismo modo, cuando un hombre se golpea un dedo, todo el cuerpo sufre el dolor y es preciso que el alma y el cuerpo busquen la solución a dicho problema (1). La ciudad debiera responder de la misma manera cuando un hombre sufre o se alegra con una determinada situación. 


Capítulo XI
Sócrates-Glaucón



Sócrates continúa con las expresiones que se utilizan en la ciudad para llamar a los ciudadanos y los gobernantes. Sócrates pregunta y Glaucón contesta:
  • En los otros pueblos ¿existen gobernantes y un pueblo como en la nuestra? Sí.
  • ¿Cada uno de ellos se llaman entre sí ''conciudadanos''? Sí.
Ahora las preguntas van dirigidas sobre como llaman a los gobernantes:
  • ¿Como llama el pueblo de las otras ciudades a sus gobernantes? En algunas señores y en las democráticas gobernantes.
  • ¿Como los llamará el pueblo de nuestra ciudad? Salvadores y protectores.
  • ¿Como llaman los gobernantes de otros pueblos a su pueblo? Siervos.
  • ¿Y entre gobernantes? Colegas de gobierno.
  • ¿Y los nuestros? Compañeros de guardia.
Sócrates pregunta a Glaucón si en la ciudad llamaremos de esta forma a los amigos al igual que en otras ciudades, Glaucón responde negativamente, ya que nadie en la ciudad que se va a conformar pueden llamarse amigos o extraños porque todos son familiares, todos tendrían que llamarse o hermanos o hijos en una ciudad de convivencia común.

Sócrates le dice a Glaucón que no solo debe llamarseles por el nombre de parentesco, sino que también se deben comportar de acuerdo a como se les llame; por ejemplo, si es un padre comportarse como tal y si es un hijo lo mismo.


Capítulo XII
Sócrates-Glaucón



Básicamente, debe existir un respeto hacia los mayores y los menores deben obedecer a todas las reglas que se prescriban en cuanto a los ciudadanos mayores. De no ser así, se les castigará severamente por los guardianes de la ciudad que estarán vigilando dichos comportamientos.


Capítulo XIII
Sócrates-Glaucón



Así, todas estas prescripciones y normas de la ciudad conformarán el apropiado modo de vida en el que debían vivir los guardianes. Con respecto a las mujeres, su trato será igual a la de los guardianes y los dos vivirán en mutua felicidad habitando en al ciudad.


Capítulo XIV
Sócrates-Glaucón



El arte de la guerra debe suceder en común, es decir todos deben ir a la guerra. Los niños en este caso deben estar presentes en la guerra para que conozcan cómo son las luchas y para que al mismo tiempo lo guerreros se sientan más animosos a luchar.

Obviamente, Glaucón advierte el peligro de exponer los hijos a la guerra; pero Sócrates le dice a Glaucón que a los hijos también se les debe proveer de seguridad; por lo tanto, si los hijos van a ser testigos de a guerra también se les debe proveer de seguridad para que atestigüen. 


Capítulo XV
Sócrates-Glaucón


Los respectivos honores acordes a la cultura griega se deben otorgar a los guerreros valerosos que hayan tenido la intención de defender con su vida la soberanía del pueblo. A los caídos en batalla también se los honrará como héroes de la ciudad.

En cuanto a la esclavitud es necesario que no haya ningún esclavo griego para que no sea sometido tampoco a mano de los bárbaros. Sócrates aconseja que todos los helenos deben actuar de la misma forma.

Capítulo XVI
Sócrates-Glaucón


Sócrates comienza diferenciando como se dividen estas dos clases de conflicto llamando una: diferencias en lo doméstico (guerras internas) y diferencias en lo ajeno (guerra).

La hostilidad que ocurre en la guerra interna Sócrates la llama sedición y que esta no debiera ocurrir en la ciudad que se va a fundar, puesto que existen guardianes bien educados que no actuarían como promotores de peleas, sino que al contrario como verdaderos moderadores. Ahora, si pasara un disenso interno, los culpables tendrían que pagar con la pena asignada por los dioses y por los jueces.

Por otro lado, Sócrates añade el concepto de civilización entre los griegos, es decir, que una vez que haya sido atacado un pueblo bárbaro, los guerreros no deberían quemar casa ni apropiarse de campos. Solo deberían privar de sus frutos al pueblo vencido y retirarse. Eso correspondería a la clase de guerreros que se quiere formar.

Capítulo XVII
Sócrates-Glaucón



Lo que se ha conversado y visto hasta acá, han sido las características principales de la ciudad que Sócrates propone a los oyentes. Todo esto con el fin de contestar a la pregunta que incluso en el primer libro ya estaba postulada que se trataba de la justicia.

El hombre justo, dice Sócrates, no se diferenciará de la justicia, sino que será semejante a ella. Sin embargo, Sócrates admite que esto puede no resultar que exista un hombre así completamente. Se ha descrito al hombre justo pero no quiere decir que en efecto exista, Sócrates nos dice que lo mismo puede pasar con la ciudad, su planteamiento está ahí pero puede que su realización no llegue a concretarse aunque no significa que no pueda llegar a existir.


Capítulo XVIII y XIX
Sócrates-Glaucón



Sócrates reconoce que todo el entramado que se ha construido de la ciudad aunque ésta esté gobernada por filósofo, no podrá llegar nunca a la felicidad ni en el ámbito público o privado. 

Se comienza con el concepto del amor. Un enamorado no puede amar específicamente una parte de lo que ama, sino que su totalidad. Los que aman la sabiduría en su totalidad son los filósofos y quien la ame solo de manera parcial, no lo es. Por lo tanto, los filósofos sólo se dedicarían a la sabiduría y no al ejercicio de gobernar puesto que este último o no lo aman, o lo aman en parte.

Capítulo XX
Sócrates-Glaucón



Para explicar el conocimiento y la opinión, Sócrates expondrá 3 ejemplos de distintas personas de la ciudad:
  • Los aficionados a los espectáculos o a las artes.
  • Los hombres dotados para la acción.
  • Los verdaderos filósofos.

Tipos de hombres
Aficionado a los espectáculos
Verdadero filósofo
Características
Gustan de buenas voces, sonidos, colores y formas.
Amante de la verdad y la sabiduría.
Percepción
No pueden percibir lo bello en sí mismo.
Puede percibir lo bello en sí mismo.
Estado
Ensoñación.
Vigilia.
Razonamiento
Se funda en la apariencia.
Se funda en el conocimiento.

El primero no puede ver lo bello en sí mismo puesto que su razonamiento se funda en apariencias y está en un estado de ensoñación porque solo reconoce una parte de lo que es bello, que es la parte de la apariencia. Mientras que el filósofo, al tener su razonamiento basado en el conocimiento, puede captar lo bello en sí mismo. 

A esto hay que agregar algo: 

  • Lo que se conoce existe y lo que no se puede conocer, en realidad no existe.

Pero Sócrates dice que hay algo entre la existencia y la no-existencia.


  • Sobre lo que se conoce: hay conocimiento e ignorancia.
  • Sobre lo que no se conoce: hay un intermedio entre estas dos.
Esto que existe en medio del conocimiento  e ignorancia, Sócrates lo llamará ''Opinión'' (Δόξα). 

Capítulo XXI
Sócrates-Glaucón



Sócrates define así las capacidades: 

''Es un género de realidades gracias a las cuales podemos hacer lo que hacemos, y lo mismo que nosotros, cualquier otra cosa que posea también dicha facultad''
En estas capacidades no se distingue forma ni color, ni ninguna de las cosas que eran mencionadas en las características del aficionado a los espectáculos. La capacidad es un elemento en el cual yo me sirvo para acometer ciertos objetivos.

Así, el saber y la opinión serían capacidades, pero cada una va por destinos distintos; por lo tanto conocer y opinar no son lo mismo. 

Se conoce lo existente y no se conoce lo que no existe y se opina de lo que existe como también de lo que no existe.

Capítulo XXII
Sócrates-Glaucón


El aficionado a los espectáculos siempre verá la multitud de cosas bellas que se le presentan, pero no será capaz nunca de captar lo bello en sí mismo porque como habíamos dicho anteriormente, su conocimiento se funda en las apariencias. Y puesto que no puede captar lo que no conoce, lo único que puede esbozar sobre lo bello en sí mismo es la opinión y a este mundo donde se presenta la multitud de cosas bellas, se le llamara mundo sensible y lo bello en sí mismo mundo inteligible (que solo puede ser captado por la razón).

Conclusión

Sin duda, otro libro interesante de Platón donde se ve el rol de la mujer en la ciudad y como ella puede favorecer al guerrero y viceversa. Muy contrario a su alumno Aristóteles quien decía que la mujer no debía tener derecho a una educación y mucho menos a la que reciben los hombres. La última parte del libro esboza ya algunos de los elementos cruciales para entender el mito que veremos en el Libro VII de La República llamado ''El mito de la caverna''. Queda resuelto el tema de la justicia (aunque no con mucho conformismo) y falta resolver lo que atañe a los filósofos y el conocimiento.

viernes, 12 de septiembre de 2014

Platón - La República (Libro IV: La ciudad y el alma).

Con esta frase comenzamos la síntesis del cuarto libro de La República de Platón. Si este libro no es suficiente para comprender el concepto de alma, existe otro libro que más adelante publicaré que se llama ''Fedro'' el cual es un libro de Platón dedicado a la explicación del alma. Seguramente, lo conocerán mejor por ser el llamado ''mito del carro alado''.

Referencias:

(1) Más adelante estos conceptos serán conocidos como las virtudes cardinales.

Libro IV

Capítulo I
Sócrates-Adimanto

Adimanto, tomando la palabra anterior de Sócrates en el libro anterior (donde se hablaba que la propiedad de los guardianes debía ser común y no privada), le objeta que si así fuera la vida del guardián, entonces sería una vida sin felicidad. Al no poseer dinero ni tampoco una propiedad que le pertenezca, solo trabajará a sueldo por la ciudad y eso no lo pondrá nada contento. Por otro lado, hay que añadir que estos tampoco recibirían un salario.

Sócrates se defiende diciendo que si fuera de otra forma, solo algunos podrían obtener provechos y la idea de que la ciudad sea feliz es que todos saquen provecho de ella. Todo ciudadano debe participar de la habilidad que la naturaleza le ha otorgado. Si solo hay felicidad para unos pocos, entonces no obtendremos una ciudad feliz.

Capítulo II
Sócrates-Adimanto

Adimanto se convence del planteamiento de Sócrates, pero éste añade una cosa más. Uno de los factores que más puede perjudicar a la ciudad son los de riqueza e indigencia. Pregunta Sócrates:
  • ¿Crees que el alfarero una vez que se haga rico volver a trabajar? No.
  • ¿Crees que por medio de su indigencia podrá hacer buenas obras de arte? No.
Por lo tanto, la riqueza y la indigencia empeoran la calidad de los objetos producidos y también perjudica a quienes hacen dichos objetos.

Adimanto no queda contento con este argumento, ya que luego pregunta a Sócrates:
  • ¿Que hará una ciudad si no tiene riquezas? ¿Cómo podrá combatir contra ejércitos que si tengan riquezas?
A lo que Sócrates vuelve a preguntar:
  • ¿Es posible que los ricos y obesos puedan contra los guardianes que dedican su vida a la gimnasia? Si son demasiados pueden ganar los ricos.
  • ¿Pero si nuestro guardián corriera y se devolviera a atacarlos reduciendo el numero de adversarios? Eso es posible.

Capítulo III
Sócrates-Adimanto

Lo mejor para fundar esta ciudad, deberá estar cimentado en la educación y la crianza. Para esto, Sócrates dice que no solo la propiedad debe ser común entre los ciudadanos, sino que también los hijos y las mujeres. La educación debe ser como la descrita en el anterior libro, eso sí, sin instalar ninguna innovación en la ciudad, eso corromperá el estado natural de la ciudad.

Capítulo IV
Sócrates-Adimanto

Es necesario que a los niños desde muy pequeños se les enseñe el respeto a las leyes. De lo contrario, los excesos que estos puedan provocar pueden incidir en el ordenamiento de la ciudad y llevarla al caos.

Las leyes que deben respetar los niños son las siguientes:
  • Respetar a sus mayores.
  • Respetar a sus propios padres.
  • Silencio ante personas de más edad.
Las leyes necesitan atravesar por diversos cambios siempre que la ciudadanía lo exija así, puesto que cualquier error que se aparezca podrá ser modificado en la constitución.


Capítulo V
Sócrates-Adimanto


La función del legislador no será más que promulgar leyes cuando sea necesario.

Capítulo VI
Sócrates-Glaucón


Glaucón interrumpe la conversación de Sócrates con Adimanto diciendo que ya es hora de investigar el tema que había quedado pendiente en cuanto a la justicia. Sócrates accede a ello y se propone a investigarlo con todos los presentes. 

Primero, Sócrates dice que deben encontrarse 4 cualidades de la ciudad. La cualidad que aquí se revisará, será la prudencia.

Sócrates dice que la ciudad que están construyendo es bastante prudente, pero no lo es por los conocimientos que se abordan en dicha ciudad, sino por el número de habitantes que desempeñen un rol, es decir, distribuir la ciudad de manera tal que profesiones como la de artesanos, existan en mayor número que la de los guardianes, puesto que estos son los verdaderos jefes de la ciudad

Así, llama Glaucón y Sócrates una ciudad prudente en sus determinaciones.

Capítulo VII
Sócrates-Glaucón

El valor como característica de la ciudad es fundamental sobre todo en una guerra. El valor debe verse entendido en este aspecto como la educación que reciben los guardianes tanto de la sociedad como de la crianza, es decir, se les debe enseñar desde pequeños las cosas que hay que temer y las que no. La gimnasia y la música serían los elementos educadores donde se les enseñará a los guardianes a tener valor y por lo tanto, a la ciudad.

Tenemos la segunda característica de la ciudad: El valor.


Capítulo VIII
Sócrates-Glaucón


La moderación sería el tercer elemento que debiera tener la ciudad. Sócrates lo describe de ésta manera:

La moderación es un orden y dominio que consiste en la contención de los placeres y en la concupiscencia según la expresión de los que afirman ser dueño de sí mismos, aunque debo decir que desconozco sentido en el cual se lo expresa. ´
Sin embargo, dice Sócrates que ser dueño de sí mismo, es ridículo debido que al mismo tiempo ser esclavo de sí mismo porque todas estas expresiones se refieren a una misma persona.

Sócrates para resolver este dilema, plantea que hay una parte en el ser humano que es buena y otra que es mala. Cuando la buena logra someter a la mala, somos dueños de nosotros mismos; cuando la parte mala logra someter a la buena, somos esclavos de nosotros mismos y seremos llamados intemperantes. 

Así, es común que en la ciudad se encuentre un mayor número de personas que son dominadas por su parte mala, y un menor número de personas que son dominadas por su parte buena y que finalmente son ellos los que gobiernan la ciudad.

Se describe entonces el tercer aspecto que debe tener una ciudad: moderación.

Capítulo IX
Sócrates-Glaucón

Una vez terminado el tercer aspecto de la ciudad llamado moderación Sócrates y Glaucón, se proponen analizar la justicia. Sócrates advierte que en realidad durante la larga conversación que han sostenido, ya han hablado de la justicia. Sólo que no se han dado cuenta

Capítulo X
Sócrates-Glaucón


Sócrates, dice a Glaucón que la justicia, consistía que cada uno debía hacer lo suyo y no multiplicar sus actividades (o no dedicarse a múltiples actividades). Para que se puedan ver bien las virtudes de una ciudad, debemos observar que cada ciudadano ejerza su propia profesión. Si un ciudadano como un zapatero quisiera hacer el trabajo de un alfarero, sería injusto que el zapatero los hiciera, ya que los alfareros quedarían sin empleo. Por lo tanto, la justicia de la ciudad consistirá en que cada uno lleva hacer lo suyo según su profesión.


Capítulo XI
Sócrates-Glaucón

Se había dicho anteriormente que las cuatro características fundamentales de una ciudad debían ser el valor, la moderación, la prudencia y la justicia(1). Sócrates nos dice que estas mismas características, deben verse en retratadas en el hombre justo. Y así se crearía la ciudad perfecta.

Sin embargo, Sócrates advierte que al afirmar esto se cae en un dilema fundamental. Este dilema es el que concierne al alma. Es por esto, que la conversación se tornó poco complicada, e incluso los dos dialogantes lo admiten así, pero siguen adelante en su investigación y concluyen este capítulo diciendo que son los ciudadanos los que le dan estas características en la ciudad y no al revés. Desde esta perspectiva, ser el fundamento de la filosofía idealista la cual nos dice que el sujeto es el portador de tuvo conocimiento e incluso de la perfección y no la realidad que lo envuelve

Capítulo XII
Sócrates-Glaucón


Sócrates hasta este punto, junto con Glaucón, se proponen analizará las partes del alma. El ciudadano en diversas situaciones sufre episodios de furia y de felicidad la pregunta que se Sócrates es ciertas acciones parten desde el alma o más bien, si es el ser humano que quiere realizar si la necesidad del alma.

Es sabido, dice Sócrates, que un ser humano no puede admitir que estar sufriendo cosas contrarias a un mismo tiempo y con relación al mismo objeto, sino que es responsabilidad de varios objetos.
El entonces Sócrates comienza con las preguntas:

  • ¿Es posible que una cosa permanezca inmóvil y se mueva al mismo tiempo en una parte de sí misma? Glaucón responde no.
  • Pero si un hombre, está parado en un sitio y mueve las manos y la cabeza, y alguien dijera que este hombre está inmóvil y a la vez moviéndose ¿sería posible? Más bien tendríamos que decir que una parte del se mueve y otra no.

Por lo tanto, no se puede decir que una cosa esta inmóvil se mueve al mismo tiempo, como tampoco podemos decir que el hombre sufre dos cosas contrarias en un mismo tiempo.

Capítulo XIII
Sócrates-Glaucón


Sócrates ahora emprende otras características del alma en relación al deseo y el rechazo. Hay cosas que el alma apetece y otras que rechaza. También existen los deseos del alma que Sócrates pretende abordar a través de dos conceptos básicos: el hambre y la sed.

Por un lado, en cuanto a estos dos términos, el alma tiene el deseo de beber y de alimentarse. Dentro de estos deseos, existen diferentes características que nos hacen desearlos más; por ejemplo, si quisiéramos una bebida tendríamos que ver si está frío o caliente o, si es grande o pequeña, lo mismo pasa con la comida.

Por lo tanto, el ciudadano dentro de sus deseos, siempre va a querer algo de mayor calidad, ya que los deseos la exigen así.

Capítulo XIV
Sócrates-Glaucón

El alma en sediento no quiere otra cosa que saciar su sed, pero existen ciudadanos quienes teniendo sed no quieren beber. ¿Cuál es este impulso que les impide beber? Sócrates afirma que es la razón, puesto que la sed o el hambre provienen de la enfermedad.

Así, se describen dos aspectos del alma: racional (no querer tomar bebidas por alguna razón específica) y la irracional (que se deja llevar por los impulsos o placeres).

Capítulo XV
Sócrates-Glaucón

Sócrates adhiere un tercer componente en el alma. Si bien habíamos dicho que existe la parte racional e irracional del alma, la cólera sería una parte auxiliar del alma la cual juega a favor de la razón.

Y esto se prueba, debido a que cuando ocurre alguna injusticia, la cólera se manifiesta en favor de la razón para solucionar el problema con justicia. Por lo tanto, la cólera está en favor de la razón.





Capítulo XVI
Sócrates-Glaucón


Para que una ciudad sea justa, se necesita primero que los ciudadanos sean justos. Como habíamos dicho anteriormente son ciudadanos los que hacen la ciudad virtuosa y no en viceversa; de esta manera, si el ciudadano es justo la ciudad será justa.

La mejor manera de que se constituya una ciudad, es siguiendo el desarrollo de las acciones por parte de los ciudadanos.

Toda acción del ciudadano debe ser emprendida primeramente por la deliberación de dicha acción (alma racional) y luego, vendría la acción de la cólera o del deseo según corresponda. Por ejemplo, una ciudad que está en guerra, primero debe armar una estrategia luego dejar que sus soldados valientes y aguerridos, luchen para salvar a la ciudad.

Así, el elemento del deseo y la irracionalidad siempre deben jugar en favor del alma racional.


Capítulo XVII
Sócrates-Glaucón

Entonces, la justicia de una ciudad se verá retratada por el desarrollo de justicia que tenga sus ciudadanos.


  • Es en este aspecto donde podemos encontrar la teoría moral de Platón; representada aquí como el equilibrio o el balance entre los componentes del alma y los de la ciudad debido a que estos son similares. La manera en que un ciudadano se vuelve justo, es la misma que de la ciudad.

Cabe agregar lo del capítulo anterior referido a que cada ciudadano debe hacer lo que corresponde a su profesión y no entrometerse en la de otro ni emprender muchas actividades al mismo tiempo.

Capítulo XVIII
Sócrates-Glaucón


Todo lo que sea contrario al valor, a la moderación, a la prudencia y la justicia deberá ser llamado injusticia. Así como también todas las disposiciones del alma que sean contrarias a las anteriormente establecidas, tendrán que llamarse por injustas. Es de este modo que tendremos una ciudad injusta y a un ciudadano injusto. Para que ello no ocurra, no deben corromperse las características que hemos mencionado anteriormente.

Conclusión


Ahora sí pudimos adentrarnos un poco más en el dilema de la justicia, pero eso no es todo. Naturalmente, se seguirá abordando tema de la justicia y definir si ésta es más conveniente que la injusticia. Por otro lado, hemos visto una parte fundamental dentro de la filosofía de platón que es la característica del alma y lo que la compone. También hemos analizado y concluido que es el sujeto el factor más importante para construir una realidad y para construir una ciudad.

En un próximo libro, llegarán otros personajes conocidos para dialogar con Sócrates respecto a otras características de la república.

jueves, 11 de septiembre de 2014

Platón - La República (Libro III: Los guerreros).


Volvemos con los mismos personajes Sócrates, Glaucón y Adimanto. Ahora examinarán las cosas que son pertinentes a la ciudad y las artes, antes de analizar el problema de la justicia que había quedado pendiente después de el debate con Trasímaco en el primer libro. Muchos de los planteamientos en este libro (y en los precedentes también) difieren totalmente sobre los de Aristóteles, no olvidemos que éste último fue un alumno muy crítico de su maestro, pero volveremos a este asunto más adelante. Concentrémonos en los planteamientos que se sostendrán ahora.

Advertencia: 

Antes de leer este tercer libro, sería muy útil que los textos como ''la Illíada'' y ''la Odisea'' ambos del mismo autor (Homero), sean leídos a causa de que el contexto lo exige así. La mayoría de los ejemplos citados para determinar los rasgos del guerrero, son de éstos dos celebres libros griegos.

Definiciones:

(1) Ditirambos: Composición poética de la Antigua Grecia en honor a Dionisio


Libro III

Capítulo I
Sócrates-Adimanto



Una vez acentuadas las correctas formas de relatar fábulas a los niños y jóvenes, Sócrates se propone analizar las cosas que aluden a al divinidad en la poesía y las cosas que pueden ayudar a los muchachos en la lectura.
  • ¿Deberán formarse jóvenes valientes en la ciudad? Sí
  • ¿Se les moldeará para que no teman a la muerte en absoluto? No.
  • Entonces, es preciso enseñar a los jóvenes que no denigren al Hades, sino que le respeten.
Sócrates nombra una serie de extractos de la Illíada y la Odisea para analizar las partes temerarias de ellas.

No intentes consolarme de la muerte, noble Odiseo. Preferiría estar sobre la tierra y servir en la casa de un hombre pobre, aunque no tuviera gran hacienda, que ser el soberano de todos los cadáveres de los muertos (Homero, La Illíada canto XX). 
Y a los inmortales y humanos la lúgubre casa les mostraba. Que aun en los dioses espanto produce (Homero, La Illíada canto XXIII). 

Conservar la razón, rodeado de sombras errantes. 
 

Y el alma sus miembros dejó y si fue al Hades, volando y llorando su destino y la fuerza y la hombría pérdidas. 
 

Y el alma gimiente se fue bajo tierra lo mismo que el humo. 
 

Como cuando los murciélagos en lo más profundo de una cueva sagrada revolotean estridentes cuando se desprende uno de la hilera y cae de la roca, y unos y otros se agazapan, ya sea para salvar gimiendo.
¡Ay de mi! Por lo visto en el Hades perduran el alma y la imagen, aunque privadas de juventud y vigor.

La intención de Sócrates no es perjudicar a los poetas griegos, ya que esta censura de ninguna manera afecta su valor poético; es decir, estas partes serán censuradas para los niños y jóvenes de dicha ciudad.

Capítulo II
Sócrates-Adimanto



Sócrates advierte que los nombres designados como El Cocito, La Éstige, Los de abajo o los espectros, ya que este tipo de nombres espantan a todos en la ciudad. Se suprimirá de los textos:
  • Los gemidos y las quejas de los guerreros celebres.
Los títulos que posean los guerreros deben considera las siguientes características:
  • No llorar ante los cadáveres como si les hubiera sucedido algo terrible (En virtud de que no sea tan sensible).
  • Alguien que no necesita de los demás.
  • No debe lamentarse tanto (Así aguantará más las desdichas que ocurran).
En la Ilíada aparecen muchas lamentaciones que hacen los guerreros. Es claro cuando la madre de Héctor se lamenta por la la muerte de éste.

Capítulo III
Sócrates-Adimanto

De este modo, Sócrates dice que los jóvenes no incurrirán en actos temerarios y mucho menos los justificaran a través de los libros de estos poetas. Adimanto asiente la propuesta de Sócrates.

Tampoco se debe exhortar a los jóvenes a la risa, es decir, no se les puede representar a los grandes héroes o dioses en situaciones vergonzosas o que produzcan risa. Por lo tanto, deberemos extinguir el siguiente pasaje de Homero:

El inextinguible nación entre los dioses la risa cuando vieron a Hefesto jadeante pasar delante del palacio. 

Capítulo IV
Sócrates-Adimanto



Los jóvenes que se dirigen hacia la educación de un guerrero, se les tendrá que suprimir las partes de los textos que aluden y fomentan los placeres compulsivos como:

Estar delante de las mesas que se ven repletas de carnes y pan y el escanciador extrae de la gruesa cratera el licor y lo vierte en las copas.
Sócrates dice que los jóvenes que necesiten templanza y control de sí mismo, no debieran leer estas partes de los textos griegos, puesto que aluden a los placeres compulsivos.

Lo mismo pasa con Zeus y los demás dioses griegos quienes se ven tentados por las bellezas de las diosas como Hera o Afrodita. O el engaño que hacen los dioses a los hombres.

Capítulo V
Sócrates-Adimanto



Entonces, Sócrates y Adimanto acuerdan que todos estos textos promueven cosas que son falsas.
  • La necesidad de los dioses de engañar.
  • La burla que ocurre de los dioses (en el caso de Hefesto).
  • Las transformación de los dioses en humanos.
  • El lamento exagerado de los héroes.
  • La avaricia y el poder de riquezas de los guerreros.
Una vez examinados los elementos que promueven tales características a los niños, Sócrates se propone examinar las cosas de escritura y significados que tiene la poesía de esos tiempos.

Sócrates dice que no es bueno que los poetas muestren al hombre justo como desdichado y al hombre injusto como feliz, ya que de ser así, esto solo dejaría como enseñanza que la injusticia es buena y aún mejor si se comete sin ser visto.

Contradictoriamente, Adimanto acepta el argumento de Sócrates: el hombre justo no debiera ser desdichado y el hombre injusto sí. Por lo tanto, Sócrates puede volver a retomar el tema de la justicia, aunque antes seguirá determinando los tipos de escritos o narraciones de los poetas.


Capítulo VI
Sócrates-Adimanto


Ahora los que dialogan se atenderán de analizar los estilos de lo que se dice en los escritos. Sócrates explica a Adimanto que existen narraciones que hablan de cosas pasadas, presentes y futuras. Éstas se dividen en caracteres de narración simple (relato del autor sobre la historia) o bien de imitación (se hace creer que el autor es el personaje en cuestión). 
  • En este caso específico de la Ilíada Adimanto, Homero sería un imitador, ya que pareciera ser que nos habla el personaje en vez del autor mismo del poema.
  • En cambio, hay partes en que Homero describe los hechos sin recurrir a la imitación de un personaje, eso se llamaría ''narración simple''.


Capítulo VII
Sócrates-Adimanto



Existe un tipo de imitación donde solamente se relata la historia de los personajes, suprimiendo la labor del narrador, es decir, la ausencia completa del que relata a cambio del propio personaje como relator de su historia. Ésta imitación generalmente la tiene la tragedia y la comedia.

Otra narración pertenece a los que hace los propios poetas como es el caso de los ditirambos(1). Aquí el narrador es el relator de la historia sin intervenir como personaje.

Y una tercera que combina los dos métodos, que generalmente se utilizan en los relatos de guerra o epopeyas.

Sócrates, en consideración de lo anterior, pregunta a Adimanto si es correcto que el guerrero sea un imitador. Éste le sugiere que resultaría difícil e incluso imposible, ya que habían establecido que nadie puede estar con más de una profesión y además ser bueno en la propia.


Capítulo VIII
Sócrates-Adimanto



Una vez establecido que los guardianes no deben preocuparse de otro oficio que no sea el suyo, se procede a examinar la imitación.
  • Los guardianes deben imitar desde pequeños a héroes valerosos. De lo contrario, imitarán cosas vergonzosas y que no corresponden a la profesión.
  • La imitación como formadora de una segunda naturaleza hasta volverse como si fuera prístina.
En la dicción de la narración, se cuentan historias relacionadas tanto con hombres buenos y malos. Sócrates dice que el lector que se encuentre con la descripción de éste hombre de bien, el lector no tendrá miedo de imitar tales acciones de las que lee, en cambio, si fuera un hombre malo el que hace las aventuras, entonces el lector no lo imitará, o quizás de una manera muy superficial. 


Capítulo IX
Sócrates-Adimanto


La dicción como la de Homero, sería la apropiada en las narraciones apropiadas para el guerrero de la ciudad. Existe otra dicción mediocre que consta solamente de imitaciones; así, el narrador imitará incluso hasta el viento que se describe en la historia.

Entonces las clases de dicción se dividen así:
  • Primera dicción: Invariable, uniforme y en una sola armonía. 
  • Segunda dicción: Variable, existe toda clase de armonías y ritmos.
Para la formación de la futura ciudad, Sócrates adhiere a la imitación pura de lo bueno. Si existiera una persona que pudiera combinar estos dos tipos de dicción, se tendría que ir de la ciudad puesto que ésta está compuesta de hombres que solo lleven una profesión. Como habíamos dicho anteriormente, nadie puede hacer más de lo que le está predeterminado hacer.


Capítulo X
Sócrates-Adimanto-Glaucón



Sócrates, Adimanto y Glaucón se proponen ahora analizar los métodos musicales. Existen 3 elementos de los que se compone la melodía:
  • Letra
  • Armonía
  • Ritmo
La armonía y el ritmo deben acomodarse a la letra y no se deben aceptar tonalidades que promuevan la molicie y la pereza. Una de estas tonalidades es la llamada tonalidad lidia, que representa las lamentaciones.



Tampoco deben aceptarse las armonías propias de la embriaguez como las jónicas y también parte de las lidias.


No debieran entonces considerarse tales armonías que incitan al guerrero a la lamentación o a la pereza, sino a la valentía, al respeto por los dioses y el velar por la paz. Sin embargo, Sócrates al no saber lo suficiente de música, no es capaz de establecer las armonías exactas para la ciudad, pero si acuerda con Glaucón que no deben tener variabilidad, sino que solamente uniformidad.

Por otro lado, se necesitarán instrumentos musicales como la lira y la cítara por su uniformidad en cuanto a las armonías.


Capítulo XI
Sócrates-Glaucón


Sócrates esta vez se ve un poco complicado debido a que sería muy difícil determinar los ritmos apropiados, así como lo hicieron con las armonías. Por esta razón Sócrates hace las siguientes preguntas:
  • La gracia de los gestos ¿depende del ritmo que se tenga? Sí.
  • El buen sentido de ritmo y la carencia de el dependen de la dicción.
  • Lo mismo pasa con lo armónico y los disonante.
  • Las palabras y la dicción dependen del modo de ser del alma.
Cuadro de dependencia:

↑: Dependencia.

Alma

Dicción

Ritmo

Gestos



Entonces, la gracia gestual, el buen ritmo y la buena dicción son causas de la buena disposición del alma. Es así que los guerreros y jóvenes de la ciudad debieran poseer tales características.


Capítulo XII
Sócrates-Glaucón


Sócrates y Glaucón aceptan que la música es uno de los elementos más importantes en la educación de los guardianes.

Sócrates dice que el guardián, si tiene una buena disposición del alma, solo amará a la persona que pertenezca a su misma armonía, mientras que a los de armonía inferior no la amará. Sin embargo, Glaucón objeta a Sócrates que tal vez, este guardián no amará a la persona de armonía inferior en términos de espíritu, pero que es posible que la ame en cuanto al cuerpo; y aquí es cuando Sócrates comienza con las preguntas:
  • ¿Tiene algo en común el desborde de placer con la templanza? No.
  • ¿Y entre este placer y la virtud en general? Si.
  • ¿Entre este exceso y la incontinencia? Sí.
  • ¿Un placer mas vivo que el placer amoroso? La locura.
  • ¿No consiste el amor en aquellos que es bello y ordenado? Sí.
  • Entonces no se debe relacionar el amor a nada que sea desordenado e incontinente.
Así, concluyen Sócrates y Glaucón que la música encuentre su fin en el amor a la belleza.


Capítulo XIII
Sócrates-Glaucón


Luego de la música, es pertinente comenzar con la gimnástica y los cuidados del cuerpo para la educación del guerrero. Sócrates pregunta y Glaucón responde:
  • ¿Es el alma la que concede al cuerpo todas sus perfecciones? Sí.
  • Entonces le conferiremos al cuerpo los cuidados que necesita considerando que el alma esta bien dotada.
Así, Sócrates dice que nada que conduzca a la embriaguez o a los vicios debe ser considerado en la educación de los guardianes y esto se aplica también a los cuidados del cuerpo. La alimentación en este sentido es clave.

Un modelo a seguir para los guerreros serían los grandes atletas, pero Sócrates objeta que el régimen de estos atletas siempre induce al sueño y esto podría traer penosas consecuencias. Ahora Sócrates dice que el régimen de los guerreros debiera ser más flexible. Los guerreros no deben sufrir daño alguno y para esto, Sócrates piensa en el texto de la Ilíada de Homero donde a los soldados se les alimentaba solamente con carne asada. Deben abstenerse eso sí de los condimentos, la pastelería ática, las comidas de Siracusa.


Capítulo XIV
Sócrates-Glaucón


Existen situaciones ignominiosas que describe Sócrates como la dependencia de alguien más para solucionar problemas propios. Por supuesto, el guerrero jamás podría recurrir a estas cosas incluso en el ámbito de la medicina, a menos que sea que se enferme por una epidemia o algo por el estilo (algo inevitable).

Éste capítulo en realidad habla sobre las preocupaciones y cuidados del cuerpo que tiene que tener el ciudadano en general. La ciudad que está construyendo Sócrates, no puede valerse de ciudadanos que no cuidan su salud entre si, ya que en la ciudad hay ocupaciones y no están pensadas para que alguien se enferme y tenga que cuidar de su enfermedad y de su oficio simultáneamente.


Capítulo XV
Sócrates-Glaucón



Como se había dicho anteriormente, no hay tiempo para los ciudadanos de enfermarse y si ocurriera que se enfermara, el artesano, por ejemplo, si le prescriben en la receta que debe estar largo tiempo en cama, éste despedirá al médico y continuará su labor hasta el final. Esto se debe a que pasar una vida enfermo y sin trabajo, no vale la pena.

Sócrates menciona a Focílides quien decía que cuando se contaba con todas las necesidades básicas, los ciudadanos se tenían que dedicar al ejercicio de la virtud. Pero no se adentra más en el tema, ya que no quiere disputar nada contra Focílides.

Por otro lado, Sócrates y Glaucón se ven en un problema debido a que si existiera el ejercicio de la gimnasia, se solaparía con los oficios y deberes que debe ejercer el ciudadano. Es entonces cuando entra la doctrina de Asclepio que postula que el ciudadano con una enfermedad interna y crónica no se le debiera prolongar la vida, a modo de evitar el sufrimiento y la descendencia que pudiera obtener de dicha enfermedad.

Capítulo XVI
Sócrates-Glaucón


Glaucón añade que en la ciudad debieran haber médicos que sean buenos en su profesión. Sócrates, por otro lado, dice a Glaucón que los médicos que serán virtuosos en su profesión, serán aquellos que hayan estado más tiempo en presencia de cuerpos defectuosos; por lo tanto, si lo han estado en presencia desde niños, mucho mejor.

  • No es el cuerpo quien cuida al cuerpo, sino el alma.
En contraste, el juez gobierna las almas por medio del alma, pero el juez no debería haber estado desde pequeño con almas defectuosas, es por eso que el juez a diferencia del médico tiene que estar rodeado de almas puras para él también mantenerla así.

Entonces, el juez es un hombre de bien y un hombre justo; en cambio, los hombres malos se muestran hábiles y rápidos solamente cuando están con los de sus mismas características, pero cuando están en frente de un hombre de bien, se comportan estúpidamente.



Capítulo XVII
Sócrates-Glaucón


Sócrates dice que los médicos y jueces de la ciudad deben ser como los anteriormente descritos; es decir:
  • Deben dejar morir a los que poseen un cuerpo crónicamente enfermo (En el caso de los médicos).
  • Deben matar a los ciudadanos de alma incorregible (En el caso de los jueces).
Luego se proponen ahondar en las dificultades que trae dedicarse solamente a un aspecto de la educación en la ciudad, la gimnasia o la música.
  • Quienes se dedican solamente a la gimnasia se embrutecerán.
  • Quienes se dedican solamente a la música se volverán más delicados.
Es por esto que Sócrates, dice a Glaucón que las dos dependen de la disposición del alma. Por mucho que se dediquen a la gimnasia  embellezcan su cuerpo, su alma estará descuidada y puede llegar a al embrutecimiento. Sin embargo, si existe una buena disposición del alma, el cuerpo será usado de manera sensata y correcta. Lo mismo pasa con la música.


Capítulo XVIII
Sócrates-Glaucón



Así, la dedicación por separado de estos dos conceptos, llevaría a un exceso y por lo tanto, a un mal.
  • La sola dedicación a la música nos daría como resultado un guerrero débil
  • La sola dedicación a la gimnasia nos daría como resultado un guerrero irascible.
Pero si se lograran combinar las dos cosas, podría formarse un guerrero hábil y fuerte; inteligente y poderoso. Es por esto que Glaucón y Sócrates llegan a la conclusión que el guardián o el guerrero de la ciudad debe recibir una educación donde estos dos elementos se relacionen mutuamente y no por separado.


Capítulo XIX
Sócrates-Glaucón


Sócrates y Glaucón comienzan a establecer las características que debe tener todo gobernante:

El gobernante:
  • Anciano por su sabiduría y experiencia.
  • El mejor en el oficio que desempeñe.
  • Debe rehusar todo lo que no esté relacionado con la ciudad.
Debido a esto, Sócrates considera necesario vigilar a este tipo de gobernantes en todas sus edades para asegurarse de que estos no caen en excesos o en tentaciones. Esto Sócrates lo explica a través de las opiniones que los ciudadanos emiten; estas pueden ser voluntarias o involuntarias:

Voluntarias:
  • Renunciar a las cosas malas.
Involuntarias:
  • Renunciar a las cosas buenas.
*Puede que no se entienda muy bien esto de las cosas voluntarias e involuntarias, pero más adelante se verá con mucha más claridad.




Capítulo XX
Sócrates-Glaucón



La selección de guardianes se describe de la siguiente forma: 

Se vigilarán desde pequeños a dichos guardianes y se seleccionarán:
  • Quienes tengan buena memoria.
  • Quienes sean difíciles de embaucar.
  • Quienes soporten más dolores.
  • Quienes no sean asustadizos.
  • Quienes se comportan bien en cuanto al ritmo y la armonía.


Capítulo XXI
Sócrates-Glaucón


Sócrates cuenta a Glaucón el mito fenicio sobre la naturaleza de los hombres, o como es también llamado, El mito de los metales.

Sois, pues, hermanos todos cuantos habitáis en la ciudad -les diremos siguiendo con la fábula-; pero, al formaros los dioses, hicieron entrar oro en la composición de cuantos de vosotros están capacitados para mandar, por lo cual valen más que ninguno; plata, en la de los auxiliares, y bronce y hierro, en la de los labradores y demás artesanos. Como todos procedéis del mismo origen, aunque generalmente ocurra que cada clase de ciudadanos engendre hijos semejantes a ellos, puede darse el caso de que nazca un hijo de plata de un padre de oro o un hijo de oro de un padre de plata o que se produzca cualquier otra combinación semejante entre las demás clases. Pues bien, el primero y principal mandato que tiene impuesto la divinidad sobre los magistrados ordena que, de todas las cosas en que deben comportarse como buenos guardianes, no haya ninguna a que dediquen mayor atención que a las combinaciones de metales de que están compuestas las almas de los niños. Y si uno de éstos, aunque sea su propio hijo, tiene en la suya parte de bronce o hierro, el gobernante debe estimar su naturaleza en lo que realmente vale y relegarle, sin la más mínima conmiseración, a la clase de los artesanos y labradores. O al contrario, si nace de éstos un vástago que contenga oro o plata, debe apreciar también su valor y educarlo como guardián en el primer caso o como auxiliar en el segundo, pues, según un oráculo, la ciudad perecerá cuando la guarde el guardián de hierro o el de bronce.»

Acorde al relato, pareciera ser que cada hombre está predestinado a ser un metal y a comportarse como tal. Si era un metal como el bronce o hierro, era un ciudadano malo y que nunca debiera gobernar la ciudad. Sócrates advierte que este relato no es más que una mentira.


Capítulo XXII
Sócrates-Glaucón


El régimen de vida de los guardianes se establece por vía común, es decir, todo es compartido, incluso, la habitación en que ellos vivan. Deben vivir en común, de lo contrario, se volverán administradores déspotas que solo querrán bienes para ellos y no a la comunidad en la que viven. 

*Este planteamiento de Sócrates recibió muchas críticas en el libro La Política de Aristóteles. De hecho estas serían quizás los primeros relatos que hablen sobre una ciudad donde debía existir las propiedades en común. Puede ser un primer acercamiento al Comunismo.


Conclusión

El régimen de vida de los guerreros y su educación dependen de muchos factores. Muchos de ellos coinciden con nuestra sociedad actual y de hecho son las bases de toda convivencia a excepción de la doctrina de Asclepio, la función de los médicos y los jueces, el mito de los metales y la propiedad en común. Es interesante ver como se plantea la dualidad mente/cuerpo por medio de conceptos llamativos como lo son la gimnasia y la música. Sin embargo aún queda mucho por recorrer en estos aspectos del alma. El tema de la justicia aún no ha sido del todo resuelto, aunque cierto atisbo pudimos ver en este libro.