martes, 28 de septiembre de 2021

Razones eternas

Razones eternas

Inspirada en la teoría neoplatónica, San Agustín de Hipona nos hablaba de las razones eternas (rationes aeternae), que en términos platónicos lógicamente procederían del mundo inteligible y se manifiestan en el mundo sensible. La razones eternas son aquellas que provienen tanto de las matemáticas, de la ética y de la estética. 

Estas ideas están en nuestro espíritu, pero no son creación del espíritu porque solo lo eterno e inmutable puede ser autor de estas entidades. Por lo tanto, las razones eternas habitan en nuestro espíritu y los conceptos de perfección y finalización, inmutables, innegables e interminables (que Platón consideró las “ideas”) son, de hecho, las ideas eternas del Dios eterno, inmutable, innegable e interminable de todo el universo que él mismo imprimió en el hombre. 

Sin embargo, estas razones eternas no están en un mundo inteligible separado de uno sensible como si fuera la teoría platónica. Estas razones forman parte de la razón de Dios y es la que hace que los seres puedan vivir, desplazarse o razonar como lo hacen los seres humanos. 

Estas razones eternas, de las cuales podemos derivar el conocimiento divino, hace que podamos inteligir todo aquello que está más allá de lo terrenal. No obstante, si bien tenemos este conocimiento, esto no quiere decir que tengamos acceso a la esencia de Dios. También  podríamos decir, en términos aristotélico-medievales, que el Entendimiento Activo, para San Agustín de Hipona, estaría dentro de nosotros. 

En suma, Dios puso en todos nosotros, cuando creó la materia, la razón eterna y por lo tanto, la evolución del mundo no es más que la actualización de la razón eterna que Dios imprimió. El depósito de esta razón seminal en la materia también se llamará ''razones seminales'', por su semejanza con el acto de sembrar una semilla, y también por las teorías de los neoplatónicos sobre la misma.

Conclusión

Aquí vemos un alejamiento de un mundo independiente llamado ''Mundo Inteligible'' y lo asimilamos como la ''razón eterna''. No hay una creación paulatina del mundo sino más bien una creación  instantánea en donde todo se hace de una vez. Las razones eternas son aquellas cosas inteligibles, seminales que tenemos en nuestro ser. Por lo tanto, bien podríamos decir que estas razones eternas son leyes eternas, fuera del artificio del hombre. 


lunes, 27 de septiembre de 2021

Hombre camaleón

 

El hombre camaleón

¿A qué nos referimos cuando hablamos de que un hombre es un camaleón? Esta extraña asociación la vemos en el texto del gran filósofo renacentista Giovanni Pico della Mirandola llamado ''Discurso sobre la Dignidad del Hombre'', y esta viene a tratar de retratar al hombre en su naturaleza: constantemente cambiante. Pero vamos a darle un poco más de contexto.

Visión del hombre medieval

En la Edad Media, la Escolástica concebía al hombre como un ser mutable e imperfecto. Es más, el mismo Inocencio III diría ''el hombre es excremento'', confirmando el papel secundario y hasta quizás terciario del hombre en el universo. El hombre, en este sentido, estaría en el mundo de los sentidos de la teoría escolástica, no tendría ninguna importancia relevante. Incluso, los astros que se consideraban eternos e inmutables tenían una posición mucho más elevada que la del mismo hombre. Este era el contexto en el que se desarrollaba la idea de hombre. 

Visión de Giovanni Pico della Mirandola

Por el contrario, en la obra del filósofo renacentista Giovanni Pico della Mirandola, el hombre cobra una importancia realmente significativa. Su participación en el cosmos estaba completamente subestimada en la Edad Media, y de ahí la necesidad de que vuelva a tener una relevancia no por medio de las virtudes teologales, sino que más bien por su propia naturaleza. 

El hombre es admirable entre todas las criaturas por su naturaleza racional y espiritual. De hecho, es el único que puede concebir la idea de Dios ¿quién más podría hacerlo? El hombre tiene una peculiaridad muy grande, pues está entre los dos mundos con su alma inherente. Por un lado, se interesa y conoce el mundo sensible, así como también el inteligible por sus efectos. Por esta dualidad característica del hombre, Giovanni lo nombra y lo asimila con un camaleón. 

¿Quien no admirará a este maravilloso camaleón?

De este modo, el hombre vuelve a tener su lugar en la centralidad del pensamiento. El hombre en principio no tiene ninguna identidad, pero la va construyendo en el desarrollo de su vida, y tanto es así que es capaz de tomar cualquier forma, precisamente es por esto un camaleón. 


Conclusión

Poco a poco vamos hablando más del hombre y sus características, vamos dejando de lado las concepciones puramente teológicas, aquello que el hombre debe alcanzar y nos guiamos por la naturaleza propia de lo que el hombre quiere. En consecuencia, tenemos ya el primer atisbo del renacimiento y el humanismo, es hora de que la ciencia del hombre vuelva a estar en el centro. 

Copula mundi

Copula Mundi

La expresión ''copula mundi'' significa ''unificación del mundo'', y en efecto, copula viene de latín que significa unión y mundi que significa mundo. Esta frase la menciona Marsilio Ficino para entender que el alma es el centro del universo. En este caso, el hombre sería una mezcla o más bien un nexo entre el mundo divino y mundano. En consecuencia, el hombre está en una unión cosmológica, pues su alma está en una realidad mística, pero también, en tanto hombre, está en el mundo terrenal. 

Cinco entidades de la realidad

Para Marsilio Ficino, existen cinco entidades en la realidad:

  1. Dios
  2. Ángel
  3. Alma
  4. Cualidad
  5. Materia

De estos cinco, podemos ver que el intermediario entre los dos mundos es el alma. Es una teoría similar a la de Plotino, quien postulaba al alma como última de las realidades inteligibles. Para Ficino, el alma ocupa un grado tercero. 

  1. Dios y Ángel (Macrocosmos)
  2. Cualidad y Materia (Microcosmos)
  3. Alma (intermediario)

Por lo tanto, el alma está entre el macrocosmos y el microcosmos todo el tiempo. 

La unificación del alma solo se ve posibilitado por el amor porque para Marsilio Ficino Dios tiene el atributo del amor. En consecuencia, el alma puede identificarse tanto co el mundo superior e inferior. 

Sin embargo, bien podría decirse que el ángel es un intermediario entre Dios y los hombres, pero Ficino nos dice que el ángel siempre dirige todo a Dios y se olvida efectivamente del cuerpo. Podría pensarse que la cualidad puede acercarse más, pero tampoco pues siempre se inclina más al cuerpo. El alma es la que nunca absolutamente lo divino, ni absolutamente lo terrenal. 

Conclusión

Como buen humanista, Marsilio Ficino nos contribuye con la visión del alma que recorre estos dos mundos. Como podemos ver, también es una mirada renacentista porque nuevamente trae a colación la mirada griega-romana-plotiniana del alma superior, que entra en conexión con la materia por medio de su visión a la sensibilidad. Para Ficino, sin duda que el alma tiene una mezcla entre lo divino y lo terrenal. ¿Es efectivamente así?

viernes, 24 de septiembre de 2021

Santo Tomás de Aquino - Suma Teológica (Primera parte de la segunda parte. De los efectos de la ley (Cuestión 92)) (1265 - 1273)

 


En esta Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino hemos visto las distintas formas en que se entiende la ley. Sin embargo, no hemos visto los efectos que produce la ley en el hombre. ¿Será que la ley hace que el hombre sea bueno o malo? De alguna forma podríamos afirmar que sí, pero también existen ciertas opiniones que contrarían esta posición. Por lo tanto, Santo Tomás de Aquino se propone analizar este tema y estudiarlo, aunque de manera muy breve. Veamos lo que nos prepara el aquinate con respecto a la ley. 

SUMMA TEOLÓGICA

De los efectos de la ley

Artículo 1: La ley ¿tiene como efecto hacer buenos a los hombres?

Al parecer no...

1 Lo que realmente hace buenos a los hombres es la virtud y la virtud nos viene de Dios.

2 La ley solo aprovecha al hombre si la cumple, pero cumplir la ley es efecto de la bondad, es decir, de una virtud y no de la ley en sí misma. 

3 La ley se ordena al bien común, y en efecto, hay quienes se portan bien con respecto al bien común, pero no en cuanto a los propios asuntos. 

4 Algunas leyes son tiránicas y el tirano no busca el bien de los súbditos, sino que más bien el propio provecho. 

Contra lo anterior

Dice Aristóteles en su Ética a Nicómaco: ''El propósito de todo legislador es hacer buenos a los ciudadanos''.

Respuesta

La ley no es otra cosa que el dictamen de la razón que hay en el que preside y con el que gobierna a sus súbditos. La ley conduce a los súbditos a obedecer la propia virtud porque el sentido de la ley es hacer bueno a sus ciudadanos, ya sea en términos absolutos o relativos. Esto siempre dependerá del legislador, es decir, cuando él quiere un bien para los súbditos entonces se entenderá en términos absolutos, y a contrario sensu, se entenderá en términos relativos cuando beneficie solamente al legislador. Se entiende que en términos relativos ambos tengan virtud, porque de alguna forma, el súbdito debe obedecer de todas maneras. 

Contra las objeciones

1 Existen dos clases de virtud: la adquirida y la infusa. Ambas son aprovechadas por la costumbre, ya que la costumbre sería causa de la adquirida, mientras que en el caso de la infusa la costumbre la sostiene. En este sentido, la ley contribuye a que esta costumbre se mantenga.

2 La ley no solo efecto de la bondad sino que también por el miedo de ser castigado, o por el mero dictamen de la razón.

3 Es imposible alcanzar el bien común si los ciudadanos no son virtuosos. Por lo tanto, la bondad de las partes siempre hay que apreciarlas con respecto al todo. Es imposible que el hombre sea bueno si no vive en consonancia con el Bien Común. 

4 Como la tiranía no conviene con la razón, entonces conviene con una desviación de la ley. 


Artículo 2: ¿Es acertada la clasificación de los actos de la ley?

Al parecer no...

Clasificación de la ley: imperar, prohibir, permitir y castigar


De acuerdo con Ulpiano, toda ley es un precepto general, pero imperar es lo mismo que preceptuar,

La ley tiene el efecto de inducir a los súbditos al bien. Pero los consejos (inducir a los súbditos) conducen a un bien mayor que los preceptos. Por lo tanto, es más propio de la ley aconsejar que mandar. 

3 El hombre es inducido al bien no solo por el castigo, sino que también por el premio. En conclusión, si se pone ''castigar'' también debería ponerse ''premiar''.

4 La intención del legislador es hacer buenos a los hombres. Más el hombre que solo obedece la ley por castigo no es bueno. Lo respalda San Agustín: ''por temor servil, que es el miedo al castigo, nada se hace bien aunque se haga algo bueno''

Contra lo anterior

San Isidoro de Sevilla afirma: Toda ley, o permite algo, por ejemplo, que el varón valeroso reclame una recompensa; o prohíbe algo, por ejemplo, pedir en matrimonio a una virgen consagrada; o castiga, por ejemplo, condenando a muerte al asesino.

Respuesta

La ley es una ordenación o dictamen de forma preceptiva. Los preceptos de la ley versan sobre los actos humanos, de los cuales la ley es guía. 

Hay tres categorías de actos humanos: 

  1. Buenos por naturaleza: la ley manda a cumplirlos
  2. Malos por naturaleza: la ley los prohíbe
  3. Indiferentes: los permite

En estos últimos actos, la ley establece que se pueden permitir y son aquellos que no son ni muy buenos ni muy malos. Y finalmente, tenemos aquellos actos que son malos y se les castiga. La ley induce a que se les obedezca y de lo contrario se castiga.

Contra las objeciones

1 Cesar el mal es ciertamente un bien, por eso la prohibición es un precepto, pero esto solamente tomando la palabra en sentido amplio o general. 

2 El aconsejar no es un acto propio de la ley, sino que también puede hacerlo una persona particular y a este no compete las leyes.

3 Premiar también puede hacerlo cualquier persona, mientras que castigar pertenece al legislador. 

4 La costumbre hace que el hombre, finalmente, realice voluntariamente las acciones que lo conducen al bien. 

Conclusión

Teniendo la ley como esta ordenación a realizar las virtudes conforma a la razón, Santo Tomás de Aquino nos anima a considerar a la ley como complemento de la realización del bien. En efecto, estos cuatro elementos de la ley, imperar, castigar, mandar y prohibir serían aquellos que nos conducen a conocer lo que se debe hacer y lo que se prohíbe. A partir de esto, nuestras acciones se irán mejorando con la costumbre de obedecer estas. 

miércoles, 15 de septiembre de 2021

Nicolás Copérnico - Sobre las revoluciones (Libro I)


Esta es la obra de Nicolás Copérnico que revolucionó el mundo tal como lo conocemos. Siglos han pasado desde que el sistema ptolmeaico había dominado los saberes astronómicos, pero todo eso pararía con las primeras páginas de este libro. Si bien hay consideraciones adoptadas desde el antiguo sistema, la verdad es que con Copérnico observaremos novedades que van desde la estética hasta los argumentos matemáticos más fuertes. Veamos entonces sin demora ''Sobre las Revoluciones''. 

Referencias:

(1) Copérnico sostenía que todos los cuerpos celestes son centros de atracción de la materia

(2) El nombre que Marco Polo le dio a China

(3) Siguiendo una lógica aristotélica

(4) El concepto de gravedad de Copérnico no es el mismo que Aristóteles ni el mismo que el de Newton. Este concepto de gravedad es a partir de los propios planetas y no de una atracción universal.


SOBRE LAS REVOLUCIONES


LIBRO I

Capítulo I: El mundo es esférico

Copérnico opta por la tradición de asumir que el mundo es esférico basado en las observaciones tanto de Ptolomeo como de Aristóteles, aunque también deberíamos unir a Pitágoras entre los que consideraban que el universo tenía la forma de un círculo, pues esta es la forma de la perfección. Los astros tienen un giro circular porque el movimiento circular es el movimiento de los seres más perfectos. Esto porque este tipo de movimiento es infinito, y entre todas las figuras es la única que lo tiene. 


Capítulo II: La tierra también es esférica

Complementando el capítulo anterior, la Tierra también sería esférica considerando que el universo también lo es. Esto es fácil de comprobar para Copñernico, explicando que caminando hacia el norte puede verse que el vértice de la revolución diurna va ascendiendo poco a poco mientras que el otro va descendiendo. Es por eso que tanto las constelaciones como las estrellas se ven en distintas posiciones dependiendo del lugar en que nos encontremos.

Los habitantes de oriente y occidente ven tipos de eclipses que uno ve y el otro no; los orientales, no ven los eclipses del Sol y de la Luna; y los occidentales, ven los eclipses medios más pronto que los anteriores. 

Por último, un argumento de observación es que cuando se ve un barco al horizonte pareciera ser que se va ''hundiendo'', pero la verdad es que el barco sigue estando sobre el agua.


Capítulo III: De cómo la tierra con el agua forman un globo

El agua llena los abismos más profundos que tiene la Tierra. Convenía por tanto que hubiese menos agua que tierra, para que la primera no absorbiera la segunda, ya que ambas se dirigen por gravedad al núcleo de la Tierra(1). Además, el fenómeno de que hubiese más tierra ayudaría a que se formaran islas y pudieran existir y sobrevivir los seres vivos. 

De acuerdo a los peripatéticos, el agua es diez veces más grande que la tierra porque la transmutación del agua puede ocurrir con múltiples elementos; por ejemplo, los estados en que puede pasar de líquido, gaseoso y sólido. Sin embargo, Copérnico nos dice que esto no es cierto, que el agua no es ni siete veces más grande que la tierra. La tierra es más que el agua y si no lo fuera, esto sería a causa de que abandonara su centro de gravedad lo cual no es posible. 

Por lo demás, si bien los mapas de Ptolomeo abarcaban solo un espectro de lo que era el mundo conocido, en los tiempos de Copérnico se había descubierto America y Catay(2) territorios de los cuales aún no se ha explorado su totalidad. 

En consecuencia, Copérnico nos dice que el agua y la tierra conjuntamente se apoyan en el centro de gravedad de la Tierra, y que éste no es más que la propia tierra que está llenada en sus surcos con aguas. A pesar de tener agua, la Tierra tiene necesariamente una figura circular que es comprobada cuando su sombra se proyecta en la Luna formando un círculo perfecto. Por lo tanto, a contrario sensu de los filósofos que pensaban que la tierra era plana, Copérnico nos dice que todos ellos estuvieron equivocados. 

Capítulo IV: El movimiento de los cuerpos celestes es regular y circular, perpetuo o compuesto por movimientos circulares

Queda en evidencia entonces que el movimiento de los cuerpos celestes es circular porque siguen esa forma perfecta. Sin embargo, Copérnico nos dice que el movimiento de los planetas no es perfectamente circular, al contrario, tiene unas irregularidades explicadas por las múltiples órbitas que tienen. Copérnico, en esta explicación, nos trata de enseñar por medio de los movimientos mecánicos y matemáticos (propios del sistema ptolemaico) que las órbitas hacen que no sea un movimiento totalmente circular. 

El movimiento circular más conocido de todos es la revolución diaria, que los griego llamaban νυχθήμερον (nujdsémeron) que significa ''una noche y un día''. Después tenemos otros movimientos que sería los del Sol, que nos proporciona el año, la Luna que nos proporciona los meses, mientras que los otros planetas tienen sus propios ciclos. Pareciera ser que el Sol siempre tiene un mismo movimiento, mientras que los planetas algunas veces parecen ir al sur o al norte. 

Unos cuerpos están más cerca de la tierra que otros, a estos que están más cerca cuando se van moviendo dentro de la órbita se llaman perigeos, mientras que el punto que está más lejano se llama apogeo. 


Su movimiento en sí es circular y se renueva constantemente, pues el círculo es la única figura que tiene esta característica de recorrer lo recorrido. 

Sin embargo, vemos que el Sol con su movimiento compuesto de círculos nos trae el día y la noche y las demás estaciones del año, lo que implicaría múltiples movimientos cosa que en verdad repugna a la mente porque no puede ser que un movimiento de un astro celeste se mueva irregularmente en una órbita(3)

Por esto, Copérnico nos dice que es posible que este movimiento, que en verdad es regular, se crea que es irregular, es decir, algo que no es propio de un planeta. Por esta razón, si bien es un movimiento circular el que presentan los planetas, ciertamente no es uno solo sino varios con características circulares.


Capítulo V: Acerca de si el movimiento de la Tierra es circular y su posición


Copérnico nos relata lo importante que ha sido para la tradición que la Tierra sea el centro de universo, considerando que cualquiera que diga lo contrario estaría asentando un ridículo. Sin embargo, el observador que está en la Tierra solo puede aseverar lo que ve desde el exterior de esta, y así concluir que la Tierra está inmóvil. Hay un movimiento circular que parece arrastrar todo con él, y así se mueven todos los planetas y estrellas que parecen ''rodear'' a la Tierra. 

Sin embargo, en una primera visión, los astros errantes nos aparecen más lejanos o más distantes de la Tierra lo cual no coincidiría con que la Tierra fuera el centro del universo. Esto porque en ese caso, la Tierra no sería el centro de aquellos círculos por los que los planetas giran. Es más, la posición de que la Tierra girase ya se había declarado por Filolao el piragótico, quien incluso decía que la Tierra era una más entre los astros. 

Geométricamente, los antiguos decían que por lógica, el centro del universo que es la Tierra no podría moverse porque lo que está en el centro de un círculo es inamovible, en cambio, lo que está afuera se mueve más lentamente, y cuando ya está a una gran distancia se mueve rápidamente. 

Capítulo VI: De la inmensidad del cielo con respecto a la magnitud de la Tierra

La inmensidad del cielo con respecto a la Tierra se entiende por los puntos horizontales que tiene. 

Los círculos limitantes cortan en dos toda la esfera:



Utilizando algunos instrumentos (dioptra, horoscopio o corobate) vemos que en el punto C está el principio de Cáncer, y en el mismo momento aparece Capricornio en el punto A. En consecuencia, los puntos AEC representan el diámetro de la eclíptica, y esto se sabe porque los seis signos del Zodíaco representan un semicírculo (los otros seis el círculo completo). 


Luego, tenemos el caso contrario:




Cuando tengamos el avance Cáncer y Capricornio, tendremos que Capricornio está en B y Cáncer en D. En este caso, la línea BED será el diámetro de la eclíptica y por lo tanto el otro semicírculo que constará de los otros 6 signos del zodíaco. 

En una esfera, un circulo que corta a un círculo máximo también es un máximo. Uno de los círculos máximos es el horizonte y su centro, al parecer, es el mismo que el de la eclíptica. Por otro lado, Esto no demuestra en ningún sentido que la Tierra deba estar inmóvil. Por el contrario, es más concebible que un cuerpo pequeño de una vuelta en 24 hrs a que lo haga todo un gran mundo. Y aunque algunos dicen que el centro está inmóvil y que las cosas próximas al centro se mueven menos, esto no es prueba de que la Tierra no gire. 

De este modo, de acuerdo con Copérnico, la Cynosura (estrella polar) se mueve con mayor lentitud que Aquila que hace un círculo menor por la proximidad del polo. 

Esta la antigua concepción de que la Tierra se mueve en cuanto cuerpo existente, no en cuanto a centro (según la concepción de las esferas, el cuerpo central no se mueve; el movimiento aumenta a medida que nos alejamos del objeto central) en el mismo tiempo con respecto a arcos semejantes, aunque menores del circulo celeste. Pero todo esto es falso, pues implicaría que el mediodía y la medianoche quedarán fijos en un lugar.

Según Copérnico, a mayor órbita menos velocidad. Por ejemplo, Saturno completa su giro en 30 años, la Luna y la Tierra lo hace en un día y una noche (24 horas).

  • Saturno: 30 años
  • Luna: 1 mes
  • Tierra: 24 horas

Con todo, para Copérnico, la Tierra, si bien no está en el centro del universo, está mucho más cerca que las Estrellas Fijas. 

Capítulo VII: Por qué los antiguos pensaron que la tierra estaba inmóvil en medio del mundo como si fuera un centro

La razón más poderosa para pensar que la Tierra estaba inmóvil y en el centro, era que las cosas caían y se dirigían hacia la tierra. Las cosas son dirigidas al centro para luego quedarse inmóviles tal como el centro de un círculo. Por otro lado, Aristóteles afirmaba que el movimiento de los seres simples es simple. La tierra y el agua se dirigirá hacia abajo porque son los elementos más pesados, mientras que el fuego y el aire al ser más etéreos, se dirigirán hacia arriba. 

Por lo tanto, de acuerdo con las afirmaciones de Aristóteles, los elementos tienen movimientos rectos de arriba y abajo, mientras que los movimientos de los astros serían circulares. 

Sin embargo, Claudio Ptolomeo dice que si esto es así, entonces el movimiento que se produce en la revolución sería brutal y rápido, y todas las cosas se moverían y lanzarían en la superficie de la Tierra. Además, veríamos que las nubes siempre se moverían en una sola dirección que en este caso sería al ocaso. 

Capítulo VIII: Solución de dichas razones y su insuficiencia

Si alguien opinara que la tierra se mueve, ese movimiento sería natural (circular) y no violento (rectilíneo). Si el movimiento de la Tierra es circular, entonces dicho movimiento se aceleraría más y más, y sin embargo esto no ocurre. Lo mismo ocurriría con el cielo, el cual, además, como tendría un ciclo infinito de movimiento circular, en realidad no tendría ningún movimiento, pues el infinito no puede ser recorrido. 

Sabemos por los predecesores de Copérnico que las cosas caen porque se dirigen al centro de la Tierra, el cual sería su lugar natural. Este lugar natural (y por lo tanto movimiento natural) es equivalente al fuego que existe en las estrellas fijas; de hecho, Copérnico lo conocía como ''fuego terrenal'' que es aquel que atrae las cosas hacia el centro, a contrario sensu del fuego de las estrellas fijas que atrae el fuego producido en la superficie de la Tierra. 

Estos objetos que son atraídos por el fuego terrenal se mueven solamente o hacia arriba o hacia abajo. En cambio, la Tierra debería estar quieta en sí misma. Por cierto, para Aristóteles las figuras que están en reposo son mucho más perfectas que aquellas que no lo son, así tenemos el ejemplo del Primer Motor Inmóvil. 

Sin embargo, existen otros puntos en contrapuesta a la idea de Aristóteles. Los planetas no están girando concéntricamente alrededor de la Tierra, ya que por Ptolomeo se sabe que tienen epiciclos. Por otro lado, también se sabe que las estrellas se aproximan o se alejan de la Tierra, lo que pondría en duda que esta no se moviera con respecto a ella. También se debe considerar el movimiento en el aspecto metafísico, es decir, es más noble poner movimiento a la Tierra que al Universo mismo. El Universo, que es más noble, no debería tener movimiento, en cambio, la Tierra que está dentro de ella sí debería tenerlo por ser menos noble. A esto se añade también la relación entre continente y contenido que tiene la Tierra y el Universo. 

Por lo tanto, es más probable pensar que la Tierra sí se mueve y que el movimiento de los planetas se apoyan en su propio centro. Esto explicaría por qué vemos astros que a lo lejos se acercan y se alejan. 

Capítulo IX: La Tierra: movimientos varios y el centro del mundo

Como nadie impide que la tierra se mueva, entonces queda ver si tiene varios movimientos para considerarla un astro errante. Que no sea el centro del universo lo demuestra el movimiento irregular de los demás astros, y que hace a la teoría de movimiento concéntrico insostenible. Si existen varios centros, entonces todos podríamos dudar cuál verdaderamente es el centro del mundo.

Para Copérnico, la gravedad no es sino una cierta tendencia natural, propia de las partes por la divina providencia del hacedor del universo, para conferirles unidad e integridad, juntándose en forma de globo(4)

Si la tierra se moviera alrededor de un centro, entonces debería tener los mismos movimientos que tienen los demás astros errantes. Si esto es así, no habría problema en decir que el sol está inmóvil y la tierra gira alrededor de él, teniendo la misma apariencia como que si la tierra estuviera en el centro. Es decir, que el sol este inmóvil y la tierra girando alrededor de él, tendría los mismos efectos visuales. 

Capítulo X: Sobre el orden de las órbitas celestes

Copérnico repasa el orden de las órbitas celestes que sus antecesores pudieron notar. 

Estrellas fijas y el sol

Comencemos con los que hablaban de las estrellas fijas y el sol.

Platón: todas las estrellas, cuerpos obscuros por otra parte, brillan con la luz recibida del Sol; si estuviesen por debajo del Sol, por la poca distancia desde éste, serían vistos faltándoles la mitad o parte de su redondez.

Ptolomeocolocan por debajo del Sol a Venus y Mercurio, reivindican como razón la amplitud de espacio que aprecian entre el Sol y la Luna. Pues encontraron que la distancia máxima de la tierra a la Luna es de sesenta y cuatro y un sexto unidades, siendo una unidad la distancia desde el centro del radio de la tierra, tal medida está contenida dieciocho veces en el intervalo mínimo del Sol.

Por tanto, no reconocen que en estas estrellas haya una cierta opacidad similar a la de la Luna, sino que brillan con luz propia o impregnados todos sus cuerpos por el Sol y por ello no ponen impedimento al Sol, lo cual en la realidad es una idea rarísima el que ellos se interpongan a nuestra visión del Sol, pues ordinariamente se retiran por la latitud.

Machometus Aratensis: son cuerpos pequeños en comparación con el Sol, ya que Venus, aun siendo mayor que Mercurio, apenas puede cubrir la centésima parte del Sol.


Copérnico difiere sobre todo con la visión ptolemaica de que Venus y Mercurio estén por debajo del sol. Todo lo contrario, lo rodean. 

Copérnico está mucho más de acuerdo con Capella quien decía que Venus y Mercurio giraban alrededor del Sol. No rodean a la tierra como sí lo hacen los demás. Hay astros que efectivamente giran alrededor de la Tierra como sería la Luna, pero no sería el caso de los demás. 

El modelo de Copérnico sería el siguiente:



En palabras de Copérnico y señalando a un observador agudo, aparece mayor la progresión y la retrogradación en Júpiter que en Saturno y menor que en Marte, y a la vez mayor en Venus que en Mercurio; y por qué tal flujo y reflujo aparece más frecuentemente en Saturno que en Júpiter y más raramente en Marte y en Venus que en Mercurio; además, por qué Saturno, Júpiter y Marte acrónicos están más cerca de la tierra que en las proximidades de su ocultación y aparición. Pero sobre todo Marte, cuando dura toda la noche [en oposición al Sol], parece igualar en magnitud a Júpiter (distinguible sólo por su color rojizo), sin embargo, en otro sitio se le encuentra con dificultad entre las estrellas de segunda magnitud, buscándole con una observación cuidadosa por medio de sextantes. Todo ello procede de la misma causa: el movimiento de la tierra.


Capítulo XI: Demostración del triple movimiento de la tierra

Tres son los movimientos de la tierra:

  1. Circuito del día y de la noche (νυχθήμερον)
  2. El segundo es el movimiento anual del centro, el cual describe el círculo de los signos alrededor de Sol, de modo semejante del ocaso al orto, esto es del oeste al este avanzando entre Venus y Marte con los cuerpos que le acompañan.
  3. El de declinación, también una revolución anual, pero hacia el oeste, esto es retrocediendo al contrario del movimiento del centro.
Para comprobar estos movimientos Copérnico recurre a las siguientes figuras:

1 Circuito de día y noche (νυχθήμερον)

Se considera que el mundo es llevado en la dirección opuesta al movimiento terrestre, describiendo el circulo equinoccial.




2 Movimiento anual del centro

Es necesario que el circulo equinoccial y el eje de la Tierra tengan una inclinación variable respecto a la eclíptica y al plano de la eclíptica.

Pues si permanecieran fijos los dias serían iguales a las noches o habría solo solsticio de verano o de invierto o solo equinoccio de otoño o de primavera.

3 Declinación (movimiento anula hacia el oeste)

El eje de la Tierra y el ecuador "miran" casi a la misma parte del mundo, y las estrellas parecen inmóviles.

El Sol parece moverse por la oblicuidad de la eclíptica, con el mismo movimiento que el centro de la Tierra y no pareciera que el sol fuera el centro de mundo.



FGHI  este circulo corresponde al ecuador terrestre.

En G(A,B,C,D) se produce la intersección de la eclíptica y el ecuador.

F: limite de declinación máxima austral

H: limite de declinación máxima boreal



Cuando F gira hacia el sol I E) , y la inclinación del círculo equinoccial es boreal seguir 4 IAE, entonces el movimiento alrededor del eje describirá el paralelo austral al ecuador , según el diámetro KL y la distancia Li, que aparecerá con respecto al sol como el trópico de Capricornio.

Este movimiento del eje de la Tierra  produce una superficie cónica.



Estos dos movimientos que se oponen entre sí (movimiento de inclinación y del centro terrestre). Obligan al eje de la Tierra a permanecer en el mismo balanceo y en posición similar, y les dan a todos los movimientos de apariencia del movimiento solar.


La diferencia entre los movimientos anualesdel centro y de declinación son pequeñas, por tanto solo se manifiesta su efecto en un tiempo mayor.


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lunes, 13 de septiembre de 2021

Tomás de Mercado - Suma de tratos y contratos (Libro I)

 


La primera obra de Tomás de Mercado y una de las más importantes tanto para el mundo del comercio como para el Derecho. El desarrollo de la Escuela de Salamanca permitió que la filosofía pudiera ahondar en estos conceptos de la más alta importancia. Indiscutiblemente, podemos ver que Tomás de Mercado estaba altamente influenciado por los filósofos escolásticos, sobre todo por Santo Tomás de Aquino, quien ya nos había hablado de ciertos aspectos económicos como la propiedad y la compraventa. Veamos que nos ofrece este filósofo español de Sevilla. 

Referencias:

(1) Lo que hoy llamamos contratos nominados e innominados


SUMA DE TRATOS Y CONTRATOS


LIBRO I: LA LEY Y LA RAZÓN NATURAL; LA VIRTUD Y LA JUSTICIA

Capítulo I: Qué cosa es la ley natural, sus causas, fuerza y virtud. Cómo la justicia conmutativa de los contratos estriba en ella

Para analizar el fenómeno de que los hombres traten o contraten ciertos pactos o acciones, Tomás nos explicará de dónde viene esta necesidad de contraer obligaciones. 

Aristóteles en su Metafísica nos decía que los animales se mueven por instinto natural, mientras que los hombres por la razón y el arte. En cambio, en los brutos se puso solamente el instinto natural, pero a los hombres la lumbre de la razón. Citando a Santo Tomás de Aquino, Tomás de Mercado nos dice que la ley natural es una participación de la ley eterna. 

A los brutos se les dio el instinto natural y a él se tienen que atener. En cambio, al hombre se le dio el libre albedrío para que decidiese si optar por el mal o por el bien. De aquí proviene el término  ''obligación'', el cual quiere decir hacer algo sabiendo que puede hacer otra cosa.

Para obligar no es necesario tener fuerza. Basta que exista un juez que ordene hacer una cosa a quien ha desobedecido para que éste se vea obligado a actuar. 

Nada hay mejor que una sana conciencia, no solo por el hecho de recibir una recompensa divina sino que por el hecho de vivir en tranquilidad y sosiego. Así lo planteaban ya los antiguos filósofos de lo conveniente que era la virtud, además de los santos padres de la iglesia. Toda esta buena conciencia se da por la razón, y ésta tiene dos premios y dos castigos, según la vida terrenal y la futura. 


  1. Premio de la vida terrenal: sosiego y tranquilidad
  2. Premio de la vida futura: gloria eterna
  3. Castigo de la vida terrenal: inquietud del alma
  4. Castigo de la vida futura: el tormento eterno


Así, la ley natural es la que enseña la razón y su mandato debe ejecutarse porque dentro de ella está la virtud. Tanto es así que la ley natural no requiere de ningún dictamen externo, ningún legislador que necesariamente indique qué hay que seguir. La ley natural es inexcusable, no puedo decir que no la sé porque realmente está en nuestros corazones. Esto es evidente cuando aborrecemos que al padre no se le respete, que se le golpee o que se le injurie. En cambio, cuando hacemos lo contrario, se nos alaba sin tener ninguna ley escrita sobre aquello. 

Juan Crisóstomo decía que el decálogo de leyes (Los Diez Mandamientos) ya estaban incluso en el paraíso y era preciso que se respetasen. No importa que el hombre fuera bárbaro, escita, rey o antípoda que sea, la razón siempre lo acompañará.

Por lo demás, no se trata de conocer la ley cristiana. Si un pagano transgrediera las leyes de Moisés y no pudiese ser castigado por ellas (quien no tiene conocimiento de la ley no puede pecar), entonces sería castigado por la ley natural que igualmente está en los corazones de todos los hombres. Un ejemplo de esto lo da Marco Tulio Cicerón, quien en su obra ''Sobre la República'' nos hablaba de leyes muy parecidas a las católicas: ''No adorareis dioses ajenos'', ''honrareis a tu padre y a tu madre'', ''quien jurare en falso será castigado''. 

La ley natural es el principio por el cual todos los contratos debieran sostenerse.


Capítulo II: De los principios de la razón natural, cómo, entre otros, es la justicia, y qué cosa sea esta, cómo se ejercita y guarda en los contratos

Conocer la razón es a su vez conocer lo que se manda. De acuerdo con Santo Tomás de Aquino, los primeros principios llaman a procurarse el bien y alejarse del mal:

''diverte a malo et fac bonum''

Junto con esto, es decir, junto con hacerse el bien uno mismo, tiene que también hacer bien a los demás. Esto no solo es un principio cristiano sino que algo que es connatural a todos los hombres, pues la asociación con otro es parte de la ley natural (el hombre es un animal político). 

Esto de no agredir es una obligación, pero lo de hacer el bien es algo voluntario. De aquí nacen dos grandes virtudes que son la justicia y la misericordia. Para que el hombre sea justo en sí mismo necesitará no solo de la justicia sino que además la templanza, la prudencia y la fortaleza. En cambio, para no ser injusto con los demás, será necesario ser justo y procurar las virtudes anexas a la justicia. 

Como la justicia lleva en sí misma la igualdad y la equidad, esta debe llevarse a cabo no solo en nuestras costumbres, sino que también en los contratos. Por lo tanto, solo bastará que se muestre la desigualdad para reconocer inmediatamente la injusticia. Todo lo que el hombre hace contra su propia conciencia, es pecado. 


Capítulo III: Distinción entre Justicia y Contratos


La justicia en los contratos se hace dos dos maneras por medio del juez:

  • Castigando a una parte
  • Haciendo pagar a otra

Esta justicia que desempeña el juez y que está en toda la administración de las ciudades se llama justicia legal, y es a la que respondemos todos los ciudadanos. Por otro lado, tenemos una justicia conmutativa que es la justicia que debe estar en los contratos. En la justicia conmutativa hay muchos contratos; unos tienen nombre y otros no(1). Los primeros los conocemos por tradición y los segundos son creación de las partes. Sin embargo, la sustancia entre los dos contratos es que el precio se iguale con la cosa, o que represente fielmente la cosa. 

En el préstamo solo se condena el interés alto que se cobre y a esto se llama usura, y solo esta causa exceso y desproporción en el contrato. Por supuesto, de aquí también nace la injusticia, por ejemplo, si presto 100 y me devuelven 110, los 10 serán la injusticia. 

Incluso, no habiendo norma escrita sobre esto, de igual manera habrá injusticia si se transgrede la igualdad de los contratos, ya que esto no es un elemento accesorio sino que natural, proveniente de la ley natural. Sin embargo, hay cosas que la ley divina no explica explícitamente. Si bien el ayuno y la maceración son cosas espirituales y naturales del hombre, la disposición de estas conductas específicas debe dictarlas la Iglesia. Otro ejemplo podría ser que entre todos sabemos que debe haber un ''justo precio'', pero ¿quién determina cuál es el justo precio? De acuerdo con Tomás de Mercado, esto lo decide la propia República. 

La ley es regla de nuestra vida por do midamos y nivelemos nuestras obras. En lo cual veremos, si hay, como enseñamos, ley natural, ley divina, ley eclesiástica y seglar, cuán reglados y medidos han de ser nuestros contratos, pues se han de medir con tantas reglas.

Conclusión

En este asunto preliminar ya sabemos la importancia de la ley divina y la ley natural. Todos los hombres tenemos la capacidad de entender la ley natural pues esta proviene de la razón y de principios anteriores al Estado y al hombre. En este sentido, Tomás de Mercado nos viene a clarificar que dichos principios tienen que ser sostenidos, y que su regulación debe ser proporcionada por las instituciones de una república. 

Tomás de Mercado - Vida y obra (1523 - 1575)

 


Una vida biográfica llena de incertidumbres, pero lo que sí nos queda claro con absoluta certeza es la obra del filósofo que estamos apunto de ver. Tomás de Mercado era economista, filósofo y teólogo dominico perteneciente a la Escuela de Salamanca, donde se destacó junto con otros grandes intelectuales como Francisco de Vitoria, Luis de Molina, Matías Azpilcueta o Domingo de Soto. Hasta ahora, en Filosofía Apuntes, no habíamos visto a ningún filósofo que hablara propiamente de la economía, pero ya nos adentraremos en ello. 

Tomás de Mercado


Vida y obra

Lamentablemente, poco se sabe de Tomás de Mercado. nació en Sevilla, España, en el año 1523. En 1540 viajaría a México y una vez ahí ingresó a la orden de predicadores. Estudió arte y tecnología en la Universidad de Nueva España, donde efectivamente se le fue concedida la cátedra de teología. En el año 1558 se convirtió en sacerdote y también profesor en el convento de Santo Domingo. Posteriormente, en 1526 es enviado a España para terminar sus estudios en Salamanca. Moriría en el año 1575 cuando iba de regreso a México. 

Obras

Tuvo dos obras esenciales:

Suma de tratos y contratos



Comentarios lucidísimos al texto de Pedro Hispano


Reiteramos que es lamentable que no podamos tener más obras para analizar con Tomás de Mercado.



Conclusión

Es realmente una lástima que no tengamos más información sobre la vida de este intelectual, pero con lo que debemos quedarnos es con su obra que marcó el inicio de los filósofos de la Escuela de Salamanca. Fundamentalmente, las obras son respecto a los contratos y a la lógica, pero no sabemos que más pudo ofrecernos este gran pensador. Quedaremos en deuda con el resto de sus obras.