De Regno
LIBRO II: GOBIERNO DEL REY
Capítulo I: Dios y el rey
Así como Dios gobierna el mundo y es uno solo, entonces el rey debe gobernar en la tierra siendo uno solo valga la redundancia. En el orden natural, el hombre al tener el raciocinio es el que gobierno en su ciudad. Por lo tanto, existe una semejanza entre Dios y el rey en el modo de gobernar.
Capítulo II: Acciones de Dios
Conviene saber lo que hace Dios para saber lo que el rey puede hacer en su gobierno.
Para esto, Santo Tomás de Aquino destaca al menos dos cosas de la obra de Dios:
- La forma del mundo
- El gobierno de él una vez que está formado
El alma tiene estas similares características. Primero porque el cuerpo se forma por una fuerza del alma y luego porque el cuerpo es gobernado por el alma.
En ese caso, la tarea del rey corresponde en similitud a la segunda obra de Dios, es decir, a gobernar. Salvo ciertas excepciones, el rey puede tener la primera característica que sería formar una ciudad, pero esto no es siempre el caso.
En el caso del hombre que logre fundar el reino, entonces tendremos que organizarlo de manera eficiente. Se deberá reconocer los recursos apropiados y distribuirlos apropiadamente.
Capítulo III: Gobierno divino
La conducción del mundo divino la lleva a cabo Dios, pero la conducción de un gobierno la lleva a cabo el rey. Este rey no puede gobernar solo porque necesitará de todos los hombres que tengan otros conocimientos con respecto a muchas materias.
Pareciera ser que el hombre no puede igualarse con el gobierno divino de Dios, pero si puede asemejarse. Para que él pueda alcanzarlo deberá tener una visión divina cuya realización se hace a través de las acciones virtuosas.
Capítulo IV: Los medios para alcanzar un buen gobierno
Podemos mencionar muchos medios por los cuales se puede alcanzar un buen gobierno. Sin embargo, Santo Tomás de Aquino distingue tres grandes acciones:
A estas tres dificultades, Santo Tomás plantea tres soluciones:
- Obrar virtuosamente
- Suficiencia de los bienes corporales, es decir, que existan bienes para distribuir
- Alcance de la paz
En este último punto Santo Tomás observa tres requisitos para lograr la paz:
- Que la sociedad viva unida por la paz
- Que la sociedad obre bien
- Que el dirigente tenga lo necesario para que la sociedad pueda vivir rectamente
Sin embargo, también existen tres impedimentos para llevar a cabo la paz:
- Un hombre no puede llevar a cabalidad sus tareas con la misma calidad que lo hacía antes
- El mal de las voluntades de no querer hacer lo que es mejor
- Cuando la paz de una sociedad es atacada por los enemigos
- Que los hombres virtuosos sean sucedido por quienes tengan energías renovadas
- Las malas voluntades se aplacan con la ley y los impedimentos
- El rey debe procurar que sus súbditos estén seguros en el reino
Estos son a grandes rasgos todos los requisitos que el rey debe servirse a la hora de gobernar.
Capítulo V y VI: El lugar donde gobierna
El lugar donde más conviene gobernar es un lugar templado. La justificación de esto son las ventajas por las cuales los ciudadanos se benefician:
- Salud para el cuerpo
- Longevidad
- Mejor política y acuerdo
En este último punto, la justificación nos viene de Aristóteles quien dice que las personas que viven en lugares fríos tienen mucho coraje, mientras que las personas que viven en lugares calientes son inteligentes, pero no tienen coraje. Las personas de la zona templada tienen las ventajas de ambas.
La fundación de la ciudad debe ser establecida en un lugar elevado para aprovechar el aire y la atmósfera. El lugar también debe tener un suelo que permita dar alimentos saludables, además de agua que pueda ser consumida.
Capítulo VII: Los víveres
Como dijimos anteriormente, la tierra debe ser fértil y capaz de generar alimentos. Existen dos modos en que una ciudad puede abastecerse de víveres:
- Por su propia producción
- Por el comercio
Por supuesto, la primera será opción será preferible a la segunda porque otorgará más independencia a la ciudad, mientras la otra solo dará dependencia.
Santo Tomás de Aquino advierte a los reyes que tengan cuidado con los mercaderes. Siempre es preferible que una ciudad tenga su propia producción, ya que el comercio puede traer objetos extraños y costumbres extrañas a la ciudad recién fundada.
Capítulo VIII: Deleites superfluos
En un reino ameno no debe estar la existencia de bienes superfluos como los deleites, estos hacen perezosos a los hombres, además de hacerlos delicados y temerosos a la muerte. Por lo tanto, no solo es buena una tierra que de frutos, sino que también que sus habitantes sean extremadamente prudentes, de lo contrario, estos no podrán consumir de manera equitativa todo lo que se obtiene.
Conclusión
Hace sentido incluso hasta el día de hoy lo que aquí dice Santo Tomás de Aquino. ¿Qué más quiere un gobernante sino que sus súbditos sean virtuosos y felices? no podría querer más. Estos son los designios de Dios y es necesario que se cumpla dicha potestad. Este perfectamente podría ser una guía para el gobernante de hoy, pues muchos supuestos de los que están acá parecieran faltar a nuestros representantes.
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