miércoles, 7 de octubre de 2020

Teoría de la expiación


Teoría de la expiación

¿Qué es la expiación? en el DRAE se define de la siguiente manera:

''Borrar las culpas, purificarse de ellas por medio de algún sacrificio''

Platón la consideró como el medio para curar las enfermedades del alma, siendo el concepto clave la justicia, es decir, la justicia libera tanto de la intemperancia como de la misma injusticia. 

Antiguo Testamento

Sin embargo, mucho antes de Platón el Antiguo Testamento ya nos hablaba de la expiación, en hebreo, ''kippum''. En el judaísmo, la expiación es el proceso de causar una transgresión (pecar) para luego ser perdonado. 

De acuerdo con los rabinos, la forma de lograr la expiación es a través del arrepentimiento. El rabino Eliazar decía: ''arrepiéntete un día antes de tu muerte''. El arrepentimiento también debe ir unido a la confesión, la restitución, la tribulación, la experiencia cercana a la muerte y la ocurrencia del Yom Kippur (día de la expiación para los judíos). 

Nuevo Testamento

La expiación en el Nuevo Testamento se comprende en metáforas de sacrificio, chivo expiatorio y redención para representar el significado de la muerte de Cristo. El apóstol Pablo es la fuente principal de estas metáforas, pero estas también aparecen en otras fuentes. 

Teorías filosóficas

Teoría del rescate de la expiación

De acuerdo con el filósofo de la patrística Orígenes, la muerte de Cristo fue una salvación que fue ''pagada'' al diablo. En efecto, se dice que Adán y Eva entregaron la humanidad al diablo por medio de su pecado. Por lo tanto, se necesitó de que Dios devolviera el pago al diablo por medio de la muerte de Cristo. 

San Agustín de Hipona apoya la teoría del rescate diciendo que ''vino el redentor y el engañador fue vencido'', en cierto sentido, Cristo se sacrificó por todos nosotros para redimir a la humanidad; por lo tanto, Cristo nos rescató de esta deuda.

Teoría de la satisfacción 

Esta teoría fue creada por Anselmo de Canterbury, quien decía que Dios había sido defraudado por el pecado que habían cometido tanto Adán como Eva. La muerte de Cristo, último acto de obediencia, trajo a Dios el honor que se había transgredido. En otras palabras, él (Cristo) pagó el honor al Padre en vez de que la humanidad pagara ese costo. En palabras de Anselmo, Cristo satisfizo el honor que habíamos perdido con Adán y Eva. 

Para Santo Tomás de Aquino, la teoría es muy similar. Cristo pagó con su pasión y a cambió de eso mereció la salvación, no solo para él sino que para todos los miembros. Esa expiación fue darle a Dios más de lo que un hombre podía dar para compensar la ofensa. 

Teoría de la influencia moral

Esta teoría fue propagada por el gran pensador y filósofo Pedro Abelardo. La teoría básicamente sustenta que la muerte de Cristo se realizó por amor a Dios, una demostración que podía cambiar los corazones y las mentes de los pecadores, y que vuelvan a Dios. 

En consecuencia, Abelardo no acepta que Cristo se haya sacrificado para salvar a todos y pagar la deuda con el diablo, entendiendo así que el diablo es un oponente de Dios. Al mismo tiempo, objeta que se haya pagado una deuda de honor con Dios. 

¿Por qué? porque la teoría anterior implicaría pensar que Dios cambia de opinión una vez que Cristo se sacrifica por todos. En efecto, esto choca tremendamente con la idea de que Dios sea impasible y perfecto. 

Recordemos que Pedro Abelardo fue excomulgado por sus teorías de moral cristiana que se consideraron heréticas. Luego de un debate con Bernardo de Claraval todas sus obras serían censuradas.

El reformador antitrinitario, Fausto Socino, también adhirió a esta idea Pedro Abelardo diciendo que el sacrificio de Dios no cumplió ninguna satisfacción, sino que más bien dio un ejemplo de que ésa es la dedicación que se debe tener a Dios. 

Finalmente, en los tiempos posteriores, el pensamiento reformista toma las ideas de la influencia moral y las hace suyas. Es decir, en el sentido religioso, la teoría de la influencia moral los reformistas se quedaron con dicha teoría.

Conclusión

Claramente la teoría del rescate parece una idea maniquea donde a Dios se le opone un rival. La doctrina de Abelardo es sensata en el sentido de que calza con la idea de que Dios es impasible, que no tiene rival y que nada se le opone. Contra un ser perfecto no habría oposición ni siquiera por un ser que sea inferior, no existe. Por lo tanto, desde un punto de vista objetivo, estará bien considerar la muerte de Cristo como amor a Dios, o como un ejemplo de dedicación a Dios. 

martes, 6 de octubre de 2020

Santo Tomás de Aquino y el mal


Santo Tomás de Aquino y el mal

Anteriormente en el blog vimos la obra de Santo Tomás de Aquino, sobre todo aquellas que tienen que ver con las ''Cuestiones Disputadas'', uno de sus textos más importantes. Sin embargo, nunca vimos la importantísima concepción que tenía Santo Tomás con respecto al mal, de hecho, nos saltamos esa parte. 

Es por eso que ahora vamos a resolver el asunto pendiente analizando esta pequeña parte de las Cuestiones Disputadas: el mal. 

Artículo 1º: ¿Es algo el mal?

Si el mal es algo

Todo lo creado es algo y el mal es creado, entonces es algo. Por lo demás, todos los contrarios son algo, si lo malo es contrario de lo bueno entonces definitivamente es algo. 

Sin embargo, cuando pensamos el mal en abstracto entonces no sería un contrario sino que una privación. Por otro lado, si es tomado lo malo en concreto, entonces ahí hablamos de algo. También puede decirse que lo malo, en efecto, tiene un fin. Pensemos en la corrupción, esta siempre tiene un fin y es contrario a lo bueno.

Recordemos que todo esto es contrario a lo que diría San Agustín de Hipona, quien decía que el mal no es algo. El mal no pertenece a ninguna naturaleza. De hecho, el santo de Hipona dice que el hombre cuando peca no hace nada

Santo Tomás responde

En cierto sentido, dice Santo Tomás, esto es cierto porque si lo bueno tiene un fin y es apetecible, entonces el mal es todo lo contrario, es decir, no tiene un fin y no es apetecible. Como no tiene fin ni apetecibilidad, entonces sería difícil hablar de que el mal fuera algo. 

Lo malo es algo aquello a lo que acaece ser malo, por ejemplo, el ser ciego no es algo, sino algo a lo que acaece ser ciego. 

Bajo este respecto, hay dos cosas de como entender aquello que es malo:

Absolutamente: lo malo en sí
Relativamente: lo malo respecto de algo

Cuando lo malo es absoluto, entonces es ahí donde no se contradice con lo bueno, pues no sería nada en sí. Lo malo es relativo cuando puede suprimir algo de lo bueno, por ejemplo, cuando se dice que el castigo en sí es malo, pero es bueno en cuanto corrección. Por lo tanto, el mal sería relativo pues el castigo tiene un buen propósito. 

Donde lo malo sí puede ser contrario a lo bueno y además tener una especie de sustancia es cuando se habla de la moral. ¿Por qué? porque la moral depende de la voluntad de hacer el bien o el mal. Sin embargo, recordemos que esta denominación de bueno y malo es solo nominal y no representa exactamente la naturaleza del mal en cuanto a algo. Podríamos considerarlo solo una referencia al mal.

El no-ser nunca es apetecido, a menos que este esté unido a algo que contenga bien. La excepción es cuando el ser se conserva con un no-ser; por ejemplo, cuando la oveja escapa del lobo, es decir, quiere la ausencia del lobo para no ser comida. El no-ser siempre es rehuido mientras que es el ser, y su conservación, lo que siempre se procura. 

Como conclusión, Santo Tomás de Aquino nos dice que el mal es privación y no algo real. Lo malo sería ente de razón, pero no es una cosa porque en el intelecto es algo pero no en la cosa. No obstante, al mismo tiempo, sería bueno porque si se piensa con la razón es entendido y por lo tanto, es bueno (que algo sea entendido). 

Lo malo no tiene un fin pues nadie quiere lo malo, ni tampoco el mismo mal puede apetecer algo porque de ser así, tendría que apetecer más lo bueno, no lo malo. 

Art 2º: Lo malo en lo bueno

Lo malo está en lo bueno

Lo malo puede estar en lo existente y en lo bueno en cuanto a que es deficiente. Lo bueno y lo malo sí son opuestos, pero no el uno en el otro, así como el frío no es en el fuego. 

Lo malo es accidente, potencia y por lo tanto contrario al acto y la sustancia. Si lo malo por accidente está en lo bueno, entonces el mal podría denominar a lo bueno, lo cual es contradice. 

No obstante todo esto, San Agustín de Hipona dice que lo malo no puede subsistir si no es en lo bueno. Si el mal es privación, entonces este puede estar en un sujeto, en efecto, podemos decir que el sujeto tiene algo malo. Por lo tanto, de acuerdo a San Agustín, lo malo puede estar en lo bueno. 

Santo Tomás responde

Santo Tomás corresponde con San Agustín de Hipona en que lo malo solo puede subsistir en lo bueno. En consecuencia, Santo Tomás está de acuerdo con todas las proposiciones anteriores, es decir, que el mal sea accidente y potencia en algo bueno. ¿Cómo es esto? debemos entender que de alguna manera la potencia es una privación de algo (ha nacido para tener algo y no lo tiene). Lo malo no podría existir si lo bueno se destruye completamente. 

Art 3º: Lo bueno como causa de lo malo

Si se sostuvo anteriormente que lo malo no podría existir si lo bueno se destruye, entonces practicamente puede decirse que lo bueno es causa de lo malo, o por lo menos contribuye a su existencia. 

Al menos así lo sostiene San Agustín de Hipona cuando dice:

''Lo malo no puede surgir sino de lo bueno''

Por otro lado, el Pseudo Dionisio también nos dice algo parecido: ''De todas las cosas, el bien es principio y fin''. 

Santo Tomás responde

Lo malo no tiene causa por sí. Esto se ve porque como dijimos en un principio, lo malo no tiene un fin y no es apetecible, es decir, nadie quiere ir hacia lo malo, ni siquiera lo malo mismo. 

Todos actuamos por un bien, aunque este sea engañoso y aparente. Cuando está el bien, lo malo se transforma en un medio. Sin embargo, si ese bien (que me parece bien porque puede no ser una actitud correcta, pero me parece bien) desapareciera, entonces el medio para lograrlo (que puede ser malo) no podría existir. 

Art. 4º: La división de lo malo en castigo o culpa

Es curioso este último artículo pues propone que lo malo solo se divida en castigo o culpa. Por supuesto, uno inmediatamente tendría que decir que no, que su división es muchísimo más amplia. 

Santo Tomás responde

Puede observarse esta mirada desde el concepto de la voluntad, en efecto, para hacer el mal hay una elección y esta se da en una determinada situación. Cuando se escoge una opción para hacer el mal, entonces viene el castigo que va en contra de la voluntad. Luego viene la culpa que, considerada también como pena o castigo, que también depende de la voluntad y por lo tanto, todos los actos malos derivan de ella. 

Art. 5º: Lo malo es más culpa o más castigo?

A simple vista pareciera ser que el castigo es más malo que la culpa. De hecho, la separación misma del sumo bien debería ser un castigo, no una culpa. Por lo demás, en la visión cristiana, uno puede liberarse de la culpa, pero no puede liberarse del infierno que es el peor castigo. 

Sin embargo, San Agustín dice:

''A los malos no les gusta el castigo y a los buenos no les gusta la pena''

Santo Tomás responde

Muchos parecen acertar cuando dice que el mayor de los males son los castigos, pero siempre lo relacionan con los sentidos, es decir, el castigo corporal, el castigo que se siente. En cambio, la culpa es inherente al sujeto, no se entiende como algo corporal sino todo lo contrario. La propensión de hacer lo malo no es más grave que hacerlo y es ahí donde entra la culpa, en el acto de lo malo. En consecuencia, lo malo está más con la culpa que con el castigo.

Conclusión

Podríamos decir que lo dicho aquí por Santo Tomás de Aquino corresponde totalmente con la visión de San Agustín de Hipona, en cuanto a que lo malo es aquello que es privación del bien, aquello que no existe si no es por el bien que es lo que existe verdaderamente. Esta independencia del bien con respecto al mal se tendrá por entendida mucho tiempo después, sobre todo cuando los religiosos vuelvan a tener la palabra, quizás ya no desde la iglesia católica. 

jueves, 1 de octubre de 2020

Nicolás de Cusa - Diálogos del idiota: experimento de la balanza (1450)


¿Qué quiere decir exactamente ''experimento de la balanza''? en realidad nos habla de cómo nuestra mente es capaz de entender las cosas de la naturaleza. En efecto, habíamos dicho en el libro anterior de los diálogos sobre el idiota, que todo es medible y que aquella medición se tiene que llevar a cabo por medio de las matemáticas. Esto nos lleva necesariamente a que la mejor forma de conocer las cosas es por medio de la medición,es decir, por medio de las matemáticas. Sin embargo, hasta con matemáticas tendremos nuestra propia limitación.

Referencias:

(1) Es la teoría de los humores de Pitágoras. 

Experimento de la balanza
Mente y naturaleza

El idiota nos dice que la balanza romana es la única que puede acercarse a la verdad, a pesar de que la mente humana no puede acceder a ella. El peso de las cosas es lo que nos revela una verdad, sin embargo, el peso siempre es distinto en las cosas. 

Si el médico supiera el peso de las hierbas o de los líquidos que existen en la naturaleza, tendría información mucho más relevantes que por otras medias; por ejemplo, el gusto. En efecto, si supiera el peso de los líquidos del cuerpo (humores) entonces podría saber y conocer todas sus enfermedades, además de el peso natural del cuerpo(1).

También tiene un uso práctico, pues de saber esto, podríamos saber cuántas cosas hay en un metal; por ejemplo, cuando cobre puede haber el una barra de plata. De hecho, la investigación de pesos puede llevarnos a las mismas cosas sin investigar antes sobre ellas. 

Los pesos de todas las cosas en verdad se determinan por los cuatro elementos que tienen (agua, tierra, fuego y aire). El peso de estas cosas nos acercarán a la verdad de ellas. De esta forma, sabiendo el peso de todas las cosas podremos saber incluso la respiración del hombre, en efecto el peso del hombre podrá darnos la aspiración e inspiración del aire. 

De acuerdo al idiota, con el peso de las cosas puede saberse la armonía de todas las cosas que existen. La balanza es un instrumento fundamental que puede acercarnos a la verdad, por eso, el idiota recomienda que se elabore un libro donde se registren el peso de todas las cosas y probar este experimento, de que la balanza nos haga conocer a través del peso, la verdad más aproximada de las cosas.

Conclusión

Es interesante ver la reflexión de Nicolás de Cusa con respecto al peso. Es cierto que quizás su visión es un tanto antigua, pero hoy, la importancia de peso en la salud de las personas es capital. En efecto, ya solamente con el peso puede determinarse si una persona es sana o no, claro, puede darnos una noción bastante importante porque lo demás lo dará la edad y la actividad de la persona. Con respecto a las cosas, la medición de ellas son importantes para el comercio, pero al modo que lo ve Nicolás de Cusa, no solo tiene una importancia física, sino que también metafísica porque las matemática, y en este caso también la física, nos llevan a la verdad de las cosas.

Nicolás de Cusa - Diálogos del idiota: el idiota acerca de la mente (Idiota de mente) (1450)


Esta es la segunda parte que trata sobre el idiota y un filósofo romano. Como el tema de la naturaleza de Dios está sanjado, esta vez el idiota y un filósofo se proponen hablar sobre los misterios de la mente. ¿Tiene nuestra mente alguna injerencia en los asuntos divinos? al parecer tiene una especie de vinculación con la cual podemos entender esas cosas, pero no en su esencia, sino que por medio de la docta ignorancia. También veremos el concepto de mente, es decir, cómo este se entiende a la hora de hablar. 

Referencias:

(1) Semejante a la reflexión de Protágoras: ''el hombre es la medida de todas las cosas''.

(2) Llama la atención que para este tiempo, Guillermo de Ockham ya había presentado la teoría de la Navaja. 


Idiota de Mente
El idiota acerca de la mente


CAPÍTULO I: CÓMO SE ENTIENDE LA MENTE

Se corría la voz de que un gran filósofo estaba en Roma y nuestro orador se acercó a él para conversar. El orador dice con total convencimiento que los menos doctos entienden mucho mejor que los filósofos, la realidad de este mundo. 

El filósofo ha ido a Roma para buscar conocimiento en cuanto a cuestiones de la mente, pero no ha encontrado a algún sabio que le ayude. El orador lo lleva junto con el idiota para discutir los temas pertinentes a la mente y el idiota accede.

Concepto de mente y alma

El idiota dice que absolutamente todos los hombres tienen un concepto sobre la mente, aunque sea muy pequeño. Para el idiota, la mente es termino y medida de todas las cosas(1). El filósofo le pregunta al idiota si el alma y la mente tienen alguna diferencia, y , en efecto, tiene una diferencia:

Mente: subsiste en sí y es infinita
Alma: subsiste en el cuerpo y es infinita (inmortal)

Por lo tanto, parece ser que la mente es independiente del alma con respecto a su subsistencia pero ambas son infinitas. 


Capítulo II: El vocablo

El filósofo pone en duda la definición sobre la mente como la medida de todas las cosas, y le exige al idiota que aclare su punto. Sin embargo, el idiota reconoce que en este mundo existen las contradicciones y que existe una razón para dar algunas palabras a las cosas. El nombre de la propiedad de las cosas queda sujeta al más y al menos y por eso se ignora el nombre real. Por lo tanto, los nombres son una cuestión impuesta por los hombres y por lo tanto por la razón

Todo arte humano es finito porque, por supuesto, lo infinito absoluto que sería Dios es primero que el hombre. Por lo tanto, lo finito queda en lo infinito. Así mismo, todo arte finito proviene del arte infinito. 

En ese sentido, Dios es llamado por todos los nombres de las cosas tal como hubiese dicho Hermes Trimegisto.


Capítulo III: Precisión del nombre y el lugar de la mente

La noción de Dios está concebida en la mente, es decir, la mente es imagen de Dios. Por lo tanto frente a la complicación divina que es incansablemente incomprensible, entonces la mente solo puede retener una imagen de la divinidad, no puede ascender más allá. 


Capítulo IV: La mente no es explicación

En efecto, la mente no es explicación de las cosas sino más bien es una fuerza asimiladora de la complicación divina. En ese sentido, la mente es una potencia que puede asimilar la divinidad, pero jamás puede alcanzarla.


Capítulo V: La mente es sustancia viva

Generalmente se suele confundir el alma con la mente, y en efecto, el alma pudiera ser aquello que vivifica el cuerpo. Ambas vivifican el cuerpo. De hecho, el idiota acepta el concepto de alma intelectiva que le ofrece el filósofo, diciendo además que esta alma intelectiva es anterior al cuerpo por su naturaleza, no temporalmente. ¿Por qué? porque temporalmente el cuerpo existe primero, y luego el alma va hacia él. 


Capítulo VI: Los pitagóricos

El filósofo dice que el pensamiento del idiota es más cercano al de los pitagóricos que al de cualquier otro, a lo que el idiota le dice que en realidad no está cerca de ninguna doctrina en especial.


Por lo demás, el idiota dice que el primer principio no puede estar dotado de elementos; debe ser puro y simple. Nuestra mente no puede comprender algo así a menos que se le hable del número u otra cosa análoga. El número, por el contrario, es algo compuesto.  En efecto, todo número está compuesto de un par e impar y en ese sentido el número está también compuesto de un número


Cuando vemos una unidad en un número, en realidad lo que vemos es una unidad no compuesta. ¿Qué ocurre en el caso del número uno? sí puede venirnos a la cabeza que el uno tiene más de un componente (es impar por ejemplo), entonces no podemos decir que es una unidad absoluta. Nuestra mente siempre le asignará algo más. 


Capítulo VII: La mente produce la forma de las cosas

La mente es un cierto número divino, dice el idiota. Pero una cosa es la mente nuestra y la mente infinita, es decir, una mente que va más allá de nosotros. La diferencia es que nuestra mente es asimiladora, mientras que la mente infinita es creadora o vivificadora. 

Por otro lado, en cuanto a las cosas más abstractas, la mente solo puede entenderlas por medio de la materia. Sin embargo, estos entendimientos en realidad no son verdaderos, en otras palabras, nosotros no podemos comprender aquellas cosas infinitas, sino que solo podemos entenderlas en apariencia, en analogía, pero no en sí. 


Capítulo VIII: La mente y los sentidos

La mente, en fin, es una capacidad de concebir. Pero ¿cómo es que concibe? bueno, por medio de la semejanza de las cosas; en este caso, el género, las diferencias, los accidentes, la especie y lo propio. La mente comienza a concebir cuando se mueve, es decir, cuando tiene pasión y luego se perfecciona mediante el intelecto. En realidad esta no es una perfección propiamente tal, sino más bien cuando la mente alcanza un concepto que le es satisfactorio. 


Capítulo IX: Cómo la mente mide las cosas

En el siguiente capítulo, el idiota nos habla sobre cómo la mente mide las cosas. Dice, en efecto, que el alma hace el punto de la línea, es decir, termina a la misma línea. El punto, imaginado en la mente, puede continuar la línea o la puede terminar, de esto se podría entender que el idiota considera al punto como parte de la línea y también como su termino; por lo tanto, el punto es indivisible. En efecto, hay dos tipos de punto


Punto lineal

Punto terminal


El segundo es el que no puede suceder a otro, pues es absurdo que exista el término de un término. El punto es la perfección y la totalidad de la línea. De este modo es que la mente mide las cosas.


Capítulo X: Comprensión de la verdad está en la multiplicidad de las cosas

Boecio ha dicho que la verdad está en la multiplicidad de las cosas. En efecto, las matemáticas miden todo y por lo tanto la medida de todas las cosas está en esa multiplicidad. De esta forma, la mente va conociendo las cosas por medio de las partes (multiplicidad) para luego llegar a un todo (unidad).


Capítulo XI: Dios y la mente

Todas las cosas en sí tienen una semejanza con su principio. Dios es un género absoluto por el cual la mente busca asimilarse a lo que él muestra. 


Capítulo XII: No existe un solo intelecto


La mente para el idiota es intelecto, pero la mente no es una sola en todos los hombres. Así como no pueden existir muchos cuerpos iguales, tampoco hay las mismas mentes y en consecuencia, no hay un entender único en los hombres. 

Esto quiere decir que hay una mente humana y también una mente divina, pero además, las mentes de la humanidad son múltiples. Nicolás de Cusa cree que existen muchas sustancias(1)


Capítulo XIII: Dios como alma del mundo y naturaleza

La voluntad de Dios no necesita otro ejecutor, en efecto, él es el único creador que podría deducirse la creación del alma del mundo y la naturaleza. La naturaleza no tiene el poder de crearse a sí misma, y por lo tanto, es Dios el gran creador de ella. Pensemos en un pintor que desea pintarse a sí mismo, como no va a poder  multiplicarse, entonces el tendrá que hacer lo mejor posible el autoretrato, pero solo sera una imagen de sí mismo. En otras palabras. la creación no tiene las mismas facultades que el creador. 


Capítulo XIV: El viaje de la mente al cuerpo

Recordemos que Platón nos hablaba de que el alma, y para efectos de la conversación aquí, la mente, viaja y queda prisionera en un cuerpo. Aristóteles, por su parte, sostendrá lo contrario diciendo que el alma asciende desde la razón. 


El idiota nos dice que la mente precede a la inteligencia en la naturaleza, pero degenera en inteligencia después; sobre todo cuando se aleja de la simplicidad divina. Si la mente precede a la inteligencia, la cual es una creación más bien humana, entonces se entiende que la mente es una imagen de la divinidad. Por lo tanto, la concepción del idiota está más cerca de Platón que de cualquier otro filósofo. 


Capítulo XV: La mente es inmortal e incorruptible

Para saber si el alma es inmortal e incorruptible será necesario ver cómo es que indaga las cosas. Cuando observa las cosas que mutan, que son variables, encuentra solo cosas perecibles, pero cuando indaga en sí misma, solo puede encontrar cosas estables y fijas. Por lo tanto, su naturaleza no es variable, todo lo contrario, pertenece a las cosas estables y fijas y por lo tanto, inmortales. Esto se puede observar cuando se mira a sí misma y puede ver que es estable. 


Conclusión

Increíble este tratado sobre la mente, pero también nos recuerda los últimos resabios de la Edad Media. Nicolás de Cusa sostiene la multiplicidad de las esencias, a pesar de la Navaja de Ockham que se esgrimió algunas décadas antes. Lo que sí me llama profundamente la atención es su teoría sobre la unidad, es decir, que no exista nada que sea absolutamente unitario, que no exista una semejanza con la unidad en este mundo, que sería lo equivalente a decir que nada es igual en este mundo.

miércoles, 16 de septiembre de 2020

Nicolás de Cusa - Diálogos del idiota: el idiota sobre la sabiduría (Idiota de Sapientia) (1450)





El siguiente es un relato inventado por Nicolás de Cusa sobre un supuesto idiota que habla con un orador romano. En realidad, ese idiota que el cusano advierte es el mismo que va a demostrar la validez de su argumento y concepto ''docta ignorancia''. Estos diálogos se estructurarán en tres partes: primero tenemos el idiota sobre la sabiduría, el idiota sobre la mente, y el idiota sobre los experimentos. Sin duda que estos título llaman demasiado la atención pues el idiota es menos idiota de lo que cree. 

Referencias:

(1) Esto no quiere decir que se resuelvan las contradicciones, sino que más bien entender que existen. 

Idiota de Sapientia
El idiota sobre la sabiduría


LIBRO I: LA SABIDURÍA Y EL PRINCIPIO


Sabiduría infinita

Se encuentra un pobre (el idiota) con un orador romano. El pobre le dice que no ha llegado aún a ser humilde, a pesar de haber leído muchos libros. El orador le objeta que de otra forma no puede obtenerse el conocimiento. El idiota le dice que hay un conocimiento natural que estuvo incluso antes de los libros.

Una frase es clave aquí: ''la sabiduría grita en las plazas'', esto quiere decir que la sabiduría no está en la lectura de los grandes hombres, sino que está en la naturaleza misma. El conocimiento de la unidad o del número no se dan por instrucciones en los libros, sino que el ser humano lo tiene de por sí incorporado

Sin embargo, existe una sabiduría superior a la que nadie tiene acceso. Así, aunque nadie tiene acceso de igual manera se conoce, lo cual es contradictorio pero de esta manera es. 

El hombre busca el conocimiento, pero lamentablemente no puede llegar hasta infinita sabiduría que además es incomprensible. Pero en eso justamente consiste la vida, en esa búsqueda incansable de la sabiduría última a pesa de no poder llegar a ella. 

Y en efecto, el hombre es feliz en la incomprensión. Cuando el amor es infinito e inexplicable, es mucho más querido en contaste del cual es mensurable y explicable. Muchos hay quienes buscan la sabiduría finita y creen que la encuentran en los libros, es más, una vez que la encuentran no se contentan con esa sabiduría finita sino que quieren más. Por lo tanto, lo que realmente busca el hombre que quiere ser feliz, es la sabiduría infinita, no la finita. 

El principio: Dios

El orador pregunta ¿es la sabiduría algo distinto de Dios? a lo que el Idiota dice que la sabiduría es Dios mismo. Pero ¿Acaso Dios ha formado todas las cosas a través del verbo? ¿Cómo es posible que haya creado la sabiduría y que al mismo tiempo sea la sabiduría?

El Idiota responde a que decir que Dios ha creado las cosas con la sabiduría no es distinto que decir que Dios ha creado todas las cosas mediante el Verbo. Por lo tanto, el Verbo es la mismísima sabiduría. 

Esto quiere decir que los libros y la ciencia escrito en ellos no es parte de la sabiduría. Para llegar a la sabiduría sería necesario desligarse de las cosas sensibles y admirar lo inteligible, donde se comprenden todas las contradicciones del intelecto (1).


LIBRO II: EL CONCEPTO DE DIOS


El orador nuevamente se reúne con el idiota para saber más sobre la ignorancia, pero esta vez teniendo como base el concepto de Dios. El orador le pregunta como es posible hacerse un concepto de Dios, el idiota le dice que solo tiene que pensar en aquellos que es absoluto en él. 

¿Cómo puede entenderse el concepto de Dios entonces? deberá verse en la misma pregunta, es decir, ¿no es cierto que cuando preguntamos por Dios estamos suponiendo la existencia de un ser? En este caso, Dios sería una presuposición absoluta, pues en la misma pregunta se sabe a qué se refiere cuando se pregunta por él. 

Sin embargo, el orador nos dice que entonces ninguna pregunta podría ser correctamente formulada, porque todas podrían suponer en sí misma una respuesta. En efecto, no se podría preguntar acertadamente la naturaleza de Dios sin presuponerla, pero la respuesta a cualquier pregunta sobre Dios será negativa. Es decir, se puede saber lo que no es Dios, pero no lo que es en sí. Aún con esto, podríamos decir que Dios no es negación absoluta y por lo tanto, Dios está por sobre la negación y la afirmación.

Suficiencia del concepto Dios

El orador descubre lo que el idiota quiere decir, y en efecto, ambos acuerdan que el hombre tiene una suficiencia de Dios; sabemos que es inalcanzable y por lo tanto, nos aferramos a una manera de conocerlo que no es absoluta pero es la que se acerca más a la precisión absoluta de Dios. 

El concepto de Dios no puede tener un más o un menos, todo lo contrario, como Dios es infinito entonces su concepto es absoluto.

Conclusión

Seguimos con este concepto de docta ignorancia. Nicolás de Cusa nos quiere decir con este texto que no sirve de nada leer a los grandes maestros científicos, ya que el conocimiento infinito de las cosas divinas está en nosotros y no es necesario verlo escrito. Dios nos dio la mente para poder comprender todas estas cosas sin ayuda de texto científico alguno. 

Pasamos al siguiente libro del idiota sobre la mente. 

domingo, 23 de agosto de 2020

Nicolás de Cusa - Sobre el génesis (De genes) (1445)




Nada más impresionante como descubrir el génesis de todas las cosas que existen en este mundo. El presente texto se basa en una conversación que sostuvo Nicolás de Cusa con un amigo llamado Conrad, en el cual debaten sobre el génesis de todas las cosas. Evidentemente, este diálogo está entregado desde una perspectiva cristiana, por lo que si recuerdan ustedes la historia bíblica, o aun más el mismo Génesis, entonces estaremos en camino a entender este diálogo mucho mejor. 

De Genes
Sobre el génesis de todas las cosas


Conrad tiene una pregunta para Nicolás de Cusa algo compleja. El fin y el comienzo tienen algo de idéntico, pero también el curso intermedio que une a estos dos. Si el principio, el medio y el fin coinciden, ¿cómo es que esta igualdad entre estos tres elementos puede llamarse causa? porque en algún momento Dios creó todas las cosas. 

Para responder a esta pregunta, Nicolás de Cusa comienza considerando algunas ideas.


  1. Algo (o alguien) se vuelve conocible por medio de escrutinio. En efecto, es el escrutinio lo que hace que una cosa sea conocible y otra ignorada. 
  2. La absoluta semejanza no puede existir de algo que es otro. 
  3. La absoluta semejanza solo puede generar semejanza
  4. Aquello que es otro, solo puede generar otro
  5. Por lo tanto, la absoluta semejanza no puede ser generado por algo que sea distinto a él
  6. Por lo tanto, es simple, eterna, sin límites, infinita, inalterable, etc.
Se dice además que Dios es uno en sí mismo. Bajo esa frase, muchos han puesto atención más a que es uno y no al ''sí mismo'', dejando la semejanza en último lugar. 

En la semejanza, lo que es universal y lo que es particular es lo mismo. por lo tanto en Dios que es uno y el mismo todo es igual. De esto se diría también que tanto el ser como el no-ser son también absolutamente semejantes en esta igualdad. 


Creación

Para averiguar el comienzo del mundo, debemos establecer que Dios no hizo que la duración del mundo tuviera un comienzo, aparte del mundo en sí mismo. Por lo tanto, el mundo tiene su propio tiempo, su propio comienzo. 

En consecuencia, la duración del mundo es imposible mesurarla porque no tiene un tiempo superior por el cual pueda guiarse. En efecto ¿cómo podría mesurarse el tiempo del mundo si el ''tiempo'' de Dios es desconocido e inconmensurable?

Sin embargo, Conrad establece que el mundo sí tiene una duración y puede inferirse esta por los escritos de Moisés. Este tiempo fue desde hace 7000 años antes de Cristo. No obstante, Nicolás de Cusa nos dice que Moisés solo menciona esta cantidad de años para que el hombre pueda entender en términos conocidos de que el mundo se creó hace muchos años. Por lo tanto, lo dicho por Moisés pensemoslo como una metáfora. 

En tanto a las cosas sensibles, es necesario pensarlas como la semejanza de aquello que es perfecto. Todas las cosas tienen una cierta semejanza con su agente u autor; por ejemplo, la vasija es creada por el soplador de vidrio. En la mente de este soplador está la vasija y con esta él logra construirla, lo que se traduce en que las creaciones parten de la mente del autor. Así mismo, Dios hizo todas las cosas. Ahora, si el soplador quisiera inventar otra vasija diferente de la que hizo, entonces tendrá que recurrir a los mismos materiales por los cuales hizo la primera. Esta es la forma en que se igualan todas las cosas, su materia prima es la misma pero sus accidentes son diferentes. 

De un modo parecido ocurren las cosas inteligibles. En efecto, del silencio luego ocurren las palabras. Primero están aquellos sonidos indistinguibles que poco a poco configuran un articulado de palabras racional. En ese sentido, tenemos que lo inteligible nace de la misma forma, es decir, de la nada, de la ausencia. 

Sin embargo, no es exactamente de una nada de la que proviene sino que más bien de un intelecto superior que existe. Este intelecto es el que arma estas palabras y las reproduce; dicho intelecto es Dios.


Conclusión

Vemos entonces que Nicolás de Cusa sigue la tradición de muchos filósofos de la Edad Media, en declarar que es el intelecto el gran creador. Tanto la creación sensible como la creación intelectual son fijadas en la mente del creador, pero aún queda en incógnita cuándo se creó el mundo. Es algo que Nicolás de Cusa no averigua en mayor detalle aplicando la docta ignorancia, pues, el mundo fue creado, pero cómo fue creado no podemos saberlo. 

martes, 18 de agosto de 2020

Las Virtudes Cardinales


Las Virtudes Cardinales

Las Virtudes Cardinales son un conjunto de virtudes que se consideraban esenciales en el ser humano. El concepto de virtud varía de filósofo en filósofo, pero el primero en establecer fue Platón. Luego será retomado por diversos filósofos que agregarán esto a su propia filosofía. 

Platón

El libro IV de la República de Platón que versa sobre la ciudad del alma relata las virtudes cardinales. Esta parte de la República consiste en un diálogo que sostiene Sócrates y Glaucón sobre los valores que deben tener una ciudad. 

Prudencia

Primero, Sócrates dice que deben encontrarse 4 cualidades de la ciudad. La cualidad que aquí se revisará, será la prudencia.

Sócrates dice que la ciudad que están construyendo es bastante prudente, pero no lo es por los conocimientos que se abordan en dicha ciudad, sino por el número de habitantes que desempeñen un rol, es decir, distribuir la ciudad de manera tal que profesiones como la de artesanos, existan en mayor número que la de los guardianes, puesto que estos son los verdaderos jefes de la ciudad

Así, llama Glaucón y Sócrates una ciudad prudente en sus determinaciones.

Valor

El valor como característica de la ciudad es fundamental sobre todo en una guerra. El valor debe verse entendido en este aspecto como la educación que reciben los guardianes tanto de la sociedad como de la crianza, es decir, se les debe enseñar desde pequeños las cosas que hay que temer y las que no. La gimnasia y la música serían los elementos educadores donde se les enseñará a los guardianes a tener valor y por lo tanto, a la ciudad.

Tenemos la segunda característica de la ciudad: El valor.

Moderación

La moderación sería el tercer elemento que debiera tener la ciudad. Sócrates lo describe de ésta manera:

La moderación es un orden y dominio que consiste en la contención de los placeres y en la concupiscencia según la expresión de los que afirman ser dueño de sí mismos, aunque debo decir que desconozco sentido en el cual se lo expresa. ´
Sin embargo, dice Sócrates que ser dueño de sí mismo, es ridículo debido que al mismo tiempo ser esclavo de sí mismo porque todas estas expresiones se refieren a una misma persona.

Sócrates para resolver este dilema, plantea que hay una parte en el ser humano que es buena y otra que es mala. Cuando la buena logra someter a la mala, somos dueños de nosotros mismos; cuando la parte mala logra someter a la buena, somos esclavos de nosotros mismos y seremos llamados intemperantes. 

Así, es común que en la ciudad se encuentre un mayor número de personas que son dominadas por su parte mala, y un menor número de personas que son dominadas por su parte buena y que finalmente son ellos los que gobiernan la ciudad.

Se describe entonces el tercer aspecto que debe tener una ciudad: moderación.

Justicia

Sócrates, dice a Glaucón que la justicia, consistía que cada uno debía hacer lo suyo y no multiplicar sus actividades (o no dedicarse a múltiples actividades). Para que se puedan ver bien las virtudes de una ciudad, debemos observar que cada ciudadano ejerza su propia profesión. 

Si un ciudadano como un zapatero quisiera hacer el trabajo de un alfarero, sería injusto que el zapatero los hiciera, ya que los alfareros quedarían sin empleo. Por lo tanto, la justicia de la ciudad consistirá en que cada uno lleva hacer lo suyo según su profesión.




Sócrates nos dice que estas mismas características, deben verse en retratadas en el hombre justo. Y así se crearía la ciudad perfecta.

Marco Tulio Cicerón

Marco Tulio Cicerón en un texto llamado ''Sobre los deberes'' retoma las virtudes cardinales desde otro punto de vista. 

De estas virtudes proviene lo que llamamos honestidad y a su vez estas virtudes nos ofrecen dos maneras de trabajar; la moderación y el valor, orden y equilibrio; la prudencia y la justicia, la búsqueda de la verdad. 



Deberes
Virtudes cardinales

Prudencia
Justicia
Valor
Moderación
Honestidad
Modo de trabajar
Orden y equilibrio
Búsqueda de la verdad

Este es un cuadro que se va entendiendo de izquierda a derecha; es decir, la honestidad es el resultado final. 

La honestidad también tiene que ver con el concepto de decencia y decoro. Todas las cosas que se hacen con justicia son decorosas mientras las que se hacen injustamente son indecorosas. 

El decoro

Para el decoro hay dos especies: uno general que se encuentra en todas las virtudes y otro especial que es subordinado a todas las virtudes. 

General: Todas las acciones que distinguen al hombre de los demás anuimales

Especial: Cuando a todas esas virtudes aparece la moderación y la prudencia. 

Las injusticias

Existen dos modos de cometer injusticia: una es cuando se hace daño y otra es cuando pudiendo hacer algo no se hace. El primero lo mueve la avaricia, pues se intenta conseguir algo, y el segundo es movido por el miedo. Por supuesto, la injusticia será aún más grave cuando sea premeditada que involuntaria. 

En este punto Cicerón lanza una crítica a su gran inspirador Platón, pues este último decía que los filósofos tenía que alabarceles porque están dedicados al ejercicio de descubrir la verdad; sin embargo, ¿qué consecuencias tiene esto? que los filósofos se alejen de la sociedad y no atiendan las injusticias que hay en una ciudad. Esto, por supuesto, pertenece al segundo género de injusticia propuesto por Cicerón, ''quien sabe de una injusticia y no hace nada para detenerla''. 

Es también importante saber tratar las injusticias que proceden del otro, es decir, cuando es el otro quien agrede por medio de la venganza u otras razones. Lo que debe hacerse en esta situación es siempre negociar, porque el uso de la fuerza es propio de bestias.

Un escenario distinto sería el de una guerra, pues esta se hace para conseguir la paz. Aunque se gane la guerra no se debe matar a quienes no fueron salvajes con el bando contrario. Por lo demás, las guerras no son justas a menos que estas se hayan declarado de manera formal y correspondiente. 

Plotino

Plotino es otro de los filósofos que aborda las virtudes cardinales señalando su importancia con referencia al alma. 

El alma debe conducirse por medio de la virtud para alcanzar a dios, pero no se deben olvidar las virtudes cívicas. Estas virtudes son las que controlan las pasiones que tenemos dentro, que también eran conocidas como las virtudes cardinales(2).

Virtudes cardinales y cívicas

  • Valor
  • Moderación
  • Prudencia
  • Justicia

Sin embargo, hay un cuestionamiento a estas, porque, ¿será que solamente con las virtudes del alma estamos más cerca de dios? Pensemos en Heracles (Hércules) quien solamente tenía virtudes cívicas ¿no se asemejaba a un dios?

Plotino nos ayuda a resolver esto con el símil de la semejanza. Es decir, cuando un trozo de madera se acerca al fuego este se vuelve caliente. Así mismo, las virtudes cardinales hacen que las virtudes cívicas se asemejen a las virtudes superiores. 

Virtudes superiores

¿Cómo se llega al tipo de virtudes superiores? la única forma es ''purificando'' las acciones. ¿Cómo se logra dicha purificación? cuando cumplimos exactamente todas las virtudes cívicas. Ahí ocurrirá el ''asemejamiento'' a dios. 

Una cosa interesante que nos dice Plotino es que lo divino no está en la disposición del alma; en otras palabras, el alma sería otra cosa aparte de lo divino. Por lo tanto, lo divino no necesita virtud. Y eso no es todo porque no sólo lo divino no necesita virtud, sino que tampoco la inteligencia. 

Esto se debe a que la bondad de la divinidad es absoluta y la del alma no. La del alma tiene límites, pero la divinidad es permanentemente buena. La inteligencia tampoco necesita virtud y no está ligada al alma, porque de ser así, el alma entonces no cometería ningún error. 

San Agustín de Hipona

El Santo de Hipona también aporta desde el cristianismo con el desarrollo de las virtudes cardinales.

El camino para que el alma pueda llegar hacia Dios es el camino de las virtudes cardinales:

Templanza: es lo principal para acercarse a Dios, pues evitará que no entremos en los extremos.

Fortaleza: para no temer a la muerte ni a la adversidad. 

Justicia: para que alma no caiga en la soberbia porque un alma racional sólo puede dominar una alma animal. 

Prudencia: para que el alma sepa cuál es su lugar en las hipóstasis, no debe estar ni por sobre Dios ni por debajo de lo cuerpos. 


Estas virtudes cardinales no se encuentran en el mundo de la carne sino que moran en el cielo para siempre. De hecho, si estas virtudes son lo que son, entonces deberían estar en el cielo eternas, más que ser sensibles en este mundo. 

También nos habla de la presencia de estas en las Sagradas Escrituras.

Templanza:

De estas cuatro virtudes cardinales propuestas por Platón, la Templanza está muy presente en las sagradas escrituras. Para Agustín es la templanza la que da purificación e incorruptibilidad al hombre. Esta es la única que puede acercarnos más a Dios y alejarnos de las pasiones carnales de la vida. 

El mismo San Pablo es quien sostiene que la codicia es la raíz de todos los males del hombre. El apóstol nos dice que es necesario deshacerse del primer hombre, que es Adán, que cometió el pecado de prevaricación(1) y hacerse con el hombre nuevo que sería el mismo Jesús. Así dice el apóstol San Pablo:

''El primer hombre es terrestre, formado de la tierra; el segundo es celestial, descendido del cielo''

Justamente esta es la función de la templanza, vestir al hombre con la imagen de Jesús y dejar al hombre pecador de Adán. En este sentido, lo que dice Agustín es tremendamente platónico, pues nos pide que nos deshagamos de todo lo corpóreo y abracemos lo inteligible. Todo lo corpóreo es visible y todo lo inteligible es lo invisible, así lo dice el apóstol San Pablo en el segundo libro de Colosenses 4:18:

''No fijéis vuestra atención en lo visible, sino en lo invisible; pues lo visible es temporal, más lo invisible es eterno''

De ahí que se condene todo lo que sea pagano, pues ellos adoraban al sol y los demás astros como dioses. No se puede amar lo que es corpóreo, sino que se debe amar lo invisible. 

Por otro lado, la gloria humana se condena totalmente en el Nuevo Testamento. Ya decía el apóstol San Pablo en el Galatas 1:10: 

''Si pretendiera agradar a los hombres, no sería esclavo de Cristo''

Aunque el apóstol también condena la filosofía en el Colosenses 2:8

''Estad en guardia para no ser seducidos por la filosofía y los elementos de este mundo''

Lo que quiere decir el apóstol es que más que se abrace la filosofía, que sería la búsqueda de la verdad, hay que abrazar la sabiduría que pertenece a Dios. 

El apóstol nos dice que ''no hay que buscar semejanza con este mundo'' y por eso no hay que amar ni desear las cosas de este mundo. En el Antiguo Testamento es lo mismo, sobre todo con lo dicho en el Eclesiastés donde Oheleth, nombra todas las cosas que desprecia de este mundo. 

Fortaleza:

Esta virtud sólo se puede encontrar en Dios porque es él mismo quien la otorga. Por supuesto, esta fuerza no será dada a las personas que están prendidas de las cosas materiales, al contrario, esas personas siempre serán débiles. 

Con esta fortaleza se podrá resistir hasta las penurias más duras del mundo, puesto que así lo sobrevivió Job al ser despojado de todo lo que tenía. Si bien se quejó con Dios al principio, luego recobró su fuerza y aceptó su destino. 

Justicia:

El concepto de Justicia está reducido prácticamente a la obediencia hacia Dios. No se puede servir a dos señores y entre servir a un hombre y servir a Dios, entonces no se tendrá problemas de discernir a quién seguir y por lo tanto, hacer justicia. 

Prudencia:



También hay poco que decir sobre la Prudencia, al ser esta el descubrimiento del objeto de nuestros amores. Sin la prudencia no ser podría conseguir ninguna de las virtudes anteriormente nombradas, pues es esta la que nos dio el cuidado. 

Finalmente, tenemos las cuatro virtudes cardinales, que Agustín les nombrará por ''costumbres''. Así, por conclusión podemos decir que estas son justamente las cuatro costumbres de la Iglesia Católica.

Mencio (postconfucianismo)

El filósofo Mencio del postconfusianismo también aborda el tema de las virtudes cardinales, añadiendo otros conceptos enraizados en la filosofía de Confucio. 

De acuerdo con Mencio, la naturaleza humana es buena al tener jen como un concepto innato dentro de él. Podríamos decir que Mencio une sus propias virtudes cardinales:
  • Virtud
  • Rectitud
  • Decoro
  • Sabiduría

Para que el ser humano alcance estas virtudes basta con que el hombre siga sus concepciones innatas que son buenas. El exceso de estas virtudes cardinales serían los vicios que son todo lo contrario; por lo tanto, un hombre nunca debería olvidar a su ''niño interior'', pues en la inocencia y la obediencia de los niños se encuentra la sabiduría. 

Sus conceptos de naturaleza del hombre serán el xing y el xin que se refiere a las acciones del espíritu. Esto hace que el hombre comprenda los conceptos de compasión y bondad para con los otros seres humanos. Lo que diferencia a un hombre de un animal no es tanto su raciocinio intelectual, sino más bien su naturaleza moral.

Al igual que Confucio, Mencio enfatiza (quizás mucho más que Confucio) la adoración y atención a los antiguos como Yao y Shun. La idea del Mandato del Cielo era reconocida por Mencio, pero era un tanto más diferente que la de Confucio

Para Mencio, el Mandato del Cielo (ming) estaba en la gente más que en la virtud del rey de la dinastía. Así decía Mencio:

''El cielo ve como la gente ve y escucha como la gente escucha''

De alguna manera, Mencio sitúa el Mandato del Cielo en el querer de la gente. No tenía problemas con el concepto de revolución porque la voluntad del Cielo es la voluntad de la gente. 

Finalmente, Mencio junta el xing con el ming en una especie de dialéctica que el hombre debe complementar para alcanzar la plenitud y la concepción moral. 

Santo Tomás de Aquino


En cuanto a las virtudes cardinales (justicia, templanza, prudencia y fortaleza), Tomás de Aquino aprueba todas las características y definiciones que el obispo de Hipona ofrece. Es preciso destacar en este punto que San Agustín es mencionado una infinidad de veces por el aquinate, otorgando una autoridad no sólo en el ámbito filosófico sino que también en el religioso: San Agustín sería el gran maestro exegeta del Nuevo Testamento. 

Conclusión

Algunos otros filósofos han seguido retomando las virtudes cardinales, pero ninguno con tanta fuerza como los filósofos griegos, romanos y medievales. Tenemos una visión amplia de lo que son las virtudes cardinales, pero ahora falta el ponerlas en práctica, es decir, no basta solo con conocerlas sino que también hacerlas realidad.