El siguiente es un relato inventado por Nicolás de Cusa sobre un supuesto idiota que habla con un orador romano. En realidad, ese idiota que el cusano advierte es el mismo que va a demostrar la validez de su argumento y concepto ''docta ignorancia''. Estos diálogos se estructurarán en tres partes: primero tenemos el idiota sobre la sabiduría, el idiota sobre la mente, y el idiota sobre los experimentos. Sin duda que estos título llaman demasiado la atención pues el idiota es menos idiota de lo que cree.
Referencias:
(1) Esto no quiere decir que se resuelvan las contradicciones, sino que más bien entender que existen.
Idiota de Sapientia
El idiota sobre la sabiduría
LIBRO I: LA SABIDURÍA Y EL PRINCIPIO
Sabiduría infinita
Se encuentra un pobre (el idiota) con un orador romano. El pobre le dice que no ha llegado aún a ser humilde, a pesar de haber leído muchos libros. El orador le objeta que de otra forma no puede obtenerse el conocimiento. El idiota le dice que hay un conocimiento natural que estuvo incluso antes de los libros.
Una frase es clave aquí: ''la sabiduría grita en las plazas'', esto quiere decir que la sabiduría no está en la lectura de los grandes hombres, sino que está en la naturaleza misma. El conocimiento de la unidad o del número no se dan por instrucciones en los libros, sino que el ser humano lo tiene de por sí incorporado.
Sin embargo, existe una sabiduría superior a la que nadie tiene acceso. Así, aunque nadie tiene acceso de igual manera se conoce, lo cual es contradictorio pero de esta manera es.
El hombre busca el conocimiento, pero lamentablemente no puede llegar hasta infinita sabiduría que además es incomprensible. Pero en eso justamente consiste la vida, en esa búsqueda incansable de la sabiduría última a pesa de no poder llegar a ella.
Y en efecto, el hombre es feliz en la incomprensión. Cuando el amor es infinito e inexplicable, es mucho más querido en contraste del cual es mensurable y explicable. Muchos hay quienes buscan la sabiduría finita y creen que la encuentran en los libros, es más, una vez que la encuentran no se contentan con esa sabiduría finita sino que quieren más. Por lo tanto, lo que realmente busca el hombre que quiere ser feliz, es la sabiduría infinita, no la finita.
Una frase es clave aquí: ''la sabiduría grita en las plazas'', esto quiere decir que la sabiduría no está en la lectura de los grandes hombres, sino que está en la naturaleza misma. El conocimiento de la unidad o del número no se dan por instrucciones en los libros, sino que el ser humano lo tiene de por sí incorporado.
Sin embargo, existe una sabiduría superior a la que nadie tiene acceso. Así, aunque nadie tiene acceso de igual manera se conoce, lo cual es contradictorio pero de esta manera es.
El hombre busca el conocimiento, pero lamentablemente no puede llegar hasta infinita sabiduría que además es incomprensible. Pero en eso justamente consiste la vida, en esa búsqueda incansable de la sabiduría última a pesa de no poder llegar a ella.
Y en efecto, el hombre es feliz en la incomprensión. Cuando el amor es infinito e inexplicable, es mucho más querido en contraste del cual es mensurable y explicable. Muchos hay quienes buscan la sabiduría finita y creen que la encuentran en los libros, es más, una vez que la encuentran no se contentan con esa sabiduría finita sino que quieren más. Por lo tanto, lo que realmente busca el hombre que quiere ser feliz, es la sabiduría infinita, no la finita.
El principio: Dios
El orador pregunta ¿es la sabiduría algo distinto de Dios? a lo que el Idiota dice que la sabiduría es Dios mismo. Pero ¿Acaso Dios ha formado todas las cosas a través del verbo? ¿Cómo es posible que haya creado la sabiduría y que al mismo tiempo sea la sabiduría?
El orador pregunta ¿es la sabiduría algo distinto de Dios? a lo que el Idiota dice que la sabiduría es Dios mismo. Pero ¿Acaso Dios ha formado todas las cosas a través del verbo? ¿Cómo es posible que haya creado la sabiduría y que al mismo tiempo sea la sabiduría?
El Idiota responde a que decir que Dios ha creado las cosas con la sabiduría no es distinto que decir que Dios ha creado todas las cosas mediante el Verbo. Por lo tanto, el Verbo es la mismísima sabiduría.
Esto quiere decir que los libros y la ciencia escrito en ellos no es parte de la sabiduría. Para llegar a la sabiduría sería necesario desligarse de las cosas sensibles y admirar lo inteligible, donde se comprenden todas las contradicciones del intelecto (1).
LIBRO II: EL CONCEPTO DE DIOS
El orador nuevamente se reúne con el idiota para saber más sobre la ignorancia, pero esta vez teniendo como base el concepto de Dios. El orador le pregunta como es posible hacerse un concepto de Dios, el idiota le dice que solo tiene que pensar en aquellos que es absoluto en él.
¿Cómo puede entenderse el concepto de Dios entonces? deberá verse en la misma pregunta, es decir, ¿no es cierto que cuando preguntamos por Dios estamos suponiendo la existencia de un ser? En este caso, Dios sería una presuposición absoluta, pues en la misma pregunta se sabe a qué se refiere cuando se pregunta por él.
Sin embargo, el orador nos dice que entonces ninguna pregunta podría ser correctamente formulada, porque todas podrían suponer en sí misma una respuesta. En efecto, no se podría preguntar acertadamente la naturaleza de Dios sin presuponerla, pero la respuesta a cualquier pregunta sobre Dios será negativa. Es decir, se puede saber lo que no es Dios, pero no lo que es en sí. Aún con esto, podríamos decir que Dios no es negación absoluta y por lo tanto, Dios está por sobre la negación y la afirmación.
Suficiencia del concepto Dios
El orador descubre lo que el idiota quiere decir, y en efecto, ambos acuerdan que el hombre tiene una suficiencia de Dios; sabemos que es inalcanzable y por lo tanto, nos aferramos a una manera de conocerlo que no es absoluta pero es la que se acerca más a la precisión absoluta de Dios.
El concepto de Dios no puede tener un más o un menos, todo lo contrario, como Dios es infinito entonces su concepto es absoluto.
Conclusión
Seguimos con este concepto de docta ignorancia. Nicolás de Cusa nos quiere decir con este texto que no sirve de nada leer a los grandes maestros científicos, ya que el conocimiento infinito de las cosas divinas está en nosotros y no es necesario verlo escrito. Dios nos dio la mente para poder comprender todas estas cosas sin ayuda de texto científico alguno.
Pasamos al siguiente libro del idiota sobre la mente.
Pasamos al siguiente libro del idiota sobre la mente.
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