jueves, 5 de octubre de 2023

Martín Lutero - Alegato contra los turcos (1529)

En 1528, Martín Lutero había escrito un tratado llamado ''La Guerra contra los Turcos'', pero por problemas con la imprenta terminó llamándose ''Alegato contra los Turcos''. Para Lutero, los turcos son un castigo de Dios y ese mismo se estaba recibiendo por las sucesivas invasiones de ellos a varios países. El reformador no quería enfrentarse a ellos como en una especie de cruzada, pues el papa pedía apoyo a los países, al contrario, abogaba Lutero más bien por una defensa nacional. Veamos lo que nos dice Lutero con respecto a los turcos. 


ALEGATO CONTRA LOS TURCOS

A propósito del sitio de Viena, Lutero nos dice que advirtió esta situación hasta el cansancio al pueblo alemán sobre esta invasión, pero nadie lo ha escuchado. De la misma forma le ocurrió numerosas veces al pueblo de Israel que no escuchaba la voz de los profetas, y finalmente, el pueblo nunca tuvo auxilio. 

A causa de esto, Lutero dividirá esta obra en dos aspectos:

Aleccionar las conciencias

Aleccionar a las conciencias servirá para saber con certeza quién es el turco y cómo hay que considerarlo según las Escrituras. De hecho, las Escrituras señalan a dos tiranos terribles que azotarán el mundo:


  • Espiritual: el papa y sus súbditos romanistas
  • Terrenal: los turcos

Como los turcos son los que amenazan terrenalmente, Lutero señala que los turcos son la última gran cólera del diablo contra Cristo. De ellos seguirá rápidamente el juicio y el infierno como lo indica Daniel:

''Pero se sentará el juez, y le quitarán su dominio para que sea destruido y arruinado hasta el fin''
(Daniel 7:26)

Esto no es todo. Daniel describe con detalle los cuatro imperios que se alzarán contra los cristianos (Daniel 7:3 y siguientes). Estas bestias habían salido del mar:

''La primera era como una leona, y tenía alas de águila. La segunda era semejante a un oso, y tenía tres hileras de  dientes en su boca. La tercera semejaba un leopardo, y tenía cuatro alas  y cuatro cabezas. La cuarta era una bestia cruel y extraña, y muy fuerte;  tenía grandes dientes de hierro con los cuales devoraba y despedazaba  a su alrededor, pisoteando lo que sobraba; y tenía diez cuernos. Yo  contemplaba los cuernos y, he aquí que entre ellos salió otro cuerno pequeño, delante del cual fueron arrancados tres de los primeros cuernos. Y ese cuerno tenía ojos como de hombre, y su boca hablaba cosas terribles.

Estuve mirando hasta que se colocaron sillas y se sentó el Anciano.  Se hizo juicio y se abrieron los libros. Yo observaba por causa de las horribles palabras que pronunciaba el cuerno, y advertí que la bestia  había sido muerta y que su cuerpo había sido destrozado y arrojado  al fuego para ser quemado. Y también se había quitado el dominio de las otras bestias.

Me acerqué a uno de los asistentes y le pregunté  la verdad acerca de todo esto. Y él me lo interpretó, dándome la siguiente explicación: 'Estas cuatro bestias son cuatro imperios que se levantarán en la tierra. Pero los santos del Altísimo poseerán el reino eternamente'. Luego quise saber qué era la cuarta bestia, la que era tan cruel y tenía dientes y patas de hierro, y que devoraba y despedazaba, pisoteando las sobras. Asimismo, quise saber qué eran los diez cuernos de su cabeza; y también qué era el otro cuerno delante del cual habían caído tres cuernos; y además qué era aquel cuerno que tenía ojos y una boca que hablaba cosas terribles y que era más grande que los otros. Y seguí observando, y vi que ese cuerno hacía guerra contra los  santos y los vencía hasta que se presentó el Anciano e hizo juicio, junto con los santos del Altísimo, y llegó la hora de que los santos poseyeran  el reino.  Y él me habló así: La cuarta bestia será el cuarto imperio en la tierra, que será más grande que todos los reinos, el cual devorará, destrozará y despedazará todos los países. Y los diez cuernos son diez reyes correspondientes a ese imperio. Después de ellos, se levantará otro cuerno que será más poderoso que los primeros, el cual someterá a tres reyes. Y hablará contra el Altísimo, y quebrantará a los santos del Altísimo. Y se atreverá a cambiar órdenes y leyes, las cuales estarán en sus manos por un tiempo, por algo más de tiempo y otro poco de tiempo. Y entonces  se hará el juicio, para que le sea quitado el dominio, y sea destruido y por último aniquilado. Pero el reino, el dominio y el poder que hay debajo del cielo será entregado a los santos del Altísimo, cuyo reino es eterno,  y todos los reyes les servirán y obedecerán''


Esta profecía ha sido interpretada de la siguiente manera: 

Los maestros como refiriéndose a los siguientes cuatro imperios: el primero es el imperio de Asiria y Babilonia; el segundo, el imperio de los persas y medos; el tercero, el imperio de Alejandro Magno y de los griegos; el cuarto es el imperio romano, el más grande, poderoso y cruel.

Como el último es el imperio romano y en tiempos de Lutero están atacando los turcos, entonces se deduce que los turcos son parte de este cuarto imperio. Por consiguiente, el turco no será emperador ni establecerá un nuevo o propio imperio, como evidentemente pretende. Pero ha de fracasar y fracasará, pues de otro modo Daniel se tornaría mentiroso, cosa que no es posible.

En la profecía, los turcos serían representados por el pequeño cuerno que se menciona después de los diez; del mismo modo, Muhammad sería parte de ese mismo cuerno. Pues surgió de humilde origen, pero ha crecido de tal modo que arrancó y quitó tres cuernos al imperio romano, es decir: Egipto, Grecia y Asia. Pues el sultán y los sarracenos han poseído durante mucho tiempo estos dos cuernos o reinos: Egipto y Asia, permaneciendo en ellos, así como el turco los ocupa hasta nuestros días, habiendo conquistado además el tercer cuerno: Grecia. Ningún otro lo ha hecho, teniendo nosotros a la vista lo que ha sucedido: aquí está el reino de Muhammad, que es sin duda el pequeño cuerno. 

Figura del turco

¿Cómo se considera a los turcos por Martín Lutero?

En primer lugar, habrá de ser un señor poderoso, al conquistar y dominar tres cuernos del reino romano, es decir tres de los mejores reinos: Egipto, Grecia y Asia, con lo cual es más poderoso que ningún otro de los diez cuernos.

En segundo lugar, el cuerno tiene ojos humanos, que es el Alcorán o ley de Muhammad, con la que gobierna. En esta ley no hay ojo divino, sino mera razón humana, sin palabra y espíritu de Dios. Pues su ley no enseña sino lo que la inteligencia y la razón humana pueden aceptar.

En tercer lugar, tiene una boca que habla cosas terribles, que son las blasfemias atroces con las cuales Muhammad no sólo niega a Cristo, sino que lo suprime por completo, afirmando que él es superior a Cristo y más digno delante de Dios que todos los ángeles, todos los santos, todas las criaturas, y aun que Cristo mismo. Cristo es un profeta menor cuyo mandato terminó. 

En cuarto lugar, hace la guerra contra los santos del Altísimo. Esto no necesita glosa ninguna, pues lo hemos visto y experimentado hasta ahora. Pues el turco no es enemigo de ningún pueblo sobre la tierra como de los cristianos; ni lucha contra nadie con tanta sed de sangre como contra ellos, para que se cumpla esta profecía de Daniel.

En quinto lugar, como se ha dicho, tendrá éxito en la guerra contra los cristianos, obteniendo por lo general la victoria y el triunfo. Esta circunstancia torna a los turcos tan orgullosos, obstinados y seguros de su fe que no dudan en ningún momento, considerando que su fe es verdadera y la de los cristianos falsa, ya que Dios les otorga tantas victorias y abandona a los cristianos. Pero no saben que en este pasaje de Daniel se anuncia de antemano que los cristianos serán castigados en esta tierra por sus pecados y que los inocentes serán hechos mártires. Cuando sus enemigos se han encumbrado al máximo, los castiga con el fuego eterno para siempre. 

En sexto lugar, después del reino y furor del turco, vendrá rápidamente el día final y el reino de los santos, como dice Daniel al señalar que la guerra y la victoria del cuerno durarán hasta que llegue el Anciano y se constituya en juez. Los turcos tampoco creen en esta amenaza y terrible juicio, con el cual Dios nos redimirá y los arrojará a ellos al infierno.

Cristianos y turcos

Por estas razones, no debe abrigar dudas de que quien combate a los turcos (si éstos empiezan la guerra) está peleando contra los enemigos de Dios y los detractores de Cristo y, en efecto, contra el propio diablo. De este modo, cuando se mata a un turco no debe preocuparse de que ha derramado sangre inocente o ha matado a un cristiano, sino que ciertamente se ha matado a un enemigo de Dios y detractor de Cristo. 

En el ejército turco no puede haber ningún cristiano, ni adepto a Dios, a no ser uno que niegue y se convierta así también en adversario de Dios y de sus santos, sino que todos pertenecen al diablo y están poseídos por él. No se debe emprender la guerra contra los turcos bajo el nombre cristiano, ni se inicie la lucha contra él como enemigo de los cristianos. No se debe pelear como cristiano, o bajo este nombre, sino dejar que guerreen los soberanos temporales. Bajo su bandera has de ir a la guerra, como súbdito temporal, según el cuerpo, por haber jurado obediencia a tu príncipe con cuerpo y bienes.

Por supuesto, tomando esto en consideración, parece que ir a la guerra como buen cristiano, sin tener ninguna otra opción, y tener certeza de que puede morir en ella, sería algo que Martín Lutero aprobaría. En efecto, es mejor una muerte digna y santa, porque se moriría siguiendo los dictados de Dios. En ese caso, si no es por el mandato de Dios, se muere sólo por sí mismo, consumiéndose en una miserable úlcera o peste; en el otro caso, dice Daniel, mueren contigo muchos santos, tendrás muchos compañeros piadosos, santos y amados que te acompañen. 

Al cristiano solo le basta la gracia de que es cristiano y santo de Dios, por medio de Cristo nuestro señor, como dice Daniel. Y si no es posible de otro modo, dejan que los turcos obtengan la victoria, se jacten y enorgullezcan, mientras que ellos permanecen débiles y se dejan torturar. Pues advierten que al morir ellos sólo hay ángeles que velan por sus almas, mientras que en el ejército turco sólo hay diablos que velan por las almas de los turcos, y que los arrojan al abismo del infierno.

Ahora bien, si la situación se vuelve muy calamitosa, que resistan quienes puedan. La recomendación de Lutero, es altamente drástica: hasta que todos sean muertos, y además que ellos mismos incendien sus casas y propiedades, destruyéndolo todo, de modo que los turcos no encuentren nada más que niños pequeños a los cuales de todos modos acuchillan y despedazan. Será mejor entregarles a los turcos un lugar vacío que lleno.

Ya que en tal caso hay que arriesgar, y no se puede esperar piedad de parte del turco si nos destierra, sino que hemos de padecer todo tipo de desgracia, escarnio y burlas corporales, además del peligro espiritual de estar privados de la palabra, debiendo ser testigos de su escandalosa conducta mahometana, considero que es mejor encomendarse a Dios, y, por la debida obligación y obediencia a la autoridad, resistirse todo el tiempo que fuera posible y por cualquier medio, no dejándose tomar prisionero, sino matar, lanzar y acuchillar a los turcos hasta caer a tierra.

Con respecto a los niños, Lutero dice que los turcos no tendrán piedad con ellos, y tampoco con sus padres. Los llevarán al mercado y los venderán. 

Los turcos han sido un pueblo que ha atacado e invadido a sus enemigos exitosamente. Sin embargo, ¿cómo es posible que es un claro enemigo del cristianismo y por lo tanto de Dios tenga tal éxito? Lutero cree que todo ha sido por el plan divino, de otra forma, por fuerza humana, los turcos no podrían llegar tal lejos. En consecuencia, caen en una soberbia tan desmedida que maldicen e injurian a Cristo y los cristianos, a tal punto que entre sí se jactan y se burlan diciendo que los cristianos son mujeres y que los turcos son sus hombres, como si ellos fueran todos héroes y colosos y nosotros los cristianos meras mujeres. 

Posteriormente, con esta misma soberbia, los turcos tratan de convencer a los cristianos para sumarlos a sus filas. En efecto, existen costumbres entre los turcos que de alguna manera son apreciadas por los cristianos. 


''No beben vino, no se exceden en la comida y en la bebida como nosotros, no se visten con tanta frivolidad ni extravagancia, no edifican con tanta suntuosidad, ni hacen tanta ostentación, no juran ni blasfeman tanto, observan admirable obediencia, disciplina y reverencia para con su rey y señor; han establecido y consolidado su régimen de gobierno como a nosotros nos gustaría tenerlo en los territorios alemanes''


Lutero exhorta y consuela a aquellos cristianos que están en territorio turco y que lamentablemente fueron tomados prisioneros. Que no se dejen convencer por su cultura y sus reglas que parecen más apreciables que las de los cristianos. Por lo demás, Lutero nos dice que no tiene nada de malo que se sirva a un turco, en un contexto de esclavitud, y que por dentro se sea un creyente cristiano. En el propio territorio, a veces, también se sirve a un rey o un funcionario déspota, pero eso no quiere decir que puedan quitar la fe. 



Conclusión

Nuevamente, Lutero nos presenta su visión del momento histórico-político de Alemania, agregando su visión de las consecuencias y causas del porqué se producen estos hechos. Tal como lo harían otros intelectuales, San Agustín, entre otros, esta invasión es básicamente un plan de Dios para dar una lección a los cristianos. Esta no es la primera señal de aquello, pues también lo fue la revuelta de los campesinos. 

lunes, 2 de octubre de 2023

Inventa lege, inventa fraude (Hecha la ley, hecha la trampa)


Inventa lege, inventa fraude

(Hecha la ley, hecha la trampa)


Esta puede ser unas de las frases más famosas relativas a la ley, e incluso tiene gran relevancia en la contingencia de todos los países. En efecto, como se puede apreciar, es un aforismo romano cuya frase completa sería inventa lege, inventa est fraus legis. Es posible que los mismos desencantos que existen ahora hayan dado origen a este aforismo tan transversal. 

Antes de comenzar el análisis de esta oración, debemos entender algunas cosas básicas sobre la ley. Existe la ley humana, la ley divina y la ley natural. Todo está sometido a la ley divina que es la ley de Dios, luego tenemos la ley natural y en último lugar tenemos la ley humana. 

Por cierto que la ley humana está (o debería estar) inspirada por las leyes naturales y divinas (principalmente la divina), pero la verdad es que siempre necesita modificarse. Por lo tanto, la ley humana adolece de vicios que deben ser rectificados mediante la razón. Para ese propósito se necesita recurrir a un concepto que nace con Aristóteles llamado ''Equidad Natural''. La equidad natural servirá como un rectificador del rigorismo legal, pues cuando la ley es extremadamente justa, se vuelve injusta. Recordemos el aforismo de Marco Tulio Cicerón ''summus ius, summus iniuria''. En consecuencia, en términos de lo que debería ser la ley, se debe considerar que ésta debe tener un rigor que se debe cumplir, pero también debe existir el criterio de equidad que la rectifique. 

Estas dos dimensiones pueden darse con respecto a quien hace las leyes como a quien las aplica. Por ejemplo, el legislador intenta crear la ley con rigor, sin lagunas, y por otro lado, también crea la ley de modo que exista equidad en la misma. En cuanto al abogado, este puede posicionarse en un paradigma de legalidad estricta donde se confía en el rigorismo legal, así como también existe la posición de equidad que refiere a los principios y valores jurídicos.

Martín Lutero

Señalando la antigüedad de esta frase, en nuestro blog hemos visto que Martín Lutero la utiliza en su célebre obra ''¿Es posible ser soldado y cristiano?''. Esta confrontación y dualidad del cristiano en tener que ser soldado, obedecer a su señor, pero también cumplir con las convicciones divinas hace que exista un conflicto interno en él. A propósito de esto, Martín Lutero aprovecha de hablar de las leyes y su rigor. 

Lutero no llama a rebelarse contra el señor feudal, a menos que se trate o esté involucrado en un fraude.

Luego, a propósito del señor feudal, con respecto al derecho de guerra, la guerra puede estallar entre personas de igual categoría, es decir, ninguno de los individuos es vasallo del otro o sujeto a él, aunque el uno no sea tan grande, importante y poderoso como el otro. Igual cuando el superior guerrea contra el inferior. Nadie debe guerrear ni luchar contra su superior, porque a la autoridad se le debe obediencia, honra y temor.

Ahora bien, es preciso que el hombre actúe con equidad y con el derecho estricto, que, a veces, en su rigurosidad puede ser muy dañino. Esta es la situación en que una ley es tan rígida que llega a ser absurda, y por lo tanto, esta debe ser corregida con la equidad, lo mismo si en la ley existiera cierta contradicción, la equidad las aclararía y rectificaría. 

Sin embargo, Lutero nos advierte que de todas formas, la equidad podría transformarse en un neutralizador de la ley. En efecto, Lutero nos dice, si el hombre malo escucha que la equidad está por sobre la ley, entonces éste intentará presentar la ley como equidad y de este modo anonadar el derecho. Esto está sobre la base de una frase latina:

''Inventa lege, inventa est fraus legis''
(Hecha la ley, hecha la trampa)

Por cierto que debe existir una equidad con respecto a las fuerzas que pugnan. Pero, por eso mismo, no hay que confiarse de que las leyes son infalibles; todo lo contrario, pues ni el mismo creador de estas lo es. 

Conclusión

Es realmente interesante la visión de Lutero con respecto a este aforismo, pues el reformador no confiaba en absoluto en el derecho cuya experiencia proviene ya de los eruditos de la Iglesia Católica, quienes utilizaban el derecho solamente a su favor. Esta frase es cotidiana y común entre la sociedad actual. Sin embargo, la pregunta que viene es ¿qué hacer, entonces? ¿Vivir en una sociedad sin leyes? Platón decía en la República que el filósofo rey no necesitaba leyes (después se arrepintió), y la biblia dice ''La ley no se ha hecho para el justo sino para el injusto'' 1 Timoteo 1:9.  

Martín Lutero - ¿Es posible ser soldado y cristiano? (1526)



Teniendo como contexto la guerra de los campesinos alemanes de 1525, Martín Lutero escribe esta gran obra como reflexión y como respuesta a dicha situación. Si se toma en cuenta estas variables, la pregunta que tiene esta obra no es fácil de contestar. Ya vimos lo difícil que es para el cristiano blandir la espada, pero ¿qué pasa si se transforma en soldado? ¿es compatible? Si es contra extranjeros como los turcos pareciera ser que sí, pero ¿qué ocurre con los campesinos de un mismo territorio que solo exigen mejoras en su situación? Veamos lo que nos ofrece el reformador. 


¿ES POSIBLE SER SOLDADO Y CRISTIANO?

Dedicado primeramente a Assa Von Kram (mercenario y héroe de guerra, protestante) Lutero nos señala ciertos criterios que se deben considerar:


  • Primero: hay que distinguir entre el oficio y la persona o entre el hecho y el autor. Un oficio o una obra de por sí pueden ser buenos y justos, sin embargo, son malos e injustos, cuando la persona o el autor no son buenos o rectos o no los ejercen correctamente. 
  • Segundo: no se habla de la justicia que vuelve justo ante Dios. Pues esta lo hace sólo la fe en Jesucristo, sin obra o mérito alguno, de mera gracia de Dios donada y dada. Por el contrario, de lo que aquí se habla es de la justicia exterior que consiste en oficios y obras, es decir, para decir bien claramente, aquí, si la fe cristiana, por la cual se es considerado justo ante Dios, es compatible también con el hecho de que se es soldado, se guerrea, mata y hiera, en tiempos de guerra según el derecho de guerra.
  • Tercero: se guerrea para obtener paz y obediencia. Puede parecer contrario llamar a guerrear al cristiano, pero Lutero lo ve necesario para evitar males mayores. De hecho, incluso puede parecer cruel que un hombre mate a otro en este contexto, pero Lutero lo ve como la situación en que un médico debe cortar la mano de su paciente por una enfermedad. El cortar la mano puede parecer cruel, pero con eso está evitando un mal mayor. 


Así se debe considerar también con ojos humanos el oficio de guerra o de espada, porque mata y procede con crueldad. Entonces se verá que es un oficio divino en sí mismo y tan necesario y útil al mundo como el comer y beber. Pero no es culpa del oficio sino de la persona, cuando algunos abusan de él, matan y hieren sin necesidad, de mera petulancia.

Se debe impedirlas con una guerra y espada justas y obligarlos a la paz. Siempre sucede y ha acontecido que sucumbían los que comienzan una guerra sin necesidad. Al fin no pueden escaparse al juicio de Dios, es decir, a su espada. Los halla y los bate al final, como sucedió a los campesinos ahora en la revolución.

La prueba de que el cristiano puede participar en la guerra es esta:

''Si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para 
que yo no fuera entregado a los judíos"
(Juan 18:36)

Si el guerrear fuera injusto, entonces deberíamos condenar a Abraham, Moisés, Josué, David y todos los demás padres santos, reyes y príncipes que han servido a Dios. El guerrear rectamente significa sólo castigar a los malhechores y mantener la paz. 

Pero aducen que los cristianos no tienen orden de pelear y los ejemplos no bastan, porque ellos tienen una enseñanza de Cristo de no resistir al mal sino que deben sufrir todo. Es cierto que los cristianos no pelean ni tienen autoridad secular unos respecto de otros. Su imperio es una jurisdicción espiritual y según el espíritu no están sujetos sino a Cristo. Sin embargo, como el cuerpo y los bienes están supeditados a la autoridad secular y le deben ser obedientes.

Si la autoridad secular los llama a la guerra, deben luchar por obediencia, no en su calidad de cristianos sino como miembros y gente obediente según el cuerpo y bienes seculares.

Derecho de guerra

La guerra puede estallar entre personas de igual categoría, es decir, ninguno de los individuos es vasallo del otro o sujeto a él, aunque el uno no sea tan grande, importante y poderoso como el otro. Igual cuando el superior guerrea contra el inferior. Nadie debe guerrear ni luchar contra su superior, que a la autoridad se le debe obediencia, honra y temor.

Ahora bien, es preciso que el hombre actúe con equidad y con el derecho estricto, que, a veces, en su rigurosidad puede ser muy dañino. Esta es la situación en que una ley es tan rígida que llega a ser absurda, y por lo tanto, esta debe ser corregida con la equidad, lo mismo si en la ley existiera cierta contradicción, la equidad las aclararía y rectificaría. 

Sin embargo, Lutero nos advierte que de todas formas, la equidad podría transformarse en un neutralizador de la ley. En efecto, Lutero nos dice, si el hombre malo escucha que la equidad está por sobre la ley, entonces éste intentará presentar la ley como equidad y de este modo anonadar el derecho. Esto está sobre la base de una frase latina:

''Inventa lege, inventa est fraus legis''
(Hecha la ley, hecha la trampa)

Por cierto que debe existir una equidad con respecto a las fuerzas que pugnan. Los campesinos en la insurrección afirmaban que los señores no querían permitir que se predicase el evangelio y que vejaban a la gente pobre; por tanto había que destruirlos. Pero les respondí que aunque los señores cometiesen una injusticia con esto, no seria equitativo ni justo incurrir también en injusticia, es decir, ser desobediente y destruir el orden de Dios que no es nuestro. Más bien se debería sufrir la injusticia. Donde un príncipe y señor no quisiese admitir el evangelio, tendrían que ir a otro principado donde fuera predicado, como dice Cristo: "Si os persiguen en una ciudad, huid a la otra".

Entonces, se podría preguntar a Lutero, ¿se debe dejar sufrir toda la injusticia? Lutero contesta irónicamente e inmediatamente, entonces haz lo contrario y mata a aquellos que te hacen sufrir. Pero si quieres ser un buen cristiano, entonces sigue estos consejos:

  1. Si ves que la autoridad misma tiene en tan poco la salvación de su alma, que se enfurece y comete injusticia, ¿qué te importa que te arruine tu bien, cuerpo, mujer e hijo? No puede hacer daño a tu alma y hace más perjuicio a sí misma que a ti, puesto que condena ella misma su alma, lo que tiene como consecuencia la destrucción del cuerpo y los bienes. ¿Piensas que la venganza no sea bastante grande? 
  2. ¿Cómo harías, si la misma autoridad tuya estuviese en guerra donde no sólo tus bienes, tu mujer e hijos, sino también tú mismo fueran destrozados, y fueses hecho prisionero, quemado y matado a causa de tu señor? ¿Querrías matar a tu señor por ello? Cuántos hombres buenos han perdido el emperador Maximiliano en guerra durante su vida y, no obstante, no se hizo nada por ello. Si los hubiera matado de manera tiránica, no se habría oído cosa más horrible. Sin embargo, él es la causa de que perecieron, ya que a causa de él fueron matados. Un tirano y hombre sanguinario es lo mismo que una guerra: ambos matan a más de un hombre bueno, probo e inocente. Un tirano malo es más soportable que una guerra perniciosa. Debes reconocerlo cuando consultas con tu propia razón y experiencia. Yo creería que te gusta tener paz y días buenos. Pero, ¿cómo es si Dios te lo impide por guerra y tiranos? Ahora elige y juzga tú mismo, si prefieres guerra o tiranos. Pues has merecido ambas cosas y eres culpable ante Dios. Mas somos unos individuos que quieren ser bribones y permanecer en pecado. Pero queremos evitar el castigo por los pecados. Más bien nos oponemos y defendemos nuestro pecado. 
  3. Si la autoridad es mala, existe Dios quien tiene el fuego, el agua, el hierro, la piedra e innumerables maneras de matar. ¡Cuán pronto puede matar a un tirano! Empero nadie quiere percatarse de que gobierna no por su maldad, sino a causa de los pecados del pueblo. La gente no advierte su pecado propio y opina que el tirano reina a causa de su maldad. Tan ciego, perverso e insensato es el mundo.
  4. Los tiranos están en peligro de que por voluntad de Dios los súbditos se levanten, como se ha dicho, matando y desterrándolos.
  5. Dios tiene todavía otro medio de castigar a la autoridad a fin de que no tengas necesidad de vengarte a ti mismo. Puede hacer intervenir la autoridad extranjera como los godos contra los romanos, los asirios contra Israel, etc. 

Teniendo todo esto en consideración, Lutero se pregunta si un igual puede guerrear a otro igual. Esto lo dice entendiendo el principio de quien inicia una guerra hace mal. Es justo que el que saca el cuchillo
primero, pierda la guerra o sea castigado al fin. Por lo general ha sucedido en todas las ocasiones que han perdido los que empezaron la guerra y raras veces han sido derrotados los que han tenido que defenderse. La autoridad secular no ha sido instituida por Dios para violar la paz y comenzar guerras, sino para mantener la paz y contener a los guerreros. Dios, que no admite injusticia, dispone también que se haga guerra a los que la empezaron como dice el proverbio: "Nadie ha sido tan malo que no haya encontrado a otro peor que él".

De este modo, Lutero aconseja a su lector que se abstenga de iniciar él o ella la guerra, pues sin duda será vencido. Mas, si tiene que enfrentarse, no puede quedarse de brazos cruzados. Los soldados verdaderos que han tomado parte en el juego, no desenvainan la espada ligeramente; hay que cuidarse de ellos. No juegan. Su cuchillo está firme en la vaina. Mas si tienen que sacarlo no vuelve sin sangre. Al contrario, los orates furiosos que planean primeramente la guerra en sus pensamientos y la comienzan perfectamente, se comen al mundo con palabras y son los primeros en sacar el cuchillo. Pero son también los primeros en huir y en envainarlo.

En principio, la defensa es una justa causa para luchar. Por ello, todos los derechos imponen que la defensa propia queda impune y quien en defensa legítima mata a alguien, es inocente ante todos. Esto se ve en diversos ejemplos:
  • Cuando los hijos de Israel quisieron batir sin necesidad a los cananeos fueron derrotados (Números 14:15)
  • Cuando José y Azarías querían luchar para ganar gloria, fueron vencidos (Macabeos 5:55)
  • El rey Acab atacó a los sirios en Ramot y perdió la vida por esto (Reyes 22:2)
  • Los de Efraín querían devorar a Jefté y perdieron 42.000 hombres (Jueces 12:1)

El guerrear no es justo aunque sea entre iguales, a no ser que tenga tal motivo y conciencia que uno pueda decir: Mi vecino me obliga y compele a guerrear. Preferiría evitarla, para que no sólo fuera guerra, sino también se la pudiera llamar debida protección y legítima defensa.

Se debe distinguir entre las guerras, si alguien la comienza por placer y a propósito antes que otro ataque, y si alguien es obligado por necesidad y compulsión después de haber sido agredido por otro. La primera se puede llamar belicosidad, la segunda, guerra obligada. La primera es del diablo. La segunda es un accidente humano.

Nos dice Lutero:

''Cuidaos de la guerra, a no ser que debáis proteger y defender y el oficio que os está confiado os compele a la guerra. En este caso aceptadla y pegad fuertemente. Sed hombres y mostrad que tenéis armas. Entonces no se trata de luchar en pensamientos. La cosa misma se presentará seria. A los perdonavidas airados, insolentes y altaneros, los dientes se volverán embotados de modo que no puedan morder mantequilla fresca''

Por otro lado, no porque se piense que uno está en una posición ventajosa con respecto a la guerra (es decir, está en la posición o pudiera estar en la posición de legítima defensa) debe dar por obtenida la victoria. Es cierto, se tiene una causa justa y buena para luchar y defenderse. Pero no por esto se tiene de Dios la garantía absoluta de que se ganará. Por el contrario, tal presunción puede tener la consecuencia de que se pierda aunque se tuviese una causa justa para guerrear. Dios no tolerará ni orgullo ni presunción, salvo el caso de que alguien se humille delante de él y lo tema. Le agrada mucho que uno no tenga miedo a los hombres y al diablo, que frente a ellos sea audaz y altivo, valeroso e inflexible, cuando comienzan, sin tener razón. Pero no es el caso de que con ello tengamos asegurada la victoria, como si fuésemos nosotros que lo realizamos y seamos capaces para ello. No se debe confundir la libertad con que se lucha con la necesidad que impone Dios en las acciones. 

Una guerra contra un igual debe ser impuesta y se conducirá con el temor de Dios. Mas la obligación existe cuando el enemigo o vecino ataca y comienza la guerra y se niega a que se llegue a un arreglo por medio de un pacto previo, sino que uno debe aguantar y perdonarle toda clase de palabras malas y perfidias, queriendo él imponer a toda costa su voluntad. 

Autoridades

El emperador, cuando se dirige a Dios, ya no es emperador, sino persona individual como los demás ante Dios. Mas cuando se vuelve a sus súbditos, es tantas veces emperador cuantos súbditos tiene debajo de sí. Lo mismo puede decirse también de todas las demás autoridades. Cuando se dirigen a su superior, no tienen autoridad y están desprovistos de ella. Si se vuelven hacia abajo, están munidos de toda autoridad. De tal manera todos se remontan hacia Dios a quien sólo todo pertenece. Pues él es emperador, príncipe, conde, noble, juez y todo y reparte estas funciones como quiera respecto de los súbditos y las anula respecto de sí mismo.

Ningún rey o príncipe puede guerrear. Para ello necesita gente y un ejército que le sirvan. Como tampoco puede administrar el derecho y justicia.

¿Qué pasa si el rey al que se sirve comienza a guerrear? Siempre se debe temer a Dios más que a los hombres. Lutero recomienda en este caso abandonar al señor o al rey al que sirve, y dejar que sucedan las cosas que sucedan, pues Dios después restablecerá y compensará esa acción:

"Cualquiera que haya dejado casa, o finca, o mujer, o bienes, recibirá cien veces más"
(Mateo 19:29)

Ahora bien, puede presentarse la situación en que no se sabe si el señor quiere guerrear o no, es mucho mejor serle fiel a Dios que a los señores. En efecto, no importa que lo llamen traidor o desleal si fue leal a Dios. 

No se debe respetar a ninguna persona, sino que la voluntad de Dios. Por eso, tampoco se puede servir a varios señores que guerrean si el motivo es la codicia, pues recibir un sueldo es algo bueno pero siempre que esté fundado en buenos motivos. 

Conclusión

Es claro, entonces, que el cristiano si puede ser soldado siempre y cuando en su conciencia esté sirviendo a Dios. Lutero busca aconsejar que el cristiano no se involucre en la guerra por motivos externos y mucho menos que la inicie. La legítima defensa, como podríamos llamar, es un aspecto clave en la visión de Lutero. Podríamos decir que él también, así como San Agustín de Hipona y Santo Tomás de Aquino, está de acuerdo con la guerra justa. 

jueves, 28 de septiembre de 2023

Martín Lutero - La Autoridad Secular (hasta qué punto se le debe obediencia) (1520)

 


Luego de tres años de publicadas sus 95 tesis, Martín Lutero escribe una serie de obras que intentan convencer al Estado a tomar cartas en el asunto relativo a la Iglesia. Se supone que la Iglesia concentra no solo un poder espiritual en el mundo, sino que también tiene el poder terrenal como habíamos visto en la teoría de la dos espadas. Sin embargo, Lutero no cree que la Iglesia pueda manejar los asuntos espirituales apropiadamente, y en consecuencia, mucho menos los políticos. Veamos qué es lo que nos ofrece en esta obra. 

Referencias:

(1) Esto es lo mismo que dijo Napoleón Bonaparte en sus lecturas del príncipe; que todo lo dicho en el Príncipe es solo para los gobernantes. Los sofistas de aquellos tiempos hacen el mismo enfoque pero con Cristo


La Autoridad Secular

Lutero dirige esta obra al príncipe Juan, duque de Sajonia, a propósito del uso de la espada secular y cómo usar de esta en forma cristiana, y hasta qué punto se le debe obediencia. 

Sin embargo, existen ciertos pasajes de las Sagradas Escrituras que sugieren no utilizar la espada:


"No resistas al que es malo, sino que cede a tu adversario, y al que quiere quitarte la túnica, déjale también la capa"

(Mateo 5:39)


Por otro lado, San Agustín de Hipona decía que se debía permitir a los malos hacer el mal, pero esto no tiene ninguna compatibilidad con la espada secular. 

Los sofistas de los tiempos de Lutero decían que estas normas eran para los ''perfectos'', es decir, para los príncipes y no para los cristianos en general(1). Pero de acuerdo a Lutero, esto no causa más que ambigüedades y dejaría a Cristo en un papel de mentiroso. Por lo demás, los mandamientos de Cristo no son consejos. 


PRIMERA PARTE

Para fundamentar el poder secular, Lutero señala el siguiente versículo:

''Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos"

(Romanos 13:1-2)


"Por causa del Señor someteos a toda institución humana, ya sea al rey, como a superior, ya a los gobernadores, como por él enviados para castigo de los malhechores y alabanzas de los que hacen bien"

(1 Pedro 2:13-14)


Lutero dice que el derecho del poder siempre ha existido, pues Caín tuvo miedo de morir también después de haber matado a Abel, no porque Dios lo estableciera así, sino que porque Adán ya se lo había señalado.

Otro artículo importante es el siguiente:


''El que derramase sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada"

(Génesis 4:14)

Esto no puede entenderse como un azote o castigo que Dios mismo inflige a los asesinos, porque muchos de ellos, por arrepentimiento o misericordia, quedan con vida sin morir por la espada. Antes bien, se habla del derecho de la espada según el cual un asesino es reo de muerte, y que, conforme al derecho debe ser muerto por la espada.

Ahora bien, a este pasaje se contraponen muchos versículos:

''Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo y diente por diente. Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos"

(Mateo 5:38)


"No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza yo pagaré, dice el Señor"

(Romanos 12:19)


"Amad a vuestros enemigos; haced bien a los que os aborrecen"

(Mateo 5:44)


"No devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, etc."

(1 Pedro 3:9)


Esto demuestra que los cristianos del Nuevo Testamento no deben estar sujetos a la espada secular, pues no pueden sostener la espada para realizar los actos que sí debe realizar la autoridad secular. 

Por eso es que los sofistas dicen que los hombres perfectos reciben estos ''consejos'' de los que hablábamos, mientras que los demás cristianos imperfectos deben serles impuestos los mandamientos. Pero Lutero nos dice que esta forma de pensar es una mentira; no hay consejos para unos y mandamientos para otros, los mandamientos son para todos, sean perfectos o imperfectos. 

La división que sí existe entre los hombres es aquella que se da entre los hijos de Adán y el resto de los hombres. Los primeros pertenecen al reino de Dios y los segundos al reino del mundo. Para los primeros la utilidad que le darían a los gobernantes o príncipes sería nula, pues como son buenos no cometerían crímenes ni pecado alguno. De esta manera, a estos cristianos no se les podría aplicar la ley. 

''La ley no se ha hecho para el justo, sino para los injustos"

(1 Timoteo 1:9)

¿Por qué es esto? Porque el justo hace por sí mismo más de lo que exigen todos los derechosPero los injustos no hacen nada que sea justo. Por eso necesitan que el derecho les enseñe, obligue y apremie a hacer el bien. El buen árbol no necesita ni doctrina ni derecho para producir buenos frutos, sino que su naturaleza le hace producir, sin código ni doctrina, según su especie.

¿Por qué ha dado Dios tantas leyes a los hombres y porqué también Cristo prescribe que hagamos tantas cosas? Pablo dice que la ley fue dada a causa de los injustos para que aquellos que no son cristianos sean forzados a evitar las malas acciones mediante la ley. Pero ya que nadie es cristiano o piadoso por naturaleza, sino que todos son pecadores y malos, Dios les opone la Ley a todos para que no se atrevan a poner en práctica exteriormente su maldad con obras según su mala intención.

Todos los que no son cristianos pertenecen al reino del mundo y están bajo la ley. Ya que pocos creen y la minoría se conduce al modo cristiano de no resistir el mal y más aún de no cometer el mal ellos mismos, Dios ha establecido otro régimen fuera del estado cristiano y del reino de Dios y los ha sometido a la espada. De esa manera, aun cuando les agrade, no pueden poner en práctica su malicia, y cuando lo hacen, no pueden llevarla a cabo sin temor y con tranquilidad y éxito. Lo mismo sucede con un animal feroz y malo que atamos con cadenas y sogas para que no pueda dar mordiscos y zarpazos conforme a su modo de ser, aunque le guste hacerlo, mientras que un animal manso y domesticado no necesita de ello, sino que es inofensivo, a pesar de que no lleva cadenas ni sogas.

Sin embargo, se podría decir que todos los hombres son cristianos. Todos los hombres se deben enteramente a Dios desde el inicio de los tiempos. De este modo, los que toman esta posición podrían liberar a aquellos hombres incontinentes que están apresados por fechorías, y consecuentemente, hacer toda clase de actos malos resguardándose en que ellos también son cristianos. 

Lutero responderían a los que esgrimen estos argumentos, que el mundo, en efecto, aspira a ser cristiano, pero antes se debe llenar el mundo de verdaderos cristianos para luego gobernarlo evangélica y cristianamente. De lo contrario, aquel gobernador que encierre a todos por igual diciendo que son todos cristianos, será aquel que encierra en una jaula a distintos animales. Las consecuencias de esto son lógicas.

El régimen espiritual de Cristo no se extiende sobre todos los hombres, sino en los cristianos que siempre constituyen una pequeña minoría en medio de los que no son cristianos. Donde impera solamente el régimen secular o la ley, sólo habrá pura hipocresía, aun cuando se trate de los mismos mandamientos de Dios. Pues sin el Espíritu Santo en el corazón nadie llega a ser verdaderamente piadoso. 

En consecuencia, el cristiano sólo se debe a Cristo y no tiene que esgrimir la espada secular, no le corresponde. Aunque Cristo aprobó la espada, no la usó porque en su reino no sirve. Por lo tanto, el cristiano sigue los mandamientos no como consejos sino por verdaderos mandatos. 

No obstante, aun no estaría contestada la pregunta porque se podría cuestionar y decir ¿por qué dice Pablo en Romanos 13:1 a todos los cristianos: "Sométase toda persona a las autoridades"; Y San Pedro 2:13 "Someteos a toda institución humana", etc., como hemos dicho arriba? los cristianos no necesitan el derecho ni la espada entre sí y por causa de sí mismos; no les hace falta y no les presta utilidad. Pero el verdadero cristiano no vive en la tierra para sí mismo, sino que vive para su prójimo siendo esto útil y necesario para el prójimo. Mas como la espada es muy útil y necesaria para todo el mundo, con el objeto de mantener la paz, castigar el pecado y frenar a los malos, el cristiano se somete gustosamente al régimen de la espada, paga impuestos, respeta la autoridad, sirve, ayuda y hace cuanto pueda ser útil a la autoridad, con el fin de que ésta subsista y sea honrada y temida, aunque no la necesita ni le hace falta. Así lo dice la Biblia:

''Someteos los unos a los otros al temor de Dios''

(Efesios 5:21)

Igualmente, se pondría citar el pasaje No resistáis al que es malo. Pero Lutero nos dice que este llamado no es para los cristianos, que no necesitan espada, sino que a los otros hombres que no son cristianos. Por lo tanto, si al cristiano observa que no hay juez, verdugo o funcionario, podría perfectamente ser parte de esos oficios, y esto no es para reportar sus propios beneficios sino que para los demás. 

¿Por qué no gobernó Cristo con espada, entonces? Lutero responde que el ministerio de Cristo iba dirigido a gobernar a los hombres en su interior, no por el exterior. Por lo tanto, si bien Cristo no ha llevado ni enseñado la espada, basta con que no la haya prohibido ni abolido, sino que la haya confirmado, lo mismo que es suficiente que no haya abolido el estado matrimonial, aun cuando no haya tomado mujer ni enseñado sobre esta.

¿Puede contribuir la autoridad secular? Si la autoridad y la espada son servicios de Dios, como arriba se ha probado, debe ser también servicio de Dios todo cuanto sea necesario a la autoridad para llevar la espada. Debe haber uno que prenda a los malos, los acuse, los degüelle y mate, y proteja a los buenos, los excuse, los defienda y salve. Por tanto, si no lo hacen para sus propios fines, sino que sólo ayudan a imponer el derecho y la autoridad, con los cuales se vence a los malos, no corren peligro. Pueden ejercerlo, como cualquier oficio, para ganarse el pan. Pues como dije, el amor al prójimo no mira lo propio; no se fija tampoco en que sea grande o pequeño, sino sólo en la utilidad y necesidad que las obras tengan para el prójimo o la comunidad.


SEGUNDA PARTE

(Hasta dónde se extiende la autoridad secular)

La autoridad secular no puede ir más allá de sus atribuciones o facultades. Lutero nos pone en una situación hipotética, ¿qué pasaría si la autoridad secular mandara a creer en algo por medio de las leyes? esto sería un exceso, pues nadie puede mandar a creer nada sino que solamente Dios. La autoridad secular no puede mandar a creer en la Iglesia Católica, porque las almas están al poder de Dios, no al poder de una institución. Así lo prueba Cristo:


''No temáis a los que matan el cuerpo, pero el alma no pueden matar; temed más bien a aquél que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno"

(Mateo 10:28)


Sin embargo, así proceden los príncipes y gobernantes, de acuerdo con Lutero. Ninguna institución puede entrar en las conciencias de las personas. Para emitir un juicio un tribunal debe y tiene que estar completamente seguro y tener claridad de lo que se trata. Pero los pensamientos e intenciones no son manifiestos a nadie, sino sólo a Dios. Por ello, es vano e imposible mandar a alguien u obligarlo por la fuerza a creer esto o aquello. Se requiere otro método para eso, la violencia no logra nada.

Así como otro no puede ir por mí al infierno o al cielo, tampoco puede creer o dejar de creer por mí. No me puede abrir o cerrar el cielo o el infierno, ni es capaz de obligarme a creer o descreer. Ya que es asunto de la conciencia de cada cual creer o no creer, sin que por ello la autoridad secular sufra mengua alguna, le corresponde también contentarse y ocuparse en sus cosas y dejar que cada uno crea esto o aquello, como pueda o quiera. No se debe obligar por la fuerza. La fe es un acto libre, al cual no se puede forzar a nadie. Más bien, es una obra divina en el espíritu.


Sin embargo, se puede contraponer el pasaje:

"Sométase toda persona a las autoridades superiores"

(Romanos 13:1)


De acuerdo con Lutero, Pablo no habla en este pasaje sobre la autoridad secular, sino más de bien de la autoridad espiritual. Pablo no estaría hablando de una autoridad que no tenga poder.

¿En qué lugar quedarían los sacerdotes u obispos? Su gobierno no es superioridad o poder, sino que es un servicio y una función. No son más eminentes, ni mejores que otros cristianos. Por tanto, no deben imponer ley ni mandato a otros sin la voluntad y el permiso de ellos. Su gobierno no es otra cosa que predicar la palabra de Dios y conducir con ella a los cristianos y vencer la herejía.


Tercera Parte

El que quiera ser príncipe cristiano tiene que deshacerse de la idea de querer gobernar y proceder con violencia. Lutero dice:

''Maldita y condenada es toda vida que se viva procurando la utilidad y bien propios. Malditas son todas las obras que no están inspiradas por el amor. Se inspiran en el amor cuando no se guían por el placer, provecho, honra, comodidad y salud propios, sino que buscan con todo corazón el provecho, honra y salud ajenos''

La condición de príncipe es riesgosa si no tiene suficiente inteligencia para regir tanto el derecho como a sus  consejeros; ahí andan las cosas conforme a la sentencia de Salomón: "¡Ay de la nación cuyo rey es un niño!".

Lutero dice que el príncipe debe actuar con temor, pero con una inteligencia que vaya más allá de los libros. Sin embargo, Lutero no sabría qué recomendarle a ese cristiano que quiere convertirse en príncipe, pues un príncipe de acuerdo con Dios es un príncipe que actúa por el corazón, por la fe. En consecuencia, como Lutero no quiere hablar sobre prescribir al príncipe una ley, le da ciertos consejos:


  • Primero, debe tener en consideración a sus súbditos y preparar rectamente su corazón para ello. Esto lo hace cuando dirige toda su intención a serles útil y servicial. No debe pensar: "La tierra y la gente son mías. Yo haré lo que me plazca". Sino que debe opinar así: "Pertenezco al país y a la gente, he de hacer lo que es provechoso y bueno para ellos. No debo tratar de ser altanero y dominante, sino tratar de que sean protegidos y defendidos con una paz ventajosa"

    Ha de poner la mirada en Cristo y decir: "Mira, Cristo, el príncipe supremo, ha venido y me ha servido. No buscó poder, bienes y honra en mí, sino que ha mirado mi necesidad y hecho todo para que yo tenga poder, bienes y honra por él. Por tanto, haré lo mismo. No buscaré mi interés en mis súbditos, sino el de ellos. También les serviré así con mi oficio. Los protegeré, les prestaré oído y los defenderé''. Sólo gobernaré para que tengan bienes y provecho, y no yo". Así un príncipe se desprenderá de su poder y autoridad, y cuidará de las necesidades de sus súbditos y procederá como si se tratase de su propio interés. Así hizo Cristo con nosotros. Estas son verdaderamente obras de amor cristiano
  • Segundo: El príncipe debe cuidarse de los grandes bonetes, sus consejeros, y ha de conducirse con respecto a ellos de manera que no desprecie a ninguno, pero tampoco confíe a ninguno todas las cosas. Pues Dios no tolera ninguna de las dos cosas. En consecuencia, no hay que confiar en nadie, por inteligente, santo y grande que sea, sino que se debe escuchar a todos y esperar para ver por medio de quién Dios habla y actúa. Debes mandar y correr el riesgo. Pero no debes fiarte de nadie, ni contar con nadie, sino sólo de Dios.
  • Tercero: Ha de tener cuidado de proceder rectamente con los malhechores. En este caso, debe ser muy prudente y sabio, a fin de castigar sin perjuicio de otros. Pero no ha de recoger la cuchara y pisotear la fuente, ni llevar a la miseria al país y a sus habitantes, por causa de una sola cabeza, llenando el país de viudas y huérfanos.
  • Cuarto: El príncipe también debe conducirse de modo cristiano hacia su Dios, es decir, someterse a él con toda confianza y rogarle por sabiduría para gobernar bien, como lo hizo Salomón
  • Quinto: La restitución de las cosas. Cuando se te presenta un asunto de que uno debe devolver algo a otro, y los dos son cristianos, el litigio se resuelve pronto. Porque nadie retendrá lo ajeno y ninguno pedirá su devolución. Pero si ambos no son cristianos o si uno de ellos no quiere dejarse juzgar conforme al derecho del amor, los dejarás buscar a otro juez y le dirás que obran contra Dios y el derecho natural, aunque de acuerdo con la ley humana obtengan el rigor máximo.

En consecuencia, todo esto es lo que Lutero quiso decir sobre los alcances de la autoridad secular. 

Conclusión

Sea como sea, Lutero ha establecido que es Dios, finalmente, quien tiene el mando en nuestro mundo, ya sea por autoridad espiritual o autoridad secular, pues las autoridades seculares tienen su definición y posición por el plan divino, nada escapa de las manos de Dios. Sin embargo, el cristiano debe vivir entre estos dos mundos y de algún modo, lidiar con las dos autoridades. Ahora bien, solo una es la fundamental para su vida. 

martes, 19 de septiembre de 2023

Surhawardi - Vida y obra (1154 - 1191)

 


Shihab al-Din Yahya ibn Habash ibn Amirak Abu'l-Fituh Suhrawardi, más conocido como Suhrawardi, fue uno de los filósofos más importantes de la historia de la filosofía islámica, y además fue conocido como el ''Maestro de la Iluminación'', por ser el nuevo fundador de una nueva escuela de filosofía en contraposición a la ya conocida escuela peripatética. Sin embrago, también se le conoció como ''El Maestro asesinado'', ya que fue asesinado por herejía. En efecto, tuvo una vida motivada por la filosofía, pero también llena de complejidades del momento histórico que se vivió. Veamos la vida de este gran filósofo. 

SUHRAWARDI

السهروردي المقتول




VIDA Y OBRA

Estudios, política y muerte

Estudios tempranos

Suhrawardi tiene ascendencia persa y nació en el año 1154 en Sohrevard, una ciudad localizada en los pueblos de Zanjan, Irán. Su padre, cuando tenía diez años, lo envió a  estudiar con Sheikh Majd al-Din al-Jili tanto filosofía como teología. Luego estudió jurisprudencia y lógica destacándose en cada una de estas ciencias. 

Estudios posteriores

Luego se mudó a Isfahán (Mardin) para estudiar con Fakhr al-Din al-Mardini, de quien se dijo que fue capaz de predecir la muerte de su estudiante. Se dice que fue un lógico llamado Zahir al-Farsi quien introdujo a Suhrawardi en la obra ''Observaciones'' de Umar ibn Sahlan al-Sawi. Este hecho es significativo, pues la obra de Umar se distancia de la división lógica del Órganon de Aristóteles que consiste de 9 partes, apostando y aportando una división de dos partes: lógica formal y lógica material. 

También se encontró con Abd al-Latif al-Baghdadi, ya que éste último estaba interesado en ciertas obras del filósofo. Sin embargo, no encontró útiles las obras de Suhrawardi porque estas no consideraban el peripatetismo. Al-Baghdadi lo llamaría un imbécil. Existen otras reuniones, pero se consideran apócrifas, como por ejemplo, una que tuvo con Fakhr al-Din al-Razi. 

En la corte del príncipe

Después de su llegada a Alepo, Suhrawardi comenzó a trabajar al servicio del príncipe al-Malik al-Zahir Ghazi, gobernador de Alepo, también conocido como Malik Zahir Shah, hijo de Sultan Ayyubid Salah al-Din. Este sultán eran más conocido como Saladino, el gran campeón de la guerra contra los cruzados. Suhrawardi se ganó la apreciación del príncipe y trabajó en su corte. En sus sesiones privadas, Suhrawardi le contó al príncipe de su cosmovisión filosófica, lo que lo posicionó en altos cargos y que generó, en la corte del sultán, celos y envidias con la figura del filósofo. 

Muerte

Una carta del juez Qadi al-Fadil argumentando la ejecución de Suhrawardi selló el destino del pensador, ordenando al príncipe que ejecutara a su tutor bajo los cargos de herejía, corruptor de la religión y corruptor del joven príncipe. Sin embargo, las acusaciones son controversiales. 

Las verdaderas razones para ejecutar a Suhrawardi tienen relación con su obra sobre ''La Filosofía de la Iluminación'', en un contexto de conflictos militares y políticos. Recordemos que es la época de la tercera cruzada donde se enfrentaban Ricardo Corazón de León y Saladino, quien tenía preocupaciones más acuciantes. 

Pensamiento

Contexto

El contexto del pensamiento de Suhrawardi se inserta en la proliferación y amplia aceptación de la filosofía peripatética, que si bien existió luego de la muerte de Aristóteles, muchos filósofos musulmanes la siguieron con ciertas modificaciones propias de la cultura islámica. Un ejemplo de esto son al-Farabi, Avicena, al-Kindi, Averroes, entre otros. 

Suhrawardi, teniendo todo esto como tabula, se aparta de la mirada peripatética por medio de los conceptos utilizados por los mismos. El objetivo definitivo de Suhrawardi era revivir la antigua filosofía persa como lo diría Henry Corbin. 

Búsqueda de un término

De acuerdo a lo anterior, Suhrawardi se convirtió en uno de los fundadores de la filosofía del iluminismo, cuyas bases se contraponían con la filosofía de los peripatéticos. Este modo de ver la realidad tiene fundamentos epistemológicos que significa la prioridad de un modo intuitivo de cognición, inmediato y sin duración. Esto es opuesto totalmente con la temporalidad esencialista y predicativa de proposiciones típica del pensamiento peripatético, donde el conocimiento se adquiere. 

El filósofo usa variados términos para distinguirse de la filosofía peripatética imperante. Finalmente, Suhrawardi introduce el término ''Los Iluminacionistas'' para distinguirse de la escuela de Aristóteles. 

Crítica a Ibn Sina

En muchos pasajes de sus obras, Suhrawardi critica Ibn Sina, y a la vez va construyendo su propio pensamiento. Sus primeras criticas versan sobre los conceptos, aunque en principio los acepta y en el detalle las rechaza; por ejemplo, que lo simple, lo no-compuesto o lo esencial solo puede ser descrito pero no definido. Suhrawardi critica el texto de Ibn Sina llamado ''Notas sobre Filosofía'' que en verdad es un texto atribuido. 

Los ataques comienzan con la distinción entre filosofía aristotélica y filosofía oriental. En este texto llamado Notas sobre Filosofía, Ibn Sina diría que ésta es una obra que tiene como base la filosofía oriental. Las argumentaciones del filósofo es que ninguna otra filosofía de la iluminación existió antes que la del mismo Suhrawardi. En segundo lugar, estas Notas solo fueron creadas con el acuerdo de los grandes principios peripatéticos, a lo que en esos tiempos se llamaba ''filosofía general''. Ahora bien, Suhrawardi acepta que Ibn Sina hace algunas modificaciones al peripatetismo, pero sin hacer cambios sustanciales. Suhrawardi invoca a los antiguos persas estableciendo que sus propios principios de filosofía oriental reflejaban la sabiduría de los antiguos persas. 

La intención del filósofo es diferenciarse de los peripatéticos, intentando demostrar que científicamente se puede probar la naturaleza de las cosas. Estos elementos que prueban la naturaleza de las cosas son los sueños verdaderos, las revelaciones personales, el conocimiento intuitivo, habilidad de revelar el futuro, experiencias extrasensoriales, resurrección de los muertos y otros milagrosos fenómenos. 

Teoría esencialista de la definición

Ibn Sina entendía que la definición era el más fundamental de los pasos para el proceso de una construcción filosófica. Fundamental y primer paso. Esto es dicho por Aristóteles en Analíticos Posteriores diciendo que luego de la definición proviene la demostración. En conclusión, si la definición es obtenida, uno puede proceder al conocimiento científico.  Sin embargo, Suhrawardi no está de acuerdo con que esto sea así. 

En primer lugar, Suhrawardi pregunta ¿Cómo debería ser construida una definición? Supongamos que queremos definir X

  • Para definirlo la cosa debe estar constituida de atributos esenciales y no esenciales, además de sus accidentes
  • Estos son atributos constitutivos de X
  • Luego se debe determinar si X es real o no
  • Después determinar si estos atributos son conocidos en relación a X

Luego viene la pregunta sobre la prioridad, es decir, que para definir X tenemos que conocer Y.

  • Y es necesariamente anterior a X respecto al conocimiento

Después tendría que establecerse si Y puede ser conocido a través de X. Por lo tanto, para definir primero tenemos que saber qué está primero en conocimiento. 

Para Suhrawardi, la posición peripatética consiste básicamente en una fórmula reduccionista: ''Una formula que indica la esencia de una cosa y la combina con todos los elementos constitutivos. En el caso de las realidades principales, la formula es una síntesis de género y diferencia''. Esta es la formula de la definición comprendida por Ibn Sina. En palabras más simples, si a un peripatético se le pregunta ''¿Qué es X?'' este respondería ''el sumo género de X más su diferencia''. 

No obstante, Suhrawardi nos dice que no es posible definir una cosa por medio de esta metodología, porque es imposible que se puedan enumerar todas las esencias de una cosa. Que el hombre sea ''animal racional'' no añade nada a nuestro conocimiento de la idea de hombre; de hecho, por ''animal'' y ''racional'' solamente se indica ''una cosa que tiene alma''. Por esto, los aristotélicos solamente definen la racionalidad pero no lo que esencialmente es un hombre. En consecuencia, se necesita una fundación iluminacionista anterior para dicho conocimiento. 

De esta forma, los peripatéticos solo nos dejan conocer las esencias de una cosa (en este caso, la racionalidad en el hombre), pero no la cosa definida (el hombre). Suhrawardi nos dice que las esencias son aún más desconocidas que la cosa misma. 

Para definir una cosa, de acuerdo con Suhrawardi, se debían conocer todos los esenciales que tiene, pero esta enumeración, como lo dijimos anteriormente, es imposible. Esto porque la cosa puede tener múltiples atributos que no son aparentes, un conjunto de esenciales que pueden ser ilimitados y elementos que pueden no ser distinguibles unos de otros. 

Suhrawardi concluye que los atributos constitutivos de una cosa no son separados de la cosa, ni real ni mentalmente. Por lo tanto, una definición esencialista no puede ser construida, porque esto requeriría separar los constitutivos de una cosa en género y diferencia; pero una cosa puede solamente ser descrita por como es vista, la cual entonces y solamente así determina su realidad. 

La definición de X ¿simplemente descansa en la intuición de la misma o de algo anterior que pone su formula en alguna estructura construida? 

Teoría iluminacionista de la definición

Las bases de Suhrawardi son abordadas de raíces anteriores a los filósofos islámicos típicos, y también tienen un componente platónico importante. Se requiere, para alcanzar la definición, que debemos esforzarnos por conocer las formas, u obtenerlas a través de la visión iluminación. La teoría de Suhrawardi es, fundamentalmente, experiencial. Está basada en la cognición inmediata de algo real y anterior al ser. Para Suhrawardi, la luz es su propia definición; para verla, para experimentarla, para conocerla, etc. 

Contra la crítica a los esencialistas, dice que estos solo pueden confirmar las esencias cuando la cosa por sí misma es confirmada. En cambio, los iluminacionistas comienzan aceptando la validez absoluta de un atemporal e intuitivo sujeto conocido, que es necesario y siempre cognoscente de sí mismo. 

En la teoría iluminacionista, la propia consciencia y los seres autoconscientes son retratados como luces que cubren toda una realidad. Así, por ejemplo, una luz representa la consciencia abstracta y no corpórea de la propia consciencia. Otras entidades son menos iluminadas, pero de todas formas son autoconscientes, en un grado menor. 

Para contrastar la teoría con la anterior, si para los peripatéticos respondían a la pregunta ''¿Qué es el hombre?'' con ''Animal Racional'', los iluminacionistas responderían que la verdad detrás de la palabra ''hombre'' está en su recuperación del sujeto. Por recuperación quiere decir la traducción del símbolo a su equivalente en la conciencia del sujeto. 

Epistemología

Por de pronto, lo primero que podremos decir de la epistemología de Suhrawardi es la intuición. Sin embargo, esta intuición inmediata tiene etapas que hay que investigar:

  1. Etapa preparatoria: renunciar al mundo y arrojarse a la experiencia. Esta requiere de 40 días de retiro absteniéndose de comer carne y preparase para la inspiración y revelación. Estas actividades harían que la persona sea capaz de tener una revelación personal y una visión, y admitir sus propias intuiciones. Se entienden las siguientes subetapas en esta etapa
    1. Actividad
    2. Una condición (conocida por todos)
    3. Revelación
  2. Etapa de la iluminación: conseguir visiones de una luz divina. Esta luz toma la forma de una serie de luces apocalípticas y a través del conocimiento que sirve como la fundación de las ciencias reales que posteriormente son obtenidas. 
  3. Etapa de la construcción: adquisición del conocimiento ilimitado, que a su vez es conocimiento iluminado. Aquí el filósofo logra un análisis discursivo, donde se construye un silogismo aristotélico como el de Posteriores Analíticos. Se demuestra la experiencia y se construye un sistema que da lugar a la experiencia y la valida, incluso si la experiencia ha cesado
  4. Etapa de la documentación: forma escrita de esa experiencia

La filosofía de la iluminación comprende las dos últimas etapas, como las alcanzó Suhrawardi y sus discípulos. De hecho, esta Filosofía de la Iluminación será conocida como ''conocimiento por presencia'', que se sostiene sobre un fuerte paradigma que envuelve al místico-poeta-filósofo quien finalmente retrata su propio conocimiento. 

El paradigma envuelve las siguientes concepciones:

  1. Sujeto
  2. Conciencia
  3. Creatividad

En la etapa de la iluminación, el sujeto y la conciencia se vuelven uno y ahí el ser humano obtiene la realidad de las cosas, y finalmente se transforma en un sujeto conocedor-creador. En ese punto es donde se crean los poemas. 


Obras


Suhrawardi fue uno de los filósofos más prolíficos con respecto a obras filosóficas escritas, sobre todo en el género de las narrativas. Aunque, como todos la mayoría de los filósofos islámicos, varias de sus obras se han perdido. Las obras más importantes del filósofo son Intimaciones, Pertinencias, Senderos y Cielo y Filosofía de la Iluminación, las cuales se deben estudiar en ese mismo orden. Luego vendrían sus obras narrativas como por ejemplo, el intelecto rojo,  el tratado de los pájaros o el lenguaje de las hormigas. Otras obras versan sobre oraciones e invocaciones devocionales y por último un compendio de aforismos y sentencias cortas. 


Iremos analizando y sintetizando cada una de sus obras que nos sean posibles acceder. 


Conclusión


Es una historia fascinante de un filósofo persa que dejó una marca duradera en la historia de la filosofía islámica y en la tradición intelectual de su época. Fue un innovador en la filosofía islámica al desarrollar su propia escuela de pensamiento conocida como la filosofía de la Iluminación (Ishraq). Sus ideas sobre la luz, la percepción y la realidad influyeron en generaciones posteriores de filósofos y místicos. Combinó elementos de la filosofía con la espiritualidad islámica y el misticismo, lo que contribuyó a una rica tradición de pensamiento que exploraba la relación entre el conocimiento racional y la experiencia espiritual.

domingo, 10 de septiembre de 2023

Avempace - Sobre la felicidad política y la felicidad de la otra vida (o en defensa de al-Farabi)

 



Aunque muchos autores han puesto en duda la autenticidad de esta obra por Avempace, existen otros que no tiene problema en atribuir esta obra al filósofo. Por lo demás, la probabilidad de que este escrito sea de él es muy alta, al poner aquí la defensa de quien consideraba su maestro: al-Farabi. Se decía que al-Farabi solo comprendía la vida material de este mundo, pero Avempace viene a decirnos que esto no es así. Avempace se encargará de objetar los puntos de estos contrario y hablarnos sobre la felicidad de la otra vida, tema que hace mucho no habíamos tocado en este blog. 

Referencias:

(1) De este tratado hay solo una traducción latina de Domingo Gundisalvo

Sobre la felicidad política y la felicidad de la otra vida (o en defensa de al-Farabi)

Avempace nos dice que la critica que se realiza a al-Farabi con respecto a que no existe otra vida, tiene como base los comentarios a la Ética a Nicómaco que realizó al-Farabi. Pero no solo es esto. Se acusa a al-Farabi por plantear las siguientes aseveraciones:

  • No existe otra vida
  • No existe la felicidad más allá de la felicidad política
  • No hay más experiencia que la sensible
  • Todo lo de la otra vida es ''cuento de viejas''

Con respecto a este último, es decir, que la otra vida sea un ''cuento de viejas'' seguramente pertenece a un comentario a la Ética a Nicómaco que no ha sido encontrado. Avempace culpa a los Hermanos de la Pureza de que este malentendido se haya dado a conocer, pero no nos da más detalle. 

En la critica a al-Farabi se dice que la única felicidad existente es esa que tiene el ciudadano en la ciudad donde sirve y es servido. Sirve en el sentido que logra bienes políticos para él y su gente (familia) y según su rango social, y es servido, según su rango social, en cuanto le ha tocado en suerte las más imprescindibles riquezas para seguir en paz en esta vida. 

Sin embargo, Avempace dice que todo esto que se dice de al-Farabi es falso. Si bien la felicidad política descrita anteriormente sucede efectivamente, esta no es la felicidad última, pues la verdadera felicidad es la del intelecto, no la de la materialidad de la ciudad. 

Para probar esto, Avempace nos recuerda lo que Aristóteles pensaba sobre las sustancias:

  1. Sustancias que existen en lo generable y corruptible
  2. Sustancias de los cuerpos celestes
  3. Sustancia que es intelecto y que no necesita de la materialidad

Por cierto que la sustancia más excelente es la tercera. Este intelecto, que en efecto es el intelecto agente, es conoce a sí mismo por sus propios medios y no necesita de nada. En contraste, el intelecto material del hombre solo puede tener su razonamiento a partir de los inteligibles accesibles a él, cuyo inteligible más excelso es Dios. Todos los bienes de la ciudad deberían estar en orden a servir al intelecto agente, y el hombre con su intelecto colabora con esto. 

Con todo, este intelecto persiste en la otra vida, aunque sea el intelecto más bajo de todos. El intelecto del hombre puede percibir de alguna forma aquellas cosas más excelsas del intelecto agente, y esto es lo que quiso decir al-Farabi en su obra ''Los significados del intelecto''(1).

El hombre trata de captar el Intelecto Agente por medio de ciertas facultades del alma, lográndolo sin la necesidad de la materia. Cuando se logra esto, entonces se entiende que hay una existencia que va más allá de la materialidad evidente en la ciudad. Ahí está la felicidad a la cual al-Farabi se refería tanto como la de la ciudad. 


Conclusión

En los comentarios de esta obra se puede lograr deducir que efectivamente al-Farabi hablaba sobre una felicidad política y ninguna otra. Es posible que con el tiempo, y con la lectura de aquellas obras que no conocimos y Avempace sí, veamos un cambio en la perspectiva de al-Farabi. Finalmente, como se puede entender, todo está en disposición al intelecto agente.