Aunque muchos autores han puesto en duda la autenticidad de esta obra por Avempace, existen otros que no tiene problema en atribuir esta obra al filósofo. Por lo demás, la probabilidad de que este escrito sea de él es muy alta, al poner aquí la defensa de quien consideraba su maestro: al-Farabi. Se decía que al-Farabi solo comprendía la vida material de este mundo, pero Avempace viene a decirnos que esto no es así. Avempace se encargará de objetar los puntos de estos contrario y hablarnos sobre la felicidad de la otra vida, tema que hace mucho no habíamos tocado en este blog.
Referencias:
(1) De este tratado hay solo una traducción latina de Domingo Gundisalvo
Sobre la felicidad política y la felicidad de la otra vida (o en defensa de al-Farabi)
Avempace nos dice que la critica que se realiza a al-Farabi con respecto a que no existe otra vida, tiene como base los comentarios a la Ética a Nicómaco que realizó al-Farabi. Pero no solo es esto. Se acusa a al-Farabi por plantear las siguientes aseveraciones:
- No existe otra vida
- No existe la felicidad más allá de la felicidad política
- No hay más experiencia que la sensible
- Todo lo de la otra vida es ''cuento de viejas''
Con respecto a este último, es decir, que la otra vida sea un ''cuento de viejas'' seguramente pertenece a un comentario a la Ética a Nicómaco que no ha sido encontrado. Avempace culpa a los Hermanos de la Pureza de que este malentendido se haya dado a conocer, pero no nos da más detalle.
En la critica a al-Farabi se dice que la única felicidad existente es esa que tiene el ciudadano en la ciudad donde sirve y es servido. Sirve en el sentido que logra bienes políticos para él y su gente (familia) y según su rango social, y es servido, según su rango social, en cuanto le ha tocado en suerte las más imprescindibles riquezas para seguir en paz en esta vida.
Sin embargo, Avempace dice que todo esto que se dice de al-Farabi es falso. Si bien la felicidad política descrita anteriormente sucede efectivamente, esta no es la felicidad última, pues la verdadera felicidad es la del intelecto, no la de la materialidad de la ciudad.
Para probar esto, Avempace nos recuerda lo que Aristóteles pensaba sobre las sustancias:
- Sustancias que existen en lo generable y corruptible
- Sustancias de los cuerpos celestes
- Sustancia que es intelecto y que no necesita de la materialidad
Por cierto que la sustancia más excelente es la tercera. Este intelecto, que en efecto es el intelecto agente, es conoce a sí mismo por sus propios medios y no necesita de nada. En contraste, el intelecto material del hombre solo puede tener su razonamiento a partir de los inteligibles accesibles a él, cuyo inteligible más excelso es Dios. Todos los bienes de la ciudad deberían estar en orden a servir al intelecto agente, y el hombre con su intelecto colabora con esto.
Con todo, este intelecto persiste en la otra vida, aunque sea el intelecto más bajo de todos. El intelecto del hombre puede percibir de alguna forma aquellas cosas más excelsas del intelecto agente, y esto es lo que quiso decir al-Farabi en su obra ''Los significados del intelecto''(1).
El hombre trata de captar el Intelecto Agente por medio de ciertas facultades del alma, lográndolo sin la necesidad de la materia. Cuando se logra esto, entonces se entiende que hay una existencia que va más allá de la materialidad evidente en la ciudad. Ahí está la felicidad a la cual al-Farabi se refería tanto como la de la ciudad.
Conclusión
En los comentarios de esta obra se puede lograr deducir que efectivamente al-Farabi hablaba sobre una felicidad política y ninguna otra. Es posible que con el tiempo, y con la lectura de aquellas obras que no conocimos y Avempace sí, veamos un cambio en la perspectiva de al-Farabi. Finalmente, como se puede entender, todo está en disposición al intelecto agente.
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