Una de las obras más excelsas del filósofo inglés Tomas Moro. Aunque su nombre original es ''Librillo verdaderamente dorado, no menos beneficioso que entretenido, sobre el mejor estado de una república y sobre la nueva isla de Utopía'', todos lo conocemos por Utopía. El contenido de la obra es un lugar (que valga la redundancia no es un lugar) que solo cabría dentro de la imaginación del filósofo y su protagonista que es Rafael Hitlodeo; una comunidad pacífica y perfecta donde todos sus elementos confluyen sin ningún problema. La pregunta es ¿es posible tener una sociedad de ese estilo? Veámoslo en esta interesante obra.
Referencias:
(1) Esta idea también puede extraerse de la Alegoría de la Caverna, cuando aquellos que salen tratan de convencer a aquellos que permanecen en el fondo de la caverna, sin poder sacarlos con éxito pues lo toman por loco.
Vocabulario:
(1) Comalia: epidemia que padecen los ganados, parecida a la hidropesía
UTOPÍA
LIBRO I: EL MEJOR ESTADO DE LA REPÚBLICA
Personajes:
- Tomás Moro
- Pedro Giles: humanista y escritor, amigo de Erasmo de Roterdam y secretario de la ciudad de Amberes
- Rafael Hitlodeo: personaje ficticio de Tomás Moro con características extraordinarias. Hytlodaeus, que es su nombre en griego antiguo significa ''contador de historias''.
- Utopía: país señalado por Rafael Hitlodeo. La palabra viene del griego antiguo ''ού'' /ou/ y ''τόπος'' /topos/, que juntos significa ''No'' y ''Lugar'', es decir, Utopía significa ''en ningún lugar''
- Amauroto: significa evanescente, es la capital de Utopía
- Anidro: que significa sin agua, es el río de Utopía
- Ademo: sin pueblo, es el príncipe de Utopía
Relato
Un hombre extraño
El libro comienza con una anécdota que nos cuenta Tomás Moro sobre las controversias que tuvo el rey Enrique VIII y el rey Carlos de Castilla. Estas diferencias versaban sobre el tratado de 1506 relativo a los impuestos de exportación de lana y las condiciones para los palios ingleses en los Países Bajos.
Para el debate, Moro es enviado a la embajada de Flandes en una comisión acompañado del obispo Cuthbert Tunstall, además de ser nombrado hace poco como custodio de los Libros Reales. Fueron recibidos en Brujas por la comisión: todos hombres excelentes según Moro. Entre ellos estaba Margrave, quien era el superior, y hombre honorabilísimo, pero el que más se destacaba George Temsice por su elocuencia y conocimiento de las leyes.
Discutieron uno o dos días, pero Moro nos dice que no llegaron a acuerdo en ciertos puntos y luego la comisión se despide para informar a su príncipe. Moro se dirige a Amberes donde se encuentra con Peter Giles, hombre de buena reputación y de alta posición. El mismo Moro lo describe de la siguiente manera:
''Difícilmente podríamos encontrar un joven tan erudito y tan honesto. A sus más altas cualidades morales y a su vasta cultura literaria unía un carácter sencillo y abierto a todos. Y su corazón contiene tal cariño, amor, fidelidad y entrega a los amigos que resultaría difícil encontrar uno igual en achaques de amistad. De tacto exquisito, carece en absoluto de fingimiento, distinguiéndose por su noble sencillez. Fue tan vivaz su conversación y su talante tan agudo, que con su charla chispeante y su ameno trato llegó a hacerme llevadera la ausencia de la patria, la casa, la mujer y los hijos a quienes no veía desde hacía cuatro meses, y a quienes, como es lógico, quería volver a abrazar''
Un día lo escuchó hablando con un extraño en la Iglesia de Nuestra Señora. Dicho extraño era Rafael Hitlodeo a quien Peter quería invitar a su casa con el permiso de Moro a escuchar las historias de navegantes que podría tener, pues Moro especulaba que era un navegante, pero Pedro le dice que es más que un navegante, ciertamente ha navegado, pero es más que eso, es un filósofo como Platón.
Rafael Hitlodeo
El nombre de este extraño era Rafael Hitlodeo. Dominaba tanto el latín como el griego, aunque este último lo perfeccionó mucho más. Considera mucho más a los griegos que a los romanos, a quienes solo reconoce a Séneca y Cicerón. Se embarcó con Américo Vespucio en algunos de sus viajes y luego lo dejó.
Luego de la introducción que le hizo Pedro, los tres fueron a casa de Moro para que Rafael les contara todo.
Rafael les habló de muchas cosas, pero la que más llamó la atención a Moro era la del régimen de gobierno de la República de Utopía.
Pedro y Rafael: servidor y siervo
Pero antes de que les contara sobre la República de Utopía, Pedro le dice que teniendo todas las características que tiene, podría trabajar sin ningún problema para algún rey, y así servir al pueblo y a los suyos. Sin embargo, Rafael piensa que servir a un rey sería lo mismo que ser siervo de un rey, de hecho, dice que entre servidor y siervo la única diferencia es una sílaba.
Pero Pedro insiste porque, de acuerdo con su punto de vista, ser servidor significa servir tanto a sí mismo como a la sociedad; es el camino a la felicidad. A Rafael le repugna, dice que es feliz viviendo como es, cosa que no todos pueden decir, y que amigos de los reyes sobran; por lo tanto, que él no sea funcionario del rey no hará la gran diferencia.
Ahora interviene Moro quien le dice que alguien de su talante, un verdadero filósofo, debiera aún a pesar de la repugnancia, servir a algún príncipe justo y bueno, como bien podría identificar el mismo Rafael.
Rafael contesta que los príncipes de aquellos tiempos se dedican a una sola cosa: a los asuntos de la guerra. Este asunto es uno de los que no le interesan a Rafael, más que los asuntos del gobierno de la paz. Y cuando se habla de un buen príncipe, estos ya tienen consejeros que los ayudan y a veces ni siquiera necesitan uno. Además, el ambiente de los príncipes de hoy está lleno de arrogancia, desprecian las cosas nuevas y siempre tratan de imitar lo que más pueden a los antiguos. Es ahí donde Rafael dice que esto lo ha visto incluso en Inglaterra.
Rafael y los problemas de Inglaterra
En Inglaterra conoció al Cardenal Arzobispo de Canterbury, el Padre Juan Morton. Se le describe como otro hombre tan extraordinario como Rafael, además de tener profundos conocimientos en las ciencias del Derecho.
Un día estaban conversando el Padre Morton, un laico versado en leyes y Rafael. Estaban hablando sobre la aplicación de las leyes y lo durísimo que eran estas con los ladrones, y que a pesar de la dura aplicación de las leyes con ellos, los robos siguen ocurriendo con la misma frecuencia.
En ese momento interviene Rafael y le dice que es desproporcionado aplicar la pena capital por los robos. Les dice que en Inglaterra y en otros países tienen la misma costumbre de los pedagogos; prefieren azotar que educar. La verdadera acción que debieran realizar las autoridades es arbitrar medios de vida.
El laico le contesta que ya se han aplicado dichos medios de vida enseñando a los ladrones la industria y la agricultura.
Sin embargo, Rafael nos dice que esto no es suficiente. Hasta hace poco se libró la Batalla de Cornualles donde los soldados que volvían de la misma, no tenían las mismas habilidades de antes pues todos ellos fueron mutilados. Por otro lado, la edad les impide ejercer nuevos oficios.
Ahora, Rafael desvía la conversación para hablar sobre los nobles cuyo número exorbitado ''viven como zánganos'' y a lo único que se dedican es a explotar a los colonos de sus tierras. También se rodean de hombres haraganes que no aprenden ningún modo de vida o de trabajo. Cuando uno de sus colonos se enferma estos son despedidos, los colones pasan hambre y en consecuencia se dedican al robo.
El laico le dice a Rafael que es justamente esta clase de hombres, los nobles, lo que necesita un país para que pueda conducir al ejército y enfrentar al enemigo. Pero Rafael le dice que mantener un país por la fuerza dedicándose a tener un gran ejército es un error. Un ejemplo de esto es Francia que, educando a sus jóvenes desde el principio en los asuntos militares, han sido avasallados por los ingleses.
Otro problema que identifica Rafael es el relativo a las ovejas. Estas han sido acostumbradas y habituadas a ser alimentadas en exceso. Tanto es así que hasta han atacado a algunos hombres, devastan los campos y asolan las casas. Todos los cultivos y granjas son transformados en pastizales solo para estos animales, en realidad, todo está en función de las ovejas. Ya no se siembra, y bastaría un pastor para realizar todo el trabajo. Al final la gente queda sin trabajo, se dedica al ocio, dejan todo lo que tienen, se dedican a robar y finalmente son ahorcados.
Para más remate, al ganado le llega la comalia(1), como un castigo de Dios para los dueños de ovejas por su codicia. En todo caso, incluso en ese momento donde habían muchos negocios con ovejas, si bien no se forma un monopolio, la verdad es que se ha formado un oligopolio con respecto a las mismas. El precio de la lana sube siempre más y más.
Los ricos no se preocupan de la reproducción y cría de las ovejas sino que solo de sacarles dinero; siempre las compran flacas y a bajo precio para luego venderlas caras.
Si bien Rafael dice que es pronto para ver los efectos de estos hechos, el negocio de las ovejas se convertirá en la desgracia del país. Por eso, Rafael prosigue y señala que no dejen a los ricos acaparar y crear monopolios, así como también pide que se reestablezca la agricultura y el cultivo, ya que tanto los campesinos, los artesanos y los criados de los nobles, tratando de imitar a los nobles en todos sus aspectos y en consecuencia imitan su comportamiento ocioso. De lo contrario, solo se criarán ladrones a futuro. Dice el mismo Rafael:
''Si dejáis que sean mal educados y corrompidos en sus costumbres desde niños, para castigarlos ya de hombres, por los delitos que ya desde su infancia se preveía tendrían lugar, ¿qué otra cosa hacéis más que engendrar ladrones para después castigarlos?''
Con todo esto dicho, el laico estaba preparado para responder a Rafael diciendo que todo lo que dijo no son más que rumores. Añade que responderá a Rafael en cuatro breves puntos. Sin embargo, cuando iba a hablar el Cardenal lo detiene diciéndole que no podría ser una conversación breve de ninguna forma.
La Pena Capital y el tratamiento a los ladrones
Ahora bien, le pide al laico que dejen esa conversación para el día siguiente y le pide a Rafael que responda concretamente ¿por qué no hay que castigar a los ladrones con la pena capital? ¿no sería aquello una incitación más al robo?
Responde Rafael que Dios prohíbe matar, ha prohibido disponer de nuestras vidas así como también de los semejantes. Si Dios no castigaba el robo con la muerte en el Antiguo Testamento, menos aún lo hace en el Nuevo Testamento. En cuanto a la proporción de los delitos, es absurdo castigar a un ladrón de la misma forma que a un homicida, de hecho, la pena capital también sería un incentivo para que el ladrón mate, para eliminar testigos. Aumentar el castigo para los ladrones, sería al mismo tiempo aumentar el peligro para las personas de bien.
Entonces ¿cuál sería el castigo para los ladrones? Rafael nos dice que el mejor sería aquel que aplicaban los romanos en tiempo del imperio: trabajar encadenados en minas y en canteras. También menciona a una tribu persa con el nombre de polileritas, quienes eran un pueblo numeroso pero bien gobernado. Pagaban solo un pequeño tributo, gozando de su propia libertad y gobernándose por sus propias leyes. No hacían el servicio militar, vivían en comodidad pero sin lujos.
Al ladrón le obligaban a regresar lo sustraído al dueño y no al rey como se hace en otros lugares, además de ser enviado a trabajos forzados. Si el asalto no fue hecho con crueldad o alevosía, se le destina a la realización de trabajos públicos sin vigilancia de policías. A los que se niegan o son ociosos se les castiga con látigo. Aparte de trabajar todos los días no tienen ninguna otra penalidad. El sustento de estos se realiza por medio de las limosnas que da la gente. En otros países se hacen con fondos públicos o con un impuesto especial.
No se los rapa sino que se les hace un corte especial que llega hasta las orejas, y una de las orejas se corta ligeramente. Pueden recibir de sus familiares y amigos, alimentos vestidos con colores prescritos. Lo que no pueden recibir de ellos es dinero, pero tampoco lo pueden recibir de hombres libres. Por otro lado, la fuga y el intento de fuga son considerados delitos. Los cómplices que son esclavos son castigados con la muerte, y si los cómplices son libres pasarán a ser esclavos. Para los delatores hay recompensas; si es libre, dinero; si es esclavo, la libertad.
Cuando Rafael termina de decir esto, se pregunta porqué no es posible implementar un sistema como este en Inglaterra, a lo que el jurisconsulto laico responde que sería terrible aplicar ese tipo de sistema. Inmediatamente, el Cardenal interviene diciendo que quizás sería bueno implementar un sistema experimental por el cual, si fallase, entonces se volvería aplicar el sistema anterior sin perjuicio para el Estado. De hecho, el Cardenal dice que lo mismo se podría implementar a los vagabundos pues muchas leyes se han implementado contra ellos y nada resulta.
El bufón y el caso de los enfermos
Ahí quedaría la conversación con respecto a la Pena Capital, pues luego entraría a la conversación un hombre que era más un bufón que un conservador. En algo atinaba, según Rafael, en algunos asuntos. Como dice el refrán:
''Tantas flechas le tiro que a Venus al fin le dio''
El tema de los ladrones quedaba zanjado con Rafael y el tema de los vagabundos con el argumento del Cardenal. Faltaba hablar sobre los enfermos sumidos en la pobreza y que no pueden trabajar. A esto el bufón se ofrece a dar una respuesta y dice:
''Todos estos pordioseros sean distribuidos y repartidos entre los conventos de benedictinos, y que se les haga monjes legos, según dicen ellos. A las mujeres ordeno que se hagan monja''
Sin embargo, un fraile mendicante estaba presente y se enfureció con el bufón con respecto a estos dichos. De hecho, el mismo bufón le preguntó: ¿No son ustedes los vagabundos por excelencia? El fraile se enojó y comenzó a palabrear al bufón. Luego tuvieron una breve conversación:
Bufón: Calma, hermano, no se enoje. Está escrito: ''Con vuestra paciencia, poseeréis vuestras almas''
Fraile: No me enojo, o por lo menos no peco, pues dice el Salmista: ''Enojaos y no pequéis''.
Continuó el Fraile
Fraile: -No, señor, -contestó el fraile- es el celo el que dicta mis palabras y el que me empuja a hablar. Es el mismo celo que movía a los santos. Por eso está escrito: «Me devora el celo de tu casa». Y en vuestras iglesias se canta: Los que se burlaban del gran Eliseo cuando subía a la casa de Dios sintieron la cólera del calvo.
Y ojalá que lo sienta también ese embustero, y embaucador bufón.
El Cardenal le pide que se calme y que obraría más sensatamente si no tomara en cuenta al bufón, pero el Fraile cita a Salomón:
''Responde al insensato de acuerdo con su necedad''
Acto seguido el Cardenal pide al bufón que se retire y este lo hace.
La isla de Utopía
Al contar esta historia, Moro quedó fascinado y se lo dijo a Rafael. Le propone como el Estado ideal que los reyes o príncipes se eduquen desde niños en la filosofía para gobernar, una idea muy parecida a la de Platón: que gobiernen los filósofos. Sin embargo, Rafael les dice que un filósofo en el estado actual de la política sería perjudicial, pues todos se mueven por la guerra. Para explicar este punto mejor, Rafael nos habla sobre los habitantes de la isla, mientras que también nos habla de algunos temas que surgen de estas descripciones.
Acorianos y los recursos (sudeste de Utopía)
Desde el comienzo siempre fueron beligerantes, tanto así que llegaron a conquistar un territorio. No obstante, el costo de este asedio fue tremendo al no poder conservar el reino. Todos los capitales y recursos se irían al nuevo territorio conquistado lo que precarizaba la ciudad primitiva. Por lo tanto, la paz era escasa y a la larga, la conquista se volvía una carga. Finalmente, dejaron la conquista y se quedaron con su territorio originario.
Para tener un reino bien administrado es mejor ver que si hay que realizar un pago se aumente el valor de la moneda, y cuando haya que cobrar se debe disminuir el valor de la moneda. Por otro lado, también sería necesario tener a los jueces a favor del príncipe para que siempre fallen a su favor.
Sin embargo, Rafael dice que este pensamiento es despreciable por que el rey o príncipe debe mirar a favor del pueblo, y no personalmente. El rey no debe mirar por sus intereses, sino que siempre favorecer el bien colectivo. Y el gobierno del pueblo no puede ser llevado a través de las multas y los castigos, porque no es uno el guardián de una cárcel sino el gerente de un reino.
Macarianos y los asuntos públicos (pueblo vecino de Utopia)
El rey, el día que sube al trono, es requerido por el pueblo a no tener más de mil libras de oro o plata en su tesoro; cantidad que sería suficiente para aguantar los conflictos internos y externos. Otra razón para promulgar dicha ley fue el circulante disponible que tendría el pueblo para resguardarse económicamente. Esta ley fue promulgada por uno de los mejores reyes que tuvieron.
Pero Rafael está convencido de que si tuviera que hablar con los reyes o príncipes sobre estos asuntos, no lo escucharían, le harían oídos sordos. Sin embargo, en ese momento Tomás Moro le dice que no por eso se deben abandonar las causas públicas. Aunque a veces no puede hacerse de manera directa, entonces la forma debe realizarse de manera indirecta.
Rafael le contesta que si de todos modos el les dijera las mismas cosas, en el sentido de no abandonar sus convicciones, las autoridades se reirían de él, pero, aún peor, podrían tomarle por loco. Molestaría a las grandes autoridades y podría correr el riesgo de ser encarcelado. Rafael no entiende la vía indirecta que propone Moro, ya que en los asuntos de gobierno se firman tratados y acuerdos que se establecen abiertamente y no de formas indirectas. De hecho, de serlo así podría tomarse a Rafael como un traidor, como alguien que no fue honesto con sus palabras. En palabras de él mismo:
''Seria visto como traidor y hasta como espía quien consultado sobre proposiciones injustas se expresara con tibieza''
El solo trato de estar con estos hombres corrompería hasta al más sabio de la ciudad. Terminaría como encubridor de la maldad y encubridor de estupideces. El ejemplo también lo tenemos en la República de Platón donde los sabios se rehusaban a tomar cargos públicos(1).
Propiedad privada
Rafael le dice a Moro que donde haya propiedad privada, difícilmente se podrá administrar la república con justicia. Por eso nuestro personaje admira tanto Utopía porque es una isla sin propiedad privada, con muy pocas leyes pero eficaces. Todo lo contrario a lo que existía en tiempos de Moro donde hay muchas leyes y todas son ineficaces.
Mientras exista la propiedad privada, los únicos que serán beneficiados serán aquellos más ricos. Esto llevará a la miseria porque los ricos solo piensan en su bien personal, son rapaces, malvados e inútiles; mientras que la gente del pueblo es más sencilla, humilde y siempre más preocupada del bien público.
Ahora bien, los males de la propiedad privada pueden mitigarse con algunas leyes:
Como dijimos, estas leyes pueden mitigar los efectos negativos de la propiedad privada, pero no se puede pensar que por estas iniciativas se curarán estos defectos. Mientras exista propiedad privada, estos defectos seguirán existiendo.
Tomás no estaba en absoluto de acuerdo con la idea de Rafael. Le pregunta lo siguiente:
''¿Por qué medios se podrá conseguir la prosperidad común si todos se niegan a trabajar?''
En efecto, nadie tendría un estímulo personal y se negarían a trabajar. Unos envidiarían a otros y cobrarían venganza por aquello. No existirían terceros que pudieran dirimir una controversia, pues todos son iguales.
''¿Qué papel pueden tener en la sociedad hombres para quienes no existiría ninguna diferencia social? Es algo que ni siquiera me atrevo a imaginar''
Rafael le dice que es normal que no pueda creer en la propiedad común porque no ha estado en Utopía, la cual estaba excelentemente organizada. Rafael nos revela que estuvo cinco años ahí y que pudo aprender algunos aspectos de la misma.
No obstante, antes de comenzar, los tres se paran para comer algo y volverán a comentar sobre la isla.
LIBRO II: INTRODUCCIÓN A UTOPIA
La ciudad
Rafael nos habla sobre Utopía
- En su parte central tiene una extensión de 200 millas y se va estrechando a sus extremos
- Los extremos se cierran formando un arco de 500 millas, dando a toda la isla el aspecto de luna creciente
- El mar se adentra por entre los cuernos de ésta, separados por unas once millas, hasta formar una inmensa bahía, rodeada por todas partes de colinas que le ponen al resguardo de los vientos
- La entrada a la bahía es peligrosa
- Una gran roca, emerge en el centro de la bocana, que por su visibilidad no la hace peligrosa. Sobre ella se levanta una fortaleza defendida por una guarnición
- Sólo los utopianos conocen los pasos navegables
- Para los mismos habitantes de la isla, la entrada sería peligrosa, si su entrada no fuera dirigida desde la costa con señales
- Cuenta con cincuenta y cuatro grandes y magníficas ciudades, tienen la misma lengua, idénticas costumbres, instituciones y leyes.
- La distancia que separa a las ciudades vecinas es de veinticuatro millas
- Cada ciudad tiene asignados terrenos cultivables en una superficie no menor a doce millas por cada uno de los lados; si la distancia entre ciudades es mayor, entonces la superficie puede aumentarse
- Cada familia rural consta de cuarenta miembros, hombres y mujeres, a los que hay que añadir dos siervos de la gleba
- Todos los años veinte agricultores de cada familia vuelven a la ciudad, después de haber residido dos arios en el campo. Son remplazados por otros veinte individuos. Estos son instruidos juntamente con los que llevan todavía un año, y que, como es lógico, tienen una mayor experiencia en las faenas del campo
- Los campesinos cultivan la tierra, crían ganado, labran la madera, y la transportan a la ciudad unas veces por tierra y otras por mar. Han inventado un sistema sumamente ingenioso para producir pollos en cantidad. No dejan que las gallinas incuben los huevos. Someten a estos a una especie de calor constante que los vitaliza y empolla. Una vez roto el cascarón. Los pollitos siguen al hombre y le reconocen como a su madre
- Crían muy pocos caballos, y éstos muy fogosos, con la única finalidad de ejercitar a la juventud en la equitación
- Toda la labor de labranza y transporte recae sobre los bueyes
- Los cereales sólo los emplean para hacer pan
- Todos los objetos necesarios y que no se pueden encontrar en el campo, como muebles, utensilios de cocina, etcétera, los piden a la ciudad. Los consiguen de los funcionarios públicos, sin papeleo y sin nada a cambio.
En tiempos antiguos, la isla no estaba rodeada por el mar y Utopo fue el que se apoderó de esta isla y la bautizó con su nombre. Anteriormente se llamaba Abaxa. Conseguida la victoria, hizo cortar un istmo de quince millas que unía la isla al continente. Con ello logró que el mar rodease totalmente la tierra.
Cada año se reúnen en Amaurota, ciudad ubicada en el ombligo del país, tres ciudadanos de cada ciudad, ancianos y expertos a resolver asuntos de la isla.
Ninguna ciudad tiene ansias de extender sus territorios. Los habitantes se consideran más agricultores que propietarios.
- Amaurota está situada en la suave pendiente de una colina. Su forma es casi cuadrada. Su anchura, en efecto, comienza casi al borde de la cumbre de la colina, se extiende dos mil pasos hasta el río Anhidro, y se alarga a medida que sigue el curso del río
- El Anhidro nace de un pequeño manantial, ochenta millas más arriba de Amaurota. Su caudal se alimenta de otros pequeños ríos, sobre todo de dos un poco más medianos. Cuando llega a la ciudad, su anchura es de quinientos pies. Pronto vuelve a ensancharse y después de un curso de sesenta millas, desemboca en el mar.
- La ciudad está unida a la otra orilla del río por un puente de espléndidos arcos, con pilares de piedra, no de madera. Este puente situado en la parte más alejada del mar, permite a los navíos atravesar totalmente y sin riesgo toda la zona de la ciudad bañada por el río.
- Una alta y ancha muralla, guarnecida de torres y de fortalezas frecuentes, hace de la ciudad una plaza fuerte
- En sus tres lados hay un foso sin agua, ancho y profundo, pero impracticable. a causa de la maraña de espinos
- En el cuarto lado, el río mismo hace de foso
- Las fachadas de las casas están separadas por una calzada de veinte pies de ancho.
- En su parte trasera hay un amplio huerto o jardín tan ancho como la misma calzada, y rodeado por la parte trasera de las demás manzanas.
- Cada casa tiene una puerta principal que da a la calle, y otra trasera que da al jardín. Ambas puertas son de doble hoja, que se abren con un leve empujón
- Se cierran automáticamente detrás de uno. Todos pueden entrar y salir en ellas.
- Nada se considera de propiedad privada. Las mismas casas se cambian cada diez años, después de echarlas a suertes
- Los techos son planos, en forma de terraza, recubiertos de hormigón, poco costoso y no inflamable, y más resistente a las inclemencias del tiempo que el plomo.
- Las ventanas están provistas de vidrio y su uso es allí frecuente, de esta forma impiden que entre el viento
- A veces se remplaza el vidrio por una tela muy tenue o de ámbar gris impregnada de aceite
- Este procedimiento ofrece una doble ventaja: deja pasar mejor la luz, e impide que el viento pase
Los Traniboros se reúnen en consejo con el Príncipe cada tres días: deliberan sobre los asuntos públicos entre otras materias.
La ley establece
que los problemas de interés general debe ser discutidos en el Senado 3 días antes
de ser ratificados. Se considera un crimen capital que se tomen decisiones de
interés público fuera del Senado o al margen de las asambleas locales. Esto es
para que el príncipe y los Traniboros no conspiren contra el pueblo con el
objetivo de cambiar la forma de gobierno.
Si un asunto se presenta el mismo día por primera vez, El Senado lo pospone para la sesión próxima, y de este modo se evita que alguien exprese lo primero que le viene a la mente.
Artes y oficios
La agricultura es una actividad común a hombres y mujeres. Forma parte de
la educación del niño desde su infancia, aprendiendo las primeras nociones en
la escuela, saliendo a los campos cercanos a la ciudad. El oficio de la
agricultura se toma como algo personal, y entre sus subdivisiones podemos
encontrar el tratamiento de lana, la manipulación del lino, la albañilería, herrería
y carpintería, entre otros.
Todos se visten de la misma manera, los vestidos están cortados sobre un
mismo patrón y no cambian nunca, aunque lo único que los diferencia es el
modelo de hombre y mujer y al célibe del casado. Los vestidos inmunizan contra
el frío y el calor, y cada familia confecciona su propio vestido.
Aunque todos deben aprender los oficios antes mencionados, las mujeres por
su constitución más débil se dedican a trabajos menos duros.
Los niños son educados en la profesión de sus padres. Si alguno de ellos no
quisiera desempeñar el trabajo de los padres entonces se es encomendado a otra
familia. Tanto su padre como el magistrado se cuidan de que sea puesto al
servicio de un jefe de familia serio y honesto.
La única misión de los Sifograntes es velar porque nadie esté de ocioso o
perezoso. Se debe procurar de que todos se dediquen de forma asidua a su
trabajo sin por ello fatigarse como una bestia de carga. Esto pasa en todos los
países, pero no en Utopía. El trabajo solamente dura 6 horas distribuidas de la
siguiente manera antes del mediodía y a continuación almuerzan, pero terminado
el almuerzo dedican dos horas al descanso, y luego terminan las otras 3 horas. Las
partes de ocio o descanso se dedican al estudio.
Antes de salir el sol se organizan todos los días cursos públicos y son
elegidos a éstos aquel que personalmente estudian mucho. Ahora bien, aquellos
que no alcanzan se agolpan en el lugar para escuchar las lecciones.
Después de cenar se da una hora de recreo, donde los alumnos se entregan a
la música o se entretienen charlando. No hay juegos de azar, No obstante si
practican juegos que se parecen al ajedrez como el combate de números. Y el otro
se trata de vicios y virtudes donde se contrastan los vicios y virtudes de cada
1. En una especie de lucha abierta.
Rafael nos dice que se le puede preguntar si son suficientes 6 horas de
trabajo para proporcionar a la población los alimentos de primera necesidad. Rafael
responde que este tiempo no solamente es suficiente sino que además se produce
de sobra bienes necesarios y por lo tanto algunos se vuelven superfluos.
Además, Rafael hace notar que en las otras naciones no hay personas que
realmente trabajen. Por ejemplo, se debe considerar a los curas que no trabajan,
los ricos, terratenientes, señores y nobles, mendigos, robustos y sanos que
esconden su pereza tras una enfermedad fingida. Todos esos tipos de personas
hay en cada país, si se cuentan se verá que hay muchas menos personas que
producen todos los bienes que consumen los mortales. Por otro lado, se debe
tener en cuenta las pocas personas que se dedican a oficios realmente
necesarios. En efecto como todo en este mundo se mide por dinero, se ejerce en
muchas actividades completamente vanas y superfluas.
Ahora pensemos que la masa de trabajadores actuales se repartiera entre los
pocos oficios que producen bienes necesarios para una vida sana y cómoda. Si
algo así se realizará entonces habría tal abundancia de bienes que los precios
bajarían hasta tal punto que los mismos obreros no podrían sustentar su vida.
Si todos aquellos que se dedican a artes improductivas se dedicarán a
trabajar en actividades útiles, entonces tendrías la producción de bienes que
realmente se necesitan, comodidad, placer y tiempo.
Así es Utopía. En toda la ciudad y sus alrededores difícilmente podremos
encontrar 500 personas en edad y en condiciones de trabajar exentas de trabajo. A esto también se incluyen los magistrados que si bien no trabajan en oficios
manuales, siguen trabajando como los demás ciudadanos para estimular el ejemplo.
Este privilegio de no trabajar en oficios manuales los tiene aquellos que
ejercen el estudio de las ciencias y las letras. Si alguno de ellos defraudar a
las esperanzas del pueblo, es devuelto a la clase trabajadora. Lo mismo pasaría
con los trabajadores manuales que demuestran dominio en las letras se le libera
del trabajo mecánico y se la admite en la clase intelectual.
Relaciones
La ciudad está
compuesta de familias. Cuando la mujer alcanzaba la edad núbil es entregada al
marido y se va a vivir a su casa. Los hijos y nietos varones permanecen en la
familia sometido a sus progenitores. En caso de senilidad del progenitor, se
encargará el que le es próximo en edad. La ciudad consta de 6000 familias, donde
se cuida que no tengan menos de 10 y más de 16 adultos. Si hay un excedente
este se va a una ciudad menos poblada.
Si toda la isla
llegara a súper poblarse, se fundará una colonia con ciudadanos reclutados de
cualquier ciudad. La colonia se
rige por las leyes utopianas, y quienes se nieguen a vivir bajo estas reglas, los
dejan fuera de la zona que ha ocupado. Se hace guerra a los que oponen
resistencia, es decir, la guerra puede ser justa.
En caso de una
peste que diezmara a la población, los utopianos dejaría la colonia para
repoblar dicha ciudad, se deja morir las colonias antes que ver desaparecer una
sola de la ciudad de la isla.
En el centro del distrito hay un mercado público donde se encuentra de todo. Están los
diferentes productos del trabajo de cada familia, se dejan primero en depósitos
y son clasificados después en almacenes especiales según los géneros. Cada
padre va a buscar al mercado lo que le es necesario sin que se le pida a cambio
de dinero o prenda alguna. Nada puede negarse a ningún ciudadano pues hay
abundancia de todo y no hay el más mínimo temor a que alguien se lleve por
encima de sus necesidades.
En cuanto a los
hospitales, los hay en los apartados de la muralla y son cuatro tan amplios que se diría en
otras tantas pequeñas ciudades. Por grande que sea el número de enfermos nunca
hay aglomeraciones ni incomodidad en el alojamiento. Sus grandes dimensiones
permiten separar a los enfermos contagiosos, cuya enfermedad se propaga
generalmente por contacto de hombre a hombre. A nadie se le obliga a ir al
hospital contra su voluntad. Todos los enfermos quieren ser internados en el
hospital más que permanecer en su casa.
En cuanto a los
comedores se preparan 3 o más mesas según los comensales. Los hombres se
sientan al lado de la pared y las mujeres en frente, de esta forma si le
sobreviene una indisposición a las embarazadas, pueden apartarse sin molestar y
retirarse de la sala. Las nodrizas, permanece constante en un comedor
particular en el cual no falta fuego agua limpia ni cunas.
En el centro de
la mesa principal se sienta el Sifogrante y su esposa. Es el lugar con más
honor ya que desde esta mesa se contempla toda la asamblea.
Se comienzan a
servir los platos por la cabecera de la mesa, pasando después hasta los últimos
comensales. En primer lugar se sirven las mejores porciones a los ancianos y
después a los demás por igual. Tanto la comida como la cena comienzan por la
lectura de alguna lección moral breve para que no aburra.
El almuerzo es
corto y la cena es un poco más larga porque después del almuerzo viene el
trabajo mientras que a la cena sigue el reposo y el sueño nocturno. En la cena
hay música y en ella se sirve siempre postres dulces variados.
Los viajes
El viaje se organiza enviando a un grupo de turistas con un salvoconducto expedido por el príncipe. En todas partes se sienten en su casa, aunque les falte llevar maletas.
- Ahí se autoriza el viaje y se fija la fecha de ida y vuelta.
- Se da un coche y un criado público que cuide y conduzca los bueyes
- Si alguien por su cuenta viaja fuera de su propio territorio, sin el salvoconducto del príncipe, se le devuelve como fugitivo y se le castiga severamente.
- Si reincide, queda reducido a la condición de esclavo.
- Si alguno siente el deseo de pasear por los campos de su ciudad, nadie se lo impide, con tal que tenga el permiso del padre o el consentimiento de la mujer
- Trigo
- Miel
- Lana
- Lino
- Madera
- Tintes de cochinilla y de púrpura Pieles
- Cera
- Sebo
- Cuero
- Animales
- El alma es inmortal
- Dios, por pura bondad, la hizo nacer para la felicidad
- Después de esta vida nuestras virtudes y nuestras buenas acciones serán recompensadas y premiadas
- El crimen será castigado con suplicios
- La razón inspira a todos los mortales el amor y la adoración a la Majestad divina, a la que debemos nuestra existencia y nuestra capacidad de felicidad.
- Nos enseña y nos empuja a vivir con la mayor alegría y sin zozobra. Y en virtud de nuestra naturaleza común nos invita a ayudar a los demás a conseguir este mismo fin
Por lo tanto, la virtud y el placer deben ser útiles a todos los ciudadanos. Como dijimos anteriormente, todas las actividades deben evitar el ocio.
Placeres
Hablando más sobre los placeres. Existen placeres del cuerpo y placeres del espíritu.
Placeres del cuerpo: se dividen en dos categorías:
- Comprende aquellos placeres que inundan los sentidos de gozo. Se deben unas veces a la recuperación de las fuerzas exhaustas por el agotamiento del calor interno. Tal es el efecto de la comida y la bebida. Otras veces se debe a la eliminación de todo aquello que sobrecarga al cuerpo. Sentimos tales placeres cuando desecamos, cuando engendramos un hijo, o cuando calmamos el picor de una parte del cuerpo rascándonos o frotándonos
- En el estado de tranquilidad y de equilibrio del cuerpo. Ahora bien, la ausencia total de dolor en quien no goza de buena salud, no la consideran placer, sino embotamiento
Placeres del espíritu: vinculan el entendimiento y el gozo que engendra la contemplación de la verdad. A esto sigue el dulce recuerdo de una vida honesta y la firme esperanza del bien futuro.
Aceptan en primer término los placeres del espíritu, que son considerados por ellos como los primeros y principales. Son fruto, en su mayor parte, de la práctica de las virtudes y del testimonio de una buena conciencia.
El mejor de los placeres, de acuerdo con los utopianos, es el de la salud. En efecto, ningún otro placer podría darse si la salud no está en buenas condiciones, por lo tanto, la salud es lo primordial en los utopianos y como podría decir la razón, un placer superior no puede estar por debajo de los otros.
Autores conocidos entre los utopianos
Finalmente, Rafael concluye que esta es la opinión de los utopianos con respecto a la virtud y al placer. No plantea discutirlas porque sería una labor muy larga ni tampoco planea defenderlas, solo presentarla. Sin embargo, aduce que estas costumbres son las mejores que ha visto entre otras naciones.
Con respecto a este mismo tema, los utopianos están más familiarizados y encantados con la filosofía griega que con la latina. De hecho, su lenguaje es mucho más parecido al griego que a cualquier otro idioma.
Rafael les dejó libros de Platón, Aristóteles y Teofrasto, pero éste último fue rasgado en sus páginas por un mono en un descuido del mismo Rafael. El único trágico que tenían los utopianos era Lascaris, y entre los diccionarios tenían a Esiquio y Dioscórides.
Les gusta mucho Plutarco siendo su autor favorito, también les gusta Luciano. Entre los poetas tienen a:
- Aristófanes
- Eurípides
- Homero
- Sófocles
- Tucídides
- Heródoto
- Herodiano
- Hipócrates
- Galeno
No pueden casarse hasta cumplir los 18 años. El varón no antes de los 22. Si se entregan a amores furtivos antes del matrimonio, ambos son castigados y se les prohíbe el matrimonio, a menos que el príncipe les perdone la falta.
Las reglas para elegir al cónyuge son totalmente estrictas, por ejemplo, ambos deben presentarse a los padres desnudos, tanto por el hombre como por la mujer. Rafael dice que ante esto las otras culturas de otros países se burlan y hacen mofa, pero les recuerda que cuando se trata de comprar un potrillo se toman muchas precauciones y grandes cuidados, pero cuando se habla de matrimonio, con la persona que se supone se va a estar toda la vida, entonces todo se toma a la ligera.
El matrimonio solo puede terminarse por la muerte, aunque también existe la excepción por adulterio o por costumbres insoportables. En estos dos últimos casos el consentimiento lo debe dar el Senado. El otro cónyuge, según estos dos casos, será condenado a vivir en el celibato.
El adulterio es castigado con la más dura esclavitud, pero puede perdonarse si el Príncipe así lo ordena.
En fin, el hombre ordena a la mujer, los padres a los hijos, y la gravedad del delito puede ameritar escarmiento público. En general, todas las penas y condenas son por esclavitud porque es mucho más beneficioso. En efecto, si un crimen se castiga con la muerte se tendrá un cadáver, en cambio, si se castiga con la esclavitud tendremos un individuo que es útil al Estado.
Las leyes
Como dijimos en algunos pasajes, los utopianos tienen realmente muy pocas leyes pero les bastan. Esto trae como consecuencia que la profesión de abogado quede totalmente excluida de Utopía, dejando toda la carga de justicia al juez en los pleitos. Rafael tiene una muy mala visión de los abogados llamándolos ''picapleitos''.
Los pactos internacionales son de gran importancia en las naciones de aquellos tiempos, dice Rafael. Nadie se atrevería a incumplir estos tratados y con más razón tratan de no prometer aquello que no puede cumplir, pero ciertamente no son las grandes autoridades los que hace cumplir estos tratados, sino que la gente que esta a su cargo, haciendo que estos puedan incumplirse. Sin embargo, en Utopía las cosas son muy distintas pues este tipo de pactos no existen.
El arte de la guerra
Consideran la guerra como lo más abominable, pero no quiere decir que cada ciudadano esté preparado para la misma si es necesario.
Los motivos para la guerra son los siguientes:
- Defender sus fronteras
- Expulsar de los territorios amigos a los invasores
- Liberar del yugo y esclavitud de un dictador a algún pueblo oprimido por la tiranía