- Beneficioso: la causa de lo que en sí mismo lleva al bien
- Beneficio: la idea por la cual uno llega desde el mal al bien
El resto de las ciencias ve la perfección del alma por medio del segundo concepto: el beneficio. Pero para Avicena, el único beneficio de las ciencias en la práctica es servir unas a otras, no perfeccionar el alma del hombre.
Si el beneficio se toma desde este segundo punto de vista, se dividen dos modos para investigar:
- Sentido absoluto: consiste en que el beneficio conduzca a la validación de otra ciencia
- Sentido específico: consiste en que el beneficio conduzca a otra ciencia más grande que sí misma
En el sentido específico, esta ciencia más alta actuará como una ciencia fundamental para la más baja.
El beneficio absoluto se divide en tres partes:
- Aquello que es propicio, es propicio a una idea más noble que la misma
- Aquello que es propicio, es propicio a una idea igual de noble que la misma
- Aquello que es propicio, es propicio a una idea menos noble que la misma
En este último punto, la idea que refleja mejor esta división es la de emanación, providencia o liderazgo. También, Avicena nos dice que este último punto no es igual que el primer concepto que desarrollamos de ''beneficio'' porque aquí se parte de una idea noble a otra más noble.
Así, la naturaleza depende del objeto de esta ciencia (metafísica) por los conceptos de generación y corrupción; la matemática es igualmente dependiente para conocer las cosas celestes; y lo mismo para las otras ciencias. El principio de la naturaleza se prueba por la metafísica y no por las demás ciencias.
En consecuencia, el nombre de esta ciencia será ''metafísica'', que significa ''aquello después de lo natural (o de la física)''(1), y Avicena nos dice Natural porque no solo corresponde a todo lo que tiene movimiento y reposo, sino que a toda la corporeidad.
Ahora bien, se puede objetar que los números son seres anteriores a las cosas corpóreas, y que de hecho, no existen en la naturaleza(2) y en consecuencia, la naturaleza depende de ellas. Sin embargo, Avicena nos dice que en verdad, las cosas como los cuerpos geométricos sí están en la naturaleza: la superficie, el punto, la línea, pues sin estas cosas, los cuerpos de la naturaleza no pueden existir.
Por otro lado, las ciencias como la geometría, el algebra y las matemáticas en general, son materias estudiadas por la medida que estudia la existencia de estos cuerpos matemáticos, y solo estos. En cuanto a la aritmética, cuando esta estudia los números no puede hacerlo de manera separada de los cuerpos. En efecto, los números separados de la materia no están sujetos a crecimiento o disminución, y de esta forma es imposible estudiarlos. Por lo tanto, la aritmética no estudia la existencia de los números en sí, sino que siempre como accidentes.
Capítulo IV: Sobre la totalidad de las materias discutidas en esta ciencia
Teniendo en cuenta que lo opuesto a la sustancia es el accidente, se debe entonces investigar, por medio de la metafísica, la naturaleza del accidente.
En el caso del accidente que es posible de ser pensado como sustancia, se demostrará su naturaleza accidental. Luego su universalidad, su particularidad, su todo y parte, en fin, todo lo que requiere analizar los accidentes tanto separados como no separados.
Capítulo V: Sobre lo que indica la existencia, la cosa y su primera división, con la cual la atención es dirigida al objetivo
El significado de ''existente'', ''cosa'' y ''necesario'' está impreso en el alma. No se necesita de nada para entenderlos. Es similar a lo que pertenece a la categoría del consentimiento, es decir, reconocer que algo es falso o verdadero sin la ayuda de cosas externas.
Cuando no se logra dar con el concepto adecuado, se desvía la atención de quien está hablando y por lo tanto, no se forma el conocimiento.
Las cosas que son evidentes por sí mismas no tiene problemas de ser atraída por la atención. No se trata de mostrar que una cosa desconocida llegue a ser conocida, sino llamar la atención respecto de aquella cosa conocida.
Ahora bien, la cosa, el existente (o existencia), una materia o lo que sea ¿no tiene demostración ni prueba? Avicena nos dice que la definición de cosa es la siguiente:
''Aquello sobre lo que es válido dar una oración informativa''
Los sinónimos de la palabra cosa son materia, lo que sea o eso que es. Sin embargo, si lo hacemos sinónimo, entonces en la misma definición habría un argumento circular al señalar que la cosa es aquello que es. Pero en verdad, no puede decirse de otra manera porque la cosa siempre se refiere en relación a otra cosa, entonces, es inevitable que exista un camino circular.
A esto hay que agregar que cada cosa tiene su propia realidad, que en verdad es su propia quididad. Es sabido que la realidad propia de cada cosa es otra cosa que la existencia, por lo tanto, la cosa y la existencia no son lo mismo(2).
Para explicar esto, Avicena nos pone un ejemplo:
- La realidad de una cosa existe ya sea en las cosas concretas, o en el alma, o absolutamente, siendo comunes a ambas.
- La realidad de una cosa es la realidad de tal cosa
El segundo modo de definir la cosa es enteramente superfluo, ciertamente le falta el concepto de existencia. Para Avicena, el concepto de Existencia es concomitante con la cosa, sea en la facultad estimativa, en la realidad sensible, en el alma, etc.
Por otro lado, ¿qué ocurriría con el concepto de Existencia si hablamos de cosas que no existen? si por no existente quiere decir algo fuera de la realidad, no hay problema de que podamos decir que exista, pues ellas pueden existir en la mente. Sin embargo, si fuera lo contrario, es decir, que por no existente se quiere decir algo dentro de la realidad, sería imposible y falso y no tendríamos información absoluta de aquello. La referencia a una cosa que no existe en la realidad es imposible. En consecuencia, la no existencia no es una cosa y es absurdo discutir este punto que no debería tener consideración.
Es aquí donde Avicena rechaza el punto de vista de los mutazilitas, sobre todo de al-Shahham quien decía que la no existencia es una cosa.
Los mutazilitas, de acuerdo con Avicena, han caído en el error de que dar información sobre una cosa es posible incluso si se hace referencia a la realidad externa.
Por ejemplo:
Esta frase contiene dos palabras que existen en el alma: resurrección y será. Para que una información sea dada, al menos debe existir en el alma, sino existe será imposible. La información siempre se da esencialmente en cosas que existen y accidentalmente se da en las cosas externas a la realidad.
Ahora bien, hay quienes dicen lo siguiente:
''El no-existente puede ser traído a la existencia porque esta es la primera cosa sobre la cual la información es dada en términos de existencia(3)''
En efecto, podría decirse que una cosa no existía en un tiempo determinado y luego existe. Sin embargo, si es traído a la existencia debe pensarse que todas sus propiedades son traídas con la cosa; una de ellas, el tiempo. Pero esto es imposible, porque aquello que no ha existido no estuvo en el tiempo y en consecuencia, no es posible traer el no-existente a la existencia.
Capítulo VI: discurso sobre el existente necesario y el existente posible; que el existente necesario no tiene causa; que el existente posible es causado; que el existente necesario no tiene equivalencia ni tampoco dependencia
Las cosas que entran a la existencia tienen dos divisiones en la mente:
- Posible: tiene causa, puede existir con otro concomitante, es compuesta, su naturaleza puede ser compartida y es dependiente
- Necesaria: no tiene causa, no puede existir otra concomitante, no es compuesta, su naturaleza no es compartida y no es dependiente
Además, Avicena añade una semejanza entre las dos: no pueden ser superpuestas, es decir, no pueden ser necesarias y posibles al mismo tiempo.
La cosa puede llegar a existir así como puede llegar a no existir. Sea como sea, este llegar a existir o no llegar a existir se debe a una causa, no a sí mismas.
En consecuencia, lo posible existe necesariamente por una causa y necesitará de un tercero para existir o no existir. Sin embargo, siguiendo la misma lógica, tendremos una cadena infinita de causas lo cual haría imposible la existencia de las cosas. Solo puede existir un Existente Necesario porque tener dos implicaría una dependencia el uno del otro, y si son dependientes no serían necesarios sino posibles.
Capítulo VII: el Existente Necesario es uno
El Existente Necesario debe ser uno. Supongamos lo contrario: existen varios existentes necesarios. Si esto es así, con respecto a sus naturalezas esenciales (esencias) hay dos opciones:
- Sus naturalezas no diferirían
Es decir, se diferencian en todo lo demás menos en la esencia. Lo único que los hace diferentes son los accidentes.
Ahora bien, estas cosas accidentales son parte de la existencia de la cosa y esa existencia sería necesaria, porque todo lo que viene a la existencia es necesario. Esto es una contradicción, dice Avicena, porque estos accidentes vendrían de la cosa misma o por una causa externa, y en cualquier caso sería imposible.
Si esto es así, entonces todos los Existentes Necesarios múltiples necesitarían de una condición para existir. Si esta condición no existe, entonces los Existentes Necesarios existirían sin esta condición y si es que ocurriese solo sería accidental, pero esto último es imposible.
La división del Existente Necesario se comprendería en dos partes:
Sin embargo, es imposible que tenga diferencias porque estas no determinan exactamente el género. Una diferencia podría ser racional e irracional, pero aún así, llegando a este punto, no podremos conocer la verdadera naturaleza de la cosa. En cuanto a los accidentes, estos se comprenden en la sección anterior.
Como no se puede hacer una diferencia desde las diferencias ni tampoco desde los accidentes, entonces la única diferencia posible que puede hacerse es a través de las especies, y sus especies están sometidos a él porque de las existencias necesarias surgirán las existencias posibles. En otras palabras, la existencia posible tiene ''algo'' de la existencia necesaria(2).
El Existente Necesario es uno completamente y sus especies están sometidas al género. Su existencia no es compartida por ninguna otra (se explicará en otra parte).
En cuanto la existencia del Existente Posible esta siempre dependerá de otra cosa para existir, siendo esta la existencia necesaria del Existente Necesario.
Capítulo VIII: clarificar el significado de ''verdad'' y ''veracidad''; defensa de las oraciones primarias en premisas verdaderas
Haciendo una comparación entre el Existente Necesario y el Existente Posible, Avicena nos dice que el Existente Necesario es la verdad en sí misma y el Existente Posible es falso en sí mismo, pero es verdadero por otro aparte de él.
Existen algunas características de la verdad:
- Existencia en las cosas externas absolutamente
- Existencia en las cosas externas permanentemente
- Estado de una oración verbal
- Creencia de una oración verbal
El Existente Necesario estaría en la segunda categoría de verdad, mientras que el Existente Posible estaría fuera del permanente, ya que no es verdad lo que contiene en él, sino que más bien es veracidad. La veracidad es la consideración de la relación con el hecho, pero la verdad es la consideración del hecho.
Las verdades que tienen más consideración son aquellas que hablan de las cosas permanentes, pues estas no tienen causa.
El perplejo y el necio
Por otro lado, cuando hablamos de la verdad verbal debemos entrar al silogismo. Un silogismo es necesario cuando todas sus partes y premisas son evidentes y aceptadas, de lo contrario su conclusión no será necesaria, sino contingente.
Lo contrario al silogismo es el sofisma de parte de los sofistas cuyo propósito se divide en dos partes:
- Silencio
- Desistir de los argumentos
El efecto que produce el sofisma es dejar perplejo al adversario por medio del intento de resolución de una dificultad. El perplejo trata de busca una solución frente a un problema que en verdad no tiene solución y deja a su oponente sin argumentos. También, la perplejidad se puede deber al conocimiento previo de alguna persona relevante, y que luego de presentar ese argumento el contrincante lo supere con otro que parece superior.
Un ejemplo de estas discusiones partiría con las siguientes oraciónes:
- No puedes ver una cosa dos veces, ni siquiera una
- Una cosa no existe por sí misma, sino solo por relación
Si una persona que no está dedicada al debate escuchara estas oraciones, seguramente quedarían perplejas, pero aquellas que sí son dedicadas al debate y al conocimiento no le sorprenderían en absoluto. En todo caso, los sofismas están diseñados para los perplejos.
Ante esto los filósofos tiene dos modos de resolver el sofisma:
- Resolver la duda en el que el perplejo ha caído
- Señalar de manera definitiva que entre dos contrarios no hay un intermedio
En cuando a la primera acción, el filósofo debe señalarle al perplejo que quien ha hecho el sofisma es un hombre, no un ángel y en consecuencia puede equivocarse. Los únicos que no cometen error son los profetas.
Con respecto a lo segundo, lo que se entiende por contrario para Avicena es lo que definido y lo no-definido; por ejemplo, humano y no-humano; estos son dos contrarios. Sin embargo, en algunos conceptos esta contrariedad no es distinguible, por ejemplo, en los casos en que se habla de lo blanco y lo no-blanco. En consecuencia, para que existan contrarios la distinción debe ser identificada siempre. En efecto, este es un problema para los perplejos porque se ven confundidos al afirmar y negar una cosa al mismo tiempo, o que no hay salida por medio de los mismos. El perplejo debe ver que en la argumentación sí hay definitivamente una distinción(4).
En cuanto a los tercos, de no entender esto deben ser conflagrados porque para ellos el fuego y el no fuego es lo mismo, así como el dolor y el no dolor es lo mismo, y la comida y el trago también serían lo mismo.
Este principio es llamado ''Principio de Pruebas Demostrativas''. Ahora bien, es sabido que en otras ciencias, la demostración de contrarios sí puede tener intermediarios, pero Avicena hace la advertencias que la ciencia vista aquí es metafísica y por lo tanto, no se habla de forma accidental sino que de forma esencial. Las demostraciones accidentales donde los contrarios están unidos o solapados son una división de la existencia. En conclusión, los fenómenos contradictorios que surgen de las otras ciencias son accidentales frente a la metafísica, de hecho, se resuelven con esta.
Conclusión
Simplemente un libro extremadamente fundamental para comprender muchos términos metafísicos. Creo que este bien puede ser el segundo gran libro de la Metafísica, después de la Metafísica de Aristóteles. Debo aceptar que me costó mucho entenderlo, me tomó mucho tiempo, pero yendo así, lento y con análisis, se ha llegado a entender apropiadamente. Lectura obligatoria para todos los interesados en la filosofía.
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