martes, 7 de agosto de 2018

Pedro Abelardo - Sic et non (Así y No) (1141).

Este fue uno de los tantos textos de Pedro Abelardo que fue condenado por la Iglesia Católica. Nada más grave pudo hacer Abelardo que mostrar las contradicciones de los Padres de la Iglesia, aunque tan igual como lo hubiese hecho San Agustín de Hipona siglos antes. Puede ser que el filósofo de Hipona tuviese mucha más autoridad que la autoridad que tenía en ese tiempo Abelardo. Analicemos el porqué de esta condenación que Abelardo recibió por este escrito. 

Sic et non
(Así y no)

Lectura de Sic et Non

La lectura de sic et non presenta las diferentes citas de los padres de la Iglesia, mostrando las contradicciones que se encontraban en sus escritos. La intención de Abelardo no era denunciar estas contradicciones, sino que más bien explicarlas debido al confuso lenguaje que se presentaba.

Si se mira la lectura de sic et non el lector se podrá dar cuenta que ninguna de las contradicciones ha sido resuelta por el mismo Abelardo. Esto se debe a que él mismo las ha dejado ahí para el estudio lógico de sus estudiantes.

Errores o malinterpretaciones

Puede ser que muchos de los textos de los padres de la iglesia hayan sido corrompidos por el tiempo. Sus traducciones del griego al latín también podrían ser objeto de una mala traducción de parte del autor y así muchas cosas. 

Otro de los obstáculos de interpretación se presenta en que las obras de aquellos hombres fueron destruidas o incompletas. De hecho, muchos otros se arrepintieron de sus escritos y alcanzaron a realizar sus correcciones tal y como lo hizo San Agustín de Hipona en sus ''Retractaciones''. 

También podría ser que el autor dejara muchas cosas escondidas para que otros hombres más doctos resolvieran, así como también lo había hecho el mismo San Agustín de Hipona. 

El lenguaje en sí mismo

Uno de los principales problemas que Abelardo nos cuenta sobre las contradicciones de los Padres de la Iglesia es el lenguaje. Una palabra puede tener muchos significados, y a veces no sabemos exactamente lo que quiere decir el autor. 

Posible ignorancia

Finalmente, Abelardo nos dice que es posible que los Padres de la Iglesia simplemente ignoraran muchas cosas debido a la falta de información o datos de la época. Recordemos que esto siempre se ha dado en la historia de la filosofía. Podría haber sido ignorancia, pero nunca engaño.

Conclusión

Puede ser que esta obra haya sido mal entendida, es decir, que a Abelardo lo hayan condenado por exponer las contradicciones con la intención de demostrar lo absurdo de las citas de los Padres de la Iglesia. De todos modos, es paradójico que el mismo Abelardo haya hecho un llamado a interpretar la obra de manera correcta, y que su misma obra haya sido malinterpretada. 

lunes, 6 de agosto de 2018

Pedro Abelardo - Confesión de fe (1142)

Si pudiéramos hablar de algún filósofo arrepentido de los escritos que ha desarrollado, entonces deberíamos decir que ese mismo es Pedro Abelardo. En esta confesión de fe vemos como el filósofo cambia su actitud de pasar a un lógico perfeccionista, a un hombre más moderado en sus afirmaciones. Todo esto producto del debate que tuvo con San Bernardo donde además todas sus obras fueron condenadas. Veamos qué es lo que tiene que decir Abelardo

Confesión de fe
Arrepentimiento

Abelardo confiesa un profundo arrepentimiento por los errores que pudo haber cometido en sus escritos, aunque de igual manera no consiente las graves acusaciones que se le ponen encima. Muchas obras siempre tienen muchos jueces, así como con mucho hablar se puede caer en el pecado. 

El filósofo, rescatando piezas de la obra de San Jerónimo y San Agustín, nos dice que sigue mostrando su fe cristiana ya que no tiene nada de qué avergonzarse. Expone su teoría de la Santísima Trinidad (la cual fue condenada) aceptando que son uno y trino.

Lista de confesiones

A partir de aquí Abelardo hace una larga lista de confesiones. 



  1. Confiesa que Dios impide el mal: se adelanta a las intenciones malvadas y cambia la voluntad del malhechor.
  2. Confiesa que los que crucificaron a Cristo cometieron un pecado gravísimo. 
  3. Confiesa que a todos los sucesores de los apóstoles les fue dada la facultad de atar y desatar.
  4. Confiesa que todos son iguales según sus méritos.
  5. Confiesa que tanto el Padre es igualmente sabio y el hijo igualmente benigno que el Espíritu Santo.
  6. Confiesa que las cosas hechas por ignorancia también llevan culpa

Con todas estas confesiones, Abelardo se retracta de su filosofía que habíamos visto y pide al mismo tiempo que no se le condene. Muchas cosas de las que fue acusado (según él no tienen que ver con sus escritos) alcanzaron diversos grados de enojo dentro del catolicismo. Sin embargo, muchas acusaciones, dice Abelardo, son injustas y arbitrarias. Así, Abelardo cita la biblia:

''No juzguéis y no seréis juzgados, no condeneis y no seréis condenados''
(Mateo 7:1)

De esta forma, Abelardo renuncia a toda su doctrina dando paso a lo que se conocería como ''Los errores de Abelardo'' que expondremos en la siguiente entrada de este blog. 

Conclusión

En primera instancia vimos lo grave que era la actitud de Abelardo frente a la Iglesia y los ''sucesores'' de Pedro. Ahora vemos que Abelardo, cediendo a la presión de los eclesiásticos, pone un pie atrás en cuanto a sus dichos y se retracta. No sacó barato sus arrebatados escritos pues Abelardo fue castrado y censurado; no obstante, no puede quedar fuera de nuestra memoria no haber escuchado de él y su intento de incorporar la lógica al pensamiento cristiano. 

domingo, 5 de agosto de 2018

Pedro Abelardo - Cartas a Eloísa (1142)

Pocas veces hemos estado en presencia literaria de un filósofos enamorado como lo fue Pedro Abelardo. Su romance con Eloísa lo llevó a caracterizarse por esta atracción mutua de dos mentes brillantes para su época. En esta carta veremos el desquite de Abelardo con el mundo cristiano que lo ha rechazado y puesto a un lado, todo gracias a guiarse por la lógica filosófica y aplicarla a las enseñanzas cristianas. Una vida injusta y sin oportunidades tuvo que pasar Abelardo tan solo por la demostración de sus ideas.

Referencias:

(1) Texto de teología que está completamente en latín.

Carta a Eloísa

Antes que todo, les digo amigos míos que no copiare la carta para su lectura, por lo que este análisis será justamente lo que es: un análisis. 

Carta de exhortación
De Abelardo a Eloísa

Abelardo comenta lo entusiasmado que está con la relación y cómo le cuenta a sus amigos el hecho. El mismo Abelardo confiesa que es un amor sin esperanzas pero que la ama más que nunca. 

Por supuesto, recordemos que Abelardo se retira a la vida monacal para seguir pensando y escribiendo sus obras. Al mismo tiempo le cuenta a Eloísa:

''Qué débiles somos cuando no nos apoyamos en Cristo''

Pues de una relación imposible con alguien que quiere seguir las Sagradas Escrituras, ciertamente es muy difícil ser fuerte al mismo tiempo de estar enamorado. Abelardo dice que no le volverá a escribir.

Carta de nostalgia
De Eloísa a Abelardo

En esta carta, Eloísa se encuentra en un albergue extrañando a Abelardo. Su padre la ha alejado de él por las enseñanzas heréticas que se ha proferido a Abelardo. Eloísa extraña profundamente a Abelardo escribiéndole en una prosa magnífica. Declara su amor profundo preguntándose por los infortunios de la vida. 

Cartas en el retiro espiritual

Abelardo no puede creer que aunque tuviera muchos años de vida monacal, su amor por Eloísa siguiera vivo. De ahí que Abelardo sostuviera que:

''¡Cómo me engañaba! De esta calma, de esta serenidad, pura y tranquila, que solo cabe en corazones castos''

Haciendo referencia a su hastío de la vida monacal después de haber conocido al amor de su vida. Abelardo se despide finalmente diciendo que no piense más en él, sino en Dios. 

Carta de rencor
De Eloísa a Abelardo

Eloísa le reprocha a Abelardo haberla encerrado en un convento para que no saliera. ¿Cómo es posible que quien más la amara en el mundo la encerrara infelizmente? Sin embargo, Eloísa no niega el completo amor que le tiene diciendo:

''¿Qué es el cielo si estas tú en la tierra?''

Eloísa solo quiere estar con Abelardo, pero él ni siquiera puede acercarse o verla por las condiciones del padre. 


Carta de condenación

Persecusión contra Abelardo

Abelardo comienza expresando su inquietud y enfado hacia quienes lo tratan de brillante lógico, pero a la vez le dicen que falta a su fe cristiana. Dicen que ni siquiera conoce a Pablo debido a los escritos que ha dejado sobre él(1). En la misma línea, Abelardo dice que no quiere ser filósofo si ello significa ir en contra de Pablo, ni tampoco un Aristóteles si eso lo aparta de Cristo. 

Confiesa Abelardo que cree en Dios Padre, en el Hijo y el Espíritu Santo y que rechaza todas aquellas herejías como las de arrio, las de los priscilianistas o donatistas. 

Cimiento de las ideas

Pareciera ser que luego de la persecusión y condenación de sus obras, Abelardo se arrepiente y nos deja esta carta a Eloísa. Sin embargo, podemos ver que Abelardo no se retracta en la carta sobre su teoría ética de acción y consentimiento, refiriéndose solamente a la Santísima Trinidad. 

Seguramente, el peso de su doctrina no pudo deshacerse fácilmente ni siquiera en el debate público con San Bernardo. Es ahí cuando en la misma carta Abelardo dice:

''La tormenta puede surgir pero yo estoy firme, y aunque los vientos soplen no me moverán. Pues la roca de mi fundamento se mantiene''

Por supuesto, cuando dice ''roca de mi fundamento'' hace alusión al cimiento con que Pedro (Simón) tenía que construir su iglesia. 

Vemos que Pedro Abelardo deja en esta carta todo su conocimiento de las primeras lecturas quizás para pedir comprensión, por parte de su amada. 


Conclusión

Tenemos uno de los más emotivos romances de la Edad Media. La poesía de estas cartas es incomparable en mi opinión a cualquier otro, sobre todo conociendo el contexto en que se desarrollan. Si quieren ver el poema completo, les invito a ingresar a mi pagina de Facebook y Google + donde estaré subiendo los poemas, que junto con este análisis o síntesis serán complementarios el uno con el otro. 

Pedro Abelardo - Ética, o conócete a ti mismo (Capítulos XXI - XXVI) (1141)

Esta es la última parte del libro de la ética de Pedro Abelardo por el cual hemos visto bastantes cosas interesantes. La lógica que rodea su filosofía puede ser definida como una lógica extrema pero al mismo tiempo cristiana, no es de extrañar que no fueran bien recibidas por la iglesia. Esta última parte nos ocupada un poco más sobre el pecado y las acciones que envuelven a este cuando el hombre decide desviarse del camino de Dios. Veamos lo que nos trae nuevamente el filósofo. 

Referencias:

(1) Esta es una crítica de Abelardo a los sacerdotes de aquellos tiempos. 


Ética o conócete a ti mismo


Capítulo XXII: Pecado imperdonable

El pecado más imperdonable está explícito en la biblia:

''Todo pecado y blasfemia se perdonará a los hombres, pero no se perdonará una blasfemia al Espíritu Santo''
(Mateo 12:31)

Este es el único pecado que es imperdonable, más los pecados contra el hombre, todos ellos pueden ser remisibles. 

Capítulo XXIII: El dolor de los arrepentidos

Abelardo dice que todos aquellos que se arrepienten de sus pecados pasaran con ellos el dolor correspondiente, una vez que estén en la otra vida. En otras palabras, como ya pecaron, el dolor estará incluso en esa vida futura pues nadie está libre de pecado. 

Capítulo XXIV: La confesión 


¿Para qué nos confesamos si Dios ya sabe lo que hicimos? Abelardo nos responde que es lisa y llanamente porque junto con esta recibiríamos más indulgencia. El sacerdote tiene la labor de escuchar a quienes quieren confesarse, y en este sentido el sacerdote cumple la función de médico, pues, aunque la confesión pueda causar mucha vergüenza e incomodidad, el paciente siempre debe mostrar sus heridas si  quiere ser curado. 

Capítulo XXV: Prescindir de la confesión

Hay ciertos casos en que la confesión puede ser omitida. Un ejemplo de ello es cuando Pedro comete el acto de negar a Cristo y nunca se confiesa. Por supuesto, ya el acto que había cometido era suficiente castigo pues ya había comprendido lo que había hecho. 

Muchos otros dicen que Pedro no habría podido confesarse ya que no tenía hombres superiores después de la muerte de Jesús. Esto puede servir incluso en los tiempos de Abelardo, donde los sacerdotes no eran muy discretos con la confesión o no demostraban ser lo suficientemente atentos con los que llegaban(1).

Capítulo XXVI: Atar y desatar

¿A qué se refiere la biblia con atar y desatar? La frase de la biblia es la siguiente:

''Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atéis en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos''
(Mateo 16:19)

Esto significa que Pedro sería el encargado de estar en el reino de los cielos y abrir la puerta a quienes merezcan entrar. 

Aquí Abelardo advierte que el mensaje era solo dirigido a Pedro y a ninguna persona más, es decir, los sacerdotes u obispos que vinieran después de Pedro no tienen esta atribución. Los únicos que podrían tenerlo son aquellos que imiten a Pedro en sus méritos más que en su cátedra. 

Conclusión

Terminamos la obra filosófica de Pedro Abelardo, aunque aún nos faltan algunas obras personales que Abelardo sostuvo con su amada Eloísa y algunos otros intelectuales. Vemos que esta última parte se trató de cómo el hombre puede resarcirse de los pecados por medio de la confesión y el arrepentimiento, el cual para mi suena muy lógico. Me llama la atención la crítica que tiene Abelardo, de quien me parece es uno de los primeros filósofos en hacerla dentro de la iglesia. En fin, otro filósofo que nos quedará para la posteridad.  

sábado, 4 de agosto de 2018

Pedro Abelardo - Ética, o conócete a ti mismo (Capítulos XI - XXI) (1141).

Tenemos la segunda parte de la ética de Pedro Abelardo, que incluso ya a estas alturas quedó condenada por las autoridades eclesiásticas de la época. Es una pena que se haya condenado a tal hombre solamente por seguir llevar la lógica al punto cristiano, ya que esto ha sido una enorme contribución al pensamiento, incluso al pensamiento cristiano de aquellos tiempos. Esta vez nos encontramos con las acciones y su relación con la bondad y la maldad. 

Referencias

(1) Esta idea fue condenada en el Concilio de Sens, pues atenta y casi justifica la tortura de Jesús.
(2) Tenemos otra de las controversiales declaraciones de Abelardo donde quien ignora no puede tener culpa; sólo pueden tenerla aquellos que tienen su razón intacta.  
(3) Debemos decir que un pensamiento parecido se encuentra en San Agustín de Hipona en su escrito ''Exposición incoada a los romanos''. Agustin dice que aquellos paganos que profieren ofensas a la Santísima Trinidad no deberian ser condenados, antes el buen cristiano debe invitarlos a convencerlos y a creer en la Santísima Trinidad.


Ética o conócete a ti mismo


Capítulo XI: La bondad en los actos

La acción tiene un elemento subyacente que sería la intención, es decir, esta se califica como buena o mala dependiendo de la intención que se haya tenido. 

Capítulo XII: ¿Por qué se llama buena a una intención?

Ahora, la intención siempre será buena no por el solo mero hecho de hacerla sino que también está involucrada la intención de aquello. Por otro lado, quien no conoce a Dios y quien no conoce o no sabe que su acto es malo, entonces no puede tener condena alguna. Donde no hay pecado no hay culpa.

Capítulo XIII: No hay pecado más que en consciencia

Esta es una pregunta relevante en Abelardo ¿son culpables aquellos romanos que torturaron a Jesús ya que creían que aquello era correcto, es decir, lo que realmente agradaría a Dios? Si tenemos en cuenta que la intención de ellos era agradar a Dios entonces no se les puede culpar de pecado. Tampoco podría condenarse a aquellos hombres si hubieren hecho esto por ignorancia(1)

Esto podemos ejemplificarlo como dijo el apóstol.

''Si la conciencia no nos condena, tendremos plena confianza en Dios''
(Juan 3:21)

Por lo demás, es el mismo Jesús quien perdona a quienes lo crucifican:

''Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen''
(Lucas 23:34)

Hay miles de ejemplos de piedad en la biblia indicando estos acontecimientos y otros. 

Capítulo XIV: Las acepciones del pecado

El pecado solo puede entenderse como el desprecio hacia Dios o el consentimiento del mal, en el cual están exentos todos los niños  y enfermos mentales(2). Así también quedarían limpios aquellos que cometen el mal por ignorancia, pues todo ellos merecieron el perdón por Jesús, quien, enseñándonos, nos muestra lo importante de la paciencia y la demostración. 

Los no creyentes serán salvados por la ignorancia que tuvieren, ya que aquellos que no entiendan no se les puede acusar de pecar. 

Abelardo resume los siguientes puntos:

  • Pecar por ignorancia es no ser culpable de algo, sino hacer lo que no se debe. 
  • Pecar con el pensamiento es querer con la voluntad lo que ninguna manera se debe querer.
  • Pecar de palabra y de obra es decir o hacer lo que no es conveniente, aunque suceda por ignorancia y contra nuestra voluntad.

De alguna manera estas son formas del pecado, pero aun más se peca cuando se va en contra de la consciencia cosa que no ocurrió con los soldados romanos y Jesús. 

Esta es la frase por la cual Abelardo seria posteriormente condenado:

''Cuanto se hace por ignorancia no debe atribuirse culpa''

Liberando a todos aquellos ignorantes sin importar el daño que hayan causado(3)

Capítulo XV: ¿Todo pecado es perdonado?

Es muy difícil pasar esta vida sin cometer pecado, aunque sea por ignorancia o como prevaricación. De todas maneras, Abelardo dice que pecar se toma de dos formas: pecado venial, aquel pecado leve que se hace por olvido; pecado mortal, que se hace con intención y da muerte a otro ser. 

Capítulo XVI: Abstención de las culpas

Por supuesto que el pecado grave o de muerte es el pecado más vergonzoso y peligroso que existe. Mucho se dice que es fácil evitar este pecado, pero no por ser fácil se debe desestimar. Recordemos que muchos filósofos han dicho que las virtudes y los vicios son todos iguales (es decir las virtudes a la virtud y los vicios al vicio), pero Abelardo no está de acuerdo. 

Así, los veniales son muchos más fáciles de tener abstención. Quien se abstenga de ambos: pecado venial y pecado mortal, conseguirá la perfección en la vida. 

Capítulo XVII, XVIII y XX: Perdón de los pecados

Abelardo nos dice que son tres cosas por las que alcanzamos el perdón por Dios:

  • Penitencia: dolor por aquello que se ha delinquido.
  • Confesión: la expresión de aquello en que se ha delinquido
  • Satisfacción: cuando se recibe el perdón después del sufrimiento. 

Solo puede haber perdón genuino cuando Dios manifiesta en un hombre el gemido del arrepentimiento, y es ahí cuando el hombre se hace merecedor del perdón.

Conclusión

Estos capítulos vistos anteriormente representan justamente la condena que sufrió Abelardo por parte de la Iglesia. No es de extrañar esta posición de la iglesia contra aquellos que usan el raciocinio en las Sagradas Escrituras. Sin embargo, pensemos que San Agustín de Hipona también lo hizo, quizás, si Pedro Abelardo hubiera escrito o expresado sus ideas de manera tal que no ofendiera a nadie, se hubiera salvado de estas condenaciones. En fin, gran trabajo el del filósofo.

viernes, 3 de agosto de 2018

Pedro Abelardo - Ética, conócete a ti mismo (Capítulos I -X) (1141).

¿Se les hace conocida esa frase ''conócete a tí mismo''? en efecto, es la frase que Sócrates utiliza en el libro ''Apología de Sócrates'' de Platón. ¿Qué nos quiere decir Pedro Abelardo con el título de este libro? Sabemos que Sócrates fue uno de los referentes morales de la filosofía antigua y no sería extraño que cualquier filósofo posterior utilizara dicha referencia. Sin embargo, es posible que Pedro Abelardo nos muestre algo totalmente distinto a lo que pensamos. Veamos de qué se trata.

Referencia:

(1) Aunque la ira es considerada pecado capital.
(2) Alusión a la Santísima Trinidad.

Ética, conócete a ti mismo


Capítulo I: Vicios y costumbres

Vicios y virtudes

Se tienen los vicios y virtudes como aquellas actitudes que afectan de una u otra manera el alma. Sin embargo, hay vicios y virtudes que ciertamente no afectan las costumbres; la estupidez, la inteligencia, la rapidez, etc.

Los vicios que nos hacen realmente mal son aquellos que nos disponen a cometer el mal. El conocimiento no hace que el individuo sea objeto de juicio o de elogio, pues lo que realmente lo pone en tela de juicio es el vicio que lo dispone a actuar mal. 


Capítulo II: Cómo se entiende el mal en el hombre

Los vicios del alma no se relacionan con el pecado, es decir, si el vicio del alma lleva al hombre a cometer algún mal, entonces es ahí cuando se vuelve mal. En otras palabras, el bien y el mal están subordinados por la voluntad

Por ejemplo, ser iracundo no sería un pecado en el sentido que no por ser iracundo voy a hacer el mal. Lo que sí, la ira sería un vicio del alma más que un pecado(1). El vicio puede estar presente en el hombre aunque no se de la acción y estos están ahí para que el hombre luche contra ellos en el mérito.

Capítulo III: ¿Qué es un vicio del alma y qué es un pecado?

Vicio

Es todo aquello que nos hace propensos a pecar, lo que nos inclina o nos motiva para cometer un pecado. 

En este sentido a Dios no se le puede hacer daño (ya que es inmortal) y mucho menos por algo que se infiere, como sería el vicio. El único daño que podría hacerse a Dios sería despreciandolo; por lo tanto, nuestro pecado nace cuando se hace desprecio del creador.

Pecado

Verdaderamente, el pecado carece de sustancia pues todo lo que se relaciona con él tiene que ver con el ''no hacer'' o ''dejar de hacer'', frases que connotan vacío. No obstante, no por esto el pecado es un ''no-ser'' porque al pecado lo apoya una voluntad. Pero naturalmente, la virtud se relaciona con el ser y el pecado con el no-ser.

Por otro lado, es posible que el hombre pueda pecar sin tener la intención de hacerlo. En ese caso, de manera interna, el hombre no tendría culpabilidad sobre aquello que realizó pero no estimó. Así, una cosa es la acción y otra cosa es el consentimiento de esa acción.

Abelardo expone el ejemplo de un amo y su criado, donde el amo lo persigue con una espada para matarlo. En el acto, el criado saca otra espada y mata a su amo ¿podemos hablar de una mala voluntad si el criado estaba defendiendo su vida?

Ahora, el criado ha cometido un delito y por eso debe pagar. Será aún mejor que el criado escape de la muerte que le quería dar su amo. Como dicen las Sagradas Escrituras:


''El que mata a espada a espada morirá''
(Mateo 26:52)

Como hemos dicho reiteradamente, solo la acción consentida por medio de la voluntad sería el pecado.

Delectación carnal

Se dice que la delectación carnal es un pecado, pues el hombre es pecador desde un principio como sostiene el cristianismo. La mancha del pecado de Adán nos hace cargar con una pena, pero no con una culpa. 

No habría culpa en desear a la mujer con la que uno es casado, ya que es un consentimiento entre los dos el fornicar si lo quisiesen. El mismo apóstol dice:

''Volved a estar juntos... lo que digo es una concesión no un mandato''

El apóstol quiere decir que la pareja vuelva a estar junta y cuando dice ''concesión'' quiere decir a que pueden volver a una vida más relajada, es decir, tienen permiso para fornicar si lo desean.

Sin embargo, podría pensarse lo contrario cuando en la biblia dice:

''Todo el que mira a una mujer ya cometió adulterio con ella en su corazón'' 
(Deuteronomio 5:17)

Lo que quiere decir realmente es que si el hombre pasa del deseo al acto del adulterio, entonces si es condenado al pecado. Lo que se condena es el consentimiento, no el pensamiento de querer a dicha mujer, que de hecho, es algo que está en el hombre ya que este lleva la mancha del pecado. En otras palabras, la ''culpa'' (o carga) del pecado hace que el hombre piense en fornicar con una mujer, pero su consentimiento es otra cosa. 

De acuerdo con Abelardo, la culpa del pecado no se puede prohibir porque es connatural al ser humano. Todos los mandamientos como ''no robarás'', ''no matarás'' no son más que las prohibiciones del consentimiento de robar y de matar.

Alejándose un poco del lado religioso, Abelardo nos dice que la simple orden de ''no hagas esto'', ''no hagas aquello'' en realidad es el lo mismo que decir ''no consientas en hacer esto'', ''no consientas en hacer aquello''. Dios no juzga lo que se hace sino más bien la intención con la que se hace. 

Sin embargo, podría decirse, ¿cuando se hace el mal es que Dios quiere que se haga el mal? La respuesta es no, pues Dios siempre quiere que las cosas tiendan al bien, prohibiendo lo que se hace o permitiendo lo que no se hace pero siempre para un bien justo. 

Para resumir los puntos hechos aquí por Abelardo haremos los siguientes punteos:


  • Pecar es el consentimiento de una mala acción.
  • Llevar a cabo el pecado es determinar una acción concreta.
  • El pecado se formaliza de tres maneras: sugestión, tentación, delectación y consentimiento.

Una cosa es pensar en pecar y otra es realizar el pecado que es lo más perverso. 

Capítulo IV: Los demonios

La sugestión del pecado no solo proviene de los hombres sino que también de los demonios. Estos, con el permiso de Dios, tientan a los hombres y los llevan por el camino del pecado. De alguna manera, los demonios serían para Abelardo como el demiurgo de Platón en su obra el Timeo, es decir, los demonios serían comunicadores, o enviados por alguien para hacer el mal. 

Capítulo V: Las obras del pecado

Es fácil pensar que lo que dice Abelardo es extraño. Si una persona piensa en pecar no es condenable. Está bien, pero eso no disminuye la culpabilidad en su interior. Sin embargo, ¿qué culpa debiera tener si la acción no ha sido realizada? 

Para aclarar esto pongamos el siguiente ejemplo. 

Una mujer pobre con harapos da pecho a su bebé pero lo aplasta tanto que lo asfixia dándole la muerte. 

¿Deberíamos culparla? si fue accidente no deberíamos, pero si fuera a propósito sí. Dios no tiene para qué investigar el interior de los seres humanos, pues el ya lo sabe. Es aún más meritorio, que los hombres, pensando en el pecado, se abstengan de ello y no realicen la acción. 

En esta parte Abelardo cita al mismo San Agustín de Hipona diciendo:

''Ama y haz lo que quieras''

Queriendo decir que mientras no exista ninguna mala intención, de nada tiene que preocuparse el hombre justo.

Capítulo VI: Pecados espirituales y carnales

Existen pecados espirituales y carnales, pero estos últimos pertenecen más bien a la sensación de la carne al pecar. Naturalmente, los pecados más graves existen en el espíritu, pues es el espíritu el que tiene conocimiento del pecado. 

Capítulo VII: Sentido de la frase ''el que escruta los riñones y el corazón''

Esta frase quiere significar que es Dios quien conoce todo lo que nos sucede adentro, todo lo que pensamos. Los hombres siempre piensan que las frases de Dios se refieren a las acciones del pecado, pero no es así. La acción en sí no es lo que importa, sino más bien el consentimiento de esta. 

Dios no mide el resultado de la obra, no mide las acciones. De eso solo se encarga el ser humano porque Dios se preocupa de la intención que tuvo aquel hombre.

Capítulo VIII y IX: Las obras externas y Dios

Como ya ha quedado establecido que las obras son tomadas por su intención y no por sí mismas, también conviene saber si la multitud de obras buenas nos hará mejores. La respuesta es no, porque la suma de las obras no otorga ningún mérito. Solo la compañía de Dios en aquellas obras es lo verdaderamente importante. 

A Dios no se le puede sumar nada, más al hombre sí ya que el es finito. Nada puede ser mejor a Dios, mientras que el hombre necesita ser más bondadoso cada vez(2)


Capítulo X: Los tipos de bienes

Abelardo nos dice que la multitud de bienes no es mejor que un solo bien. No podemos contar el bien así como tampoco podemos contar la simplicidad, pues todo lo que es simple es incontable y los bienes son simples.

Conclusión

Es justamente en estos 10 primeros capítulos donde podemos ver la voluntad kantiana que tanto énfasis hacíamos en la biografía de Abelardo. Es increíble como la influencia de San Agustín sigue recayendo en el mundo cristiano posterior, a 700 años de su muerte. Lo que no nos puede quedar más claro, es que como dice el viejo dicho ''la intención es lo que vale'' mucho más que la acción realizada. 

domingo, 29 de julio de 2018

Pedro Abelardo - Diálogo entre un filósofo, un cristiano y un judío (Parte III: El sumo mal).

Parece que vamos llegando a la parte final de este gran diálogo entre el filósofo, el cristiano y el judío, aunque debemos decir que el diálogo se tornó finalmente entre el cristiano y el filósofo. Recordemos que en el diálogo anterior se discutía sobre las virtudes y los vicios, y si estos eran iguales en todos los hombres o en realidad todos estos eran diferentes (tal y como lo proponía el cristiano). En cualquier caso, debemos seguir indagando en la obra de Pedro Abelardo, aquello que nos puede servir para entender este período.

Referencia:

(1) Idea extraída de San Agustín de Hipona.

Un diálogo entre un filósofo, un cristiano y un judío
(Parte III: El sumo mal)

Las penas en el sumo mal



Puede ser confuso decir que el sumo mal es totalmente perjudicial para el hombre, siendo que muchas veces el hombre merece ser castigado con respecto a los términos de justicia. Es decir, a cada quien lo que se merece. Veamos qué dice el filósofo con respecto a esto.

Filósofo:

Para los cristianos todos los seres son buenos en cuanto todos son creaciones de Dios. De ahí que podamos decir que el castigo es malo o bueno según se considere en la justicia, pues puede existir un castigo que haya sido aplicado injustamente y otro justamente.

No podemos decir que la pena o el castigo es bueno, siendo que es algo esencialmente malo. Quizás podríamos decir que el castigo es bueno cuando se emplea de manera justa, pero eso no implica que la naturaleza del castigo sea buena porque de ser así, entonces todos preferiríamos el castigo antes que la recompensa. 

Cristiano:

Si con el castigo el hombre se puede volver bueno, entonces el castigo es parte del sumo bien y por lo tanto, el castigo es esencialmente bueno. 

La vida bienaventurada

Cristiano:

Esta vida está para hacer buenos méritos y hacer los que más podamos. No nos podemos quedar en obras que merecen poco mérito sino que siempre avanzar. Esto no es solo mejor para obtener esa otra vida bienaventurada, sino que también para tener un recto juicio. 

Es como cuando un hombre comienza a conocer a una persona y con el tiempo la va conociendo mejor que antes, y aún más presentar una opinión de aquella persona mucho más completa. De esta misma forma se debe conocer a Dios. 

Filósofo:

¿Qué ocurre con estos ángeles que se volcaron al sumo mal? ¿acaso ellos no pudieron o no quisieron recibir la bienaventuranza siendo superiores al hombre?

Cristiano:

Está claro que los ángeles caídos no tuvieron la visión de Dios para obtener la bienaventuranza. Los ángeles se dejaron llevar por su soberbia al conocer a Dios, pero no conocerlo completamente y decidieron dejarlo. 

Es por eso que los ángeles y los hombres no deben pensar que su bien es otro que el de Dios, sino que el bien de ambos (hombres y ángeles) es Dios mismo. 

Filósofo:

¿Cómo es pues posible que Dios estando presente en el hombre y en los ángeles conceda que el mal los corrompa? ¿Cómo es posible que los ángeles y los hombres sí puedan pensar en otro bien aparte de Dios, teniendo a Dios en su interior?

Cristiano:

Todos creen que Dios está en todas partes y que ésta obra a la voluntad del hombre en cuanto este necesita algo. Sin embargo, la verdad es que Dios no está en ningún lugar, pues el lugar es algo creado para los hombres. 

Por lo tanto, de Dios no estamos lejos o cercanos como si él estuviera contenido en un lugar, sino que nos alejamos o nos acercamos a él según nuestros méritos(1). Que Dios esté presente o ausente no es a causa de una localización, sino que por medio de algo espiritual. 

Filósofo:

No obstante todo esto, el filósofo expone que el cristianismo dice que Dios solamente está en los cielos, o, dicho de otra manera, sólo aquellos bienaventurados están con Dios en los cielos. 

Cristiano:

Las Sagradas Escrituras no deben entenderse de manera literal sino que de maner espiritual, por lo que cuando se dice que Dios ''mora'' en un lugar, solo quiere hacernos entender de manera terrenal lo que no puede entenderse con palabras.

El infierno

Ahora los dos dialogantes tocan el tema del infierno para ahondar mucho más en el sumo mal.

Cristiano:

Es difícil explicar qué es el infierno pues las opiniones están muy divididas en que este fuera un lugar físico debajo del mundo, o este es más bien un concepto de interpretación espiritual.

En realidad, para el cristiano, la cualidad de los lugares no tiene ninguna importancia, es decir, no tiene ninguna importancia saber dónde está el infierno. Lo que sí es importante saber es que ahí sufriremos eternamente si no seguimos las buenas enseñanzas de Cristo. 

¿Qué es un mal? ¿qué es un bien?

Estas últimas preguntas del diálogo van dirigidas exclusivamente al cristiano que se verá en la necesidad de contestar.

Cristiano:

Realmente es difícil establecer qué es el bien y cuándo un hombre es bueno o malo. La verdad es que de un hombre se dice que es bueno por sus costumbres más que por el arte de hacer alguna cosa. 

Lo que sí está claro que el mal puede perfectamente provenir de un bien, pues todos somos buenos como creaciones de Dios y sin embargo pecamos. Ahora, todos pueden reivindicarse y seguir el buen camino después de que se arrepienten sinceramente de sus pecados. Cuando el hombre hace un bien lo hace con respecto a algo tanto beneficioso como útil para él, pues lo único beneficioso y útil es seguir las enseñanzas de Dios. 

Por otro lado, tenemos aquel libre albedrío por el cual muchos hombres piensan que es ridículo que Cristo se haya entregado a los judíos. Podríamos pensar que los judíos hicieron bien porque usaron el libre albedrío, pero esto no es correcto porque una cosa es la intención con que se ejecuta una acción y otra es que Dios lo haya querido así. De esta forma se distingue voluntad humana y voluntad divina.

Conclusión

Vemos que la pregunta hecha en los capítulos precedentes no se llegó a responder, aunque la verdad tenemos la respuesta pero desde distintos ángulos. Por un lado tenemos que el bien es aquello útil y beneficioso (lo cual es Dios), y el mal sería todo aquello que es contrario. Como el texto no dice si la virtud o el vicio en el hombre son todos iguales, se tendrá que quedar uno con la visión cristiana de que en realidad son todos diferentes. Aquí terminamos el libro de Abelardo para seguir al próximo.