La "Oeconomicus" de Jenofonte es un tratado sobre la gestión de los asuntos del hogar, centrado en las enseñanzas de Sócrates sobre la administración de una granja y la vida doméstica. Esta obra, aunque a menudo pasada por alto en comparación con otras de sus obras más conocidas, como la "Anábasis" o la "Memorables", ofrece una visión fascinante de la filosofía práctica de Jenofonte y sus ideas sobre la administración económica y la virtud. En la "Oeconomicus", Jenofonte presenta a Sócrates discutiendo con Critobulo, un joven interesado en aprender cómo administrar sus propiedades de manera eficiente y virtuosa. A través de diálogos entre Sócrates y Critobulo, Jenofonte explora una variedad de temas, incluida la importancia de la moderación en el consumo, la necesidad de trabajar diligentemente en la administración de la propiedad y la relación entre la virtud personal y la prosperidad económica.
OECONOMICUS
Interlocutores
Los interlocutores de este diálogo son los siguientes:
- Critóbulo, hijo de Critias
- Iscómaco, de quien no sabemos
- Sócrates
En el texto, Jenofonte nos dice que escuchó a Sócrates hablar sobre la administración del hogar.
Sócrates le pregunta a Critóbulo si la administración de la casa tenía el nombre de un saber como podría ser la medicina, la herrería o la carpintería. A lo que Critóbulo responde afirmativamente.
Luego, si así como podemos mencionar las actividades de todos esos saberes podríamos hacer lo mismo con la administración. Critobulo responde y nos deja la primera actividad de la administración:
''La actividad propia de un buen administrador es administrar bien su hacienda''
Inmediatamente, Sócrates pregunta si no es probable que alguien pueda administrar la hacienda de otro, tal como un carpintero podría realizar manualidades a otra persona. Critóbulo responde que sí.
Sócrates saca como conclusión que una persona, aunque no tenga bienes que administrar, es posible que pueda administrar la hacienda de otro. Critóbulo dice que sí.
Acto seguido se preguntan si una hacienda es efectivamente una casa o las cosas que se ponen fuera de ella, a lo que Critóbulo responde que incluso aquello que no es propiamente del hogar es parte de la hacienda.
Luego, Sócrates le pregunta a Critóbulo si acaso algunas personas no tienen enemigos también a lo que éste responde afirmativamente. Sócrates le pregunta si los enemigos formarían parte de la hacienda de una persona, a lo que claramente Critóbulo señala que aquello es ridículo.
Sócrates le dice a Critóbulo que en un principio decían que hacienda es todo lo que es propiedad de una persona, pero ahora están diciendo que los enemigos, que pueden pertenecer a una persona, no son parte de la hacienda. Critóbulo da a entender que es parte de la hacienda todo lo bueno que tenga una persona, todo lo que le de provecho, y lo perjudicial no sería riqueza.
Ahora bien, Sócrates le pone el ejemplo de una persona que tiene un caballo, no sabe utilizarlo, pero lo utiliza y se hace daño ¿Acaso el animal que sería de su hacienda ya no sería suyo? Critóbulo se ve compelido a señalar que no.
En consecuencia, un bien es bueno cuando incrementa la hacienda y se sabe utilizar. Por ejemplo, si una persona sabe tocar la flauta, este bien podría incrementar su riqueza en contraste a quien no sabe utilizarla y en verdad, cree que es tan inútil como una piedra.
En ese momento, Critóbulo concuerda con Sócrates pero luego señala que esa flauta que no se sabe usar podría ser un bien si se vende. Por lo tanto:
- Si el bien es útil y puede venderse, incrementa la hacienda
- Si el bien es inútil, pero puede venderse, incrementa la hacienda
- Si el bien es inútil y no puede venderse, no incrementa la hacienda
- Cristóbulo está obligado a celebrar frecuentes y abundantes sacrificios, pues en otro caso ni dioses ni hombres te aguantarían.
- En segundo lugar, porque su rango le exige dar hospitalidad a muchos extranjeros y a tratarlos con magnificencia.
- En tercer lugar, tiene que ofrecer banquetes y agradar a sus conciudadanos, o perder su adhesión.
- Además, la ciudad le ha impuesto ya grandes contribuciones: el mantenimiento de un caballo, la coregía, la gimnasiarquía y la aceptación de presidencias;
- En caso de declararse una guerra, le impondrán los gastos de una trierarquía y unos gravámenes tan grandes que no podrá soportarlos fácilmente.
- Y en caso de que parezca que has quedado por debajo de lo que se esperaba de ti, me consta que los atenienses no te impondrán un castigo menor que si le hubieran cogido robándoles su dinero.
- Además de esto, Sócrates advierte que cree ser rico y le despreocupa conseguir dinero y se interesa por actividades pueriles, como si pudiera permitirse ese lujo
Imagínate que vinieras a mi casa por lumbre y yo no la tuviera; si te llevara a otra casa donde pudieras cogerla, no tendrías nada que reprocharme; si me pidieses agua y yo no la tuviera, pero te llevara a otro sitio para ello, estoy seguro de que tampoco me lo echarías encara; y si quisieras aprender de mí la música y yo te indicara a otros mucho más diestros que yo en música, que además te estarían agradecidos si quisieras aprender de ellos, ¿qué motivos tendrías para quejarte de mi conducta?
- En primer lugar, en efecto, la tierra produce para quienes la trabajan los productos con los que viven los hombres y les concede además cuanto les permite vivir regaladamente.
- En segundo lugar, les facilita también cuanto engalana los altares, las estatuas y a ellos mismos, acompañado de agradabilísimos aromas y vistas.
- En tercer lugar, produce o alimenta numerosos manjares, ya que la cría de ganado está ligada a la agricultura, de modo que los hombres tienen víctimas para hacerse propicios a los dioses y reses para su uso.
- Y aunque la tierra concede sus bienes con la mayor abundancia, no permite que se recojan sin esfuerzo, sino que acostumbra a los hombres a soportar los fríos del invierno y los calores del verano.
- A los labriegos les aumenta la fuerza física ejercitando el vigor de sus brazos, y a los que trabajan como vigilantes les endurece despertándoles al amanecer y obligándoles a hacer duras caminatas. Pues tanto en el campo como en la ciudad, los asuntos más importantes tienen siempre fijada su hora.
- Además, si se quiere defender la ciudad con la caballería, la agricultura es la más capacitada para ayudarnos a mantener el caballo, y si es con la infantería, ella infunde vigor a nuestro cuerpo.
- También la tierra nos incita a expansionarnos con la caza, ya que al mismo tiempo da facilidades para mantener a los perros de caza y nutrir a los animales salvajes.
- El perro y el caballo sustentan la agricultura, corresponden favoreciendo a su vez a la finca: el caballo lleva por la mañana al capataz a su labor y le permite el regreso por la tarde; los perros ahuyentan a las alimañas para que no dañen las cosechas y los rebaños, haciendo seguros los parajes solitarios.
- También la tierra estimula a los labriegos a la defensa armada de su comarca, al mantener las cosechas en terreno abierto, al alcance del más fuerte.
- La agricultura también enseña a mandar a los hombres; contra el enemigo, en efecto, hay que ir con hombres, y también con hombres se lleva a cabo la labranza de la tierra.
A este punto Critóbulo objeta a Sócrates que si bien la agricultura es buena y necesaria, también se debe tener en cuenta sus desventajas. El clima o una enfermedad podrían acabar con la cosecha.
Sócrates le contesta que por eso es necesario implorar a los dioses que cuiden los campos y los frutos contenidos en ellos, tal como los soldados también lo hacen en la guerra.
Recapitulación de la administración
Ahora, Critóbulo le pide a Sócrates que recapitulen todo lo que llevan desarrollado hasta ahora de lo hablado con respecto a la administración.
- La administración de la hacienda es el nombre de un saber,
- Saber que consiste en que los hombres puedan acrecentar su hacienda
- Hacienda es la totalidad de las propiedades y que estas son provechosas para la vida de cada uno
- Lo provechoso para cada uno es aquello que se sabe emplear, es útil
- Todos los saberes son útiles menos las artes manuales
- Los oficios manuales deben desecharse y preferirse la agricultura
Teniendo todo esto en cuenta, Sócrates tiene la intención de hablarle a Critóbulo sobre un hombre tenido por aquellos ''hombres de bien'' que tanto se hablaba.
El relato sobre Iscómaco
Sócrates vio a Iscómaco en el pórtico del Zeus liberador. Se acercó a Iscómaco y le preguntó
¿Por qué, Iscómaco, tú, que siempre sueles estar muy ocupado, estás ahora sentado? Pues la mayoría de las veces te veo haciendo algo en el ágora, o al menos no completamente ocioso
La razón de porqué Iscómaco se encontraba en ese lugar era porque esperaba a unos extranjeros que le dijeron que lo esperaran ahí. Es en ese momento que Sócrates aprovecha para preguntarle porque todos lo tienen como una persona de bien y que siempre pasa en su casa
Iscómaco le responde que no sabe la verdadera razón del porque la gente le dice eso a Sócrates, pero que sí sabe que siempre lo necesitan para el cambio de bienes (llamado en su tiempo Antídosis), trierarquía (un ciudadano alistaba un trirreme para el combate) y coregía (los ciudadanos acaudalados tenían que hacerse cargo de los costos de la contratación de coros). Solamente para esos trabajos específicos era llamado. Rectifica que no es él quien está en casa, sino que su mujer que se basta por sí sola para administrarla.
Iscómaco y su mujer
Sócrates le pregunta si él la educó así, o provenía de la educación de sus padres, a lo que Iscómaco le dijo que ya venía así desde que la conoció a los 12 años; sin embargo, fue solamente educada con respecto a la gula. Las demás cosas, la mujer había sido educada por el mismo Iscómaco.
Iscómaco que la eligió a ella (y sus padres a él) para ser consorte y cuidar del hogar y de los hijos, le dice que ambos aportaran al hogar común sin distinguir quién puso más que otro, sino que se debe verificar quién es mejor compañero del otro. Sin embargo, la mujer de Iscómaco duda que pueda ayudar a Iscómaco en algo, pues su madre le enseñó a ser sumisa.
Eso se debe establecer en el camino, pero antes de hacer cualquier cosa Iscómaco le cuenta las consideraciones primeras:
- Se unen en matrimonio para perpetuar la especie
- Los hijos proporcionarán un apoyo para la vejez
- Los seres humanos no viven al aire libre como los animales, necesitan techo
- Que no esté sentada como esclava sino que sea ayudante en el telar
- Vigilar a la panadera
- Presenciar los repartos del ama de llaves
- Comprobar, recorriendo la casa, si todo estaba donde tenía que esta
- Humedecer y amasar la harina,
- Sacudir y plegar los vestidos y las mantas.
- ¿Cómo cuidas tu salud?
- ¿Cómo te preocupas de tu fortaleza física?
- ¿Cómo consigues salir honrosamente de la guerra?
- El que tiene lo suficiente para comer conserva su salud
- Si aumenta el ejercito, aumenta el vigor físico
- Si tiene mejor vigor físico, puede salí airoso de la guerra
- Alcohólicos: con el alcohol no podrán recordar sus obligaciones
- Adormilados: quienes se dejan dominar por el sueño
- Enamorados: quienes no pueden dejar de atender a su amor
Sócrates e Iscómaco discuten sobre la cosecha y las técnicas agrícolas. Sócrates demuestra su conocimiento sobre la siega, trilla y aventado del trigo, sorprendiéndose de lo que sabe sin haberlo aprendido formalmente. Iscómaco destaca la nobleza y facilidad del arte de la agricultura. Sócrates reconoce su comprensión previa pero no consciente de estos conocimientos. Se puede notar aquí, la filosofía platónica del conocimiento, en tanto que este se encuentra dentro de nosotros y que de alguna forma lo despertamos.
Posteriormente, discuten sobre la plantación de árboles frutales y las técnicas agrícolas asociadas. Sócrates muestra su conocimiento sobre la profundidad y anchura adecuadas para cavar los hoyos de plantación, así como la importancia de preparar el suelo adecuadamente. También discuten sobre la posición y el cuidado de los plantones, demostrando un entendimiento compartido en estas prácticas. La conversación abarca la plantación de diferentes tipos de árboles frutales, como la vid, la higuera y el olivo, destacando similitudes en las técnicas empleadas.
Sócrates reflexiona sobre
cómo Iscómaco lo llevó gradualmente a reconocer sus propios conocimientos en
agricultura. A pesar de haber afirmado inicialmente que no sabía nada sobre
plantación, Sócrates se da cuenta de que en realidad está familiarizado con los
detalles que Iscómaco le pregunta. Sócrates comprende que las preguntas de
Iscómaco sirvieron como un método de enseñanza, guiándolo hacia la revelación
de sus propios conocimientos y mostrándole que sus ideas coinciden con las de
un experto en agricultura como Iscómaco. Esta revelación lleva a Sócrates a
comprender que, a través del diálogo y la reflexión, puede descubrir y
reconocer sus propios conocimientos de manera más consciente.
La agricultura es un arte
que se puede aprender simplemente escuchando y observando. La
propia naturaleza de la agricultura proporciona lecciones sobre cómo
practicarla de manera efectiva. Se mencionan ejemplos concretos, como el
comportamiento de las vides, que trepan por los árboles y muestran la necesidad
de usar rodrigones para apoyarlas, o cómo las vides protegen sus racimos
tiernos extendiendo sus pámpanos. También se menciona cómo la vid indica el
momento adecuado para la cosecha al perder sus hojas y mostrar sus racimos
maduros. Estos ejemplos ilustran cómo la observación atenta de la naturaleza
puede ser una guía invaluable para el agricultor, enseñándole las mejores
prácticas agrícolas.
Sin embargo, aunque pareciera ser un arte intuitivo Sócrates se pregunta ¿por qué existen hombres que no entienden sobre agricultura?
Iscómaco expone su perspectiva sobre la importancia del trabajo diligente y la habilidad de liderazgo en la agricultura y otras actividades. Compara el impacto del trabajo constante con el trabajo indolente, utilizando la analogía de dos corredores en una carrera. Destaca que la diferencia en eficacia entre aquellos que trabajan diligentemente y aquellos que encuentran excusas para no hacerlo es tan significativa como entre trabajar bien y no trabajar en absoluto.
Iscómaco también comparte la enseñanza de su padre sobre la adquisición de tierras sin cultivar para mejorarlas, en lugar de comprar tierras ya preparadas. Esta estrategia, según su padre, no solo genera mayores satisfacciones, sino que también puede aumentar el valor de la propiedad.
Además, Iscómaco discute la importancia del liderazgo efectivo tanto en la agricultura como en otras áreas de la vida. Destaca cómo los buenos líderes pueden motivar a sus subordinados para que trabajen con entusiasmo y orgullo, mientras que los malos líderes pueden generar descontento y desobediencia. Asimismo, Iscómaco enfatiza que la habilidad de liderazgo no es fácil de adquirir y requiere educación, disposición natural y, sobre todo, ser un genio.
Conclusión
Son muchos los aspectos a abarcar en esta obra. Por lo pronto, podemos decir que un buen administrador es aquel que sabe gestionar adecuadamente sus recursos, reconociendo que la verdadera riqueza no radica solo en la cantidad de bienes que posee, sino en su capacidad para utilizarlos de manera efectiva y beneficiosa. Esto implica no solo el manejo de los aspectos materiales de la hacienda, sino también la habilidad para gestionar relaciones sociales, compromisos y responsabilidades. Sócrates descubre que el conocimiento de la agricultura es intuitivo y que el ánimo de lucro es fundamental.