sábado, 8 de julio de 2023

Martín Lutero - A toda la clerecía reunida en Augsburgo para la dieta del año 1530 (1530)

 


Nuevamente, ante un grupo de personas, Martín Lutero se apersona para difundir su doctrina esta vez en la clerecía reunida en Augsburgo; clérigos y obispos. Si bien se critica la institución de la Iglesia Católica, de todas maneras, Lutero está dispuesto a hacer algunas concesiones a los obispos con tal que lo dejen predicar libremente el evangelio. Como ya nos tiene acostumbrados, el estilo de este escrito es agresivo, implacable, la situación en que se encuentra lo amerita así. Vamos a ver.


Referencias:

(1) Autorización eclesiástica para permitir a una persona o grupo de personas quedar exentas de cumplir con deberes eclesiásticos



A toda la clerecía reunida en Augsburgo para la dieta del año 1530

Lutero comienza su exhortación a la situación actual que ya es insostenible. Nos dice que seguramente él no es la persona idónea para resolverlo, pero acepta las críticas. En todo caso, también nos dice que su necedad puede parecer tosca, pero hay veces que los necios han logrado más que los sabios, pues los sabios, a veces, se hunden en su sabiduría. No se humillan y es ahí donde comienzan las atrocidades. 

''Dios resiste a los soberbios y da gracias a los humildes''
(1 Pedro 5:5)

Bajo esta premisa, Lutero le insiste a la clerecía a no caer en la soberbia de la sabiduría y mirar los conflictos recientes: son dos.

  • Sitio de Viena
  • Revuelta de los campesinos

Muchas cosas se objetaban a Lutero, sobre todo el conflicto religioso presente hoy; pero, del mismo modo, algunos agradecían a Lutero que se dirigiera en contra del papa y sus rigurosidades. Una de las cosas que más se agradecieron, por parte de los obispos, fue que los monjes dejaran los hábitos, todo gracias a la doctrina de Lutero. Cuando el número de monjes en los monasterios bajó considerablemente, nadie se quejó, los obispos estaban agradecidos y no querían que más monjes volvieran a dichos monasterios. 

Indulgencias

A continuación, Lutero hace una síntesis de las indulgencias y sus efectos:

1. Vendían las indulgencias como gracia divina que perdona los pecados, por lo cual se negaban y se blasfemaban la sangre y la muerte de Cristo junto con el Espíritu Santo y el Evangelio.

2. Con ello rescataban engañosamente almas del purgatorio lo que constituía un insulto para la Divina Majestad misma. En cambio, producía muchísimo dinero.

3. Con ello hicieron del Papa un dios en el cielo capaz de dar órdenes a los ángeles de llevar al cielo las almas de los peregrinos que morían en el viaje a Roma.

4. Frente a las indulgencias, en las iglesias tuvo que callar el Evangelio que, no obstante, es la única indulgencia verdadera.

5. Engañaban a todo el mundo con enormes sumas de dinero y lo expoliaban con avaricia y mentiras desvergonzadas bajo el pretexto de guerrear contra los turcos.

6. Suspendían siempre las letras de indulgencias antiguas a favor de las nuevas y anulaban las indulgencias anteriores en las iglesias a causa de las nuevas, jugando con los años de jubileo según sus necesidades de dinero. ¡Naturalmente, contra los turcos!

7. Y la superchería del año de jubileo es mera ficción y una mentira fanfarrona para destruir la fe en Cristo y el cotidiano año de jubileo de Cristo. No obstante, con ello han seducido innumerables miles de almas y las han estafado ignominiosamente induciéndolas para ir a Roma, donde fueron despojadas de su dinero y de sus bienes, siendo perdidos todo el trabajo y los gastos.

8. En las indulgencias vendían buenas obras de toda la cristiandad, además de la absolución como algo especial, la cual el Evangelio daba antes y sigue dando siempre gratuitamente a todo el mundo, alejando seductoramente de esta manera las conciencias del Evangelio y de Cristo hacia obras humanas.

9. Enaltecían las indulgencias más que a todas las buenas obras de la caridad.

10. Los méritos de los santos, en cuanto ellos no los necesitaban para sí, los atribuían al tesoro de las indulgencias, como si el sufrimiento de Cristo no bastara para la remisión de todos los pecados, corrompiendo una vez más la fe en Cristo.

11. Finalmente ensalzaban las indulgencias, tanto que llegaban a enseñar que, si alguien hubiese cohabitado con la Madre de Dios, se le perdonaría por medio de las mismas.

12. Enseñaban además que, cuando la moneda suena en el fondo del arca, el alma vuela al cielo.

13. No era menester sentir contrición ni dolor para obtener indulgencia, siendo ahora suficiente depositar el dinero.

14. Se decía que San Pedro no podía conceder gracia mayor que la representada por las indulgencias.

15. ¿Qué se ha hecho ahora del inmenso dinero, de los tesoros y de los bienes que desde hace tiempo se han robado y adquirido tan ignominiosamente por medio de las indulgencias?


Antes de que Lutero predicara su doctrina, las indulgencias no eran un tema controversial. Lutero acusa a los clérigos de haberse aprovechado de ganar dinero con las indulgencias, pero también reprocha a aquellos que han guardado silencio con respecto a ellas. 


Las Breves de Dispensas(1)

Hubo breves de dispensas donde el Papa vendía el permiso a vender mantequilla, queso, leche y huevos, y autorizaba a escuchar misa en casa, a casarse en grados prohibidos y a elegir confesores que absolvieran de penas y culpas tantas veces como se quisiera. 

Todas estas cosas se hicieron por dinero, como si Dios no hubiese dado todas estas cosas de modo gratuito. Además, toda la clerecía aceptó esto de buen modo. 


Confesión

Es una de las instituciones que más aborrece Lutero. Las personas cargan con una angustia, una tortura o castigo enumerando todos los pecados. Con la confesión se ha perturbado la tranquilidad y la paz de todas las almas.


Penitencia

Si bien la confesión era una institución aborrecible, la penitencia sería la peor de todas: el infierno mismo. Esta se sostiene solamente por las obras y no por la fe, pero esto no es muy diferente de los turcos (musulmanes), paganos o judíos. No hay plena fe. Todo se relaciona con las obras en cuanto a la penitencia, pero nada por la fe. 

A continuación, Lutero se referirá a los vicios que surgieron de la penitencia. 


Misa comprable y la misa privada

Así como lo dice el título, se han vendido y comprado misas por ocho céntimos, seis céntimos, etc. En fin, si no había dinero, no había misas. Las misas tienen el propósito de ser comunes; la idea de comulgar. 

En los albores del cristianismo, los primeros cristianos observaban la Ley Antigua llevando toda clase de frutos al altar, tal como mandaba Moisés a los judíos. Por esta razón, mucho tiempo después esta misa fue llamada ''sacrificio'', luego se le llamó ''comulgar''. 

De acuerdo con Lutero, las misas comprables parecen volver al concepto de sacrificio. Se llaman comprables por las siguientes razones:


  1. Venta de cartas de la hermandad
  2. Venta de vigilias
  3. Venta de aniversario
  4. Venta de misas difuntos 

Con respecto a estas últimas se inventaron las misas áureas, que eran misas votivas en beneficio de los difuntos, además de las cinco misas que se realizan en navidad. Todas estas, de acuerdo con Lutero, son innovaciones que ha hecho la Iglesia que no tienen nada que ver con las Sagradas Escrituras.

Estas innovaciones fueron llevadas a cabo por los doctores católicos de la universidades. De acuerdo al testimonio de Lutero, estos decían:

''Qué biblia ni qué biblia''

''La Biblia es un libro de herejes. Hay que leer a los doctores. En ellos se encuentran las cosas''

Lutero dice que estas palabras fueron verdad, él se crio entre ellos. Esto permitiría aún más las innovaciones, puesto que dichos doctores son hombres que pueden cambiar de parecer. El mismo Santo Tomás de Aquino dijo que hacerse monje es lo mismo que ser bautizado; esto no se toma como innovación. 


La Excomunión

Con respecto a la excomunión, Lutero considera que la excommunicatio major que es aquella excomunión para autoridades seculares es un gran mal, pero una gran ventaja para el papa. Así, los Papas destronaban emperadores y príncipes, pasando ellos por autoridades seculares. Muchas personas han sido condenadas y anatemizadas con la excomunión.

Sin embargo, los únicos que nunca han sido condenados por simonía con la excomunión son los obispos, el Papa y otras autoridades eclesiásticas; las condenaciones solo van para aquellos a quienes convienen. 


Las dos formas del sacramento

Lutero nos dice que la comunión de una especie es una de las innovaciones más escandalosas de la Iglesia. Es una innovación que no aparece en las Sagradas Escrituras y tampoco se sostiene con la Palabra de Dios, aunque sí, la Palabra de Dios puede ser modificada mientras se mantenga en la Palabra de Dios.

Junto con la comunión luego tenemos el celibato que también sería una innovación de la Iglesia. El celibato, es la prohibición del matrimonio, lo que significa el rechazo a una mujer. Sin embargo, Dios quiere todo lo contrario: que se contraiga matrimonio con ellas y se viva en el amor conyugal.

Los cánones católicos prohíben tener a una mujer si se quiere servir a Dios, pero entonces, si esto es así, ¿qué sentido tiene el sexto mandamiento cuando dice ''No cometerás adulterio''? Parece ser que este precepto no equivaldría a ser universal, pues a los que se prohíbe tener matrimonio no les haría sentido que se les prohíba el matrimonio también.

Pero eso no es todo. Aquellos sacerdotes que se casaban se les ahorcaban, ahogaban, apuñalaban o desterraban. Estas normas, de acuerdo a Lutero, son solo por la sed de sangre que tienen aquellos que prescriben estas leyes. 

Esta es una novedad de los canónigos pues ni los turcos ni lo judíos ni los paganos tienen una norma tal que dispusiese a matar a otro por casarse. 


Concesiones

Teniendo en cuenta todas estas atrocidades cometidas por la Iglesia y teniendo a toda la clerecía en frente, Lutero les pide lo siguiente:


  1. Ceder el oficio de predicar
  2. No se pedirá sueldo ni remuneración. Pide Lutero que se le dispense de ser predicador
  3. Dejar a la clerecía seguir siendo los que son
  4. Reimplantar el poder jurídico episcopal, mientras los luteranos predican el Evangelio

Aparte de estas convenciones, Lutero nos dice que sería largo tratar más artículos, pero nos dejará algunas interrogantes que la Iglesia de Lutero sí ha desarrollado y no la católica:

  • ¿Qué es la Ley? 
  • ¿Qué es la Iglesia?
  • ¿Qué es el Evangelio? 
  • ¿Qué son las llaves? 
  • ¿Qué es el pecado? 
  • ¿Qué es un obispo?
  • ¿Qué es la gracia? 
  • ¿Qué es un diácono?
  • ¿Qué es el don del Espíritu? 
  • ¿Qué es el ministerio de la predicación?
  • ¿Qué es la verdadera penitencia? 
  • ¿Qué es la Cruz? 
  • ¿Qué es el verdadero catecismo, los Diez Mandamientos?
  • ¿Qué es la esperanza? 
  • ¿Qué es el bautismo?
  • ¿Qué es la misa? 

Entre otros artículos que nunca fueron estudiados por obispo alguno, de acuerdo con Lutero.

Conclusión

La envestida de Lutero contra la Iglesia es cada vez más aguda y no se detiene por estar la clerecía reunida. Vemos que, de todas formas, estos temas ya los ha tratado en otros escritos, aunque no con la ferocidad con lo que lo hace en este. Se dice que este es el himno del luteranismo, pero la verdad es que el texto no da ninguna directriz de cómo debería ser el luteranismo, al contrario solo nos presenta las criticas que el luteranismo tiene con respecto a la Iglesia.

martes, 4 de julio de 2023

Avicena - Metafísica de la Curación (Libro II: Sobre la Sustancia)

 


No podemos hablar de Metafísica si no hablamos de sustancia. En la Metafísica de Avicena, este concepto cobra fundamental importancia no solo por el legado de Aristóteles, sino que por el estudio propio del filósofo persa sobre la existencia y la constitución de los seres. Este es un libro corto, pero importante, pues no podremos avanzar en las otras materias sin entender lo que entiende Avicena por este concepto. 

La Metafísica de la Curación

LIBRO II: SOBRE LA SUSTANCIA

Capítulo I: Sobre hacer conocida la sustancia y sus divisiones de forma universal

Avicena dice:

''La existencia puede pertenecer a una cosa en sí misma, por ejemplo, la existencia de un humano como humano; y puede pertenecer a una cosa accidentalmente; por ejemplo, la existencia de Zayd como blanco''


Lo primario en la división de la existencia es la sustancia. Esto es porque justamente la existencia tiene dos divisiones:

  • Existente en otra cosa: subsiste y es especie en sí misma, es parte de un otro pero su separación no se lleva a cabo. También se llama existente en un sujeto. 
  • Existente que no inhiere en ninguna cosa: no es sujeto de nada. También se le llama sustancia propiamente tal

Ahora, si lo que fue referido a la primera división existe en un sujeto, entonces ese sujeto no es desprovisto de una de las siguientes descripciones:

  1. Si el sujeto es una sustancia, entonces la subsistencia del accidente sería en una sustancia
  2. Si no es una sustancia, entonces también estaría en un sujeto, en cuyo caso, la investigación vuelve al punto inicial

Es imposible regresar al infinito y en consecuencia, aquello que existe en otra cosa termina en la sustancia. De esta forma, la sustancia es anterior al accidente en cuanto a existencia. 

Los mutazilitas establecían que un accidente no podía adherir a un accidente. Pero de acuerdo a Avicena, la velocidad inhiere al movimiento, lo derecho a la línea y la forma plana a la superficie. También los accidentes son atribuidos a la unidad y la pluralidad, como se demostrará más adelante. Pero si un accidente existe en otro accidente, entonces los dos existen en una sustancia. 

Por otro lado, hay quienes señalan que una cosa puede ser sustancia y accidente con respecto a dos cosas. Esto es lo que dicen:

''Si esto es así, entonces el calor es un accidente en algo más que el fuego, pero el fuego es un accidente porque existe en sí mismo  como una parte. En otras palabras, no es posible quitar el calor al fuego y que el fuego siga siendo fuego. Por lo tanto, la existencia del calor en el fuego no es la existencia de un accidente que inhiere en él. Y si su existencia en el fuego, no es la existencia de un accidente, entonces la existencia del calor es la existencia de una sustancia''

Para Avicena, esto es un grave error. Hay una diferencia entre el receptáculo y el sujeto. El sujeto es aquello que es subsistente en sí mismo, y en términos de ser de las especies, y así se vuelve lo que causa la subsistencia en algo, pero no como una parte de este. 

Por tanto, no es extraño que una cosa exista en un receptáculo y que ese receptáculo no sea por sí mismo una especie perfectamente subsistente en acto, sino que tenga su subsistencia realizada por lo que ha venido a residir en ella por sí mismo, o con otra cosa, o con otras cosas combinadas, haciendo así al receptáculo un existente en la actualidad o volviéndolo una especie específica.

En consecuencia, hay tres formas de sustancia:

  • Sujeto: donde inhieren los accidentes en una especie y subsiste por sí mismo
  • Receptáculo: donde es recibida la especie y tiene cierta subsistencia por sí mismo
  • Forma: lo que da actualidad al sujeto

En este sentido, el receptáculo es mucho más general que el sujeto, sugiriendo que puede estar más relacionado con la materia que con la forma. Sin embargo, las cosas existen en un sujeto existen en un receptáculo, pero no puede ser el caso de modo contrario, es decir, que una cosa que este en el receptáculo esté en el sujeto. 

Capítulo II: Al determinar la sustancia corpórea y lo que se compone de ella

El cuerpo es una sustancia continua no compuesta de partes indivisibles. Es una sustancia que tiene tres dimensiones. Sin embargo, estas tres dimensiones pueden entenderse de diversas formas:

  • Longitud: a veces se dice "longitud" de una línea de cualquier manera que sea; A veces se dice "longitud" de la magnitud mayor de las dos líneas que abarcan una superficie; A veces, se dice "longitud" de las dimensiones extendidas de varias más extendidas de cualquier manera que sean, independientemente de si son líneas o no; a veces se dice "longitud" de la supuesta distancia entre la cabeza y su opuesto
  • Ancho: se dice de la superficie misma y de la magnitud menor de dos distancias, y de la dimensión que se conecta a la derecha y a la izquierda
  • Profundidad: una cosa como la dimensión que conecta dos superficies, que se denomina así cuando uno lo toma desde la parte superior, mientras se inicia desde la parte inferior, se denomina "altura". Estos, entonces, son las perspectivas populares que todos conocen

No es necesario que en cada cuerpo deba existir una línea en acto. Lo mismo sería para una esfera, la cual tampoco tiene líneas y en consecuencia no es necesario que sea un cuerpo. La finitud tampoco es necesaria en los cuerpos, pues no es difícil concebir un cuerpo infinito. Como dice el mismo Avicena:

''Quien concibe un cuerpo infinito, no concibe un no-cuerpo''

Ahora bien, tampoco es necesario que el cuerpo tenga las tres dimensiones con medidas exactamente iguales. El cuerpo puede tener distintas medidas dentro de esas tres dimensiones; por lo tanto, se entiende que las dimensiones no son la sustancia de los cuerpos sino que sus accidentes. De ahí que Avicena defina cuerpo de la siguiente manera:

''La sustancia que tiene su forma en virtud de lo que es cuyo límite son sus dimensiones, su forma y su posición, que en verdad no son subsistentes''

Sin embargo, puede ser que algunos cuerpos tengan estas características como algo necesario. 

Ejemplo de la cera

Para ejemplificar lo anteriormente dicho, Avicena nos enseña el conocido ejemplo de la cera. 

Si se tomara un pedazo de cera y se le diera una forma determinada, esta manipulación le daría una forma a la cera dentro de ciertos límites numerados como son las dimensiones. Luego, si se cambiaran las dimensiones, entonces las primeras dejarían de existir y se tendrían nuevas dimensiones. Estas pertenecerán a la categoría de la cantidad. 

Si esto pasa  aun cuerpo que tiene sus dimensiones como un necesario concomitante, esto no sería a causa de su cuerpo sino que sería por virtud de otra naturaleza que preserva su segunda perfección. Y en todo caso, estas características no difieren de otro cuerpo, pues todos los cuerpos tienen las mismas características en cuanto a sus dimensiones. 

El cuerpo y su división

En consecuencia, el cuerpo natural es una sustancia y sus dimensiones son accidentes. 

Ahora bien, es de la naturaleza del cuerpo ser dividido, pero las observaciones no están claras como para establecer esto. Eso porque alguien puede decir:

''Nada entre los cuerpos observados es un cuerpo que es puramente uno. Más bien, los cuerpos son compuestos. Los cuerpos unitarios no son percibidos por los sentidos y no puede ser divididos de ninguna manera''


Por supuesto, esta frase pertenecería a los atomistas islámicos quienes naturalmente apoyan la existencia de los átomos. Avicena nos dice que la existencia de los átomos ya fue refutada en su ''Física de la Curación'', y en consecuencia no se refiere a ella. 

Sin embargo, alguien podría decir lo siguiente:

''Sus naturalezas y sus formas son similares''

Avicena les responde que si un cuerpo se hace divisible hasta alcanzar partes indivisibles muy pequeñas potencialmente o actualmente, de ser así, estas partes serían puntos, o sea, cuerpos indivisibles y estarían gobernadas por las mismas reglas de los puntos en un cuerpo compuesto. La única forma en que esto puede ser entendido es a través de la facultad imaginativa.

En realidad, para Avicena, todo está hecho tanto de potencia como forma, es decir, adhiere a la teoría hilemórfica. No obstante, alguien puede decir: 

''El hilemorfismo también es compuesto. Es materia potencialmente y sustancia actualmente, y sin embargo está dispuesta a recibir forma'' 

Sin embargo, la materia y la sustancia están comprendidas dentro del hilemorfismo, no son cosas compuestas sino que todas se entienden juntas. 

Si la corporeidad difiere de otra corporalidad es solamente porque una cosa o es una, o es muchas, o es celeste o es terrestre. Esto es distinto de las medidas las cuales son una en sí mismas y en consecuencia, no tienen especies. Por ejemplo, no hay el número 1 no tiene especies de número 1, el número 2 no tiene especies de número 2 y así. Ahora bien, si se pregunta por la naturaleza del número 2 (dualidad) se tendrá que decir que es ''el-ser-número'' y que es propio de dicho numero. Lo mismo se dirá de la longitud cuya naturaleza es la medida. 

Si a la corporeidad se añade otra forma que la forma del hilemorfismo, sería otra cosa que sí misma y tendría que existir otra diferencia. Pero la corporeidad solo tiene una forma y no un género. Avicena nos dice que esto se explica mucho mejor en ''El Libro de la Demostración''. 

La corporeidad que se está discutiendo es en sí misma es una naturaleza realizada, cuyo tipo específico no es realizado a través de algo que se le une, de este modo, podemos imaginar, que ningún significado se une a la corporeidad, sino que solamente es corporeidad. 

En consecuencia, la corporeidad es un aspecto común a todas las cosas que tengan materia, en otras palabras, todas las corporeidades necesitan materia, no existen aquellas que no las tengan. 

Es importante que veamos la diferencia entre la corporeidad y la materia. 

La materia es la base de todas las sustancias corpóreas. La materia se convierte en sustancia mediante la forma, que es la actualización de la materia. La forma es lo que da a una sustancia sus propiedades y características específicas.

La corporeidad, por otro lado, se refiere a la presencia física y material de las cosas en el mundo. Incluye no solo la materia y la forma, sino también las propiedades y características que resultan de su interacción en el mundo físico.


Capítulo III: La materia corporal no está privada de forma

La materia corporal no puede estar desprovista de forma en acto. Lo que clarifica esto ya fue dicho anteriormente. Principalmente, que toda existencia tiene algo que subsiste y que está dispuesto a recibir otra cosa y tal existencia está compuesta de materia y forma. 

Ahora bien, la última materia (materia prima o materia remota) está desprovista de forma, pues no está compuesta de forma ni de materia (corporal). Lo que nos da como conclusión que la materia sin forma es pura potencia, pero esto solamente puede existir en la facultad estimativa. 

Si la materia corporal fuera separada de la forma corporal, entonces existiría un vacío que debiera separarlas, y así la forma tendría medida (formal) lo cual habíamos dicho que no era posible.

Ejemplo del terrón de arcilla

Ahora, Avicena nos respalda el concepto de materia por medio del ejemplo del terrón de arcilla. Nos pide primero que usemos la facultad estimativa para pensar en un terrón de arcilla. Imaginemos que se reduce gradualmente hasta ser una pequeña esfera. La pregunta que Avicena se hace es: 

''¿En qué punto un terrón de arcilla deja de ser un terrón de arcilla?''

 
La respuesta es que el terrón de arcilla nunca deja de ser terrón de arcilla y por lo tanto, su naturaleza no reside en la forma, sino que en la materia. En consecuencia, la forma nunca está separada de la materia cuando ésta última está en acto. 

Capítulo IV: Sobre poner a la forma antes de la materia en el rango de existencia

Ha sido mostrado ser cierto que la materia corporal subsiste en la actualidad solamente con la existencia de la forma. En consecuencia, la forma no existe separada de la materia.

En este sentido hay dos alternativas:

  1. Debe haber una conexión entre ellos en la categoría de relación y la quididad de una es solamente concebida como predicado con respecto a la otra
  2. No hay una conexión entre ellos en la categoría de la relación

De acuerdo con Avicena, la primera alternativa no es el caso. Esto porque muchas cosas intelectuales las aprehendemos de las formas corporales, pero se hace un gran esfuerzo para establecerlas en una materia. De la materia solo aprehendemos la disposición a recibir la forma. La disposición no necesita una conexión con algo que realmente exista.

Entonces ¿será que la conexión entre la forma y la materia sea la de causa y efecto, o es de dos cosas que existen igualmente? Una verdad es que la una no puede existir sin la otra. 

Pero veamos qué pasa cuando no son causa de la una y la otra. Estas dos oraciones y la diferencia de ellas nos guiarán.

  • La remoción es la causa de la remoción de otra cosa
  • Es inevitable que, con esta remoción, la remoción de la cosa tome lugar

Si fuera como la última, entonces no habría causa de la una con la otra y sin embargo, es inevitable que la remoción de una haga posible la remoción de la otra. 

Si esto es así, el razonamiento es el siguiente:

  • Que la remoción de una de las dos cosas removidas necesitaría la remoción de una tercera, distinta a la naturaleza de las dos
  • Que la remoción de solo una de las cosas removidas sea necesariamente removida por este tercero de tal modo que la remoción de esta tercera no ocurra. 
  • Ninguna de estas cosas tome lugar

La primer alternativa sería la correcta, la forma y la materia necesitan un mediador para que existan. Sin embargo, necesariamente una va antes que la otra. De acuerdo con Avicena nos da tres razones para decirnos que la forma va antes que la materia:

  1. La materia solo es materia porque tiene potencia para recibir y estar dispuesta a recibir. La disposición a recibir no es causa de nada y si así fuera, entonces la disposición a recibir debería existir permanentemente lo que es falso. 
  2. Es imposible que la esencia de una cosa sea la potencia, como lo es en el caso de la materia, y que esta sea la causa del acto. De hecho su causa debe volverse actual para dejar de estar en potencia. Si la materia fuera anterior a la forma, entonces necesitaría una esencia que es anterior a la forma. 
  3. Si la materia fuera anterior a la forma, entonces los seres que existen no debieran tener ninguna alteración con respecto a su materia. 

En conclusión, se llega a que la forma precede a la materia en el rango de existencia. 

Conclusión

Me parece que este libro, antes de hablar de la sustancia, creo que lo que mejor relata es la relación entre la forma y la materia. En el libro posterior y en el comienzo de este libro parece que Avicena da prioridad a la materia, pero luego vemos que esto no es así. En todo caso, sigue siendo bastante aristotélico en sus planteamientos. 

Martín de Azpilcueta - Comentario resolutorio de usuras

Esta es una de las primeras obras de Martín de Azpilcueta con respecto a la dicotomía economía y teología. El concepto de usura ya lo hemos visto desde Santo Tomás de Aquino y en consecuencia Azpilcueta lo considera en cada palabra de este tratado. Es interesante como se pueden conjugar el lado práctico de la economía y las características teóricas de la teología, que la época en que vive el filósofo es justamente heredera del escolasticismo. Veamos que nos trae el filósofo y economista con respecto a la usura. 


ADVERTENCIA: El texto está escrito en español antiguo, el cual no es fácil de entender. Esta síntesis intentará interpretar de la mejor manera el texto. 

 

Referencias:

(1) Un tipo de usura que es encubierta por otros contratos. 


COMENTARIOS RESOLUTORIOS DE USURAS

Concepto de usura

Martín de Azpilcueta comienza definiendo la figura del usurero:

''Si prestaste dinero a quien esperas más de lo que diste, sea dinero o bienes... ...eres digno de ser reprobado y no alabado''

Esto es lo mismo que Graciano nos diría en su obra ''Decretos'' donde se señala:

''Quien más de lo que ha dado, usuras quiere''

Pero más que esto, Martín corrige esta oración diciendo:

''Quien más de lo que prestó quiere más, usurario es''

Así muchos autores han podido identificar la usura ya sea con dinero o con bienes. 

Con todo, Martín Azpilcueta dice que la definición formal de glosas y doctores con respecto a la usura es la siguiente:

''Ganancia que se toma del empréstito cuyo señorío pasa en el que la recibe''

Los españoles llamaron a esto ''logro'', que viene de ''Lucrum'' en latín; en griego significa ''tocos'', que significa parto. Sin embargo, ¿por qué se le llama parto? porque lo prestado lo pare. Por otro lado, para los hebreos se llama ''bocado'' y ''mordedura'', con la cual el que presta muerde a quien se presta.

Con respecto a los empréstitos, estos pueden existir de dos clases:

  • Comodato (commodatum): el poseedor de una cosa presta esa cosa durante un tiempo determinado. Vencido el tiempo, la cosa se devolvía. 
  • Mutuo (mutum): se presta una cosa que no se debe devolver en la misma especie, sino que en otra equivalente


Ambos préstamos son graciosos (gratuitos), y la usura se ve más presente en el mutuo que en el comodato. Como el mutuo puede suceder en muchos aspectos, incluso de forma encubierta, del mismo modo, la usura también se cubre en estos tipos de contrato. Se cobra más por el tiempo en que se demora en devolver el préstamo; se excede el justo precio, e incluso se puede dar menos del justo precio si se devuelve con anterioridad; sin embargo, esto último no constituye usura.

La usura, por tanto, es logro o ganancia ilícita. Si bien la usura no es una ganancia espiritual ni cuasi-espiritual, sí la podemos ver reflejada en el Antiguo Testamento con el séptimo mandamiento ''no robarás'' y en el Nuevo Testamento con el Mateo 19 donde se habla de los ricos. 

Los granes doctores como lo sería Santo Tomás de Aquino tampoco avala la usura, diciendo que prestar sin esperar nada a cambio es bueno, pero no cuando se espera algo a cambio, sea esta espera expresa o tácita. 

Tipos de usura

Existen dos tipos de usura

  1. Usura real: usura que se toma por pacto tácito, expreso, público o secreto
  2. Usura mental: usura que se tomar sin pacto tácito, expreso, público o secreto, por sola intención principal

Se llama ''mental'' porque es un pecado interior de la voluntad sin habla y obra. Por ejemplo, también se habla de homicidio mental a la voluntad de matar sin que se siga la muerte; hurto mental a la voluntad de hurtar sin realizarlo. Real es cuando la voluntad y la obra concurren. 

Ahora bien, dentro de la usura mental hay dos divisiones:

  • Dicha
  • Voluntad de llevar la usura

En cuanto a la voluntad de llevar la usura, esta es efectivamente un pecado mental. Esta puede suceder cuando, sin pacto tácito ni expreso, se prestan 10 y se devuelven 11. De todas maneras, esta usura para que sea reparada aunque sea mental, pues de todas maneras sería un pecado. 

Usura vedada

La usura está prohibida para toda la cristiandad, aun cuando la ley civil lo permita. Esto porque la usura afectaría la conciencia del ser humano. 

En efecto, la ley civil permite la usura bajo el concepto de centésima, cuya práctica consiste en prestar por 100 meses e igualar el precio con el empréstito. Cada mes sale un porcentaje de un interés (usurario) de 1%, cada año del 12%. 

Esta práctica se realizaba por prestadores que llevaban tanto dineros como mercaderías por mar a peligro del prestador. A esto se le llamaba en la antigua Grecia ''préstamos a la gruesa ventura'', es decir, un prestamista entrega dinero a un naviero para realizar transporte marítimo, obligándose el naviero a pagar al naviero el precio del riesgo si es que ocurría un evento durante el viaje. A los otros mercaderes permitía las dos partes de la centésima, es decir, 8% al año, a los hombres comunes la mitad del empréstito anual, 6% al año.

Los hombres que se dedican a estas actividades llaman a ese porcentaje ''interés'', pero para Martín no cabe disfrazar el concepto de usura por otro. 

Cabe destacar que no todos los actos comerciales son de usura, a veces se puede prestar sin cometer usura, siempre y cuando se respete y no se consiga más de lo realmente pactado. Lo mismo ocurre en el plano de las relaciones: todo acto de virtud puede ser vicioso si tiene como fin un bien temporal. 

Desasimiento de la usura

Quien después de prestar principalmente por ganancia, conociendo su pecado, cambia su intención, y sin esperar nada a cambio por haber prestado, secundariamente espera y toma algún agradecimiento o amistad, no comete pecado de usura, pues la amistad no es algo estimable en dinero. Tampoco cometería usura el que recibe algo sin esperarlo realmente, es decir, de buena fe. 

Se comete usura cuando se sobrepasa el precio justo, pero también cuando el deudor para menos del justo precio al vendedor. 

Contrato de compañía

Azpilcueta comienza describiendo los tipos de contratos de compañía:


  1. Un compañero asegura al otro su caudal con cierta ganancia, de esta manera, el primer contrato es de compañía: uno pone dinero y el otro pone su trabajo e industria, partiendo las ganancias y las perdidas dudosas justamente
  2. Un compañero pone el trabajo, asegura el caudal al otro, por un tanto, que fuere justo, o porque tome un tanto, que fuere justo, menos de la ganancia
  3. Para quitar sospechas y enojos, uno de los compañeros le arriende la ganancia dudosa, por un precio razonable, o que tome de la ganancia verosímil y dudosa, otra menor cierta el señor del dinero.

Los dos primeros contratos no serían lícitos, de acuerdo a Azpilcueta, porque traspasan el señorío pues aquel compañero, el que hace el trabajo e industria se arriesga a no recibir lo adecuado. Puede hacer de ello lo que quiere, como si se lo hubiese prestado, tratando o dejando el trato. Si se pierde, para el compañero se pierde, y si se guarda, para el que toma se guarda.

El único contrato que no pasa el señorío del compañero es el contrato de depósito cuando se garantiza el dinero que obtendrá el otro compañero. Lo que siempre traspasa el señorío es la culpa y la tardanza. 

Intereses

De acuerdo con Martín de Azpilcueta, el interés es lo que el que presta pierde de su hacienda, o deja de ganar por prestar, o por no pagar en el plazo debido lo que prestó. De este modo, existen dos clases de intereses:

  1. Interés de daño (daño emergente): interés que surge del daño en una actividad determinada. Por ejemplo, que se manda a construir una casa, y el daño que se ocasione en esa construcción, tendrá que ser pagado con un interés
  2. Interés de ganancia (lucro cesante): ganancia que por prestar dinero deja de ganar, sobre todo si no se devuelve el pago en el tiempo concertado
Ahora bien, el comerciante puede llevar interés solo en tres casos:

  1. Interés de daño
  2. Por tardanza
  3. Empréstito con o sin fuerza

El único interés que podría temerse que no se llevara es el empréstito por fuerza, pero sí se consideraría el voluntario. Prestar con fuerza se considera un vicio, pero no prestar por amor y solidaridad. 

Por otro lado, hay que diferenciar entre usura e interés. El deudor, por no pagar lo que debe, es obligado a pagar el interés de ganancia aunque sea mayor la cantidad de las usuras permitidas. La usura es solamente el cobro excesivo por la tardanza, no por lo que se debe principalmente. En otras palabras, los intereses, dentro de sus límites, no constituirán usura. 

Las condiciones del interés

De acuerdo con algunos economistas, para que el interés se pueda llevar sin pecado se deben suceder siete condiciones. Sin embargo, Martín de Azpilcueta no está de acuerdo con ninguna de ellas

  1. Que no se huelgue tanto ganar por esta vía. Pero la verdad es que no es que se holgué de ganar por esta vía, sino más bien por lo que deja de ganar cuando se presta
  2. Lo que se recibe de interés, debe ser por medio de interés y no por usura paliada(1). Sin embargo, basta que al tiempo del empréstito, cuando se señaló el interés, la ganancia fuese verosímil, aunque después no se siguiese
  3. El haber pagado o no haber pagado sea la causa de no haber habido ganancia, a lo menos verosímil, según todos. Pero esto no procede si es que el dinero lo tenía para otras causas fortuitas.
  4. Que no sea acostumbrado a dar usura. No va al caso con respecto a al conciencia, pues en una cosa puede ser usurero y en otras no
  5. Que no reciba el interés, antes de lo que verosímilmente lo hubiera interesado, si tratara. Sobre este punto no hay objeción
  6. Que aquel que pide prestado no esté en extrema necesidad. No parece necesario porque como no es obligado a dar graciosamente de precepto, antes satisface prestándose lo necesario, a pagar cuando pudiere. No hay texto o razón que obligue a prestarle sin intereses
  7. Que aquel que presta no incurra en tener fama de usurario. Esta condición es necesaria para evitar el pecado, pero no para evitar la no restitución la cual nace de la injusticia. 
  8. (Añadida por Azpilcueta) Socorrer la necesidad de vida, salud, honra o hacienda del prójimo. No hay compulsión de fuerza pero sí de amor y caridad. Sin embargo, aunque es noble en su principio, no es necesaria
  9. (Añadida por Azpilcueta) Que no lleve el todo el interés que verosímilmente se espera, sino que solamente lo que vale la verosímil esperanza. El único detalle de este interés es que no sea llevado por cosas como el pecado y la vanidad

En consecuencia, Martín de Azpilcueta no tiene problemas con que se genere el cobro de intereses. 

Lo que no es usura

La usura no es tomar el pago por no pagar, ni tomar lo perdido por prestar, pues esto ocurre por el interés de daño. Tampoco es usura aquel dinero que es tomar por la renta de una heredad (bien inmueble), lo que se toma por interés de ganancia. De hecho, aquello de que se renta se puede percibir interés. 

Lo que sí es usura es la ganancia que los mercaderes toman por prestar a intereses los dineros, a personas que realmente no pueden pagar y ellos saben que no pueden pagar. Se comete esta usura con aquellos que no saben que pueden pagar, se les cobra pero el otro quedaría en una condición de esclavo. A esto se llama interés fingido. 

Montes de piedad

Los montes de piedad son entidades benéficas para los pobres. Martín de Azpilcueta nos señala su funcionamiento:

  • Un prelado, señor, hombre rico, o ciudad, presta dinero a los pobres por medio de prendas (bienes muebles), mientras que el pobre (prestatario) debe dejar alguna cosa en garantía por los mese que dure el empréstito

Azpilcueta nos dice que hay veces que, prestado el dinero por cierta cantidad de meses, en esos meses se cobra un interés que parece usura. 

Algunos montes de piedad están permitidos por grandes autoridades. Uno es el Papa León X en el Concilio lateranense por la bulas, cosa que sus predecesores (Sixto, Paulo, Inocencio y Julio) también habían hecho, en todo caso, esta fue la razón de aprobar los montes de piedad. 

Por otro lado, Azpilcueta nos dice que hay cierto aprovechamiento de los Montes de Piedad, pero este aprovechamiento lo realizan los pobres, lo que puede parecer injusto pero esto es solo responsabilidad de ellos.

Usura en las relaciones

No es usurario que el yerno lleve los frutos de la dote prometida que le dio el padre. El prestamista no pierde nada cuando protege a la mujer, pues esto es su obligación. La dote se da para mantenimiento de la mujer y del mantenimiento de ella. 

Censo

El censo es un derecho a recibir alguna pensión en dinero o en bienes, por un año, mes u otro tiempo. Se dudaba de que si la compra del censo constituía usura, pero Martín de Azpilcueta aclara que no porque no consiste en prestar sino que en comprar. 

Algunos dicen que en verdad se finge compra por empréstito. Pero esto no sería posible en los dos casos del censo que serían la donación, pues no hay que esperar, y en cuanto al censo en dinero, aunque puede pensarse que en un censo nuevo puede darse la usura, que sea censo por dinero no es presunción para decir inmediatamente que es usura. 


Conclusión

De acuerdo con todo lo visto, podemos inferir que Martín de Azpilcueta no vincula directamente o simplemente el cobro de intereses con la usura. La usura, ya en términos modernos, o en términos de Martín de  Azpilcueta, es el cobro excesivo de estos mismos intereses. El cobro de intereses no tiene nada de malo, pero son el exceso de cobro lo que los hace usurarios. Sin embargo ¿qué ocurre con algunos pasajes de la biblia que efectivamente nos dice que el cobro de intereses es usura? Al menos, ya parece ser normal en términos civiles, pero parece que aun en los naturales no parece. 

domingo, 2 de julio de 2023

Etimologías - Usura


Usura

En general, la usura es el cobro excesivo de intereses. Su concepción ha sido objeto de controversia, pues algunos pensadores la consideraron condenable y otros aceptable. En gran parte, la religión es una de las disciplina que nos ha hablado de la usura ampliamente, además de su condenación; pero, por otro lado, las interpretaciones de las lecturas sobre el cobro de intereses son cambiantes. En cuanto a su etimología, si bien esta palabra proviene de Roma, la verdad es que en Grecia ya se podía entender de algún modo. 

Antigua Grecia

Si bien la palabra usura es de origen latino, si entendemos que la usura es el cobro de intereses excesivo, en la antigua Grecia, efectivamente, existía el cobro de intereses. En verdad, en la antigua Grecia no era un problema el cobro de intereses fuera excesivo o no, pues no existía ninguna regulación. 

Como no podemos analizarla desde el punto de vista de la palabra ''usura'', tendremos que averiguar el concepto que da nacimiento a la usura: el interés. 

Interés en griego antiguo se dice tókos (τόκος) y significa justamente, el interés sobre el dinero prestado. Su costumbre no era para nada penalizada, al contrario, era permitida y pactada entre el prestamista y el prestatario, 

Ahora bien, existía un tipo de interés acentuado que era llamado anatocismo.

  • Ana (ανα-): nuevo
  • Tocismo (τόκος + ισμός = τοκισμός): acción de dar interés

Básicamente, este concepto significaba el cobro del interés sobre el interés. Aclaremos el anatocismo con el siguiente ejemplo:

  • Una persona presta a otra 100 pesos por un año con un interés del 10%. Es decir, esta persona tendrá que pagar a final de año la suma de 110 pesos. 
  • Ese 10% es llamado interés simple que es la ganancia aplicada al capital inicial
  • Sin embargo, si te demoras en pagar los 110 pesos (1 año y un mes), entonces se sumaran los intereses moratorios
  • Supongamos que los intereses moratorios de un mes son 10%
  • Entonces, sobre el monto de 110 se aplicará el nuevo interés del 10%, es decir un 10% más
  • En total, lo que tendría que pagar sería 121 pesos (110 + 10% de 110 = 121)

El anatocismo en la antigua Grecia era de orden convencional por lo que la institución solo concernía a las partes. 

Antigua Roma

Si en la antigua Grecia se permitía el cobro de intereses, en la antigua Roma se prohibiría de forma absoluta. En consecuencia, si el solo cobro de intereses estaría prohibido, el anatocismo no tenía cabida alguna. 

La palabra nace justamente del latín usura que deriva de la palabra usus, que quiere decir ''hacer uso'' y ura que es el sufijo que se utiliza para realizar una acción.

En todo caso, si bien el derecho romano permitía una tasa de interés del 12% anual. Sin embargo para los pensadores bíblicos como San Agustín de Hipona, el cobro de intereses era lo mismo que la usura. Esto basado en ciertos pasajes de la biblia. 

''Cuando prestares dinero a uno de mi pueblo, al pobre que está contigo, no serás usurero con él, no le cobrarás intereses''

(Éxodo 22:25)


''Pero si este hombre... ...que presta dinero con usura y exige intereses: ese hombre no vivirá''

(Ezequiel 18:10-13)


''Ustedes deben amar a sus enemigos, y hacer bien, y dar prestado sin esperar nada a cambio''

(Lucas 6:35)


Entre otros versículos que se establecen en contra del cobro de intereses, todos, de acuerdo con los pensadores cristianos de aquel tiempo, equiparan el cobro de intereses con la usura. 

En próximas entregas veremos que a lo largo de la historia, la perspectiva de la usura cambiara notablemente. 


Conclusión

En estricto rigor, la usura está prohibida en muchos países, no me atrevería a decir que en todos, pero en muchos como Japón, Estados Unidos y Suiza las regulaciones contra la usura son muy flexibles. En el caso de Chile, la usura está regulada en el Código Penal en el artículo 472, a la hora de implementar un interés superior al 50%, al interés corriente. Parece ser que hoy en día, el cobro de interés no es necesario que constituya usura. 

martes, 27 de junio de 2023

Martín Lutero - Lutero en la Dieta de Worms (1521)

 


Era el 17 o 18 de abril de 1521 cuando Martín Lutero se presenta en la Dieta de Worms, donde se enfrentaría a las preguntas formuladas por la comisión frente al Emperador Carlos V. Es un escrito realizado por sus amigos que describe lo que sucedió ese tenso día. Se le pidió que se retractara de todos sus escritos, pero Lutero no quiso y finalmente destacó por su defensa. Veamos los detalles


LUTERO EN LA DIETA DE WORMS

La audiencia con el emperador

Entra Martín Lutero en Worms el 16 de abril de 1521 llamado por el emperador Carlos V. Hace tres años, Lutero había publicado en Wittenberg, Sajonia, para una disputación algunas tesis contra la tiranía de Roma. Estas no fueron refutadas, pero sí destruidas y quemadas, pero el asunto empezó a escalar en un tumulto cuando el pueblo defendía al Evangelio contra los clérigos. 

De este modo, se citó a Lutero por medio del heraldo imperial, además de letras de salvoconducto extendidas para este fin por el emperador. Se hospedó en la casa de los Caballeros de Rodas donde lo atendieron muy bien. Al día siguiente, 17 de abril, fue a visitarlo Ulrico von Pappenheim, mariscal del imperio quien le mostró a Lutero una orden para presentarse ante el emperador para un audiencia. Lutero aceptó con prontitud.

Una vez frente al emperador, se le dijo que no dijese nada sin ser preguntado. En ese momento, se produjo el interrogatorio contra Lutero 


  • Juan Eck: La Majestad Imperial te ha citado aquí, Martín Lutero, por estas dos causas: primero, para que reconozcas públicamente en este lugar si son tuyos los libros divulgados hasta ahora bajo tu nombre; segundo, una vez que los hayas reconocido, si quieres que todos sean considerados tuyos o si deseas revocar algo de ellos".
  • Jerónimo Schurff (abogado de Lutero): Que se lean los títulos

Se recitaron nominalmente los libros de Lutero como por ejemplo, Comentario a los Salmos, Las Buenas Obras, El Comentario al Padre Nuestro, entre otros folletos cristianos no contenciosos. 

  • Martín Lutero: "La Majestad Imperial me propone dos preguntas: primero, si quiero que todos los libros que llevan mi nombre se consideren como míos; segundo, si tengo la intención de mantener su contenido o de revocar en efecto algo de 10 que hasta ahora he publicado. A estas dos preguntas responderé breve rectamente, según pueda: primero, no puedo dejar de incluir entre los míos los libros ya nominados, ni jamás negaré algo de ellos. En cuanto a la próxima cuestión, si mantengo por igual todo o si revoco lo que se considere dicho sin un testimonio de las Escrituras, se trata de un asunto de la fe y de la salvación de las almas y concierne a la Palabra Divina. No hay nada más sublime tanto en el cielo como en la tierra y con razón todos debemos venerarla. Por ello, seria temerario y  a la vez peligroso afirmar algo que no estuviese bien pensado. Sin meditación previa podría aseverar menos de lo que al asunto demanda, como asimismo más de lo que a la verdad corresponde. En ambos casos yo caería bajo la sentencia enunciada por Cristo, cuando dijo: 'A cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos'. Por esta razón, ruego y suplico a Vuestra Majestad que se me conceda tiempo para reflexionar, a fin de que en la interrogación pueda contestar satisfactoriamente sin incurrir en una ofensa a la Palabra Divina y sin caer en un peligro para mi alma".

  • Juan Eck: Martín, aunque por la orden imperial hubieses podido comprender suficientemente para qué te han citado y por esta causa no mereces que se te dé más tiempo para pensar, no obstante la Majestad Imperial, por clemencia innata te concede un día para meditar, con el fin de que mañana a la misma hora comparezcas ante él bajo la condición de que no presentes tu declaración por escrito, sino que la expongas oralmente"


Luego de esto, el heraldo condujo nuevamente a Lutero a su albergue. Muchas personas lo amonestaron en el transcurso, pero llegó sano y salvo.

Al siguiente día, 18 de abril, el heraldo lo visitó nuevamente y lo llevó a la corte del emperador. Comenzaría el oficial hablando:

  • Juan Eck: la Majestad Imperial te fijó esta hora, Martín Lutero, puesto que admi­tiste públicamente que los libros ayer nombrados eran tuyos. Además, en cuanto a la cuestión de que si querías que algo de ellos fuera tenido por írrito o si aprobabas todo lo que publicaste, pediste un plazo para reflexionar que ha expirado ahora, aunque por derecho no hubie­ras debido solicitar más tiempo para pensar, puesto que con tanta anti­cipación sabías a qué habías sido citado. Además, todos están de acuerdo con que la cuestión de la fe es tan cierta que cuando se le pregunta a cualquiera en alguna oportunidad, puede dar segura y constante razón de ella y más aún a ti, tan grande y tan docto profesor de teología. ¡Adelante, entonces! Responde al requerimiento de Su Majestad, cuya benignidad notaste al pedir un plazo para meditar. ¿Quieres defender todos los libros que reconociste como tuyos o deseas retractarte de algo?

  • Martín Lutero: Serenísimo Señor Emperador, Ilustrísimos Príncipes, Clementísimos Señores: a la hora que se me fijó anoche comparezco obediente y su­plicando por la misericordia de Dios que Vuestra Serenísima Majestad y Vuestras Ilustrísimas Senorías se dignen escuchar clementes esta causa que es justa y recta tal como yo lo espero y perdonar benigna­mente si no le hubiera dado a alguien por impericia los títulos que le corresponden o si de alguna manera hubiera pecado contra las cos­tumbres y el ceremonial de la corte, puesto que no soy hombre acos­tumbrado a  ella, sino a las celdas del convento. No puedo declarar sobre mí otra cosa sino lo que hasta ahora he ensenado y escrito con simplicidad de corazón, teniendo en vista sólo la gloria de Dios y la sin­cera instrucción de los fieles cristianos.

    Serenísimo Emperador, Ilustrísimos Príncipes, Vuestra Serenísima Majestad me propuso ayer dos preguntas, a saber, si yo reconocía como míos los libros nombrados y editados bajo mi nombre y si quiero per­severar en ellos defendiéndolos o si deseo revocarlos. Di una respuesta pronta y clara a la primera y en esto persisto hasta ahora y persistiré eternamente, es decir, estos libros son míos y yo los publiqué bajo mi nombre, a no ser que hubiera sucedido en el ínterin por casualidad que alguno de mis émulos, ya sea por astucia o por sagacidad importuna, hubiese cambiado algo en ellos o sacado taimadamente una parte, puesto que plenamente no reconozco nada que no pertenezca a mí solo y no haya sido escrito por mí mismo con exclusión de toda interpretación sutil de cualquiera.

    Hay, pues, algunos en los cuales he expuesto la fe religiosa y la moral de una manera tan sencilla y evangélica que los mismos adversarios se ven compelidos a admitir que son útiles, inofensivos y claramente dignos de ser leídos por cristianos. Incluso la bula, si bien es impetuosa y cruel reconoce que algunos son inocuos, aunque los condene también con un criterio verdaderamente monstruoso. Por lo tanto, si yo empezase a revocarlos, os ruego: ¿qué haría sino condenar como único entre todos los mortales esta verdad que amigos y enemigos por igual confiesan pugnando solo frente al criterio concorde de todos?

    Otra clase de libros la componen aquellos que atacan al Papa y a los asuntos de los papistas en cuanto que sus doctrinas y sus pésimos ejemplos han devastado al mundo cristiano mediante un mal que afecta tanto al cuerpo como al espíritu. Nadie puede negarlo o disimularlo, porque la experiencia de todos y las quejas universales atestiguan que por las leyes del Papa y por doctrinas humanas las conciencias de los fieles fueron enredadas, vejadas y torturadas en la forma más horrible, mientras la increíble tiranía devoró los bienes y el patrimonio, sobre todo en esta ínclita nación alemana y aún sigue devorándolos sin cesar hasta el día de hoy por medios indignos, mientras ellos mismos por sus propios decretos (como disto 9  y 25, g. 1  y 2) advierten que las leyes y las doctrinas del Papa han de tenerse por erróneas y réprobas cuando se oponen al Evangelio y  a las sentencias de los Padres. Por consiguiente, si yo revocara también estos libros no habría hecho otra cosa que for­talecer más la tiranía y abrir ya no las ventanas, sino las puertas a tanta impiedad que robaría más amplia y más libremente de lo que se ha atrevido a hacerlo jamás hasta este momento. Y por el testimonio de esta revocación mía, el reino de su maldad muy licenciosa y del todo impune se hará completamente intolerable para el mísero vulgo y, no obstante, quedaría fortalecido y consolidado, principalmente si divul­gasen la noticia de que yo lo hice en virtud de la autoridad de Vuestra Serenísima Majestad y de todo el Imperio Romano. ¡Oh Dios mío, qué tapujo sería yo para la malignidad y tiranía!

    EI tercer género lo componen los libros que escribí contra algunas personas privadas y (como ellos dicen) distinguidas, es decir, las que se empeñaban en defender la tiranía romana y en aniquilar la piedad que yo ensenaba. Confieso que he sido más acerbo de lo que corresponde a mi estado de monje profeso. No quiero tampoco pasar por santo ni estoy disputando sobre mi vida, sino sobre la doctrina de Cristo. No es correcto tampoco que revoque estos escritos porque, debido a semejante retractación, nuevamente podría acontecer que bajo mi patrimonio rei­nasen la tiranía y la impiedad y se ensañaran contra el pueblo de Dios de una manera más violenta que nunca.

    Sin embargo, como soy hombre y no Dios, no puedo defender mis libritos con otra protección que con aquella que el mismo Señor mío Jesucristo defendió su doctrina. Cuando ante Anás lo interrogaron sobre su doctrina y un criado le dio una bofetada, dijo: "Si he hablado mal, testifica en qué está mal". Si el mismo Señor que sabía que no podía errar, no obstante, no se negó a escuchar un testimonio contra su doc­trina, ni siquiera por el siervo más vil cuánto más yo que soy una vez capaz sólo de errar, debo desear y esperar que alguien quiera dar tes­timonio contra mi doctrina. En consecuencia, Vuestra Serenísima Majestad ilustrísimas Senorías, ruego por la misericordia de Dios, que cualquiera, en fin, ya sea el más alto o el más bajo, con tal que sea capaz, de testimonio, me convenza de mis errores y los refute por medio de escrituras proféticas y evangélicas. Estaré del todo dispuesto, si me convencen, a renunciar a cualquier error y seré el primero en arrojar mis libros al fuego.

    Creo que por mis declaraciones queda patente que he considerado y examinado bastante los riesgos y peligros como asimismo las pa­siones y disensiones que se produjeron en el mundo con ocasión de mi doctrina y de los cuales me amonestaron ayer grave y fuertemente. Pero el aspecto más agradable en estos asuntos lo constituye para mí el ver que surgen pasiones y disensiones a causa de la Palabra de Dios. Es, en efecto, el camino, la oportunidad y el resultado de la Palabra Divina, como Cristo dice: "No he venido para traer paz, sino espada. He venido para poner en disensión al hombre contra su padre, etc.". Por ello, hemos de pensar cuán maravilloso y terrible es nuestro Dios en sus consejos para que aquello que aplicamos con el objeto de aplacar las pasiones no se transforme por ventura más bien en un diluvio de males intolerables, si empezamos a condenar la Palabra. Y hay que pro­curar que no resulte infeliz y desafortunado el gobierno de este adoles­cente óptimo, el Príncipe Carlos (en el cual después de Dios se cifra gran esperanza). Podría ilustrar esta afirmación con abundantes ejemplos tomados de las Escrituras: el faraón, el rey de Babilonia, los reyes de Israel se arruinaron completamente cuando trataban de pacificar y estabilizar sus reinos mediante consejos sapientísimos. Es el mismo Dios que "prende a los sabios en la astucia de ellos" y que arranca los montes antes que se den cuenta". Por tanto, es menester temer a Dios. No digo esta porque jefes tan altos necesiten de mi enseñanza y admo­nición, sino porque no debería sustraerme a la debida obediencia a mi Alemania. Y con estas palabras me encomiendo a Vuestra Majestad Serenísima y a Vuestras Señorías, rogando humildemente que no tole­réis que por los celos de mis adversari0s sin causa alguna quede abo­rrecible para vosotros. He dicho.

    Después de este discurso el orador del Imperio dijo en tono de repro­che que yo no había respondido a la pregunta y que no debía cuestionarse lo que ya anteriormente se había condenado y definido en los concilios. Por ello lo que se me pedía era una respuesta simple, no ambigua, si quería revocar o no.

    Entonces yo contesté: Como, pues, Vuestra Serenísima Majestad y Vuestras Señorías pedís una respuesta simple, la daré de un modo que no sea ni cornuda ni dentada. Si no me convencen mediante testimonios de las Escrituras o por un razonamiento evidente (puesto que no creo al Papa ni a los concilios solos, porque consta que han errado frecuentemente y contradicho a sí mismos), quedo sujeto a los pasajes de las Escrituras adu­cidos por mí y mi conciencia está cautiva de la Palabra de Dios. No puedo ni quiero retractarme de nada, puesto que no es prudente ni recto obrar contra la conciencia.

  • Juan Eck: "Martín, contestaste con más inmodestia de lo que corresponde a tu persona y además no respondiste a la pregunta propuesta. Hiciste varias distinciones entre tus libros, pero de una manera que todo ello no facilita en nada la investigación. Si te retractases de aquellos en los cuales consta buena parte de tus errares, indudablemente Su Majestad Imperial por clemencia innata no toleraría que se persiguiesen los demás que son buenos. Pero re­sucitas errares ya condenados por el concilio general de Constanza compuesto por toda la nación alemana y quieres que se te refute por las Escrituras. En eso estás delirando gravemente; ¿Qué objeto tiene suscitar una nueva discusión sobre asuntos ya condenados a través de tantos siglos por la Iglesia y el concilio?, a no ser que acaso se deba rendir cuenta a cualquiera de todo asunto. Si alguna vez se impusiera la norma de que cualquiera que contradijese a los concilios y a los pensamientos de la Iglesia debiera ser refutado por pasajes de las Escri­turas, no tendríamos nada cierto o determinado en la cristiandad. Y esta es la causa por la cual Su Majestad Imperial te exige una respuesta simple y clara, ya sea negativa o afirmativa; ¿Quieres defender todos tus libros como católicos? ¿o quieres revocar algo de ellos?"


Después de esta exposición, Lutero rogó a la Majestad Imperial que no fuera compelido a retractarse de sus escritos sin claros fundamentos.

  • Martín Lutero: ''¡Qué Dios me ayude!''

Al día siguiente, 20 de abril, el Emperador se reuniría con príncipes, duques y demás estados para dar una declaración.

  • Carlos V: "Nuestros antepasados, que eran también príncipes cristianos, fueron, no obstante, obedientes a la Iglesia Romana que ahora impugna el Doctor Martín. Y como éste se ha propuesto no ceder ni un ápice en sus errores, no podemos apartarnos con decoro del ejemplo de nuestros mayores y hemos de proteger la antigua fe y prestar ayuda a la Santa Sede. Por ello, perseguiremos a Martín y sus correligionarios con la proscripción y con otros medios cualesquiera para cerrarle el camino"


A pesar de esta declaración, Carlos V tenía en consideración el salvoconducto que le darían a Lutero, ya que fue una promesa dada desde el principio. 

El 22 de abril, Juan Eck le dijo a Lutero que se presentase ante él a la hora sexta del próximo miércoles en la residencia del arzobispo de Tréveris. 

Entre los muchos doctores que asistieron, el doctor Vehus declaró que la obra de Lutero destruía toda la institución de la Iglesia. Existía un libro en particular llamado ''La Libertad Cristiana'' que el vulgo utilizaba como liberación y desobediencia. Si bien Lutero tiene otras buenas obras como ''Justicia Triple'', debe tener cuidado porque el árbol no se conoce por la flor sino que por sus frutos. Finalmente, dijo que si Lutero no se retractaba de sus escritos, entonces los tendrían que desterrar. A esto, Martín Lutero responde:

  • Martín Lutero: "Clementísimos e ilustrísimos príncipes y señores, lo más humildemente que puedo os doy gracias por esta clementísima y benignísima voluntad a que se debe esta admonición. Reconozco, pues, que soy un pobre hombre demasiado vil para ser amonestado por tan grandes príncipes. No he criticado todos los con­cilios sino sólo el de Constanza y principalmente porque condenó la Palabra de Dios, lo cual queda evidente por este artículo de Juan Hus que allí fue desaprobado: "La Iglesia de Cristo es la universalidad de los predestinados". Esta proposición la condenó el concilio de Cons­tanza y con ella este artículo de fe "Creo en una Santa Iglesia Católica".

Cuando todo el asunto terminó, Juan Eck llamó a Lutero a su comedor. Ahí se encontraban otros doctores como Cocleo, Jerónimo Schurff y Nicolás Amsdorf. Eck le dijo que las herejías siempre nacían de las Sagradas Escrituras; por ejemplo, ''El Padre es mayor que yo'' indujo a Arrio a dudar de la Santísima Trinidad.

Luego, Cocleo dijo a Martín que se abstuviera de su propósito y que no enseñara más. No solo eso, luego le trató de persuadir que renunciara al salvoconducto y que debatiera públicamente con él. Lutero no aceptó. 

Finalmente, el salvoconducto se hace efectivo y Lutero puede volver a su domicilio, con la condición de que no altere al pueblo con sus discursos durante el viaje. A esto Lutero contestó:

  • Martí Lutero: "Como a Dios le plugo, así sucedió. Bendito sea el nombre del Señor". Ante todo, muy humildemente doy las gracias a la Serenísima Majestad Impe­rial, a los príncipes electores, a los príncipes y demás estados del Imperio por la audiencia tan benigna y clemente, como asimismo por el salvoconducto que se ha observado y se observará. En todo este asunto he deseado sólo una reforma conforme a las Sagradas Escritu­ras y en ella he insistido con toda urgencia. En lo demás toleraré todo por parte de la Majestad Imperial y del Imperio: vida y muerte, fama e infamia. No me reservo absolutamente nada para mí sino el solo derecho de confesar y testimoniar libremente la Palabra del Señor. Con toda humildad me encomiendo y me someto a la Majestad Imperial y a todo el Imperio".

De esta forma, el 26 de abril, Lutero sale de Worms para dirigirse a Wittenberg acompañado con escolta. 

Conclusión

Puede ser que este texto no tenga la objetividad clara debido que es muy probable que lo hayan escrito sus amigos. Sin embargo, el hecho claro es que Martín Lutero sí pasó por esta situación, si tuvo que enfrentarse a la corte del rey Carlos V y no se retractó de sus escritos por mucho que lo incitaran y amenazaran con ello. No obstante, si bien esto termina bien, no es el fin del camino para Martín Lutero, aún quedan otras asperezas.