lunes, 5 de abril de 2021

Santo Tomás de Aquino - Suma Teológica (Primera parte de la segunda parte. La ley en general: las distintas clases de leyes (Cuestión 91)) (1265 - 1273)

 


En efecto, el tema de las leyes no ha sido en absoluto un tema por el cual Santo Tomás de Aquino prescindiera sin más. Todo lo contrario, el aquinate está profundamente interesado por la naturaleza de las leyes porque además le servirá para fundamentar los cimientos de la religión. Lo que veremos ahora sigue siendo la ley general, pero en distintos matices, es decir, las distintas clases de leyes que existen, o que más bien existían en aquel tiempo del filósofo. Veamos el siguiente texto. 


Referencias:

(1) Fomes significa ''pecado''.

SUMMA TEOLÓGICA

Cuestiones sobre las distintas clases de leyes

Artículo 1: ¿Existe una ley eterna?

Al parecer no...

1 Toda ley se impone, pero nadie existió eternamente, solamente Dios. Por lo tanto, se deduce que no existe una ley eterna. 

2 Lo mismo ocurre con la promulgación, nadie pudo hacerla porque nadie existe eternamente. 

3 La ley se ordena a un fin, pero nada que sea eterno puede ordenarse a un fin, pues lo único eterno es el fin último.

Contra lo anterior

Como diría San Agustín de Hipona:

''La ley llamada razón suprema no puede menos de aparecer a cualquier ser inteligente como inmutable y eterna''

Respuesta

Santo Tomás de Aquino nos dice que toda la comunidad está gobernada por la razón divina. Para el aquinate, la gobernación de Dios sobre el universo tiene la naturaleza de ley. Y como Dios es divino, quiere decir que también es atemporal, en consecuencia, si su gobernación es eterna, eterna también será la ley. 

Contra las objeciones

1 Las cosas que no existen en sí mismas tienen su existencia en Dios. Él es el que conoce previamente todas las cosas de manera eterna. 

2 La promulgación puede hacerse de palabra o por escrito. En este caso, la ley divina es la palabra de Dios que ya fue hablada y además está escrita

3 El fin está entendido en el sentido humano y no en el sentido divino. En efecto, cuando la ley es divina esta es eterna. 

Artículo 2: ¿Existe en nosotros una ley natural?

Al parecer no...

1 El gobierno del hombre está comprendido suficientemente en la ley eterna, por lo tanto, en el hombre no se encuentra una ley natural.

2 La ley ordena los actos del hombre, pero esta ordenación no procede de la naturaleza, como sí lo hacen los animales irracionales que responden a sus instintos, sino que procede de la voluntad y la razón del hombre. Por lo tanto, no hay ley natural en el hombre

3 El hombre es libre debido al libre albedrío, por lo tanto, está fuera de la ley natural. Los animales irracionales también estarían fuera. 

Contra lo anterior

Santo Tomás cita el libro Romanos:

''Los gentiles, que no tienen ley, cumplen naturalmente los preceptos de la ley. Aunque no tienen ley escrita, tienen, sin embargo, la ley natural, mediante la cual cada uno entiende y es consciente de lo que es bueno y de lo que es malo''

(Romanos 2:14)

Respuesta

La ley es regla y medida y como todas las cosas se encuentran sometidas a la divina providencia, es natural que participen de cierto modo en la ley eterna. Así, el hombre participa de esta ley eterna de una forma muy superior al resto de los animales, pues los hombres tiene razón y voluntad. Esta participación en la ley eterna que tienen los hombres es lo que se llama ley natural. 

Contra las objeciones

1 El argumento carece de valor porque la ley natural se entiende en la ley eterna

2 Todo lo que procede del hombre tiene su origen en la naturaleza, pues para el hombre es natural tener razón y voluntad. 

3 Los animales tanto racionales como irracionales participan de la ley eterna a su manera. El hombre recibe la ley porque la ley es cosa de la razón como está dicho en ''la esencia de la ley''.

Artículo 3: ¿Existe una ley humana?

Al parecer no...

1 La ley natural que es participación de la ley divina es suficiente para tener un orden perfecto. No se necesita una ley humana.

2 La ley tiene carácter de medida, pero esta medida no viene de la razón humana ni tampoco es medida de las cosas. 

3 El dictamen de la razón humana en sus asuntos es incierto. Los pensamientos de los mortales son inseguros.

Contra lo anterior

De acuerdo con San Agustín de Hipona, existen dos tipos de leyes: una divina y otra temporal; esta temporal tiene que ver con la ley humana.

Respuesta

La ley es un dictamen de la razón práctica. Sin embargo, a través de la razón práctica y la especulativa, el hombre puede llegar a formar ciertos principios. Aún así, la razón primitiva también tiene principios subyacentes en el cual basarse. Como diría Marco Tulio Cicerón:

''En su origen el derecho proviene de la naturaleza, luego, con la aprobación de la razón, estas cosas surgidas de la naturaleza y aprobadas por la costumbre, fueron sancionadas por el temor y el respeto a las leyes''

Contra las objeciones

1 Las leyes humanas se encargan de cosas más particulares.

2 Los principios que la razón humana adquiere son reglas generales que han de servir para todas las acciones humanas. 

3 La razón humana no está en el ordenamiento de las cosas naturales, porque está destinada más bien a lo particular y contingente, y no sobre lo necesario que es relacionado con la ley natural. 


Artículo 4: ¿Era necesaria la existencia de una ley divina?

Al parecer no...

1 Como ya está la ley eterna que es perfecta y la ley natural es parte de ella, además de tener la ley humana, entonces no es necesaria una ley divina. 

2 En el libro Eclesiástico 15:14 se dice ''Dios dejó al hombre a merced de su consejo''. Como el consejo es una razón, entonces el hombre es dejado solo al servicio de su razón, y si esto forma una ley humana, entonces no necesita la ley divina.

3 La ley humana goza de autonomía, en contraste a las criaturas irracionales que solo tienen la ley natural y no la ley divina. Mucho menos entonces tendrá el hombre la ley divina si ya tiene la natural además de la suya propia. 

Contra lo anterior

David pide a Dios: 

''Señor, ponme una ley en el camino de tus justicias''

(Salmos 118:33)

Respuesta

Existen cuatro razones para el aquinate para decir que sí es necesaria la ley divina.

  1. El contenido de la ley divina es dirigir al hombre hacia un fin. De no tenerla, entonces tendrá solamente la ley natural y la de la razón que no le serán suficientes para alcanzar un fin virtuoso
  2. Para que el hombre pueda dictar leyes sin ninguna duda, entonces será necesario que se guíe por la ley divina
  3. Hay actos internos que el hombre no puede alcanzar siempre, por lo tanto, si bien tiene control por los actos externos, lo único que podría controlar sus actos internos sería una ley divina
  4. La ley humana por sí sola no puede condenar todas las conductas humanas, por eso, es necesario que exista una ley divina que, al final de la vida del hombre, lo castigue

Contra las objeciones

1 El hombre puede ser guiado en su vida por la ley eterna y la ley natural, pero necesitará de una ley superior para conducirse al fin último sobrenatural.

2 El consejo es una especie de indignación para proceder de determinados principios. Pero la ley natural no será suficiente sino que también necesitará la ley divina.

3 Los animales solo se atienen a su naturaleza. La comparación no es válida.

Artículo 5: La ley divina ¿es solamente una?

Al parecer sí...


1 Dios es el rey único de todo género humano. Por lo tanto, existe una sola ley divina

2 Lo que Dios intenta en los hombres es una sola cosa, por lo tanto la ley divina es una sola

3 La ley natural es única para todos los hombres, y por lo tanto la ley divina es una sola. 

Contra lo anterior

Existen dos leyes: la ley antigua y la ley nueva; una del sacerdocio de levítico y otro del sacerdocio de Cristo

Respuesta

La ley debe ordenarse a un bien común, pero este bien común: uno es el sensible y terreno, mientras que el otro es inteligible y celeste. Ahora, es claro que la ley nueva supera a la antigua.

Contra las objeciones

1 Dios creó dos leyes y estas son la antigua y la nueva, siendo la última la más perfecta

2 La salvación de los hombres proviene solo de Cristo, pero antes de esta salvación a los hombres se les dio otra ley divina: la antigua ley. 

3 La ley divina también dirige al hombre pero en aquellos aspectos sobrenaturales. 


Artículo 6: ¿Existe una ley del fomes(1)?

Al parecer no...

1 El fomes no se funda en la razón y más bien se desvía de ella. 

2 Toda ley es obligatoria y quienes no la cumplen son transgresores.

3 La ley se ordena al bien común, pero el fomes no se guía por el bien común.

Contra lo anterior

El apóstol dice en Romanos:

''Siento otra ley en mis miembros que repugna a la ley de mi mente''

(Romanos 7:23)

Respuesta

Como la ley es toda ordenación, medición y regulación de todo principio, así se entiende que toda inclinación puede participar de la ley general. Las mismas inclinaciones al fomes están reguladas por las leyes, por ejemplo, un soldado no tiene las mismas regulaciones que un comerciante. Otro ejemplo sería decir que la pereza es la ley para el gato, pero para el hombre su ley es la razón; por lo tanto, si el hombre actúa de manera fiera se está desviando de su propia ley, pasando a otra que no le corresponde. 

Contra las objeciones

1 Esto tiene que diferenciarse por las distintas clases que existe (ejemplo del soldado y el comerciante)

2 El fomes es una participación de una ley más grande.

3 El fomes puede inclinarse al bien común cuando se usa con la razón; por ejemplo, que la sensualidad se use racionalmente. 


Conclusión

Creo que esta primera parte de la segunda parte de las leyes es tremendamente importante. Esto por la importancia de la pregunta ¿existe una ley natural en el hombre? es decir, podemos comprender que existe una ley natural, pero ¿está dentro del hombre? Santo Tomás dice que sin ninguna duda está dentro del hombre y que su inclinación se debe justamente a esta ley, si dejar fuera la y divina y la humana.

miércoles, 31 de marzo de 2021

Derecho Natural en la Edad Media


Derecho Natural en la Edad Media

En la Edad Media, concepto de Derecho Natural cobra total importancia. Este concepto ya había sido abordado indirectamente por Aristóteles, Cicerón y san Agustín de Hipona. Ahora resta ver los filósofos de la Edad Media que analizaron este concepto. Veamos algunos de ellos. 

Santo Tomás de Aquino 



Enseñó primeramente que todos los actos humanos debían ser juzgados por la ley natural. Una ley injusta no es una ley en sentido estricto, sino que más bien es una apariencia de ley, pues aunque esta puede obligar igual que una ley justa, en su interior es una perversión de la ley justa. 

Para el aquinate no cabe duda que la ley natural existe en el hombre mismo. La ley es regla y medida y como todas las cosas se encuentran sometidas a la divina providencia, es natural que participen de cierto modo en la ley eterna. Así, el hombre participa de esta ley eterna de una forma muy superior al resto de los animales, pues los hombres tiene razón y voluntad las cuales son su naturaleza. Esta participación en la ley eterna que tienen los hombres es lo que se llama ley natural. 

Por otro lado, la ley natural de acuerdo a Tomás de Aquino, también debería ser un medidor de las conductas del hombre. De hecho, la ley natural evalúa dos aspectos a saber: la razón y el motivo. Ambos deben ser buenos para cumplir con la ley natural. ¿Cómo se entienden? Veámoslo de la siguiente manera. 

Situación 1:

Una señora de edad necesita cruza la calle

  • Acción: le ayudas a cruzar
  • Motivo: impresionar a los demás
Como podemos ver la acción en sí misma es buena, pero el motivo es el equivocado. Se debe ayudar a las personas por el simple hecho de ser tales. 

Ahora, para cumplir con la ley natural se deben seguir las virtudes cardinales:

  1. Valentía
  2. Templanza
  3. Justicia
  4. Prudencia

Pero también debe cumplirse con las virtudes teológicas:

  1. Fe
  2. Esperanza
  3. Caridad
De acuerdo con el aquinate, cualquiera de estas virtudes que falte significa el incumplimiento de la virtud y de la ley natural. Finalmente, para Santo Tomás de Aquino la ley tiene su propia definición:

''Ordenación de la razón al bien común, promulgada por quien tiene el cuidado de la comunidad''. 

Por lo tanto, parecer ser que dentro de la ley natural también está el concepto de razón. 

Al-Burini y Al Maturidi

El filósofo del islam Al-Burini también nos habla de la existencia de la ley natural, ya que las leyes del hombre son relativas y limitadas. Dios puede ordenar lo que sea, pues su poder no está sujeto a las leyes humanas y no está en el ser humano poder comprender estas leyes. Si el ser humano no es fiable ¿cómo es que se crearon estas leyes divinas y los hombres pudieron conocerlas? a través de los profetas. Son ellos los que a través de la revelación pudieron dictar las leyes que ahora los hombres obedecen. 

Sin embargo, otro filósofo musulmán llamado Al-Maturidi sostendrá lo contrario estableciendo que el hombre sí es capaz de conocer las leyes naturales, porque le es posible conocer a Dios y distinguir entre el bien y el mal. Si comprende lo que es Dios, entonces con mayor razón podrá entender la ley natural. 

En efecto, dice Al-Maturidi, el hombre es capaz de distinguir cuando una acción es mala: el robo, lo puede comprender por el lamento que ocurre en la persona que es robada, ya que todo lo que le robaron lo consiguió con esfuerzo. La fornicación, el asesinato y la violación son males discernibles que el hombre puede reconocer sin la necesidad de revelaciones. 

Enrique de Bracton y Sir John Fortescue

Desde el lado de la jurisprudencia británica, Enrique de Bracton otorga al derecho natural un carisma más político. Dice el jurista inglés:

''El rey está bajo la ley''

Esta frase es la contraria que se daba en época del Imperio Romano la cual rezaba: ''la voluntad del príncipe es ley''. Todo lo contrario a este pensamiento, Enrique de Bracton nos decía que la ley emanaba de todo acto de justicia, es decir, la fuente de la ley es la justicia

Por otro lado, Sir John Fortescue nos daba otra definición de ley natural:

''Una sanción sagrada que ordena lo virtuoso y prohíbe lo contrario''

Muy parecido al concepto de ley en Santo Tomás de Aquino donde se dice que la ley es una  ''Ordenación de la razón al bien común, promulgada por quien tiene el cuidado de la comunidad''. 

Conclusión

Es de lo más importante establecer que el derecho natural, si bien en principio se consideraba algo divino, con el tiempo se vuelve racional. Ya lo tenemos con los árabes, con los escolásticos y con los ingleses. Por lo que podemos ver estos derechos son anteriores a cualquier otro tipo de ley. Hoy en día podríamos llamarlos ''derechos de primera generación'' como lo son el derecho a la vida o los derechos humanos en general. Nos sigue faltando ver cómo continúa desarrollándose este concepto.

lunes, 29 de marzo de 2021

Santo Tomás de Aquino - Suma Teológica (Primera parte de la segunda parte. La ley en general: Sobre la esencia de la ley (Cuestión 90)) (1265 - 1273)

 


En la Suma Teológica, Santo Tomás de Aquino nos habla de los temas más variados, y es así que la ley no está separada de sus investigaciones. En efecto, de lo que nos hablara el Aquinate es propiamente del Derecho Natural, aquel derecho que es inquebrantable y que no se compara con la ley humana que es perecedera y cambiante en el tiempo. Veremos en este capítulo uno de los más importantes escritos que se hayan visto sobre las leyes. 

SUMMA TEOLÓGICA

Cuestiones sobre la esencia de la ley

Artículo 1 ¿Pertenece la ley a la razón?

Al parecer no...


1 La primera objeción nos dice que al parecer la ley no pertenece a la razón. Se dice en Romanos 7:23

''Siento otra ley en mis miembros''

Pero la razón se encuentra en un órgano corporal, entonces, si la ley está en un miembro entonces no está en la razón.

2 En la razón se encuentran tres conceptos: potencias, hábitos y actos. Los hábitos de la razón son las virtudes intelectuales que no tiene que ver necesariamente con la ley, los actos tampoco porque entonces si cesa el acto, cesa la ley (lo cual es absurdo).

3 Lo que sí hace la ley es mover a obrar a los que están sometidos a ella; por lo tanto, la ley tiene que ver más con la voluntad que con la razón. 

Contra lo expuesto

Santo Tomás de Aquino nos dice que todo acto de imperio es propio de la razón. 

''La ley es una regla y medida de nuestros actos según la cual uno es inducido a obrar o dejar de obrar''

En esta parte es donde Tomás de Aquino nos explica que ''ley'' proviene de ''ligar'', porque obliga en orden a la acción. En efecto, la regla y la medida comprenden el primer principio de los actos humanos. Propio de la razón es ordenar al fin y el fin es el primer principio en el orden operativo. 

En consecuencia, lo que es principio en un determinado género es regla y medida de ese género. Por lo tanto, la ley sí pertenecería a la razón. 

Contra las objeciones

1 Si la ley es regla y medida, y estas acciones son propias de la razón, entonces la ley se encuentra en todo aquello que obedece a alguna inclinación, en este caso, los miembros. 

2 La ley sí coincide con la razón porque esta se forma a través de silogismos ordenados y sistematizados, lo que no solo comprendería a las leyes como hábitos, potencias o actos sino que a algo netamente intelectual. 

3 La ley sí tiene que ver con la voluntad, pero esa voluntad tiene un cierto orden y razonamiento. Por lo tanto, esta voluntad debe estar regulada por la razón, solo así la voluntad del príncipe tendría fuerza de ley.

Artículo 2: ¿La ley se ordena siempre al bien común?

Al parecer no...

1 A la ley compete mandar o prohibir, pero esto es siempre solo sobre bienes singulares.

2 La ley dirige las acciones del hombre y estas siempre son hacia bienes particulares.

3 Basado en una cita de San Isidoro de Sevilla

''Si la ley recibe su consistencia de la razón, será ley todo lo que la razón establezca''

Pero la razón no solo establece las cosas del bien común sino que también las particulares. En este caso, la ley no solo se ordena al bien común sino que también al privado. 

Contra lo expuesto

Isidoro de Sevilla también dijo:

''La ley no ha sido escrita para provecho particular de nadie, sino para utilidad común de los ciudadanos''

En la razón, en efecto, hay algo que es principio de todo lo demás. El primer principio en el orden operativo es el fin, y el fin del hombre es la felicidad. Como la felicidad es un concepto común entre los hombres, entonces por medio de la razón se creará este fin. Por lo demás, aquello que es género siempre somete a todas las demás cosas, por ejemplo, el fuego tiene que ver con todo aquello que pone cálido a los cuerpos mixtos. 

Contra las objeciones

1 La ordenación al bien común es propia de la ley, por lo tanto, como el género somete a lo particular o a lo específico, entonces la ley sí se dirige al bien común

2 Si bien las acciones del hombre se dirigen a lo particular, la verdad es que estas particularidades son creadas a partir de bien común. 

3 Nada hay de práctico en le terreno de la razón hasta que este llega a su fin último que es el bien común. 

Artículo 3: ¿Puede un particular crear leyes?

Al parecer sí...


1 Se dice en Romanos:

''Cuando los gentiles, que carecen de ley, guiados por al razón natural, cumplen los preceptos de la ley, ellos mismos son su propia ley''

Por lo tanto, cualquiera puede darse a sí mismo leyes.

2 Según Aristóteles:

''La intención del legislador es inducir a los hombres a la virtud''

Pero cualquier otro hombre puede inducir a otro a al virtud. Por lo tanto, cualquiera puede dar leyes a otro hombre.

3 Así como el príncipe puede hacer leyes, el padre de familia también las hace en su hogar. 

Contra lo expuesto

De acuerdo con San Isidoro de Sevilla:

''La ley es una determinación del pueblo sancionada por los ancianos junto con la plebe''

Entonces, las leyes no las puede hacer cualquiera de acuerdo al filósofo de Sevilla. 

La ley siempre tiene por objeto primero el bien común, por lo tanto, quien dicte una ley lo hace al pueblo y a alguien que haga sus veces., Por lo tanto, o bien puede pertenecer al pueblo o a una autoridad pública que tiene el cuidado del pueblo.

Contra las objeciones

1 La ley puede estar en el regulador o el regulado. En el segundo sentido, claro, cada quien dicta sus propias leyes como regulado, pero debe obedecer las del regulador independiente de las suyas.

2 Una persona privada no puede inducir eficazmente a la virtud. Es muy probable que falle si no está bien instruida. Para que sea efectiva, solo el pueblo y el mandatario público podrán otorgarla efectivamente. 

3 El padre de familia por cierto que podrá indicar preceptos a su grupo, pero esas leyes no tendrán el carácter de ley para una ciudad. 


Artículo 4: ¿Es esencial la promulgación de una ley?

Al parecer no...

1 La ley natural no necesita promulgación porque es la ley de toda la naturaleza y la humanidad. En efecto, no necesito que se me dicte una ley para saber que puedo respirar, caminar, ver, oír, etc.

2 Lo propio de la ley es obligar a hacer algo, pero no solo obligar a aquellos que están en la promulgación sino que también a los demás

La ley siempre es entendida hacia el futuro, en cambio la promulgación se entiende en el presente. 

Contra lo expuesto

Las leyes son instituidas cuando son promulgadas, no en otra ocasión. La ley siempre se impone como regla y medida, mediante su aplicación. Por lo tanto, para que la ley tenga la característica de obligar, necesita ser aplicada a los hombres. 

De aquí se desprende el concepto de ley:

''Ordenación de la razón al bien común, promulgada por quien tiene el cuidado de la comunidad''

Contra las objeciones

1 Dios impartió el concepto de ley natural en los hombres, para que estos la pudieran conocer naturalmente. 

2 Los que no asisten a la promulgación deben atenerse a las leyes una vez que la conozcan, o pueden conocerla por medio de otros. 

3 La promulgación actual se dirige hacia el futuro merced a la permanencia de la escritura, por lo tanto es una promulgación constante. De ahí que el mismo Isidoro de Sevilla señale:

''El nombre de la ley procede de leer, porque está puesta por escrito''


Conclusión


Es realmente interesante este texto de Santo Tomás de Aquino, porque establece el concepto de ley más perfecto que existe. Muchos códigos y legislaciones tratan de definirla, pero estos no son tan precisos como sí lo pone Tomás de Aquino. Vemos también cosas tan actuales como son la importancia de la promulgación, y la disposición de la ley hacia lo futuro. Este entendimiento de la ley se plasmará en todas las leyes de todos los países. 

viernes, 26 de marzo de 2021

Los príncipes de Erasmo de Róterdam y Nicolás Maquiavelo

 


Los príncipes de Erasmo de Róterdam y Nicolás Maquiavelo

No es ninguna novedad que cuando se habla de filosofía y se menciona la palabra príncipe, nos venga inmediatamente a la cabeza el texto de Nicolás Maquiavelo. En este blog hemos visto las recomendaciones que da el filósofo florentino a los príncipes de Italia en el mismo texto con el nombre homónimo. Sin embargo, poco se ha escuchado del texto de Erasmo de Róterdam, cuya publicación fue posterior al de Maquiavelo pero con otro título: ''Educación del Príncipe Cristiano''. Veamos en qué se diferencian o en qué coinciden estos textos casuales. 

Educación del príncipe cristiano (1516)

Por supuesto, el buen príncipe debe ser educado desde niño, pues la mejor oportunidad de educar a uno es justamente aquella cuando no sabe que va a ser príncipe. Es por eso que Erasmo recomienda aquellos cuentos que trabajan con el recurso literario del ''símil''.

Debe castigar sin injuriar y alabar sin adular, es decir, debe tener un equilibrio básico en su accionar. Además, no debe guiarse por la fortuna que tenga, sino más bien por la sabiduría, la integridad y la rectitud. Una de las cosas necesarias para ser un príncipe es ser cristiano y por lo tanto, ser un filósofo; en efecto, para Erasmo ser cristiano y ser filósofo es lo mismo. 

Más que obedecer al emperador del país, el príncipe debe obedecer al único emperador del mundo: Cristo. El príncipe bueno es la viva imagen de Dios, y este debe vivir de acuerdo con la razón y no de la experiencia. Debe considerar las características de Dios:

  • Poder
  • Sabiduría
  • Bondad

Debe educarse en estas tres características lo que más pueda, pero además debe tener estas tres en el caso de ser mandatario:

  • Diligente
  • Bueno 
  • Sabio

Erasmo nos dice que estas son las formas que justamente Aristóteles nos había hablado en su Política; el tirano es contrario a todas estas características porque éste busca su propio provecho, mientras que el príncipe busca el de la República. 

Entre los príncipes buenos siempre hay un pacto implícito, una amistad inquebrantable que no es necesario poner por escrito. Bajo este principio, se presume del príncipe que este debe conocer toda la idiosincrasia del pueblo. 


El Príncipe (1513)

El filósofo Erasmo de Róterdam en su obra ''Educación del Príncipe Cristiano'' sugiere una forma de gobernador ideal en una república. En este sentido, podemos decir que la obra ''El Príncipe'' de Maquiavelo es todo lo contrario a la obra de Erasmo

A Maquiavelo no le importa si el Príncipe es cristiano o no. Lo importante es el colectivo, no el propio individuo. Ahora, si este individuo tiene las opciones para mejorar al colectivo, entonces no debe dudar ni un segundo en ejercer dicha acción, incluso si eso significa traicionar los propios principios. Desde aquí podemos diferencia dos tipos de conceptos: la virtud que todos conocemos y la virtù que habla Maquiavelo.

Muchos sostienen que la palabra ''virtù'' proviene de la palabra en latín ''virtus'' y esta a su vez se traduce en español como ''virtud''. Sin embargo, esta virtù de la que habla Maquiavelo no es la virtud cristiana que todos conocen. Tanto para el pensamiento griego como para el pensamiento medieval, podemos ver que la virtud engloba los siguientes conceptos.

Virtud:

  1. Castidad
  2. Templanza
  3. Caridad
  4. Paciencia
  5. Benevolencia
  6. Concordia
  7. Humildad
  8. Diligencia
  9. Justicia
  10. Disposición a realizar el bien

En cambio, la virtù de Maquiavelo comprende otros conceptos que difieren de los anteriores:

Virtù:

  1. Orgullo
  2. Habilidad
  3. Astucia
  4. Fortaleza
  5. Valentía
  6. Crueldad
  7. Vigor
  8. Osadía
  9. Dureza
  10. Disposición a hacer el mal (si es necesario)
Por cierto, las virtudes y la virtù señaladas no son correlativas, aunque sí hay muchas que son contrarias a las virtudes morales que expusimos anteriormente. 

En El Príncipe, la palabra virtù es repetida 60 veces sin ser definida formalmente. Si bien ya entendemos que estas son las características que debe tener el príncipe, también nos dice Maquiavelo que el gobernador debe servirse de la suerte, es decir, no todo es la virtù, no es infalible, también se necesita suerte (o fortuna). En efecto, la fortuna es la diosa que rige nuestro destino y de la que uno no se puede librar. Sin embargo, el mismo Maquiavelo nos decía que podía llegar a ''domar'' a esta diosa. 

¿Cómo es posible domarla? Maquiavelo nos dice que debe ser por medio de la virtù. Claro, la diosa favorece aquellos hombres que tienen valor, audacia, orgullo. Estas son las cosas por la que la diosa fortuna se ve atraída y seducida.

Ahora ¿por qué no sirven las virtudes cristianas? sirven siempre que cumplan el objetivo de la Razón de Estado, de lo contrario, son inútiles porque de acuerdo al florentino, las virtudes cristianas llevan a la inacción del príncipe y por lo tanto, de ser afectado por el primer golpe del enemigo. 

Maquiavelo nos dice que si bien se debe actuar por el bien del colectivo como una Razón de Estado, sin importar los principios que uno tenga, la verdad es que tampoco llama a realizar el mal solo por realizarlo. El mal tiene que tener una justificación valedera, así como también hacer el bien: ambos necesitan justificación. Por lo tanto, se puede hacer tanto el bien como el mal, mientras la razón sea un bien mayor. 

Lo que se quiere decir es que hay casos donde la crueldad sí está justificada; por ejemplo, cuando al gobernador le hacen daño. Incluso, hay casos en que Maquiavelo también aconseja al Príncipe no mantener su palabra si dicho acuerdo no otorga un beneficio; a contrario sensu, mantenerla si esta reporta un beneficio.

Conclusión

Ninguno de los dos autores mencionados se conoció personalmente, ni tampoco de manera epistolar. Eran dos filósofos pendientes de los asuntos de sus propios países. Sin embargo, coincidentes son sus proyectos con respecto a una sola persona: el príncipe, pero como hemos podido ver, su contenido difiere diametralmente cuando se propone leer estas dos miradas. Queda la pregunta para ustedes entonces ¿qué príncipe es mejor? ¿el que propone Erasmo de Roterdam o el que propone Maquiavelo?

jueves, 25 de marzo de 2021

Nicolás Maquiavelo - El Príncipe (capítulos XVII - XXVI) (1513)



Vamos acercándonos al final del libro ''El Príncipe'' y con ello también exploramos las más oscuras características del mismo. Ya no hay cabida ara las virtudes de antaño que comprometían al príncipe a llevar una vida correcta y siguiendo los preceptos de Dios, ahora, siendo todo lo contrario, el príncipe debe velar solamente por sus propios intereses y actuar en consecuencia con los medios adecuados; medios que le permitan alcanzar sus fines que su vez redundan en la Razón de Estado. Veamos la última parte de esta obra de Nicolás Maquiavelo. 

Referencias:

(1) De ninguna manera hay que confundirlo con el parlamento que se formó en 1789 con la Revolución francesa; al contrario, el Parlamento de París nació el siglo XIII el cual sesionaba dentro del Palacio Real. En realidad, este parlamento era una corte de justicia provincial que trataba solo algunos asuntos políticos. 

EL PRÍNCIPE


CapítuloXVII: Crueldad o clemencia; ser amado o ser temido


Clemencia o crueldad

Ante todo, Maquiavelo nos dice que el príncipe debe ser cruel más que clemente, aunque también debe hacer buen uso de esa clemencia. Todo consiste en darle buen uso a la clemencia, pero también a la crueldad; por ejemplo, César Borgia fue considerado cruel, pero esa crueldad le permitió reordenar Romaña para luego mantenerla en paz. De hecho, esta última actuación pareció más clemente que cruel lo que también hizo que los ciudadanos aprobaran la destrucción de Pistoia. 

La crueldad se debe llevar con mesura y los ciudadanos lo agradecerán, porque otra cosa sería tener un príncipe extremadamente clemente que deje proseguir los desordenes y finalmente destruya un país. 

Ser amado o ser temido

Es más seguro ser temido que ser amado. Para Maquiavelo los hombres en general tienen las siguientes características:

  1. Volubles
  2. Falsos 
  3. Cobardes
  4. Codiciosos

Si los tratas bien te ofrecen su sangre, sus bienes, su vida y sus hijos, pero cuando tú los necesites te darán la espalda. Peor aún si aquellas lealtades se tienen por un precio porque, bien se pueden comprar pero no se tienen. 

Por lo tanto, es mejor que el príncipe se haga temido y de este modo, aunque no sea amado, será capaz de rehuir el odio. En ese mismo caso, el príncipe también debe ejecutar a alguien pero solo si es absolutamente necesario. Lo mismo pasa cuando el príncipe por alguna razón se apodera de los bienes ajenos de sus víctimas. La idea es no hacerlo a menos que exista una gran justificación para ello. 

La fama de cruel también ayudará para tener un ejército que le sea fiel. Un ejemplo inequívoco de ello fue Aníbal, quien infundía su temor a todas las tropas que además eran de distintas razas. Otro ejemplo pero que fue todo lo contrario fue el de Escipión, quien consiguió que sus tropas se le rebelaran debido a su excesiva clemencia. 

En consecuencia, el príncipe tiene como objetivo ser temido, pero a la vez debe evitar el ser odiado. 

Capítulo XVIII: La palabra del príncipe

No cabe ninguna duda de que el príncipe debe ser una persona que mantenga su palabra. Sin embargo, para Maquiavelo la experiencia habla por sí sola. Han sido mucho más grandes aquellos príncipes que no mantienen sus promesas, dejando atrás las lealtades y así con astucia han logrado grandes empresas. 

En este contexto existen dos modalidades de combate:

  • Leyes: propia del hombre
  • Fuerza: propia de las bestias

Sin embargo, cuando la primera no es suficiente será bueno atender a la segunda. Por lo tanto, el príncipe debe saber el manejo de ambas modalidades, pues la una sin la otra siempre son insuficientes. 

Metáfora del león y el zorro

Combinando fuerza y astucia, Maquiavelo intenta hacer una metáfora entre el león y el zorro. Por supuesto, el león tiene cualidades que el zorro no tiene y viceversa; en consecuencia, sus habilidades se complementan perfectamente y el príncipe debe seguirlas. Por ejemplo, el león no puede sortear las trampas que le ponen, y el zorro no puede amedrentar a los lobos. Por esta razón se necesitan mutuamente. En sus mismas palabras:

''Necesita ser zorra para reconocer trampas y león para amedrentar a los lobos''

Por esta razón es que el hombre que es solamente león no puede pensar en muchas cosas, necesita tener la habilidad del zorro para guiarse. 

Si el hombre hace promesas poniéndose en solo una de las posturas, entonces fracasará. Por eso, el príncipe no debe hacer promesas sabiendo como es el hombre. Maquiavelo nos recuerda nuevamente que el hombre es malo por naturaleza. Por lo tanto, no puede esperar que el pacto realizado sea cumplido por la otra parte. Si todos los hombres son malos, entonces la promesa, de no convenir tampoco al príncipe, puede ser rota sin ningún problema. 

Esto está demostrado por la experiencia de los gobernadores en la historia. Todas las promesas se incumplen al fin y al cabo; en consecuencia, las promesas son inútiles. El único hombre que ganaría en un pacto como este sería el que actúa de zorro, pues el zorro conoce la naturaleza humana y sabe que la promesa puede incumplirse. 

Cuando llega la hora de hacer una promesa, el príncipe debe dar toda la apariencia de que la cumplirá. Es preciso que el príncipe observe con cuanta crueldad los gobernadores se han deshecho de sus enemigos de esta forma. Las apariencias en ese sentido son muy importantes, pues después de parecer bueno y benevolente frente a otros, la vez que toque ser malvado lo tomará por sorpresa. En palabras del mismo Maquiavelo:

''Todos ven lo que pareces, pero pocos tocan lo que eres''

El príncipe de nuestros días debe predicar la paz y lealtad, pero por dentro debe ser enemigo de la una y de la otra. 

Capítulo XIX: El príncipe debe evitar el odio y el desprecio

El príncipe debe siempre evitar el odio y el desprecio. Para esto siempre deberá abstenerse de ser rapaz con los bienes ajenos. En consecuencia, el príncipe debe salvaguardarse de los siguientes estados:

  1. Voluble
  2. Pusilánime
  3. Inseguro
  4. Frívolo

Al contrario, el príncipe siempre deberá arreglárselas para que todas sus acciones parezcan:

  1. Nobles
  2. Valientes
  3. Graves
  4. Fuertes

Entre los pleitos privados, su sentencia tiene que ser irrevocable, y mantener su compostura a fin de que nadie piense en engañarlo o embaucarlo. 

Mientras mantenga estas apariencias, el príncipe podrá estar seguro de sí mismo porque hay dos cosas que el príncipe debe tener especial cuidado:

  1. Ataque de los súbditos
  2. Ataque de los extranjeros

Es claro que a los extranjeros los combatirá por medio de las armas, pero en cuanto a los súbditos el príncipe siempre deberá mostrarse una persona temerosa pero a la vez bondadosa. Esto evitará que el pueblo se le rebele y también evitara que sus más cercanos conspiren contra él. Por lo demás, Maquiavelo nos dice que la conjura no es algo muy efectivo. 

Un ejemplo. Micer Aníbal Bentivoglio fue asesinado por una conjura de los Canneschi, con el objetivo de dejar de único heredero a micer Giovanni quien era un bebe en ese entonces. Acto seguido, todo el pueblo se rebeló y los Canneschi terminaron asesinados, todos. Maquiavelo nos dice que esto se debía al gran afecto que el pueblo tenía a Bentivoglio. 

En opinión de Maquiavelo, uno de los reinos más ordenados era el de Francia. En efecto, existen buenas instituciones que protegían al rey dándole seguridad y libertad. Esta institución era un contrapeso contra los más poderosos porque además era muy conocido el odio que se tenían en contra de los nobles. Esta institución se llama Parlamento o corte provincial(1). El parlamento o corte provincial actuaba como un tercer juez que castigaba a los nobles y favorecía a los pequeños, sin que el rey tuviera alguna responsabilidad en ello. 

Este sistema es perfecto para el príncipe, pues el mismo Maquiavelo nos dice que el príncipe necesita de alguien que haga el trabajo sucio por él. En este caso, castigar a los nobles y favorecer al pueblo. Claro, siempre se tiene que ver bien visto por el pueblo. 

Sin embargo, la evidencia del Imperio Romano puede poner en peligro esta teoría de Maquiavelo. Es por esto que el filósofo se propone explicar porque en el Imperio Romano fue tan difícil aplicar estas medidas. En primer lugar, esto fue porque el emperador no solo tenía que verse bien frente al pueblo sino que también frente a los soldados, lo que le significaba una doble tarea. Los soldados del imperio eran hombres muy ambiciosos y que constituían básicamente un segundo poder. 

Marco, Pertinax y Alejandro

Marco Aurelio fue colmado de honores siempre y fue recordado como un gran emperador. Mantuvo a los soldados y al pueblo siempre en equilibrio. Sin embargo, fue el único que murió sin tener problemas.

Pertinax se granjeó su caída cuando se enfrentó al ejército tratando de reducirlos. Se hundió recién iniciado su gobierno por el solo hecho de desequilibrar la balanza. 

Si bien Alejandro fue un hombre magnánimo y no condenó a nadie sin previo juicio, se le consideraba afeminado y un hombre que se dejaba gobernar por su madre. Finalmente conspiraron contra él. 

Comodo, Severo y Maximino

Severo se hizo del poder de la forma correcta. Para vengar a Pertinax se dio a sí mismo una imagen de hombre benefactor que haría todo lo posible por vengar al injustamente asesinado. De este modo, Severo no mostró ninguna intención de adquirir el trono, cosa que pasó de todas formas luego de vengar a Pertinax y tomar el territorio. 

Comodo fue un emperador enteramente despreciable tanto por el pueblo como por los soldados. Si bien les dio rienda suelta a sus propios servidores, estos finalmente terminaron odiando su personalidad así como también lo hizo el pueblo consecuentemente. 

Maximino también fue despreciado por sus soldados justamente por su extrema humildad. 

Pero ¿por qué ocurría esto en el Imperio Romano y no ocurre en Italia en los tiempos de Maquiavelo? el filósofo nos dice que es porque ningún ejército de Italia está arraigado a los gobiernos y a la administración provinciales, como sí la tenían en los tiempos del Imperio Romano. Por otro lado, en Italia el pueblo es más numeroso que los soldados; por lo tanto, se estará al pueblo antes que a los últimos. 

Capítulo XX: Si la utilidad de las fortalezas entre otras cosas son útiles o no al príncipe

Cuando un príncipe ve desarmados a sus nuevos súbditos debe armarlos él mismo, para así ganarse el favor de ellos. En cambio, aquellos príncipes que ven a sus súbditos poco armados y terminan por quitarles las armas, terminan rebelándose contra el nuevo régimen. 

Si es que el príncipe observa un Estado beligerante, luego de conquistarlo debe desarmarlo excepto a aquellos que le ayudaron a combatir dicho Estado. De hecho, de este modo se ganará la confianza de quienes fueran sus enemigos. 

Un de las tácticas que ocupan los príncipes es armar al Estado de fortalezas. Aunque pudiera parecer en un inicio una buena estrategia, la verdad es que no es así. Es más, Maquiavelo no lo recomienda por la experiencia que ha visto en la misma Italia. El mismo César Borgia destruyó hasta los cimientos de las fortalezas edificadas de su enemigo, juzgando que sin ellas podría volver a perder dichos territorios con más dificultad que como si estuviera fortificada. 

¿Cuándo construir fortalezas entonces? Maquiavelo nos dice que si el príncipe teme al pueblo más que a los extranjeros, entonces tendrá que construir la fortaleza, en caso contrario, hay que dejar las fortalezas de lado. Para Maquiavelo, la mejor fortaleza es no granjearse el odio del pueblo. 

Capítulo XXI: Lo que conviene a un príncipe para ser estimado

Lo que conviene a un príncipe para ser estimado son las grandes empresas y dar de sí ejemplos singulares. Uno de los casos que propone Maquiavelo es Fernando de Aragón quien pasó de ser un príncipe débil a un príncipe muy fuerte, el primer rey de los cristianos. Hagamos un resumen de sus hazañas:

  • Conquistó Granada en 1492
  • Sostuvo el ejército con el dinero de la iglesia y del pueblo
  • Empleó la crueldad para expulsar a los judíos de su reino
  • Atacó África 
  • Conquistó Nápoles
  • Atacó Francia para deshacerse de Navarra

Todas estas gestas dieron una alta reputación a Fernando de Aragón quien es considerado un verdadero príncipe. 

Otra de las cosas que se debe considerar para el buen gobierno del príncipe es la amistad y la enemistad, es decir, ser buen amigo y ser buen enemigo. En otras palabras, Maquiavelo llama al príncipe a no ser neutral. Esto porque el resultado de ser neutral llevaría a entender que temes al posible vencedor o que no le temas. En ambos casos, es mejor estar del lado de alguien porque en primer lugar, si no lo haces, entonces siempre serás presa del vencedor.

Para esclarecer este punto aún más Maquiavelo nos da un ejemplo:

Antíoco entró en Grecia para expulsar a los romanos. Envió una legación de arqueros a los aqueos, que eran amigos de los romanos, para que fueran neutrales, mientras que los romanos los instaban a que atacaran a Antíoco. Finalmente, la deliberación de los aqueos en su tribunal resolvió: En relación a lo que ellos dicen, a saber, que no os inmiscuyais, en la guerra, nada es más ajeno a vuestro interés: sin respeto ni dignidad seréis premio del vencedor


Es mucho más seguro obtener un compromiso cuando el príncipe se compromete a luchar con sus aliados, es decir, cuando se decide por uno de los dos bandos. Lo que sí advierte Maquiavelo es que el príncipe no forme alianza con aquellos que son más poderosos que él, porque de vencer el más poderoso entonces el príncipe quedaría como rehén. Solamente podría recurrir a esta alianza por extrema necesidad

Para comprobar lo anterior Maquiavelo señala dos ejemplos: cuando los venecianos se aliaron con Francia para obtener Milán, el resultado es que terminaron arruinados (los venecianos). En un segundo ejemplo, España y el papa atacaron Lombardía durante la guerra de la Liga Santa, alianza que se necesitó por parte tanto de papa como de España. 

En consecuencia, el príncipe debe elegir muy bien a sus amistades y siempre tomar bando y no quedarse neutral. 


Capítulo XXII: Los secretarios de los príncipes

Los secretarios serán buenos según la prudencia de cada príncipe. De hecho, la primera opinión que se forma de los príncipes es a partir de los hombres que le rodean; esto hace que incluso se estime la inteligencia del príncipe. Para Maquiavelo hay tres clases de inteligencia:


  • Por sí misma
  • Discierne lo que otros comprenden
  • Ni por sí misma ni por medio de los demás

El filósofo florentino nos dice que la primera es eminente, la segunda excelente y la tercera es inútil. En efecto, al que le falte la primera puede servirse de segund., 

¿Cómo elegir un buen ministro o un buen secretario? es necesario para esto ver los intereses de dicho ministro; por ejemplo, si sus acciones son llevadas solamente por sus intereses, entonces no le servirá al futuro príncipe. Por otro lado, el príncipe también debe colmarlo de elogios al ministro, hacerlo rico, vincularlo a su persona para que le sea siempre fiel. 

Capítulo XXIII: Rehuir a los aduladores

Los hombres corren el riesgo de adular a los superiores con el fin de obtener algún beneficio o protección. Sin embargo, no se dan cuenta de que al mismo tiempo pueden volverse despreciables. Pero el príncipe debe ser muy juicioso y elegir a los hombres que sean capaces de decirles la verdad, pero concediéndoles esta facultad. A estos hombres debe preguntarles también su opinión son respecto a las diversas situaciones que enfrenta el príncipe. En consecuencia, el príncipe debe evitar a los aduladores a toda costa. 

Un ejemplo de ello lo tiene Maquiavelo con el padre Lucca Rinaldi. De acuerdo con este filósofo, Lucca, hombre del emperador Maximiliano, decía que el emperador no recibía consejos de nadie. Sin embargo, una vez que comenzaron a rebelarse contra él, entonces el emperador dejó esta actitud y empezó a escuchar a sus consejeros. 

Así, el príncipe siempre debe estar abierto a escuchar el consejo, pero sólo cuando él quiera. Ahora, el buen príncipe debe reconocer cuáles son los buenos consejos y cuáles son los malos. Una vez que los tome no deberá dar marcha atrás, pues un príncipe que se retracta sufrirá una mala reputación inmediatamente.

Capítulo XIV: Por qué los príncipes de Italia han perdido sus Estados

Las acciones de un príncipe nuevo siempre son más observadas que aquel príncipe que ya es antiguo en el cargo. Esto se debe a que los hombres refuerzan mucho más las ideas presentes que las pasadas. El motivo del por cual los príncipes de Italia han perdido sus Estados es el mismo que hemos estado señalando: poca prudencia, mal manejo de las armas, no imponen su voluntad o se hacen enemigo del pueblo. En otras palabras, no siguen la virtù.

Capítulo XXV: El poder de la fortuna y cómo se le hace frente

Maquiavelo nos dice que todas las cosas están creadas por la fortuna y por Dios y que el hombre no está en condiciones de revertir dicho contexto. Por este razonamiento, muchos dicen que lo que ocurre en realidad pasa por pura suerte, es decir, el hombre no tiene injerencia alguna en los resultados. 

El mismo filósofo, con frecuencia, piensa de la misma manera pero añade un punto: las acciones y sus resultados conllevan un 50% de suerte y un 50% de nuestro esfuerzo. 

Para Maquiavelo, la suerte es como un gran torrencial que amenaza con destruirlo todo y en efecto lo hace. Pero eso no obsta a que el hombre pueda precaverse construyendo diques o represas para contener ese torrencial; lo mismo pasa con la suerte. Por lo tanto, el príncipe que basa todo en la fortuna está destinado a perecer

Un ejemplo de ello ha sido el papa Julio II quien siempre fue impetuoso y decidido. No espero que la suerte lo acompañara, sino que hizo posible que todas las cosas fueran a su favor por medio de sus acciones. El hombre tiene que tomar riesgos, tiene que ser impetuoso más que cauto, o, mejor dicho en palabras de Maquiavelo:

''Es mejor ser impetuoso que ser cauto, porque la fortuna es una mujer y es necesario, si uno quiere sujetarla, golpearla y golpearla''

Es por eso que la suerte es amiga de los jóvenes ya que estos siempre son arriesgados, impetuosos y le dan órdenes con más audacia. 

El gobernador debe servirse de la suerte, es decir, no todo es la virtù, no es infalible, también se necesita suerte (o fortuna). En efecto, la fortuna es la diosa que rige nuestro destino y de la que uno no se puede librar. Sin embargo, el mismo Maquiavelo nos decía que podía llegar a ''domar'' a esta diosa. 


Capítulo XXVI: Exhortación a ponerse al mando de Italia y liberarla de los bárbaros

De acuerdo con Maquiavelo, la situación en Italia es destrozada. En sus propias palabras, está más esclavizada que los judíos en Egipto. Falta de manera urgente un nuevo príncipe que enarbole una sola bandera y pueda unir a Italia. Recordemos que en tiempos del filósofo toda la región de Italia estaba dividida en potentados (ciudades Estado).

Para que Italia pueda seguir el ejemplo de las grandes empresas de los hombres pasados, lo primero que tendrá que hacer es tener su propio ejército. ¿Para quien van estas palabras? para la familia Médici, pero directamente al papa León X quien además era un Médici. El papa debe utilizar a los ejércitos italianos para construir una sola nación vencedora. 

Conclusión

Estas pueden ser las recomendaciones más directas que Maquiavelo podría plasmar en este corto texto. El príncipe debe proteger no solo sus intereses sino que los del Estado, a través de los medios apropiados (no de cualquier medio). Es fácil ver entonces que la frase ''El fin justifica todos los medios'' no es propia del filósofos florentino, sino que en efecto de Napoleón Bonaparte. Pero aún más, lo que Maquiavelo quiere decir es que se tiene que lograr un fin, pero siempre con los medios apropiados. 

viernes, 12 de marzo de 2021

Nicolás Maquiavelo - El Príncipe (Capítulos IX - XVI) (1513)


En los capítulos anteriores vimos que no era fácil tener un principado ni mucho menos conservarlo. En efecto, para lograr hacerse con el principado tendrá que sopesar el contexto y las características de cada Estado, pero también debe haber en el príncipe un requisito fundamental de acuerdo con el filósofo florentino: la virtù. En los siguientes capítulos veremos algunos otros tipos de principados, además de las características que debe tener el príncipe. 

Referencias:

(1) El mercenario es aquel soldado que lucha a cambio de dinero.

(2) Contrario a lo que se ha planteado desde la filosofía romana con San Agustín donde al hombre se lo plantea con una naturaleza buena, porque, de lo contrario, entonces todo el mal que haga estaría justificado. 

(3) Es aquí donde vemos que el fin necesita medios buenos, no cualquier medio para llegar a un fin. Por lo tanto, la frase ''El fin justifica los medios'', aparte de no haberla dicho Maquiavelo, tampoco se ajusta a su modo de pensar porque no todo medio es correcto para un fin de acuerdo con el filósofo. 


EL PRÍNCIPE


Capítulo IX: Sobre el principado civil

Imaginemos un nuevo caso, el caso de un príncipe que se hace tal no por medio de crímenes sino que por medio de la gracia que le dieron sus ciudadanos. Es aquí donde se forma un principado civil y este se obtiene no por fortuna o por virtud sola, sino que por medio de la astucia afortunada.

Ahora bien, este principado se puede deber tanto a la voluntad del pueblo como a la voluntad de los notables (nobles). Similar a capítulos anteriores, Nicolás Maquiavelo nos dice que acceder por medio de los nobles hace más difícil la conservación del Estado, pues el príncipe estaría rodeado de muchas personas que piensan como él y que pueden arrebatarle el trono. En cambio cuando accede por el pueblo el príncipe no tendrá ningún similar y al contrario, todos le obedecerán. 

Con todo esto, es de esperar de todas maneras que el príncipe pueda ser perjudicado por uno y por otro. Por ejemplo, el pueblo puede dejar al príncipe y abandonarlo a su suerte, a sus enemigos. Sin embargo, en cuanto a los nobles, estos no solamente pueden abandonarlo sino que además pueden hacerle frente que es mucho más peligroso. 

En consecuencia, el principado civil por medio del pueblo es el mejor principado para conservar, pero si este fuera por medio de los notables y no por el pueblo, entonces el príncipe tendrá que rápidamente ganarse el favor del pueblo porque los notables es posible que lo traicionen. 

Es aquí donde Maquiavelo recurre a un ejemplo con el Tirano de Esparta llamado Nabis. Este tirano protegió a Grecia del ejército romano teniendo un resultado muy exitoso. Pero esto hubiese sido imposible sin la ayuda de su pueblo. 

Por otro lado, existe un dicho que Maquiavelo recuerda muy bien.

''Quien se apoya en el pueblo se apoya en el barro''

Pero el filósofo florentino no está de acuerdo con este aforismo, diciendo que eso solo es posible si el príncipe es víctima de una apresamiento del enemigo o de los magistrados. No obstante, si el príncipe es valiente orgulloso, seguro de sí mismo y audaz el pueblo jamás lo abandonará.

El príncipe debe mantener esa imagen para que los ciudadanos le sean fieles incluso en las adversidades. De esta forma, el príncipe no solo podrá tener un gobierno civil sino que puede llegar a uno absoluto. 


Capítulo X: Las fuerzas de los principados

Existen dos clases de príncipes con respecto a la fuerza de sus principados. 

  1. Los que se defienden por sí mismos: aquellos que forma su propio ejército y sostener combate abierto
  2. Los que tienen necesidad de otros: no pueden comparecer contra el enemigo en combate abierto y se guarnecen en las murallas de su ciudad

Pareciera ser que Maquiavelo muestra cierto agrado por la segunda opción, ya que un príncipe que no se granjee el odio y fortifique su ciudad no podrá ser atacado. Esto porque ningún ejército puede verse en estado de asedio por tanto tiempo (a menos que la ciudad no esté muy fortificada). 

Capítulo XI: Sobre los principados eclesiásticos

Estos tipos de principados se conquistan por medio de dos formas:

    1. Virtud
    2. Fortuna

Pero sin virtud ni fortuna el principado eclesiástico puede conservarse de todas maneras. Esto porque de acuerdo con Maquiavelo, la religión permite que el príncipe se mantenga haga lo que haga, bien o mal. Tienen Estados y no los defienden; tienen súbditos y no los gobiernan. Son los principados más seguros y más felices. De hecho, Maquiavelo nos dice que es exagerado y presuntuoso tratar de examinar dichos principados, pues nadie tiene la capacidad divina para estudiar algo que es esencialmente divino. 

Mas ¿cómo es que estos principados llegan a ser tales? Italia se encontraba bajo el poder del Papa, de los venecianos, del rey de Nápoles, del duque de Milán y de los florentinos, antes de la llegada del rey Carlos en 1494.

Estos potentados tenían dos preocupaciones:

  1. Que ningún extranjero entrara a Italia
  2. Que ninguno de ellos ampliara sus dominios

Los que más preocupaban por estos elementos eran la Iglesia Católica y los venecianos. Todos los demás debían unirse contra estos dos para que no excedieran sus dominios. Para esto se sirvieron de barones de Roma como eran los Orsini y los de Colonna. Esto dio como resultado que los papas se enfrentaran constantemente con los de Colonna y los Orsini, aunque los adherentes al Papa nunca lograron exterminar a ninguno de los dos. 

Eso hasta que llegó el Papa Alejandro VI, que sin expandir los dominios de la iglesia excesivamente, tuvo gloria y poder con su hijo César Borgia. 

Posteriormente llegó Julio II quien iría más allá que Alejandro VI conquistando Bolonia, acabando con los venecianos y expulsando a los franceses de Italia, además de mantener a raya a las facciones de Orsini y a los de Colonna. 

Capítulo XII: Los diferentes tipos de tropas y tropas mercenarias(1)

Uno de los más sólidos fundamentos para hacerse con un nuevo Estado está amparado en tener buenas leyes y tener buenas armas. Para Maquiavelo, no puede haber buenas leyes sino hay buenas armas. Estas armas pueden ser:

  1. Suyas (del príncipe)
  2. Mercenarias
  3. Auxiliares
  4. Mixtas

Las tropas inútiles y peligrosas son las mercenarias y auxiliares porque estas pueden volverse contra el príncipe, traicionándolo ya sea por ambición, por cobardía o por simple infidelidad. Como recomendación directa de nuestro filósofo florentino:

''Quieren estar contigo mientras no tengas guerras, pero tan pronto como vean una venir se largarán''

Esto lo demuestra con la misma historia de Italia. Si bien las tropas mercenarias y auxiliares sirvieron a los potentados, la verdad es que cuando un extranjero como el rey de Francia entró en Italia, los mercenarios y auxiliares se acobardaron y otros se unieron al rey de Francia. 

Capítulo XIII: Sobre las tropas auxiliares, mixtas y propias

Las tropas auxiliares, que también son llamadas ''inútiles'' por Maquiavelo, son aquellas tropas que provienen de potestados distintos en auxilio de otro Estado requirente. Un ejemplo de esto fue cuando el Papa Julio II, al ver que sus mercenarios tuvieron una penosa experiencia en la empresa de Ferrara, pidió al rey de España una ayuda de tropas auxiliares (De ahí que Fernando el Católico y Julio II crearan lo que se conocería como la liga santa). 

Son útiles y buenas en sí mismas, pero para quien las pide, una derrota puede ser el fin y una victoria puede ser la limitación de la libertad, porque, en efecto, las tropas auxiliares sentirán que sin su servicio el país puede perecer. Sin embargo, el ejemplo anterior del Papa Julio II resultó victorioso solamente porque además fue ayudado por Suiza. Así, las tropas auxiliares no podrían regodearse de la victoria y sentir que eran los grandes salvadores, pues además de ellos también había otro ejército. 

Por eso, las tropas auxiliares son más peligrosas que las mercenarias, de hecho, el juicio duro de Maquiavelo es que con las tropas auxiliares la derrota está asegurada. Es mejor ganar y perder con las armas propias que con las ajenas. 

A partir de estas ideas, Maquiavelo nos brinda varios ejemplos de hombres que se han deshecho de las tropas auxiliares. El mismo César Borgia las abandonaría prefiriendo las mercenarias y luego las suyas. Es más, Maquiavelo cita la misma biblia como cuando David luchó contra Goliat rechazando las armas e investidura de Saúl, y prefiriendo solamente la honda y el cuchillo con las cuales se sentía más cómodo. 

En cuanto a la actual Francia, esta ha tenido una combinación de ejércitos mercenarios y propios. Esta es quizás la mejor alternativa si es que no puede defenderse enteramente con un ejército propio, pues como ya vimos acudir a la tropas auxiliares es la peor elección que se puede hacer. De ahí la máxima de los sabios que Maquiavelo nos comparte:

''Nada hay tan débil e inestable como la reputación de poder que no se basa en las fuerzas propias''

Como conclusión entonces, podemos decir que el mejor ejército es aquel propio y no el que se consigue con otros. 

Capítulo XIV: El Príncipe y la milicia

Para Maquiavelo no hay duda que el príncipe debe estar enfocado en el asunto de la guerra, pues aquellos que están dedicados a la holgazanería pierden su poder. El príncipe es una figura de poder, no es accesoria ni nada por el estilo, por lo que sus conocimientos y experiencias en la guerra lo harán temido por los otros. 

Es por eso que Maquiavelo pone como ejemplo a Francisco Sforza quien siendo particular pasó a ser Duque de Milán por medio de las armas. Sus descendientes, hombres que despreciaban las armas, se vieron obligados a renunciar a su título y convertirse en particulares. 

Por lo tanto, el príncipe debe entrenar siempre; tanto en la paz como en la guerra y aún más en la paz donde tendrá sobrado tiempo. También debe ser instruido en la historia y en la geografía; una para no cometer los errores de otros, y la otra para conocer su país a la perfección, saber de dónde puede atacar y dónde defenderse. Así debe imitar a los buenos ejemplos que ha puesto la historia, sobre todo a los griegos y a los romanos. 

Capítulo XV: Los príncipes alabados o vituperados

A un príncipe se le puede mencionar por muchos aspectos. Maquiavelo nombra aquellas alabanzas y vituperios en las siguientes dicotomías. Los príncipes pueden ser tenidos por....

  1. Liberales/Tacaños
  2. Desprendido/Rapaz
  3. Clemente/Cruel
  4. Leal/Traidor
  5. Pusilánime y afeminado/Fiero y valeroso
  6. Humano/Soberbio
  7. Casto/Lascivo
  8. Íntegro/Desleal
  9. Flexible/Rígido
  10. Frívolo/Grave
  11. Devoto/Incrédulo

Nicolás Maquiavelo sabe muy bien que sería ideal que el príncipe reuniera las características más buenas, sobresalientes y bondadosas en el gobernador. Pero esto no es posible debido a la naturaleza humana del hombre que es en esencia mala(2). Más con todo esto, el hombre es perfectamente capaz de elegir con que virtud comportarse.

Por lo tanto, debido a esto, el hombre debe elegir aquellas virtudes que le serán propias para conservar el Estado. Pero ¿qué pasa si estas virtudes no lo llevan a tal lado y al contrario lo arruinan? entonces el príncipe deberá elegir aquellos vicios por los cuales podría ser vituperado; todo para alcanzar a cumplir los objetivos del Estado. En consecuencia, al Príncipe no le debiera importar ser vituperado por proteger al Estado por medio de los vicios, ya que, en algunas ocasiones criticas, son los vicios los que conservan el Estado(3)

Capítulo XVI: Liberalidad y parsimonia

Es sumamente complicado mantener la imagen de liberalidad del príncipe. En especial porque reunir los atributos buenos que mencionamos anteriormente, hará que la imagen del príncipe se engrande más y más, lo cual llevará consigo la exigencia del pueblo y de sus súbditos. En consecuencia, cuando el príncipe ya no pueda dar más de aquellas cosas, entonces todo el mundo se le vendrá encima. 

No es necesario ser extremadamente generoso, de hecho, es perjudicial porque de esa fuente de generosidad se volverá a pedir y llevara complicaciones económicas grandes. Un príncipe debe tener una buena reputación, pero no debe estar basada enteramente en la generosidad excesiva que en el futuro no va a poder cumplir. Es preferible protegerse contra el odio de la gente, que ser extremadamente generoso. 

Es preferible, además, ser tomado por tacaño, que solamente daña la honra pero no la confianza ni el odio, que ser tomado por liberal y ser tomado por rapaz por no cumplir con ser liberal, y ser deshonrado y odiado. 

Conclusión

Podemos ver como Maquiavelo va entrando cada vez más en la naturaleza humana, y cómo es necesario que el príncipe comprenda que es la mejor opción que tiene. De ninguna manera conviene ser virtuoso al modo cristiano si es que aquellas virtudes no nos llevan a lograr los objetivos del Estado. Se debe resguardar la nación no a cualquier costo, sino más bien con los medios apropiados para alcanzar dichos fines. Maquiavelo demuestra nuevamente que su concepto de virtù es parte de nuestra naturaleza.