En los capítulos anteriores vimos que no era fácil tener un principado ni mucho menos conservarlo. En efecto, para lograr hacerse con el principado tendrá que sopesar el contexto y las características de cada Estado, pero también debe haber en el príncipe un requisito fundamental de acuerdo con el filósofo florentino: la virtù. En los siguientes capítulos veremos algunos otros tipos de principados, además de las características que debe tener el príncipe.
Referencias:
(1) El mercenario es aquel soldado que lucha a cambio de dinero.
(2) Contrario a lo que se ha planteado desde la filosofía romana con San Agustín donde al hombre se lo plantea con una naturaleza buena, porque, de lo contrario, entonces todo el mal que haga estaría justificado.
(3) Es aquí donde vemos que el fin necesita medios buenos, no cualquier medio para llegar a un fin. Por lo tanto, la frase ''El fin justifica los medios'', aparte de no haberla dicho Maquiavelo, tampoco se ajusta a su modo de pensar porque no todo medio es correcto para un fin de acuerdo con el filósofo.
EL PRÍNCIPE
Capítulo IX: Sobre el principado civil
Imaginemos un nuevo caso, el caso de un príncipe que se hace tal no por medio de crímenes sino que por medio de la gracia que le dieron sus ciudadanos. Es aquí donde se forma un principado civil y este se obtiene no por fortuna o por virtud sola, sino que por medio de la astucia afortunada.
Ahora bien, este principado se puede deber tanto a la voluntad del pueblo como a la voluntad de los notables (nobles). Similar a capítulos anteriores, Nicolás Maquiavelo nos dice que acceder por medio de los nobles hace más difícil la conservación del Estado, pues el príncipe estaría rodeado de muchas personas que piensan como él y que pueden arrebatarle el trono. En cambio cuando accede por el pueblo el príncipe no tendrá ningún similar y al contrario, todos le obedecerán.
Con todo esto, es de esperar de todas maneras que el príncipe pueda ser perjudicado por uno y por otro. Por ejemplo, el pueblo puede dejar al príncipe y abandonarlo a su suerte, a sus enemigos. Sin embargo, en cuanto a los nobles, estos no solamente pueden abandonarlo sino que además pueden hacerle frente que es mucho más peligroso.
En consecuencia, el principado civil por medio del pueblo es el mejor principado para conservar, pero si este fuera por medio de los notables y no por el pueblo, entonces el príncipe tendrá que rápidamente ganarse el favor del pueblo porque los notables es posible que lo traicionen.
Es aquí donde Maquiavelo recurre a un ejemplo con el Tirano de Esparta llamado Nabis. Este tirano protegió a Grecia del ejército romano teniendo un resultado muy exitoso. Pero esto hubiese sido imposible sin la ayuda de su pueblo.
Por otro lado, existe un dicho que Maquiavelo recuerda muy bien.
''Quien se apoya en el pueblo se apoya en el barro''
Pero el filósofo florentino no está de acuerdo con este aforismo, diciendo que eso solo es posible si el príncipe es víctima de una apresamiento del enemigo o de los magistrados. No obstante, si el príncipe es valiente orgulloso, seguro de sí mismo y audaz el pueblo jamás lo abandonará.
El príncipe debe mantener esa imagen para que los ciudadanos le sean fieles incluso en las adversidades. De esta forma, el príncipe no solo podrá tener un gobierno civil sino que puede llegar a uno absoluto.
Capítulo X: Las fuerzas de los principados
Existen dos clases de príncipes con respecto a la fuerza de sus principados.
- Los que se defienden por sí mismos: aquellos que forma su propio ejército y sostener combate abierto
- Los que tienen necesidad de otros: no pueden comparecer contra el enemigo en combate abierto y se guarnecen en las murallas de su ciudad
Pareciera ser que Maquiavelo muestra cierto agrado por la segunda opción, ya que un príncipe que no se granjee el odio y fortifique su ciudad no podrá ser atacado. Esto porque ningún ejército puede verse en estado de asedio por tanto tiempo (a menos que la ciudad no esté muy fortificada).
Capítulo XI: Sobre los principados eclesiásticos
Estos tipos de principados se conquistan por medio de dos formas:
- Virtud
- Fortuna
Pero sin virtud ni fortuna el principado eclesiástico puede conservarse de todas maneras. Esto porque de acuerdo con Maquiavelo, la religión permite que el príncipe se mantenga haga lo que haga, bien o mal. Tienen Estados y no los defienden; tienen súbditos y no los gobiernan. Son los principados más seguros y más felices. De hecho, Maquiavelo nos dice que es exagerado y presuntuoso tratar de examinar dichos principados, pues nadie tiene la capacidad divina para estudiar algo que es esencialmente divino.
Mas ¿cómo es que estos principados llegan a ser tales? Italia se encontraba bajo el poder del Papa, de los venecianos, del rey de Nápoles, del duque de Milán y de los florentinos, antes de la llegada del rey Carlos en 1494.
Estos potentados tenían dos preocupaciones:
- Que ningún extranjero entrara a Italia
- Que ninguno de ellos ampliara sus dominios
Los que más preocupaban por estos elementos eran la Iglesia Católica y los venecianos. Todos los demás debían unirse contra estos dos para que no excedieran sus dominios. Para esto se sirvieron de barones de Roma como eran los Orsini y los de Colonna. Esto dio como resultado que los papas se enfrentaran constantemente con los de Colonna y los Orsini, aunque los adherentes al Papa nunca lograron exterminar a ninguno de los dos.
Eso hasta que llegó el Papa Alejandro VI, que sin expandir los dominios de la iglesia excesivamente, tuvo gloria y poder con su hijo César Borgia.
Posteriormente llegó Julio II quien iría más allá que Alejandro VI conquistando Bolonia, acabando con los venecianos y expulsando a los franceses de Italia, además de mantener a raya a las facciones de Orsini y a los de Colonna.
Capítulo XII: Los diferentes tipos de tropas y tropas mercenarias(1)
Uno de los más sólidos fundamentos para hacerse con un nuevo Estado está amparado en tener buenas leyes y tener buenas armas. Para Maquiavelo, no puede haber buenas leyes sino hay buenas armas. Estas armas pueden ser:
- Suyas (del príncipe)
- Mercenarias
- Auxiliares
- Mixtas
Las tropas inútiles y peligrosas son las mercenarias y auxiliares porque estas pueden volverse contra el príncipe, traicionándolo ya sea por ambición, por cobardía o por simple infidelidad. Como recomendación directa de nuestro filósofo florentino:
''Quieren estar contigo mientras no tengas guerras, pero tan pronto como vean una venir se largarán''
Esto lo demuestra con la misma historia de Italia. Si bien las tropas mercenarias y auxiliares sirvieron a los potentados, la verdad es que cuando un extranjero como el rey de Francia entró en Italia, los mercenarios y auxiliares se acobardaron y otros se unieron al rey de Francia.
Capítulo XIII: Sobre las tropas auxiliares, mixtas y propias
Las tropas auxiliares, que también son llamadas ''inútiles'' por Maquiavelo, son aquellas tropas que provienen de potestados distintos en auxilio de otro Estado requirente. Un ejemplo de esto fue cuando el Papa Julio II, al ver que sus mercenarios tuvieron una penosa experiencia en la empresa de Ferrara, pidió al rey de España una ayuda de tropas auxiliares (De ahí que Fernando el Católico y Julio II crearan lo que se conocería como la liga santa).
Son útiles y buenas en sí mismas, pero para quien las pide, una derrota puede ser el fin y una victoria puede ser la limitación de la libertad, porque, en efecto, las tropas auxiliares sentirán que sin su servicio el país puede perecer. Sin embargo, el ejemplo anterior del Papa Julio II resultó victorioso solamente porque además fue ayudado por Suiza. Así, las tropas auxiliares no podrían regodearse de la victoria y sentir que eran los grandes salvadores, pues además de ellos también había otro ejército.
Por eso, las tropas auxiliares son más peligrosas que las mercenarias, de hecho, el juicio duro de Maquiavelo es que con las tropas auxiliares la derrota está asegurada. Es mejor ganar y perder con las armas propias que con las ajenas.
A partir de estas ideas, Maquiavelo nos brinda varios ejemplos de hombres que se han deshecho de las tropas auxiliares. El mismo César Borgia las abandonaría prefiriendo las mercenarias y luego las suyas. Es más, Maquiavelo cita la misma biblia como cuando David luchó contra Goliat rechazando las armas e investidura de Saúl, y prefiriendo solamente la honda y el cuchillo con las cuales se sentía más cómodo.
En cuanto a la actual Francia, esta ha tenido una combinación de ejércitos mercenarios y propios. Esta es quizás la mejor alternativa si es que no puede defenderse enteramente con un ejército propio, pues como ya vimos acudir a la tropas auxiliares es la peor elección que se puede hacer. De ahí la máxima de los sabios que Maquiavelo nos comparte:
''Nada hay tan débil e inestable como la reputación de poder que no se basa en las fuerzas propias''
Como conclusión entonces, podemos decir que el mejor ejército es aquel propio y no el que se consigue con otros.
Capítulo XIV: El Príncipe y la milicia
Para Maquiavelo no hay duda que el príncipe debe estar enfocado en el asunto de la guerra, pues aquellos que están dedicados a la holgazanería pierden su poder. El príncipe es una figura de poder, no es accesoria ni nada por el estilo, por lo que sus conocimientos y experiencias en la guerra lo harán temido por los otros.
Es por eso que Maquiavelo pone como ejemplo a Francisco Sforza quien siendo particular pasó a ser Duque de Milán por medio de las armas. Sus descendientes, hombres que despreciaban las armas, se vieron obligados a renunciar a su título y convertirse en particulares.
Por lo tanto, el príncipe debe entrenar siempre; tanto en la paz como en la guerra y aún más en la paz donde tendrá sobrado tiempo. También debe ser instruido en la historia y en la geografía; una para no cometer los errores de otros, y la otra para conocer su país a la perfección, saber de dónde puede atacar y dónde defenderse. Así debe imitar a los buenos ejemplos que ha puesto la historia, sobre todo a los griegos y a los romanos.
Capítulo XV: Los príncipes alabados o vituperados
A un príncipe se le puede mencionar por muchos aspectos. Maquiavelo nombra aquellas alabanzas y vituperios en las siguientes dicotomías. Los príncipes pueden ser tenidos por....
- Liberales/Tacaños
- Desprendido/Rapaz
- Clemente/Cruel
- Leal/Traidor
- Pusilánime y afeminado/Fiero y valeroso
- Humano/Soberbio
- Casto/Lascivo
- Íntegro/Desleal
- Flexible/Rígido
- Frívolo/Grave
- Devoto/Incrédulo
Nicolás Maquiavelo sabe muy bien que sería ideal que el príncipe reuniera las características más buenas, sobresalientes y bondadosas en el gobernador. Pero esto no es posible debido a la naturaleza humana del hombre que es en esencia mala(2). Más con todo esto, el hombre es perfectamente capaz de elegir con que virtud comportarse.
Por lo tanto, debido a esto, el hombre debe elegir aquellas virtudes que le serán propias para conservar el Estado. Pero ¿qué pasa si estas virtudes no lo llevan a tal lado y al contrario lo arruinan? entonces el príncipe deberá elegir aquellos vicios por los cuales podría ser vituperado; todo para alcanzar a cumplir los objetivos del Estado. En consecuencia, al Príncipe no le debiera importar ser vituperado por proteger al Estado por medio de los vicios, ya que, en algunas ocasiones criticas, son los vicios los que conservan el Estado(3).
Capítulo XVI: Liberalidad y parsimonia
Es sumamente complicado mantener la imagen de liberalidad del príncipe. En especial porque reunir los atributos buenos que mencionamos anteriormente, hará que la imagen del príncipe se engrande más y más, lo cual llevará consigo la exigencia del pueblo y de sus súbditos. En consecuencia, cuando el príncipe ya no pueda dar más de aquellas cosas, entonces todo el mundo se le vendrá encima.
No es necesario ser extremadamente generoso, de hecho, es perjudicial porque de esa fuente de generosidad se volverá a pedir y llevara complicaciones económicas grandes. Un príncipe debe tener una buena reputación, pero no debe estar basada enteramente en la generosidad excesiva que en el futuro no va a poder cumplir. Es preferible protegerse contra el odio de la gente, que ser extremadamente generoso.
Es preferible, además, ser tomado por tacaño, que solamente daña la honra pero no la confianza ni el odio, que ser tomado por liberal y ser tomado por rapaz por no cumplir con ser liberal, y ser deshonrado y odiado.
Conclusión
Podemos ver como Maquiavelo va entrando cada vez más en la naturaleza humana, y cómo es necesario que el príncipe comprenda que es la mejor opción que tiene. De ninguna manera conviene ser virtuoso al modo cristiano si es que aquellas virtudes no nos llevan a lograr los objetivos del Estado. Se debe resguardar la nación no a cualquier costo, sino más bien con los medios apropiados para alcanzar dichos fines. Maquiavelo demuestra nuevamente que su concepto de virtù es parte de nuestra naturaleza.
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