domingo, 11 de diciembre de 2016

San Agustín de Hipona - La inmortalidad del alma (387).

San Agustín de Hipona, no contento con la descripción anteriores del alma, dedica un libro exclusivamente a averiguar la inmortalidad del alma. En todo caso, recordemos que en libro anterior, San Agustín todavía quedaba con algunas dudas de que el alma fuera inmortal, pues si bien es cierto que la dialéctica y las demás ciencias que nos muestran la verdad son perfectas, también es cierto que cuando el hombre muere morirían al mismo tiempo lo que él sabía sobre dichas ciencias. En todo caso, ahora veremos cómo el obispo de Hipona nos describe el alma y la verdad en profundidad.

Referencias:

(1) Esta es una visión muy aristotélica pues recordemos que el mismo Aristóteles decía que los cuerpos podían dividirse infinitamente, hasta que se descubrieron los átomos. 

LA INMORTALIDAD DEL ALMA


El ánimo en el sujeto

Si la disciplina es una cuestión perfecta y ésta no puede vivir sin el sujeto, entonces el sujeto y la disciplina son verdad. Nada puede hacerse sin la habilidad de la dialéctica y es innegable que ésta está unida al razonamiento; por lo tanto, la ciencia o habilidad que el sujeto tenga son inmortales. 

Sin embargo, sin la disposición y ánimo del sujeto para con la disciplina sería imposible que tal disciplina existiera. En este respecto, el ánimo del sujeto es inmortal, aún aunque el sujeto ya no exista. El ánimo es inalterable porque no pertenece a las cosas del cuerpo, sino más bien a las cosas inteligibles, ¿por qué? por causa de su inmortalidad. 

El ánimo en el cuerpo

Lo que es inmortal y divino no existe en el cuerpo, al estar este compuesto de materia y limitantes que no permiten ser algo sagrado. El cuerpo es limitado y tiene partes lo que no lo hace apto para recibir algo como el ánimo. Por otro lado, el tiempo también es una cuestión a considerar para ver las cosas materiales. En efecto, todo lo que tenga pasado y futuro será considerado material y corpóreo, mientras que lo que se mantiene en el tiempo será considerado divino. 

El arte y el ánimo

El arte al igual que las múltiples disciplinas es eterno, pues está hecho para ser así. Aunque un gran contribuidor de un arte muera, su legado quedará para las futuras generaciones y así su arte durará por siempre. Así ha pasado con los pintores que son conocidos por diversas técnicas y que éstas luego son utilizadas. Estos pintores están muertos, pero el ánimo de pintar de esa manera no termina. 

La mutabilidad del ánimo

Puede ser que cuando el sujeto sufra una modificación, su ánimo cambie paralelamente a la modificación. Incluso el alma puede sufrir alteraciones a cambio de los placeres y los dolores, entonces ¿cómo puede ser que el ánimo al ser inmortal pueda sufrir alteraciones?

De hecho, en al vida hay sujetos que se pueden destruir completamente: por ejemplo, la cera se puede derretir hasta ya no ser más lo que era antes. Sin embargo, en el caso del alma, aunque está fuera modificada por los placeres y dolores, el alma jamás dejará de ser alma. Lo mismo ocurriría a la razón, aunque se vea afectada, esta nunca dejará de ser tal; por lo tanto, el ánimo no podría ser mutable.


El ánimo y sus características

Razón en el alma

Según Agustín, la razón se contempla de tres formas en el alma:


  1. El medio por el cual el alma puede contemplar lo verdadero.
  2. Contemplación inmediata de lo verdadero.
  3. Contemplación del ánimo cuando contempla lo verdadero.

Agustín nos dice que no hay duda que la primera clase de razón es la verdadera, mas ¿no será así con la segunda y con la tercera? El problema quizás con la segunda es que ésta necesita el ánimo para producir lo verdadero. No obstante, con la tercera tendremos problemas porque quizás el ánimo necesita del cuerpo para contemplar. La diferencia siempre estará en entender los sucesos que pasan a nuestro alrededor. 

Ahora, en razón de lo último mencionado ¿cómo se relaciona el ánimo del sujeto con el objeto contemplado? De aquí se desprenden otras tres hipótesis:

  1. El ánimo del sujeto es verdadero
  2. El objeto contemplado es verdadero
  3. Ambos, ánimo y objeto, son sustancias.

La primera hipótesis nos habla de la inmortalidad del sujeto y además de que todo sujeto es más importante que el objeto. En efecto, el objeto no puede existir sin el sujeto. En la segunda, el objeto es más estimable que el sujeto y en la tercera podríamos pensar que ambas subsisten sin modificar la una a la otra. 

Sin embargo, Agustín nos dice que ánimo y razón (objeto) deberían ser inseparables. Nada puede ser más divino que la razón, es decir, la razón es mucho mejor que el ánimo. Podría pensarse que el ánimo se separa de la razón al ser de alguna manera ''inferior'', aunque esto no es así. La energía de la razón hace que el ánimo se fortalezca y pueda sostenerse en el tiempo, ¿qué quiere decir esto? que el ánimo es inseparable de la razón. No hay espacio entre la razón y el ánimo, se necesitan mutuamente

El ánimo puede menoscabar

La estulticia puede separar a la razón del ánimo, pero una vez quiere estar con la razón se vuelve totalmente inmortal. Cuando el ánimo se aleja de la razón, Agustín nos dice que este menoscabo lo lleva a la nada ¿Por qué? porque este es el mayor menoscabo que puede sufrir una cosa. Sin embargo, el ánimo no puede ser aniquilado por una cuestión muy simple: nada puede llegar a la nada. En efecto, los cuerpos pueden dividirse infinitamente y así nunca podrán llegar a la nada(1).

El principio del cuerpo

Ningún cuerpo puede generarse por sí mismo. Éste necesita ser generado por alguien más, una entidad superior que lo pudiera moldear. Ahora, dicho hacedor del cuerpo no puede ser igual que el cuerpo, debe tener algo superior al cuerpo también. 

El mismo caso es el Universo, este se debió crear por una entidad muy poderosa que con su sóla energía mantiene al Universo. ¿Qué quiere decir? que la entidad máxima no es indiferente al universo, sino que al mantener el Universo está más presente que nunca. Si la máxima entidad se retira del Universo, entonces el Universo no tendría dónde sostenerse. 

El ánimo y su relación con el cuerpo

Ya habíamos dicho que el ánimo no puede morir y que de éste depende el cuerpo. En efecto, para que el cuerpo siga vivo necesita del ánimo y sobre todo cuando éste está en su parte inteligible. Además, la falsedad no puede tampoco menoscabar el ánimo, puesto que el ánimo es inmortal y por eso es verdad. Recordemos que la verdad es lo que hace que una falsedad sea

Podría pensarse que si bien el ánimo no se destruye, entonces se minimiza cuando está con el cuerpo. El ánimo no puede hacer él mismo cuerpo, pero sí podría ser llevado a ser cuerpo por un ente superior. Dios sería la única potencia que podría llevar al ánimo a ser cuerpo, sin embargo, eso nunca ocurre porque Dios no permitiría que algo inmortal se convirtiera en mortal. 

También puede pensarse que el ánimo decrece cuando el sujeto está durmiendo. 

La verdad no tiene contrarios

La verdad es lo que da existencia a las cosas; por lo tanto, si una mentira quisiera existir esa mentira tendría que ser verdad. ¿Que no podría ser verdad? tendría que ser verdad el no-ser. En palabras de San Agustín:

''Nada existe contrario a la existencia''

Por lo tanto, nada es falso en cuanto que lo falso debe existir para ser falso. 

El alma racional no puede ser irracional

Las almas inferiores reciben de sí las órdenes de las superiores, y es así que el alma inferior recibe todo desde el alma superior y no al revés. El cuerpo es lo que es siempre gracias al alma con lo que podríamos decir que el alma inferior tiene la misma relación con el cuerpo, en cuanto que es comandada por el alma. 

Además, el alma está en todo el cuerpo y en cada una de sus partes de manera individual. Si el alma no existiera en el cuerpo, cuando nos doliera una parte del cuerpo, éste no sería capaz de decir dónde tuvo origen el dolor; todo eso es gracias al alma. 

Conclusión

Aquí estamos presentes a una continuación de las descripciones del alma. Parece ser que aparte de Dios, el alma es una entidad superior en el ser humano y éste debe aspirar a la contemplación de esta para ser mejor. No obstante, la investigación del alma no termina aquí, pues hay aproximadamente dos libros más acerca del alma. Lo que me llama la atención de éste libro es la teoría que Agustín nos presenta sobre la verdad. Acaso si la misma falsedad tiene que ser algo verdadero ¿no podría existir la falsedad en sí? Una pregunta difícil bajo la perspectiva y contribución del obispo de Hipona. 

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