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lunes, 15 de enero de 2024
Suhrawardi - El Murmullo de las Alas de Gabriel
jueves, 11 de enero de 2024
Bartolomé De Las Casas - Vida y obra (1484 - 1566)
Escritor, encomendero, clérigo y filósofo, estamos hablando de Fray Bartolomé de las Casas, un hombre que vio por sí mismo las injusticias que recibían los indígenas en las Américas y que defendió los derechos de los mismos. Se le recuerda como “el Apóstol de los indios”, el hombre que expuso la opresión de los pueblos indígenas por parte de los europeos en las colonias de las Indias Occidentales. Sin embargo, detrás de él también hay muchas cosas oscuras que se cuentan. Veamos la historia de Bartolomé de las Casas.
BARTOLOMÉ DE LAS CASAS
VIDA Y OBRA
Primeros años
Bartolomé de las Casas nació el 11 de noviembre del año 1484 en Sevilla. Su padre fue Pedro de las Casas que era un comerciante descendiente de una de las familias que habían migrado de Francia a la Sevilla Cristiana. Es posible que haya estudiado en el Colegio de San Miguel, y posiblemente haya estudiado derecho canónico y estatal en la Universidad de Salamanca, aunque se ha puesto en duda que Las Casas haya tenido estudios universitarios. En la semana santa de 1493, a los 8 años, Pedro y Bartolomé pasearon por Sevilla y se acercaron al arco de San Nicolás para presenciar un espectáculo: Cristóbal Colón exhibía los tesoros extraídos de las Indias. Entre ellos habían huesos de peces, mascaras, armas de los nativos y siete indígenas. Fue uno de los momentos que más impresionó a Bartolomé cuando era pequeño. Esto lo animó a estudiar a la figura de Colón y comenzó a admirarlo cada vez más, tanto así que Bartolomé pudo tener acceso a testimonios y manuscritos de Colón. De hecho, se conoció como el ''Gran Cronista de Colón''. Se cree que Las Casas viajó a Sevilla para enrolarse como soldado, y estudiar latín en la academia de la catedral de Sevilla. Una de las anécdotas que Bartolomé recoge de los viajes de Colón fue haber visto tres sirenas, que no tenían la misma forma de las que se cuentan, como mujeres hermosas, sino todo lo contrario, como hombres. Las Casas dijo que Colón las habría visto en el río de Oro y en Guinea.
Experiencia con los indios
Cuando Colón regresó de su segundo viaje, Pedro de las Casas, quien acompañó a Colón, le regala un joven amerindio a su hijo Bartolomé. El propósito del regalo era que Bartolomé fuera servido, pero el joven Bartolomé quiso estudiarlo preguntándole sobre su religión y su lengua, y compararla así con las suyas.
En el año 1499, Bartolomé de las Casas participó como integrante de las milicias sevillanas para combatir a los moriscos en Alpujarra. Cuando el monarca pidió refuerzos el día 27 de enero de 1500, Las Casas se dirigió a Granada.
Bartolomé se embarca por primera vez el 15 de abril del año 1502 en la expedición de Ovando hacia las Indias, aunque este hecho ha sido ampliamente discutido. En realidad, Las Casas buscaba oro y tesoros en estas primeras expediciones, pero como fuesen que hayan sido los motivos, una vez llegado ahí, Bartolomé recibió las conocidas encomiendas que era la repartición de indios y tierras en colonias americanas, con el fin de proteger y evangelizar a los indígenas. Esta ya había sido aplicada en la época de la Reconquista española contra los musulmanes.
La Reina de Castilla tenía solamente por objetivo que los naturales de las Indias fueran evangelizados, de hecho, antes de morir había advertido que esa debía ser la forma en que se ''conquistaran'' los nuevos territorios. Sin embargo, en la realidad las cosas fueron muy distintas.
Bartolomé de las Casas había estudiado latín y humanidades antes de partir hacia el Nuevo Mundo. En 1506, Bartolomé de las Casas se hace sacerdote a los 22 años, tomó las órdenes menores y al año siguiente, en Roma, se hizo presbítero. Esa misma base cultural lo ayudó para que fuera ordenado sacerdote en 1507, y la necesidad de tenerlo ahí era vital pues la conquista necesitaba religiosos y soldados para la evangelización. En 1511 se convertiría en capellán militar y se uniría a la expedición de Pánfilo de Narváez hacia Cuba (en ese tiempo llamada Cipango), y tomó parte de la conquista como sacerdote-encomendero. Desde ahí observo el vejatorio trato que se les daba a los indios, nunca permaneció indiferente a este tema. El 15 de agosto del año 1514, Las Casas anunció que regresaría sus indios siervos al gobernador y el año siguiente regresa a España para pedir un mejor trato a los indios, ya que sabía que pedirlo desde la distancia a las Indias sería inútil.
Bartolomé ya no sería el mismo. Intentó defender todavía la encomienda para dar avance a la conquista, pero las imágenes y el ataque a los aborígenes fue tan brutal que finalmente renuncia a todas las encomiendas.
Mientras era encomendero, una de las cosas relevantes que inspiró a Las Casas para dejar de serlo fue el sermón de Antón de Montesino quien, tal como Las Casas, expresó su indignación con la situación de los indios. Este sermón se llamó ''El Sermón de Adviento'' de 21 de diciembre de 1511 en Santo Domingo. Fue la primera defensa pública a los indios.
Esta es parte del Sermón:
''Soy la voz que predica en el desierto de las consciencias que el señor esta mirando desde las alturas, como mira la sequedad en que viven en grave peligro de condenación. Todos estáis en pecado mortal y en el vivís y morís por la crueldad de la tiranía que usais con estas inocentes gentes.
Decid, ¿con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre aquestos indios? ¿Con qué auctoridad habéis hecho tan detestables guerras a estas gentes que estaban en sus tierras mansas y pacíficas, donde tan infinitas de ellas, con muerte y estragos nunca oídos habéis consumido? ¿Cómo los tenéis tan opresos y fatigados, sin dalles de comer ni curallos en sus enfermedades en que, de los excesivos trabajos que les dais, incurren y se os mueren y, por mejor decir, los matáis por sacar y adquirir oro cada día? ¿Y qué cuidado tenéis de quien los doctrine y cognozcan a su Dios y criador, sean baptizados, oigan misa, guarden las fiestas y domingos? ¿Éstos, no son hombres? ¿No tienen ánimas racionales? ¿No sois obligados a amarlos como a vosotros mismos? ¿Esto no entendéis? ¿Esto no sentís? ¿Cómo estáis en tanta profundidad de sueño tan letárgico dormidos?
Tened por cierto, que en el estado en que estáis no os podéis mas salvar que los moros o turcos que carecen y no quieren la fe en Jesucristo''
Todos los presentes se indignaron con dicho sermón, lo trataron de loco. Al domingo siguiente, Antón fue exhortado a que se retracte, pero nuevamente, subiendo al púlpito, Antón dijo ''con más razones y autoridades afirmo de tener injusta y tiránicamente aquellas gentes opresas y fatigadas''.
Conversión
Primera conversión
El 15 de agosto del año 1514, luego de escuchar los sermones de los monjes dominicos, Las Casas se unió a ellos para continuar con la defensa a los indios. Esto sucedió a partir de unos acontecimientos en la misa de Pentecostés en la ciudad de Sancti Spiritus, donde el Padre Las Casas amonestó a unos encomenderos por los maltratos que propinaban a los indios. Esta fue la conocida primera conversión de Las Casas llamada ''conversión lascasiana'' (por ''Las Casas''). Desde ahí que sus esfuerzos por promulgar leyes a los indios se dará con más ahínco, hablará con grandes autoridades para hacer realidad sus propósitos.
Segunda conversión
En el año 1522 Las Casas ingresó a la orden de los dominicos en el convento de Santo Domingo, en La Española. Desde ese momento, Bartolomé de las Casas comenzó a ser llamado ''Fray'' que era el nombre para referirse a Las Casas como un nuevo hermano dentro de la orden: Fray Bartolomé de las Casas.
Defensa a los indios
En verdad, Bartolomé de las Casas no fue el primero en realizar una defensa a los indios. Mucho antes que él estaba el fray Pedro de Córdoba que ya había enviado a Cuba a otros frailes como:
Fray Gutierre de Ampudia
Fray Bernardo de Santo Domingo
Fray Pedro de San Martín,
Fray Diego de Alberca
De hecho, fue el mismo Gutierre de Ampudia quien le dijo a Las Casas que fueran a La Española para reunirse con Pedro de Córdoba a principios del año 1515.
De Las Casas sería nombrado como sacerdote-procurador y comisionado para investigar el estado actual de las Indias; zarparía a América el mismo año.
Las Casas regresó a España al año siguiente. Además de estudiar los problemas jurídicos de las Indias, comenzó a elaborar un plan para su colonización pacífica mediante el reclutamiento de agricultores como colonos.
El proyecto de Cumaná
En el año 1518, Bartolomé de las Casas planteó un proyecto de defensa para los indios. El proyecto, que había confeccionado con Antonio de Montesinos, fue rechazado numerosas veces por las autoridades españolas. Esto dado a la inspiración utópica que tenía Las Casas de una sociedad, inspirada seguramente por los autores del renacimiento (como podría haber sido Tomás Moro).
Sin embargo, su conmovedora defensa de los pueblos indígenas ante el Parlamento español en Barcelona en diciembre de 1519 persuadió al rey Carlos I (el emperador Carlos V), que estaba presente, y aceptó el proyecto de Las Casas de fundar “pueblos de indios libres”, es decir, comunidades tanto españoles como indios que juntos crearían una nueva civilización en América.
La ubicación seleccionada para la nueva colonia fue el Golfo de Paria, en la parte norte de la actual Venezuela, Cumaná. Las Casas y un grupo de trabajadores agrícolas partieron hacia América en diciembre de 1520. No obstante, Alonso de Ojeda, ya se había enfrentado duramente con los indígenas de la región, lo que hizo imposible que se pudiera evangelizar. Las Casas no encontraría apoyo para poblar la región, pues tampoco había ningún indígena. De hecho, los mismos indígenas tomarían el territorio tiempo después de que los españoles se marcharan. Las Casas deja su proyecto a finales de 1521 con una gran frustración. El fracaso en reclutar un número suficiente de agricultores, la oposición de los encomenderos de Santo Domingo y, finalmente, un ataque de los propios indios fueron factores que provocaron el desastre al experimento en enero de 1522.
Otro de los factores que pudieron influir en su proyecto fue el alzamiento del cacique Enriquillo quien, educado primeramente por los franciscanos, se rebelaría contra el orden establecido apropiándose de la sierra de Bahoruco, al sur de lo que hoy es República Dominicana. Este alzamiento duró al menos 10 años, y las autoridades españolas pidieron, finalmente, en el año 1534 que Bartolomé gestionara la paz con Enrique.
Sus obras relevantes
A su regreso a Santo Domingo, el sacerdote y reformador político abandonó sus actividades reformistas para refugiarse en la vida religiosa. Ingresó a la orden dominica en 1523. Cuatro años más tarde, mientras se desempeñaba como prior del convento de Puerto de Plata, pueblo del norte de Santo Domingo, comenzó a escribir la Historia apologética. Una de sus principales obras, la Apologética, serviría de introducción a su obra maestra, la Historia de las Indias.
La Historia, que por petición suya no se publicó hasta después de su muerte, es un relato de todo lo que había sucedido en las Indias tal como él lo había visto u oído. Pero, más que una crónica, es una interpretación profética de los acontecimientos. El propósito de todos los hechos que expone es el “pecado” de dominación, opresión e injusticia que los europeos estaban infligiendo a los pueblos recién descubiertos. Era la intención de Las Casas revelar a España el motivo de la desgracia que inevitablemente le sobrevendría al convertirse en objeto del castigo de Dios.
Las Casas interrumpió la redacción del libro sólo para enviar al Consejo de Indias en Madrid tres largas cartas (en 1531, 1534 y 1535), en las que acusaba a personas e instituciones del pecado de oprimir a los indios, particularmente a través de la encomienda. Después de varias aventuras en Centroamérica, donde sus ideas sobre el trato a la población indígena invariablemente lo pusieron en conflicto con las autoridades españolas, Las Casas escribió De único modo (1537), en el que expuso la doctrina de la paz, pero también la evangelización del indio. Junto con los dominicos, empleó este nuevo tipo de evangelización en una “tierra de guerra” (un territorio de indios aún no conquistados): Tuzulutlán (la actual Alta Verapaz, Guatemala).
En ese mismo año, el papa Paulo III dictó la bula Sublimis Deus donde se establecía lo siguiente:
''los dichos indios y todas las demás personas que después sean descubiertas por los cristianos, de ninguna manera deben ser privados de su libertad ni de la posesión de sus bienes, aunque están fuera de la fe de Jesucristo; y que pueden y deben, libre y legítimamente, disfrutar de su libertad y de la posesión de sus bienes; ni deberían ser esclavizados de ninguna manera; en caso contrario, será nulo y sin efecto alguno''.
En ese mismo año, uno de los intelectuales más influyentes como lo sería Francisco de Vitoria, hablaría en los mismos términos que la bula papal.
Animado por el resultado favorable de este experimento, Las Casas partió hacia España a finales de 1539, llegando allí en 1540.
Mientras esperaba una audiencia con Carlos V, Las Casas concibió la idea de otra obra más, la Brevísima relación de la destrucción de las Indias, que escribió en 1542 y en la que se narran los acontecimientos históricos. Descritos los hechos, estos son en sí mismos de menos importancia que su interpretación teológica: “La razón por la cual los cristianos han matado y destruido un número tan infinito de almas es que han sido movidos por su deseo de oro y su deseo de enriquecerse en muy poco tiempo.”
La obra de Las Casas finalmente pareció verse coronada por el éxito cuando el rey Carlos firmó las llamadas Leyes Nuevas (en todo caso, presionado por Las Casas y Francisco de Vitoria). Según esas leyes, la encomienda no debía considerarse una concesión hereditaria; en cambio, los propietarios tuvieron que liberar a sus siervos indios después del lapso de una sola generación. El 5 de enero del año 1543, Las Casas desembarca en el puerto de San Francisco de Campeche y año siguiente, para garantizar el cumplimiento de las leyes, Las Casas fue nombrado obispo de Chiapas en México, y en julio de 1544 zarpó hacia América, junto con 44 dominicos. No obstante, Las Casas renuncia a su obispado por la resistencia a las Leyes Nuevas de parte de los encomenderos.
A su llegada en enero de 1545, inmediatamente emitió Avisos y reglas para confesores de españoles, el famoso Confesionario, en el que prohibía dar la absolución a quienes tenían indios en encomienda. La rigurosa aplicación de sus reglamentos provocó una vehemente oposición por parte de los fieles españoles durante la Cuaresma de 1545 y obligó a Las Casas a establecer un consejo de obispos para ayudarlo en su tarea. Pero pronto su posición intransigente a favor de los indios enajenó a sus colegas y en 1547 regresó a España, debido a la presión de los encomenderos. Lucharía a favor de la causa de los indios desde la corte.
Asesor de Carlos V
Las Casas entró entonces en la etapa más fructífera de su vida. Se convirtió en una figura influyente en la corte y en el Consejo de Indias. Además de escribir numerosos memoriales (peticiones), entró en enfrentamiento directo con el erudito Juan Ginés de Sepúlveda en 1550, figura cada vez más importante en la corte a causa de su Democrates segundo; o, de las justas causas de la guerra contra los indios, en el que sostenía, teóricamente de acuerdo con los principios aristotélicos, que los indios “son inferiores a los españoles en la misma medida”. Los niños son para los adultos, las mujeres para los hombres y, de hecho, incluso se podría decir, lo que los simios son para los hombres”. Las Casas finalmente se enfrentó a él en 1550 en el Concilio de Valladolid, presidido por teólogos famosos. La discusión continuó en 1551 y sus repercusiones fueron enormes.
Producto de todos estos debates se promulgó la Ley de Indias, que sería una recopilación de la Ley de Burgos y las Leyes Nuevas con mejoras sustanciales.
La servidumbre de los indios ya estaba irreversiblemente establecida y, a pesar de que las enseñanzas de Sepúlveda no habían sido aprobadas oficialmente, eran, en efecto, las que se seguían en las Indias. Pero Las Casas continuó escribiendo libros, tratados y peticiones, testimonio de su inquebrantable determinación de dejar por escrito sus principales argumentos en defensa de los pueblos indígenas de América.
Durante sus últimos años, Las Casas llegó a ser el asesor indispensable tanto del Consejo de Indias como del rey en muchos de los problemas relacionados con las Indias. En 1562 hizo publicar la versión final del Prólogo de la Historia de las Indias, aunque en 1559 había dejado instrucciones escritas de que la obra en sí debería publicarse sólo “después de que hayan transcurrido cuarenta años, para que, si Dios determina destruir España, se verá que es por la destrucción que hemos hecho en las Indias y su justa razón puede ser claramente evidente.” A la edad de 90 años Las Casas completó dos obras más sobre la conquista española en América. Dos años más tarde murió en el convento dominico de Nuestra Señora de Atocha de Madrid, habiendo continuado hasta el final la defensa de sus queridos indios, oprimidos por el sistema colonial que organizaba Europa.
Controversia
Junta de Valladolid
Una de las controversias más conocidas que tuvo Las Casas, como lo dijimos anteriormente, fue con Juan Ginés de Sepúlveda. Su primera discusión se inició en La Junta de Valladolid cuyo hito histórico es ser el primer debate moral que surgió en la historia europea, la cual discutió los derechos y tratos a los indígenas por los conquistadores. Se sostuvo en el Colegio de San Gregorio en la ciudad de Valladolid, España.
Aunque Las Casas trató de reforzar su posición al relatar sus experiencias con el sistema de encomiendas, el debate tuvo en su mayoría los cimientos de una discusión teológica. Debemos decir que Las Casas tenía poco conocimiento humanístico comparado con su adversario Juan Ginés de Sepúlveda, quien era considerado un filósofo.
Por otro lado, Juan Ginés de Sepúlveda jamás pisó la tierra del Nuevo Mundo, por lo que su conocimiento y experiencia le jugaba en contra. En cambio, Bartolomé de Las Casas había pasado cuarenta años en América.
Nos remitimos a nuestra entrada dedicada al debate en este link.
Gonzalo Fernández de Oviedo
El cronista español Gonzalo Fernández Oviedo fue otro de los que tuvo problemas con Las Casas. La obra de Las Casas llamada ''Historia de las Indias'' fue la respuesta a la obra de Oviedo llamada ''Sumario de la Historia General de las Indias''. Se decía que Oviedo consideraba a los indios como seres inferiores y que no habría razón para no someterlos como lo hacían los encomenderos. Sin embargo, otras fuentes distan de que la visión de Oviedo haya sido tal, y bien, ambos tenían descripciones completamente diferentes no solo de los indios, sino que también de los lugares en que habitaban.
En algunos casos, Bartolomé y Gonzalo coincidieron en ciertas materias, como por ejemplo, la institución del ''Requerimiento'', manifiesto por el cual se le informaba a los indígenas que serían sometidos a los reyes españoles, la cual tenía una efectividad cuestionable con respecto a la conversión de los indios. Generalmente se utilizaba para ejercer judicialmente la acción armada.
Hernán Cortés
Con respecto a Hernán Cortés, conquistador del imperio azteca, Bartolomé no daría palabras amables. Lo tenía por una especie de príncipe arrogante en cuanto a su apariencia. En cambio, Toribio de Benavente, más conocido como Motolinía, daría una imagen mucho más favorable y positiva.
Leyenda Rosa y Leyenda Negra
Leyenda Rosa
El descubrimiento de América fue un hecho sin par en el siglo XV, y España estaba a la vista de todas las naciones. Los defensores de la colonización establecen que la conquista trajo más beneficios que perjuicios a América, pues llevaron civilización, recursos, religión, estructuras, instituciones, entre otros. Otros dicen que desde la promulgación de la Ley de Indias se habló de una Leyenda Rosa por la cual todas las situaciones que afectaban a los indios se habían arreglado.
En ese sentido, los colonizadores son verdaderos héroes al llevar el conocimiento a los indios, y así la evangelización se justificaba.
Leyenda Negra
Alrededor de la figura de Bartolomé de las Casas, existe un argumento en el cual los datos que nos da el fraile dominico no serían los correctos. Si bien fue testigo de las injusticias que podrían haber sucedido a los indios, parece ser que la información que nos da es evidentemente exagerada e hiperbolizada.
Uno de sus detractores fue Toribio de Benavente, más conocido como Motolinía, nombre proveniente del nahualt que él mismo adoptó para ser nombrado entre los habitantes de México cuyo significado es ''el que es pobre''. Si bien, este fraile franciscano protegió a los indios por los abusos de Nuño de Guzmán, llamado ''Gran Tirano'' por Las Casas, Motolinía no compartía en absoluto las opiniones de Las Casas. De hecho, Motolinía creía que la suerte de los indios cambiaría una vez que se convirtieran al cristianismo, por eso, no había que destruir el sistema. Trato a Bartolomé de ''hombre penoso'' e incluso lo llamó apóstata por renunciar al obispado de Chiapas. También lo trató de indiferente con respecto a los indios de la cultura Nahualt porque no sabía dicha lengua ni ninguna otra que fuera indígena, así como tampoco podía distinguir un indio de otro.
Se debe considerar que las cifras que da Bartolomé de las Casas las escribe en los años 50, con respecto a los años 1515 y 1516. Una de las cifras más controversiales fue la de 3.000.000 de indios que murieron en La Española, lo cual representa un numero imposible. En consonancia con lo mismo, desde sus escritos se cuestiona que los colonos hayan dado un trato monstruoso a los indios. Se decía que, en verdad, todos los relatos que describía los había oído de otra persona, y que nuca había presenciado tales actos.
Por otro lado, Las Casas solo habla de las guerras de conquista en cuanto al diezmo de la cantidad de indios, no considera en absoluto las enfermedades llevadas por los españoles que también fueron causales de muerte.
Otra de las criticas que se le hace a Las Casas, fue la idea de relevar a los nativos de las indias por los negros, es decir, tomar a los negros esclavos del África y llevarlos para que sustituyan a los indios en los trabajos de estos. Esto se hizo por medio de una institución llamada ''asientos'' que consistía en un acuerdo comercial solamente entre el gobierno español y particulares. De esto surgió el denominado ''asiento de negros'' que se dio entre África y la América hispana. Todo esto con la venia de Las Casas y la autorización de Carlos I. En todo caso, se dice que luego se arrepintió de haber tomado esa postura en contra de los negros, a causa de un viaje que realizó a Lisboa y enterarse de la forma de esclavitud negra.
La propaganda de la Leyenda Negra que se instaló fue ampliada mucho más por parte de Guillermo de Orange-Nassau, alemán que luchó en la guerra de Flandes, quien utilizó la obra de Las Casas llamada ''Brevísima relación destrucción de las Indias'' modificándola y utilizándola a su antojo: proyectos políticos y militares. Modificó su texto de manera tal que tanto el Imperio Español y el catolicismo quedaron como tiranos e inhumanos.
Todos estos argumentos forma parte de lo que se ha denominado ''La Leyenda Negra'', que fue la propaganda antiespañola que surgió en esos años desde los distintos imperios contrarios a España. Se dice que Bartolomé de las Casas, con sus relatos sobre los indios, habría contribuido a alimentar esta imagen. Ahora bien, ciertos autores difieren en que esta leyenda haya existido alguna vez.
Entre estos exponentes tenemos a Fernando Ortiz quien señala en su obra ''Contra la Leyenda Negra'' que contra Las Casas había una intención de borrar su recuerdo por ser evocador de la barbarie española contra los indios. Esto se hizo por medio de la supuesta iniciativa que habría tomado Las Casas contra los negros; sin embargo, Ortiz nos dice que no existe ninguna prueba de que Las Casas haya podido comenzar con todo ello. De hecho, Ortiz dice que así como a Las Casas se le llamó ''Apóstol de los indios'', también se le debió haber llamado ''Apóstol de los negros''.
Otro autor es Alejandro Lipshutz quien dice que si existe una leyenda negra contra España, entonces investiguemos sobre las otras naciones y nos daríamos cuenta que tendríamos varias leyendas negras más. Considera la Leyenda Negra, una campaña maliciosa e ingenua.
Obras
En este blog veremos las obras más interesantes y completas de Bartolomé de las Casas, aprovechando que en verdad hay mucho material. A medida que estudiemos sus obras, las iremos publicando en esta entrada.
- Apologética Historia Sumaria: obra en que Las Casas trata de explicar la naturaleza del indio.
- Brevísima relación de la Destrucción de las Indias: una de las obras fundamentales de Las Casas donde se señalan las crueldades de los españoles contra los indios. Este es el texto objeto de críticas por la subyacente Leyenda Negra que representa
- Memorial de Remedios: una serie de medidas propuestas por Bartolomé de las Casas para un mejor trato a los indios
- De Unico Vocationis Modo: un texto que lamentablemente no ha sido encontrado integramente en su totalidad, pero que revela el pensamiento de Las Casas con respecto al modo de persuadir a los indios a la fe cristiana
- Tratado sobre la esclavitud: un tratado que comprende el fundamento filosófico y algunas medidas contra la esclavitud
- Brevísima relación de la destrucción de África: un breve opúsculo sobre la historia de África y su relación con Portugal
Conclusión
Estamos hablando de una de las figuras más importantes en el período del descubrimiento del Nuevo Mundo. Bartolomé de las Casas, ha puesto un tema fundamental que será la semilla de algo que se vendrá poderosamente más adelante; la defensa de los derechos de las personas. Puede que ciertos estudios que se han realizado desde el siglo XVIII, hayan dado otra perspectiva a la imagen de Las Casas, pero si se puede rescatar su legado en defensa de los indios, creo que sería muy positivo que se fomente y que no se manipule dolosamente.
martes, 9 de enero de 2024
Suhrawardi - El Tratado sobre los Pájaros
Sorpresivamente, este tratado no es de Suhrawardi, sino que del mismísimo Ibn-Sina, pero ¿qué tiene que ver este tratado con Suhrawardi? la verdad es que el filósofo persa tradujo la obra de Avicena al persa. Este es un trabajo de doctrina esotérica y enseñanza sobre las luces y las formas, y cómo el mundo material puede obstruir el conocimiento del hombre. Suhrawardi utiliza los símbolos anteriores para ofrecer un conjunto de instrucciones prácticas para quienes están en el camino sufí. Veamos qué nos dice Suhrawardi sobre cómo conducirse a lo espiritual.
TRATADO SOBRE LOS PÁJAROS
Antes de dar el análisis de esta obra, vamos a entregarla de modo completo en esta entrada, y luego la analizaremos.
''¿Hay
alguien entre mis camaradas que me preste sus oídos para transmitirle algo de
mi triste historia? Ninguna amistad es pura amenos que esté protegida de
la contaminación de la impureza, ¿dónde encontraré a un amigo sincero? Las
amistades estos días se han vuelto como la mercancía: la necesidad en un amigo cultivan amistad, pero cuando no hay más necesidad, la amistad se
corta. La excepción es la hermandad de amigos cuyo lazo es cercano a lo divino.
Su intimidad viene de lo celestial, echan un vistazo a los corazones de otros
con los ojos de la realidad, pulen el cardenillo de la duda y la incerteza de
ellos mismos. Este grupo puede ser reunido solo por el heraldo de Dios; y
cuando son reunidos aceptarán su testimonio.
Hermanos de la verdad, se protegen entre ellos
mismos del mismo modo que lo hace un puercoespín, que mantiene su estómago
contra el suelo y lo cubre con sus espinas.
Hermanos de la verdad, mudan su piel como una serpiente, y van como una hormiga, de la cual nadie puede oír sus pasos. Sé como un escorpión, con tu arma siempre mantenida detrás de ti, porque el demonio siempre se aproxima por detrás. Bebe el veneno que puede hacerte vivir, y ama la muerte que puede hacerte permanecer vivo. Debes estar en constante vuelo y no tomar un nido particular, porque todas las aves pueden ser capturadas en sus nidos. Si no tienes alas para volar, entonces arrástrate en el suelo, porque puede que cambies tu lugar. Sé como una avestruz la cual traga piedras tibias, y sé como un buitre que come huesos duros. Sé como una salamandra, que está siempre en medio del fuego, que mañana puede no causar daño. Sé como un murciélago los cuales no emergen durante el día, porque puede ser salvado de los enemigos.
¡Hermanos de la verdad! No hay que asombrarse de que el Ángel huya del mal y que, al contrario, la Bestia cometa maldades, pues el Ángel no posee órgano alguno de corrupción, mientras que la Bestia carece de cualquier órgano de entendimiento. No; lo asombroso es lo que le sucede al hombre dotado de poder contra sus malos deseos: se deja dominar por ellos teniendo dentro de sí la luz de la inteligencia. En verdad, se transforma en algo semejante al Ángel aquel que aguanta a pie firme el asalto de los deseos perversos. Por el contrario, quien carece de fuerza para resistir las tentaciones de los malos deseos, termina al nivel de las bestias.
Volvamos a nuestro relato y explicación de nuestra tristeza.
Sepan, Hermanos de la Verdad, que un grupo de cazadores salieron al desierto; tendieron sus redes, colocaron los cebos y se ocultaron entre la maleza; en cuanto a mí, estaba en la bandada de pájaros. Cuando los cazadores nos avistaron, para atraernos hicieron sonar un reclamo tan agradable que nos sumió en la duda. Nos mirábamos unos a otros, veíamos un lugar tan apacible y placentero, nos sentíamos tan bien acompañados que no experimentábamos inquietud alguna, ni ninguna sospecha nos impidió encaminarnos hacia aquel lugar. Al momento caímos en las redes, las anillas ciñeron nuestros cuellos, las mallas aprisionaron nuestras alas, los cordeles anudaron nuestros pies; cualquier movimiento que intentábamos sólo servía para amarrar más fuertemente nuestros lazos y agravar nuestra situación.
Acabamos por resignarnos a nuestra suerte; cada cual sólo hacía cuenta de su propio daño, olvidando el de su hermano; sólo procurábamos buscar alguna astucia que nos libertara. Más tarde, acabamos por olvidar a qué degradación había llegado nuestra situación, perdimos la conciencia de nuestras cadenas y de la angostura de nuestra cárcel y nos abandonamos a la inoperancia.
Pero he aquí que un día, mientras miraba entre las
mallas de las redes, vi una bandada de pájaros que habían sacado las cabezas y
alas de la jaula y se preparaban para el vuelo. En sus pies aún se veían
los nudos de las cuerdas, no tan apretadas para impedirles el vuelo, ni tan
sueltas como para permitirles una vida tranquila y sin cuidados. Viéndolos,
recordé mi anterior estado, del que ya había perdido la conciencia. Lo que en
el pasado fue mi vida familiar, me hizo sentir la miseria de mi actual condición. Hubiera querido morir de tan gran tristeza o que mi alma se escapara sin
ruido de mi cuerpo cuando los viera partir.
Los llamaba; les gritaba desde el fondo de mi jaula:
¡Vengan! ¡Acérquense! Enséñenme con qué estrategia
puedo libertarme; compadézcanme, pues en verdad estoy en las últimas.
Pero ellos recordaban la astucia y trucos de los
cazadores. Mis gritos sólo sirvieron para asustarlos y alejarlos de mí.
Entonces les conjuré en nombre de la fraternidad eterna, en nombre de la
camaradería limpia de toda mancha, en nombre del pacto no roto, para que
confiaran en mis palabras y borrasen de su corazón cualquier duda. Entonces se
me acercaron. Cuando yo les pregunté por su situación me dijeron lo siguiente:
También nosotros fuimos cautivos del mismo mal que
el tuyo; igualmente sufrimos desesperación, fuimos familiares de la tristeza,
de la angustia y del dolor.
Acto seguido me enseñaron su medicina. El lazo cayó
de mi cuello, mis alas se libraron de las cuerdas, la puerta de mi jaula
se abrió. Me dijeron:
Aprovéchate de tu liberación.
Pero yo les pedí de nuevo:
Quítenme también esta traba que me queda en el
pie.
Me respondieron:
Si tuviéramos fuerza para ello habríamos empezado por retirar la que estaba a nuestro pie. ¿Cómo un enfermo podría curar a otro?
Salí, pues, de mi jaula y con ellos emprendí el
vuelo. Me dijeron:
A lo lejos, delante de ti, se encuentra una
región, y no estarás a salvo de cualquier peligro hasta que hayas atravesado
todo el espacio que te separa de ella. Sigue, pues, nuestra estela para que
podamos salvarte y te conduzcamos por el buen camino hasta la meta que deseas.
Nuestro vuelo nos condujo entre las dos laderas de
una montaña por un valle fértil lleno de vegetación. Volamos agradablemente
hasta que sobrepasamos todos los peligros sin hacer caso del reclamo de cazador
alguno. Por fin llegamos a la cima de una primera montaña desde la que
divisamos otras ocho cumbres tan altas que la vista no llegaba a
distinguirlas. Unos a otros nos dijimos:
Detengámonos. No estaremos seguros sino después de
haber cruzado sanos y salvos dichas cumbres, pues en cada una de las montañas
hay gente interesada por nuestra [captura]; si nos interesáramos por ello y nos
distrajésemos con el encanto de sus placeres y el reposo de sus lugares, jamás
llegaríamos.
Mucho sufrimos al atravesar, una tras
otra, seis montañas y llegar a la séptima. Cuando hubimos sobrepasado sus
límites, algunos de los nuestros dijeron a los otros:
¿Acaso no ha llegado ya la hora de descansar?
Estamos agotados por la fatiga, y entre nosotros y los cazadores hay un buen
espacio, pues hemos atravesado una distancia considerable. Una parada de una
hora nos vendría bien para llegar a la meta, pues si aumentamos nuestra fatiga
vamos a perecer.
Hicimos, pues, un alto en la cumbre de la montaña;
vimos allí jardines frondosos, hermosos palacios y pabellones elegantes,
árboles frutales y corrientes de agua viva; delicias tantas que alegraban la
vista. Teníamos el alma confusa y el corazón turbado ante tanta hermosura.
Escuchábamos cantos admirables y música de instrumentos que conmovían. Se
respiraban perfumes que dejaban pálidos al ámbar y el almizcle más exquisitos.
Comimos de sus frutos, bebimos de las corrientes de agua viva, descansamos hasta
que repusimos nuestras fuerzas. Entonces nos dijimos unos a otros:
¡Apresurémonos! No hay trampa más peligrosa que la
falsa seguridad, sin vigilancia no es posible la salvación, fortaleza alguna
iguala a la desconfianza que nos mantiene en guardia. Nuestros enemigos nos
siguen los pasos buscando el sitio en que nos encontramos. ¡Vámonos!.
Renunciamos, pues, a nuestro lugar; por bueno que
fuera, más valía aún nuestra salvación. Tras de habernos puesto de acuerdo para
la partida, nos separamos de aquellos lugares y llegamos a la séptima montaña.
Su cima era tan elevada que se perdía en el Cielo; sus laderas estaban pobladas
de pájaros. Jamás había escuchado una música tan brillante, ni contemplado
colores tan espléndidos, formas tan graciosas, ni encontrado compañía tan
dulce. Cuando nos posamos cerca de ellos, nos mostraron tanta gentileza, delicadeza
y amabilidad que cosa alguna pudiera describirlas ni comprenderlas. Cuando nos
hallamos tan completamente a gusto con ellos, les referimos los sufrimientos
que habíamos padecido, que comprendieron con la mayor solicitud. Después nos
dijeron:
Más allá de esta montaña hay una ciudad en la que
vive el Rey Supremo. Cualquier oprimido que llega a implorarle su protección y confía plenamente en él, el Rey aparta de él la injusticia y el sufrimiento
mediante su poder y su ayuda.
Confiando en sus consejos hicimos propósito de llegar a la Ciudad del Rey. Alcanzamos, pues, su corte y esperamos su audiencia. Al fin llegó la orden de que los recién llegados fueran introducidos ante él y penetramos en el castillo. Nos encontramos en un recinto cuyo esplendor no podría ser expresado por descripción alguna. Tras de haberlo atravesado, una cortina se desplegaba ante nosotros, que al desvelarse mostraba una sala tan espaciosa y brillante que nos hizo olvidar la primera; mejor aún, comparada con ésta, aquella nos parecía bien poca cosa. Llegamos, al fin, al trono del Rey. Cuando se descorrió el último velo y la hermosura del Rey resplandeció ante nuestros ojos, quedaron en suspenso nuestros corazones y fuimos presa de estupor tal que no pudimos ni formular nuestras quejas. Sin embargo, él se dio cuenta de nuestro desmayo, nos devolvió la confianza con su amabilidad; y así nos atrevimos a hablarle y a contarle nuestra historia. Entonces nos dijo:
No hay nadie que pueda deshacer el nudo que traba
vuestros pies, salvo aquellos mismos que los anudaron. He aquí, pues, que envío
un mensajero a ellos que les impondrá el deber de daros satisfacción y quitaros
la traba. Partid, pues, felices y contentos.
Por fin, he aquí que estamos en camino marchando en
compañía del Mensajero del Rey. Pero mis hermanos me insistían pidiéndome que
les descubriese la hermosura del Rey. La expondré en pocas palabras que
concretan y bastan, a saber: cualquiera que fuera la belleza sin brizna de
fealdad que tu corazón pudiese imaginar, sea cual fuese la perfección sin pizca
de deficiencia que pudieses soñar, el Rey es el único en que he encontrado su
posesión plena, pues en él se ha realizado de un modo absoluto toda la hermosura,
sin nada de imperfección, ni siquiera en sentido metafórico. Es todo Rostro por
su belleza, para que lo contemples; todo Mano abierta, por su generosidad.
Quien a Él se acerca, alcanza la felicidad suprema; quien de Él se aparta,
pierde este mundo y el futuro.
Pero ¿cuántos de mis hermanos, soliviantados por mi
relato, no van a decirme:
"Advierto que tu mente anda un tanto
descarriada, si no es que andas enajenado? ¡Vamos!, jamás has levantado el
vuelo, lo que ha volado es tu razón; ningún cazador te ha tomado por blanco, lo
que te ha sido cazado y requetebién es tu caletre. Mas ¿cómo podría volar un
hombre? Se diría que la bilis ha inundado tu temperamento y se te ha secado la
mollera. Convendría que te pusieses a régimen; bébete una infusión de tomillo,
toma con frecuencia baños calientes, mójate la cabeza con agua templada, inhala
vapores de aceite de nenúfar; después, sigue un régimen alimenticio ligero;
prescinde del trasnochar excesivo; en fin, evita que se te recaliente la
sesera. Pues antes siempre te habíamos tenido por hombre razonable, de sano
juicio y agudo; sepa Dios qué preocupación nos va a caer encima por culpa de tu
estado; al verte tan desquiciado hasta nosotros nos sentimos enfermos".
¿Qué les iba a decir este triste resultado? No
hay peor discurso que esos sermones que la gente te endilga por nada. Pero mi
auxilio está en Dios; frente a los hombres, mi libertad. Aquel que profese otra
creencia perderá su vida así en este mundo como en el futuro; pues los que se
esfuerzan por ser los primeros, un día sabrán del terremoto que los derribará.
Análisis
De esta gran obra podemos ver la dificultad que Suhrawardi nos quiso mostrar en cuanto a alcanzar el camino espiritual. Ya en el primer análisis nos dice lo importante que es reunirse con los hermanos y dejar el ego atrás, tal como fue mencionado en Filosofía de la Iluminación.
Que se camine como las hormigas para que nadie, excepto los hermanos, conozcan este pacto. Beber veneno quiere decir endurecerse de los dolores y las frustraciones que se experimentan en el sendero de la espiritualidad. Con respecto a amar la muerte para mantenerse vivo, significa la muerte espiritual, que proviene de un concepto sufí que Suhrawardi describe en un poema:
''Si tu mueres ante la muerte,
te has puesto tú mismo en eterna dicha.
Tú que no pusiste un pie en este camino,
vergüenza sea sobre ti que te has traído sufrimiento''
Si bien la mayoría de cosas que dice Suhrawardi son de un esfuerzo para alcanzar el camino espiritual, la interpretación de la salamandra puede ser la más variada.
- El símbolo del oro de la alquimia es el oro, y el oro es el símbolo del intelecto divino
- Se dice que la salamandra camina sobre el fuego sin quemarse, simbolizaría la resistencia
- El fuego serviría como un elemento de purgación de las impurezas
- El estado humano terrenal es una prisión para el alma humana.
- Es necesario que el alma viaje hacia la Luz de Luces.
- La gracia que se alcanza a través de tal experiencia ayuda al Sãlik para eliminar los apegos finales a este mundo.
- La experiencia de la luz de las luces se puede lograr si uno está capaz de liberarse de la prisión del mundo material.
Así, el Tratado de los Pájaros, por medio de esta historia, nos hace reflexionar sobre la necesidad del camino espiritual
Conclusión
Es claro que esta obra fue escrita en los tiempos difíciles de Avicena, quizás en aquellos donde estuvo encerrado en la fortaleza de Fardagan. Al mismo tiempo, y con el mismo texto, la filosofía sufí a la que nos exhorta Suhrawardi, como en todas sus obras, es alcanzar la iluminación por medio de las luces, y de ese modo escapar de la prisión humana. Sin embargo, esta no será la única obra escrita de este modo.