viernes, 12 de mayo de 2017

San Agustín de Hipona - La Trinidad (Libro IX: Razón en la Santísima Trinidad) (399).

La Santísima Trinidad no es sólo un concepto metafórico y abstracto que se puede entender sólo a través del amor; la Santísima Trinidad también puede llevarse al entendimiento y la razón y es así como lo explica San Agustín de Hipona en el siguiente libro a analizar. Ya habíamos visto en el libro anterior algunas virtudes conectadas con la Trinidad y ahora resta ver los conceptos que representan el saber y la mente humana. Veamos lo que nos trae ahora el doctor de la Gracia. 




LA TRINIDAD

LIBRO IX: RAZÓN EN LA SANTÍSIMA TRINIDAD

Conceptos para la Trinidad

El amor

Cuando se ama a alguien se necesitan identificar tres cosas:

El amor
Quien ama
y quien es amado

Amarse a sí mismo reúne las tres cosas que hablamos aquí, pues uno es el objeto amado, el amor que necesito para amar y yo que soy el que ama. Ahora amar a otro también es amarse a sí mismo, pues me sentiré bien con esa persona al amar y por supuesto hay amor pues con esto es con que amo. 

Por otro lado, hay otro concepto tan importante como el amor para lograr amarse y ese es el conocimiento, es decir, necesitamos conocer lo que vamos a amar. 

La mente y el amor

La mente debe amarse a sí misma para ser unidad entre el amor, la cosa que ama (a sí mismo) y ella misma (la mente). Estas tres cosas son unidad y dicen relación la una con la otra, pues cuando la mente se conoce y ama a sí misma no hay nada con qué comparar. 

Ahora, ¿qué pasa en el caso de que la mente ame a otra cosa que no sea ella misma? a la mente no le quedaría otra cosa que amar que un cuerpo, pero ahí ya no habría unidad pues el cuerpo es infinitamente menor a la mente. Cuando la mente se ama existe una especie de totalidad y unidad porque su conocimiento es total. 

Otro tema es cuando es el hombre el que debe amar porque si se ama a sí mismo, está amando a algo cambiante y pecador. San Agustín nos dice que la idea es que el hombre siempre ame a lo que es superior a su cuerpo, y si hay algo aún más superior entonces que ame a Dios.  Por otro lado, también tenemos dos medios por los cuales conocer; uno es por los sentidos y otro es por el Verbo. Este último es el que nos hace conocer las cosas inteligibles del mundo, en contraste a los sentidos. De ahí que se diga en la biblia:


''Por tus palabras serás justificado, por tus palabras serás condenado''
(Mateo 12:37)

Entendemos esto de que se puede ser justificado por la palabra a través del Verbo, y condenado a través de las palabras que nos ayudan a decir los sentidos. De ahí que se haga otra separación entre Verbo y sentidos, pues lo que estimulan los sentidos es una cosa temporal y mudable.

''El que bebiere de esta agua tendrá sed de nuevo''
(Juan 4:13)

Por supuesto, es una exhortación a guiarse por las cosas más divinas y más cerca del cielo que de la tierra.  

El Verbo

¿Será que todo lo que sale de nuestra boca es el Verbo? El Verbo es todo lo que sale de la mente y de la memoria del ser humano, pero esto no significa que todo lo que diga el hombre es santo. Así dice la biblia:

''No todo el que dice Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos''
(Mateo 7:21) 

En fin, el Verbo representará todo lo inteligible, tal y como lo diría Platón separando las dos realidades existentes. El Verbo será válido sólo si el hombre sigue los preceptos divinos dados por el Señor. 

Conclusión

Vemos aquí la justificación racional de la S.T. por parte de San Agustín para probar que en todos los aspectos es posible imaginarse la Trinidad. Si bien la explicación trinitaria es racional, Agustín no deja de poner énfasis en el ámbito bíblico, pues no debe perder de vista la defensa al cristianismo contra quienes no consideraron unir a las tres ''entidades''. Si bien aquí hemos visto el concepto de razón y amor, falta conversar aún más sobre el concepto de amor de manera independiente, y es justo a eso lo que nos invita el siguiente libro. 

jueves, 11 de mayo de 2017

San Agustín de Hipona - La Trinidad (Libro VIII: Virtudes en la Santísima Trinidad) (399).

Lo que ha faltado hablar es cómo es que el hombre puede concebir o percibir la Santísima Trinidad. Para ello, San Agustín de Hipona nos trae los conceptos que el hombre puede entender a través de la mente, pero aplicándolo a la Santísima Trinidad. Todos quisiéramos saber cómo, si bien existe, el hombre pequeño en la gran inmensidad del mundo, puede conocer la gracia de la Trinidad presentada por Dios en todos los ámbitos de la existencia. San Agustín nos trae lo que podríamos llamar una lista de valores donde podemos apreciar el fenómeno.

Referencias

(1) Cosa que San Agustín sí cree porque al tener el hombre un conocimiento limitado, todos pueden llegar a tener ese límite. 

LA TRINIDAD

LIBRO VIII: VIRTUDES EN LA SANTÍSIMA TRINIDAD


Igualdad de la Santísima Trinidad

El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son diferentes y debido a esta diferencia podemos pensar que uno es mayor que el otro, pero esto no es así. Si vamos a diferenciarlos tendríamos que ocupar el término de ''grandeza'', por otro lado, todo lo que es inteligible es verdad y así como es verdad es grande. Sin embargo, la verdad no admite grados, es decir, algo que es verdadero, no puede ser más o menos verdadero que otra cosa. 

Por lo tanto, si las tres ''sustancias'' son verdad (y no como el ser humano que sólo participa de la verdad) y por lo tanto ninguno puede ser más grande que el otro, en el sentido que la verdad no tiene grados. 

No obstante, bien podemos decir que un hombre es verdadero y que por tanto no podría ser mejor que otro(1). Como esto no puede ser posible, San Agustín nos aclara que la grandeza del hombre (o de los seres) no se mide con la verdad. 

El alma del hombre y Dios


La virtud del alma

El hombre siempre se procura los bienes de una manera u otra, siempre anda buscando lo bueno. Obviamente, el mejor de los bienes que se debe procurar el hombre son aquellos del alma y no los del cuerpo. 

Ahora, no debemos pensar por esto que el alma es lo más sublime y divino que existe. El alma es buena en cuanto existe, pero puede alejarse del bien cuando, por su misma voluntad, el alma se inclina hacia cosas ignominiosas. La voluntad hace que el alma pueda escoger entre el bien y el mal, por lo tanto, el alma no es totalmente buena hasta que elige serlo. 

El hombre, en tanto hombre, debe amar las cosas que son más sublimes. El alma es más sublime que el cuerpo porque manda a este último, y aún más el hombre debiera amar al creador del alma que es el mismo Dios. 

El concepto de fe

Ya lo decía San Agustín en diversas ocasiones ''Es necesario creer para entender'' por lo que primeramente, el hombre debe creer y someterse a la autoridad de las S.E. y luego utilizar la razón en ellas para entenderla. 

Por otro lado, San Agustín nos dice que la fe es una especie de preámbulo del amor. ¿Por qué? ¿qué es lo que realmente se ama antes de tener fe? la pregunta puede ir más allá ¿se puede amar lo que se desconoce? Este tipo de conocimiento no parte desde la experiencia corporal, el amor se puede dar por las cosas que se desconocen, pues todos aman su alma y no la conocen por los ojos del cuerpo, pero saben que está allí. Por lo tanto, la conclusión es que sí se puede amar lo que se ignora, y esto es la fe.

El concepto de amor 

¿Qué amamos de la otra persona? ¿acaso un católico ama a San Pablo por ser hombre? No, se ama a San Pablo por su alma y convicción que tuvo al llevar a cabo la tarea que Jesús le asignó. Así es para todos, quien ama el cuerpo estará condenado a sufrir porque el cuerpo es algo pasajero, modificable que nunca va a darnos la satisfacción permanente que sí da el alma. 

Ahora, ¿cómo es que un justo puede amar a un justo? porque puede ser que el hombre a quien se esté amando sea injusto. San Agustín nos dice que la experiencia nos dictará quién es injusto y quien no, en consecuencia, quien sea justo podrá conocer a otro justo y lo amará, pues nadie ama a quien es contrario a la justicia. Además, no podremos nunca conocer a un justo si nosotros mismos no somos justos. 

¿Cómo podemos conocer la justicia? la justicia no se siente por el cuerpo, sino que por el alma. Es el alma la que ve todas estas cosas invisibles como la belleza, la pureza y la justicia. La última exhortación que hace San Agustín a sus lectores es amar a los hombres por la justicia que ellos tienen; así lo dicen las S.E.: 

''El que ama la injusticia odia su alma''
(Salmos 10:6) 

Todo esto es una persuasión a ver el interior del hombre y no a conocer las exterioridades del cuerpo. Lo más importante va por dentro. 

Dios y el amor

San Agustín dice que sólo es bueno el amor verdadero porque lo otro que se parece al amor sería pasión. ¿Cómo saber cuál es el amor verdadero? Las S.E. nos dan algunas pistas en cuanto a Dios y a los hombres:

Amor a Dios:

''Sabemos que Dios hace concurrir todas las cosas para bien de los que le aman'' (Romanos 8:28)

''El que ama a Dios es por él conocido'' (1 Colosenses 8:3)

Amor al prójimo:

''Toda ley se resume en este solo precepto: 'Ama a todos tanto como a ti mismo' '' (Gálatas 5:14)

''Todo lo que queréis que os hagan a vosotros los hombres, hacedlo vosotros a ellos'' (Mateo 7:12) 

Finalmente, ¿qué se debe amar? quien ama a Dios no puede tener jamás sufrimiento alguno, pues este es el amor verdadero. El hombre (el ser humano) es cambiante y tendencioso, y cambiara apenas se de la ocasión. Dios nunca cambia de parecer y por lo tanto, lo que no cambia es verdadero y como Dios es la S.T. nada puede haber en él falso. 

''Dios es amor, y quien permanece en el amor en Dios permanece''
(Juan 4:16)

Así terminamos el libro VII de la S.T, aunque no hablamos tanto específicamente de ella, si hemos analizado algo interesante. 


Conclusión

Nada es tan sorprendente como conocer el concepto de amor por parte de Dios y por parte de los hombres. Por supuesto, la influencia platónica que hay en este texto es evidente, pues el amor al alma que hablan las S.E. es una incondicional. El cuerpo pasa a segundo plano cuando se conoce el alma y la integridad de una persona y por supuesto, así debería ser para todos los seres humanos. Mirémonos mutuamente y veamos los valores y virtudes de cada uno, y olvidémonos de lo corporal. 

martes, 9 de mayo de 2017

San Agustín de Hipona - La Trinidad (Libro VII: Relación Padre, Hijo y Espíritu Santo (399).

Cada vez más vamos desentrañando los misterios de la Santísima Trinidad. Hemos descubierto que cada ser de la Trinidad tiene sus propias características y que sin embargo son uno y trino. Si vemos todo esto con nuestra lógica y razonamiento formal, no podremos entender de manera adecuada el concepto de Trinidad. Sin embargo, es el mismo San Agustín de Hipona que introduce el tópico desde el razonamiento, es decir, explica la Trinidad a través de la lógica más que de la fe, pues como el mismo postulaba ''Nisi credideritis non Intelligetis'' (Sin creer no se puede entender).

Referencias:

(1) Una idea muy parecida a la sustancia y al accidente de Aristóteles. Si es que no es igual. 


LA TRINIDAD

LIBRO VII: RELACIÓN PADRE, HIJO Y ESPÍRITU SANTO

Atributos de Dios


Podemos pensar que Dios tiene todos los atributos posibles que le corresponden a una deidad. Todos los atributos como la virtud, la grandeza, la caridad, la bondad, etc., son atributos a causa de ser Dios, es decir, no los va adquiriendo porque él mismo es todos estos atributos. 

El Hijo es esencia del Padre porque a través de él, el Padre pudo crear todo el universo. La relación entre Padre e Hijo puede verse como algo diferente, pero su esencia es lo importante; por ejemplo,m si bien padre, madre, hijo, hija son distintos todos juntos conforman una familia. 

San Agustín separa la sustancia del atributo, diciendo que sin sustancia no hay atributos(1). El hombre es sustancia, mientras que su relación con los demás hombres forma parte de sus atributos. Ahora, la esencia de lo blanco es el color en sí, pero el color en sí no puede existir sin el ser porque el cuerpo no puede vivir sin el ser. Por lo tanto, la importancia de la sustancia es algo sine qua non.

La Santísima Trinidad como concepto

Género y especie

En las S.E., la palabra Sabiduría es tratada como si fuera engendrada del Padre y en efecto es así. Cristo era la Sabiduría encarnada desde la Santísima Trinidad, por supuesto, la S.T. es Sabiduría total y por lo tanto, el Hijo, una vez encarnado, se la lleva consigo para mostrarle a los hombres la infinita misericordia de Dios. 

Los conceptos inefables como son la S.T. o Dios son representados con los términos ''sustancia'' o ''esencia'', para explicar aquello que no podemos expresar correctamente con palabras. Para comprender a Dios, el pensamiento es más rápido y accesible que la palabra. 

Sin embargo, San Agustín como si fuera un Aristóteles del Imperio Romano, utiliza el concepto de Género y Especie que el filósofo griego usaba para denominar a los animales y los hombres. Por ejemplo, tenemos tres hombres Abraham, Isaac y Jacob. Los tres son diferentes en cuanto a que uno era padre y otro hijo, pero los tres tienen algo en común que es la humanidad. Lo mismo ocurre con los animales, por ejemplo, buey, caballo y perro, si bien son diferentes, los une su animalidad. 

Ahora, ¿cómo podemos encajar a la Santísima Trinidad en un sólo concepto? Sabemos que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son distintos, pero ¿habrá un concepto que los una? ¿Acaso podremos decir ''tres dioses''? 

En estricto sentido, la palabra substancia significa subsistir, mientras que la esencia proviene de la palabra ser. Podemos pensar de primer plano que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son esencias en sí mismas o substancias en sí mismas porque subsisten y ''son''. Entonces ¿qué diremos? ¿que Dios son tres sustancias? No estría permitido decir esto porque Dios mismo es sustancia (porque subsiste por sí mismo) y esencia (porque es por sí mismo). Como conclusión, San Agustín encierra el concepto de S.T. como género, diciendo que esta es Dios

Sustancia y esencia

Por supuesto que Dios vive porque es, pero también es sustancia porque también subsiste. ¿Será apropiado decir que un Dios tenga la necesidad de subsistir? Todo lo que sea substancia subsiste, incluso el cuerpo es una substancia porque, a pesar de que se destruya, subsiste un tiempo. No obstante, cada cosa que subsista tiene atributos porque toda materialidad las tiene. ¿Diremos que Dios es materia al subsistir? San Agustín nos dice que el concepto de ''substancia'' en Dios, sólo se da en modo ''metafórico'', ya que los atributo los tiene: omnipotente, omnipresente, todopoderoso, etc. Todos estos atributos no pueden existir si no fuera sustancia. 

Finalmente, podríamos decir que en la S.T. el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo no pueden nombrarse como Dios individualmente, sino que siempre nombrando a los tres al mismo tiempo, ya que Dios es sustancia y esencia. Los tres son distintos, pero ninguno es superior a otro porque los tres son Dios. 



Conclusión

Este es un gran esfuerzo por San Agustín de tratar de entender la Santísima Trinidad a través de la razón. La unión de fe y razón puede convencernos de manera efectiva, pero ¿será esto permitido por las altas autoridades de la fe? Recordemos a Juan Pablo II, quien no aprobaba la idea de mezclar la creencia con la razón humana, cosa que San Agustín trataba de unir. Si bien hasta ahora ha sido un gran trabajo por San Agustín, aún queda mucho por hablar sobre la Santísima Trinidad

domingo, 7 de mayo de 2017

San Agustín de Hipona - La Trinidad (Libro VI: El lenguaje aplicado al Padre y al Hijo) (399).

Si ya es complicado entender la Santísima Trinidad a través del pensamiento, mucho más difícil será entenderlo a través del lenguaje. Sin embargo, muchas herejías trataban de refutar la Santísima Trinidad con arreglos en el vocabulario ya se ade la biblia, ya sea del razonamiento humano (silogismos). Por supuesto, no es ningún problema para San Agustín de Hipona el poner en su lugar a quienes osan refutar con argumentos falaces la Unidad de Dios en cuanto a Padre, Hijo y Espíritu Santo. 

LA TRINIDAD

LIBRO VI: EL LENGUAJE APLICADO AL PADRE Y AL HIJO


Disputa con los arrianos

Puede que tengas alguna duda con quienes son los arrianos, pero lo veremos en lo sucesivo con mucho más detalle que ahora. Por mientras, pensemos que los arrianos eran aquellos que negaban que Jesús fuera divino, porque si murió, nació de mujer y sufrío los golpes entonces era mortal. 

De hecho, los arrianos fueron lso que provocaron uno de los primeros cismas en el Concilio de Nicea, presentando este problema a los católicos los cuales resolvieron que sí era divino tal como el Padre. Ahora, podríamos decir que este libro podría darnos algunos indicios de cómo se discutió el Concilio de Nicea.

Refutación de que el Hijo no existía

Recurriendo a la lógica, los arrianos decían que hubo un tiempo en que el Hijo no fue Hijo porque si fue engendrado, entonces necesariamente no existió eternamente. Sin embargo, recordemos que el Hijo de Dios (Jesús) también es llamado Sabiduría, en otras palabras, el Hijo es la Sabiduría de Dios y como Dios nunca nació sin Sabiduría, entonces el Hijo es coeterno al Padre

Problemas de la unidad entre el Hijo y el Padre

Puede ser bastante difícil entender la unión entre el Padre y el Hijo, pensando en que los dos se relacionan en términos de ''inferioridad''. San Pablo, por sus parte, nos dice revela un pasaje que pudiera ayudarnos:

''El que planta y el que riega son uno''
(1 Corintios 3:8) 

Es decir, quienes piensan lo mismo, a pesar de que sean diferentes en cuanto a lo que hacen: son uno. Así, podemos decir que la unión de católicos es una pues todos tienen una opinión igual en cuanto a la divinidad, pero en cuanto a sus habilidades son distintos. Por otro lado, también podemos decir que el alma y el cuerpo son muy distintos uno de otro, pero se unen cuando hablamos de concepto de hombre o animal.

El alma y su simplicidad

En el libro Fedón de Platón se explicaba que el ser humano se componía de cosas compuestas y simples; ¿qué son estos conceptos? lo compuesto es lo que puede dividirse, es decir, para Platón, toda la materialidad era compuesta (el cuerpo por ejemplo), mientras que lo simple es lo indivisible (el alma por ejemplo). 

Para San Agustín, el alma no es totalmente simple, pero sí es más simple que el cuerpo. El alma percibe las cosas en su totalidad y el cuerpo las percibe de forma parcial. Sin embargo, el alma siempre es múltiple al experimentar el mal o el bien, por lo tanto, el alma no sería totalmente simple en el razonamiento de San Agustín

Conclusión

Se presentan aquí sólo algunas justificaciones a la consustancialidad del Padre con el Hijo. La clave sigue siendo entender las S.E. a través del espíritu y no de la letra porque de ser así, entonces caeríamos en los múltiples errores que cometían los herejes, como en este caso lo hacían los arrianos. No obstante, me parece que lo dicho por los arrianos eran dudas razonables en cuanto a la biblia. Sería interesante tener un acta del Concilio para conocer el verdadero debate que hubo en ese momento. En todo caso, el Concilio terminó cuando los arrianos aceptaron todas los argumentos hechos por los cristianos. 

San Agustín de Hipona - La Trinidad (Libro V: La esencia de la Santísima Trinidad) (399).

La esencia de cada uno de los componentes de la Santísima Trinidad ha sido tema de controversia incluso hasta nuestros días, porque ya se ha dicho que dicha unión es un dogma de fe, es decir, como no se puede alcanzar con el conocimiento, sólo queda aceptarla sin reflexión alguna ya que está fuera de nuestro conocimiento. No por nada se fueron haciendo concilios donde se discutía la naturaleza de Cristo, de Dios o de las divinidades. ¿Qué podemos hacer frente a esto? Podemos aceptar la Trinidad tal como es o podemos discutirla nuevamente. 

LA TRINIDAD

LIBRO V: LA ESENCIA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD


La esencia de Dios


San Agustín afirma que Dios es sustancia o si el término no se lo impide: esencia. Todas las cosas tienen esencia, pero ninguna es incorruptible, sólo la esencia de Dios es totalmente incorruptible. 

Veamos las esencias (sustancias) de una de los dos entes de la S.T.

Esencia del Padre: ingénita
Esencia del Hijo: creada

En realidad, esta separación de sustancias las decían los mismos arrianos, pero San Agustín dice que la esencia del Padre y del Hijo son la misma pues sigue diciendo la biblia: ''Yo y el Padre somos uno''

Nada se puede predicar del Padre porque este es toda sustancia, sin embargo, si no tiene accidentes (cantidad, cualidad, relación, lugar, tiempo, posición, posesión, acción y pasión) ¿Cómo es posible que nos refiramos a él como el Padre que sería un accidente de relación? San Agustín da la solución diciendo que el Padre siempre es Padre y nunca Hijo u otra cosa, por lo tanto, si este ''accidente'' nunca cambia, entonces no es accidente, sino que sustancia en sí mismo. 

Podría seguirse pensando que es un accidente, pues seguimos hablando de relación de todos modos. ¿Qué podremos decir entonces? San Agustín nos aclara que son sustancias por la eternidad que tienen, pero que en esta misma el Padre y el Hijo tienen una relación, pero que esta relación es relativa, por lo tanto no es mudable porque la relatividad no es mudable. En efecto, la relatividad en sí misma es una sola cosa, si cambiara la relatividad entonces sería otra cosa distinta de la que es. 

El término Dios no sólo se designa al Padre sino que al conjunto de los tres seres. Los tres seres de la S.T. son eternos e inmortales, pero no son tres Dioses sino que solamente uno. 

La esencia de las cosas

Existen accidentes que se separan del cuerpo, pero hay otros que son inseparables. Estos últimos, dice San Agustín, son los inherentes al animal, por ejemplo, el color. En todo caso, el color puede mutar (debido a que es accidente), pero cambia a medida que el cuerpo se deteriora

Conclusión

Más bien diría que este fue un pequeño extracto aclaratorio sobre la esencia de Dios que había estado oculta durante todos los pasajes del tratado. Vemos aquí la lectura que tuvo Agustín y que entendió muy bien de las categorías del ser de Aristóteles, pues, cuando se habla de los accidentes no puede estar hablando de otra persona. No sólo el ser completo puede darse en Dios, sino que también el ser humano tiene el suyo propio. Eso significa que podemos superar las carnalidades del cuerpo y enfocar nuestra mirada hacia las cosas divinas e intangibles. 

sábado, 6 de mayo de 2017

San Agustín de Hipona - La Trinidad (Libro IV: Cristo y el hombre) (399).

Muchos misterios y cosas oscuras quedan en cuanto a Cristo y al hombre en los relatos de las Sagradas Escrituras. En este libro develaremos todas las cosas que tiene un cierto aire de misterio alrededor de Cristo y como el hombre se vio enfrentado a estas interrogantes a lo largo de su vida. Todo lo relacionado con Cristo es mesiánico y profético, nada igual se ha visto en la historia con lo cual, muchos símbolos se dejan aparecer en la vida personal de Jesús. Veamos que nos explica San Agustín de Hipona.

Referencias:

(1) Por supuesto, debemos tener en cuenta el calendario de esos años (399 d.C), el cual era distinto al de ahora. 
(2) Se dice que fue el primer caso de Monopolio. 


LA TRINIDAD

LIBRO IV: CRISTO Y EL HOMBRE

La miseria del hombre


El hombre está desterrado de conocimiento de la verdad, pero no por eso no puede conocer el conocimiento divino y verdadero. Dios actúa en nosotros para que encontremos esta verdad, porque el conocimiento (como seguiría Platón) está en nosotros y debemos recordarlo. 

Aunque el hombre sea diminuto, esta pequeñez lo hace tener la caridad necesaria para seguir comprendiendo las cosas que le rodean. Sólo a partir de Dios es cuando el hombre se vuelve grande y lleno de conocimiento, y por supuesto, todo esto pasa a través del alma que fue creada por el Verbo. 

El Verbo para el conocimiento del hombre

Nada es tan esencial como el Verbo para el hombre, pues este lo hizo ser tal cual es. Tanto el alma como el cuerpo fueron creados por el Verbo y es por esto que la esencia del hombre completo (alma y cuerpo) sería el Verbo.  


Muerte y resurrección del alma y del cuerpo

Sí, el alma y el cuerpo pueden perecer y ocurre cuando Dios abandona uno de los dos ¿cómo los abandona? Estas son las causas de la muerte del alma y del cuerpo:

Alma: la impiedad hace que Dios abandone el alma
Cuerpo: la corruptibilidad hace que el cuerpo deje el alma

Luego tenemos las razones de cómo resucita el alma:

Alma: resucita cuando hace penitencia
Cuerpo: resucita cuando existe la fe

¿Cómo es que el cuerpo se hace corruptible? la impiedad ya la conocemos, pero es muy general hablar de corruptibilidad. Uno de los pasajes de la biblia puede aclarárnoslo mucho mejor:

''La que vive en medio de placeres, viviendo está muerta''
(1 Timoteo 5:6)

Obviamente, esta frase se refiere a una mujer, pero es perfectamente aplicable al hombre. Por supuesto, el hombre exterior que es el hombre carnal es el que se fija en la exterioridad de las cosas, mientras que el hombre interior tiene su mirada en el alma y la divinidad. 

El concepto de resurrección lo entendió perfectamente San Pablo, quien, al ver la resurrección de Cristo pensó que el hombre podía resucitar a través de la fe. El hombre es capaz de resucitar  tal como lo dice el mismo San Pablo:

''Primero Cristo, luego los que son de Cristo''
(1 Colosenses 15:23)

Esta puede ser la diferencia entre el hombre exterior y el hombre interior que por supuesto, la que más conviene es la primera. 

El simbolismo del número seis

San Agustín dice que todo tiene su origen en el número 3. Luego 1 + 2 + 3 = 6 y este número final representa las 6 edades del mundo. Ya habíamos visto alguna otra simbología del número 6 en otros libros de San Agustín, pero no está mal recordar las edades del mundo.

Primera Edad: Adán y Eva
Segunda Edad: Abraham
Tercera Edad: Abraham hasta David
Cuarta Edad: David hasta la transmigración de Babilonia
Quinta Edad: Transmigración hasta el parto virginal de María
Sexta Edad: La vida de Cristo

Además, cada edad tiene una significación para el hombre porque cada una de ellas tiene su propia característica.

Primeras dos edades: Experiencia antes de la ley
Tercera y cuarta edad: Bajo la ley
Quinta y sexta edad: bajo el imperio de la gracia


El número seis tiene una importancia tremenda en las S.E. sobre todo cuando se habla del N.T. De hecho, recordemos que Jesús prometió resucitar el templo en tres días, mientras que los hebreos dijeron:

''Cuarenta y seis días se tardó en edificar este templo''
(Juan 2:20) 

Cuarenta y seis multiplicado por 6 da como resultado 276 que son justamente los días contados desde el primer mes hasta el nacimiento de Cristo(1)


La unión de los hombres para unirse con Cristo

El mediador entre los hombres y Dios es el mismísimo Cristo, quien dice que por medio de él se debe creer en el Padre, porque Jesús es el Verbo y el Padre hablar a través del Verbo. Así lo dicen las S.E. 

''Yo y el padre somos uno''
(Juan 10:30) 


¿Puede el hombre estar unido con Cristo que a su vez está unido con Dios? La unidad del mediador y el Padre se da a través del cumplimiento de los preceptos bíblicos. Si esto es así, pues entonces todos estarán en uno:

''Yo en ellos y tú en mí, para que sean consumados en la unidad''
(Juan 17:23) 


Ahora, en nuestra vida tenemos dos tipos de mediadores; Cristo, quien es mediador de vida; el Diablo, quien es mediador de muerte. ¿Cómo puede conducirse el hombre por el mediador de muerte? a través del pecado más terrible (de acuerdo con San Agustín), que sería la soberbia. La humildad es el concepto de vida que nos viene a presentar Cristo, y es por eso que hablamos de humildad cuando Cristo es crucificado. 

Los hombres siempre tratan de procurarse bienes corporales y temen que el cuerpo caiga alguna vez en muerte. Cuando hacen esto, los hombres se despreocupan totalmente de la muerte del alma que es una de las cosas más importantes, porque es el alma el que los une con Cristo.

Si esto es así, entonces la causa de la unión con Cristo sería el desprecio a los bienes temporales y materiales. De hecho, el mismo Jesús fomentó ese ejemplo cuando el diablo le ofreció todo tipo de bienes que Jesús rechazó sin ninguna molestia.

Muchos hombres piensan que pueden alcanzar a la divinidad con tan solo tener un poco de intelecto, es decir, no es necesaria la fe si se tiene la inteligencia. Esto es un gran error, porque es justamente como los hombres de fe son dejados de lado. La inteligencia sin creencia es soberbia y la soberbia es el peor de los pecados.


Los vaticinios de los antiguos filósofos

Los filósofos antiguos se han preocupado de describir al ser y las cosas que le rodean siempre. Estos hablaron de cosas históricas y biológicas, pero nunca hablaron de la sabiduría como tal. San Agustín ve a los antiguos filósofos como descriptores, analistas, observadores del pasado. Pocas veces se enfocaron en el futuro porque los filósofos antiguos llamaban a las personas que ven el futuro como ''adivinos'', mientras que los cristianos hablan sobre estas personas como ''profetas''.

Sin embargo, existieron algunos filósofos que pudieron prever muchas cosas futuras sirviéndose de la experiencia del pasado, como fue Tales de Mileto quien gracias a sus conocimientos astronómicos que había una gran cosecha la siguiente temporada y compró todas las aceitunas para luego venderlas(2).

El único vaticinio correcto y preciso es el que proviene del espíritu y no de las cosas ya experimentadas. Todo ser humano puede intuir el futuro sin necesidad de tener conocimientos previos, ese es el vaticinio que proviene del alma. 


El Padre, el Hijo y el hombre

El hombre como ser procede del Verbo y el Verbo es el Hijo y el Hijo procede del Padre. Sólo son coeternos el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo y nada significa que el Hijo, por enviado, sea inferior que el Padre pues el Padre formó todas las cosas a través del Verbo (que es el Hijo). 

¿De dónde proviene el Espíritu Santo? Por supuesto, proviene del Padre al Igual que el Hijo (aunque también viene del Hijo), pero el Padre no es nada sin el don del Espíritu Santo, por lo tanto, los tres son coeternos. ¿Cómo es que también viene del Hijo? porque el Espíritu Santo es de los dos. Quizás debemos pensar el Espíritu Santo como la sustancia del Padre y del Hijo y que los tres dependen entre sí (porque uno es el que engendra (Padre), otro el que hace  (Hijo) y otro el que les da el ser (Espíritu Santo). 

Conclusión

Más que explicar la conjunción entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, San Agustín devela las cosas relevantes para el hombre y para que tenga en cuenta a la hora de cometer algún pecado. Sólo al final podemos ver un pequeño argumento de porque se une la Santísima Trinidad. También podemos ver el simbolismo que subyace en los parajes de la biblia porque, claro, todo tiene un misticismo inexplicable en la biblia, lo cual no queda más que relacionarlo con algo racional. 

lunes, 1 de mayo de 2017

San Agustín de Hipona - La Trinidad (Libro III: Fenómenos naturales y religiosos) (399).

Todos hemos presenciado alguna vez algo que va más allá de nuestro entendimiento como seres humanos. ¿Existen verdaderamente cosas que pasen más allá de toda explicación racional? Debemos poner todas las cartas sobre la mesa cuando ocurre un fenómenos que no comprendemos, pero cuando se van agotando las posibilidades, parece ser que la explicación divina es la única que nos hace sentido. San Agustín de Hipona nos presenta todo sobre los fenómenos religiosos y su justificación. 

LA TRINIDAD

LIBRO III: FENÓMENOS RELIGIOSOS


La voluntad de Dios

Todo está hecho de acuerdo a la voluntad de Dios, pero la cotidianeidad de las transformaciones, de las mutaciones o muertes de los objetos no nos impresionan mucho porque ya son muy comunes. En cambio, hay otras cosas que no pasan a menudo y si nos impresionan como son las relacionadas con el espacio y los planetas (estrellas fugaces, auroras boreales, eclipses, etc.). 

Pero no sólo son las cosas materiales nos pueden impresionar, sino que también nos pueden dejar atónitos las actitudes de ciertos hombres, ya sea de buena y mala manera. Un ejemplo de hombre fue San Pablo, quien, a pesar de tener el peso de la corrupción de un cuerpo material, pudo ser capaz de entender las S.E. y el mensaje de Jesús para predicarlo entre los herejes.

Es así que San Pablo es el mejor ejemplo de un hombre extraordinario, fuera de la naturaleza de un hombre simple y vulgar que se arroja a los bienes materiales. 

Los milagros

San Pablo decía que el único que puede permitir el crecimiento de las cosas es Dios. El hombre sólo puede poner a disposición las herramientas para que luego Dios haga el trabajo más sublime.

Nada escapa de la creación pues Dios lo hizo todo y cualquier fenómeno que ocurriere es parte de este mundo y por lo tanto, de Dios.El mundo está hecho de causas germinales que fueron creadas por Dios, aunque también los elementos funcionan en cuanto a sus propias características (dadas por Dios). Por más inusual o raro que pueda parecer un hecho, Dios tiene el poder por sobre todos ellos y sólo Dios sabe las razones de aquellos. 

Es posible que Dios envíe un ángel para demostrar el milagro, como lo hizo con Abraham quien estaba a  punto de matar a su hijo, o lo haga tomando cualquier forma material. 

Ahora, si bien pueden verse todas las manifestaciones divinas de Dios para que el hombre finalmente pudiera creer, la sustancia de Dios ya sea del Padre, del Hijo o del Espíritu Santo son invisibles para el ojo carnal. Sólo a través del alma podremos ver lo que se nos es vedado por lo corporal. 

La magia y los milagros

La magia de lo único que nos puede hablar es de cosas corporales y visuales; es decir, de estímulos a los ojos para los hombres que se deslumbran con espectáculos. Los milagros son verdaderos hechos significativos que no tienen por objetivo deslumbrar a los hombres, sino más bien hacer comprender que existió una divinidad inefable entre los hombres. 

Conclusión

Este es un exordio a comprender la autoridad de Dios por sobre absolutamente todas las cosas del mundo. Ni siquiera los más reconditos lugares del mundo ni tampoco los fenómenos más extraños están fuera de la presencia y por supuesto, alguien omnipotente y omnipresente está en todos lados y conoce todas las cosas, de otra manera sería humano. Esta puede ser una de las muchas exhortaciones de San Agustín para decir que, como los milagros ya están hechos, sólo nos falta creer en el testimonio de todos aquellos que recibieron el milagro.