Todos hemos presenciado alguna vez algo que va más allá de nuestro entendimiento como seres humanos. ¿Existen verdaderamente cosas que pasen más allá de toda explicación racional? Debemos poner todas las cartas sobre la mesa cuando ocurre un fenómenos que no comprendemos, pero cuando se van agotando las posibilidades, parece ser que la explicación divina es la única que nos hace sentido. San Agustín de Hipona nos presenta todo sobre los fenómenos religiosos y su justificación.
LA TRINIDAD
LIBRO III: FENÓMENOS RELIGIOSOS
La voluntad de Dios
Todo está hecho de acuerdo a la voluntad de Dios, pero la cotidianeidad de las transformaciones, de las mutaciones o muertes de los objetos no nos impresionan mucho porque ya son muy comunes. En cambio, hay otras cosas que no pasan a menudo y si nos impresionan como son las relacionadas con el espacio y los planetas (estrellas fugaces, auroras boreales, eclipses, etc.).
Pero no sólo son las cosas materiales nos pueden impresionar, sino que también nos pueden dejar atónitos las actitudes de ciertos hombres, ya sea de buena y mala manera. Un ejemplo de hombre fue San Pablo, quien, a pesar de tener el peso de la corrupción de un cuerpo material, pudo ser capaz de entender las S.E. y el mensaje de Jesús para predicarlo entre los herejes.
Es así que San Pablo es el mejor ejemplo de un hombre extraordinario, fuera de la naturaleza de un hombre simple y vulgar que se arroja a los bienes materiales.
Los milagros
San Pablo decía que el único que puede permitir el crecimiento de las cosas es Dios. El hombre sólo puede poner a disposición las herramientas para que luego Dios haga el trabajo más sublime.
Nada escapa de la creación pues Dios lo hizo todo y cualquier fenómeno que ocurriere es parte de este mundo y por lo tanto, de Dios.El mundo está hecho de causas germinales que fueron creadas por Dios, aunque también los elementos funcionan en cuanto a sus propias características (dadas por Dios). Por más inusual o raro que pueda parecer un hecho, Dios tiene el poder por sobre todos ellos y sólo Dios sabe las razones de aquellos.
Es posible que Dios envíe un ángel para demostrar el milagro, como lo hizo con Abraham quien estaba a punto de matar a su hijo, o lo haga tomando cualquier forma material.
Ahora, si bien pueden verse todas las manifestaciones divinas de Dios para que el hombre finalmente pudiera creer, la sustancia de Dios ya sea del Padre, del Hijo o del Espíritu Santo son invisibles para el ojo carnal. Sólo a través del alma podremos ver lo que se nos es vedado por lo corporal.
La magia y los milagros
La magia de lo único que nos puede hablar es de cosas corporales y visuales; es decir, de estímulos a los ojos para los hombres que se deslumbran con espectáculos. Los milagros son verdaderos hechos significativos que no tienen por objetivo deslumbrar a los hombres, sino más bien hacer comprender que existió una divinidad inefable entre los hombres.
Conclusión
Este es un exordio a comprender la autoridad de Dios por sobre absolutamente todas las cosas del mundo. Ni siquiera los más reconditos lugares del mundo ni tampoco los fenómenos más extraños están fuera de la presencia y por supuesto, alguien omnipotente y omnipresente está en todos lados y conoce todas las cosas, de otra manera sería humano. Esta puede ser una de las muchas exhortaciones de San Agustín para decir que, como los milagros ya están hechos, sólo nos falta creer en el testimonio de todos aquellos que recibieron el milagro.