Este discurso sucede a In Toga Candida, pues Cicerón ya está actuando como cónsul en la República Romana. El espectro político estaba dividido en dos partidos con propósitos totalmente opuestos: los demócratas y los optimates. Los optimates tenían la victoria de tener a Cicerón como cónsul, pero los demócratas no se quedarían de brazos cruzados y tratarán de obstaculizar el desempeño del orador. La situación es difícil pues los campesinos dejaron de trabajar en los campos y se instalan en Roma improductivamente; principalmente, esta es una de las razones por las que se propone una ley agraria: mejorar las condiciones del campo para que no exista la necesidad de dirigirse a la ciudad. Veamos lo que tiene que decir el orador más grande de la Antigua Roma.
Referencias:
(1) Quiere decir la división de tierras después de una guerra o conflicto en la Antigua Roma.
(2) Tenían funciones tanto judiciales como religiosas y reemplazaron a los cónsules.
DE
LEGE AGRARIA
SOBRE
LA LEY AGRARIA
PRIMERA PARTE
Lineamientos generales
Una comisión de diez magistrados junto con algunos secretarios y auxiliares serían los responsables de dividir el ager publicus(1). Lo que quiere decir esto es que las tierras que fueron adquiridas luego de las guerras, serían divididas por un grupo de magistrados y además decidirían cuántas serían privadas y cuántas serían públicas. También podrían venderlas o arrendarlas como estimaran conveniente. Con el dinero de las tierras vendidas los campesinos podrían comprar tierras cultivables.
Cabe destacar que esta ley ha sido propuesta por un tribuno de la plebe llamado Publio Servilio Rulo.
Objeciones a la ley
Cicerón apunta a que el interés de una reforma agraria no radica en el bienestar de los campesinos, sino más bien en la adquisición de dinero y control sobre los territorios. Estos magistrados que se nombrarán controlarán el patrimonio y se lo entregarán a los invasores ¿para qué? para conseguir dinero.
Todos los territorios adquiridos en Hispania, África, Corinto y Macedonia serían vendidos, arrendados o subastados después de todo el trabajo que costó conseguirlos. No se debe olvidar los territorios ganados en el Ponto gracias a Pompeyo contra el rey Mitrídates. Estos decenviros(2) se quedarán con el dinero recaudado de las ventas y cumplirán todas sus ambiciones.
Los intereses de Rulo
Rulo es uno de los primeros interesados en que la ley agraria se lleve a cabo. Su suegro Valgio quería deshacerse de unos terrenos que había adquirido con las proscripciones y concesiones de Sila, vendiendolos a quien pudiera comprarlos; Rulo lo haría y se quedaría con ellos.
Las tierras que los decenviros y Rulo quieren vender son las tierras que abastecen a Roma de todos los recursos que tiene.
SEGUNDA PARTE
Ley Agraria y las intenciones de Rulo
Ley Agraria y las intenciones de Rulo
Primer artículo
Uno de los primeros artículos de la ley agraria pretende que los decenviros serán elegidos por el voto de diez y siete tribus. Por lo tanto, quien obtuviera nueve votos de las tribus será decenviro y podrá manejar las tierras. Esto representa una injusticia y reduce el número de elegir decenviros para la pueblo, puesto que las tribus son 35 y no diez. La libertad quedaría restringida a un pequeño número de ciudadanos.
Contra Rulo
Por lo demás, quien presidiría los comicios sería el mismísimo Rulo. De esta forma, Rulo tendría el poder absoluto en la ley agraria para hacer y deshacer las cosas que él quiera; de hecho, si es así, el mismo Rulo podrá sortear las tribus que él quiera.
En ese caso, sería mucho más prudente elegir a alguien con mucha más experiencia y honor como Gneo Pompeyo. Ya habíamos visto en su otro discurso a la Ley Manilia que Pompeyo era el general ideal para comandar los asuntos de oriente, no sólo por su trayectoria militar, sino que también por su prudencia y templanza en los asuntos de la República.
Impunidad
La impunidad que tendría Rulo al aprobar la ley agraria no tendría límites. Podrá juzgar sin tribunal las tierras entregadas y podrá hacer con ellas lo que quiera, aparte de obtener grandes sumas de dinero por aquellas.
Podrán juzgar por sobre los cónsules y los pretores por cinco años, mientras que a ellos nadie podrá juzgarlos. Los precios de las tierras los pondrán ellos (los decenviros de Rulo) y podrán venderlos a quienes quieran. Junto con esto, no solo las tierras les pertenecerán, sino que también los esclavos y libertos que estén en ellas. Apenas tengan el poder de quedarse con los territorios se establecerán como colonos.
Además, al conceder dicho poder mediante la ley agraria, lso decenviros tendrán la posibilidad de modificar y falsear los registros públicos de la ciudad. Sería un daño para la república vender y arrendar las tierras recuperadas con tanto esfuerzo en las guerras ganadas por Pompeyo.
Complot contra Pompeyo
Uno de los primeros artículos de la ley agraria pretende que los decenviros serán elegidos por el voto de diez y siete tribus. Por lo tanto, quien obtuviera nueve votos de las tribus será decenviro y podrá manejar las tierras. Esto representa una injusticia y reduce el número de elegir decenviros para la pueblo, puesto que las tribus son 35 y no diez. La libertad quedaría restringida a un pequeño número de ciudadanos.
Contra Rulo
Por lo demás, quien presidiría los comicios sería el mismísimo Rulo. De esta forma, Rulo tendría el poder absoluto en la ley agraria para hacer y deshacer las cosas que él quiera; de hecho, si es así, el mismo Rulo podrá sortear las tribus que él quiera.
En ese caso, sería mucho más prudente elegir a alguien con mucha más experiencia y honor como Gneo Pompeyo. Ya habíamos visto en su otro discurso a la Ley Manilia que Pompeyo era el general ideal para comandar los asuntos de oriente, no sólo por su trayectoria militar, sino que también por su prudencia y templanza en los asuntos de la República.
Impunidad
La impunidad que tendría Rulo al aprobar la ley agraria no tendría límites. Podrá juzgar sin tribunal las tierras entregadas y podrá hacer con ellas lo que quiera, aparte de obtener grandes sumas de dinero por aquellas.
Podrán juzgar por sobre los cónsules y los pretores por cinco años, mientras que a ellos nadie podrá juzgarlos. Los precios de las tierras los pondrán ellos (los decenviros de Rulo) y podrán venderlos a quienes quieran. Junto con esto, no solo las tierras les pertenecerán, sino que también los esclavos y libertos que estén en ellas. Apenas tengan el poder de quedarse con los territorios se establecerán como colonos.
Además, al conceder dicho poder mediante la ley agraria, lso decenviros tendrán la posibilidad de modificar y falsear los registros públicos de la ciudad. Sería un daño para la república vender y arrendar las tierras recuperadas con tanto esfuerzo en las guerras ganadas por Pompeyo.
Complot contra Pompeyo
Un efecto indirecto que tendría esta ley sería dejar fuera de toda jurisdicción a Gneo Pompeyo. Todos los tributos que gane Rulo de esta ley serán los de Pompeyo y le serán arrebatados los mandos supremos.
TERCERA PARTE
Es esta parte, Cicerón se encuentre con un público diferente, un público que pareciera ser contrario a él y que se manifiesta en medio del discurso. Después de su último discurso se empezaron a correr rumores de que Cicerón no quiere que se le den tierra a los campesinos, pero la verdad es que detrás de la ley hay otros intereses como los nombrados en la segunda parte.
Las tierras que fueron recuperadas en el mandato de Sila las habitan algunos aristócratas de Roma, según la ley agraria serían entregadas a los campesinos, pero la verdad es que serían entregadas a Rulo y éste les daría en propiedad dichas tierras a esos aristócratas.
Conclusión
El debate terminó favorablemente para Cicerón, pues la inverosimilitud de los actos bondadosos de Rulo no podía sostenerse más. Vemos por otro lado la puesta a favor de Pompeyo en casi todos los casos. Ambos pertenecían al partido optimate y era normal que los dos se apoyaran mutuamente contra el partido popular. Rulo y sus adherentes necesitaban restarle poder a Pompeyo sobre los territorios ganados, querían adquirir algún poder y apuntar al hecho de una crisis agraria era el momento perfecto para instalar una reforma. Afortunadamente para Pompeyo y Cicerón, nada pudo hacer Rulo frente a la elocuencia del orador romano.