sábado, 25 de marzo de 2023

Etimologías - Alumno y estudiante

Alumno y estudiante

Es una de las palabras más importantes de nuestro vocablo porque de alguna u otra forma todos fuimos alumnos (o estudiantes) en algún período de nuestras vidas. ¿De dónde provienen estas dos palabras? ¿Qué significan en su origen? En efecto, muchas confusiones han surgido de sus etimologías, pero ciertamente, su claridad es definitiva entre profesores, educadores y pedagogos. Vamos a abordar estas etimologías. 


Antigua Grecia

En primer lugar, nos encontramos con la antigua Grecia donde la palabra alumno, estudiante, aprendiz, discípulo o pupilo estaba comprendido en una sola: ''mathetes'' (μᾰθητής). De ahí que la palabra matemática (μαθηματικά) derive a su vez de ''mathema'' (μάθημα) que significa campo de estudio o instrucción. 

Ciertamente, la transmisión de la palabra alumno solo nos queda por los derivados de la palabra matemática. 

Roma

Ya en este período podemos encontrar la palabra alumno como alumnus y su plural alumni. Esto se puede ver en las obras de Marco Tulio Cicerón al referirse a los alumnos de Platón y Aristóteles, así como también de los pitagóricos a quienes no tenía mucha simpatía. 

La palabra alumnus deriva de otra palabra que es ''alumenus'' que viene del participio del verbo alere que significa ''nutrir''. En consecuencia, alumno significa ''el alimentado'' y su procedencia viene de que los maestros alimentaban y criaban a los estudiantes. Ahora bien, otros dicen que la palabra alumnus no significa realmente alimentado, sino más bien ''crecido'' porque vendría más bien de ''altus'', y su contexto provendría de aquellos niños que eran esclavos en una casa y a quienes había que criar. Posteriormente se relacionaría con los discípulos de los maestros porque eran ''alimentados'' intelectualmente. 

Confusión en la palabra

Existe una confusión en la palabra alumno en cuanto a que ésta se entiende como ''sin luz''. Quienes sostienen esta etimología entienden el prefijo ''a'' como privación, oposición o carencia, mientras que el resto de la palabra deriva de lumen que significa ''luz''. 

Sin embargo, aunque esto pudiera parecer razonable, la verdad es que la etimología adolece de una mixtura entre dos idiomas porque el prefijo ''a'' que significa privación, proviene del griego antiguo y lumen proviene del latín. En otras palabras, quienes entienden la palabra alumno como ''sin luz'', unen dos palabras de distintos idiomas lo que afecta su supuesto origen etimológico. 

Es probable que esta palabra se haya entendido así por las diversas teorías que surgieron en la antigüedad. Por ejemplo, la mayéutica, que era una forma en la que Sócrates hacía que un adversario ''diera a luz'' para darse cuenta de que estaba equivocado en alguna discusión sostenida. Por otro lado, en la alegoría de la caverna, aquellos que salían de la caverna debían volver donde estaban los esclavos para ''iluminarlos'' sobre el bien que estaba representado por el sol. San Agustín de Hipona también sostenía que el maestro iluminaba las ideas innata de los alumnos, ya que, como también sostenía Platón, aprender es recordar. 

Seguramente, alguien relacionó estas palabras y las difundió durante clases en las escuelas. No se sabe exactamente cuando se obtiene esta confusión. 

Edad Media

La palabra alumno queda con el concepto tal como lo hemos explicado. Sin embargo, en la Edad Media se conoce la palabra estudiante que es resultado de la conjunción de dos palabras latinas:


  • studere: esforzarse, poner en celo, dedicarse a algo
  • studium: estudio

Por lo tanto, el estudiante no es alguien que aprende, sino más bien el que se esfuerza. El que ya aprendía era un discípulo. 

Conclusión

Es interesante ver que la diferencia entre alumno y estudiante es muy relevante porque el alumno tiene una actitud pasiva con respecto al conocimiento, mientras que el estudiante ''se esfuerza'' por adquirir dicho conocimiento para luego transformarse en discípulo. Por supuesto que en la pedagogía moderna se alienta mucho más que el estudiante forme parte activa de la clase y que no sea un mero recipiente de todo el contenido. 

martes, 21 de marzo de 2023

San Agustín de Hipona - La devastación de Roma

Desde que hicimos nuestra lectura sobre La Ciudad de Dios, podemos saber con seguridad lo que piensa san Agustín sobre la devastación de Roma. Sin embargo, el escrito que tenemos en esta entrada nos habla específicamente de esta situación y de cómo el obispo de Hipona tuvo que afrontar las criticas al cristianismo por parte de intelectuales y personas ordinarias. ¿Estaba Dios castigando a los cristianos? ¿constituía el cristianismo la destrucción de Roma? Veamoslo en la siguiente entrada de filosofía.  

La Devastación de Roma


Los que murmuran contra Dios por la devastación de Roma

Ejemplo de Daniel

Para contestar a aquellos murmurantes, Agustín dice que debemos comprender la historia bíblica de Daniel. En una parte de la historia Daniel confesaba sus propios pecados. San Agustín nos dice, ¿quién puede sentirse libre de pecado si Daniel confiesa sus propios pecados? Ciertamente nadie. A esto, el mismo Ezequiel decía: ''¿Acaso tu eres más sabio que Daniel?'' lo mismo va para Noé, Daniel y Job que tuvieron historias parecidas y de aquí se establecen tres clases de hombres. 

  • Noe: buenos pastores que rigen y gobiernan la Iglesia
  • Daniel: aquellos que practican la santa continencia
  • Job: casados que viven en la justicia y la santidad


Ezequiel nos dijo que Noé, Daniel y Job ya murieron y aguardan la resurrección y estar a la derecha de Dios. Ahora bien, Daniel es uno de los que confiesa sus pecados, por lo tanto, espera una tribulación. Sin embargo, Dios libera a estas tres clases de hombres de aquellas tribulaciones. 

De este modo, si Daniel fue capaz de confesar sus pecados, es decir, efectivamente fue pecador ¿cómo es que alguien puede decir que está libre de pecado si ni siquiera Daniel lo estaba? A consecuencia de esto, antes de murumurar se debe realizar un examen de conciencia sobre el pecado. 


¿Por qué Dios no ha perdonado a Roma por los justos?

Siguiendo con la misma idea ¿quién sería justo si el mismo Daniel confiesa sus propios pecados? 

Para aclarar más este asunto, Agustín recuerda la historia de Abraham en Sodoma que planteaba un dilema ético en cuanto a la destrucción de dicha ciudad por el pecado. 

Recordemos como era la intercesión de Abraham por esta ciudad:

  • Abraham: Tal vez haya cincuenta justos dentro de la ciudad; ¿en verdad la destruirás y no perdonarás el lugar por amor a los cincuenta justos que hay en ella? Lejos de ti hacer tal cosa: matar al justo con el impío, de modo que el justo y el impío sean tratados de la misma manera. ¡Lejos de ti! El Juez de toda la tierra, ¿no hará justicia?
  • Dios: Si hallo en Sodoma cincuenta justos dentro de la ciudad, perdonaré a todo el lugar por consideración a ellos. 
  • Abraham: He aquí, ahora me he atrevido a hablar al Señor, yo que soy polvo y ceniza. Tal vez falten cinco para los cincuenta justos, ¿destruirás por los cinco a toda la ciudad?
  • Dios: No la destruiré si hallo allí cuarenta y cinco.
  • Abraham: Tal vez se hallen allí cuarenta.
  • Dios: No lo haré, por consideración a los cuarenta.
  • Abraham: tal vez se hallen allí treinta.
  • Dios: No lo haré si hallo allí treinta.
  • Abraham: He aquí, ahora me he atrevido a hablar al Señor; tal vez se hallen allí veinte.
  • Dios: No la destruiré por consideración a los veinte.
  • Abraham: No se enoje ahora el Señor, y hablaré sólo esta vez; tal vez se hallen allí diez.
  • Dios: No la destruiré por consideración a los diez.

Esta historia se refería específicamente a Sodoma. Sin embargo, Sodoma fue destruida, pero Agustín nos dice que no es que no haya sido perdonada sino que ella misma se perdió. No obstante, en Roma no ha pasado tal. Todos entran y salen de Roma, se protegieron en los lugares santos y no fueron atacados, otros se quedaron en Roma pese a la destrucción y no les pasó nada.

A san Agustín le insisten: ''fueron muchos muertos''. Pero Agustín les replica que así ha sido para tantos hombres santos que además fueron torturados. ¿Cuánto sufrió Job?


Comparación de los males de Roma y los males de Job

San Agustín de Hipona ve que la comparación entre los males de Roma y los males de Job no son equiparables. Los males de Job que van desde la soledad hasta las úlceras que le cubrían de pies a cabeza no son lo mismo que le pasa a Roma. El sufrimiento de Job fue resistido hasta al final, sabía que tenía que pasar por la tribulación y la aceptó. El lacerante destino de Job es comprendido por Agustín como la disciplina que ejerce un padre con su hijo; promete la vida e impone disciplina. 


Los sufrimientos temporales comparados con los del infierno

Todos los sufrimientos que se piensen en esta vida no son comparados en absoluto con el infierno, puesto que aquí todo es temporal y allá todo es eterno. Los que sufrieron con la devastación ¿siguen sufriendo? En el caso de la historia de Job, era incluso su mujer quien le decía que maldijera a Dios para que pudiera al fin morirse y no sufrir más, pero Agustín nos dice que esto no pararía el sufrimiento porque después podía esperarlo el infierno. Job no maldijo a Dios y ni siquiera se atrevió a declararse inocente de lo que le pasaba. 


¿No había justos en Roma?

Como podemos ver, esta pregunta es la misma que se hace con respecto a Sodoma. Agustín dice que es muy seguro que hubiesen justos en Roma en términos humanos, es decir, justo bajo las normas del hombre, pero no justos con respecto a lo divino. 

''¿Es que tú eres más justo que Daniel?''

(Daniel 9:20)

No obstante, existen algunos hombres que dicen:

''El hombre justo también debe decir a Dios que es un pecador, aunque sepa que él no tiene pecado alguno; sin embargo, que diga a Dios: yo tengo pecados''

Agustín opina que este consejo es absurdo. El único que hace que un hombre no tenga pecados es Dios mismo. Si tu alma está sanada del todo, no sería cuerdo decir que sí se los tiene, como cuando el médico cura efectivamente una herida y el paciente se quejara de que no ha tenido cura. 

Los hombres que fueron salvados eran ciertamente justos entre los hombres. 


¿En qué sentido Dios perdonó a Roma por los justos?

Agustín dice que ojala se pueda ver las almas que Dios ha salvado en esta devastación, porque ahí se podría ver claramente cómo Dios perdonó a la ciudad. 

Ejemplo de Constantinopla

En Constantinopla había un emperador llamado Acadio. Dios, queriendo atemorizar a la ciudad, dijo a un soldado de la ciudad que destruiría todo lo que había en ella. El soldado lo comunicó a un obispo y el obispo se lo dijo al pueblo. Acto seguido toda la ciudad hizo penitencia como en Nínive. Una nube de fuego se acercó, pero como toda la ciudad ya había hecho la penitencia o tribulación, la nube comenzó a disminuir hasta desaparecer totalmente. Los ciudadanos se alegraron y nadie perdió nada. 


Constantinopla y Roma

Constantinopla estuvo apunto de sufrir una calamidad, pero la ciudad, tal como un hijo que ruega misericordia al padre que lo va a castigar, pudo salvarse. Pero de acuerdo a Agustín, lo mismo sucedió en Roma a la hora de la devastación porque todas las personas que estaban dentro lograron salir antes de que las alcanzara el fuego. Por lo tanto, en verdad Dios salvó la ciudad de Roma haciendo huir a los ciudadanos. 


Utilidad de la tribulación temporal

Roma sufrió la misma tribulación que los demás. El bueno fue corregido y purificado mientras el impío fue duramente condenado. San Agustín nos dice: Pon en la balanza Cristo y a Roma y que se observe quién sufrió más en este flagelo. Añade a esto que soportemos lo que Dios nos ha permitido que soportemos. Hay que soportar los males con paciencia. 

''La paciencia perfecciona su obrar''

(Santiago 1:1)


Cuando se sufre algo adverso, la paciencia es muy necesaria por lo tanto no hay que rehusar lo males temporales.


Conclusión

En consecuencia, se responden las murmuraciones con respecto a la devastación de Roma. Los males que se han suscitado no son nada comparado a lo que ha sucedido en otras épocas o con ciertos personajes bíblicos. Esta obra sigue la línea de la Ciudad de Dios en donde se establece que Roma nunca estuvo mejor que con el cristianismo, pero al mismo tiempo poco a poco se acerca la división que finalmente se hará en el Imperio a causa de los invasores, cosa que Agustín de Hipona no alcanzó a presenciar. 

lunes, 20 de marzo de 2023

Martín Lutero - La Disputación de Heidelberg (1518)

 


Uno de los iniciadores de esta disputación de Gabriel della Volta, el elegido por el papa León X para debatir con Martín Lutero.  Della Volta se reunió con Johann Staupitz para que Lutero demostrara sus tesis y resolviera el problema que las tesis suscitaron en la orden agustina. Martín Lutero tendrá la oportunidad de probar sus capacidades y virtudes para con sus 95 tesis, además de aclarar los puntos ya presentados. 


Referencias:

(1) Más bien la virtud


LA DISPUTACIÓN DE HEIDELBERG


Martín Lutero hace exposición de las tesis que se discutieron en Heidelberg. En total son 28 y se analizarán una por una. 


Conclusión 1: La ley de Dios, salubérrima doctrina de vida, no puede hacer llegar al hombre a la justicia, antes bien se lo impide.

Esta tesis tiene sustento en lo dicho en Romanos 3:21 donde se dice que ''Sin la ley, la justicia de Dios se ha manifestado''. En efecto, San Agustín de Hipona en una obra llamada ''Sobre el Espíritu y la letra'' el mismo obispo interpreta el versículo diciendo ''Sin ley, es decir, sin ayuda de la ley''. Lo mismo en Romanos 5 que dice: La ley empero entró para que el pecado creciese. 

El apóstol, en Romanos 8:2 llama a la ley de la siguiente manera: ''ley de la muerte''. Asimismo, el segundo de Corintios 3: ''La letra mata''. 


Conclusión 2: Muchos menos pueden conducirle, con la ayuda de la inspiración natural, las obras humanas frecuentemente repetidas, como se dice.

La justicia de Dios le ha sido dada al hombre para ayudarle más allá de sus fuerzas para conducirle al bien. Sin embargo, frecuentemente sucede todo lo contrario y el hombre se vuelve mucho peor. Por lo tanto, el hombre por sus propias fuerzas no podría alcanzar el bien, sino es con la ayuda de Dios.

Así lo establece también Romanos 3:10

''Todos los hombres son corruptos e inútiles y no entienden ni buscan a Dios; todos se apartaron''

Es decir, el hombre no puede por sí solo llegar al bien, necesitará de la Gracia porque de otro modo le será imposible. 


Conclusión 3: Las obras de los hombres, aun cuando sean siempre espléndidas y parezcan buenas, son, con toda probabilidad, pecados mortales

Las obras humanas pueden parecen hermosas, pero la verdad es que por dentro son inmundas como lo dice el Mateo 23:27


''¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia''

En consecuencia, si un hombre justo hace una obra pecaminosa, con más razón serán aquellas que hace el hombre injusto. Esto además se prueba con Galatas 3:10

''Porque todos los que son de las obras de la ley están bajo maldición''

Las obras del hombre son obras de la ley. Y la maldición se atribuye se atribuye a los pecados veniales, entonces, estas obras son pecados mortales. 

Por otro lado, tenemos el Romanos 2:21

''¿Tú que predicas que no se ha de robar, robas?''

San Agustín de Hipona decía que los ladrones son pecadores por su voluntad pecaminosa, aún cuando juzguen y enseñen a otros a no ser ladrones.



Conclusión 4: Las obras de Dios aun cuando sean siempre de aspecto deforme y parezcan malas, son en verdad, méritos eternos

Lutero nos dice que ciertos pasajes demuestran que las obras de Dios son deformes:

  • Isaías 53:2: No hay parecer en él ni hermosura
  • 1° Reyes 2: Jehova mata, y él da vida; el hace descender al sepulcro, y hace subir
Nosotros somos las obras deformes. Una vez que nos damos cuenta de lo malos, necios o incapaces que es como en verdad somos, en ese momento no existe en nosotros ni parecer ni hermosura. Esto nos lleva a la perdición, a la humillación para finalmente levantarnos con su misericordia. 

  • Habacuc 3:2: ''En la ira, acuérdate de su misericordia''

Las obras deforme de Dios que realizan en nosotros, esas que humillan y desesperan, son verdaderamente inmortales, porque la humildad y el temor de Dios constituyen un mérito total.




Conclusión 5: Las obras de los hombres (hablamos de las que son aparentemente buenas) no son pecados mortales en el sentido que constituyan crímenes

Los verdaderos pecados mortales son aquellos que parecen buenos pero son frutos de una mala raíz.




Conclusión 6: Las obras de Dios (hablamos de las que se realizan por medio del hombre) no son méritos en el sentido de que no constituyen pecados

En esta conclusión hay dos cosas que tener en cuenta:

  1. Eclesiastés 7:20 : No hay hombre justo en la tierra que haga bien y no peque
  2. Otros dicen: es cierto que el justo peca, pero no cuando hace el bien

A Lutero, la segunda tesis le parece absurda. Las Sagradas Escrituras ya establecen que el justo que hace el bien peca. En consecuencia, lo que los otros dicen sobre que el justo no peca cuando hace el bien, es superfluo, confuso y contradictorio. 






Conclusión 7: Las obras de los justos serían pecados mortales, si los justos mismos, por un piadoso temor a Dios, no tuvieran miedo de lo que fuesen

Lo peor que puede hacer el hombre con las obras es vanagloriarse de sí mismo. En cambio, aquel que no está seguro de su obra goza en Dios y no en sí mismo, no puede vanagloriarse de su obra porque en verdad no es de él. 

''No entres en juicio contra tu siervo''
(Salmo 132:2)

Este no es un pecado venial (leve) porque no se necesita ni la confesión ni la penitencia para realizarlas. Por otro lado, los santos que realizan buenas obras u oraciones, las hacen con humildad, temiendo a Dios.

''Perdónanos nuestras deudas''
(Mateo 6:12)

Esta oración se trata justamente de los santos, los santos cuya deuda son las buenas obras. Luego dice lo siguiente:

''Mas si no perdonareis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas''
(Mateo 6:15)

Se nota, entonces, que estas deudas de los santos son mortales porque no estarían pidiendo la remisión de ellas sino rezasen sinceramente esta oración. 

También, se dice en un pasaje del apocalípsis:

''Ninguna cosa sucia entrará en el reino de los cielos''
(Apocalípsis 21:27)

Se supone que el pecado mortal impide la entrada al reino de los cielos, pero el pecado venial es una mancha que también lo impediría. Por lo tanto, los santos también tendrían esta mancha. 




Conclusión 8: Con mucha más razón las obras humanas son pecados mortales, ya que se realizan sin temor, con una seguridad engañosa y exenta de dudas

Lutero nos dice que donde no hay temor no hay humildad y donde no hay humildad hay soberbia, como lo dice la biblia:

''Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes''
(1 Pedro 5:5)

Cuando no hay orgullo no hay pecado en parte alguna.





Conclusión 9: Afirmar que las obras sin Cristo son sin duda muertas, pero no pecados mortales, parece constituir un peligroso abandono del temor de Dios

Esto porque los hombres se vuelven soberbios. La gloria es para Dios y no para el hombre, quien debería apresurarse a rendir la gloria inmediatamente. 

''No tardes en convertirte a Dios''
(Eclesiastés 5:8)

Si es reprobatorio ufanarse de la propia obra, aún mas lo será hacerlo reiteradamente.






Conclusión 10: En efecto, resulta dificilísimo comprender cómo una obra puede ser muerta sin ser, al mismo tiempo, un pecado pernicioso y mortal

Hay dos modos de probar esto:

  1. En la Escritura todo lo que es muerto es, en efecto, mortal. La obra muerta no es aquella que es destruida sino que aquella que no es viviente. Las obras no vivas desagradan a Dios como se dice en Proverbios: ''El sacrificio de los impíos es abominación a Jehová''
  2. Cuando se está en presencia de dicha obra, o se la ama o se la detesta. Esto lo hace la voluntad y esta no puede odiarla porque es mala, entonces la ama. Así, la voluntad inspira por sí misma un acto malo contra Dios

En este sentido, se debe comprender que la voluntad tiene esta característica porque estamos hablando de la voluntad del hombre: temporal y profana.




Conclusión 11: La soberbia no puede evitarse ni puede haber esperanza verdadera si, entre cada oportunidad en que se obra, no se teme el juicio de condenación

Si bien esto quedó establecido en el punto 4, a lo que Lutero nos dice que nada puede sernos útil si no es con Dios. Aún se confía en la criatura sin la presencia de Dios y esto llevaría a la soberbia. 





Conclusión 12: Los pecados son verdaderamente veniales ante Dios, cuando los hombres temen que sean mortales

Tanto más nos acusamos, más Dios nos excusa:

''Di tus delitos para que seas justificado''
(Isaías 43:26)

El temor a Dios, en consecuencia, es uno de los elementos fundamentales. 




Conclusión 13: El libre albedrío no es más, después de la caída, que un simple nombre, y en tanto que el hombre hace aquello que en sí mismo es, comete pecado mortal

El libre arbitrio es cautivo y siervo del pecado; solo se es libre para lo malo. 


''Todo aquel que comete pecado, es siervo del pecado''

(Juan 8:34)

También dice San Agustín de Hipona:


''El libre albedrío sin la gracia solo sirve para pecar''

(Del Espíritu y la letra)


Y un pasaje de Oseas:

''Te perdiste, oh Israel, más en mi está tu ayuda''

(Oseas 13:9)


Podemos verificar en esta conclusión que para Martín Lutero, el libre albedrío solo sirve para hacer el mal, y que no consistiría en la opción de hacer el bien o el mal. 




Conclusión 14: Después de la caída, el libre albedrío no tiene para hacer el bien, más que una capacidad subjetiva, pero para el mal, una capacidad siempre activa

Lutero hace la comparación con el hombre, si está muerto, solo subjetivamente puede estar vivo; pero cuando vive, tiene una capacidad activa para la muerte. Esto lo prueba los muertos que Dios resucitó de acuerdo a los Santos Padres, además de las discusiones que San Agustín de Hipona tuvo con los pelagianos que afirmaban al hombre libre de corrupción y con libre albedrío. 



Conclusión 15: Y no ha podido en efecto permanecer en el estado de inocencia por una capacidad activa, sino por una capacidad subjetiva; y menos aun pudo progresar hacia el bien


Pedro Abelardo dice que Agustín de Hipona dijo que el hombre ha recibido en la creación la rectitud y la buena voluntad, y asimismo la ayuda para perseverar. 

Sin embargo, esto contradice lo dicho por Agustín en su obra ''Sobra la corrupción y la gracia'' donde se establece que el hombre había recibido el don de obrar, pero no tenía la voluntad por la cual podía obrar.

Obrar: potencia subjetiva

Voluntad por la cual podía obrar: potencia activa




Conclusión 16: El hombre que crea tener la voluntad de alcanzar la gracia, haciendo algo que él es en sí mismo, agrega pecado sobre pecado, de modo tal que permanece doblemente culpable

Mientras el hombre hace lo que él es en sí mismo, peca gravemente porque busca únicamente lo suyo. Ahora bien, si suponen que por el pecado se vuelve digno de la gracia, agregará una presunción de pecado aun doblemente peor. Sin embargo, queda una duda: si no hacemos más que pecar, entonces, ¿qué podemos hacer? cuando el hombre se percata del pecado que cometió debe inmediatamente buscar la gracia


''Y el que se humillare será ensalzado''

(Mateo 23:12)


Es la ley la que da el conocimiento del pecado y cuando se da cuenta de esto el hombre, luego tiene que humillarse. Así recibirá la gracia y la misericordia.




Conclusión 17: Empero hablar así, no significa dar al hombre motivo para desesperarse, sino para humillarse y despertar el anhelo de buscar la gracia de Cristo

El Reino de los Cielos es dado a los humildes y a los niños, y Cristo los ama. No son humildes aquellos que creen que no son pecadores condenables y nauseabundos. Ahora bien, que seamos pecadores no quiere decir que se debe caer en el desespero, sino todo lo contrario, en la esperanza. La predicación del pecado es la preparación para la Gracia, pues el anhelo de la Gracia surge cuando hay conocimiento del pecado. Es como el enfermo que sabe que tiene una enfermedad y recurre inmediatamente al médico.




Conclusión 18: Es cierto que el hombre debe desesperar totalmente de sí mismo, a fin de hacerse apto para recibir la gracia de Cristo

Justamente, la ley es la que hace que el hombre desespere de sí al ''hacerlo descender al infierno'' y ''empobrecerlo'' como dicen las Cartas a Santiago. El que no desespera cree que puede por medio de sus propias fuerzas alcanzar la Gracia, y este no sería apto en lo absoluto. 




Conclusión 19: No se puede con derecho llamar teólogo a aquel que considera que las cosas invisibles de Dios se comprenden por las creadas

Esta conclusión se sostiene sobre la base del Romanos 1:20

''Porque las cosas invisibles de Él, su poder eterno y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tiene excusa''

Las cosas invisibles son la justicia, la bondad, la sabiduría, el poder, etc. El conocimiento de estas cosas no hace ni más sabio ni más digno a ningún teólogo. De ahí que también continúe el Romanos 1:22

''Profesando ser sabios se hicieron necios''

Estos teólogos que refiere Lutero son los que creen que en sus obras está la bondad, la justicia, el poder o la sabiduría de Dios. 





Conclusión 20: Más merece ser llamado teólogo aquel que entiende las cosas visibles e inferiores de Dios, considerándolas a la luz de la Pasión y de la Cruz

Por supuesto, las cosas invisibles son opuestas a las visibles e inferiores de Dios. Así lo dice la biblia en Corintios

''Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres''

(1 Corintios 1:25)


Los hombres habían abusado del conocimiento de Dios basado en las obras, pero Dios quiso ser reconocido más bien por su sufrimiento. En consecuencia, no sirve de nada conocer a Dios en cuanto a su Gloria y Majestad, si no se le conoce en la humildad y la vergüenza.


De ahí que en Juan, Felipe, uno de los apóstoles de Jesús le dijo:

''Muéstranos al Padre''

(Juan 14:8)

A lo que Jesús respondió:

''Felipe, el que me ve, ve también a mi Padre''

(Juan 14:9)


Por lo tanto, en Cristo crucificado está la verdadera teología además del conocimiento de Dios. Como dice Juan 1: ''Nadie viene al Padre sino por mi''.




Conclusión 21: El teólogo de la gloria llama a lo malo, bueno y a lo bueno, malo; el teólogo de la cruz denomina a las cosas como en realidad son

El hombre, al ignorar a Cristo, no conoce al Dios escondido en sus padecimientos. De este modo, prefiere la obra a los sufrimientos; la gloria a la cruz. A estos se les llamaba:


''Porque por ahí muchos andan, de quienes os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la Cruz de Cristo''

(Filipenses 3:18)


Las obras no son de los hombres sino que siempre son de Dios.




Conclusión 22: Aquella sabiduría que considera que las cosa invisibles de Dios se comprenden partiendo de las obras, infla, ciega y endurece por completo


Esta es una idea que ya se estableció. Lo que odian la teología de la Cruz nunca estarán satisfechos. El deseo de las obras crea más necesidad para desear más obras, el deseo de saber no se sacia con la sabiduría, todo lo contrario, se enciende aún más, y lo mismo ocurre con la gloria y el dominio, nunca se acaban. Tampoco la necesidad de ser elogiado se satisface con el elogio. Como dijo Cristo en Juan 4:13

''Cualquiera que bebiera de esta agua, volverá a tener sed''


La única forma de acabar con este deseo es extinguirlo; es decir, el que quiera ser sabio, debe volverse necio. El que quiera Gloria tendrá que huir de poder. En consecuencia, deberá hacer todo lo contrario. 




Conclusión 23: Y la ley obra la ira de Dios, mata, maldice, acusa, juzga y condena todo lo que está en Cristo


Existen varios pasajes donde se prueba que la ley no es motivo de gloriarse. 


''Cristo nos redimió de la maldición de la ley''

(Gálatas 3:13)


''Todos los que son de las obras de la ley, están bajo la maldición''

(Gálatas 3:10)


''La ley obra la ira''

(Romanos 4:15)


''Lo que era para vida, volviéndose para mi, muerte''

(Romanos 7:10)


''Los que estando bajo la ley pecaron, por la ley serán juzgados''

(Romanos 2:12)


''¿Por qué te glorias de la ley?''

(Romanos 2:23)


Esta conclusión solo tiene como propósito la información de las fuentes con respecto a la ley. El que se vanagloria de la ley como sabio, se vanagloria de confusión, de su maldición y de la ira de Dios. 



Conclusión 24: No obstante, aquella sabiduría no es mala ni debemos huir de la ley; pero el hombre sin la teología de la cruz, malgasta las mejores cosas en forma pésima


Todo lo que es hecho por Dios es bueno, pero quien no ha sido reducido al sufrimiento de la Cruz, y a tribuye a sí mismo las obras, en realidad, abusa de los dones de Dios y de las cosas buenas que le ha dado. Sin embargo, el que ha sido anonadado por los padecimientos, ya no obra él mismo, sino que Dios es el que está obrando. 

''Os es necesario nacer otra vez''

(Juan 3:7)


Para renacer es necesario morir y ser exaltado  con el Hijo del hombre; morir significa, sentir de cerca la muerte.



Conclusión 25: No es justo el que mucho obra, sino aquel que sin obrar cree grandemente en Cristo

Aristóteles decía que la justicia(1) se obtenía por medio del hábito, es decir, por actos repetitivos. Sin embargo, esto no es así para Lutero, pues la justicia de Dios se obtiene por la fe. 


''El Justo vivirá por la fe''

(Romanos 1:17)


Lutero nos explica que la palabra ''sin obrar'' quiere decir que las obras del justo no constituyen justicia, sino que la justicia lo lleva a hacer obras. La Gracia y la Fe se derraman en nosotros sin obrar.


''Por las obras de la fe no se justificará hombre alguno''

(Romanos 3:20)


''Concluimos, pues, que el hombre es justificado por la fe, sin las obras de la ley

(Romanos 3:28) 


En consecuencia, las obras del hombre no son suyas sino que son de Dios. En este sentido, el hombre es instrumento de Cristo



Conclusión 26: La ley dice: ''haz esto'', y ello es hecho jamás; la Gracia dice: ''cree en esto'', y todas las cosas ya están hechas

La ley obra la ira y sujeta a todos los hombres a maldición. De acuerdo con san Agustín de Hipona, la fe justifica y la ley ordena lo que la fe obtiene. Cristo está en nosotros por la fe y es uno con nosotros. Es justo y cumple todos los mandamientos, y si esto es así, entonces nosotros también cumplimos con todos los mandamientos. 



Conclusión 27: Podría afirmarse con razón, que la obra de Cristo es a la vez el sujeto que opera y el cumplimiento de nuestra obra y, que de esta manera aquello que es operado agrada a Dios por la gracia de la obra operante

Cristo mora en nosotros por la fe y nos impele a realizar las obras. Los mandamientos de Dios son dados a nosotros por medio de la fe. Las obras de misericordia son causadas por sus obras, por las cuales nos salvó. 




Conclusión 28: El amor de Dios no encuentra, sino crea aquello que le place; el amor del hombre se origina por su objeto

Esto también lo corrobora Aristóteles; toda potencia de alma es pasiva y material y actúa en la medida que recibe. Con esto, se demuestra que Aristóteles es contrario a la teología puesto que la filosofía busca lo suyo, y recibe lo bueno antes que darlo. 


El amor de Dios viviendo en los hombres ama a los pecadores, a los miserables, a los necios y a los débiles con el fin de hacerlos justos, buenos, sabios y fuertes. El amor de Dios confiere y derrama lo bueno. En ese sentido Lutero nos dice que los pecadores son bellos por ser amados y no amados por ser bellos

''No he venido a llamar justos, sino a pecadores''

(Mateo 9:13)

El amor de la cruz, nacido en la cruz, no se dirige donde se halla el bien para gozar de él, sino allí donde confiere el bien al miserable o indigente. 


''Bienaventurado el que piensa en el indigente y en el pobre''

(Salmo 41:1)


En consecuencia, el objeto del intelecto no puede ser lo que no es nada, es decir, el pobre o el indigente, sino aquello que es; la verdad y el bien. 


Conclusión

Sin duda que lo que hace Lutero en esta obra es establecer que el hombre no se ufane ni de su saber ni de sus obras. El hombre solo por la fe puede ser salvo porque es ella quien puede justificarlo y no las obras. Parece ser que esto es también una crítica a las órdenes monásticas que son conocidas justamente por las obras. ¿Será que las obras son inútiles? No si son llevadas por la fe, la humillación y la vergüenza, pues para alcanzar a Dios debemos disminuir nuestros deseos.  

lunes, 13 de marzo de 2023

Guillermo de Sherwood - Introducción a la Lógica (Capítulo VI: Razonamiento sofístico)

 


Pareciera que el razonamiento sofístico ha quedado fuera de todo análisis después de las explicaciones tanto de Platón como de Aristóteles, pero la verdad es que Guillermo de Sherwood revisa nuevamente los postulados sofísticos y los somete a examen. Es importante volver a recordar los términos y las falacias que se encuentran en las conversaciones dialécticas, pues tiene la peligrosa apariencia de ser argumentos verdaderos, pero en el fondo no lo son. Veamos. 

INTRODUCCIÓN A LA LÓGICA

Capítulo VI: Razonamiento sofístico

1 Naturaleza del razonamiento sofístico

Como dijo Aristóteles, existen cuatro tipo de disputaciones:

  1. Demostraciones
  2. Dialéctica
  3. Probativa
  4. Sofística

De acuerdo con Sherwood, la sustancia de la disputación es el silogismo en sentido amplio. Como entidades, la disputación y el silogismo son lo mismo, pero en especie son distintos. 

El silogismo posee poder sobre su conclusión, mientras que la disputación es un orden que tiene la persona a partir de las conclusiones. Las disputaciones, en resumen, son el conjunto de muchos silogismos. 

El sofisma se sujeta de disputaciones sofísticas, es decir, las disputaciones sofísticas es lo mismo que el sofisma, tratando de hacer una analogía entre la disputación y el silogismo.
  • Disputación = silogismo
  • Disputación sofística = sofisma

El fin del sofisma es aparentar ser sabio o aparentar llevar al contrincante a un absurdo. En todo caso, hay ciertas circunstancias del discurso donde la disputación deriva en un silogismo que se parece a la verdad. Estas son llamados bases sofísticas. 

2 Objetivos de la disputación sofística

El objetivo de la disputación sofística es el absurdo. Los tipos de objetivo de esta disputación son los siguientes:

  1. Refutación: negación de lo que fue establecido al comienzo
  2. Falsedad: el caso no es adecuado a la realidad
  3. Paradoja: lo contrario a la opinión de los demás o de los sabios
  4. Balbuceo: repetición sin sentido
  5. Solecismo: incongruencia del discurso

Se podría decir que la refutación y la falsedad no son sofísticos pues buscan la verdad, pero estos conceptos pueden ser sofísticos cuando conceden lo que es incompatible. Ambos difieren como se verá. 

3. Refutación

Fundamento verbal de la refutación

Los dos fundamentos son los siguientes:

  1. Verbal: depende del discurso
  2. Extra verbal: depende de lo real
En cualquiera de estos fundamentos, los conceptos importantes son la apariencia y la no-existencia. De aquí se derivan términos como la equivocación, la ambigüedad, la división, la composición y el acento.

Equivocación: diversa significación por parte de una y la misma palabra. Esto puede ocurrir de tres maneras. O la palabra significa [A] más de una cosa por sí misma” o [B] como resultado de su conexión con otra cosa. 

Hay dos Variedades de A: 

  1. Significa más de una cosa propiamente 
  2. Transuntivamente

Ejemplo:

  • P1: Todos los perros corren
  • P2: Una de las constelaciones es un perro
  • C: Una de las constelaciones corre

En este ejemplo, la palabra ''perro'' significa más de una cosa y en consecuencia se entiende que significa más de una cosa propiamente, que transuntivamente.

Veamos algunos ejemplos de transunción. 

Ejemplo:

  • P1: Lo que tiene pies corre
  • P2: El río Sena corre
  • C: El Sena tiene pies


  • P1: Lo que boca sonríe
  • P2: Los prados sonríen
  • C: Los prados tienen boca

  • P1: Lo que es expedito es bueno
  • P2: Una cosa mala es expedita
  • C: Una cosa mala es buena

Las palabras usadas como correr, sonreír y expedito son usadas por su semejanza con más de una palabra. 

Veamos ahora ejemplos de la equivocación como resultado de su conexión con otra cosa.

Ejemplo:

  • P1: Quien sea que ha sido curado es saludable
  • P2: El sufriente fue curado
  • C: El sufriente es saludable

Por supuesto, la palabra sufriente no es por sí mismo dos cosas como veíamos en el ejemplo anterior, sino que solamente una cosa. La conexión con la palabra ''curado'' hace ambiguo tanto el presente como el pasado en la oración. 

Anfibología: diversidad del juicio procedente de la unidad de la expresión o de la significación diversa en parte de una expresión. La semejanza, en la anfibología, es el resutlado de la unidad de la expresión mientras en la no-existencia, el resultado es la diversidad de su significación. 

El engaño en la anfibología procede de tres maneras:

  1. Principalmente
  2. No principalmente, pero resultado de traducción
  3. Significa una cosa en sí misma, pero dos cosas conectadas con algo más

Veamos ejemplos de cada uno.

Principalmente:

  • P1: Si alguien devoró un pan, el pan lo devoró a él
  • P2: Pero el perro devoró el pan
  • C: El pan lo devoró a él

No principalmente, pero resultado de traducción:

  • P1: Cualquiera que are la costa mueve arena
  • P2: Este hombre ara la costa
  • C: Este hombre está moviendo la arena

Significa una cosa en sí misma, pero dos cosas conectadas con algo más:

  • P1: Si alguien en el mundo supo, el mundo lo había conocido
  • P2: Pero el mundo conocía a este hombre
  • C: El mundo había conocido a este hombre

Esta es al anfibología de la variedad. Para resolverla se debe señalar que el concepto se está utilizando en un sentido y en otro. 

Composición y división: composición es la conexión de las cosas que están dispuestas a ser compuestas. La división es la separación de las cosas que están dispuestas a ser divididas. 

En la composición la causa de la apariencia es el hecho de que la expresión compuesta y la expresión son la misma sustancia con respecto al discurso. La naturaleza de la no-existencia es su diversidad en su uso actual a la cual corresponde una realidad. Por supuesto, una expresión debe permanecer igual en un silogismo, pero la composición rompe esta regla, de ahí que sea silogística. 

En la división, la apariencia es la semejanza de la expresión dividida y la expresión compuesta, mientras la causa de la no-existencia en la diversidad es su uso actual. Cuando se habla de esa diversidad se habla al mismo tiempo de la diversidad en la realidad correspondiente. 

Ejemplo:
  • P1: Cualquier cosa posible es verdadera
  • P2: Que una cosa blanca sea negra es posible
  • C: Que una cosa blanca sea negra sea posible es algo verdadero

La premisa menor es ambigua porque tanto ''cosa blanca'' y ''negra'' puede ser compuestos con respecto a posible. En tal caso, toda la oración es compuesta. Alternativamente, esta oración también puede ser dividida si tomamos el sujeto ''cosa blanca'' y el predicado ''es negra''. 

Otro ejemplo:

  • P1: Lo que vive siempre existe
  • P2: Sócrates vive
  • C: Sócrates siempre existe

La premisa mayor es división y la conclusión es compuesta, en consecuencia, este silogismo es falso. Sin embargo, puede parecer correcta en el sentido de que alguien que en todos los casos que una persona vive, siempre existe. 

Acento: es la regulación de la voz con respecto a subir o bajar la voz. Hay tres tipos de acentos:

  • Agudo: comienza bajo y termina algo
  • Grave: comienza alto y termina bajo
  • Circunflejo: comienza bajo, sube y vuelve a bajar

Guillermo nos ofrece ejemplos en griego y en latín, pero creemos mejor que un ejemplo en castellano sería más clarificador:

Tomo cerveza
Tomó cerveza

Como podemos ver, en estas dos oraciones el infinitivo ''tomar'' tiene dos acentos posibles lo que hace que se ocasione ciertas confusiones en el tiempo verbal. 

La figura de una palabra: consiste en la terminación de una cantidad.

El engaño ocurre a causa del resultado de un mismo final para dos palabras. La causa de la apariencia, por lo tanto, es la igualdad de las palabras con respecto a sus terminaciones, mientras que la causa de la inexistencia es la diversidad en las categorías a las que pertenecen las palabras o en la forma en que las palabras deben ser predicado. Porque como resultado del hecho de que una palabra que pertenece a una categoría termina como una perteneciente a otra, usamos una categoría en lugar de la otra. 

Por ejemplo, tengamos la siguiente frase: 

''Sortes operatur, ergo patitur''

Las personas piensan que el verbo operatur es pasivo, o en la categoría de ''pasión'' porque el fin es pasivo y sin embargo, este pertenece a la categoría de acción. 

Sin embargo, puede existir una objeción con lo siguiente:

Por ejemplo:

  • P1: Lo que compré ayer tú comiste hoy
  • P2: Pero ayer tu compraste algo crudo
  • C: Por lo tanto, comiste algo crudo

¿Dónde está la no-existencia en este paralogismo? para aclarar esto se debe recurrir a los conceptos de apelación y significación que habíamos visto en el capítulo V. Por lo tanto el paralogismo que se sucede en este ejemplo no es el de la transformación de la sustancia, sino que de la transformación de un qué (lo que comiste) a un cómo (comiste). 

Fundamento extra-verbal de la refutación

Accidente: cualquier cosa es atribuida a una cosa como sujeto y subsecuentemente atribuido a un accidente. Se deben distinguir tres cosas en este accidente:

  1. Sujeto
  2. Accidente
  3. Atributo

El término que se predica dos veces es el atributo, y este es el término mayor. En algunos paralogismos, sin embargo, su atribución es directa, es decir, efectuada a través del caso nominativo, en otros oblicua, es decir, efectuado a través de un caso oblicuo. La atribución directa ocurre de la siguiente manera: 
  • P1: Sócrates es estimado por ti, 
  • P2: pero Sócrates es el asesino de tu padre; 
  • C: Por lo tanto, el asesino de tu padre es estimado por ti


El término 'es estimado' es el atributo. La atribución oblicua ocurre de la siguiente manera: 

  • P1: Platón es algo distinto de Sócrates, 
  • P2: Sócrates es un hombre; 
  • C: Por lo tanto, Platón es algo más que un hombre
Que Platón es algo otro que se atribuye, pero su atribución a Sócrates y al hombre se efectúa de manera oblicua. De esta manera puede entenderse el atributo.

Para comprender los otros dos términos, es importante notar lo que dice Aristóteles, a saber, que este fundamento no ocurre en relación con cosas que son iguales en esencia, sino en relación solo con cosas que difieren [en esencia]. Y esto hay que entenderlo de la siguiente manera. Este motivo no se produce a menos que los términos medio y menor difieran; pero esta diferencia no puede ser absoluta, porque uno de ellos es siempre verdaderamente predicado del otro. 

En cambio, la diferencia es con respecto al tercer término, el atributo, que se puede ver fácilmente en el primer paralogismo en el párrafo anterior. Sócrates y el asesino, aunque absolutamente iguales, se diferencian en el atributo “es estimado”; porque 'asesino' añade un cierto accidente a Sócrates, y es bajo el concepto de ese accidente que Sócrates es considerado por el atributo en la conclusión, porque de otro modo la conclusión no sería falsa. Es claro, por tanto, que el atributo no se refiere al medio y al menor en el aspecto en que son iguales; así difieren con respecto al atributo. Esto es válido en todos los casos.


Solución a los accidentes

Para resolver esta falacia es necesario separar lo que es esencial de lo accidental, o no confundir la esencia con el accidente. 

Un ejemplo es cuando se dice que se conoce y no se conoce a una persona. ''Conozco a Corisco pero no sabía que era músico''; se puede decir inmediatamente que se conoce y no se conoce a Corisco. La solución a esto es separar las relaciones, es decir, conozco quién es Corisco, pero no lo conozco en cuanto a su profesión de músico (Accidente de cualidad).