martes, 21 de marzo de 2023

San Agustín de Hipona - La devastación de Roma

Desde que hicimos nuestra lectura sobre La Ciudad de Dios, podemos saber con seguridad lo que piensa san Agustín sobre la devastación de Roma. Sin embargo, el escrito que tenemos en esta entrada nos habla específicamente de esta situación y de cómo el obispo de Hipona tuvo que afrontar las criticas al cristianismo por parte de intelectuales y personas ordinarias. ¿Estaba Dios castigando a los cristianos? ¿constituía el cristianismo la destrucción de Roma? Veamoslo en la siguiente entrada de filosofía.  

La Devastación de Roma


Los que murmuran contra Dios por la devastación de Roma

Ejemplo de Daniel

Para contestar a aquellos murmurantes, Agustín dice que debemos comprender la historia bíblica de Daniel. En una parte de la historia Daniel confesaba sus propios pecados. San Agustín nos dice, ¿quién puede sentirse libre de pecado si Daniel confiesa sus propios pecados? Ciertamente nadie. A esto, el mismo Ezequiel decía: ''¿Acaso tu eres más sabio que Daniel?'' lo mismo va para Noé, Daniel y Job que tuvieron historias parecidas y de aquí se establecen tres clases de hombres. 

  • Noe: buenos pastores que rigen y gobiernan la Iglesia
  • Daniel: aquellos que practican la santa continencia
  • Job: casados que viven en la justicia y la santidad


Ezequiel nos dijo que Noé, Daniel y Job ya murieron y aguardan la resurrección y estar a la derecha de Dios. Ahora bien, Daniel es uno de los que confiesa sus pecados, por lo tanto, espera una tribulación. Sin embargo, Dios libera a estas tres clases de hombres de aquellas tribulaciones. 

De este modo, si Daniel fue capaz de confesar sus pecados, es decir, efectivamente fue pecador ¿cómo es que alguien puede decir que está libre de pecado si ni siquiera Daniel lo estaba? A consecuencia de esto, antes de murumurar se debe realizar un examen de conciencia sobre el pecado. 


¿Por qué Dios no ha perdonado a Roma por los justos?

Siguiendo con la misma idea ¿quién sería justo si el mismo Daniel confiesa sus propios pecados? 

Para aclarar más este asunto, Agustín recuerda la historia de Abraham en Sodoma que planteaba un dilema ético en cuanto a la destrucción de dicha ciudad por el pecado. 

Recordemos como era la intercesión de Abraham por esta ciudad:

  • Abraham: Tal vez haya cincuenta justos dentro de la ciudad; ¿en verdad la destruirás y no perdonarás el lugar por amor a los cincuenta justos que hay en ella? Lejos de ti hacer tal cosa: matar al justo con el impío, de modo que el justo y el impío sean tratados de la misma manera. ¡Lejos de ti! El Juez de toda la tierra, ¿no hará justicia?
  • Dios: Si hallo en Sodoma cincuenta justos dentro de la ciudad, perdonaré a todo el lugar por consideración a ellos. 
  • Abraham: He aquí, ahora me he atrevido a hablar al Señor, yo que soy polvo y ceniza. Tal vez falten cinco para los cincuenta justos, ¿destruirás por los cinco a toda la ciudad?
  • Dios: No la destruiré si hallo allí cuarenta y cinco.
  • Abraham: Tal vez se hallen allí cuarenta.
  • Dios: No lo haré, por consideración a los cuarenta.
  • Abraham: tal vez se hallen allí treinta.
  • Dios: No lo haré si hallo allí treinta.
  • Abraham: He aquí, ahora me he atrevido a hablar al Señor; tal vez se hallen allí veinte.
  • Dios: No la destruiré por consideración a los veinte.
  • Abraham: No se enoje ahora el Señor, y hablaré sólo esta vez; tal vez se hallen allí diez.
  • Dios: No la destruiré por consideración a los diez.

Esta historia se refería específicamente a Sodoma. Sin embargo, Sodoma fue destruida, pero Agustín nos dice que no es que no haya sido perdonada sino que ella misma se perdió. No obstante, en Roma no ha pasado tal. Todos entran y salen de Roma, se protegieron en los lugares santos y no fueron atacados, otros se quedaron en Roma pese a la destrucción y no les pasó nada.

A san Agustín le insisten: ''fueron muchos muertos''. Pero Agustín les replica que así ha sido para tantos hombres santos que además fueron torturados. ¿Cuánto sufrió Job?


Comparación de los males de Roma y los males de Job

San Agustín de Hipona ve que la comparación entre los males de Roma y los males de Job no son equiparables. Los males de Job que van desde la soledad hasta las úlceras que le cubrían de pies a cabeza no son lo mismo que le pasa a Roma. El sufrimiento de Job fue resistido hasta al final, sabía que tenía que pasar por la tribulación y la aceptó. El lacerante destino de Job es comprendido por Agustín como la disciplina que ejerce un padre con su hijo; promete la vida e impone disciplina. 


Los sufrimientos temporales comparados con los del infierno

Todos los sufrimientos que se piensen en esta vida no son comparados en absoluto con el infierno, puesto que aquí todo es temporal y allá todo es eterno. Los que sufrieron con la devastación ¿siguen sufriendo? En el caso de la historia de Job, era incluso su mujer quien le decía que maldijera a Dios para que pudiera al fin morirse y no sufrir más, pero Agustín nos dice que esto no pararía el sufrimiento porque después podía esperarlo el infierno. Job no maldijo a Dios y ni siquiera se atrevió a declararse inocente de lo que le pasaba. 


¿No había justos en Roma?

Como podemos ver, esta pregunta es la misma que se hace con respecto a Sodoma. Agustín dice que es muy seguro que hubiesen justos en Roma en términos humanos, es decir, justo bajo las normas del hombre, pero no justos con respecto a lo divino. 

''¿Es que tú eres más justo que Daniel?''

(Daniel 9:20)

No obstante, existen algunos hombres que dicen:

''El hombre justo también debe decir a Dios que es un pecador, aunque sepa que él no tiene pecado alguno; sin embargo, que diga a Dios: yo tengo pecados''

Agustín opina que este consejo es absurdo. El único que hace que un hombre no tenga pecados es Dios mismo. Si tu alma está sanada del todo, no sería cuerdo decir que sí se los tiene, como cuando el médico cura efectivamente una herida y el paciente se quejara de que no ha tenido cura. 

Los hombres que fueron salvados eran ciertamente justos entre los hombres. 


¿En qué sentido Dios perdonó a Roma por los justos?

Agustín dice que ojala se pueda ver las almas que Dios ha salvado en esta devastación, porque ahí se podría ver claramente cómo Dios perdonó a la ciudad. 

Ejemplo de Constantinopla

En Constantinopla había un emperador llamado Acadio. Dios, queriendo atemorizar a la ciudad, dijo a un soldado de la ciudad que destruiría todo lo que había en ella. El soldado lo comunicó a un obispo y el obispo se lo dijo al pueblo. Acto seguido toda la ciudad hizo penitencia como en Nínive. Una nube de fuego se acercó, pero como toda la ciudad ya había hecho la penitencia o tribulación, la nube comenzó a disminuir hasta desaparecer totalmente. Los ciudadanos se alegraron y nadie perdió nada. 


Constantinopla y Roma

Constantinopla estuvo apunto de sufrir una calamidad, pero la ciudad, tal como un hijo que ruega misericordia al padre que lo va a castigar, pudo salvarse. Pero de acuerdo a Agustín, lo mismo sucedió en Roma a la hora de la devastación porque todas las personas que estaban dentro lograron salir antes de que las alcanzara el fuego. Por lo tanto, en verdad Dios salvó la ciudad de Roma haciendo huir a los ciudadanos. 


Utilidad de la tribulación temporal

Roma sufrió la misma tribulación que los demás. El bueno fue corregido y purificado mientras el impío fue duramente condenado. San Agustín nos dice: Pon en la balanza Cristo y a Roma y que se observe quién sufrió más en este flagelo. Añade a esto que soportemos lo que Dios nos ha permitido que soportemos. Hay que soportar los males con paciencia. 

''La paciencia perfecciona su obrar''

(Santiago 1:1)


Cuando se sufre algo adverso, la paciencia es muy necesaria por lo tanto no hay que rehusar lo males temporales.


Conclusión

En consecuencia, se responden las murmuraciones con respecto a la devastación de Roma. Los males que se han suscitado no son nada comparado a lo que ha sucedido en otras épocas o con ciertos personajes bíblicos. Esta obra sigue la línea de la Ciudad de Dios en donde se establece que Roma nunca estuvo mejor que con el cristianismo, pero al mismo tiempo poco a poco se acerca la división que finalmente se hará en el Imperio a causa de los invasores, cosa que Agustín de Hipona no alcanzó a presenciar. 

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