jueves, 9 de agosto de 2018

Pedro Abelardo - Errores de Abelardo (1140).

Exponemos en esta entrada todo aquello relacionado con lo que se denominó como ''los errores de Pedro Abelardo'' ¿Quién podría mostrar a la Iglesia todos estos errores? el mismísimo hombre que no dio tregua hasta que se condenara a Abelardo: San Bernardo. Como sabemos, este fue el santo que dio sepultura a las obras de Abelardo haciéndolo incluso retractarse de ellas. Pareciera ser que la lógica de Abelardo es irrefutable, pero si Abelardo no fue capaz de ganarle en un debate, entonces es meritorio ver los siguientes apuntes.

Referencia:

(1) Puedes ver más información en este link
(2) Para saber más sobre los pelagianos haga click en este link.

Errores de Abelardo
Introducción

En esta carta, San Bernardo advierte de los peligros de la herejía al Papa Inocencio III, poniendo como ejemplo la obra de Pedro Abelardo


Capítulo I: El hereje de Francia

San Bernard dice que Abelardo es uno de los teólogos y lógico más sólido de la época, pero que tiene un inconveniente: desafía las Sagradas Escrituras. Explica cómo es que Abelardo muestra una actitud arrogante respondiendo a todo lo que se le pregunta sin ninguna incomodidad. Establece promesas donde dice que responderá a todas las inquietudes por medio de la razón. 

Doctrina de la Trinidad

Abelardo dice que el Padre es el poder absoluto, el Hijo tiene algún poder y el Espíritu Santo no tiene ningún poder, de acuerdo a lo que San Bernardo dice de Abelardo. Al mismo tiempo, el filósofo dice que aunque sean distintos son de todas maneras la Santísima Trinidad lo cual es una contradicción. 

La confesiòn de la Trinidad no puede acabar con la unidad que tiene esta con los tres conceptos. Abelardo la destruye diciendo que el Padre es omnipotente, pues de la misma manera le está quitando poder al Hijo y al Espíritu Santo. 

Sucesión de los apóstoles

Recordemos que otras de las cosas con las que Abelardo no estaba de acuerdo era con el poder que tendrían los sucesores de San Pedro, es decir, los sumos sacerdotes: el poder de atar y desatar. Por supuesto, San Bernardo no estaba de acuerdo con esto diciendo que todos los hombres pueden ser salvados del pecado. 

Si podemos entender bien, Abelardo está arrojando una doctrina donatista donde los hombres debían ser perfecto y sin ninguna mancha de pecado, lo que es considerado herejía para los católicos pues ningún hombre es perfecto. Si todos los hombres pueden ser perdonados y salvados, entonces no habría ningún problema que un sucesor de Pablo pueda ser digno de un cargo. 

El pecado de Adán

Abelardo nos decía que el pecado de Adán pertenecía justamente a él y no al resto de los hombres. Recordemos que el filósofo, en el libro Ética, o conócete a ti mismo, nos decía que el hombre carga con una pena pero no con una culpa refiriéndose al pecado original(1). Esto se debe a que Abelardo tenía la teoría de que todo hombre es culpable cuando hace una acción mala y además a esta le da consentimiento. 

Basado en esta teoría, San Bernardo acusa inmediatamente a Abelardo de pelagianismo, doctrina condenada por la Iglesia Católica (sobre todo por San Agustín de Hipona). En efecto, Pelagio decía que el hombre estaba libre de culpas y libre del pecado original(2)

¿Por qué está condenada la teoría pelagiana? porque implicaría que todo hombre estaría libre de pecado, lo cual es imposible porque todos están con la culpa de Adán. Si fuéramos libres, entonces ninguna doctrina cristiana se justificaría. 

Conclusión

Es así que San Bernardo hizo que se condenaran todas las obras de Abelardo, y que en el Concilio de Sens se terminara de decir que, todos los seguidores de la doctrina de Abelardo fueran condenados por igual. No me parece extraño que Abelardo fuera condenado por ser parecido a Pelagio, pues el pelagianismo fue la doctrina que más dio pelea a la doctrina de la Iglesia Católica. Realmente es un gran mérito del filósofo el presentarnos estos razonamientos lógicos, que, de hecho, no serán escritos en vano. Las nuevas generaciones de pensadores se encargarán de llevar el legado de nuestro filósofo. 

martes, 7 de agosto de 2018

Pedro Abelardo - Sic et non (Así y No) (1141).

Este fue uno de los tantos textos de Pedro Abelardo que fue condenado por la Iglesia Católica. Nada más grave pudo hacer Abelardo que mostrar las contradicciones de los Padres de la Iglesia, aunque tan igual como lo hubiese hecho San Agustín de Hipona siglos antes. Puede ser que el filósofo de Hipona tuviese mucha más autoridad que la autoridad que tenía en ese tiempo Abelardo. Analicemos el porqué de esta condenación que Abelardo recibió por este escrito. 

Sic et non
(Así y no)

Lectura de Sic et Non

La lectura de sic et non presenta las diferentes citas de los padres de la Iglesia, mostrando las contradicciones que se encontraban en sus escritos. La intención de Abelardo no era denunciar estas contradicciones, sino que más bien explicarlas debido al confuso lenguaje que se presentaba.

Si se mira la lectura de sic et non el lector se podrá dar cuenta que ninguna de las contradicciones ha sido resuelta por el mismo Abelardo. Esto se debe a que él mismo las ha dejado ahí para el estudio lógico de sus estudiantes.

Errores o malinterpretaciones

Puede ser que muchos de los textos de los padres de la iglesia hayan sido corrompidos por el tiempo. Sus traducciones del griego al latín también podrían ser objeto de una mala traducción de parte del autor y así muchas cosas. 

Otro de los obstáculos de interpretación se presenta en que las obras de aquellos hombres fueron destruidas o incompletas. De hecho, muchos otros se arrepintieron de sus escritos y alcanzaron a realizar sus correcciones tal y como lo hizo San Agustín de Hipona en sus ''Retractaciones''. 

También podría ser que el autor dejara muchas cosas escondidas para que otros hombres más doctos resolvieran, así como también lo había hecho el mismo San Agustín de Hipona. 

El lenguaje en sí mismo

Uno de los principales problemas que Abelardo nos cuenta sobre las contradicciones de los Padres de la Iglesia es el lenguaje. Una palabra puede tener muchos significados, y a veces no sabemos exactamente lo que quiere decir el autor. 

Posible ignorancia

Finalmente, Abelardo nos dice que es posible que los Padres de la Iglesia simplemente ignoraran muchas cosas debido a la falta de información o datos de la época. Recordemos que esto siempre se ha dado en la historia de la filosofía. Podría haber sido ignorancia, pero nunca engaño.

Conclusión

Puede ser que esta obra haya sido mal entendida, es decir, que a Abelardo lo hayan condenado por exponer las contradicciones con la intención de demostrar lo absurdo de las citas de los Padres de la Iglesia. De todos modos, es paradójico que el mismo Abelardo haya hecho un llamado a interpretar la obra de manera correcta, y que su misma obra haya sido malinterpretada. 

lunes, 6 de agosto de 2018

Pedro Abelardo - Confesión de fe (1142)

Si pudiéramos hablar de algún filósofo arrepentido de los escritos que ha desarrollado, entonces deberíamos decir que ese mismo es Pedro Abelardo. En esta confesión de fe vemos como el filósofo cambia su actitud de pasar a un lógico perfeccionista, a un hombre más moderado en sus afirmaciones. Todo esto producto del debate que tuvo con San Bernardo donde además todas sus obras fueron condenadas. Veamos qué es lo que tiene que decir Abelardo

Confesión de fe
Arrepentimiento

Abelardo confiesa un profundo arrepentimiento por los errores que pudo haber cometido en sus escritos, aunque de igual manera no consiente las graves acusaciones que se le ponen encima. Muchas obras siempre tienen muchos jueces, así como con mucho hablar se puede caer en el pecado. 

El filósofo, rescatando piezas de la obra de San Jerónimo y San Agustín, nos dice que sigue mostrando su fe cristiana ya que no tiene nada de qué avergonzarse. Expone su teoría de la Santísima Trinidad (la cual fue condenada) aceptando que son uno y trino.

Lista de confesiones

A partir de aquí Abelardo hace una larga lista de confesiones. 



  1. Confiesa que Dios impide el mal: se adelanta a las intenciones malvadas y cambia la voluntad del malhechor.
  2. Confiesa que los que crucificaron a Cristo cometieron un pecado gravísimo. 
  3. Confiesa que a todos los sucesores de los apóstoles les fue dada la facultad de atar y desatar.
  4. Confiesa que todos son iguales según sus méritos.
  5. Confiesa que tanto el Padre es igualmente sabio y el hijo igualmente benigno que el Espíritu Santo.
  6. Confiesa que las cosas hechas por ignorancia también llevan culpa

Con todas estas confesiones, Abelardo se retracta de su filosofía que habíamos visto y pide al mismo tiempo que no se le condene. Muchas cosas de las que fue acusado (según él no tienen que ver con sus escritos) alcanzaron diversos grados de enojo dentro del catolicismo. Sin embargo, muchas acusaciones, dice Abelardo, son injustas y arbitrarias. Así, Abelardo cita la biblia:

''No juzguéis y no seréis juzgados, no condeneis y no seréis condenados''
(Mateo 7:1)

De esta forma, Abelardo renuncia a toda su doctrina dando paso a lo que se conocería como ''Los errores de Abelardo'' que expondremos en la siguiente entrada de este blog. 

Conclusión

En primera instancia vimos lo grave que era la actitud de Abelardo frente a la Iglesia y los ''sucesores'' de Pedro. Ahora vemos que Abelardo, cediendo a la presión de los eclesiásticos, pone un pie atrás en cuanto a sus dichos y se retracta. No sacó barato sus arrebatados escritos pues Abelardo fue castrado y censurado; no obstante, no puede quedar fuera de nuestra memoria no haber escuchado de él y su intento de incorporar la lógica al pensamiento cristiano. 

domingo, 5 de agosto de 2018

Pedro Abelardo - Cartas a Eloísa (1142)

Pocas veces hemos estado en presencia literaria de un filósofos enamorado como lo fue Pedro Abelardo. Su romance con Eloísa lo llevó a caracterizarse por esta atracción mutua de dos mentes brillantes para su época. En esta carta veremos el desquite de Abelardo con el mundo cristiano que lo ha rechazado y puesto a un lado, todo gracias a guiarse por la lógica filosófica y aplicarla a las enseñanzas cristianas. Una vida injusta y sin oportunidades tuvo que pasar Abelardo tan solo por la demostración de sus ideas.

Referencias:

(1) Texto de teología que está completamente en latín.

Carta a Eloísa

Antes que todo, les digo amigos míos que no copiare la carta para su lectura, por lo que este análisis será justamente lo que es: un análisis. 

Carta de exhortación
De Abelardo a Eloísa

Abelardo comenta lo entusiasmado que está con la relación y cómo le cuenta a sus amigos el hecho. El mismo Abelardo confiesa que es un amor sin esperanzas pero que la ama más que nunca. 

Por supuesto, recordemos que Abelardo se retira a la vida monacal para seguir pensando y escribiendo sus obras. Al mismo tiempo le cuenta a Eloísa:

''Qué débiles somos cuando no nos apoyamos en Cristo''

Pues de una relación imposible con alguien que quiere seguir las Sagradas Escrituras, ciertamente es muy difícil ser fuerte al mismo tiempo de estar enamorado. Abelardo dice que no le volverá a escribir.

Carta de nostalgia
De Eloísa a Abelardo

En esta carta, Eloísa se encuentra en un albergue extrañando a Abelardo. Su padre la ha alejado de él por las enseñanzas heréticas que se ha proferido a Abelardo. Eloísa extraña profundamente a Abelardo escribiéndole en una prosa magnífica. Declara su amor profundo preguntándose por los infortunios de la vida. 

Cartas en el retiro espiritual

Abelardo no puede creer que aunque tuviera muchos años de vida monacal, su amor por Eloísa siguiera vivo. De ahí que Abelardo sostuviera que:

''¡Cómo me engañaba! De esta calma, de esta serenidad, pura y tranquila, que solo cabe en corazones castos''

Haciendo referencia a su hastío de la vida monacal después de haber conocido al amor de su vida. Abelardo se despide finalmente diciendo que no piense más en él, sino en Dios. 

Carta de rencor
De Eloísa a Abelardo

Eloísa le reprocha a Abelardo haberla encerrado en un convento para que no saliera. ¿Cómo es posible que quien más la amara en el mundo la encerrara infelizmente? Sin embargo, Eloísa no niega el completo amor que le tiene diciendo:

''¿Qué es el cielo si estas tú en la tierra?''

Eloísa solo quiere estar con Abelardo, pero él ni siquiera puede acercarse o verla por las condiciones del padre. 


Carta de condenación

Persecusión contra Abelardo

Abelardo comienza expresando su inquietud y enfado hacia quienes lo tratan de brillante lógico, pero a la vez le dicen que falta a su fe cristiana. Dicen que ni siquiera conoce a Pablo debido a los escritos que ha dejado sobre él(1). En la misma línea, Abelardo dice que no quiere ser filósofo si ello significa ir en contra de Pablo, ni tampoco un Aristóteles si eso lo aparta de Cristo. 

Confiesa Abelardo que cree en Dios Padre, en el Hijo y el Espíritu Santo y que rechaza todas aquellas herejías como las de arrio, las de los priscilianistas o donatistas. 

Cimiento de las ideas

Pareciera ser que luego de la persecusión y condenación de sus obras, Abelardo se arrepiente y nos deja esta carta a Eloísa. Sin embargo, podemos ver que Abelardo no se retracta en la carta sobre su teoría ética de acción y consentimiento, refiriéndose solamente a la Santísima Trinidad. 

Seguramente, el peso de su doctrina no pudo deshacerse fácilmente ni siquiera en el debate público con San Bernardo. Es ahí cuando en la misma carta Abelardo dice:

''La tormenta puede surgir pero yo estoy firme, y aunque los vientos soplen no me moverán. Pues la roca de mi fundamento se mantiene''

Por supuesto, cuando dice ''roca de mi fundamento'' hace alusión al cimiento con que Pedro (Simón) tenía que construir su iglesia. 

Vemos que Pedro Abelardo deja en esta carta todo su conocimiento de las primeras lecturas quizás para pedir comprensión, por parte de su amada. 


Conclusión

Tenemos uno de los más emotivos romances de la Edad Media. La poesía de estas cartas es incomparable en mi opinión a cualquier otro, sobre todo conociendo el contexto en que se desarrollan. Si quieren ver el poema completo, les invito a ingresar a mi pagina de Facebook y Google + donde estaré subiendo los poemas, que junto con este análisis o síntesis serán complementarios el uno con el otro. 

Pedro Abelardo - Ética, o conócete a ti mismo (Capítulos XXI - XXVI) (1141)

Esta es la última parte del libro de la ética de Pedro Abelardo por el cual hemos visto bastantes cosas interesantes. La lógica que rodea su filosofía puede ser definida como una lógica extrema pero al mismo tiempo cristiana, no es de extrañar que no fueran bien recibidas por la iglesia. Esta última parte nos ocupada un poco más sobre el pecado y las acciones que envuelven a este cuando el hombre decide desviarse del camino de Dios. Veamos lo que nos trae nuevamente el filósofo. 

Referencias:

(1) Esta es una crítica de Abelardo a los sacerdotes de aquellos tiempos. 


Ética o conócete a ti mismo


Capítulo XXII: Pecado imperdonable

El pecado más imperdonable está explícito en la biblia:

''Todo pecado y blasfemia se perdonará a los hombres, pero no se perdonará una blasfemia al Espíritu Santo''
(Mateo 12:31)

Este es el único pecado que es imperdonable, más los pecados contra el hombre, todos ellos pueden ser remisibles. 

Capítulo XXIII: El dolor de los arrepentidos

Abelardo dice que todos aquellos que se arrepienten de sus pecados pasaran con ellos el dolor correspondiente, una vez que estén en la otra vida. En otras palabras, como ya pecaron, el dolor estará incluso en esa vida futura pues nadie está libre de pecado. 

Capítulo XXIV: La confesión 


¿Para qué nos confesamos si Dios ya sabe lo que hicimos? Abelardo nos responde que es lisa y llanamente porque junto con esta recibiríamos más indulgencia. El sacerdote tiene la labor de escuchar a quienes quieren confesarse, y en este sentido el sacerdote cumple la función de médico, pues, aunque la confesión pueda causar mucha vergüenza e incomodidad, el paciente siempre debe mostrar sus heridas si  quiere ser curado. 

Capítulo XXV: Prescindir de la confesión

Hay ciertos casos en que la confesión puede ser omitida. Un ejemplo de ello es cuando Pedro comete el acto de negar a Cristo y nunca se confiesa. Por supuesto, ya el acto que había cometido era suficiente castigo pues ya había comprendido lo que había hecho. 

Muchos otros dicen que Pedro no habría podido confesarse ya que no tenía hombres superiores después de la muerte de Jesús. Esto puede servir incluso en los tiempos de Abelardo, donde los sacerdotes no eran muy discretos con la confesión o no demostraban ser lo suficientemente atentos con los que llegaban(1).

Capítulo XXVI: Atar y desatar

¿A qué se refiere la biblia con atar y desatar? La frase de la biblia es la siguiente:

''Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atéis en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos''
(Mateo 16:19)

Esto significa que Pedro sería el encargado de estar en el reino de los cielos y abrir la puerta a quienes merezcan entrar. 

Aquí Abelardo advierte que el mensaje era solo dirigido a Pedro y a ninguna persona más, es decir, los sacerdotes u obispos que vinieran después de Pedro no tienen esta atribución. Los únicos que podrían tenerlo son aquellos que imiten a Pedro en sus méritos más que en su cátedra. 

Conclusión

Terminamos la obra filosófica de Pedro Abelardo, aunque aún nos faltan algunas obras personales que Abelardo sostuvo con su amada Eloísa y algunos otros intelectuales. Vemos que esta última parte se trató de cómo el hombre puede resarcirse de los pecados por medio de la confesión y el arrepentimiento, el cual para mi suena muy lógico. Me llama la atención la crítica que tiene Abelardo, de quien me parece es uno de los primeros filósofos en hacerla dentro de la iglesia. En fin, otro filósofo que nos quedará para la posteridad.  

sábado, 4 de agosto de 2018

Pedro Abelardo - Ética, o conócete a ti mismo (Capítulos XI - XXI) (1141).

Tenemos la segunda parte de la ética de Pedro Abelardo, que incluso ya a estas alturas quedó condenada por las autoridades eclesiásticas de la época. Es una pena que se haya condenado a tal hombre solamente por seguir llevar la lógica al punto cristiano, ya que esto ha sido una enorme contribución al pensamiento, incluso al pensamiento cristiano de aquellos tiempos. Esta vez nos encontramos con las acciones y su relación con la bondad y la maldad. 

Referencias

(1) Esta idea fue condenada en el Concilio de Sens, pues atenta y casi justifica la tortura de Jesús.
(2) Tenemos otra de las controversiales declaraciones de Abelardo donde quien ignora no puede tener culpa; sólo pueden tenerla aquellos que tienen su razón intacta.  
(3) Debemos decir que un pensamiento parecido se encuentra en San Agustín de Hipona en su escrito ''Exposición incoada a los romanos''. Agustin dice que aquellos paganos que profieren ofensas a la Santísima Trinidad no deberian ser condenados, antes el buen cristiano debe invitarlos a convencerlos y a creer en la Santísima Trinidad.


Ética o conócete a ti mismo


Capítulo XI: La bondad en los actos

La acción tiene un elemento subyacente que sería la intención, es decir, esta se califica como buena o mala dependiendo de la intención que se haya tenido. 

Capítulo XII: ¿Por qué se llama buena a una intención?

Ahora, la intención siempre será buena no por el solo mero hecho de hacerla sino que también está involucrada la intención de aquello. Por otro lado, quien no conoce a Dios y quien no conoce o no sabe que su acto es malo, entonces no puede tener condena alguna. Donde no hay pecado no hay culpa.

Capítulo XIII: No hay pecado más que en consciencia

Esta es una pregunta relevante en Abelardo ¿son culpables aquellos romanos que torturaron a Jesús ya que creían que aquello era correcto, es decir, lo que realmente agradaría a Dios? Si tenemos en cuenta que la intención de ellos era agradar a Dios entonces no se les puede culpar de pecado. Tampoco podría condenarse a aquellos hombres si hubieren hecho esto por ignorancia(1)

Esto podemos ejemplificarlo como dijo el apóstol.

''Si la conciencia no nos condena, tendremos plena confianza en Dios''
(Juan 3:21)

Por lo demás, es el mismo Jesús quien perdona a quienes lo crucifican:

''Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen''
(Lucas 23:34)

Hay miles de ejemplos de piedad en la biblia indicando estos acontecimientos y otros. 

Capítulo XIV: Las acepciones del pecado

El pecado solo puede entenderse como el desprecio hacia Dios o el consentimiento del mal, en el cual están exentos todos los niños  y enfermos mentales(2). Así también quedarían limpios aquellos que cometen el mal por ignorancia, pues todo ellos merecieron el perdón por Jesús, quien, enseñándonos, nos muestra lo importante de la paciencia y la demostración. 

Los no creyentes serán salvados por la ignorancia que tuvieren, ya que aquellos que no entiendan no se les puede acusar de pecar. 

Abelardo resume los siguientes puntos:

  • Pecar por ignorancia es no ser culpable de algo, sino hacer lo que no se debe. 
  • Pecar con el pensamiento es querer con la voluntad lo que ninguna manera se debe querer.
  • Pecar de palabra y de obra es decir o hacer lo que no es conveniente, aunque suceda por ignorancia y contra nuestra voluntad.

De alguna manera estas son formas del pecado, pero aun más se peca cuando se va en contra de la consciencia cosa que no ocurrió con los soldados romanos y Jesús. 

Esta es la frase por la cual Abelardo seria posteriormente condenado:

''Cuanto se hace por ignorancia no debe atribuirse culpa''

Liberando a todos aquellos ignorantes sin importar el daño que hayan causado(3)

Capítulo XV: ¿Todo pecado es perdonado?

Es muy difícil pasar esta vida sin cometer pecado, aunque sea por ignorancia o como prevaricación. De todas maneras, Abelardo dice que pecar se toma de dos formas: pecado venial, aquel pecado leve que se hace por olvido; pecado mortal, que se hace con intención y da muerte a otro ser. 

Capítulo XVI: Abstención de las culpas

Por supuesto que el pecado grave o de muerte es el pecado más vergonzoso y peligroso que existe. Mucho se dice que es fácil evitar este pecado, pero no por ser fácil se debe desestimar. Recordemos que muchos filósofos han dicho que las virtudes y los vicios son todos iguales (es decir las virtudes a la virtud y los vicios al vicio), pero Abelardo no está de acuerdo. 

Así, los veniales son muchos más fáciles de tener abstención. Quien se abstenga de ambos: pecado venial y pecado mortal, conseguirá la perfección en la vida. 

Capítulo XVII, XVIII y XX: Perdón de los pecados

Abelardo nos dice que son tres cosas por las que alcanzamos el perdón por Dios:

  • Penitencia: dolor por aquello que se ha delinquido.
  • Confesión: la expresión de aquello en que se ha delinquido
  • Satisfacción: cuando se recibe el perdón después del sufrimiento. 

Solo puede haber perdón genuino cuando Dios manifiesta en un hombre el gemido del arrepentimiento, y es ahí cuando el hombre se hace merecedor del perdón.

Conclusión

Estos capítulos vistos anteriormente representan justamente la condena que sufrió Abelardo por parte de la Iglesia. No es de extrañar esta posición de la iglesia contra aquellos que usan el raciocinio en las Sagradas Escrituras. Sin embargo, pensemos que San Agustín de Hipona también lo hizo, quizás, si Pedro Abelardo hubiera escrito o expresado sus ideas de manera tal que no ofendiera a nadie, se hubiera salvado de estas condenaciones. En fin, gran trabajo el del filósofo.

viernes, 3 de agosto de 2018

Pedro Abelardo - Ética, conócete a ti mismo (Capítulos I -X) (1141).

¿Se les hace conocida esa frase ''conócete a tí mismo''? en efecto, es la frase que Sócrates utiliza en el libro ''Apología de Sócrates'' de Platón. ¿Qué nos quiere decir Pedro Abelardo con el título de este libro? Sabemos que Sócrates fue uno de los referentes morales de la filosofía antigua y no sería extraño que cualquier filósofo posterior utilizara dicha referencia. Sin embargo, es posible que Pedro Abelardo nos muestre algo totalmente distinto a lo que pensamos. Veamos de qué se trata.

Referencia:

(1) Aunque la ira es considerada pecado capital.
(2) Alusión a la Santísima Trinidad.

Ética, conócete a ti mismo


Capítulo I: Vicios y costumbres

Vicios y virtudes

Se tienen los vicios y virtudes como aquellas actitudes que afectan de una u otra manera el alma. Sin embargo, hay vicios y virtudes que ciertamente no afectan las costumbres; la estupidez, la inteligencia, la rapidez, etc.

Los vicios que nos hacen realmente mal son aquellos que nos disponen a cometer el mal. El conocimiento no hace que el individuo sea objeto de juicio o de elogio, pues lo que realmente lo pone en tela de juicio es el vicio que lo dispone a actuar mal. 


Capítulo II: Cómo se entiende el mal en el hombre

Los vicios del alma no se relacionan con el pecado, es decir, si el vicio del alma lleva al hombre a cometer algún mal, entonces es ahí cuando se vuelve mal. En otras palabras, el bien y el mal están subordinados por la voluntad

Por ejemplo, ser iracundo no sería un pecado en el sentido que no por ser iracundo voy a hacer el mal. Lo que sí, la ira sería un vicio del alma más que un pecado(1). El vicio puede estar presente en el hombre aunque no se de la acción y estos están ahí para que el hombre luche contra ellos en el mérito.

Capítulo III: ¿Qué es un vicio del alma y qué es un pecado?

Vicio

Es todo aquello que nos hace propensos a pecar, lo que nos inclina o nos motiva para cometer un pecado. 

En este sentido a Dios no se le puede hacer daño (ya que es inmortal) y mucho menos por algo que se infiere, como sería el vicio. El único daño que podría hacerse a Dios sería despreciandolo; por lo tanto, nuestro pecado nace cuando se hace desprecio del creador.

Pecado

Verdaderamente, el pecado carece de sustancia pues todo lo que se relaciona con él tiene que ver con el ''no hacer'' o ''dejar de hacer'', frases que connotan vacío. No obstante, no por esto el pecado es un ''no-ser'' porque al pecado lo apoya una voluntad. Pero naturalmente, la virtud se relaciona con el ser y el pecado con el no-ser.

Por otro lado, es posible que el hombre pueda pecar sin tener la intención de hacerlo. En ese caso, de manera interna, el hombre no tendría culpabilidad sobre aquello que realizó pero no estimó. Así, una cosa es la acción y otra cosa es el consentimiento de esa acción.

Abelardo expone el ejemplo de un amo y su criado, donde el amo lo persigue con una espada para matarlo. En el acto, el criado saca otra espada y mata a su amo ¿podemos hablar de una mala voluntad si el criado estaba defendiendo su vida?

Ahora, el criado ha cometido un delito y por eso debe pagar. Será aún mejor que el criado escape de la muerte que le quería dar su amo. Como dicen las Sagradas Escrituras:


''El que mata a espada a espada morirá''
(Mateo 26:52)

Como hemos dicho reiteradamente, solo la acción consentida por medio de la voluntad sería el pecado.

Delectación carnal

Se dice que la delectación carnal es un pecado, pues el hombre es pecador desde un principio como sostiene el cristianismo. La mancha del pecado de Adán nos hace cargar con una pena, pero no con una culpa. 

No habría culpa en desear a la mujer con la que uno es casado, ya que es un consentimiento entre los dos el fornicar si lo quisiesen. El mismo apóstol dice:

''Volved a estar juntos... lo que digo es una concesión no un mandato''

El apóstol quiere decir que la pareja vuelva a estar junta y cuando dice ''concesión'' quiere decir a que pueden volver a una vida más relajada, es decir, tienen permiso para fornicar si lo desean.

Sin embargo, podría pensarse lo contrario cuando en la biblia dice:

''Todo el que mira a una mujer ya cometió adulterio con ella en su corazón'' 
(Deuteronomio 5:17)

Lo que quiere decir realmente es que si el hombre pasa del deseo al acto del adulterio, entonces si es condenado al pecado. Lo que se condena es el consentimiento, no el pensamiento de querer a dicha mujer, que de hecho, es algo que está en el hombre ya que este lleva la mancha del pecado. En otras palabras, la ''culpa'' (o carga) del pecado hace que el hombre piense en fornicar con una mujer, pero su consentimiento es otra cosa. 

De acuerdo con Abelardo, la culpa del pecado no se puede prohibir porque es connatural al ser humano. Todos los mandamientos como ''no robarás'', ''no matarás'' no son más que las prohibiciones del consentimiento de robar y de matar.

Alejándose un poco del lado religioso, Abelardo nos dice que la simple orden de ''no hagas esto'', ''no hagas aquello'' en realidad es el lo mismo que decir ''no consientas en hacer esto'', ''no consientas en hacer aquello''. Dios no juzga lo que se hace sino más bien la intención con la que se hace. 

Sin embargo, podría decirse, ¿cuando se hace el mal es que Dios quiere que se haga el mal? La respuesta es no, pues Dios siempre quiere que las cosas tiendan al bien, prohibiendo lo que se hace o permitiendo lo que no se hace pero siempre para un bien justo. 

Para resumir los puntos hechos aquí por Abelardo haremos los siguientes punteos:


  • Pecar es el consentimiento de una mala acción.
  • Llevar a cabo el pecado es determinar una acción concreta.
  • El pecado se formaliza de tres maneras: sugestión, tentación, delectación y consentimiento.

Una cosa es pensar en pecar y otra es realizar el pecado que es lo más perverso. 

Capítulo IV: Los demonios

La sugestión del pecado no solo proviene de los hombres sino que también de los demonios. Estos, con el permiso de Dios, tientan a los hombres y los llevan por el camino del pecado. De alguna manera, los demonios serían para Abelardo como el demiurgo de Platón en su obra el Timeo, es decir, los demonios serían comunicadores, o enviados por alguien para hacer el mal. 

Capítulo V: Las obras del pecado

Es fácil pensar que lo que dice Abelardo es extraño. Si una persona piensa en pecar no es condenable. Está bien, pero eso no disminuye la culpabilidad en su interior. Sin embargo, ¿qué culpa debiera tener si la acción no ha sido realizada? 

Para aclarar esto pongamos el siguiente ejemplo. 

Una mujer pobre con harapos da pecho a su bebé pero lo aplasta tanto que lo asfixia dándole la muerte. 

¿Deberíamos culparla? si fue accidente no deberíamos, pero si fuera a propósito sí. Dios no tiene para qué investigar el interior de los seres humanos, pues el ya lo sabe. Es aún más meritorio, que los hombres, pensando en el pecado, se abstengan de ello y no realicen la acción. 

En esta parte Abelardo cita al mismo San Agustín de Hipona diciendo:

''Ama y haz lo que quieras''

Queriendo decir que mientras no exista ninguna mala intención, de nada tiene que preocuparse el hombre justo.

Capítulo VI: Pecados espirituales y carnales

Existen pecados espirituales y carnales, pero estos últimos pertenecen más bien a la sensación de la carne al pecar. Naturalmente, los pecados más graves existen en el espíritu, pues es el espíritu el que tiene conocimiento del pecado. 

Capítulo VII: Sentido de la frase ''el que escruta los riñones y el corazón''

Esta frase quiere significar que es Dios quien conoce todo lo que nos sucede adentro, todo lo que pensamos. Los hombres siempre piensan que las frases de Dios se refieren a las acciones del pecado, pero no es así. La acción en sí no es lo que importa, sino más bien el consentimiento de esta. 

Dios no mide el resultado de la obra, no mide las acciones. De eso solo se encarga el ser humano porque Dios se preocupa de la intención que tuvo aquel hombre.

Capítulo VIII y IX: Las obras externas y Dios

Como ya ha quedado establecido que las obras son tomadas por su intención y no por sí mismas, también conviene saber si la multitud de obras buenas nos hará mejores. La respuesta es no, porque la suma de las obras no otorga ningún mérito. Solo la compañía de Dios en aquellas obras es lo verdaderamente importante. 

A Dios no se le puede sumar nada, más al hombre sí ya que el es finito. Nada puede ser mejor a Dios, mientras que el hombre necesita ser más bondadoso cada vez(2)


Capítulo X: Los tipos de bienes

Abelardo nos dice que la multitud de bienes no es mejor que un solo bien. No podemos contar el bien así como tampoco podemos contar la simplicidad, pues todo lo que es simple es incontable y los bienes son simples.

Conclusión

Es justamente en estos 10 primeros capítulos donde podemos ver la voluntad kantiana que tanto énfasis hacíamos en la biografía de Abelardo. Es increíble como la influencia de San Agustín sigue recayendo en el mundo cristiano posterior, a 700 años de su muerte. Lo que no nos puede quedar más claro, es que como dice el viejo dicho ''la intención es lo que vale'' mucho más que la acción realizada.