domingo, 21 de mayo de 2017

San Agustín de Hipona - La Trinidad (Libro XIV: La sabiduría del hombre) (399).

Mucho hemos hablado de la omnipotencia de Dios y del conjunto de la Santísima Trinidad en los textos precedentes de San Agustín de Hipona. También hemos hablado de lo débil que es el hombre frente a los vicios de la carne y lo feliz que puede ser el mismo al regocijarse en ellos. Falta hablar sobre aquellos hombre tenidos por sabios que no sólo pueden identificar las cosas sensibles que le rodean, sino que también aquellas que van más allá del mundo concreto y tangible. Faltaba hablar ya sobre los hombres más virtuosos de este mundo.

Referencias:

(1) Idea que contrasta con la teoría platónica.

LA TRINIDAD

LIBRO XIV: LA SABIDURÍA DEL HOMBRE

Sabiduría de los filósofos

Ya el libro de Job decía:

''¡Mirad! la piedad es sabiduría, y abstenerse del mal, ciencia''
(Job 28:28) 

Ya sabíamos de antemano que el concepto de Sabiduría corresponde a Dios, mientras que la ciencia pertenece al hombre. ¿En qué lado quedará la filosofía? San Agustín recuerda la historia de Pitágoras, quien no se atrevió nunca a autodenominarse sabio pero sí como un amigo de la sabiduría. De ahí que se utilice la palabra ''filósofo'' que es ''amante de la sabiduría''. 

¿Por qué nunca se consideraron sabios? San Agustín dice que los filósofos intuitivamente sabían que la sabiduría era algo superior, y por supuesto, porque esta pertenece a Dios. 

Quizás los filósofos antiguos sólo pudieron ver la Trinidad de la ciencia y no pudieron alcanzar a conocer la Trinidad interior. Esto sólo se puede alcanzar con el autoconocimiento, es decir, no podemos encontrar nuestra Trinidad interior (obviamente) en el exterior pues es una tarea personal. De aquí que San Agustín siga considerando a la mente como un medio perfecto para el autoconocimiento. 

Dios y la mente del hombre

La mente del hombre guarda todos los recuerdos y conocimientos en la memoria. Pero incluso hay algo que el hombre tiene vedado en esta memoria y esto es justamente la Trinidad. Recordemos que la Trinidad interior consistía en la memoria, inteligencia y voluntad. Por ejemplo, un hombre usa su inteligencia para razonar, almacena el conocimiento en la memoria y lo pone al servicio con la voluntad

El símil del lector

Este tipo de Trinidad interior lo podremos entender a través del símil del lector que San Agustín nos ilustra a continuación. En primer instancia debemos saber que un hombre puede saber algo sin necesariamente pensar en ello. 

La mente, de acuerdo con San Agustín, tiene unos pliegues que salen a la superficie cada vez que el hombre recuerda algo. Por supuesto, estos recuerdos serán categorizados desde el más hasta el menos importante, y es así como Agustín rememora los planteamientos platónicos del conocimiento. La mente tiene sus conocimientos sobre sí misma, pero lo único que necesita para recordarlos es un estímulo que lo haga. 

Lo mismo pasa con la imagen de Dios, todos la tenemos impresa en nuestra mente y bastará recordarla a través de los sagrados sacramentos. La memoria no extrae lo que tiene del mundo exterior, bueno, hay cosas que sí, pero antes de conocer el mundo exterior ya tenía memoria de las cosas. 


Recuerdos de la Santísima Trinidad


¿Tendrá recuerdos el alma de la justicia y del bien que existen en ellas después de la muerte? San Agustín dice que en esta vida mortal lo único a lo que nos podemos aferrar para ser felices son tres de las virtudes cardinales: Prudencia, fortaleza y templanza. ¿Por qué no la justicia? simplemente porque la justicia es inmortal, nunca termina aunque estemos muertos. 

De todo podemos tener memoria porque de Dios fuimos creados, aunque tampoco nos separamos de él una vez creados pues así dijo el apóstol:

''En Él vivimos, nos movemos y somos''
(Hechos 17:27-28)

Por lo tanto, siempre estamos con él lo que significa que nuestra mente también lo está porque ésta está siempre presente. 


Recuerdo y olvido de Dios

Tal como se dijo en unos libros anteriores: ''nadie ama lo que desconoce'' y si esto es así, bien se podría decir que nadie ama lo que no recuerda. ¿Cómo recordar a Dios? sólo puede el hombre acercarse al recuerdo de Dios por medio del espíritu y abandonando las cosas materiales. Es así que se dice en la biblia:

''El que se allega al Señor se hace un espíritu con él''
(1 Colosenses 1:17) 

El alma no recuerda nada visible o corporal como pudiéramos imaginarnos nosotros en nuestros cuerpos.Esta sólo puede tener en su interior los conceptos del bien de justicia y todo lo relacionado con la Trinidad, pero no tiene imágenes vivas de los hechos del cielo o del pasado(1)

Conclusión

Muy parecida a la doctrina platónica, San Agustín difiere de sus predecesores filósofos griegos para proponer su propia postura frente a todas las herejías que hablan sobre el alma. Debemos entender este libro como el triunfo de la Sabiduría por sobre la ciencia, ya que la primera pertenece a Dios y la segunda a los hombres. ¿Qué será mejor? ¿la sabiduría que es eterna? ¿o la ciencia que tiene su límite en el conocimiento humano? Parece ser fácil elegir, aunque muchos hombres han optado muchas veces por tener ciencia antes de Sabiduría; entendiendo esta sabiduría como la divina. 

viernes, 19 de mayo de 2017

San Agustín de Hipona - La Trinidad (Libro XIII: Ciencia, sabiduría y fe) (399).

Nunca estará demás saber la diferencia entre estos tres conceptos que San Agustín de Hipona nos presenta en esta ocasión. Está demás decir que San Agustín es uno de los primeros filósofos que junta el concepto de fe con razón, a diferencia de muchos de sus predecesores que eran llamados fideístas, es decir, una doctrina basada en que a Dios sólamente se le puede alcanzar por medio de la fe. Por supuesto, esto es un gran cambio en la historia de la Patrística que será plenamente fundamentada por San Agustín.

Referencias:

(1) Muy parecido al argumento judío contra la atribución de mesías a Jesús cuando se dice: ''Cuando llegue el mesías todos me adorarán como un sólo Dios'', lo cual nunca sucedió pues tenemos una variedad amplia de religiones. 

(2) Similar al pensamiento que Agustín tenía de la libertad. Sólo somos libres si hacemos lo que podemos hacer y no lo que nos es imposible. 

LA TRINIDAD

LIBRO XIII: CIENCIA, SABIDURÍA Y FE

Creencia y fe

Es muy difícil creer sin ver lo que se nos quiere presentar, de ahí que venga una de las famosas frases de Santo Tomás de Aquino: ''Ver para creer''. Pero ¿por qué se nos manda a creer en la biblia? se nos manda a creer porque no podemos ver a Dios con los ojos temporales y carnales. Para creer en estas cosas necesitamos fe, pero es esa fe de las cosas ausentes. 

¿Qué pasa cuando la fe nos decepciona? Es típico escuchar de alguna gente cuando dice ''confié en él y me engañó''. San Agustín dice que a esto no se le puede llamar fe en absoluto. La fe no pertenece a ninguno de los sentidos del cuerpo porque no es fruto de la carne, sino más bien del corazón. Por lo tanto, la fe no se puede ver y cuando creemos verla a través de los sentidos del cuerpo, erramos. En otras palabras, la fe sólo se puede ver en sí mismo. 

Por otro lado, el ser humano debe entender que cada hombre y mujer tiene su propia fe. No podemos confiarnos de la fe de los otros, pues no podemos saber que fe tienen porque, como dice San Agustín, la fe es algo personal y sólo puede conocerse en sí misma y no la del otro hombre. 

Quereres universales

Si bien la fe es algo de nosotros mismos y no nos es posible conocer la fe de otro, lo que sí podemos identificar es cuando la fe del otro es la misma que la de nosotros. Sólo en ese caso particular podremos ''conocer'' (porque es imposible conocerla por completo) la fe del otro.

No obstante a esto, todos los seres humanos aspiramos a bienes universales. Para explicar estos quereres universales, San Agustín pone el ejemplo de un histrión (bufón) quien, al querer mostrar que podía adivinar el parecer de todos dijo:

''Todos quieren comprar barato y vender caro''

Todos aplaudieron al histrión que efectivamente mostró el parecer de todos mediante esta frase. ¿Cómo pudo adivinar la voluntad de todos este histrión? simplemente por conjeturas de experiencias generales, sin embargo, podemos y conocemos casos donde hay hombre que ofrecen un precio justo a quienes compran, como aquellos quienes compran caro prefiriendo la calidad del producto. 

Ahora, si el histrión hubiera dicho ''Todos quieren la felicidad y nadie quiere ser vituperado'' entonces ahí sí habría dicho una verdad porque eso es a lo que todos quieren aspirar. Pero ¿qué es esta felicidad? Todos tenemos una visión distinta de la felicidad; para unos es procurarse los viene del espíritu y para otros procurarse los bienes del alma, y otros los del cuerpo y el alma. ¿Cuál será la verdadera? 

San Agustín dice finalmente que ''nadie conoce la felicidad'', pues si todos la conocieran entonces no habría una multitud de pareceres(1)

Cicerón y otros filósofos sobre la felicidad

Quizás, la discusión podría acabarse diciendo ''La felicidad está en aquello que un hombre quiere'', es decir, como a mi me gusta la lectura, esa es la felicidad para mi como para ti puede ser otra. De ahí que Epicuro establezca que la felicidad está en el placer; que Zenón diga que está en la virtud o los cínicos en la naturaleza. En otras palabras, San Agustín llama a esto ''Vivir del agrado''. 

Sin embargo, para Marco Tulio Cicerón vivir del agrado era un grave error. En efecto, si todos viviéramos a nuestros antojos (nuestros agrados), entonces a quien le guste robar, asesinar o engañar será feliz (lo cual es absurdo). Nadie puede vivir de las cosas recién nombradas, pues no podría ni siquiera sobrevivir sólo.

Así como nadie puede amar lo que ignora, nadie puede ser feliz sin conocer la felicidad. En esta felicidad debe estar la posesión y el deseo, es decir, debo poseer y desear lo que quiero y cuando lo tengo soy feliz. Ahora ¿que no es esto lo mismo que los criminales, es decir, si deseo dinero y voy y lo obtengo seré feliz? No, San Agustín llama a desear lo que se posee. Nadie puede ser feliz amando lo que no tiene y por lo tanto, todos deben amar lo que tiene(2)

Desear el mal

Nadie puede desear el mal porque la felicidad no es el mal, por ejemplo, nadie puede desear una cosa mala en términos de calidad. Tampoco se puede desear una vida feliz si se busca el suicidio, pues el suicidio es el querer de la nada. ¿Cómo se puede ser feliz queriendo nada? porque si el suicida quisiera paz, entonces tendría que vivir para tener paz. Si el hombre se suicida, el hombre no podrá cumplir el concepto de San Agustín ''Nadie puede ser feliz amando lo que no tiene''. 


La fe como fundamento de la existencia

San Agustín nos dice que la fe apoyada en la autoridad de Dios dará inmortalidad al alma del ser humano, contrario a lo que pasa cuando el hombre fundamenta su fe en base a argumentos de razón o lógicos. 

El hombre debe sufrir primeramente en el valle de lágrimas para luego obtener la fe que necesita. Por eso es que la biblia se distribuye en A.T. y N.T. porque el hombre necesita pasar por las penalidades de ser un hombre carnal, para luego ser un hombre de fe. En el A.T. tenemos al hombre viejo y en el N.T. al hombre nuevo. 

La fe y la ciencia del Verbo

Si bien todo precedente anunciado aquí ha sido una apología a la fe, debemos decir que San Agustín no deja de lado la ciencia. 

Todo lo que hizo el Verbo humanizado en carne por Cristo está relacionado con la ciencia. Recordemos que la sabiduría tiene que ver con todas las cosas divinas; con el conocimiento de las cosas divinas, mientras que la ciencia tiene que ver con el conocimiento de las cosas humanas. Por supuesto, Cristo está en las dos. 

Conclusión

Otra de las apuestas de San Agustín por juntar la fe con la razón, contrarios a sus predecesores como Filón de Alejandría o Orígenes quienes eran fideístas incansables. Me parece que San Agustín, en un esfuerzo de alejarse de la filosofía y abrazar aún más la religión cristiana, parece ser mucho más filósofo que otra cosa. Siempre se puede uno preguntar si la fe y la razón son separables, pero San Agustín nos demuestra en este apartado que no, de hecho, la razón confirma la fe, pero tampoco se puede tener razón sin fe. 

lunes, 15 de mayo de 2017

San Agustín de Hipona - La Trinidad (Libro XII: Hombre interior y hombre exterior) (399).

En contra de todos los razonamientos antiguos y postulados que se crearon acerca del hombre, San Agustín de Hipona explica la relación que debe tener el hombre interior y  el hombre exterior para con Dios o Santísima Trinidad. Nadie quisiera tener a un contrincante tan agudo como lo es San Agustín quien no da rienda suelta a sus pensamientos, pero que tampoco se deja convencer por las tradiciones filosóficas de la historia. Veamos la relación entre hombre interior y hombre exterior en los siguientes apuntes. 

LA TRINIDAD

LIBRO XII: EL HOMBRE INTERIOR Y EL HOMBRE EXTERIOR

El razonamiento del hombre

Es justamente esto lo que nos diferencia de los animales, ni siquiera las imágenes nos hacen distintos de ellos, sino que lo que realmente nos diferencia es cómo ocupamos la información que tenemos retenida en la memoria. 

La razón no se hizo de manera solitaria y sin ninguna relación al mundo exterior; todo lo contrario, esta nos ayuda a comprender el mundo que nos rodea y por eso es que también existe Trinidad aquí. Primero tenemos la razón, luego lo que informa a la razón y finalmente los sentidos externos.

¿Cómo es que la razón puede entender el mundo exterior siendo que son cosas contrarias? en el mundo exterior, es decir, en todo objeto hay presencia de espíritu y por lo tanto de Dios. Recordemos que en las premisas metafísicas de San Agustín, todo lo que es cuerpo es creado por Dios. 

La imagen del hombre

El hombre fue hecho a imagen y semejanza de Dios, en otras palabras, fue hecho a imagen de la S.T. Es por eso que podemos hablar de la Trinidad en el hombre interno y el hombre externo.

La mujer y su relación con Dios y el hombre

Nos hemos referido bastante al hombre,pero ¿qué hay de la mujer? Veamos lo que nos dice la biblia:

''El varón no debe cubrir su cabeza, porque es imagen y gloria de Dios, pero la mujer es gloria del varón''
(1 Colosenses 11:7)

¿Querrá decir esto que la mujer no es imagen de Dios? La cita bíblica anterior la dijo San Pablo, pero de acuerdo a San Agustín, la mujer entra en la misma categoría del hombre en la creación por lo dicho en el Génesis:

''Hizo Dios al hombre, a imagen de Dios lo hizo; macho y hembra los hizo y les dio su bendición'' 
(Génesis 1:27-28)

De acuerdo a San Agustín, la mujer por sí sola no es imagen de Dios. Tanto el hombre como la mujer son imagen de Dios en conjunto pero no por separado. Además, debe pensarse que el hombre es imagen de Dios no por su corporalidad sino que por su razón, cosa que es común entre el hombre y la mujer. 

Los defectos del hombre

El más grave pecado que puede tener el hombre es la soberbia. El hombre, al verse pequeño en el Universo quiere ascender y verse más grande cada vez. Este afán de superioridad lo lleva a tener los más ambiciosos deseos en detrimento de la humildad y el bien que supuestamente debe representar el hombre. 

El hombre puede equivocarse muchas veces, pero el error estriba en querer las cosas corporales en vez de las materiales. Un error grave es conocer las cosas por el alma y hacer que el alma consiga estas cosas por medio de razonamientos, es decir, el razonamiento debería estar al servicio de las cosas divinas y no corporales.

Otro de los defectos del hombre y de la mujer es el pensamiento ilícito. Este pensamiento corresponde a las cosas que se tienen por prohibidas, pero que en el pensamiento permanecen ocultas. El pecado es mucho peor cuando se tiene en el pensamiento, pues si se tiene ahí con mayor razón se podrá volver concreto. Es necesario, dice San Agustín, que cualquier pensamiento ilícito que tenga el hombre tiene que alejarse a través del perdón, es decir, al momento de tener dicho pensamiento, el hombre debe pedir perdón de aquellos. 

Ciencia y sabiduría

Siempre se han unido estos dos conceptos, pero la verdad es que la biblia los separa. De acuerdo con el pensamiento de San Agustín, la ciencia corresponde a la acción y la sabiduría a la contemplación.  

El reconocimiento de las cosas carnales y su alejamiento pertenece a la sabiduría, mientras que aguantar estoicamente los placeres y estímulos del cuerpo pertenece a la ciencia. En otros tiempos, los filósofos griegos habrían mezclado la sabiduría con la ciencia y dejarían a los sentidos del cuerpo en último lugar. 

Platón y los pitagóricos

San Agustín se refiere a Platón y su teoría de la reminiscencia la cual supone que el alma existió antes, y que todo el conocimiento que tiene esta se debe a que debe recordar todo lo que ha aprendido en otras vidas. Todos tienen todo el conocimiento del mundo, pues el alma es inmortal y el alma ha acumulado todo ese conocimiento en su interior. 

Sin embargo, deberíamos decir que no todos fueron gramáticos, profesores o abogados en otro tiempo por lo que no podríamos hablar de un conocimiento universal, de hecho, seguiríamos hablando de experiencias. Muy idéntico parecer tenían los pitagóricos quienes también decían que cuando hacían una cosa muy bien siendo que nunca la habían realizado, decían que la recordaban de otra vida. 

San Agustín no está en absoluto de acuerdo con la teoría de la reminiscencia, pues esto dice que el conocimiento consiste nada más que en ''recordar'', lo cual desplazaría a la razón reduciendola a un simple recuerdo de una experiencia en otra vida. 

En lo que sí podría estar de acuerdo Agustín sería en los niveles de realidad planteados por Platón (aunque sólo con ciertas cosas), porque el hombre comienza con el saber de las cosas exteriores y después va escalando hacia la comprensión de las cosas divinas (interiores). 

Conclusión

¿Qué otro tipo de conclusión podríamos tener más que de las ya planteadas anteriormente? el hombre interior es el importante, mientras que el exterior sólo sirve como medio para llegara las cosas más elevadas. Me interesa ver como Agustín, y la mayoría de su filosofía, es tomada de las ideas de Platón pero con ciertas concesiones y diferencias. En efecto, una teoría tan pagana y tan antropológica como la de Platón no serviría para sostener el planteamiento de la Iglesia Católica. 

domingo, 14 de mayo de 2017

San Agustín de Hipona - La Trinidad (Libro XI: El hombre exterior) (399).

Bastante ya hemos hablado de la interioridad del hombre y la importancia que tiene ésta en la obra de San Agustín de Hipona. Una vez acabada la descripción y análisis del hombre interior, resta analizar los sentidos, percepciones y exterioridades del hombre, sin faltar de relacionar todo esto con la interioridad del mismo. San Agustín nos mostrará todas las partes que el hombre utiliza para conocer la naturaleza que le rodea, tal como si fuera un antropólogo actual que desea buscar y encontrar la verdad. 

LA TRINIDAD

LIBRO XI: EL HOMBRE EXTERIOR

La Trinidad y el hombre exterior

Es evidente que el hombre interior puede comprender y alcanzar los conceptos de la S.T., la pregunta es ¿puede el hombre exterior alcanzarla? Primero se debe examinar si los sentidos pueden hacerlo. 

Visión

Para hablar sobre la visión necesitamos comprender algunas cosas:

  1. El objeto que se ve
  2. La visión 
  3. La atención

Lo primero que debemos entender es que el objeto que se ve es muy distinto de la visión, pues la visión es sólo el sentido que percibimos de las cosas. La visión y el cuerpo son dos naturalezas distintas porque la visión pertenece al sujeto animado, mientras que el cuerpo no necesariamente pertenece a un sujeto animado. 

Ahora, la visión sólo puede ser engendrada por un objeto visible y la imagen de este objeto estará en la mente, dependiendo de cuánta atención se le haya puesto al objeto.

Podríamos decir que los tres elementos que acabamos de nombrar anteriormente se complementan entre sí formando una unidad, pues ninguno podría perdurar sin el otro. La atención, por más pequeña que sea, perdura en la visión y por lo tanto en la mente. 

Finalmente, San Agustín dice que tanto la memoria, la visión y la voluntad son trinitarias del hombre interior. Por lo tanto, tendríamos tres tipos de unidad: la unidad exterior (objeto, visión y atención) la unidad interior (memoria, visión(interior) y voluntad). Por supuesto, lo peor que podemos hacer es guiarnos por la Trinidad exterior que nos hace fijarnos solamente en las cosas corpóreas. 

La ''otra'' trinidad

Hay una trinidad que existe fundamentalmente en la memoria, pues es una de las más importantes. La memoria existe antes que nosotros sepamos sobre ella y es considerada por San Agustín como la madre de todas las acciones humanas. ¿Cómo se forma esta Trinidad? de la siguiente manera:

Recuerdo
Imagen 
Voluntad

¿Voluntad? Sí, la voluntad une la imagen con el recuerdo para que el ser humano logre asimilar lo que ve y ''archivarlo'' en su mente. Lo otro importante para la memoria es la atención, pues si no se recuerda lo dicho no se puede rememorar nada. Existen muchas cosas que vemos y oímos pero que no recordamos, mientras que a estas cosas decimos ''no lo oí'' o '' no lo ví'', pero más correcto sería decir ''no lo recuerdo''. 

La imagen en el ser humano

El proceso que va desde la imagen captada hasta el ''almacenamiento'' de la misma es el siguiente:

Primero: vemos la imagen
Segundo: surge una imagen en la memoria
Tercero: la imagen llega al pensamiento

Parece ser que el pensamiento es el último terminal en el cual la imágen se posa. Sin embargo ¿es posible recordar cosas falsas?  sí, en el sentido de que hay imágenes que pueden distorsionar nuestros recuerdos.  ¿Cómo ocurre esto? es la voluntad misma la que toma distintos elementos de las imágenes y los une para formar una sola. No obstante, esta voluntad nos puede llevar a un error en nuestros recuerdos. 

Sigue siendo la memoria, el elemento más importante de la mente humana porque casi no se maneja a voluntad. La voluntad si puede manejarse siempre que se quiera porque es muy posible que pueda imaginarme (no recordar) a un pato que era blanco de color negro, o a un monstruo de tres cabezas azotando una ciudad. 

Conclusión

Quizás este podría ser un libro complementario al tema de la memoria. Puede pensarse que en este libro no se ha visto nada directamente con la Santísima Trinidad, pero la verdad es que sí se ha visto. Claro, no de forma específica, pero sí dentro de los parámetros de lo que significa lo trinitario. Seguramente, puede deducirse que hay una especie de esoterismo al querer juntar las tres cosas tanto en el hombre interior como en el exterior.

sábado, 13 de mayo de 2017

San Agustín de Hipona - La Trinidad (Libro X: El amor y el conocimiento en la Santísima Trinidad) (399).

Muchos filósofos ya han tratado el tema del amor en base a la lógica y la razón, pero nadie lo ha visto desde la perspectiva cristiana y lógica que sólo San Agustín de Hipona nos puede entregar. ¿Qué es el amor y el conocimiento para San Agustín? Es una respuesta que ya hemos resuelto en otros libros pero ahora estará aplicado a la Santísima Trinidad, por lo tanto, la pregunta sería ¿Cómo se relaciona el amor y el conocimiento? Difícil respuesta para aquel que no entienda qué es realmente la Santísima Trinidad. 

 

Referencias:

 

(1) Lo que en términos actuales podríamos llamar motivación intrínseca.

 

LA TRINIDAD

 

LIBRO X: EL AMOR EN LA SANTÍSIMA TRINIDAD

 

El amor y lo desconocido

 

San Agustín parte con la siguiente premisa:

 

''Nadie ama lo desconocido''

 

Sin embargo, podemos comenzar a querer a alguien que no conocemos de vista, pero sí lo conocemos por sus virtudes, las cuales hemos sabido de a oídas. Lo mismo pasa con las artes, por ejemplo, ¿quien no estudiaría retórica (oratoria) sabiendo que es el arte del buen decir? Lo primero que nos llama la atención de lo desconocido (desconocido por lo sentidos) son en realidad las virtudes y las cosas que tienen relación con nosotros mismos(1)

 

También podemos extrapolar esta idea al lenguaje, pues si a alguien le llama la atención la palabra ''asertividad'' su curiosidad lo llevará 

a descubrir qué significa esta palabra. ¿Qué lo lleva a tener esta curiosidad? simplemente el signo (significado) de la palabra; es verdad, aún no se sabe ni se tiene conocimiento pleno, pero los ánimos permitirán llegar a ese conocimiento pleno. 

 

Esto puede ser contradictorio porque bien puede decirse que alguien que ha escuchado una palabra y desea aprenderla, es un ignorante en un comienzo y por lo tanto, ama lo que aún no conoce. Sin embargo, esto no es así. Quien ama lo que ''todavía no conoce'' en verdad ya está buscando algo que conoce, es decir, busca el saber. De hecho, para saber una palabra lo primero que debemos hacer es saber, tener un indicio o un conocimiento de lo que sea una ''palabra''. 

 

Además, el concepto de imaginación es importantísimo a este respecto. En efecto, cuando oímos la palabra ''asertividad'' se nos vienen un montón de cosas a la mente, cosas que nos ayudarán a resolver cuál es el significado de esta palabra hasta que la conozcamos por completo. En conclusión, no se puede amar lo que se ignora. 

 

El conocimiento del alma por el alma

 

Aquí tenemos una pregunta importante ¿cómo se conoce la mente? ¿acaso se conoce puede conocerse por sí misma? ¿o conoce lo que se ha hablado de ella? Sería difícil responder a esta duda porque si se ama así misma, entonces debería amarse antes de conocerse, pero la mente se conoce realmente con el tiempo, es decir, cuando se nos viene el concepto de mente. 

 

Si se conoce por su ''fama'' (palabras de Agustín) ¿cómo no se conoce a sí misma primero sino es por el ejemplo de las otras mentes? Lo mismo pasa con los ojos, los ojos se conocen recién cuando se ven con otros ojos, y, sin embargo, la mente siempre está con nosotros, de ahí que San Agustín diga:

 

''No hay nada más presente que la mente'' 

 

Pero la mente se conoce porque cuando se busca sabe que algo debe conocer y eso mismo hace que se conozca. Además, el mero hecho de buscarse ya prueba que la mente quiere conocerse a sí misma y que sabe lo que es conocer. 

 

Por lo tanto, no es necesario que la mente haya escuchado de sí misma para conocerse, pues la búsqueda de un concepto supone un conocimiento de búsqueda. Cuando buscamos, buscamos una cosa conocida porque si no buscamos lo que conocemos ¿cómo empezaremos a buscar? Lo mismo pasa con el alma, el alma se conoce entera y se se busca también sabe que se ama. 

 

El concepto de conocerse

 

San Agustín ha tratado el tema de ''conocerse'' como el sinónimo de amarse. ¿Cómo puede conocerse la mente si todo lo que hace el ser humano está relacionado con la mente? El alma puede caer en un error grave cuando piensa que por medio de imágenes puede conocerse, pero ¿cómo podría ser de otro modo? 

 

Sólo al escuchar las palabras ''conócete a tí misma'' y al entender cada palabra de lo dicho ''conócete'', ''tí misma'', entonces el alma tiene la facultad de conocerse así como la mente también podrá. Son conceptos interiorizados que no tienen nada que ver las imágenes que son conceptos del exterior. 

 

El ánimo de conocerse a sí mismo está como prueba en el pensamiento de todos los filósofos que trataron de investigar qué era el alma. Unos decían que eran átomos, otros decían que eran cuerpos, otros decían que eran cosas inteligibles; si bien todas estas pueden estar expuestas a juicio, todas tienen algo en común: la búsqueda del ser. ¿Cómo parte esa búsqueda? sabiendo en su interior qué es el alma. San Agustín dice que más que intuición, las almas y las mentes ya se conocen, es decir, tienen certeza absoluta de que existen. 

 

Conclusión

 

No hay nada más grato que amarse a sí mismo porque esto también significa conocerse a sí mismo. Una de las premisas más importantes de los griegos ya en tiempos del oráculo de Delfos. Junto con el concepto de memoria, de tiempo y del mal, el concepto de mente y conocimiento puede ser uno de lo más interesantes en la obra de San Agustín. Por supuesto, este libro nos recuerda los primeros debates que Agustín tuvo con los Académicos, quienes decían que nada podía conocerse. Basta ver los tres libros llamados ''Contra Académicos'', para complementar la lectura de este libro. 

 

viernes, 12 de mayo de 2017

San Agustín de Hipona - La Trinidad (Libro IX: Razón en la Santísima Trinidad) (399).

La Santísima Trinidad no es sólo un concepto metafórico y abstracto que se puede entender sólo a través del amor; la Santísima Trinidad también puede llevarse al entendimiento y la razón y es así como lo explica San Agustín de Hipona en el siguiente libro a analizar. Ya habíamos visto en el libro anterior algunas virtudes conectadas con la Trinidad y ahora resta ver los conceptos que representan el saber y la mente humana. Veamos lo que nos trae ahora el doctor de la Gracia. 




LA TRINIDAD

LIBRO IX: RAZÓN EN LA SANTÍSIMA TRINIDAD

Conceptos para la Trinidad

El amor

Cuando se ama a alguien se necesitan identificar tres cosas:

El amor
Quien ama
y quien es amado

Amarse a sí mismo reúne las tres cosas que hablamos aquí, pues uno es el objeto amado, el amor que necesito para amar y yo que soy el que ama. Ahora amar a otro también es amarse a sí mismo, pues me sentiré bien con esa persona al amar y por supuesto hay amor pues con esto es con que amo. 

Por otro lado, hay otro concepto tan importante como el amor para lograr amarse y ese es el conocimiento, es decir, necesitamos conocer lo que vamos a amar. 

La mente y el amor

La mente debe amarse a sí misma para ser unidad entre el amor, la cosa que ama (a sí mismo) y ella misma (la mente). Estas tres cosas son unidad y dicen relación la una con la otra, pues cuando la mente se conoce y ama a sí misma no hay nada con qué comparar. 

Ahora, ¿qué pasa en el caso de que la mente ame a otra cosa que no sea ella misma? a la mente no le quedaría otra cosa que amar que un cuerpo, pero ahí ya no habría unidad pues el cuerpo es infinitamente menor a la mente. Cuando la mente se ama existe una especie de totalidad y unidad porque su conocimiento es total. 

Otro tema es cuando es el hombre el que debe amar porque si se ama a sí mismo, está amando a algo cambiante y pecador. San Agustín nos dice que la idea es que el hombre siempre ame a lo que es superior a su cuerpo, y si hay algo aún más superior entonces que ame a Dios.  Por otro lado, también tenemos dos medios por los cuales conocer; uno es por los sentidos y otro es por el Verbo. Este último es el que nos hace conocer las cosas inteligibles del mundo, en contraste a los sentidos. De ahí que se diga en la biblia:


''Por tus palabras serás justificado, por tus palabras serás condenado''
(Mateo 12:37)

Entendemos esto de que se puede ser justificado por la palabra a través del Verbo, y condenado a través de las palabras que nos ayudan a decir los sentidos. De ahí que se haga otra separación entre Verbo y sentidos, pues lo que estimulan los sentidos es una cosa temporal y mudable.

''El que bebiere de esta agua tendrá sed de nuevo''
(Juan 4:13)

Por supuesto, es una exhortación a guiarse por las cosas más divinas y más cerca del cielo que de la tierra.  

El Verbo

¿Será que todo lo que sale de nuestra boca es el Verbo? El Verbo es todo lo que sale de la mente y de la memoria del ser humano, pero esto no significa que todo lo que diga el hombre es santo. Así dice la biblia:

''No todo el que dice Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos''
(Mateo 7:21) 

En fin, el Verbo representará todo lo inteligible, tal y como lo diría Platón separando las dos realidades existentes. El Verbo será válido sólo si el hombre sigue los preceptos divinos dados por el Señor. 

Conclusión

Vemos aquí la justificación racional de la S.T. por parte de San Agustín para probar que en todos los aspectos es posible imaginarse la Trinidad. Si bien la explicación trinitaria es racional, Agustín no deja de poner énfasis en el ámbito bíblico, pues no debe perder de vista la defensa al cristianismo contra quienes no consideraron unir a las tres ''entidades''. Si bien aquí hemos visto el concepto de razón y amor, falta conversar aún más sobre el concepto de amor de manera independiente, y es justo a eso lo que nos invita el siguiente libro. 

jueves, 11 de mayo de 2017

San Agustín de Hipona - La Trinidad (Libro VIII: Virtudes en la Santísima Trinidad) (399).

Lo que ha faltado hablar es cómo es que el hombre puede concebir o percibir la Santísima Trinidad. Para ello, San Agustín de Hipona nos trae los conceptos que el hombre puede entender a través de la mente, pero aplicándolo a la Santísima Trinidad. Todos quisiéramos saber cómo, si bien existe, el hombre pequeño en la gran inmensidad del mundo, puede conocer la gracia de la Trinidad presentada por Dios en todos los ámbitos de la existencia. San Agustín nos trae lo que podríamos llamar una lista de valores donde podemos apreciar el fenómeno.

Referencias

(1) Cosa que San Agustín sí cree porque al tener el hombre un conocimiento limitado, todos pueden llegar a tener ese límite. 

LA TRINIDAD

LIBRO VIII: VIRTUDES EN LA SANTÍSIMA TRINIDAD


Igualdad de la Santísima Trinidad

El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son diferentes y debido a esta diferencia podemos pensar que uno es mayor que el otro, pero esto no es así. Si vamos a diferenciarlos tendríamos que ocupar el término de ''grandeza'', por otro lado, todo lo que es inteligible es verdad y así como es verdad es grande. Sin embargo, la verdad no admite grados, es decir, algo que es verdadero, no puede ser más o menos verdadero que otra cosa. 

Por lo tanto, si las tres ''sustancias'' son verdad (y no como el ser humano que sólo participa de la verdad) y por lo tanto ninguno puede ser más grande que el otro, en el sentido que la verdad no tiene grados. 

No obstante, bien podemos decir que un hombre es verdadero y que por tanto no podría ser mejor que otro(1). Como esto no puede ser posible, San Agustín nos aclara que la grandeza del hombre (o de los seres) no se mide con la verdad. 

El alma del hombre y Dios


La virtud del alma

El hombre siempre se procura los bienes de una manera u otra, siempre anda buscando lo bueno. Obviamente, el mejor de los bienes que se debe procurar el hombre son aquellos del alma y no los del cuerpo. 

Ahora, no debemos pensar por esto que el alma es lo más sublime y divino que existe. El alma es buena en cuanto existe, pero puede alejarse del bien cuando, por su misma voluntad, el alma se inclina hacia cosas ignominiosas. La voluntad hace que el alma pueda escoger entre el bien y el mal, por lo tanto, el alma no es totalmente buena hasta que elige serlo. 

El hombre, en tanto hombre, debe amar las cosas que son más sublimes. El alma es más sublime que el cuerpo porque manda a este último, y aún más el hombre debiera amar al creador del alma que es el mismo Dios. 

El concepto de fe

Ya lo decía San Agustín en diversas ocasiones ''Es necesario creer para entender'' por lo que primeramente, el hombre debe creer y someterse a la autoridad de las S.E. y luego utilizar la razón en ellas para entenderla. 

Por otro lado, San Agustín nos dice que la fe es una especie de preámbulo del amor. ¿Por qué? ¿qué es lo que realmente se ama antes de tener fe? la pregunta puede ir más allá ¿se puede amar lo que se desconoce? Este tipo de conocimiento no parte desde la experiencia corporal, el amor se puede dar por las cosas que se desconocen, pues todos aman su alma y no la conocen por los ojos del cuerpo, pero saben que está allí. Por lo tanto, la conclusión es que sí se puede amar lo que se ignora, y esto es la fe.

El concepto de amor 

¿Qué amamos de la otra persona? ¿acaso un católico ama a San Pablo por ser hombre? No, se ama a San Pablo por su alma y convicción que tuvo al llevar a cabo la tarea que Jesús le asignó. Así es para todos, quien ama el cuerpo estará condenado a sufrir porque el cuerpo es algo pasajero, modificable que nunca va a darnos la satisfacción permanente que sí da el alma. 

Ahora, ¿cómo es que un justo puede amar a un justo? porque puede ser que el hombre a quien se esté amando sea injusto. San Agustín nos dice que la experiencia nos dictará quién es injusto y quien no, en consecuencia, quien sea justo podrá conocer a otro justo y lo amará, pues nadie ama a quien es contrario a la justicia. Además, no podremos nunca conocer a un justo si nosotros mismos no somos justos. 

¿Cómo podemos conocer la justicia? la justicia no se siente por el cuerpo, sino que por el alma. Es el alma la que ve todas estas cosas invisibles como la belleza, la pureza y la justicia. La última exhortación que hace San Agustín a sus lectores es amar a los hombres por la justicia que ellos tienen; así lo dicen las S.E.: 

''El que ama la injusticia odia su alma''
(Salmos 10:6) 

Todo esto es una persuasión a ver el interior del hombre y no a conocer las exterioridades del cuerpo. Lo más importante va por dentro. 

Dios y el amor

San Agustín dice que sólo es bueno el amor verdadero porque lo otro que se parece al amor sería pasión. ¿Cómo saber cuál es el amor verdadero? Las S.E. nos dan algunas pistas en cuanto a Dios y a los hombres:

Amor a Dios:

''Sabemos que Dios hace concurrir todas las cosas para bien de los que le aman'' (Romanos 8:28)

''El que ama a Dios es por él conocido'' (1 Colosenses 8:3)

Amor al prójimo:

''Toda ley se resume en este solo precepto: 'Ama a todos tanto como a ti mismo' '' (Gálatas 5:14)

''Todo lo que queréis que os hagan a vosotros los hombres, hacedlo vosotros a ellos'' (Mateo 7:12) 

Finalmente, ¿qué se debe amar? quien ama a Dios no puede tener jamás sufrimiento alguno, pues este es el amor verdadero. El hombre (el ser humano) es cambiante y tendencioso, y cambiara apenas se de la ocasión. Dios nunca cambia de parecer y por lo tanto, lo que no cambia es verdadero y como Dios es la S.T. nada puede haber en él falso. 

''Dios es amor, y quien permanece en el amor en Dios permanece''
(Juan 4:16)

Así terminamos el libro VII de la S.T, aunque no hablamos tanto específicamente de ella, si hemos analizado algo interesante. 


Conclusión

Nada es tan sorprendente como conocer el concepto de amor por parte de Dios y por parte de los hombres. Por supuesto, la influencia platónica que hay en este texto es evidente, pues el amor al alma que hablan las S.E. es una incondicional. El cuerpo pasa a segundo plano cuando se conoce el alma y la integridad de una persona y por supuesto, así debería ser para todos los seres humanos. Mirémonos mutuamente y veamos los valores y virtudes de cada uno, y olvidémonos de lo corporal.