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domingo, 21 de mayo de 2017

San Agustín de Hipona - La Trinidad (Libro XIV: La sabiduría del hombre) (399).

Mucho hemos hablado de la omnipotencia de Dios y del conjunto de la Santísima Trinidad en los textos precedentes de San Agustín de Hipona. También hemos hablado de lo débil que es el hombre frente a los vicios de la carne y lo feliz que puede ser el mismo al regocijarse en ellos. Falta hablar sobre aquellos hombre tenidos por sabios que no sólo pueden identificar las cosas sensibles que le rodean, sino que también aquellas que van más allá del mundo concreto y tangible. Faltaba hablar ya sobre los hombres más virtuosos de este mundo.

Referencias:

(1) Idea que contrasta con la teoría platónica.

LA TRINIDAD

LIBRO XIV: LA SABIDURÍA DEL HOMBRE

Sabiduría de los filósofos

Ya el libro de Job decía:

''¡Mirad! la piedad es sabiduría, y abstenerse del mal, ciencia''
(Job 28:28) 

Ya sabíamos de antemano que el concepto de Sabiduría corresponde a Dios, mientras que la ciencia pertenece al hombre. ¿En qué lado quedará la filosofía? San Agustín recuerda la historia de Pitágoras, quien no se atrevió nunca a autodenominarse sabio pero sí como un amigo de la sabiduría. De ahí que se utilice la palabra ''filósofo'' que es ''amante de la sabiduría''. 

¿Por qué nunca se consideraron sabios? San Agustín dice que los filósofos intuitivamente sabían que la sabiduría era algo superior, y por supuesto, porque esta pertenece a Dios. 

Quizás los filósofos antiguos sólo pudieron ver la Trinidad de la ciencia y no pudieron alcanzar a conocer la Trinidad interior. Esto sólo se puede alcanzar con el autoconocimiento, es decir, no podemos encontrar nuestra Trinidad interior (obviamente) en el exterior pues es una tarea personal. De aquí que San Agustín siga considerando a la mente como un medio perfecto para el autoconocimiento. 

Dios y la mente del hombre

La mente del hombre guarda todos los recuerdos y conocimientos en la memoria. Pero incluso hay algo que el hombre tiene vedado en esta memoria y esto es justamente la Trinidad. Recordemos que la Trinidad interior consistía en la memoria, inteligencia y voluntad. Por ejemplo, un hombre usa su inteligencia para razonar, almacena el conocimiento en la memoria y lo pone al servicio con la voluntad

El símil del lector

Este tipo de Trinidad interior lo podremos entender a través del símil del lector que San Agustín nos ilustra a continuación. En primer instancia debemos saber que un hombre puede saber algo sin necesariamente pensar en ello. 

La mente, de acuerdo con San Agustín, tiene unos pliegues que salen a la superficie cada vez que el hombre recuerda algo. Por supuesto, estos recuerdos serán categorizados desde el más hasta el menos importante, y es así como Agustín rememora los planteamientos platónicos del conocimiento. La mente tiene sus conocimientos sobre sí misma, pero lo único que necesita para recordarlos es un estímulo que lo haga. 

Lo mismo pasa con la imagen de Dios, todos la tenemos impresa en nuestra mente y bastará recordarla a través de los sagrados sacramentos. La memoria no extrae lo que tiene del mundo exterior, bueno, hay cosas que sí, pero antes de conocer el mundo exterior ya tenía memoria de las cosas. 


Recuerdos de la Santísima Trinidad


¿Tendrá recuerdos el alma de la justicia y del bien que existen en ellas después de la muerte? San Agustín dice que en esta vida mortal lo único a lo que nos podemos aferrar para ser felices son tres de las virtudes cardinales: Prudencia, fortaleza y templanza. ¿Por qué no la justicia? simplemente porque la justicia es inmortal, nunca termina aunque estemos muertos. 

De todo podemos tener memoria porque de Dios fuimos creados, aunque tampoco nos separamos de él una vez creados pues así dijo el apóstol:

''En Él vivimos, nos movemos y somos''
(Hechos 17:27-28)

Por lo tanto, siempre estamos con él lo que significa que nuestra mente también lo está porque ésta está siempre presente. 


Recuerdo y olvido de Dios

Tal como se dijo en unos libros anteriores: ''nadie ama lo que desconoce'' y si esto es así, bien se podría decir que nadie ama lo que no recuerda. ¿Cómo recordar a Dios? sólo puede el hombre acercarse al recuerdo de Dios por medio del espíritu y abandonando las cosas materiales. Es así que se dice en la biblia:

''El que se allega al Señor se hace un espíritu con él''
(1 Colosenses 1:17) 

El alma no recuerda nada visible o corporal como pudiéramos imaginarnos nosotros en nuestros cuerpos.Esta sólo puede tener en su interior los conceptos del bien de justicia y todo lo relacionado con la Trinidad, pero no tiene imágenes vivas de los hechos del cielo o del pasado(1)

Conclusión

Muy parecida a la doctrina platónica, San Agustín difiere de sus predecesores filósofos griegos para proponer su propia postura frente a todas las herejías que hablan sobre el alma. Debemos entender este libro como el triunfo de la Sabiduría por sobre la ciencia, ya que la primera pertenece a Dios y la segunda a los hombres. ¿Qué será mejor? ¿la sabiduría que es eterna? ¿o la ciencia que tiene su límite en el conocimiento humano? Parece ser fácil elegir, aunque muchos hombres han optado muchas veces por tener ciencia antes de Sabiduría; entendiendo esta sabiduría como la divina.