miércoles, 8 de julio de 2015

Platón - Hipias mayor (o de lo bello).

Este es un tópico del cual Platón se ocupaba mucho. Creo que en ninguno de sus textos deja de hablar sobre lo que es bello y lo que no lo es. Nuevamente tenemos al sofista Hipias, pero esta vez no lo tenemos hablando sobre cosas como la mentira o lo voluntario y lo involuntario, sino que de lo bello en sí mismo. El lector podrá darse cuenta de lo duro que son los personajes; Sócrates con su caracterizadora ironía y Hipias con su arrogancia. El libro comparte una similitud con Eutifrón debido a las múltiples definiciones que se intentan lograr.

Referencias:

(1) Bías de Priene fue uno de los siete sabios de la Antigua Grecia.
(2) Pitaco de Mitilene fue un general dentro de los siete sabios de la Antigua Grecia. 
(3) No es más que una cuchara de palo. 

Hipias



Personajes:

- Sócrates
- Hipias

Hipias llega a Atenas

Hipias llega a Atenas y se encuentra con Sócrates quien le dice que hace mucho tiempo no lo veía. Lo que pasaba es que Hipias había estado muy ocupado porque lo llamaban de otras ciudades de Grecia por asuntos de Estado y servicio público, sobre todo de Lacedemonia. 

Sócrates le pregunta a Hipias por qué cree él que filósofos tan destacados como: Bias(1), Pitaco(2), Tales de Mileto o Anaxágoras, no se involucraron nunca en asunto del servicio público. Hipias responde que la debilidad de juicio en estos filósofos, los impedía de preocuparse de tales cosas, aunque Hipias prefiere más a los antiguos que a los modernos. 

Lacedemonia

Ante esta respuesta, Sócrates le dice si llamar a estos filósofos ''débiles de juicio'' sería decir al mismo tiempo que los pensadores modernos (en ese tiempo los sofistas), son de mucho más raciocinio que sus predecesores. En efecto, si alguno de estos siete sabios estuviera en los tiempos de ahora, se les consideraría ridículos por haber pensado de tal manera. 

No solo eso, Hipias dice a Sócrates haber ganado mucho más dinero que otros sofistas como Protágoras o Gorgias . En este caso, los modernos se hacen más ricos que los antiguos en cuanto a riquezas. 

La enseñanza de Hipias

Como habíamos dicho anteriormente, Hipias había estado en Lacedemonia, pero sus enseñanzas no fueron estimadas en ese lugar. Los padres de los hijos de la ciudad no querían que se instruyeran con Hipias, Sócrates menciona que cómo podía ser posible eso siendo que Lacedemonia es una ciudad conocida por tener buenas leyes; ¿cómo es posible que no confiaran en las enseñanzas del virtuoso Hipias? (Este es el modo irónico de Sócrates). 

La excusa de Hipias es que en Lacedemonia no se permite la educación extranjera. Sócrates inmediatamente pregunta si Hipias insinúa que las leyes de Lacedemonia no están bien hechas, puesto que no le permiten educación extranjera. Con esto, Hipias agrega que las leyes solo atienden al bien público, pero cuando se alejan de este obran mal. 

Lo que quiere decir el Sofista es que la gente tiene la razón al promulgar las leyes de su propio país. Ahora, si ellos tienen razón, Hipias estaría diciendo que Lacedemonia obra bien al no pagarle por la educación que él imparte. 

Lo bello

Pasando a otro tema, Sócrates lleva a Hipias a analizar el concepto de lo bello. Pasó una vez que a Sócrates le preguntaron qué era lo bello y él quedándose estupefacto, no pudo responder. Así, éste le pide a Hipias que le explique qué entiende él por lo que es bello, tal como si estuvieran respondiéndole al tipo que le preguntó a Sócrates.

Primera definición de Hipias

Primero que todo, Sócrates le hace a Hipias un par de preguntas para establecer que el justo se hace justo por la justicia, lo bello se hace bello mediante la belleza. 

Ahora, la primera definición de Hipias sale al diálogo:

''Lo bello es una joven hermosa''

Sócrates al analizar esta definición decide ir más allá. Claro, podríamos llamar a cualquier cosa bella; una olla bella, una mula bella, una lira bella, etc. Pero claro, una olla bella sería fea comparada con una joven hermosa y una hermosa joven, sería fea frente a una hermosa diosa. 

¿Cómo podemos ser consecuentes con la primera definición de Hipias, si decimos que una joven no es hermosa frente a una hermosa diosa? Lo bello entonces, no podría ser una hermosa joven. 

Segunda definición de Hipias

Dado que la definición anterior no fue satisfactoria, Hipias aventura otra:

''Lo bello no es otra cosa que el oro''

Esto se entiende de la siguiente manera. Hipias cree que el oro puede embellecer cualquier cosa que esté con él. Sin embargo, Sócrates argumenta que entonces el gran escultor de la Antigua Grecia, Fidias, no hizo obras bellas, ya que todas sus esculturas fueron hechas con mármol. Siguiendo la lógica de Hipias, hubieran sido bellas con oro y no con mármol. 

¿Podría Fidias mantener la misma belleza de sus obras si las hubiera esculpido con piedras? Hipias responde que sí, siempre y cuando estas cuadren en la obra. Pero, supongamos que a la olla que hablábamos antes le ponemos condimento con una cuchara de higuera(3) y otra de oro ¿con cuál será mejor? Por supuesto, con la de higuera. Esto refutaría la segunda definición de Hipias.

Tercera definición de Hipias

Para no volver a recurrir a las cosas, Hipias se refiere a las cosas un poco más abstractas. 

''Es siempre una cosa muy bella el buen comportamiento, ser rico, verse honrado por los griegos, alargar mucho la vida, y en fin, recibir de su posteridad los últimos honores con la misma piedad y la magnificencia con que han sido dispensados a sus padres y a sus mayores''.

No obstante, Sócrates lo interrumpe con otra explicación. ¿Realmente es bello que a alguien se le entierre? Si es bello cuando lo entierran sus descendientes, ¿el entierro de Hércules no es bello? Además, no para todos es bello un funeral, así la tercera definición de Hipias queda refutada.

Primera definición de Sócrates

Es el turno de Sócrates intentando la siguiente definición:

''Lo bello es lo conveniente y lo decoroso''

El problema sería que lo conveniente y lo decoroso haría a las cosas bellas, pero no por eso las cosa serían bellas. La conveniencia y el decoro no son lo bello en sí mismo, en última instancia, hacen parecer a las cosas bellas. Por lo tanto, la definición de Sócrates no es la acertada.

Segunda definición de Sócrates

Viendo el error de la primera, Sócrates se aventura con otra definición:

''Lo bello es lo útil''.

Sócrates está convencido de que los ojos no son bellos cuando no ven nada, sino más bien cuando pueden ver. También pasa con todas las partes del cuerpo, cuando son útiles son bellas. Esto también se relaciona con el poder, es decir, las cosas que son capaces son útiles y bellas; las que son incapaces son inútiles y feas. 

No obstante, Sócrates encuentra una nueva dificultad. ¿Qué pasaría si una acción mala o deshonrosa nos es útil? ¿tendríamos que llamarla bella? Evidentemente, no. Entonces queda descartada la segunda definición de Sócrates. 

Además, que el cuerpo sea hábil, que los ojos puedan ver, ¿son realmente algo ventajoso? Pues si lo es y además que es bello, siendo así, esto produciría el bien. Sin embargo ¿Cómo podría ser la causa del bien lo ventajoso? Porque si seguimos ésta lógica, lo bello sería la causa del placer. Pero si lo bello produce al bien, entonces los dos serían contrarios , puesto que lo bello es la causa y el bien el efecto. Más razones para refutar la segunda definición de Sócrates.

Tercera definición de Sócrates

Sin duda que se ha hecho difícil la búsqueda de una definición, pero Sócrates no se rinde y expone otra definición: 

 ''Lo bello es el placer que nos viene de la vista y del oído''. 

Mas otra dificultad nos presenta esta definición. ¿Acaso los placeres de las otras partes del cuerpo no nos producen placer? Evidentemente si. 

Los números

Dejando las definiciones de lado, Sócrates y Hipias se ensalzan en una discusión que trae el enojo del sofista. Nuestro filósofo nos asegura que cuando dos objetos se unen forman un conjunto; por ejemplo, cuando dos personas se enferman, esas personas tienen la enfermedad como algo en común y por lo tanto, son dos personas enfermas. Hipias nos dice que no. Nos dice que todos tenemos nuestra particularidad, a pesar de que tengamos algo en común.

Par e impar

De alguna manera podríamos decir que para Sócrates 1+1=2 mientras que para Hipias 1+1= 1 y 1. Para sacar este argumento de encima, Sócrates dice que cuando somos uno, somos un número impar, pero cuando uno se junta con otra persona, esto forma un número par. 


Volviendo a las definiciones, lo bello no puede ser lo que convoca al placer de la vista y del oído, puesto que lo bello toma las cosas de manera conjunta y no de manera particular. 

Cuarta definición de Hipias

Exasperado por los razonamientos de Sócrates, Hipias le comenta una nueva definición:

''Pues consiste en hablar con elocuencia en el Senado, delante de un tribunal o de un magistrado cualquiera, hasta producir la convicción y conseguir una recompensa, que no es pequeña, y sí la mayor de todas, cual es el placer de salvar su vida, su fortuna y la de sus amigos''.

Sin embargo, Sócrates no contesta nada ante la ofensiva manera en que Hipias le habla. La discusión termina sin lograr una definición, pero con un viejo proverbio; las cosas bellas son difíciles.

Conclusión

No hay dudas que el viejo proverbio pronunciado por Sócrates, las cosas bellas son difíciles, es lo más cercano a lo bello que existe. En mi opinión, el diálogo refleja toda la ironía de Sócrates como también la irascibilidad de Hipias, al no poder encontrar una definición convincente. Me recuerda también la sensación de enojo de Sócrates reflejada en el libro Ion (o de la poesía). También se puede consultar el libro y análisis de Fedro (o de la belleza). 

Después de este libro nos aproximamos a los acontecimientos finales de la vida de Sócrates. Partiendo desde aquí, comienza El camino de la cicuta, el proceso más doloroso en la historia de la filosofía.

lunes, 6 de julio de 2015

Platón - Hipias menor (o de la mentira).

Uno de los personajes más arrogantes entre los sofistas es Hipias de Élide. El diálogo toma lugar después del discurso de un sofista que trataba sobre Aquiles y Odiseo. Los dos dialogantes discuten cuál de los dos héroes es mejor estableciendo quién miente y quién no. Luego, la conversación gira en torno al tema de lo voluntario y lo involuntario, y si estos dos conceptos pertenecen al bien o al mal. Ya hemos visto en otros diálogos de Platón cómo se defiende la postura que el bien es voluntario y el mal es involuntario. 

Hipias

Personajes:

- Sócrates
- Éudico
- Hipias

Aquiles y Odiseo

El contexto nos lleva a la finalización de un discurso realizado por Hipias sobre La Ilíada y La odisea, ambas, obras del autor griego Homero. Sócrates nos dice que la primera obra de Homero fue dedicada a Aquiles, mientras que la otra fue dedicada a Odiseo. ¿Cuál de estos dos fue mejor? pregunta Sócrates a Éudico quien nos dice que es seguro que Hipias puede responder a esa pregunta.

La respuesta de Hipias

Hipias con mucha seguridad responde que Homero había hecho a Aquiles el más valientesimple y veraz, a Néstor el más sabio y a Odiseo el más astuto.

  • Aquiles: Valiente, simple y veraz
  • Néstor: Sabio
  • Odiseo Astuto


Sócrates se ríe de Hipias al decir esto y le pide que reafirme lo que dice. Hipias le vuelve a decir lo que pensaba de estos 3 personajes y además, agrega una cita de la misma:

''¡Laertíada, del linaje de Zeus! ¡Odiseo, fecundo en recursos! Preciso es que os manifieste lo que pienso hacer para que dejéis de importunarme unos por un lado y otros por el opuesto. Me es tan odioso como las puertas del Hades quien piensa una cosa y manifiesta otra. Diré, pues lo que me parece mejor''.
- Homero, La Ilíada, Canto IX, Embajada de Aquiles. Súplicas. Verso 307. 

Aquí vemos, según Hipias, que Aquiles dirige éstas palabras a Odiseo. Podemos ver en la frase ''Me es tan odioso como las puertas del Hades quien piensa una cosa y manifiesta otra''. lo que Hipias decía sobre Odiseo, astuto.

Sócrates inmediatamente entiende que Hipias llama astuto a ''quien piensa una cosa y manifiesta otra'', es decir, para Hipias un astuto es igual que un mentiroso. 

El mentiroso

Luego de esto, Sócrates se muestra un poco dudoso y comienza el diálogo con Hipias. El sofista asegura que los mentirosos son capaces de engañar a cualquier hombre y no solo eso, afirma también que son muy inteligentes a la hora de planear sus mentiras. Y si son inteligentes significa que también saben lo que hacen. 

Mentiroso:
  • Capaz
  • Inteligente
  • Sabe lo que hace
  • Es veraz, ya que para mentir tiene que saber

Lo que pasa ahora es una pequeña contradicción. Si los mentirosos son inteligentes y saben lo que hacen, entonces los ignorantes, que no saben lo que hacen, no podrían ser mentirosos. Tengamos en cuenta que Hipias fue un muy destacado matemático en la Antigua Grecia, y siguiendo ésta lógica, podríamos decir que como Hipias es capazinteligente y sabe lo que hace respecto a las matemáticas, puede ser un potencial mentiroso en estas materias. Por otro lado, tampoco el sabio está exento de la verdad; por lo tanto, puede tanto mentir como decir la verdad, pero el ignorante solo puede decir la verdad.

Así, Hipias quedaría como un mentiroso si consideramos que es astuto y sabio en todas las materias que dice ser. De hecho, Sócrates le dice que él fue quien invento la mnemotecnia, el arte de recordar las cosas. 

¿Aquiles mejor que Odiseo?

Finalmente, queda demostrado que si bien Odiseo es mentiroso porque es astuto, Aquiles también lo sería puesto que es veraz y los veraces también saben mentir. 

Hipias le reclama a Sócrates que siempre se guía por este tipo de razonamientos. Hipias, tal vez un poco enfadado, insiste en que Odiseo es mejor que Aquiles y piensa demostrarlo. 

Sócrates dice que Aquiles miente casi tan igual que Odiseo, a lo que Hipias responde que Aquiles no lo hacía premeditadamente, sino que involuntariamente, al contrario de Odiseo quien sí lo hace de manera voluntaria. Sin embargo, Sócrates insiste en que Aquiles miente y cita un verso de la Ilíada:

''No me ocuparé en la cruenta guerra hasta que el hijo del aguerrido Príamo Héctor divino, llegue matando argivos a las tiendas y naves de los mirmidones y las incendie. Creo que Héctor, aunque esté enardecido, se abstendrá de combatir tan pronto como se acerque a mi tienda y a mi negra nave''.

A esto, Hipias dice que Aquiles dice estas palabras a Odiseo sólo porque se dejo llevar por el momento. 

El bien y el mal; lo voluntario y lo involuntario 

Hipias sigue insistiendo que Odiseo es mejor que Aquiles. Sócrates le dice que si fuera así, entonces, los que mienten voluntariamente como Odiseo, son mejores (no olvidemos que se dijo que los mentirosos son inteligentes, por eso serían mejores que los que no mienten). Hipias está en total desacuerdo argumentando que no es posible que los que mienten deliberadamente sean mejores que los que lo hacen sin intención.

Lo voluntario es lo bueno

Sócrates admite no tener solución para esta intrincada reflexión, pero pide a Éudico que Hipias continúe con la discusión. 

Para continuar, se exponen algunos razonamientos a favor de lo voluntario: 
  • En las carreras es mejor un corredor que corre despacio voluntariamente, que involuntariamente.
  • En las luchas es mejor el luchador  que cae voluntariamente que involuntariamente.
  • En la apariencia, lo mejor es que el cuerpo sea feo de manera voluntaria que involuntaria (porque si fuera involuntaria, se debería a una imperfección del cuerpo).
  • En el canto es mejor la desentonación voluntaria que involuntaria.
Como último ejemplo:
  • El alma cuando hace injusticia lo hace voluntariamente, mientras que hace justicia voluntariamente.

Así, quedaría establecido que el hombre que comete errores e injusticias voluntariamente, es un hombre bueno. Naturalmente, ni Hipias ni Sócrates pueden aceptar ésta resolución, pero más no pueden continuar y lo terminan hasta aquí. 


Conclusión

Como dijimos en la introducción, el bien es considerado como algo voluntario. Sin embargo, como todos los diálogos de juventud, la definición no es alcanzada, quedando a juicio del lector la definición que en este caso era la mentira (aunque más que la mentira yo hubiera dicho que se trata de lo voluntario y lo involuntario). Un libro bastante corto, y muy difícil de conseguir puesto que en mi país estos libros no se ven mucho.  

Platón - Eutidemo (o el disputador).

Sin duda este sí que es un libro interesante por su portada. Hemos visto en libros anteriores de Platón, que la discusión, la conversación o la dialéctica, han sido fundamentales para tratar de llegar a las definiciones establecidas en cada libro. A través de ellas, hemos conocido la labor de los sofistas y cómo estos tratan de zafarse de las astutas interrogantes de Sócrates. En este libro se demuestra el concepto clave ya abordado en otros libros como Gorgias o Ion llamado ''Erística'' o el arte de la disputa. Alrededor de esta técnica discursiva, el Eutidemo nos muestra una burlesca concepción de lo que realmente es el arte de la Erística.

Definiciones:

(1) Talento: Moneda de la Antigua Grecia. 

Referencias:

(1) Yolao era el compañero inseparable de Hércules.
(2) Gerion era un monstruo de tres cuerpos y Briareo era un gigante de 100 brazos.

Eutidemo

Personajes:

- Sócrates
- Eutidemo
- Critón
- Dionisodoro 
- Clinias 
- Ctésipo

Recordando la disputa 

Critón al encontrarse con Sócrates le pregunta con quién estaba sosteniendo una disputa el otro día. Sócrates le contestó que estaba con Eutidemo y con su hermano Dionisodoro. Se les describe como ''nuevos sofistas'' que son capaces de hablar de toda clase de luchas. 

Exhortación a Clinias

Sócrates se dispone a relatar la disputa que hubo entre estos dos sofistas y además de la presencia de Clinias y Ctésipo. Los hermanos aseguraban enseñar la virtud mejor que cualquier otra persona; Sócrates impresionado e incrédulo de dichas afirmaciones, quiere descubrir más allá y les pide que demuestren cómo enseñan ellos la virtud.  

Para comenzar el diálogo, Sócrates exhorta a los hermanos a que convenzan a Clinias de seguir el estudio de la filosofía y la virtud. Estos aceptan siempre y cuando Clinias esté dispuesto a responder a cada pregunta. 

Los sabios y los ignorantes

Primero caso: Los ignorantes aprenden

La primera pregunta de los hermanos tenía relación con el aprendizaje entre los sabios y los ignorantes. Clinias responde tímidamente que son los sabios quienes aprenden, pero luego Eutidemo le dice que si los maestros enseñan a  los ignorantes, entonces los ignorantes también aprenden y no solo los sabios. Por lo tanto, Clinias parece haber respondido mal a las palabras de Eutidemo, pero la discusión continua...

Segundo caso: No se debe aprender lo que ya se sabe.

Luego le preguntan si sabe las letras del abecedario y si las puede recitar. Este dice que si, y que además está aprendiendo a recitar las letras en una oración. De esta forma, Clinias estaría aceptando aprender lo que ya sabe, lo cual no sería lógico.

Clinias es ridiculizado con cada respuesta que le da a los sofistas, quienes afirman que son los ignorantes los que aprenden y no los sabios. Pero ahora es Sócrates quien se compadece de Clinias  y acude a su ayuda.

La ayuda de Sócrates

Sócrates nos dice que Clinias ha ignorado ciertas cosas en las preguntas realizadas por los sofistas. En el primer ejemplo, es claro que aprender significa ''adquirir un conocimiento''. Y en el segundo, que en vez de aprender, el caso es que más que aprender se comprende (o recuerda) lo ya aprendido. 

Los bienes materiales

Cambiando el tema, Sócrates propone la siguiente pregunta ¿Hay quién no desee vivir dichosamente? Una pregunta ridícula según el filósofo, pero que plantea otra inmediatamente, ¿Qué es el bien?

Clinias responde a que hay muchas cosas consideradas como bienes tales como la templanza, la fortaleza o la justicia, y por supuesto, la sabiduría entre ellas. Además, también se contarían los bienes materiales. Sócrates añade uno más el cual sería ''el éxito en todas las tareas realizadas''. Sin embargo, los dos se dan cuenta que esto sería una redundancia, ya que la sabiduría también logra sus objetivos. Entonces queda la sabiduría establecida como dicho éxito. 

Los bienes materiales

¿Qué podríamos decir de los bienes materiales? ¿Se puede ser feliz siempre y cuando estos bienes sean de utilidad o sin utilidad? Clinias responde afirmativamente que para tener una vida dichosa, necesitamos que los bienes nos sean útiles. ¿De qué serviría comprar vino, cuando quién compra no lo bebe? ¿De qué le serviría al carpintero tener muchas herramientas si no las usa?

Si estas preguntas son contestadas ¿De qué serviría tener ''bienes materiales'' si no se usan? No solo es bueno tener los bienes materiales, sino también saber cómo usarlos. Es por esto que Sócrates añade junto a la posesión de bienes, la sabiduría y la prudencia. Por lo tanto, la única forma de utilizar bien los bienes es por medio de la ciencia.

Los bienes no son ni buenos ni malos, todo depende de las personas que lo utilicen. Si es utilizado por ignorantes, los bienes no serán de mucho provecho; si los bienes son utilizados por sabios, entonces si serán de mucho provecho. 

La intervención de los hermanos

La respuesta de Clinias es inmediata e irreflexiva: ''creo que la sabiduría puede enseñarse''. Sócrates pide entonces a Eutidemo y Dionisodoro que hagan al joven Clinias más sabio de lo que ahora es, y así comienzan ellos:

Dionisodoro: No se puede cambiar 

Al oír esto, Dionisodoro le dice a la audiencia y al mismo Sócrates, que es muy cruel de su parte querer cambiar a Clinias, ya que para eso deberían matarlo y así cambiarlo. Ctésipo interrumpe inmediatamente diciendo que es una falsedad lo que Dionisodoro declara: querer matar a Clinias para cambiarlo. A la interrupción de Ctésipo, Eutidemo arremete con una pregunta para él. 

Eutidemo: No se puede mentir

¿Se puede mentir realmente? Eutidemo nos demuestra con el ejemplo de Dionisodoro, que es imposible que su hermano haya dicho una mentira. 

Dionisodoro no estaba más que diciendo la verdad, puesto que la mentira sería hablar de lo que no existe. Y Dionisodoro habló de lo que sí existe; por lo tanto, no estaría mintiendo.

Eutidemo: Los hombres de bien dicen mal

Ctésipo reclama a Eutidemo que Dionisodoro no está diciendo las cosas como son, pero Dionisodoro le reclama inmediatamente si son las personas buenas las que hablan del bien y las malas del mal y Ctésipo responde afirmativamente. 

Luego, Dionisodoro establece a siguiente premisa el bien es el bien y el mal es el mal. Si esto es así, entonces las buenas personas de las que hablaba Dionisodoro hablarían bien del bien, pero hablarían mal del mal, puesto que hablan de las cosas tal como son. Así los hombres buenos hablarían mal de los hombres malos, como también hablarían bruscamente de los hombres bruscos.

Dionisodoro: La contradicción no existe

Después de toda la discusión anterior, Sócrates tranquiliza a Ctésipo diciendo que no se deje abrumar por las cosas dichas por los hermanos. Luego, los dialogantes acuerdan en hablar de otros temas, uno de ellos es la contradicción.

Dionisodoro nos dice que la contradicción no puede existir si todos hablamos cosas que existen. De este modo, ningún hombre podría estar equivocado. 

No obstante, Sócrates, sorprendido además del razonamiento,  interroga a Dionisodoro y lo incita a afirmar si él cree que no hay hombres que sean ignorantes. 

Sócrates: Objeción a los hermanos

Sócrates, cansado de el juego de palabras de los sofistas, se dispone a responder las preguntas del sofista Dionisodoro y aclarar de una vez por todas qué quieren decir los sofistas con dichos juegos de palabras. 

El sofista pregunta si las cosas animadas quieren decir algo, a lo que Sócrates responde afirmativamente. Cuando Dionisodoro le pregunta si las palabras son animadas y Sócrates responde que no, el ingenioso Dionisodoro le pregunta ¿por qué entonces me preguntas que quieren decir mis palabras?

Atribuyéndose ignorancia, Sócrates le dice que es perfectamente posible, siendo él quien quiere aprender, haya atribuido animación a las palabras. De esta manera, si Dionisodoro nos dice que Sócrates no se ha engañado, entonces el sofista no estaría argumentando bien; por otro lado, si Dionisodoro nos dice que Sócrates sí se ha engañado, entonces la ignorancia sí existiría

Ante esto, pareciera ser que los sofistas guardaron silencio porque Sócrates comenzó a hablar con Clinias sobre la ciencia. Habían quedado en que adquirir un bien es inútil si este no viene acompañado de cómo se debe usarlo. Además, añaden que más importante aún es construir ese bien material más que meramente usarlo. 

El alma

Critón le pregunta a Sócrates si es verdad que Clinias pronunció esas palabras, pero Sócrates no estaba seguro de que fuera así. Por lo demás, Sócrates parece haber olvidado la conclusión de tal discusión y le explica a Critón una de las cosas que habían acordado: la política y el arte de reinar son una misma cosa. 

¿Cómo se llegó a dicha conclusión? pues el arte militar, por ejemplo, se debe someter a las directrices de la política, así como todas las cosas que se encuentran en una ciudad. Además, la política es la responsable de la felicidad pública. 

La obra de la política, de acuerdo con Sócrates y Clinias, es la libertad, la riqueza y la unión de los ciudadanos. No olvidemos que estos bienes no son ni malos ni buenos por sí mismos, por lo tanto, la política debe manejar estos bienes y hacer que los ciudadanos sean felices y dichosos a través de éste manejo. Ahora, si la política hace hombres virtuosos ¿para qué sirven estos hombres virtuosos? 

Eutidemo lo sabe todo

Eutidemo se cree capaz de responder a la pregunta de Sócrates y comienza de esta manera. El sofista trata de atrapar a Sócrates en una pregunta sin solución. Sócrates nos dice que es sabio en algunas cosas e ignorante en otras, a lo que Eutidemo dice que si es así, Sócrates estaría cayendo en una contradicción porque, según Eutidemo, no se puede ser dos cosas al mismo tiempo: sabio e ignorante.

Por lo tanto, Eutidemo nos dice que por solamente por saber una cosa, se sabe todas las demás, a lo que Sócrates comienza a dar una serie de preguntas sobre las cosas que Eutidemo sabe; por ejemplo, que sabe de carpintería, calzado, los números de los astros, los granos de arena, etc. 

Ctésipo, tratando de tomar parte del diálogo, quiso atrapar a Dionisodoro preguntándole cuántos dientes tiene Eutidemo y si Eutidemo sabía cuantos tiene Dionisodoro. Ninguno de los dos pudo responder concretamente a Ctésipo. Finalmente, Eutidemo nos dice que sabe todas las ciencias y que incluso las ha sabido desde el momento de nacer. 

El alma lo sabe todo

Para demostrar que lo sabe todo, Eutidemo recurre al alma. El sofista nos explica que todo lo sabemos a través del alma y que esta es siempre la que sabe. Pongamos atención a que si se dice que el alma lo sabe todo, es TODO sin ninguna excepción. Contestando a la pregunta de si conocemos siempre, si siempre tenemos el alma, entonces siempre sabemos. 

Sin embargo, para derribar la demostración de Eutidemo, Sócrates le pregunta:

''¿Cómo es posible que yo sostenga que sé que los hombres de bien son injustos?''

Eutidemo no sabe como responder y en su lugar responde equivocadamente, su hermano Dionisodoro diciendo: ''Eso no lo has aprendido'' a lo que Eutidemo le dijo molesto: ''¡Tú todo lo hechas a perder!''. 

Sócrates al presenciar esto, le preguntó a Eutidemo ¿Cómo es posible que Dionisodoro contestara tan mal si supuestamente sabe todas las cosas? Los dos hermanos no pueden contestar a esto. 


Eutidemo y Dionisodoro atacan a Ctésipo

Eutidemo alegaba que Sócrates escapaba del tema haciendo otras preguntas que no iban al caso, Sócrates se declaraba inocente en esto, ya que no era tan fuerte como Hércules y ni aunque lo fuera, ni siquiera con la ayuda de Yolao(1) habría podido ser mejor.  

Dionisodoro aprovecha esta oportunidad para decirle a Sócrates si es más sobrino de Hércules que Yolao, Sócrates respondió que no porque su hermano de madre Patroclo no era su padre, sino Ificles. Dionisodoro le dice que Patroclo sería su hermano pero que a la vez no porque Patroclo no es su hermano en parte de padre (El padre de Patroclo es Queredemo), puesto que el padre de Sócrates es Sofronisco.  

Aquí ocurriría una confusión porque Patroclo es hermano de Sócrates, pero sus padres son distintos. Entonces, Dionisodoro, tratando de acorralar a Sócrates, le dice que Queredemo sería su padre y a la vez no lo sería. 

Ctésipo entra en la conversación diciendo si el padre de Eutidemo era también su padre. El sofista responde que sí y no solo eso, sino que además, su padre era padre de todos los hombres incluido los animales; si es así, Eutidemo tiene por hermanos a todos los animales. 

El padre de Ctésipo es un perro

Continuando con quién es el padre de quién, Dionisodoro le dice a Ctésipo una curiosa frase en cuanto al perro que este tiene.

Dionisodoro: 

- ¿Tu perro es padre de los perritos?

Ctésipo:

- Sí, yo mismo lo he visto cubrir la perra. 

Dionisodoro:

- ¿Es tuyo el perro?

Ctésipo:

- Sí.

Dionisodoro

- El perro es padre y tuyo, luego es tu padre, y por lo tanto eres hermano de los perritos.  


Podemos ver que la palabra ''tuyo'' es un pronombre posesivo en segunda persona, es por esto que Dionisodoro dice que el perro sería su padre. El sofisma se compone así:
  • El perro es padre
  • El perro es tuyo
  • Por lo tanto, el perro es tu padre


Rápidamente, Dionisodoro le dice a Ctésipo si castiga a su perro, a lo que éste responde que si y luego Dionisodoro le pregunta si castiga a su padre (puesto que quedó establecido que su padre era su perro). 

Llevar todas las cosas posibles

Luego, Eutidemo le pregunta a Ctésipo si es bueno tener la mayor cantidad de bienes, éste le responde que sí. Si un enfermo necesita de un medicamento, siempre será mejor que beba todo lo posible de éste para recuperarse. Lo mismo en la guerra, será mejor ir equipado con todas las armas posibles. Ctésipo contesta afirmativamente, pero luego le pregunta a Eutidemo si el aceptaría llevar solo una espada y un escudo, éste dice que sí. Pero ¿qué pasaría en el caso de Gerion y Briareo(2)? Eutidemo calla. 


Es mejor llevar oro en el cuerpo

Dionisodoro entra nuevamente complementando la discusión anterior de Eutidemo, preguntando a Ctésipo si no es bueno llevar todos los bienes posibles, éste responde que si. Dionisodoro, hábilmente, le dice si el oro es un bien y naturalmente Ctésipo responde que sí, a lo que Dionisodoro dice:

-Debe tenerse siempre y  por siempre oro, y por lo tanto, ¿será muy dichoso el que tenga tres talentos(1) de oro en el cuerpo, un talento en la cabeza y dos pesos de oro en los ojos?

A lo que se refiere Dionisodoro, es que sería beneficioso tener oro dentro del cuerpo o como ojos, ya que estos son bienes. Ctésipo responde que en efecto, los Escitas eran famosos por  tener más oro en sus cráneos. 

Los trajes ven

Eutidemo aprovecha la oportunidad para preguntar a Ctésipo si los Escitas, o cualquier otro hombre, ve lo que ve o lo que no ve. Ctésipo dicen que ven, pero cuando Eutidemo le pregunta si el mismo Ctésipo puede ver sus trajes, entonces éste le dice que sus trajes pueden ver porque son susceptibles de vista. 

Hablar callado

Nuevamente, Dionisodoro aprovecha la oportunidad para pasar a otro tema y preguntar sobre otras cosas. Esta vez se trata sobre la imposibilidad de hablar callando. Lo que se quiere decir aquí es que se puede hablar callando si uno habla sobre cosas que callan (por ejemplo, piedras, maderas, hierros).

Ctésipo es llevado a afirmar que las cosas pueden hablar y a la vez no pueden, pero Ctésipo no se ve convencido de la afirmación de Dionisodoro e incluso se ríe de él. 

Lo bello

Luego de que Ctésipo se riera de la respuesta de Dionisodoro, Sócrates es interrogado por el sofista sobre lo bello. Le pregunta si Sócrates ha visto lo bello y si esto que ha visto es idéntico o diferente a lo bello. Naturalmente, Sócrates responde que son diferentes de lo bello en sí, pero que cada una tiene su belleza. Dionisodoro quiere que Sócrates admita que la belleza puede ser fea también, sin embargo, Sócrates le establece la diferencia entre ''lo diferente y lo semejante'' Lo bello siempre será semejante con lo bello y diferente de lo feo. 

¡Matar al carnicero!

El siguiente es un juego de palabras propuesto por Dionisodoro. Este juego trata sobre las profesiones y lo bien que deben de obrar. 

Dionisodoro: 
  • ¿Así que tú sabes, dijo, lo que conviene a cada artesano? Por ejemplo, ¿a quién conviene forjar?, ¿lo sabes? 

Sócrates: 
  • Sí, claro, al herrero. 

Dionisodoro: 

  • ¿Y modelar la arcilla? 

Sócrates: 
  • Al alfarero. 


Dionisodoro: 

  • ¿Y degollar, desollar y cortar la carne en trozos pequeños para hervirla y asarla? 

Sócrates: 
  • Al cocinero. 


Dionisodoro: 

  • ¿Y si uno hace lo que conviene -dijo-, obrará bien? 

Sócrates: 
  • Muy bien. 

Dionisodoro: 
  • ¿Entonces, como dijiste, conviene cortar y desollar al carnicero? ¿No has admitido eso? 

Sócrates: 
  • ¡Ay de mi! sí, perdóname. 

Dionisodoro: 
  • Es evidente, pues -continuó-, que si uno degüella al cocinero, lo corta en trozos, lo hace hervir y asar, hace lo que conviene y si uno forja al herrero y modela en arcilla al alfarero, también hará lo que conviene


Los dioses le pertenecen a Sócrates 

Siguiendo con más razonamientos sofísticos, Sócrates cae en uno de los cuantos de Dionisodoro, esta vez en cuanto a los dioses. Lo que primero afirma Sócrates es que es dueño de sus animales y que cada animal tiene alma. Luego se le pregunta sobre los dioses diciendo que cada ateniense tiene un Dios. Dionisodoro le dice a Sócrates que esos dioses le pertenecen a él, ya que los dioses tienen alma y por lo tanto, serían animales.

El sofisma sería así:
  • Sócrates es dueño de sus animales que tienen alma
  • Los dioses tienen alma
  • Sócrates es dueño de los dioses
Para finalizar, Dionisodoro le dice a Sócrates que sería posible vender a los dioses puesto que son suyos. Frente a esta declaración, Sócrates calló. 

Saliendo de la discusión

Sócrates sale de la discusión declarando admiración y a al vez un tanto de ironía a Eutidemo y Dionisodoro. Critón le contaba a Sócrates que se había encontrado con un hombre que estaba en esa discusión y que expresó su descontento contra Eutidemo y Dionisodoro. Finalmente, Critón le da la razón a Sócrates y muestra su preocupación en cuanto a sus hijos porque ve que todos estos llamados ''sabios'' no son más que hombres ridículos. Sócrates le dice que no mire a los hombres y que más bien mire a la filosofía. Que no se indigne de la filosofía por culpa de los hombres.

Conclusión 

Un libro bastante corto y que explica un poco más la labor que tenían los sofistas. Como pudimos ver, los razonamientos eran más bien básicos y fácilmente refutables; como bien los describe Sócrates, estos no son más que juegos de palabras que en apariencia parecen irrefutables, pero en esencia, no son más que un juego de niños. Será Aristóteles quien refutará todas estas cosas en su libro ''Tratados de lógica'' (o el Organón) en la sección de ''Refutaciones sofísticas''. 

Platón - Filebo (o del placer).

¿Es el placer un saber? ¿Es el saber un placer? Estas preguntas giran en torno a la siguiente discusión llevada a cabo por Filebo y Sócrates. Desde aquí veremos cómo Sócrates defiende la sabiduría como el aspecto más importante de la vida, frente a Filebo quien nos dice que, más bien, es el placer el aspecto más importante de la vida. En efecto, podemos preguntarnos ahora mismo ¿solamente es el placer lo que hace feliz al hombre? ¿Acaso no lo hace feliz el saber de las cosas que nos rodean? Todas estas preguntas tan controversiales las veremos aquí, en Filebo (o del placer).



FILEBO

Personajes:

- Sócrates
- Filebo
- Protarco

El bien para todos los seres animados

Pareciera ser que la conversación ya ha comenzado porque ésta comienza con la inmediata intervención de Sócrates preguntando a Protarco, con quién tomará parte en ésta discusión. 

Por una parte, Filebo dice que los mayores bienes para todos los seres son la alegría, el placer, el descanso y cosas por el estilo. En cambio, Sócrates piensa que los mayores bienes son la sabiduría, la memoria y la inteligencia. 

Para resolver este debate, Sócrates propone que entre estos dos, la sabiduría y el placer, exista un intermedio. Sin embargo, Filebo se muestra intransigente y no acepta que haya mayor bien que el placer.

El placer opuesto

Sócrates afirma que el placer tiene más de una forma. 

  • El hombre vicioso encuentra placer en el libertinaje.
  • El hombre moderado encuentra placer en la templanza o en la sabiduría.
Como podemos ver, estos deberían ser placeres opuestos, pero ¿cómo puede ser el placer opuesto a sí mismo? Sócrates nos dice que eso puede pasar en las figuras (los colores por ejemplo, difieren de sí mismos), pero en las especies todo puede suceder. Pueden ser tanto similares como diferentes.  

Protarco está de acuerdo con la explicación de Sócrates y se proponen resolver el problema, tratando a llegar a una conclusión unánime.

La unidad: los unos y los muchos

Tocan ahora un tema muy parecido al del libro Parménides, donde se trata el tema de la Unidad.

Si bien existen unos y muchos, siempre habrá una idea que prevalecerá entre esos ''muchos''. Protarco sigue sin entender mucho la idea de Sócrates, pero éste se la explica de la siguiente manera. 

Si alguien comenzara a hablar, los que lo rodean lo escucharán y además podrán escuchar su voz hacia el infinito (la podrá recordar y decirlas cuantas veces quiera). Pero lo que verdaderamente nos hace sabios, es captar cada propiedad de lo que se dijo (Letras, palabras, sonidos fonemas), no solo lo que dijo, sino las cosas que contiene lo que dijo. 

Lo mismo pasa con la música. Podemos escuchar infinidad de melodías cuando un instrumento es ejecutado, pero lo que contiene dicha melodía, es averiguar qué es la unidad. En efecto, la unidad se presenta en la esencia de las cosas. Sócrates llamara a la unidad ''género'' y a la pluralidad ''especies''. 

Tenemos por ejemplo que la sabiduría y el placer son una sola cosa, pero estas se pueden ver de formas múltiples (la sabiduría de cierta cosa y el placer hacia ciertas cosas).

El elemento intermedio

El placer o la sabiduría como bien

Ahora, Sócrates está decidido a establecer como el mayor bien a la sabiduría. Primero deja en claro algunas cosas:

  • El bien debe ser perfecto.
  • El bien es suficiente por sí mismo.
  • Y su alcance se logra a través del esfuerzo.
Cuando se le pregunta a Protarco si el estaría dispuesto a tener una vida llena de placer, el responde que sí. Sin embargo, si prefiere los placeres en vez de la sabiduría, no podría reflexionar, no podría recordar y por lo tanto, no podría recordar si disfrutó algo o no. Ni siquiera podría discernir si está disfrutando un placer en un instante u otro.

Pero, ¿podría ser que se prefiriera una vida llena de sabiduría y memoria despreciando los placeres? Por parte de Protarco, eso no sería posible, ni tampoco preferible.

Por lo tanto, una vida que contemple los dos aspectos de estos contrarios, sería la vida ideal que un hombre podría llevar. De todas maneras, no podríamos decir que una vida solo de sabiduría o solo de placeres fuera suficiente. De hecho, no son suficientes por sí mismas. Y como conclusión, en ninguna de ellas estaría el bien, puesto que el bien sí es suficiente por sí mismo.


El cuarto género

Hasta ahora, Sócrates ha mencionado tres tipos de género los cuales corresponden a la sabiduría, el placer y la mezcla de ambos. Sócrates quiere demostrar que hay aún un cuarto género, el cual tiene que ver con la causa de la mezcla entre los dos géneros (sabiduría y placer).

La naturaleza de lo finito y de lo infinito

Hay características de los seres que tienen una connotación infinita. Por ejemplo, podemos decir que hay personas que son grandes y pequeñas. Estos dos conceptos no tendrían límites, puesto que si los tuvieran, tendrían que dejar de ser lo que son. Lo mismo ocurre con el más y el menos, o lo fuerte y lo suave. Por otro lado, hay seres que participan de lo finito, como son la igualdad, la desigualdad y lo doble. 

Seres que participan del infinito:

  • Lo grande y lo pequeño.
  • Lo más y lo menos.
  • Lo fuerte y lo suave.
  • La belleza y la fuerza.
Todas estas cosas tienen un carácter indeterminado, ya que lo que puede ser grande para uno, para otro puede ser pequeño. 

Seres que participan de lo finito:

  • La igualdad.
  • La desigualdad.
  • Lo doble.
Estos conceptos son determinados debido a su naturaleza fija. 

Para generar un tercer género, debemos entender cómo se desprende cada cosa. Por ejemplo, las estaciones del año son una mezcla de lo finito y de lo infinito. 

Ambos seres (lo infinito y lo finito) participan recíprocamente. Pensemos en el placer en sí mismo (infinito) y en los tipos de placeres (infinitos) y lo mismo con la sabiduría. Siempre tendríamos uno y otro recíprocamente. 

La tercera especie

Sócrates nos dice que cosas como la belleza, la fuerza que pertenecen a nuestra salud, se ven limitadas siempre por lo finito. La diosa, al mirar a los hombres, imprimió la ley y el orden (caracteres finitos) y luego, les dio existencia, es decir, el tercer elemento sería la existencia. La causa productora de todos los seres, sería la cuarta especie.

¿A qué genero pertenece la sabiduría y el placer?

La sabiduría

Filebo nos dice que la vida del placer pertenece a la especie de las cosas infinitas. Sócrates acepta por mientras esta afirmación y se encuadra a resolver dónde pertenece la sabiduría. 

Esto puede clarificarse con lo que dice Sócrates, respecto a quién gobierna el universo. Éste por supuesto tendría que ser un sabio. En conclusión, la sabiduría estaría ligada con el cuarto genero, es decir, el que genera a todas las especies. 


El placer

Antes de analizar a qué género pertenece el placer, Sócrates nos dice que primero es preciso analizar el dolor. Cuando un animal sufre un daño o una transformación, sufre lo que llamamos un dolor. Cuando este dolor se reconstruye, lo llamamos placer. Existe un intervalo de tiempo donde no existe ni dolor ni placer, pero Sócrates pasa por alto este estado (se ve más adelante en ''los 3 modos de vida''). 

Existen dos tipos de placeres de acuerdo con Sócrates. Uno está ligado con el cuerpo y el otro con el alma. Entre ellos está la memoria y Sócrates la intentará explicar a través de lo que se conoce por sentidos. 

Hay afecciones que se extinguen antes de llegar al alma y hay otras que llegan al alma a través del cuerpo. La segunda explicación cabe a lo que nosotros llamamos sensación. La memoria consistiría en el recuerdo de dicha sensación. 

Por otro lado, Sócrates analiza el deseo. Es común que los seres humanos tengamos sed y ésta nos haga desear una bebida para saciarla. Sin embargo, este deseo no parte del cuerpo, parte desde el alma. Es el alma quien desea y no el cuerpo.

Los placeres verdaderos y falsos 

Sócrates asegura que existen placeres que son verdaderos y otros falsos. En efecto, hay placeres que conocemos conscientemente y estos serían los verdaderos, pero hay unos que se experimentan inconscientemente como los placeres que provienen del sueños o de la locura, estos serían los falsos.

Y como son unos verdaderos y otros falsos, estos pertenecerían a la opinión, puesto que los placeres pertenecen al devenir. De aquí se desprende algo que ya se ha discutido en otros libros de Platón sobre la opinión y la sabiduría. La opinión sería devenir y la sabiduría esencia. Además, son los hombres malos los que se dejan llevar por la opinión el devenir; en cuanto a que el hombre sabio, siempre está la lado de la verdad y la sabiduría.

Los 3 modos de vida

Sócrates ahora vuelve a discutir el estado intermedio entre el placer y el dolor. Para esto, Sócrates menciona 3 objetos: uno de oro, uno de plata y otro que es ni lo ni lo otro. 

¿Es posible que lo que no es ni oro ni plata, sea lo uno o lo otro? Lógicamente esto no sería posible, por otra parte, hay gente que equivocadamente piensa que cuando no siente dolor, significa que tienen placer, cuando en realidad solamente se está exento de dolor. Por lo tanto, estas personas tiene una falsa opinión en cuanto a este tipo de dolencias. 

Conócete a ti mismo 

Hablando de como el dolor y el placer pueden encontrarse en otros sentimientos, Sócrates menciona la envidia, la cual es un sentimiento malo, como un cierto placer (en otras palabras, sería un placer mixto). Claro, el envidioso siente placer al ver que su prójimo cae en desgracia. 

Los que sienten envidia y cualquier placer que produzca contradicción, están actuando contrariamente a lo que dicen las palabras del oráculo de Delfos ''conócete a ti mismo''. Los que no se conocen a sí mismos estarían engañándose en 3 cosas fundamentales:

  1. Se creen más ricos de lo que son en realidad.
  2. Se creen más bellos de lo que son en realidad. 
  3. Se creen mejores de lo que son en realidad.

A esto Sócrates le llamará las 3 especies de la ignorancia. 

Los placeres puros

Así como existen placeres mezclados con el dolor, también existen placeres en sí mismos. Pensemos por ejemplo en un bello sonido, éste lo será no en relación con otra cosa, sino que es bello en sí mismo. 

Hay otros que están relacionados con los olores. Los olores que no tienen dolor ni placer son contrarios a los que decíamos previamente, puesto que estos no necesariamente tienen consigo placer. 

Por otra parte, tenemos los placeres con relación a la ciencia. En efecto, es posible observar que cuando se aprende alguna materia se experimente un tipo de placer. Este tipo de placer está exento de dolor y solamente se encuentra en algunas personas. 

Además, Sócrates y Protarco discuten la naturaleza de dichos placeres. Ponen como ejemplo la blancura, ya que esta por sí misma, no necesita ser grande o pequeña para ser pura, sino que solamente necesita estar exenta de cualquier mezcla. Mientras los esté así, será blancura pura y esto también se aplica a los placeres puros (deben estar exentos de dolor).

Lo que es en sí y lo que tiende a otra cosa

Sobre la base de lo anterior, se comienza a discutir sobre las cosas que son en sí y que tienen a otra cosa (en otras palabras, las cosas que existen y tienden a ser en otra cosa). 

Para entender esto Sócrates pone un ejemplo muy práctico. Supongamos que tenemos los materiales para construir un buque y un buque. El buque sería ''lo que es en sí'' y sus materiales ''lo que tiende a ser en otra cosa''.

En otros términos, ''lo que es en sí'' corresponde a lo que Sócrates llama ''el ser'' y lo que tiene a otra cosa corresponde a lo que él mismo llama ''fenómeno''. El placer sería un fenómeno porque no tiene existencia por sí mismo.

Las ciencias de las artes mecánicas y la educación

Las ciencias, dice Sócrates, se dividen en dos grandes ramas: las artes mecánicas y la educación (del alma y del cuerpo). Primero examinaremos las artes mecánicas.

Sócrates considera las artes prácticas como menos imprecisas dentro de la ciencia; por ejemplo, la música, que según Sócrates, está basada en fundaciones empíricas, más que en teóricas. Así, artes como la construcción o la arquitectura, sí participarían de la ciencia formal, ya que utilizan la geometría y la aritmética para lograr sus objetivos. 


Para concluir, Sócrates planta lo siguiente: como no se puede abarcar la idea del bien en una sola idea, y tampoco si pertenece a la sabiduría o al placer, se abarcará tomando en cuenta la belleza, la medida y la verdad.

  • La medida está más emparentada con la sabiduría que con el placer.
  • La verdad está más emparentada con la sabiduría que con el placer.
  • La belleza está más emparentada con la sabiduría que con el placer, puesto que si el placer de la belleza se toma en exageración, puede llevar al ridículo y a la deshonra de quien la acomete.  
De esta manera, vemos que Sócrates y Protarco llegan a una conclusión y posteriormente, ordenan las cosas que componen el bien de la siguiente manera

  1. Primer bien: la medida.
  2. Segundo bien: lo que se basta a sí mismo. 
  3. Tercer bien: la inteligencia y la sabiduría.
  4. Cuarto bien: las ciencias y las artes.
  5. Quinto bien: los placeres. 
Así, queda concluido que la sabiduría es mejor que los placeres en cuanto a al idea del bien, y que además la supera.

Conclusión

Ciertamente es un libro complejo, aunque desde el principio ya tenía una idea de que la sabiduría, estaba mejor posicionada que el placer. Claro, es Sócrates quien defiende a la sabiduría por sobre todas las cosas. No obstante, éste libro también comprende muchas cosas de las que se habían hablado anteriormente como la frase del oráculo de Delfos, la unidad vista en Parménides, lo infinito con lo finito, en fin. Si bien puede parecer superficial analizar el placer, el libro nos muestra una intrincada y compleja teoría sobre el placer.