lunes, 6 de julio de 2015

Platón - Eutidemo (o el disputador).

Sin duda este sí que es un libro interesante por su portada. Hemos visto en libros anteriores de Platón, que la discusión, la conversación o la dialéctica, han sido fundamentales para tratar de llegar a las definiciones establecidas en cada libro. A través de ellas, hemos conocido la labor de los sofistas y cómo estos tratan de zafarse de las astutas interrogantes de Sócrates. En este libro se demuestra el concepto clave ya abordado en otros libros como Gorgias o Ion llamado ''Erística'' o el arte de la disputa. Alrededor de esta técnica discursiva, el Eutidemo nos muestra una burlesca concepción de lo que realmente es el arte de la Erística.

Definiciones:

(1) Talento: Moneda de la Antigua Grecia. 

Referencias:

(1) Yolao era el compañero inseparable de Hércules.
(2) Gerion era un monstruo de tres cuerpos y Briareo era un gigante de 100 brazos.

Eutidemo

Personajes:

- Sócrates
- Eutidemo
- Critón
- Dionisodoro 
- Clinias 
- Ctésipo

Recordando la disputa 

Critón al encontrarse con Sócrates le pregunta con quién estaba sosteniendo una disputa el otro día. Sócrates le contestó que estaba con Eutidemo y con su hermano Dionisodoro. Se les describe como ''nuevos sofistas'' que son capaces de hablar de toda clase de luchas. 

Exhortación a Clinias

Sócrates se dispone a relatar la disputa que hubo entre estos dos sofistas y además de la presencia de Clinias y Ctésipo. Los hermanos aseguraban enseñar la virtud mejor que cualquier otra persona; Sócrates impresionado e incrédulo de dichas afirmaciones, quiere descubrir más allá y les pide que demuestren cómo enseñan ellos la virtud.  

Para comenzar el diálogo, Sócrates exhorta a los hermanos a que convenzan a Clinias de seguir el estudio de la filosofía y la virtud. Estos aceptan siempre y cuando Clinias esté dispuesto a responder a cada pregunta. 

Los sabios y los ignorantes

Primero caso: Los ignorantes aprenden

La primera pregunta de los hermanos tenía relación con el aprendizaje entre los sabios y los ignorantes. Clinias responde tímidamente que son los sabios quienes aprenden, pero luego Eutidemo le dice que si los maestros enseñan a  los ignorantes, entonces los ignorantes también aprenden y no solo los sabios. Por lo tanto, Clinias parece haber respondido mal a las palabras de Eutidemo, pero la discusión continua...

Segundo caso: No se debe aprender lo que ya se sabe.

Luego le preguntan si sabe las letras del abecedario y si las puede recitar. Este dice que si, y que además está aprendiendo a recitar las letras en una oración. De esta forma, Clinias estaría aceptando aprender lo que ya sabe, lo cual no sería lógico.

Clinias es ridiculizado con cada respuesta que le da a los sofistas, quienes afirman que son los ignorantes los que aprenden y no los sabios. Pero ahora es Sócrates quien se compadece de Clinias  y acude a su ayuda.

La ayuda de Sócrates

Sócrates nos dice que Clinias ha ignorado ciertas cosas en las preguntas realizadas por los sofistas. En el primer ejemplo, es claro que aprender significa ''adquirir un conocimiento''. Y en el segundo, que en vez de aprender, el caso es que más que aprender se comprende (o recuerda) lo ya aprendido. 

Los bienes materiales

Cambiando el tema, Sócrates propone la siguiente pregunta ¿Hay quién no desee vivir dichosamente? Una pregunta ridícula según el filósofo, pero que plantea otra inmediatamente, ¿Qué es el bien?

Clinias responde a que hay muchas cosas consideradas como bienes tales como la templanza, la fortaleza o la justicia, y por supuesto, la sabiduría entre ellas. Además, también se contarían los bienes materiales. Sócrates añade uno más el cual sería ''el éxito en todas las tareas realizadas''. Sin embargo, los dos se dan cuenta que esto sería una redundancia, ya que la sabiduría también logra sus objetivos. Entonces queda la sabiduría establecida como dicho éxito. 

Los bienes materiales

¿Qué podríamos decir de los bienes materiales? ¿Se puede ser feliz siempre y cuando estos bienes sean de utilidad o sin utilidad? Clinias responde afirmativamente que para tener una vida dichosa, necesitamos que los bienes nos sean útiles. ¿De qué serviría comprar vino, cuando quién compra no lo bebe? ¿De qué le serviría al carpintero tener muchas herramientas si no las usa?

Si estas preguntas son contestadas ¿De qué serviría tener ''bienes materiales'' si no se usan? No solo es bueno tener los bienes materiales, sino también saber cómo usarlos. Es por esto que Sócrates añade junto a la posesión de bienes, la sabiduría y la prudencia. Por lo tanto, la única forma de utilizar bien los bienes es por medio de la ciencia.

Los bienes no son ni buenos ni malos, todo depende de las personas que lo utilicen. Si es utilizado por ignorantes, los bienes no serán de mucho provecho; si los bienes son utilizados por sabios, entonces si serán de mucho provecho. 

La intervención de los hermanos

La respuesta de Clinias es inmediata e irreflexiva: ''creo que la sabiduría puede enseñarse''. Sócrates pide entonces a Eutidemo y Dionisodoro que hagan al joven Clinias más sabio de lo que ahora es, y así comienzan ellos:

Dionisodoro: No se puede cambiar 

Al oír esto, Dionisodoro le dice a la audiencia y al mismo Sócrates, que es muy cruel de su parte querer cambiar a Clinias, ya que para eso deberían matarlo y así cambiarlo. Ctésipo interrumpe inmediatamente diciendo que es una falsedad lo que Dionisodoro declara: querer matar a Clinias para cambiarlo. A la interrupción de Ctésipo, Eutidemo arremete con una pregunta para él. 

Eutidemo: No se puede mentir

¿Se puede mentir realmente? Eutidemo nos demuestra con el ejemplo de Dionisodoro, que es imposible que su hermano haya dicho una mentira. 

Dionisodoro no estaba más que diciendo la verdad, puesto que la mentira sería hablar de lo que no existe. Y Dionisodoro habló de lo que sí existe; por lo tanto, no estaría mintiendo.

Eutidemo: Los hombres de bien dicen mal

Ctésipo reclama a Eutidemo que Dionisodoro no está diciendo las cosas como son, pero Dionisodoro le reclama inmediatamente si son las personas buenas las que hablan del bien y las malas del mal y Ctésipo responde afirmativamente. 

Luego, Dionisodoro establece a siguiente premisa el bien es el bien y el mal es el mal. Si esto es así, entonces las buenas personas de las que hablaba Dionisodoro hablarían bien del bien, pero hablarían mal del mal, puesto que hablan de las cosas tal como son. Así los hombres buenos hablarían mal de los hombres malos, como también hablarían bruscamente de los hombres bruscos.

Dionisodoro: La contradicción no existe

Después de toda la discusión anterior, Sócrates tranquiliza a Ctésipo diciendo que no se deje abrumar por las cosas dichas por los hermanos. Luego, los dialogantes acuerdan en hablar de otros temas, uno de ellos es la contradicción.

Dionisodoro nos dice que la contradicción no puede existir si todos hablamos cosas que existen. De este modo, ningún hombre podría estar equivocado. 

No obstante, Sócrates, sorprendido además del razonamiento,  interroga a Dionisodoro y lo incita a afirmar si él cree que no hay hombres que sean ignorantes. 

Sócrates: Objeción a los hermanos

Sócrates, cansado de el juego de palabras de los sofistas, se dispone a responder las preguntas del sofista Dionisodoro y aclarar de una vez por todas qué quieren decir los sofistas con dichos juegos de palabras. 

El sofista pregunta si las cosas animadas quieren decir algo, a lo que Sócrates responde afirmativamente. Cuando Dionisodoro le pregunta si las palabras son animadas y Sócrates responde que no, el ingenioso Dionisodoro le pregunta ¿por qué entonces me preguntas que quieren decir mis palabras?

Atribuyéndose ignorancia, Sócrates le dice que es perfectamente posible, siendo él quien quiere aprender, haya atribuido animación a las palabras. De esta manera, si Dionisodoro nos dice que Sócrates no se ha engañado, entonces el sofista no estaría argumentando bien; por otro lado, si Dionisodoro nos dice que Sócrates sí se ha engañado, entonces la ignorancia sí existiría

Ante esto, pareciera ser que los sofistas guardaron silencio porque Sócrates comenzó a hablar con Clinias sobre la ciencia. Habían quedado en que adquirir un bien es inútil si este no viene acompañado de cómo se debe usarlo. Además, añaden que más importante aún es construir ese bien material más que meramente usarlo. 

El alma

Critón le pregunta a Sócrates si es verdad que Clinias pronunció esas palabras, pero Sócrates no estaba seguro de que fuera así. Por lo demás, Sócrates parece haber olvidado la conclusión de tal discusión y le explica a Critón una de las cosas que habían acordado: la política y el arte de reinar son una misma cosa. 

¿Cómo se llegó a dicha conclusión? pues el arte militar, por ejemplo, se debe someter a las directrices de la política, así como todas las cosas que se encuentran en una ciudad. Además, la política es la responsable de la felicidad pública. 

La obra de la política, de acuerdo con Sócrates y Clinias, es la libertad, la riqueza y la unión de los ciudadanos. No olvidemos que estos bienes no son ni malos ni buenos por sí mismos, por lo tanto, la política debe manejar estos bienes y hacer que los ciudadanos sean felices y dichosos a través de éste manejo. Ahora, si la política hace hombres virtuosos ¿para qué sirven estos hombres virtuosos? 

Eutidemo lo sabe todo

Eutidemo se cree capaz de responder a la pregunta de Sócrates y comienza de esta manera. El sofista trata de atrapar a Sócrates en una pregunta sin solución. Sócrates nos dice que es sabio en algunas cosas e ignorante en otras, a lo que Eutidemo dice que si es así, Sócrates estaría cayendo en una contradicción porque, según Eutidemo, no se puede ser dos cosas al mismo tiempo: sabio e ignorante.

Por lo tanto, Eutidemo nos dice que por solamente por saber una cosa, se sabe todas las demás, a lo que Sócrates comienza a dar una serie de preguntas sobre las cosas que Eutidemo sabe; por ejemplo, que sabe de carpintería, calzado, los números de los astros, los granos de arena, etc. 

Ctésipo, tratando de tomar parte del diálogo, quiso atrapar a Dionisodoro preguntándole cuántos dientes tiene Eutidemo y si Eutidemo sabía cuantos tiene Dionisodoro. Ninguno de los dos pudo responder concretamente a Ctésipo. Finalmente, Eutidemo nos dice que sabe todas las ciencias y que incluso las ha sabido desde el momento de nacer. 

El alma lo sabe todo

Para demostrar que lo sabe todo, Eutidemo recurre al alma. El sofista nos explica que todo lo sabemos a través del alma y que esta es siempre la que sabe. Pongamos atención a que si se dice que el alma lo sabe todo, es TODO sin ninguna excepción. Contestando a la pregunta de si conocemos siempre, si siempre tenemos el alma, entonces siempre sabemos. 

Sin embargo, para derribar la demostración de Eutidemo, Sócrates le pregunta:

''¿Cómo es posible que yo sostenga que sé que los hombres de bien son injustos?''

Eutidemo no sabe como responder y en su lugar responde equivocadamente, su hermano Dionisodoro diciendo: ''Eso no lo has aprendido'' a lo que Eutidemo le dijo molesto: ''¡Tú todo lo hechas a perder!''. 

Sócrates al presenciar esto, le preguntó a Eutidemo ¿Cómo es posible que Dionisodoro contestara tan mal si supuestamente sabe todas las cosas? Los dos hermanos no pueden contestar a esto. 


Eutidemo y Dionisodoro atacan a Ctésipo

Eutidemo alegaba que Sócrates escapaba del tema haciendo otras preguntas que no iban al caso, Sócrates se declaraba inocente en esto, ya que no era tan fuerte como Hércules y ni aunque lo fuera, ni siquiera con la ayuda de Yolao(1) habría podido ser mejor.  

Dionisodoro aprovecha esta oportunidad para decirle a Sócrates si es más sobrino de Hércules que Yolao, Sócrates respondió que no porque su hermano de madre Patroclo no era su padre, sino Ificles. Dionisodoro le dice que Patroclo sería su hermano pero que a la vez no porque Patroclo no es su hermano en parte de padre (El padre de Patroclo es Queredemo), puesto que el padre de Sócrates es Sofronisco.  

Aquí ocurriría una confusión porque Patroclo es hermano de Sócrates, pero sus padres son distintos. Entonces, Dionisodoro, tratando de acorralar a Sócrates, le dice que Queredemo sería su padre y a la vez no lo sería. 

Ctésipo entra en la conversación diciendo si el padre de Eutidemo era también su padre. El sofista responde que sí y no solo eso, sino que además, su padre era padre de todos los hombres incluido los animales; si es así, Eutidemo tiene por hermanos a todos los animales. 

El padre de Ctésipo es un perro

Continuando con quién es el padre de quién, Dionisodoro le dice a Ctésipo una curiosa frase en cuanto al perro que este tiene.

Dionisodoro: 

- ¿Tu perro es padre de los perritos?

Ctésipo:

- Sí, yo mismo lo he visto cubrir la perra. 

Dionisodoro:

- ¿Es tuyo el perro?

Ctésipo:

- Sí.

Dionisodoro

- El perro es padre y tuyo, luego es tu padre, y por lo tanto eres hermano de los perritos.  


Podemos ver que la palabra ''tuyo'' es un pronombre posesivo en segunda persona, es por esto que Dionisodoro dice que el perro sería su padre. El sofisma se compone así:
  • El perro es padre
  • El perro es tuyo
  • Por lo tanto, el perro es tu padre


Rápidamente, Dionisodoro le dice a Ctésipo si castiga a su perro, a lo que éste responde que si y luego Dionisodoro le pregunta si castiga a su padre (puesto que quedó establecido que su padre era su perro). 

Llevar todas las cosas posibles

Luego, Eutidemo le pregunta a Ctésipo si es bueno tener la mayor cantidad de bienes, éste le responde que sí. Si un enfermo necesita de un medicamento, siempre será mejor que beba todo lo posible de éste para recuperarse. Lo mismo en la guerra, será mejor ir equipado con todas las armas posibles. Ctésipo contesta afirmativamente, pero luego le pregunta a Eutidemo si el aceptaría llevar solo una espada y un escudo, éste dice que sí. Pero ¿qué pasaría en el caso de Gerion y Briareo(2)? Eutidemo calla. 


Es mejor llevar oro en el cuerpo

Dionisodoro entra nuevamente complementando la discusión anterior de Eutidemo, preguntando a Ctésipo si no es bueno llevar todos los bienes posibles, éste responde que si. Dionisodoro, hábilmente, le dice si el oro es un bien y naturalmente Ctésipo responde que sí, a lo que Dionisodoro dice:

-Debe tenerse siempre y  por siempre oro, y por lo tanto, ¿será muy dichoso el que tenga tres talentos(1) de oro en el cuerpo, un talento en la cabeza y dos pesos de oro en los ojos?

A lo que se refiere Dionisodoro, es que sería beneficioso tener oro dentro del cuerpo o como ojos, ya que estos son bienes. Ctésipo responde que en efecto, los Escitas eran famosos por  tener más oro en sus cráneos. 

Los trajes ven

Eutidemo aprovecha la oportunidad para preguntar a Ctésipo si los Escitas, o cualquier otro hombre, ve lo que ve o lo que no ve. Ctésipo dicen que ven, pero cuando Eutidemo le pregunta si el mismo Ctésipo puede ver sus trajes, entonces éste le dice que sus trajes pueden ver porque son susceptibles de vista. 

Hablar callado

Nuevamente, Dionisodoro aprovecha la oportunidad para pasar a otro tema y preguntar sobre otras cosas. Esta vez se trata sobre la imposibilidad de hablar callando. Lo que se quiere decir aquí es que se puede hablar callando si uno habla sobre cosas que callan (por ejemplo, piedras, maderas, hierros).

Ctésipo es llevado a afirmar que las cosas pueden hablar y a la vez no pueden, pero Ctésipo no se ve convencido de la afirmación de Dionisodoro e incluso se ríe de él. 

Lo bello

Luego de que Ctésipo se riera de la respuesta de Dionisodoro, Sócrates es interrogado por el sofista sobre lo bello. Le pregunta si Sócrates ha visto lo bello y si esto que ha visto es idéntico o diferente a lo bello. Naturalmente, Sócrates responde que son diferentes de lo bello en sí, pero que cada una tiene su belleza. Dionisodoro quiere que Sócrates admita que la belleza puede ser fea también, sin embargo, Sócrates le establece la diferencia entre ''lo diferente y lo semejante'' Lo bello siempre será semejante con lo bello y diferente de lo feo. 

¡Matar al carnicero!

El siguiente es un juego de palabras propuesto por Dionisodoro. Este juego trata sobre las profesiones y lo bien que deben de obrar. 

Dionisodoro: 
  • ¿Así que tú sabes, dijo, lo que conviene a cada artesano? Por ejemplo, ¿a quién conviene forjar?, ¿lo sabes? 

Sócrates: 
  • Sí, claro, al herrero. 

Dionisodoro: 

  • ¿Y modelar la arcilla? 

Sócrates: 
  • Al alfarero. 


Dionisodoro: 

  • ¿Y degollar, desollar y cortar la carne en trozos pequeños para hervirla y asarla? 

Sócrates: 
  • Al cocinero. 


Dionisodoro: 

  • ¿Y si uno hace lo que conviene -dijo-, obrará bien? 

Sócrates: 
  • Muy bien. 

Dionisodoro: 
  • ¿Entonces, como dijiste, conviene cortar y desollar al carnicero? ¿No has admitido eso? 

Sócrates: 
  • ¡Ay de mi! sí, perdóname. 

Dionisodoro: 
  • Es evidente, pues -continuó-, que si uno degüella al cocinero, lo corta en trozos, lo hace hervir y asar, hace lo que conviene y si uno forja al herrero y modela en arcilla al alfarero, también hará lo que conviene


Los dioses le pertenecen a Sócrates 

Siguiendo con más razonamientos sofísticos, Sócrates cae en uno de los cuantos de Dionisodoro, esta vez en cuanto a los dioses. Lo que primero afirma Sócrates es que es dueño de sus animales y que cada animal tiene alma. Luego se le pregunta sobre los dioses diciendo que cada ateniense tiene un Dios. Dionisodoro le dice a Sócrates que esos dioses le pertenecen a él, ya que los dioses tienen alma y por lo tanto, serían animales.

El sofisma sería así:
  • Sócrates es dueño de sus animales que tienen alma
  • Los dioses tienen alma
  • Sócrates es dueño de los dioses
Para finalizar, Dionisodoro le dice a Sócrates que sería posible vender a los dioses puesto que son suyos. Frente a esta declaración, Sócrates calló. 

Saliendo de la discusión

Sócrates sale de la discusión declarando admiración y a al vez un tanto de ironía a Eutidemo y Dionisodoro. Critón le contaba a Sócrates que se había encontrado con un hombre que estaba en esa discusión y que expresó su descontento contra Eutidemo y Dionisodoro. Finalmente, Critón le da la razón a Sócrates y muestra su preocupación en cuanto a sus hijos porque ve que todos estos llamados ''sabios'' no son más que hombres ridículos. Sócrates le dice que no mire a los hombres y que más bien mire a la filosofía. Que no se indigne de la filosofía por culpa de los hombres.

Conclusión 

Un libro bastante corto y que explica un poco más la labor que tenían los sofistas. Como pudimos ver, los razonamientos eran más bien básicos y fácilmente refutables; como bien los describe Sócrates, estos no son más que juegos de palabras que en apariencia parecen irrefutables, pero en esencia, no son más que un juego de niños. Será Aristóteles quien refutará todas estas cosas en su libro ''Tratados de lógica'' (o el Organón) en la sección de ''Refutaciones sofísticas''. 

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