Obra maestra del pensamiento árabe medieval, escrita por Abentofail, emerge como un faro luminoso en el vasto océano de la literatura filosófica. Esta novela, considerada la primera de su tipo en el mundo árabe y una de las primeras en la historia mundial, nos sumerge en un viaje fascinante a través de los misterios del conocimiento, la naturaleza humana y el universo. A través del relato de Hayy ibn Yaqẓān, un hombre que creció aislado en una remota isla ecuatorial, Abentofail nos invita a explorar las profundidades de la mente humana y los secretos del cosmos. En esta obra, se entrelazan magistralmente elementos filosóficos, científicos y religiosos, desafiando las convenciones sociales y religiosas de su tiempo. "El Filósofo Autodidacta" no solo es una obra literaria de gran valor estético, sino también un testimonio del ingenio y la profundidad del pensamiento de su autor. A través de sus páginas, somos transportados a un mundo de maravilla y sabiduría, donde las fronteras entre la ciencia, la filosofía y la espiritualidad se desvanecen, dejando al descubierto la esencia misma de la existencia humana.
EL FILÓSOFO AUTODIDACTA
La isla y sus características
Nuestro libro comienza con el relato de una isla que se ubica en la línea ecuatorial donde los hombres provienen por la generación espontánea, es decir, aquella generación de un ser que se da a partir de una estructura inorgánica. En palabras del mismo autor; provienen sin la ayuda de los padres.
La isla disfruta del ambiente más perfecto que pueda existir en el mundo, ya que recibe su luz del punto más alto de los cielos. Sin embrago, esta es una opinión contraria a los filósofos y doctores del tiempo, pues es el cuarto clima el que tiene la temperatura más estable de la tierra, que sería el clima templado.
Esto lo dicen porque en la línea ecuatorial no habría un clima templado en absoluto, de acuerdo a las características propias de la línea ecuatorial: son muy calurosos. Sin embargo, el autor nos dice que esta información es equivocada.
Según estas ciencias, el calor solo puede ser producido por movimiento, contacto con cuerpos calientes o por la luz. Además, sostiene que el sol en sí mismo no tiene calor propio ni cualidades inherentes a los cuerpos mixtos. También se menciona la importancia de la superficie de los cuerpos en la recepción de luz, afirmando que los cuerpos pulidos no transparentes son los que mejor la reciben, seguidos por los opacos no pulidos, mientras que los cuerpos transparentes sin opacidad no la reciben de ninguna manera. Destaca que esta idea fue demostrada por Avicena (Abu Ali) y que no fue mencionada por sus predecesores, lo que implica un avance en el conocimiento científico.
Aspecto
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Opinión de
los Filósofos
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Argumentos
de Abentofail
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Temperatura más templada del mundo
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Los países del cuarto clima
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Si creen que no hay condiciones templadas bajo la
línea ecuatorial debido a dificultades del suelo, podrían tener razón. Si
simplemente afirman que los países ecuatoriales son muy calurosos, están
equivocados.
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Causas del calor
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Luz solar directa
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El calor puede ser producido por movimiento, contacto con cuerpos
calientes o por la luz. El sol no tiene calor propio ni cualidades inherentes
a los cuerpos mixtos. La recepción de la luz depende de la superficie de los
cuerpos.
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Recepción de luz solar
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No mencionado
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Los cuerpos pulidos no transparentes son los que
mejor reciben la luz, seguidos por los opacos no pulidos. Los cuerpos
transparentes sin opacidad no reciben la luz de ninguna manera. Esta idea fue
demostrada por Avicena y no fue mencionada por los predecesores.
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Tipo de Cuerpo
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Características
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Recepción de Luz
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Pulidos no transparentes
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Superficie lisa y brillante, pero no transparente
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Reciben la luz de manera óptima
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Opacos no pulidos
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No
tienen superficie lisa ni brillante, pero tampoco son transparentes
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Reciben
la luz, pero en menor medida que los pulidos no transparentes
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Transparentes sin opacidad
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Superficie transparente sin ninguna opacidad
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No reciben la luz de ninguna manera
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Abentofail argumenta que el sol no calienta la tierra de la misma manera que otros cuerpos cálidos calientan objetos en contacto directo. Afirma que el sol, por su esencia, no tiene calor propio, lo que sugiere que la fuente de calor que percibimos no es directamente del sol.
Descarta la idea de que el movimiento de la tierra pueda ser la causa de su calentamiento, argumentando que la tierra está inmóvil y en el mismo estado durante la salida y la puesta del sol. Además, señala que los sentidos perciben diferentes estados de calefacción y enfriamiento durante estas fases, lo que contradice la idea de que el movimiento terrestre sea la causa del calor.
El autor refuta la noción de que el sol calienta primero la atmósfera y luego esta transfiere el calor a la tierra. Argumenta que si esto fuera cierto, las capas atmosféricas más cercanas a la tierra deberían estar más calientes que las superiores, lo cual no es consistente con las observaciones.
Concluye que la única forma en que el sol calienta la tierra es a través de la luz. Sostiene que el calor siempre sigue a la luz, incluso al punto de que la luz concentrada en espejos puede encender objetos colocados frente a ella.
El punto donde el sol está en el cenit experimenta el calor más intenso, mientras que los lugares donde el sol se aleja del cenit experimentan frío intenso. Sin embargo, en la línea ecuatorial, donde el sol solo está en el cenit dos veces al año, el clima es uniforme debido a que el sol está alternativamente al norte y al sur durante seis meses cada uno.
Aunque esto podría ser más extenso, dice Abentofail, es mejor avanzar en el relato pues no es el propósito indagar más allá en aquellas cuestiones.
La historia de Hayy ibn Yaqzan
Concepción con padre y madre (negación a la generación espontánea)
Algunos creen que Hayy ibn Yaqzan nació en la isla, mientras que otros lo niegan y dicen que fue hijo de una princesa. Dicha princesa, para evitar el deshonor, lo arrojó al mar y este terminó en una isla. La princesa vivía en una isla grande, mucho más rica y poblada, en la cual gobernaba un rey sumamente altanero, quien rechazaba todos los pretendientes de su hija por no estar a la altura. En secreto, la princesa encontró a un joven llamado Yaqzan con el que tuvo un hijo. para evitar la deshonra, en la noche, la princesa se acercó a la orilla del mar junto con sus personas de confianza y le dijo a su hijo:
''¡Oh, Dios! Tú eres quien ha creado este niño, que no era nada ; Tú
lo has alimentado en lo profundo de mis entrañas y Tú te has cuidado de él
hasta que ha estado acabado y perfecto. Temerosa de este rey violento,
orgulloso y terco, yo lo confío a tu bondad, y espero que le concederás tu
favor. Está a su lado y no lo abandones, ¡oh, el más piadoso de los piadosos!''.
Acto seguido, arrojó la caja que contenía a su hijo al mar, una ola lo arrastró y se lo llevó durante la noche. Así, Yaqzan llegaría a la isla en la que actualmente vive.
Cuando la caja llega a la isla, esta llega a una parte de espesa maleza de suelo agradable, resguardado contra los vientos y la lluvia, a
cubierto del sol, cuyos rayos no podían penetrar allí, mientras que subía ni
mientras que bajaba.
La marea subió hasta que las arenas se alzaron, formando una barrera que protegía del agua el lugar donde se encontraba la caja con el niño. Allí, la caja y su frágil ocupante quedaron resguardados de las olas y el viento.
El llanto del niño, cargado de desesperación y hambre, resonó en la tranquilidad del bosquecillo. Pero en los oídos de una gacela, que vagaba entre los árboles en busca de su cría perdida, aquel llanto sonaba a llamado desesperado. Siguiendo el sonido, la gacela llegó hasta la caja, donde el niño yacía, atrapado en su propio destino.
Con sus delicadas pezuñas, la gacela intentó abrir la caja, mientras el niño, con esfuerzo y determinación, empujaba desde adentro. Entre el esfuerzo conjunto, una tabla de la caja saltó, liberando al niño de su prisión. La gacela, conmovida por la angustia del niño, ofreció su leche como consuelo y sustento.
Así, en aquel remoto rincón de la isla, la gacela se convirtió en madre de aquel niño desamparado. Lo protegió, lo cuidó y lo crió, apartándolo de todos los peligros que acechaban en la naturaleza salvaje. Y en ese acto de amor y compasión, comenzó la historia de Hayy, un niño cuyo origen desafiaba las leyes de la naturaleza, pero cuyo destino estaba marcado por la búsqueda incansable de la verdad y la perfección.
Concepción sin padre o madre (generación espontánea)
Los que apoyaban la tesis de la generación espontánea decían que en el centro de esta isla existía una arcilla o tierra que había
fermentado en el transcurso de los años, de manera que el calor y el frío, la
humedad y la sequedad se habían mezclado en ellas por partes iguales y con
perfecto equilibrio de fuerzas. La fermentación era muy grande y la parte central de aquella tierra era el compuesto más perfecto y más parecido con el compuesto humano. Al agitarse se produjeron burbujas como cuando el agua hierve, y en el centro de ella, una burbuja pequeña apareció dividida en dos partes por una membrana delgada, llena de un cuerpo sutil, aéreo, constituido exactamente según las
convenientes proporciones.
A este cuerpo se unió el espíritu de Dios con una unión tan perfecta, que ni los sentidos podrían concebirla.
Ahora, Abentofail establece una analogía entre el espíritu divino y la luz del sol, ambos siendo emanaciones que se extienden sobre el mundo de manera constante. Para eso, nos señala la relación que existe entre los cuerpos y la luz:
- Cuerpos que no reflejan la luz del sol, como el aire muy transparente.
- Cuerpos que la reflejan parcialmente, como los opacos no pulimentados.
- Cuerpos que la reflejan en su totalidad, como los pulimentados, como los espejos.
De la misma forma, el alma humana refleja el espíritu divino.
- Algunas personas no muestran los vestigios del espíritu divino debido a su falta de aptitud, comparadas con los minerales que no tienen vida.
- Otros muestran los vestigios del espíritu divino de diversas maneras, similar a las distintas clases de plantas.
- Algunos muestran el espíritu divino completamente, como las diversas especies de animales.
En efecto, tal como la tercera, existen almas de animales que reflejan el espíritu divino de manera completa. Abentofail se refiere, en este caso, a los hombres. De hecho, puede llegar a un punto tal que se deshace de todas las imágenes y cosas corporales. Estos hombres tienen la capacidad de ser, según Abentofail:
''el espejo cóncavo que incendia todos los demás objetos''
A los hombres que Abentofail se refiere son los profetas.
Luego de describir este tipo de seres humanos, nos viene a hablar del espíritu. Cuando el espíritu fue fijado en aquel lugar todas las potencias se le sometieron y se iniciaron completamente ante él por orden de Dios.
En frente del receptáculo se forma otra burbuja dividida en tres compartimentos por una membrana fina, y estos compartimentos están comunicados entre sí por aberturas. Se describe que están llenos de un cuerpo aeriforme similar al que ocupa el primer recinto, pero más tenue.
Cada departamento es interdependiente el uno del otro, además de tener una jerarquía entre ellos desde su nacimiento en la arcilla.
Formación del cuerpo
Posterior a la formación biológica de los tres departamentos, se comienzan a formar las órganos internos
Formación del Primer Órgano (Corazón): cuando el primer de los tres departamentos, una vez unido con el espíritu y desarrollado su calor, toma la forma cónica del fuego. Este proceso resultó en la formación del corazón, que está rodeado por una carne densa y protegido por una envoltura membranácea. El calor es el elemento clave de este primer órgano.
Funciones del Corazón, Cerebro y Hígado: el segundo órgano se encargó de esta estructuras. El cerebro se encarga de la percepción, mientras que el hígado se encarga de la alimentación y el sustento del cuerpo. Son absolutamente dependientes del calor que les da el corazón.
Red de Arterias y Venas: luego, se hizo necesaria la formación de una red de arterias y venas entre los órganos para transportar el calor y las fuerzas necesarias para su funcionamiento. Estas arterias y venas se forman como caminos para satisfacer las necesidades de los órganos según lo requiera.
La formación del embrión en la matriz hasta la creación completa del organismo y sus miembros se explica por medio de la hipótesis de la arcilla grande y fermentada, que se utiliza como analogía para explicar la formación del feto y su posterior nacimiento.
Una vez que el feto está completamente formado, las membranas que lo protegen se separan y el niño nace.
Inmediatamente después al nacimiento, el niño grita y llora por la falta de alimento. En ese momento, una gacela que había perdido a su cría, va en ayuda del pequeño.
Etapa de
Formación
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Descripción
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Formación del Primer Órgano (Corazón)
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- El primer departamento se une con el espíritu y
desarrolla calor, adquiriendo forma cónica de fuego. Resulta en la formación
del corazón, rodeado por una carne densa y protegido por una envoltura
membranácea. El calor es el elemento clave.
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Funciones del Corazón, Cerebro y Hígado
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- El segundo órgano se encarga de estas
estructuras. El cerebro se ocupa de la percepción. El hígado se encarga de la
alimentación y sustento del cuerpo. Son dependientes del calor provisto por el
corazón.
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Red de Arterias y Venas
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- Se forma una red de arterias y venas entre los
órganos para transportar calor y fuerzas necesarias. Actúan como caminos para
satisfacer las necesidades de los órganos.
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Formación del Embrión en la Matriz
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- La hipótesis de la arcilla grande y fermentada
se utiliza como analogía. Explica la formación del feto y su nacimiento.
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Nacimiento del Niño
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- Una vez que el feto está completamente formado,
las membranas protectoras se separan y el niño nace.
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Crianza
En este punto, tanto aquellos que creen en su nacimiento vía generación espontánea como que aquellos que no creen en esta vía, concuerdan en que Hayy se crio con una gacela. Ambos eran inseparables, salvo cuando la gacela iba a pacer.
Así se crio Hayy, libre de animales dañinos y tomando leche de la gacela hasta los dos años de edad. El niño la seguía, y ella era buena y complaciente con él. Lo llevaba a los sitios en que había árboles frutales, y le daba a comer los frutos que se caían del árbol, dulces y maduros; si tenían cáscara dura, los partía con sus muelas; cuando él volvía a las ubres, lo amamantaba; cuando quería agua, lo llevaba a abrevar; si el sol le molestaba, lo ponía a la sombra; si tenía frío, lo calentaba; y al llegar la noche, conducíale a su primera guarida y lo cubría con su mismo cuerpo y con plumas que quedaban allí, resto de las que había en la caja en que lo arrojaron al mar. También era acompañado por otras gacelas.
El niño imitaba los sonidos de las gacelas, sus comportamientos, llegó a un punto total que no se hallaban diferencias entre ambos, aunque también imitaba el comportamiento de otros animales; el cantar de los pájaros, por ejemplo. Lo que mejor se aprendía era el grito de auxilio o de rechazo, los cual entendía muy bien. Ninguna de las gacelas le generó aversión ni ellas a él. Sin embargo, cuando se había fijado en su espíritu la representación de todas las cosas, el niño se dio cuenta que era diferente de los demás animales.
Ropas y armas
Por un lado, veía que era absolutamente distinto en cuanto a las características y elementos; por ejemplo, que algunos animales tenían plumas, garras, cuernos, eran rápidos, ágiles, mucho más que él. Se veía inferior con respecto a ellos, pues se sentía desnudo y sin armas. Juzgó a los demás animales como deformes y enfermos.
El niño comenzó a usar hojas para taparse y usar un palo contra los animales que lo atacasen. Intento hacerse ropajes para protegerse del frío, pero estos siempre se les desprendían. Atacaba a los animales más débiles y resistía a los más fuertes. Todo esto ocurre a los 7 años de edad.
De todas formas, Hayy comenzó a caer en cuenta que tenía una ventaja en sus manos, pues con estas podía cubrir su vergüenza y atacar con palos contra los animales.
Renovaba sus ropajes de forma continua hasta que un día se le ocurrió andar con una cola de animal muerto, pero tenía cierta desconfianza, ya que los animales, en general, rehúyen de aquellos que están muertos. Sin embargo, una vez vio un águila muerta de la cual los animales no se asustaban de ella; acto seguido, Hayy la tomó y con las partes del animal se hizo un vestido para calentarse y para que los animales no se le acerquen e incluso, les inspire respeto. El único animal que se le acercaba era la gacela que lo había criado de niño.
Muerte de la gacela
A pesar de los cuidados que Hayy le proporcionaba a la Gacela, esta, por el continuo debilitamiento, muere en manos de Hayy. El niño quedó destrozado ante la muerte de quien lo había criado. Gritó lo más fuerte que pudo para ver si podía reaccionar pero nada ocurrió. Quiso probar algo para reanimarla. Hayy aprendió que una vez que se tapaba los oídos o cubría sus ojos, estos sentidos no se ejercían hasta que se sacara el obstáculo que impedía dicho ejercicio. De esto, Hayy aprendió que, quizás, la gacela podía volver a la vida si se le sacaba algún obstáculo que la sacara de esa situación.
Lamentablemente, al no ver un órgano que supusiera tal estado, Hayy pensó que tal vez ese órgano se encontraba dentro del animal. Si pudiera alcanzar ese órgano interno podría volver a la vida a la gacela.
El órgano clave
De todos los cadáveres que Hayy había visto en los animales, había observado que estos tenían ciertos órganos. Observó que los únicos órganos que estaban en concavidad eran el cráneo, el pecho y el vientre, y que el órgano que buscaba debía estar en una de estas.
De pronto, Hayy tuvo la idea de que quizás debería estar entre medios de esos tres lugares, pues sentía que todos los órganos necesitaban de él. En consecuencia, dicho órgano debería encontrarse en el centro. Así, de este modo, también se lo indicaba su pecho. Sintió que podía prescindir de todo los sentidos pero no de su pecho, pues algo había en él que le llamaba la atención. En las ocasiones en que peleaba con animales, se daba cuenta que siempre protegía su pecho de los cuernos de estos.
En ese mismo momento, Hayy pensó que lo que debía hacer era verificar el pecho de la gacela y solucionar el problema, pero luego reflexionó que el procedimiento de hacer esto podría costar aún más caro, podría dejar a la gacela en peores condiciones de las que estaba. Trato de recordar si había algún animal que se encontrara en una situación similar y que luego haya vuelto a su primera condición, pero no recordó ninguno.
Desesperó tanto que al final se decidió a abrir el pecho y encontrar ese elemento que perturbaba la vida de la gacela.
Recogió piedras duras y astillas de caña seca, de modo que hicieran de cuchillos para cortar el cuerpo. Hizo una incisión en las costillas y manipulando los instrumentos pudo llegar hasta la pleura. Hayy notó que los tejidos que cortaba eran sumamente duros y esto acrecentó la idea de que el órgano clave estaba ahí. Luego de un fuerte proceso que acabo con casi todos sus instrumentos, Hayy llegó a la mitad pulmón.
Examinó de manera acuciosa el pulmón tratando de verificar si había algo malo con él. Comprendió que solo tenía la mitad de un órgano y que en consecuencia, no estaba todavía en el centro del cuerpo. Hayy siguió adentrándose en el cuerpo con sus manos hasta que llegó al corazón. Notó que estaba protegido de alguna forma por el pulmón y estaba revestido de una envoltura muy resistente.
Se dijo a sí mísmo:
«Si este órgano tiene por el otro lado una parte igual a la de éste, sin duda ninguna está en el centro y no hay dificultad en que sea el que yo busco, sobre todo considerando la excelencia de su posición, la elegancia de su forma, su gran cohesión, la dureza de su carne y la envoltura que lo protege, distinta de la que tienen los restantes órganos que conozco»
Luego, al examinar el corazón, encontró la otra parte del pulmón y se dio cuenta de que el corazón estaba efectivamente en el centro. Inmediatamente pensó que era éste el órgano que buscaba. Quiso rasgar la envoltura y lo logró, pudo ver sus cavidades y abrir sus membranas.
Miró el corazón y en un breve análisis de que el ser que había en sus compartimientos se había marchado.
Examinando el corazón, Hayy descubrió que tenía dos cavidades, una llena de sangre coagulada y otra vacía.
Se dijo:
''Es preciso que lo que yo busco se encuentre en uno de
estos dos compartimentos. En el de la derecha no veo más que sangre cuajada; no
hay duda de que la coagulación no se ha verificado hasta que todo el cuerpo ha
venido a parar al estado actual''
Continuó:
''Esta sangre debe de ser como todas las demás; noto que se halla en
todos los órganos, y no exclusivamente en uno. Ahora bien, lo que busco no es
una cosa de esta naturaleza; la que anhelo encontrar es algo que tenga a este
miembro como lugar propio suyo y sin la cual no puedo subsistir ni siquiera un
instante, y tras la que voy desde el principio. Por lo que toca a la sangre,
¡cuántas veces me han herido los animales en la lucha y he derramado gran
cantidad, sin sentir daño alguno, ni perder nada de mis facultades! En este
comportamiento, pues, no está lo que yo busco. En cuanto al de la izquierda lo
veo absolutamente vacío; pero no puedo creer que sea inútil. Yo he visto que
cada órgano tiene su función propia. ¿Cómo ha de ser inútil ese compartimiento,
cuya perfección he comprobado? No puedo menos de creer que lo que busco estaba
en él, pero que se ha marchado y lo ha dejado vacío; y a consecuencia de esto
ha sobrevenido al cuerpo la paralización actual, ha perdido las percepciones y
se ha visto privado de los movimientos''
Esto hizo que Hayy sintiera desprecio por el cuerpo y todo lo que se relacione a él, y sintiera admiración por ese ser que lo habitaba.
Acto seguido, Hayy comenzó a preguntarse por ese ser y su estancia en el cuerpo, se preguntó qué cosas podrían haber motivado la salida de ese ser, si esta fue una salida necesaria, forzada o voluntaria.
Entendió también que su madre, la gacela, en gran parte y medida, era ese ser que gobernaba el cuerpo en ese momento. Su madre, que lo amamantó, lo cuidó y que tanto él quería, se reducía a su ser y el control que ejercía sobre ese cuerpo; aquel cuerpo inerte era solamente un instrumento.
Entierro del cuerpo
Hayy notó que el cuerpo de su madre comenzó a descomponerse y a emanar un olor pestilente lo que le hizo tener más repulsión al cuerpo. En ese mismo momento, Hayy vio a dos cuervos luchando y tratando de matarse el uno al otro hasta que uno de ellos lo consiguió. Acto seguido, el pájaro que venció comenzó a cavar un agujero y enterró el cuerpo del vencido.
Hayy dijo:
''¡Qué bien está lo que hace este cuervo enterrando el cadáver de su compañero, aunque realmente haya obrado mal en matarlo! ¡Con cuánta más razón debo yo realizar este acto con mi madre!''
Inmediatamente, Hayy hizo lo mismo que el pájaro enterrando a su madre gacela. Desde ese momento, Hayy toma cariño a las gacelas y no encuentra a nadie de su misma naturaleza humana, en consecuencia, cree que el mundo es efectivamente la isla en que vive. Siguió pensando y reflexionando sobre aquello que gobernaba el cuerpo pero no sabía qué era.
Reflexión sobre la vida
Hayy descubre el fuego
Un día que frotó por casualidad unas cañas, entre el montón que había se produjo fuego. Hayy quedaría pasmado ante el espectáculo del fuego.
Al observar un fenómeno desconocido, quedó asombrado y cautivado por el fuego. Lentamente se acercó y notó su resplandor y capacidad de atraer y consumir todo a su alrededor. Intentó tocarlo, pero se quemó los dedos, por lo que tomó un tizón no consumido y lo llevó a su cueva. Alimentó la hoguera constantemente, disfrutando de su luz y calor, especialmente durante la noche. Admiraba el movimiento vertical del fuego, creyendo que era una sustancia celestial. Experimentó su poder al arrojar objetos en él y ver cómo los consumía, rápida o lentamente, según su combustibilidad.
Para experimentar la energía del fuego, Hayy asó varios animales marinos, despertando su apetito y descubriendo el sabor de la carne, lo que le llevó a convertirse en hábil pescador y cazador. Su afecto por el fuego aumentó, ya que le proporcionaba alimentos buenos. Llegó a sospechar que el calor vital de los animales, como el que había desaparecido del corazón de la gacela, podría ser de la misma naturaleza que el fuego. Esta idea se confirmó al notar que los animales tienen calor en vida y frío tras morir, y que él mismo sentía calor en su pecho. Decidió diseccionar animales vivos para investigar. Al abrir el corazón de un animal, encontró un vapor caliente que casi le quema el dedo, y el animal murió instantáneamente. Concluyó que este vapor caliente era lo que daba vida a los animales, y que su ausencia provocaba la muerte.
Hayy deseó examinar la anatomía y fisiología de los animales para entender cómo el vapor caliente que les da vida se extiende y se conserva. A través de disecciones, aprendió sobre la organización y funcionamiento del cuerpo, llegando a conocimientos comparables a los de grandes físicos. Concluyó que el alma animal, desde un centro fijo, controla y da vida a todo el cuerpo, actuando de manera similar a cómo él utilizaba herramientas para diversas tareas.
Los instrumentos se dividen en defensivos y ofensivos. Los de caza se clasifican en marinos y terrestres. Los instrumentos cortantes tienen aplicaciones para rajar, descuartizar y perforar. El cuerpo, aunque uno, usa estos instrumentos según sea necesario, al igual que el alma animal, que utiliza distintos órganos (ojo, oído, nariz, lengua, piel, miembros, hígado) para realizar funciones específicas (vista, audición, olfato, gusto, tacto, movimiento, nutrición/digestión). Cada función depende del alma, que se distribuye a través de los nervios desde el cerebro, el cual la obtiene del corazón. El cerebro contiene muchas almas en sus compartimientos.
Durante su estudio, Hayy desarrolló habilidades para sobrevivir: se hizo ropa y herramientas, construyó una choza y domesticó animales. Reflexionó sobre la unidad y diversidad de los seres vivos, observando que, aunque los individuos y sus partes son múltiples, están unificados por el alma que los gobierna. Al alcanzar los 21 años, entendió que cada especie de animal tiene un alma única que se manifiesta en sus individuos, comparándola con el agua dividida en varios recipientes. Esta alma animal es una, y su multiplicidad es solo aparente.
Mundo vegetal
Se dio cuenta que el mundo vegetal es muy similar al mundo animal: todos tienen una cosa común. Sin embargo, comprendió que los elementos claves del mundo vegetal eran tanto la nutrición como el crecimiento. En cambio, en el mundo animal se tienen los dos elementos mencionados anteriormente, además de las sensaciones, percepciones y movimientos. No obstante, a pesar de estas importantes diferencias, el mundo animal y vegetal son considerados como uno solo.
Mundo mineral
Luego, Hayy comenzó a estudiar el mundo mineral, de aquellos seres que no sienten como las piedras, la tierra, el fuego, el aire, etc. Son cuerpos que se miden por la longitud, latitud y profundidad; se diferencian por el color; unos son calientes, otros fríos, entre otras.
Veía que los que son calientes se vuelven fríos, y los
que son fríos se tornan calientes; observaba que el agua se convierte en vapor,
y el vapor en agua; que las cosas que se queman, se hacían brasas, ceniza, llama,
humo; y que el humo, si tropieza en su ascensión con una bóveda de piedra, se
transforma en algo parecido a una sustancia terrosa. De aquí dedujo que todos
estos cuerpos eran, en realidad, una sola cosa, y que la multiplicidad les es
inherente per accidens, del mismo modo que lo es a los animales y a las
plantas.
'y vendrán a ser como vellones de lana’,
‘y los
hombres como mariposas’,
‘el sol y la luna serán envueltos en
las tinieblas’,
‘y que los mares se extenderán’
‘en el día que la tierra se
cambie en otra cosa distinta de la tierra y lo mismo los cielos’
Dicho esto, el autor nos dice que no preguntemos más sobre Hayy porque es imposible decirlo en palabras.
Epílogo
Al final de su historia, después de regresar al mundo físico tras sus viajes, sintió aversión por las preocupaciones terrenales pero aumentó su anhelo por lo espiritual. Se esforzó por alcanzar nuevamente ese estado de éxtasis, con menos dificultad cada vez, y lo prolongó por periodos más largos antes de regresar a la realidad. Con el tiempo, logró mantener este estado por voluntad propia, apartándose solo para atender necesidades corporales mínimas. Persistió así hasta los cincuenta años, cuando conoció a Asal y comenzó una nueva etapa en su vida, la cual se relatará a continuación.
Asal y Salaman
En una isla cercana a la tierra natal de Hayy ibn Yaqzan floreció una religión que usaba alegorías para explicar verdades espirituales, extendiéndose hasta que incluso el rey la abrazó. Dos jóvenes virtuosos, Asal y Salaman, la adoptaron fervientemente. Asal prefería la meditación y la interpretación alegórica, buscando el retiro para alcanzar comprensiones profundas. Salaman, en cambio, favorecía la vida social como medio para evitar tentaciones y malos pensamientos. Esta diferencia los llevó a separarse.
Asal, al enterarse de la isla donde se decía que vivía Hayy ibn Yaqzan, decidió trasladarse allí en busca de soledad. Vendió sus bienes, alquiló un barco, repartió parte de su riqueza entre los pobres, y navegó hacia la isla. Una vez allí, vivió en completa adoración a Dios, alimentándose de frutas y caza local. Experimentó una profunda felicidad y cercanía espiritual con su Señor. Durante este tiempo, Hayy ibn Yaqzan, absorto en éxtasis profundos, apenas salía de su cueva. Asal, explorando la isla, no encontró a nadie al principio, lo que aumentó su alegría por haber buscado el retiro con determinación.
En cierta ocasión, Hayy ibn Yaqzan salió a buscar comida y se encontró con Asal, quien lo vio como un asceta solitario como él. Asal, temeroso de perturbar su propia paz espiritual, huyó al ver a Hayy, quien lo siguió por curiosidad. Hayy observó a Asal con admiración, notando que llevaba una túnica negra y de lana, y se acercó gradualmente sin ser notado. Cuando finalmente se encontraron, Asal inicialmente sintió miedo por la apariencia salvaje de Hayy, pero luego se tranquilizó al ver su amabilidad. Asal le ofreció comida, que Hayy aceptó a regañadientes por afecto hacia él, pero Asal le insistía en ofrecerle. Luego se arrepintió de comer porque esto significaba romper sus votos de ascetismo.
No alcanzó la visión
intuitiva con celeridad, y entonces pensó en seguir con Asal en el mundo
sensible, hasta conocer la verdadera condición de éste y perderle todo afecto,
después de lo cual volvería a su éxtasis sin que nadie ya le distrajera. Se
impuso, pues, la compañía de Asal.
A pesar de sus diferencias, decidieron acompañarse temporalmente, con Asal esperando enseñar a Hayy el lenguaje y la religión.
Enseñanza de Asal
Asal enseñó a Hayy a hablar, mostrándole objetos y sus nombres hasta que pudo comunicarse en poco tiempo. Hayy le contó sobre su origen desconocido y cómo alcanzó altos grados espirituales por su propia razón natural. Asal quedó maravillado al escuchar sus descripciones y reconoció en él un santo de Dios. Hayy, a su vez, aceptó las enseñanzas religiosas de Asal y se comprometió con las prácticas como la oración y la limosna.
Comprendió Hayy todo esto
y no halló nada contradictorio a lo que él había visto en su éxtasis sublime;
conoció que el autor y portador de estas descripciones era veraz en sus
relatos, verídico en sus palabras y Enviado de parte de Dios; creyó, por tanto,
en él, le dio crédito y rindió testimonio de su divina misión.
Hayy la doctrina y se la impuso como obligación,
dedicándose a cumplirla, para obedecer el mandato de aquél cuya veracidad le
era evidente.
Sin embargo, le sorprendió que el Profeta usara alegorías y permitiera preocupaciones mundanas como la riqueza, creyendo que la humanidad debería dedicarse solo a la Verdad y no a lo material.
Otra era, por qué se
limitaba a estos preceptos y a estas prescripciones rituales, y permitía la
adquisición de riquezas y la laxitud respecto a las comidas, hasta el punto de
que los hombres se entregasen a ocupaciones inútiles, apartándose de la Verdad.
Porque la opinión de Hayy era que nadie debía comer más cosas que las precisas para
que subsista un soplo de vida; y respecto de las riquezas, nada eran a sus
ojos. Veía las disposiciones de la ley, relativas a este punto, como la limosna
ritual en sus varias clases, las ventas, la usura, las penas
dictadas por la ley o dejadas a la apreciación del juez, y todo esto le parecía
extraño, a la vez que lo hallaba inútil; y entre sí decía que, si los hombres
comprendiesen este asunto en su realidad, se apartarían seguramente de las
cosas inútiles, dirigiéndose sólo a la Verdad y prescindiendo de todas las leyes citadas; nadie tendría propiedad privada por la que hubiera de pagar
limosna legal, o por cuyo hurto se hubieran de cortar las manos al ladrón, o
cuyo robo público hubiera de castigarse con pena capital.
Lo que le sugería tal
creencia era su opinión de que todos los hombres están dotados de un natural
excelente, de una inteligencia penetrante, de un ánimo resuelto. No sabía lo
estúpidos, imperfectos, faltos de juicio e inconstantes que son los hombres;
ignoraba que son
''como las bestias y aún más extraviados que ellas del buen
camino''.
Hayy ibn Yaqzan, compadecido por la humanidad, deseaba acercarse a ellos y transmitirles la verdad para su salvación. Consultó a Asal sobre cómo lograrlo, a pesar de las imperfecciones naturales de los hombres según Asal. Aun así, persistieron en su propósito y decidieron permanecer en la orilla del mar, rezando para que Dios les mostrara el camino para acercarse a los demás.
Decidieron ir a la isla gobernada por Salaman después de que un barco perdiera su ruta y los llevase a la costa de esta isla por voluntad divina. Al verlos, la tripulación los recogió y los llevó a su destino deseado con la ayuda de un viento favorable. Una vez en la ciudad, Asal contó la historia de Hayy a sus amigos, quienes mostraron gran interés y respeto por él.
Hayy intentó enseñarles la sabiduría profunda, pero pronto se dio cuenta de que los hombres, a pesar de su buena voluntad, no podían entender ni aceptar sus enseñanzas espirituales. Observó que estaban aferrados a las normas exteriores y eran incapaces de elevarse más allá del sentido literal de las cosas. Desilusionado, Hayy concluyó que la mayoría de las personas eran como bestias irracionales, enfocadas solo en deseos mundanos y sin aspiraciones espirituales profundas.
Ante esta realidad, Hayy decidió retirarse de instruirles en las ciencias místicas y en su lugar les aconsejó seguir rigurosamente los preceptos tradicionales, evitar las novedades y mantenerse alejados de las pasiones y herejías. Reconoció que esta era la única forma de salvación para ellos, a pesar de que no pudieran comprender ni apreciar las verdades más elevadas.
Asal y Hayy regresaron a su isla desierta después de despedirse de Salaman y sus amigos. Esperaron pacientemente hasta que Dios les facilitó el viaje de vuelta. Hayy logró regresar a su estado espiritual sublime utilizando los métodos que conocía, y Asal también alcanzó un nivel cercano al suyo. Ambos continuaron adorando a Dios en la isla hasta que llegó su muerte.
El autor del relato explica que ha decidido divulgar esta historia única sobre Hayy ibn Yaqzan, Asal y Salaman debido a las opiniones perniciosas y erróneas propagadas por los filósofos de la época. Estas ideas podrían desviar a las personas débiles de espíritu de la verdad, prefiriendo la autoridad de los necios sobre la de los profetas. El autor desea atraer a los lectores hacia la verdad iluminativa y alejarlos de caminos equivocados, aunque los secretos profundos están velados para quienes no están preparados para comprenderlos.
El autor pide disculpas por la sencillez de la exposición y la libertad en la demostración, pero justifica que lo ha hecho para inspirar el deseo y el amor por la búsqueda de la verdad. Termina con una súplica a Dios por indulgencia y perdón, y desea paz y bendiciones para sus lectores.
Conclusion
La lectura de "El Filósofo Autodidacta" de Ibn Tufail nos sumerge en un viaje fascinante a través de la vida y el desarrollo espiritual de Hayy ibn Yaqzan. Este relato, profundamente filosófico y místico, no solo explora la búsqueda individual de la verdad y el conocimiento, sino que también cuestiona las estructuras religiosas y sociales establecidas. A medida que Hayy descubre la naturaleza de la realidad y la esencia divina a través de su introspección y observación de la naturaleza, el lector es llevado a reflexionar sobre la naturaleza del ser humano, su relación con el mundo y la búsqueda de un significado más profundo en la vida. La obra nos desafía a cuestionar nuestras propias percepciones y creencias, al tiempo que nos invita a explorar las posibilidades de la autodeterminación espiritual y el conocimiento intuitivo. En última instancia, "El Filósofo Autodidacta" nos deja con la idea de que la búsqueda del conocimiento y la verdad es un viaje personal y profundo, donde el autoconocimiento y la conexión con lo divino son las metas más elevadas.