viernes, 4 de diciembre de 2015

Aristóteles - Ética a Nicómaco (Libro IX: Sobre la amistad (continuación)).

¡Vaya! ¿qué más nos queda decir de la amistad? quizás ahora falta ver las dificultades que surgen en la amistad, ya que hemos visto al descripción completa de ella. Además, no hemos habado en profundidad de la relación de la amistad y la felicidad ¿será que somos más felices en la medida que tenemos más amigos? hoy en día este concepto que les presentamos ha adquirido otros significados más allá de lo que nos puede mostrar el gran Aristóteles. Muchas personas hacen amigos por Internet y parecen tener una amistad genuina incluso a distancia (en el mismo país o en otros países), pero, en mi opinión, siempre es mejor tener una amistad frente a frente que por medio virtuales, aunque debo decir que sí ayuda bastante.

ADVERTENCIA: en este libro se empleará la palabra amor para referirse a los amigos y es que la amistad es entendida en esos términos. No es el amor de pareja, sino más bien un amor de amistad.

Referencia:

(1) Es decir, un animal social.

Ética a Nicómaco


LIBRO NOVENO: SOBRE LA AMISTAD (CONTINUACIÓN)

Capítulo I: Diferencias entre los amigos

Una de las cosas que pueden acabar con la amistad es la falta de proporción entre los amigos, por ejemplo, cuando el amado no corresponde al otro con el placer y uno de los dos es más amado que el otro. 

Incluso, la amistad entre los hombres buenos puede verse afectada porque muchas veces no se cumple lo que se promete. Pero cuando hay virtud entre los hombres que realizan dicha transacción, no puede haber quejas ni reclamos. 

Capítulo II: Conflictos

Hay conflictos que se presentan en la amistad que serían difíciles de solucionar. Imaginemos que hay un hijo que va a la guerra, ¿a quién le hará caso en la guerra? ¿al padre o al soldado? Si quiere seguir un modelo de virtud ¿a quién seguirá? ¿al padre o a un hombre virtuoso?

Si lo vemos desde otra perspectiva, las preguntas anteriormente hechas corresponden a una especie de ''deuda'' entre el hijo y las personas que debiera seguir o considerar. Para que no hayan conflictos el hijo debiera escuchar las dos partes, es decir, para que no quede ''deuda'' hay que seguir lo que dice el padre y seguir lo que dice el hombre virtuoso, puesto que los dos quieren lo mejor para el muchacho. 

No obstante, la fidelidad y ''pago'' de ''deuda'' al padre va corresponde primero que a cualquier otro, ya que fue éste el que nos dio la vida. 

Capítulo III: Ruptura

Ya vimos cómo se producen las rupturas en las amistades basadas en el placer y en la utilidad. Obviamente, una vez que se deshace el interés o el placer estas amistades se acaban, pero bien podría el amigo (una vez que se rompe en esta amistad) fingir que le agrada la bondad o las costumbres del otro amigo. Una vez que el engaño es descubierto, los amigos dejan de tener amistad y estará en su opción volver a intentarlo de nuevo. 

¿Conviene volver con quién ha engañado? Si dicho hombre (o mujer) es capaz de corrección se debe dar una oportunidad, pero quién se ve que no va a cambiar, entonces no. 

Amistad y madurez

Cuando una amistad es construida cuando se es niño, pero si entre los dos amigos uno crece y madura más que el otro ¿seguirán siendo amigos si ya no les gustan las mismas cosas? Aristóteles nos dice que no, pero si el maduro necesita hacer algo bueno entre dicho amigo (que ahora es pequeño) y un extranjero, el maduro entonces tendrá que hacer justicia al amigo antes que al extranjero. 

Capítulo IV: Los amigos

Es claro que el origen de la amistad es el amor que se tienen los amigos. El amigo es aquel que procura las cosas buenas al otro amigo, y además de complacerse con su compañía.

Esta característica es propia del hombre bueno, pues éste quiere o bueno y o beneficioso para sí, pero también para los otros y mucho más si son sus propios amigos. Además, dichos amigos deben tener algo semejante porque como dice Empédocles, lo semejante debe estar con lo semejante.

Los hombres malos 

En el caso de los hombres malos, estos siempre quieren estar acompañados por deben escapar de sí mismos. El hombre malo está sumido en sus recuerdos desagradables y necesita alejarse de ellos; la compañía contribuye a este alejamiento de tales recuerdos. Por lo tanto, el hombre no puede tener amor por sí mismo y debe esforzarse todo lo posible par ser un hombre bueno; sólo así podrá estar en paz. 


Capítulo V: Benevolencia

La benevolencia es distinta de la amistad porque esta se puede ejercer incluso con gente desconocida, y además puede pasar desapercibida mientras que en la amistad esto no es posible. 

Pero por otro lado, la benevolencia puede ser el origen de la amistad. Es un amor superficial que puede crecer con el tiempo, pero jamás puede significar una real amistad al instante. 

Capítulo VI: Concordia

La concordia es una especie de igualdad que se da entre los amigos. No decimos que dos personas tienen concordia porque tienen un idéntico parecer, de hecho, la concordia consiste en estar de acuerdo con las cosas prácticas y no abstractas de la vida; por ejemplo, la concordia en una ciudad consistirá en establecer la elección de las magistraturas u otros cargos. 

De lo anteriormente analizado, pareciera ser que la concordia es la amistad civil, ya que en esta se pueden dar los ejemplos de concordia. 

Evidentemente, la concordia no se puede dar entre los hombres malos porque estos siempre estarán en disputa. Del mismo modo ocurre con la amistad porque uno va a querer hacer más que el otro, por lo tanto, así no podría existir la concordia, 

Capítulo VII: El benefactor

El benefactor es aquel hombre que da dinero y se contenta con quien recibió dicho dinero. Lo mismo podría aplicarse con la amistad y decir que el verdadero amigo se alegra con amar a su propio amigo, y se contenta con más con dar que recibir. 

En efecto, esto podemos verlo en los artistas porque ellos al hacer su obra, aman más su obra que su obra lo ame a él o ella (obvio, pues una obra inanimada no puede amar y sin embargo el artista la ama sin recibir amor). 

Capítulo VIII: Amor a sí mismo

Es común que a las personas que se aman a sí mismas se les censure, pues parece ser un gesto de egoísmo y deshonra. Se dice que estos hombres son los que sólo trabajan para provecho e interés de ellos mismos. Se dice también que el hombre bueno, por el contrario, es aquel que más que preocuparse de sí mismo se preocupa siempre de los demás.  

Por otra parte, mucha gente dice también que lo que primero hay que hacer es amarse a uno mismo, ya que luego de amarnos a nosotros mismos podremos amar a los demás. 

Todas las personas debaten frente a estas dos posiciones, pero la verdad es que hay que hacer una diferencia. Quien se procure todo los bienes en perjuicio de los demás, entonces diremos que es egoísta y que lleva el amor a sí mismo al extremo. Pero quien sólo se hace justicia tanto a su cuerpo como a su mente, no puede decirse que sea egoísta ni mucho menos. Es decir, el hombre que se procura bienes pero los utiliza de forma virtuosa y justa, no será considerado como egoísta. 

Capítulo IX: La felicidad en la amistad

Comenzando nuevamente por la opinión de la gente, Aristóteles nos dice que la opinión común dice que cuando un hombre está colmado de bienes y servicios no tiene necesidad de amistad. De ahí la frase...

''Cuando Dios da bienes, ¿qué necesidad hay de amigos?''

No obstante, ésta aserción sería insuficiente porque el tener amigos es el mejor de los bienes externos que puede tener el hombre. Sería absurdo que un hombre quisiera colmarse de placeres y bienes por la soledad, ya que como lo dice la base de la teoría aristotélica, el hombre es un animal político(1)

Dicho esto, queda claro que el hombre que se acompañe de amigos será el más feliz, en cambio, el hombre solitario no será feliz en absoluto. 

La vida del bueno

Así como el hombre es un animal político, lo bueno será estar con los amigos y compartir con ellos. Vivir es una cosa que en sí misma es buena y apacible, pues es aquí donde podemos encontrarnos con el otro. 

La vida del bueno consta de sentir y qué más agradable que sentirnos escuchados y considerados; para eso necesitamos la amistad y la presencia del otro. Esto nos dará mucha felicidad, pues la amistad es la felicidad. 

Capítulo X: Número de amigos

Para leer este capítulo debemos recordar los tipos de amistades mencionadas en el tercer capítulo del libro VIII de este tratado. Los amigos por utilidad no necesitan ni muchos ni pocos amigos porque tener muchos es cosa trabajosa y no tener ninguno es penosa. 

En todo caso, el número de amigos debe ser una cosa conveniente porque la convivencia en la ciudad se debe hacer entre muchos; para eso está la amistad. Por lo mismo, no es conveniente hacerse de muchos amigos porque con unos habrá que estar bien y con otros se tendrá que comparecer, por eso, sólo necesitamos los amigos que sean necesarios para la convivencia. 

No obstante todo lo anterior, parece ser que hay personas que tienen muchos amigos pero más que amigos, se mantiene una ''amistad'' con muchos por una cuestión de cortesía. Realmente, dichas personas tendrán un número reducido de amigos verdaderos. 

Capítulo XI: Amigos en las buenas y en las malas

¿Cuándo se necesita a los amigos? ¿en las buenas o en las malas? En ambas se necesita porque en momentos de debilidad debemos sostenernos con alguien más, mientras que en las buenas se necesitan porque como amigos se deben conceder favores y hacer el bien con quien lo necesita. 

Sin embargo, debe admitirse que se necesitan más en las malas que en las buenas. Es preferible que en momentos de debilidad el amigo sea alguien útil para que ayude de manera significativa, pero por otro lado la sóla presencia de amigo es preferible a no tener amigos que puedan ayudarnos. 

La sola presencia de un amigo puede ayudar en sentirnos bien y si dicho amigo es virtuoso como aquel que lo necesita, entonces la amistad será mucho mejor. En toda circunstancia es valiosa la presencia de los amigos. 

Capítulo XII: La convivencia

El sentido de la existencia es en sí algo agradable y mucho más si contamos con la presencia de alguien. Es siempre preferible que la comunidad tenga hombres de bien porque de otra manera, los hombres se comunicarán lo malo y podría ser que se conspire contra la comunidad y sus ciudadanos. 

Conclusión

Es curiosa la forma de ver la amistad en cuanto a la deuda y la paga. Mientras exista este equilibrio existirá la amistad, pero también es algo que se desarrolla mucho más allá  que una simple deuda en mi opinión. Creo que hoy en nuestra sociedad hay quienes parecen estar felices en la soledad; por ejemplo, los ermitaños o quienes deciden vivir fuera de la sociedad por X razón. El término de felicidad se ha vuelto cada vez más subjetivo en nuestra sociedad, y parece ser que la amistad es un concepto excluyente. Esperemos que no sea así y sigamos los consejos de Aristóteles para no estar nunca más solos. 

jueves, 3 de diciembre de 2015

Aristóteles - Ética a Nicómaco (Libro VIII: Sobre la amistad).

La amistad es un tema transversal en los niños, adultos e incluso ancianos y como vemos, no era un tema excluyentes entre los grandes pensadores griegos. En efecto, ya Platón nos habló de la amistad en el diálogo Lisis analizado en este blog. ¿En qué se funda la amistad? ¿en el placer? ¿en el interés? ¿en el amor? Las respuestas las veremos en éste libro y quizás se formulen más preguntas y más respuestas todavía porque el libro IX de la Ética a Nicómaco, también se trata sobre la amistad. ¿ Lo ven? el tema de la amista cobra vital importancia para el Estagirita. Veamos que nos puede decir el gran Aristóteles sobre la amistad.

ADVERTENCIA: en este libro y en el siguiente se empleará la palabra amor para referirse a los amigos y es que la amistad es entendida en esos términos. No es el amor de pareja, sino más bien un amor de amistad

Definiciones:

(1) Timocracia: tipo de gobierno donde sólo los ciudadanos con propiedades pueden votar.

Referencia:

(1) Lo que quiere decir éste proverbio es que debe pasar mucho tiempo para realmente conocer a alguien.  La sal es una de las cosas que más difícilmente se acaba en un hogar.


Ética a Nicómaco


LIBRO OCTAVO: SOBRE LA AMISTAD

Capítulo I: Naturaleza de la amistad


Podríamos decir que la amistad es un tipo de virtud o que por lo menos está unida a ella. Nadie querría vivir sin amistad aunque tuviera todas las riquezas que quiera; siempre se va a preferir la amistad. 

De hecho, a mayor riqueza mayor peligro de que ésta desaparezca, por eso, cuando no queda más de aquella estarán los amigos para dar consuelo y refugio. 

La amistad en los hombres

Como dijimos en la introducción, los hombres necesitan la amistad no sólo en una etapa de sus vidas sino también en otras.

Jóvenes: tienen necesidad de amigos para no errar en las cosas (el aprendizaje como algo social).

Adultos: tienen necesidad de amigos para realizar acciones ilustres (el compañerismo en la batalla).

Viejostienen necesidad de amigos para que los asistan en lo que ya no pueden realizar.

La amistad no es un fenómeno que sólo ocurre con los hombres, pues estos son amistosos con su propia raza, así como los animales también lo son entre ellos. 

Los hombres que más necesitan amistad son los legisladores porque las ciudades que se tienen enemistad viven en gran tensión. 

Capítulo II: Lo que se ama


No cualquier cosa se puede amar, sólo se aman las que son..

  • Dignas de amor
  • Lo bueno
  • Lo apacible
  • Lo útil


No obstante, es plausible preguntarnos si en realidad el hombre busca lo bueno en sí mismo, o en realidad sólo busca lo que a él le parece que es bueno.

En otras palabras, surge una discrepancia entre la objetividad y la subjetividad de la cosa amada. Sin embargo, Aristóteles indica que no habrá ninguna diferencia entre amar lo uno o lo otro, pues lo que es amado por sí mismo (objetivo) también coincidirá con lo que es amado para sí (subjetivo), al menos de forma parcial.

Capítulo III: Clases de amistad

A partir de la relación expuesta anteriormente se pueden destacar por lo menos tres clases de amistad:

Amistad recíproca

Cuando la amistad entre dos amigos es mutua, entonces estamos hablando de una amistad recíproca. Esta amistad surge por los sentimientos correspondidos entre los dos hombres (o mujeres, o mujeres y hombres) donde no hay ninguna clase de interés ni utilidad. 

Este es el tipo de amistad que más perdura en el tiempo porque dichos hombres se desean el bien los unos a los otros. 

Los hombres tendientes a éste tipo de amistad son los hombres buenos y virtuosos. Son los hombres que se asemejan en bondades y cualidades.

Amistad por utilidad

Aquellos que se aman de ésta manera no se aman recíprocamente, es decir, en si mismos. La amistad solo se mantiene por el provecho de algún bien o utilidad. 

En esta parte la amistad sólo se enfoca en el interés sin tener en cuenta con quien se es amigo. Por esta misma razón, la amistad por utilidad es de poca duración y fáciles de romper porque dura hasta que dura el interés. También puede deshacerse ésta amistad cuando al amigo que esta interesado le interesa otra cosa.

Los hombres que prefieren este tipo de amistad son los viejos, pues ya no quieren un amigo sino les da provecho o utilidad alguna. También es un tipo de amistad que se da entre el ciudadano y el extranjero. 

Amistad por placer

Es un tanto parecida a la anterior, pues el interés se dirige a lo placentero que es estar con dicha persona. Por ejemplo, puede estar con una persona porque le gusta su conversación o su compañía.

Similarmente a la amistad por utilidad, el placer no está enfocado en el amigo sino que en el placer en sí mismo. Así como los placeres pasan, éste tipo de amistad igual pasa. 

Los hombres que tienden a tener este tipo de amistad son los jóvenes porque viven conforme con sus afectos, y siempre quieren experimentar placeres nuevos. 

Por supuesto que la mejor de las amistades es la recíproca porque es la más duradera y la que pertenece a los hombres buenos y virtuosos. Por lo demás, ésta es una amistad de muy rara frecuencia, ya que necesita de tiempo para realizarse. De ahí el dicho proverbial citado por Aristóteles.

''Nadie puede conocer a otro hasta haber terminado una bolsa de sal(1)''.

Capítulo IV: Hombres buenos y hombres malos

La amistad surgida por el placer tiene cierta semejanza con la amistad recíproca. Un ejemplo de esto recae en que el amor que también el amor que se tienen recíprocamente es provechoso y placentero, además de que puede ser útil. 

Sin embargo, al acabarse el interés y el placer en esa amistad recíproca, puede ocurrir que el amor termine, es decir, si está más enfocado en el placer y el interés más que del amor en sí. Por otro lado, sólo los hombres buenos pueden ser amigos entre sí y en ciertos casos también de los malos, pero los malos no pueden ser amigos entre sí porque no soportarán hacerse daño entre ellos. Quizás, lo que puede mantener la amistad en los hombres malos puede ser el provecho y el interés.

En resumen, los hombres malos sólo serán amigos por interés y provecho mientras que los hombres buenos lo serán por la amistad y el amor en sí mismo.


Capítulo V: Correspondencia

De esta amistad caracterizada como mutua podemos decir que dicha amistad es correspondida entre los dos individuos; sobre todo si estos amigos se encuentran cerca y pueden compartir sus bienes. Sin embargo, también tenemos personas que son amigos, pero que viven muy lejos el uno del otro. En este caso, la amistad no deja de ser porque la distancia no impide la amistad, sólo su práctica. 

Los hombres y los viejos de mal humor no tienen la tendencia a tener muchas amistades, pues nadie quiere estar con personas que inspiren tristeza o enojo. Sólo se está con quien produce placer su compañía. 


Capítulo VI: La igualdad en la amistad

No es posible que la amistad perfecta o recíproca se halle en muchas personas, como tampoco es posible amar a muchos y corresponderlos.

No obstante, los hombres que son amigos por placer y utilidad parecen tener muchos más amigos, pues es una persona puede ser atractiva para muchas y se corresponden sólo en cuanto a placer. Cuando el atractivo acaba, la amistad por placer también porque éste es el objeto de la amistad. 

Los hombres que son frívolos solo tienen amistad con hombres que les son de utilidad o que sean apacibles con ellos, pero nunca serán amigos alguien que reúna las dos características al mismo tiempo. 

Estos tipos de amistades junto con la amistad de los hombres buenos y virtuosos son amistades basadas en la igualdad. Esto se debe a que las amistades dan una cosa por otra, utilidad por provecho, provecho por utilidad, etc. 

Capítulo VII: La desigualdad en la amistad

La desigualdad se crea en las relaciones donde hay alguien que manda y otro que obedece. Por ejemplo, padre e hijo, marido y mujer, joven y anciano, etc. 

Hay ciertas excepciones como por ejemplo, cuando el hijo cumple los mandados del padre y obedece en todo, ahí la amistad será buena y duradera. 

La amistad y la justicia

Los términos justos en estos dos conceptos no son iguales. Por ejemplo, en la justicia, el primer paso que necesitamos para alcanzarla es el mérito y la virtud, luego viene lo cuantitativo (premios, honres, o votos en el caso de la democracia). En cambio, en la amistad es todo al revés, lo cuantitativo va primero que el mérito; por ejemplo, primero vemos el interés (pues no podemos ver si es virtuoso o no a primera vista) y luego nos fijamos si es virtuoso o vicioso. 

Capítulo VIII: La base de la amistad

Hay hombres que prefieren siempre ser adulados y tener los máximos honores. Esto no es precisamente la amistad, pues en ella debe haber amor. Por ejemplo, el amor que una madre tiene a su hijo es un tipo de amistad, no es adulación, sino más bien preocupación y cariño por el crío.

Además, la amistad consiste más en amar que en ser amado, por lo que el adulador no podrá conseguir una buena amistad porque necesita amar también. 

Capítulo IX: Amistad y justicia

Sí podemos encontrar la amistad y la justicia entre comunidades que comparten responsabilidades, y mucho más en comunidades donde sus miembros son semejantes (filósofos, soldados, científicos, etc.). Entre ellos hay amistad y procuran ser justos entre ellos. 

La injusticia hará que cualquier comunidad se destruya puesto que aquellas están construidas por la amistad y la justicia. 


Capítulo X: Formas de gobierno

Según Aristóteles, las formas de gobierno son tres: 
  • La monarquía
  • La aristocracia
  • La república (o también llamada timocracia(1))


De estas tres Aristóteles considera que la monarquía es mejor, mientras que la peor es la república. 

Desviaciones de las formas de gobierno

Y así como hay tres formas de gobierno, sus desviaciones también son tres: 

  • Monarquía - Tiranía
  • Aristocracia - Oligarquía
  • Timocracia - Democracia

La primera desviación es la tiranía y consiste en que un tirano se apropie de todos los bienes de la ciudad. El traspaso de  monarquía a la tiranía ocurre cuando el rey gobierna de una manera deficiente. 

La segunda desviación es la oligarquía y tiene que ver con que los aristócratas que gobernaban anteriormente se comienzan a repartir los bienes entre ellos, sin atender a las necesidades del pueblo. 

La tercera es la democracia, ya que ésta permite que todos puedan elegir al representante del país sin importar los patrimonios o propiedades que éste tenga.

Formas de gobierno en la vida diaria 

Cada forma de gobierno corresponde a un determinado estilo de vida, en realidad, Aristóteles trata de alcanzar una similitud entre ellos. 

La monarquía podría verse reflejada en el gobierno del padre sobre el hijo. La tiranía corresponderá a la similitud que hay entre el amo y el esclavo, pues el esclavo debe velar por los beneficios  y provechos del amo. La aristocracia se ve retratada en la relación del marido con la mujer, pues el hombre es mejor que la mujer en la concepción aristotélica. La oligarquía se verá reflejada en el absolutismo del marido sacando provecho de toda situación en su propio beneficio. La timocracia se ve presente en la relación entre los hermanos si estos tienen la misma edad, si no la tienen entonces no habrá parecido. La democracia es representada por las casas donde no hay señores y todos son iguales, nadie manda a nadie.

Capítulo XI: Las formas de gobierno y la amistad 

Ya habíamos dicho que la monarquía se asemeja a la relación entre padre e hijo. De hecho, es esta la forma en que se tiene amistad en la monarquía porque el rey manda a sus ciudadanos, tanto como el padre manda a los hijos. 

Las mismas especies de amistades ocurren en cada una de las formas de gobierno, tal y como lo describimos con la monarquía. 

En la tiranía no hay amistad en absoluto debido a que el mandato absolutista o la relación amo/esclavo no representa una relación de amistad. Donde más puede darse la amistad es en la democracia, pues en esta forma de gobierno son todos iguales. 

Capítulo XII: Amistad entre parientes

Esta amistad de alguna forma es recíproca pues los padres aman a los hijos tanto como los hijos aman a sus padres, aunque los hijos se demoren más en amar porque estos solo pueden hacerlo cuando tienen razón y discernimiento. 

Los hermanos también se quieren en cuanto que son de la misma sangre y nacieron del mismo padre. Una de las cosas más importantes para la edad entre hermanos es que estos sean de la misma o casi la misma edad; esta es la amistad que más se asemeja al compañerismo. 

El marido y la mujer tienen una amistad recíproca, pero el marido se preocupa más de la casa que de las cosas políticas o de otra índole; además de tener hijos con su mujer.

Capítulo XIII: Amistad entre iguales

La amistad recíproca nunca va a estar expuesta a quejas porque nadie puede enojarse con quien quiere de verdad. Por el contrario, las amistades basadas en el provecho y la utilidad tienen muchas quejas de por medio, nunca se queda satisfecho con la utilidad ni el placer que se mantiene, siempre se quiere más. 

Otra de las amistades que existe es la amistad legal. Esta comprende el intercambio en las relaciones mercantiles (compra /venta). Esta es una de las amistades que prospera siempre y cuando se mantenga fidelidad en la transacción, es decir, que se cumple con o acordado en la venta. 

Pero surge una dificultad en este tipo de amistad porque no se sabe si dar estimación al favor sólo por el provecho, o dar estimación porque el favor es una voluntad bondadosa de quien lo entrega. Los que argumentan a favor del provecho dicen que aquel favor es algo que cualquiera podría hacer, mientras que los otros agradecen profundamente la voluntad del que está haciendo el favor. 

Evidentemente, si la relación entre los dos hombres es de una amistad recíproca se agradecerán mutuamente y se considerará la voluntad de quien hace el favor, por el contrario, si la amistad está basada en la utilidad entonces sólo se verá el favor y no a la persona. 


Capítulo XIV: Amistad entre desiguales

La amistad puede acabar a causa del exceso que se produce en la ascensión a la superioridad, es decir, cuando el amigo se cree superior a su otro amigo. ¿Cuándo pasa ésto? cuando dicho amigo considera al otro como poco útil y que ya no merece más atención, mientras que el otro amigo le dirá que tiene que cumplir con su deber, pues el superior debe ayudar al inferior.

No obstante lo dicho anteriormente, la amistad entre desiguales puede darse sin problemas, siempre y cuando el deudor pueda devolver el favor con lo que él pueda, porque la amistad en sí misma no consiste en sólo recibir, sino que también en dar (y dar siempre será mejor que recibir).

Conclusiones 

Realmente, un compendio completo de lo que se trata la amistad y su breve relación con las formas de gobierno. Sin embargo, aún nos espera la segunda parte de lo que se trata la amistad, pues el próximo libro también trata sobre el mismo tema. Hay una duda que me surge después de leer todo esto ¿habrá sido Aristóteles de la misma manera? es decir, ¿habrá sido tan consecuente con su filosofía? No habría como saberlo a ciencia cierta, pero no hagamos ad hominem y consideremos las palabras del maestro porque, al fin y al cabo, nada hay de malo en considerar la amistad como algo recíproco que se da entre los buenos.

domingo, 29 de noviembre de 2015

Aristóteles - Ética a Nicómaco (Libro VII: Examen sobre los vicios).

Hemos hablado bastante ya sobre las virtudes éticas y dianoéticas. Falta hablar y analizar ahora sobre los vicios y cosas que son contrarias a la virtud, en efecto corresponde que se investigue primero las cosas que nos parece buenas para luego analizar las cosas que son contrarias y por lo tanto, malas. Todos quisiéramos evitar las malas acciones y quedarnos solamente con las virtudes, pero suele ocurrir que no podemos contenernos con respecto a dichas acciones. La incontinencia es una de ellas, pues la ira nos hace cometer actos ilícitos que son penados por la ley. ¿Qué haremos con estos vicios que no nos permiten hacer el bien? Veamos que nos dice Aristóteles sobre los vicios.

Definiciones:

(1) Incontinencia: referida a no poder soportar la atracción de los placeres.

Referencia:

(1) Aunque alguno de ellos son brutos por enfermedades. 
(2) Este nombre lo he puesto yo, ya que quise abreviar el nombre tan largo que tiene.
(3) Parece ser que Aristóteles considera la homosexualidad como una enfermedad.



Ética a Nicómaco


LIBRO SÉPTIMO: EXAMEN DE LOS VICIOS

Capítulo I: Vicios y sus contrarios


Luego de analizar todas las virtudes debemos decir las cosas que se necesita evitar: el vicio, la incontinencia y la brutalidad (o bestialidad). Sus contrarios son la virtud, la continencia y la sobriedad. 

Realmente es difícil encontrar a un ser que se conciba en extrema virtud, quizás en ese caso deberíamos hablar sobre Dios mientras que para hablar sobre el vicio en extremos podríamos hablar de los bárbaros(1).  

Capítulo II: El hombre incontinente(1)

Suele ocurrir que un hombre que puede juzgar correctamente se deje llevar por la incontinencia. Este parecer ya lo objetaba Sócrates, pues él nos decía que nadie puede ser incontinente con respecto a cosas que sabe que no es bueno ser incontinente, de hecho, afirmaba que la incontinencia no existe porque nadie puede obrar contra lo bueno a sabiendas de que es bueno, sino por ignorancia.

El hombre incontinente pareciera más que tener ciencia tener opinión porque finalmente es vencido por los placeres. Sin embargo, si fuera así tendríamos que decir que la pasión es más poderosa que la ciencia. Sólo la prudencia puede aplacar las pasiones de la incontinencia, pero un hombre no puede ser prudente e incontinente a la vez. 

Aunque por otro lado, si hay pasiones buenas la prudencia sería mala pues estaría deteniendo a dichas pasiones. Ahora, cuando el hombre está enfadado y sabiendo que hay cosas buenas hace una mala, podríamos decir que a sabiendas de lo bueno comete lo malo. Por lo tanto, en esos casos podríamos decir que la incontinencia se puede cometer a sabiendas. 


Capítulo III: Incontinencia

Detengámonos un poco más en la incontinencia. Si decimos que el incontinente se deja llevar por la opinión y no por el conocimiento, en verdad es ambiguo porque quien comete una incontinencia cree que la opinión que tiene es verdadera y por lo tanto sumo conocimiento. 

En todo caso, la incontinencia muchas veces nos lleva a pensar que es un estado de locura, así como el sueño o el delirio. Pero difiere de alguna manera

La incontinencia dentro de la lógica

Como habíamos dicho la opinión es algo que está dentro del incontinente, si es así entonces el incontinente puede tener dos clases de opiniones como por ejemplo, la negativa que dice ''No todo lo dulce es placentero'' y por otro lado la positiva que dice ''Todo lo dulce es placentero''.

Estas dos opiniones son universales, pero también hay una opinión particular que sucederían a las dos universales: ''esto es dulce''. como resultado tendríamos dos premisas alternativas:

Proposición Universal: Todo lo dulce es placentero
Proposición Particular: Esto es dulce

Proposición Universal: No todo lo dulce es placentero
Proposición Particular: Esto es dulce

Si vemos entre ellas dos cuál opinión universal es verdadera, tendremos que decir que es la segunda, pues no todo lo dulce es placentero. Debido a esto, más que una opinión sería un conocimiento y los deseos van en contra de la razón, por lo tanto, el incontinente probará lo dulce a pesar de conocer la premisa de que ''no todo lo dulce es placentero''. 

La segunda premisa ''esto es dulce'' (la que es particular) corresponde al deseo porque ésta frase es la que nos moviliza a probar aquello que es dulce. 

Finalmente, pareciera ser que Sócrates tenía algo de razón, pues deseo va en contra del conocimiento de la premisa universal, pero sí está en acuerdo con el conocimiento de la razón particular, en otras palabras, el conocimiento sensible.


Capítulo IV: Especies de incontinencia

Es claro que tanto en la continencia como en la incontinencia existen los placeres porque uno placeres son necesarios y obligatorios, y otros son apetecibles y voluntarias pero que pueden causar excesos.

Placeres necesarios y obligatorios: son los que tienen que ver con la alimentación, las relaciones carnales (reproducción) y otras necesidades corporales. 

Placeres apetecibles y voluntarios: son las que tienen que ver con el honor, la victoria, la riqueza y otros bienes. 

Incontinencia de prestigio(2)

Cuando la incontinencia tiene que ver con las riquezas, el honor y la victoria, no la llamamos simplemente incontinencia, sino que ''incontinencia en cuanto a las riquezas, a la victoria y el honor''. Los hombres que se dejan llevar por este tipo de incontinencia no son censurados, pues nada con relación a estos bienes puede ser censurado. 

Incontinencia per se

Los hombres que se dejan llevar por los placeres y encima se dejan llevar por los excesos de aquellos, y que además no soportan el hambre, la sed, el calor, el frío o el dolor se les llama netamente incontinentes y sin ningún agregado.

Incontinencia de prestigio en extremo

También puede ocurrir que un hombre quiera llevar su prestigio de honor y riquezas más allá de todo límite. Un ejemplo puede ser la fábula llamada filopater dónde un hombre quería tanto honor que quiso enfrentarse con los mismísimos dioses. 


Capítulo V: Brutalidad

Hay un tipo de placer que no resulta de un tipo de naturaleza, sino más bien de un tipo de perturbación del discernimiento en el hombre. Esto puede ocurrir por falta de buena costumbre o por una mala naturaleza.

Brutalidad en las costumbres

Para ejemplificar la brutalidad, Aristóteles menciona algunos casos como la partera que se comía a los bebes cuando una madre lo daba a luz. Por otro lado, también menciona a las tribus que vivían a orillas del mar negro, quienes tenían la costumbre de comer carne humana (tanto niños como adultos).

Brutalidad por enfermedad

La brutalidad puede ocurrir también por medio de la enfermedad o la locura. Aristóteles nuevamente menciona algunos ejemplos como un hijo que dio en ofrenda a su propia madre en sacrificio, o como un esclavo que se comió el hígado de su compañero. Existen otros ejemplo como comer tierra, comer carbón, comerse las uñas o tener relaciones sexuales entre hombres(3).



Capítulo VI: Incontinencia de la ira y del deseo

La incontinencia que está relacionada con la ira es menos deshonrosa que la de los placeres. 

Cuando el hombre es presionado por la ira, éste escucha los dictámenes de la razón, pero no es capaz de hacerlos. En cambio, la de los placeres sólo se guía por la sensación inmediata de la razón. 

Además el colérico incurre en la violencia de manera franca, es decir, su ira nunca es guiada por la traición; la ira no es algo que se expresa ocultamente, sino de manera manifiesta. El deseo siempre nos lleva a la traición, pues nos atrae y nos persuade a engañar por el mero deseo de cierta cosa. 

Capítulo VII: Incontinencia con respecto al dolor y al placer

Con respecto a los placeres tenemos dos clases de hombres: los continentes (que no caen en los excesos) y los incontinentes (que sí caen en los excesos); también hay dos clases de hombres para los dolores: los débiles y los resistentes. 

Seguimos estableciendo que es mucho peor dejarse llevar por los deseos que por la ira; por ejemplo, es mucho peor golpear a alguien por deseo que por enojo, porque el primero es ya deliberado. 

Continencia y resistencia

Sin restarle mérito a la resistencia, la continencia es mucho más importante porque la resistencia consiste en la constancia de enfrentar retos y dolores, mientras que la continencia significa vencer. 

Quien no puede resistir en los dolores que todo mundo puede resistir lo llamamos débil o afeminado. Pero es digno de compasión que alguien no resista a dolores que son casi mortales como la mordedura de una serpiente u otro animal venenoso. 

Capítulo VIII: Licencioso e incontinente

Una de las diferencias entre estos hombres es que el licencioso nunca estará arrepentido de lo que hizo, mientras que el incontinente si muestra arrepentimiento en sus acciones. El hombre licencioso no puede ser curado (o es más difícil de curar) y por otro lado, el incontinente si puede serlo. 

En un sentido absoluto, la incontinencia no es un vicio propiamente tal, pues podemos diferenciarlo en otro tipo de incontinencia. Tenemos la incontinencia ciega que no escucha la razón y la otra que sí la escucha, evidentemente, es peor la primera porque es llevada por algo externo del individuo, sin elección. En camio la segunda incontinencia tiene elección pero no la toma, por lo tanto es peor que la anterior.


Capítulo IX: Obstinación


El hombre obstinado es el que persevera en su postura sin cambiarla por ninguna cosa. Estos mantienen una cierta semejanza con los continentes, pues estos tampoco difieren de su parece y no se dejan llevar por los placeres. 

La diferencia entre estos dos es que el continente se dejará persuadir por la razón y no por los placeres, mientras que el obstinado no se dejará convencer por la razón y sí en ciertos casos por los placeres.

El obstinado sigue su propio carácter ya sea por molestia o por deseo, sobre todo si hay algo que le impide llevar sus cometidos. En este sentido sí son parecidos a los incontinentes porque se dejan llevar por los placeres, aunque el incontinente no persevera en la razón.

Hombre continente: Se deja guiar por la razón y no por los placeres

Hombre obstinado: No escucha la razón y se deja llevar por los placeres.

Hombre incontinente: Escucha la razón, pero se deja llevar por los placeres.

Hasta el momento tenemos estas diferencias en cuanto a los hombres y sus disposiciones. 

Capítulo X: Incontinencia y prudencia

El hombre prudente es aquel que sabe y práctica aquello que sabe y el hombre incontinente es el hombre que sabe, pero que no practica lo que sabe. Esto nos dice que no por saber o tener entendimiento estamos exentos de ser incontinentes. Los incontinentes no perseveran como los continentes y se dejan llevar por los placeres más fácilmente. 

Capítulo XI: Opiniones sobre el placer

Aristóteles reúne en este capítulo algunas opiniones que se tienen sobre el placer.

  • El placer no es bueno, puesto que no es posible que el bien sea placer de manera absoluta.
  • Sólo algunos placeres son buenos, la mayoría son malos.
  • Aunque todos los placeres fueran buenos, no es posible que el bien supremo sea un placer.

En cuanto a la primera opinión, los que así opinan dicen esto porque convienen en que los placeres son llevados a través de los sentidos. 

La segunda opinión se funda en que los principales placeres nos llevan a enfermedades y actos vergonzosos.

La última opinión se funda en que creen que el placer no es un fin en sí mismo (ya que el bien sí lo es), y sí es un proceso. 

Capítulo XII: Los placeres como bienes

Hemos visto a lo largo de este libro que hay placeres absolutamente malos, pero existen otros que nos causan un placer bueno; dichos placeres corresponden a los que se relacionan con la salud; por ejemplo, el placer de que una herida sane.

En todo caso, mientras el hombre se va desarrollando, va encontrando que los placeres buenos son los más dignos, mientras que los más jóvenes aún les cuesta asimilar los buenos. 

Los placeres son procesos sin impedimentos que pertenecen a nuestra naturaleza. Como bien dicen las opiniones no es un fin.

Capítulo XIII: El placer y el bien supremo

El placer es algo contrario al dolor y por lo tanto sí es un bien. De acuerdo con Aristóteles, no hay ningún impedimento para que el placer se posicione como un bien supremo, aunque hayan muchos placeres malos. 

Para ser felices por medio del placer se tendría que estar en un estado placentero no sólo con las cosas que respectan al cuerpo, sino que también externas como la riqueza. Sin embargo, la riqueza en exceso y los bienes del cuerpo en exceso nos guiarán al desastre. Todos buscamos el placer y quizás todos tenemos un concepto diferente de la felicidad como placer, aunque hay muchas convergencias en dichos conceptos. 

Capítulo XIV: Placeres corporales

Estos placeres son los que más atraen a los hombres y si se toman con exceso los llevarán a la ruina. No obstante, si se llevan con moderación se considerarán (y así será) como virtud. El placer es malo si se toma en exceso. 

Conclusión

Una completa y profunda descripción del hombre en sus distintas disposiciones (sobre todo de los vicios), además del uso de la lógica para resolver ciertas cuestiones. Después de esto no nos puede quedar duda de cómo evitar los placeres que nos llevan al exceso. Desde el comienzo podríamos pensar que Aristóteles es un estoico o algo por el estilo, sin embargo, estoicos como Marco Tulio Cicerón o Lucio Anneo Séneca consideraban el bien, no como un término medio, sino como un extremo y  así tiene que ser (para los estoicos). Con este libro terminamos lo relativo a las virtudes y vicios en el hombre. Ahora nos enfocaremos en la amistad.

sábado, 28 de noviembre de 2015

Aristóteles - Ética a Nicómaco (Libro VI: Examen de las virtudes intelectuales).

Nos apartamos de los hábitos o prácticas de la virtud porque ahora nos enfocaremos en las virtudes intelectuales, aunque de alguna manera están vinculadas al hábito. ¿Cuáles son más importantes de desarrollar? ¿las éticas o las dianoéticas? Por supuesto que las dos son igual de importantes y es siempre preferible complementar las dos. Este libro ciertamente tiene mucha similitud con los dos libros previos sobre las virtudes éticas, pues éste libro se dedica a enumerar las virtudes intelectuales para luego analizarlas individualmente. Cabe destacar que el libro VIII de este tratado está considerado como el apéndice de el presente libro. Veamos que nos depara nuestro filósofo en este examen de dichas virtudes.

Referencias:

(1) Para más información sobre el concepto de necesario/contingente, véase Categorías.





Ética a Nicómaco


LIBRO SEXTO: EXAMEN DE LAS VIRTUDES INTELECTUALES

Capítulo I: Virtudes intelectuales


La recta razón siempre debe dirigirnos al justo medio y no a los excesos porque como ya sabemos, en los extremos se encuentra el vicio. Como ya nos hemos explayado lo suficiente con los hábitos y las costumbres correspondientes a la virtud, ahora veremos las virtudes que convienen a la razón. 

Capítulo II: Objeto de tales virtudes

Sabemos que el alma tiene dos partes; una racional e irracional. Primeramente nos enfocaremos en la racional donde tenemos por lo menos tres cosas que regulan la acción y la verdad:
  1. Sensibilidad
  2. Razón
  3. Deseo

De estas tres cosas la sensibilidad no corresponde a una acción, pues consiste más en recibir que en hacer. 

La virtud moral es una cierta disposición hacia las cosas que se hace de manera voluntaria; aquí es donde se encuentra el deseo. Si es así, entonces tenemos al deseo como acción pues surge de una deliberación que progresará en acción. 

La razón también es acción porque es ésta la que afirma la deliberación del deseo. No confundamos esta razón con la razón contemplativa la cual no se sigue de una acción ni producción.

La buena acción

La buena acción es una combinación del intelecto y el carácter, es decir, de la virtud dianoética y ética. Es el intelecto el que nos mueve a realizar las acciones y dirigirnos a un fin; y este fin es el mismísimo bien. 

Por lo tanto, la acción y la verdad estarán entrelazadas con el intelecto y el carácter.

Capítulo III: En busca de las virtudes intelectuales

Comencemos a averiguar cuales son las virtudes intelectuales que nos acercan a la verdad. Según Aristóteles son las siguientes:

  • El arte
  • La ciencia
  • La sabiduría
  • La prudencia 
  • El intelecto

La idea de analizar estas virtudes es alejarse de la subjetividad que podamos tener con respecto de ellas, es por esto que Aristóteles nos dice que dejemos de lado la opinión y el parecer. Estaría demás decir que el método al cual se recurrirá será el inductivo (por eso se enumeran las virtudes específicas).

Capítulo IV: El arte

El arte es un tipo de producción que depende de un agente y no de la cosa que es producida. No tiene nada que ver con la naturaleza porque ésta tiene su producción en sí misma, el arte se realiza siempre por producción humana. 

Así como es parte del hacer, el arte se guía por la recta razón para producir y es así como tenemos la primea virtud de todas.

Capítulo V: La prudencia

La prudencia se ve reflejada en aquel hombre que es capaz de deliberar sobre cosas importantes y útiles para sí, pero no sobre cosas temporales sino más bien permanentes. El hombre prudente es el que está más dedicado a la reflexión y a la buena elección porque siempre tiene la decisión correcta. 

Este tipo de virtud no es una ciencia porque no es necesaria, sino más bien contingente(1). Tampoco es un arte porque el hacer y el actuar son distintos. 

Finalmente, la prudencia es una de las virtudes más importantes, pues es la que guía al hombre en el recto camino para evitar el malo. 

Capítulo VI: El intelecto

La diferencia con las demás virtudes mencionadas, es que el intelecto se encarga de conocer los principios de las cosas. Con el intelecto nunca nos engañaremos con respecto a lo que estamos haciendo. 

Capítulo VII: La sabiduría

Sin embargo, hay algo que va más allá del intelecto y esto es la sabiduría. Es decir, el sabio no solo conoce el principio de las cosas, sino que también conoce cada uno de ellos específicamente. La sabiduría es la combinación de la ciencia y el intelecto. 

¿Puede vincularse la prudencia con la sabiduría? No precisamente, pues los animales salvajes tienden a tener cierta prudencia al pronosticar qué es lo mejor para ellas. La sabiduría es algo que pertenece exclusivamente a los hombres.

Capítulo VIII: La prudencia y la política


Estos conceptos se complementan mutuamente, pero sus esencias son distintas. La prudencia nos sirve para gobernar bien la república y su principal función es hacer leyes y legislar. En cambio, las acciones particulares de la república tiene que ver con la política la cual es práctica y deliberativa. En realidad, la política es una especie de prudencia pero que es más particular.

La prudencia no puede ser ejercida por los jóvenes, ya que solo los que tienen larga experiencia pueden hacerla. Si está vinculada con la experiencia, entonces se relacionará con la sensación. 

Capítulo IX: La buena deliberación

Empecemos por entender que la deliberación no es una ciencia porque en el fondo es una especie de consulta, y la ciencia no consulta pues ya tiene el conocimiento de las cosas. 

Tampoco es una conjetura porque ésta es una deducción a partir de indicios o sospechas, mientras que la deliberación es algo que ya se ha pensado. Y así como no procede de indicios y sospechas, la deliberación tampoco es opinión porque ésta puede ser tanto mala como buena (y la deliberación que describimos es sólo buena).

La buena deliberación consiste en un tipo de rectitud que nos ayuda a alcanzar un fin. 

Capítulo X: El entendimiento

El entendimiento no es una ciencia pero, así como en la opinión existe un entendimiento bueno y un entendimiento malo, tampoco es una opinión. 

En este sentido el entendimiento y la prudencia son muy similares, pero difieren en el objeto que estas tienen. Por ejemplo, a la prudencia le toca mandar sobre lo que conviene o cualquier cosa que se haga, mientras que el entendimiento juzga y aprueba lo que se hace. 

Lo que implica este concepto de entendimiento, es el juicio sobre lo que hace la prudencia.

Capítulo XI: La prudencia y la experiencia

Todas las virtudes juntas con la misericordia tienen relación con la prudencia. Por lo demás la prudencia es algo que se adquiere de manera natural a través del tiempo, es decir, el que es maduro tiene más prudencia que alguien que no lo es. 

Capítulo XII: Utilidad de las virtudes

¿Qué puede darnos de útil la sabiduría, el entendimiento, la buena deliberación o la prudencia? En el caso de la sabiduría y el entendimiento, estos nos sirven para conocer las cosas, pero no ns sirven en términos realmente prácticos. Por lo tanto, la utilidad no está en el conocer las cosas, sino más bien en el obrar conforme al conocimiento que se tenga. 

La prudencia pareciera ser la más apta para las prácticas en las obras, pues es la acción que ocurre luego de tener mucha experiencia. Es lo que nos lleva a tener buena salud o buena educación. 

¿Qué pasa con las demás virtudes?

Las virtudes que están aparte de la prudencia deben elegirse por su valor y el honor que en ellas subyace. Todas ellas son dignas de apreciar fuera de que no otorguen ningún servicio práctico. Por otro lado, estas virtudes sí pueden hacer feliz a un hombre, pues ningún ignorante podría ser feliz con todas las cosas que le faltan por conocer.

Capítulo XIII: Virtud por naturaleza

La prudencia no puede existir sin la destreza, pero la destreza sí puede estar sin la prudencia, aunque si es así entonces la destreza se consideraría como sólo una habilidad más. 

Muchas personas dicen que la prudencia, la destreza o el carácter son cosas que se tienen desde niños. Sin embargo, los que no lo tienen desde niños lo comienzan a buscar al saber que no la tienen. Y en efecto, hemos dicho que la prudencia y el entendimiento son cosas que se alcanzan por medio de la experiencia, sólo así se alcanzará la virtud perfecta.

Entonces, tenemos dos especies de virtudes; una por naturaleza y otra por excelencia. Ciertas personas pueden tener virtudes por naturaleza, pero en este virtud no se encuentra la prudencia porque ésta pertenece a la virtud por excelencia. 

Conclusión

Me impresiona la realidad con que Aristóteles relata cada una de as virtudes. Ninguna subyace en nosotros como lo señalaba Platón; al contrario, estas se adquieren como lo muestra la teoría de las virtudes por excelencia. Nada puede alcanzarse sin esfuerzo y sin experiencia. Es de suma importancia ejercer de esta manera si queremos alcanzar la virtud en nuestra vida. Con esto terminamos una parte de la descripción y análisis de las virtudes intelectuales, sigamos con el apéndice que le sucede.