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miércoles, 29 de noviembre de 2017

Avicena - Teología.

Hace mucho que no hemos visto en este blog las teorías teológicas desde que terminamos las obras de San Agustín de Hipona. Esta vez veremos a Avicena, quien era un musulmán, dando explicaciones a los conceptos teológicos de su tiempo. Es un texto relativamente corto que va por definiciones de cada palabra, de hecho, pareciera ser que el libro es una especie de entrevista que ha sido hecha a Avicena. Veamos qué nos depara este texto sobre teología.

Referencias:

(1) Esta es una clara mención a la teoría plotiniana de la emanación del Uno. 
(2) Para ver el concepto de intuición en Avicena véase Avicena - Psicología.
(3) Es la posición física de los musulmanes para comenzar a orar. 

Teologia


Sobre la naturaleza de Dios

El ser necesario

Los seres tienen razones y no-razones para existir. Si tiene razones son seres contingentes y si no tienen razones entonces es un ser necesario. 

Los contingentes siempre tienen una razón para existir porque tienen una causa eficiente (creador) que los hace existir; en otras palabras, cada cosa que es contingente es creada. Los seres contingentes son compuestos y por lo tanto tienen partes. Sin embargo, esto nos llevaría a considerar una cadena infinita de seres que van existiendo sin límite, pues si un ser es contingente significa al mismo tiempo que había otro ser contingente antes de él. Por lo tanto, el ser contingente tiene término (o comienzo si se toma por otro lado) en el ser necesario. 

La unicidad de Dios

El ser necesario no puede ser dos al mismo tiempo. Vamos a suponer que existen dos seres necesarios. Si los hubiese entonces tendrían que ser diferentes y se tendrían que identificar con los demostrativos ''este'' y ''ese''. 

Para que la distinción ocurra tendríamos que decir que estos seres son accidentales, pues la única manera para distinguir un ser de otro es a través de los accidentes. No obstante, si esto es así, ¿en qué se diferenciará un ser contingente (que tiene accidentes) con un ser necesario? por supuesto que ninguna; por lo tanto, el ser necesario no tiene accidentes y mucho menos pueden ser dos los que tengan accidentes. 

Si dijéramos que existen dos dioses porque existen dos esencias distintas, entonces cometeríamos otro error, ya que para hacerlos distinguibles uno debe ser esencialmente compuesto, lo que lo haría ser parte (característica de los seres contingentes). 

Dios no tiene causa

Recordando la teoría de la causalidad en Aristóteles, debemos decir que las causas de cada ser son 4. Además de esto, existen también una cierta internalidad y exterioridad causal en los seres. Ya dijimos que su causa no es externa y que su identidad no corresponde a una existencia activa, sino más bien a su quididad

Avicena introduce una nueva causa a las otras propuestas por Aristóteles y la llama ''causa receptiva'' es decir, el lugar de cada ser que es necesario para existir. Los seres contingentes necesitan un contenedor para existir, para tener una posición en la realidad. Como el ser necesario no tiene causas y nada lo contiene (sino que contiene a los demás), tampoco tiene una causa receptiva.  

Tampoco tiene una causa formal, ya que para tenerla necesitaría imperiosamente materia, y la materia es una características de los seres que tienen accidentes, es decir, de los seres contingentes.

Tampoco tiene causa final debido a que esta es la perfección de la esencia de los seres contingentes. La causa final es necesaria para los seres, pero no para quien nada es necesario, pues ese es el ser necesario mismo. 

Por otro lado, así como el ser necesario no tiene causa porque no tiene razones para existir, su causa (externa) no existiría en absoluto.

Los atributos de Dios

Pensado de que Dios es un ser perfecto que sólo tiene esencia, entonces sus atributos serían conocedor, viviente, dispuesto, omnipotente, hablador, vidente, capaz de oír, y poseedor de todos los atributos que contengan amor. 

Los atributos de Dios deben tomarse todos juntos, pues si Dios mismo es unidad todo lo que está con él también lo es. Por lo tanto, sus atributos se tomarán como positivos y negativos al mismo tiempo. Esto se ve en que él es causa de sí mismo y además es la causa de los otros. 

El conocimiento de Dios

Todos nos preguntamos de dónde viene el conocimiento, pero si aceptamos que hay un ser necesario del cual todos los seres contingentes dependen, entonces el conocimiento proviene de dicho ser necesario, de Dios. 

Dios se conoce a sí mismo, conoce su conocimiento y además conoce a todas las cosas que son objeto de su conocimiento. Añadido a esto, Dios conoce todos estos seres en virtud de un sólo conocimiento, es decir, su único conocimiento abarca a todos los seres.  

Actos emanados de Dios

En realidad, Dios tiene solamente un solo acto pues si tuviera dos el agente sería compuesto y tendría que dividirse, lo cual es absurdo. Tampoco lo que emanó de Dios fue un cuerpo, puesto que de ser así también Dios sería una especie de cuerpo.

Bajo este respecto, lo primero que debió haber emanado de Dios es una sustancia que sería llamada ''Primera Inteligencia''(1). Las emanaciones de esta inteligencia serían las siguientes:


  1. Primera Inteligencia
  2. Alma
  3. Cuerpos del cielo
  4. Materia de los cuatro elementos (agua, tierra, fuego y aire)

Así, Dios es totalmente unicidad así como también sus actos y todo lo que pertenezca a él. 

Predestinación

Avicena indica que el tema de la predestinación es tremendamente difícil de tratar, por lo que hará su mejor esfuerzo.  Para el trato de este tema, Avicena recurrirá a ciertas proposiciones:

Primera proposición

Todo el mundo está predeterminado por Dios, además de que todo es previsto por Dios en cuanto al mundo. El mundo tiene un orden que se rige por la rectitud y la corrupción, por más malo que parezca el mundo: todo corresponde a un orden. 

Segunda proposición

Los antiguos filósofos mantenían que la recompensa sobreviene de un cierto placer del alma, mientras que el castigo sobreviene de cierto dolor del alma. Cuando el alma esta más cerca de Dios es cuando esta en su perfecta plenitud. 

Tercera proposición

La restauración después de la muerte significa que el alma vuelve de donde venía. 

Platón sostenía que todo había sido planeado y previsto, y en base a esto existen los mandamientos y las prohibiciones. Los mandamientos son para aquellos que conocen cómo deben actuar en adelante, mientras que las prohibiciones son la abstención que deben tener todos los seres. 

Dentro de los mandamientos y las prohibiciones están las alabanzas y las culpas que darán al hombre una directriz de cómo debe comportarse. No es correcto torturar a un hombre que ha cometido el mal, es decir, no se debe juzgarlo y mucho menos violentarlo, pues ese hombre, por conocimiento o no, será juzgado en la otra vida y Dios será quien lo juzgue.

Sobre la profecía

Por supuesto, como los hombres son seres contingentes necesitan de un ser necesario. ¿Quién puede estar más cerca de Dios? aquel hombre que obedezca todos los mandamientos y que tenga una conducta irreprochable. 

Este hombre será aquel que llevará las leyes consigo para luego dárselas a los demás. Dicho hombre será llamado profeta, y es perfectamente posible que exista, porque su ''perfección'' será determinada por sus cualidades presentes en comparación con otros hombres. 

¿Cómo hará el profeta para llamar la atención de las masas si estas no saben de metafísica o teología? es en ese momento en que el profeta debe recurrir a las parábolas y las metáforas para que los demás las puedan entender. 

Debe cuidarse de los hombres obstinados que no quieran escuchar la palabra de Dios, y por eso el profeta debe decidir cuál de las ciudades será la más apropiada para cumplir las leyes. Leyes que con su vida debe cuidar a toda costa para mantener las palabras del ser necesario. 

Sobre la oración

Avicena dice que Dios partiendo los seres más superiores hasta crear los más inferiores, pero entre todos ellos el hombre es la creación más alta que haya hecho. 

El hombre fue compuesto de muchas cosas a través de una sola esencia. Sus órganos y pensamientos son complejos en frente a todos los demás seres, quizás más débil que otros animales aún más grandes pero mentalmente mucho más superior. 

Alma animal y alma racional

Si todo lo dicho es cierto, entonces el alma racional es muy superior al alma animal que se dedica básicamente a la supervivencia del cuerpo. El propósito máximo del alma racional es esperar la revelación divina que le hará entender el Espíritu Divino. 

El alcance de este conocimiento se puede hacer a través del ejercicio de la razón o por medio de la intuición, como algunos hombres tienen esta capacidad(2). No obstante, si el hombre no tiene conocimiento de la razón, ni siquiera podrá tener intuición; por lo tanto, es necesario que el hombre tenga al menos un conocimiento racional.

La función peculiar del alma humana es el conocimiento y la percepción que a su vez tiene múltiples funciones. Entre ellas está la oración que consiste en reconocer al ser necesario en toda su pureza y comando. Como dice el Corán:


''A Él pertenece la creación y el mandamiento''
(Corán VIII, 52)

Quien no reza está ignorando la superioridad del ser supremo y por lo tanto sería considerado un mentiroso y un indiferente a las maravillas que Dios creó. 

La forma exterior y la verdad interior de la oración

Existen dos partes en la oración: una exterior e interior. La exterior tiene que ver con la prescripción de la ley religiosa, además de la imposición o la obligación del hombre a realizar el ''Salat''(3) y hacer la fundación de la fe diciendo:

''No hay fe en aquel que no hace el salat, y no hay fe en quien no es fiel''

Cuando el alma se somete a los mandamientos de Dios, el cuerpo debe hacer lo mismo haciendo esta postura. 

Las bestias no están favorecidas con la Gloria de Dios, ya que estas están exentas del juicio al no poder tener la palabra de Dios; tampoco buscan la recompensa divina. Sin embargo, el hombre sí tiene la capacidad para pronunciar la palabra de Dios, por lo tanto, el hombre tiene la responsabilidad de someterse corporal y espiritualmente a Dios. 

La parte interior de la oración tiene que ver con los pensamientos más puros y espirituales. Como Dios no está en el mundo de manera física, al hombre sólo le queda la oración para tener una cercanía con él. Es así que se dice:

''El hombre en oración está en secreta conversación con Dios''

Avicena ve a la oración como una obligación del hombre para seguir el bien. Cuando el hombre no esta acostumbrado al bien necesita ser regañado para seguir la línea nuevamente, hasta que la oración sea una conducta internalizada. 

Vida después de la muerte

Mahoma ha dicho que la verdadera felicidad se encuentra luego que el alma se separa del cuerpo en la muerte. Sin embargo, el cuerpo tiene que ver también, sino en gran medida con la felicidad, con el placer. 

Por ejemplo, refirámonos a todos los placeres mundanos que nos dan cierta satisfacción. Es cierto, dan placer temporal, pero el placer que va mucho más allá de los mundanos es el espiritual. La felicidad tiene que verse con relación al ser más ''feliz'' de este mundo que sería Dios. ¿Tiene Dios placeres o necesita placeres humanos para ser feliz? por supuesto que no. Mientras más mantengamos nuestro espíritu cultivado, entonces seremos más felices que otros hombres que se enfocan en los placeres carnales. 

Quienes estén apegados a los anhelos del cuerpo jamás podrán ser felices en la otra vida, pues desearán tener el cuerpo que tenían. Por lo tanto, el anhelo del alma debe ser mucho más fuerte que el del cuerpo para alcanzar la felicidad en el mundo después de la muerte. 

Una vez que el alma se separó del cuerpo, esta se reúne con otros seres similares sin tener ninguno de los atributos de la materia. 

Conclusión

Por primera vez en este blog vemos las palabras de Mahoma (aunque luego tendremos la biografía y las ideas del Islam). Podríamos decir que este libro de Avicena es como la parte práctica de la metafísica que tiene. Muchos filósofos se han preguntado sobre la vida después de la muerte, y la mayoría concuerda con que la felicidad está en las facultades del alma mucho más que en las del cuerpo. Sin embargo, hay que reconocer que los placeres del cuerpo suelen ser mucho más poderosos y dominantes que los racionales. En fin, Avicena llama a dejar las facultades animales y acercarse a las espirituales, añadiendo el aspecto religioso del comportamiento (la oración por ejemplo).

jueves, 23 de febrero de 2017

San Agustín de Hipona - Sermón de la montaña (Libro II: La buena obra) (394).

¿Sabemos en realidad lo que es realizar una buena obra? ¿Acaso obramos porque es bueno obrar o porque queremos ser recibidos en el reino de los cielos? ¿Habría algo de malo en eso? El sermón de la montaña donde Jesús hablaba a sus apóstoles y a otras personas, es el reflejo de todas las normas del comportamiento que tendrán los que cumplen con la palabra. También es el consuelo para los pobres y mancillados por el poder de los más grandes, para que no se apenen y busquen sus respuestas en cosas humanas. San Agustín de Hipona nos esclarece de forma nítida todo lo que Dios quiere para nosotros.

Referencias:

(1) No quiere decir que tenemos el mal de forma perenne, de hecho, el mal no lo tenemos de acuerdo a la visión agustiniana. 

SERMÓN DE LA MONTAÑA


LIBRO II: LA BUENA OBRA


Intención y acción

San Agustín parte diciendo que las buenas obras no se deben hacer con miras hacia las alabanzas. Quien busca las alabanzas de los hombres, perfectamente puede ocultar la intención de lo que hace; por lo tanto, las obras buenas las tiene que hacer por el bien y por Dios. 

Un corazón limpio, es aquel que es simple, es decir, aquel que sólo ama a uno y ese uno debería ser Dios. Quien hace el bien para recibir la alabanza de los hombres y las de Dios, entonces tendrá un doble corazón lo cual Dios aborrece. 

La intención es lo que realmente vale, no es que sea malo hacer buenas obras delante de los hombres; lo realmente malo, es que sólamente ese sea el propósito de hacer buenas obras. En todo caso, si las buenas obras pueden hacer que otros hombres sigan el ejemplo, no habrá ningún inconveniente, porque más allá de las alabanzas lo importante es el fruto así como lo dijo San Pablo:

''No busco dádivas (hablando de sus obras), busco frutos''
(Filipenses 4:17)

Los que buscan dádivas buscando las alabanzas son justamente llamados hipócritas. 

Los hipócritas

Quien se deja convencer por estas personas que haciendo buenas obras buscan las alabanzas de los hombres no entrarán en el reino de los cielos. El hipócrita es similar a un comediante, pues estos son los que imitan a otros personajes de la realidad. 

En el caso de la limosna, un versículo muy preciso se encuentra en Mateo:

Sin embargo, cuando tú des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha''

En cuanto a la mano derecha, San Agustín nos dice que significa el cumplimiento de los preceptos de Dios, mientras que la mano izquierda significa las alabanzas humanas. 

Que la mano izquierda no sepa lo que hace la derecha, nunca se podrán mezclar la conveniencia de las alabanzas. Por eso, los cumplimientos deben estar lejos del deseo de las alabanzas de otros hombres. 

De alguna manera, la mano izquierda representa el mundo exterior mientras que la mano derecha el mundo interior del hombre. Obviamente, la limosna más conveniente es la que pertenece al mundo interior, y por lo tanto a la mano derecha. 


Mano derecha: cumplimiento de preceptos (mundo interior)
Mano izquierda: alabanzas humanas (mundo exterior)

La limosna siempre debe darse en el anonimato y jamás debe salir al mundo exterior. Sólo se debe dar la limosna por la mano derecha, aunque esto no lleva poca recompensa, pues Dios se encargará de premiar abiertamente a quien ha colaborado anónimamente. 

Nada puede ser más perjudicial que hacer buenas obras a los ojos de los hombres y más aún, hablar con muchas palabras para dar la sensación de ser convincente hacia los otros hombres. La forma correcta de hacer caridad será tener la intención de corazón y hablar con Dios a través de los sentimientos y no a través de las palabras. 

La interpretación de la oración


Padre nuestro que estás en los cielos...

Dios es el Padre nuestro de la oración y es a él a quien nos debemos dirigir. ¿Qué quiere decir que digamos ''Padre nuestro que estás en los cielos''? los cielos son cuerpos limitados y Dios no está limitado por ningún espacio de cuerpos; por lo tanto, el padre sólo se encuentra ahí, pero no es que esté contenido allí. 

Este cielo es lo que entendíamos en el Génesis como una especie de cielo divino. El cielo y la tierra tienen su equivalencia entre sí, pues uno es referente a las cosas divinas y el último es referente a la carne. Esos cielos también son interpretados como ''santos'', porque Dios está con todos ellos; de ahí, todos los que pertenecen al cielo son santos y los de la tierra pecadores. Aquí tenemos el principio de la oración:

''Padre nuestro que estás en los cielos''
(Mateo 6:9)

De ahí que digamos entonces que el padre está en el corazón de los justos, porque el cielo es el lugar de los santos y virtuosos. 

Santificado sea tu nombre...

Esto es lo primero que se le debe pedir al Padre que está en los cielos: que su nombre sea santificado. No es que su nombre no lo estuviera antes, esta expresión sólo indica que reconocemos a Dios como una divinidad pura. 

Venga a nosotros tu reino...

Esta parte podría entenderse como si Dios no gobernara ahora, pero la verdad es que incluso la palabra ''venga'' significa: manifiestese ante los hombres. Por otro lado, que Dios venga con su reino significa que vendrá para dar el juicio final a todos los humanos. 

Hágase tu voluntad... 

Esto quiere decir que así como la voluntad de Dios se hace con los seres divino los ángeles, que se haga también en la tierra donde están los humanos. También significa que socorra a los buenos y convierta a los malos hacia el cristianismo. 

Así en la tierra como en el cielo...

El cielo representa el espíritu como la tierra representa el cuerpo. La forma en que la voluntad de Dios será hecha en la tierra, será cuando los justos puedan renacer de la muerte y ser sanos mucho más allá de lo que tenían al ser simples hombres. 

Danos hoy nuestro pan de cada día...

Por supuesto, el pan significa la comida diaria con la que se alimenta el hombre y no el pan propiamente dicho. En esta parte de la oración, lo que le hombre pide en verdad es la comida cotidiana, como también es el pan espiritual por el cual el hombre reconoce a Dios. 


Perdona nuestras ofensas como nosotros también perdonamos a los que nos ofenden...

Aquí se está llamando a la deuda que todo ser humano pecador tiene para con Dios. Sin embargo ¿qué pasa con aquellos que no tienen cómo pagar o con aquellos que no quieren pagar? se perdona a todos los que tengan una deuda, pues entonces no podríamos decir ''perdona nuestras ofensas''.

No nos dejes caer en la tentación... 

Dios es quien deja caer en la tentación a los demás para que se den cuenta de su error. Por eso se pide en la oración que Dios, quien deja caer en las tentaciones, no lo haga. ¿Por qué nos tienta? porque nadie puede ser puesto a prueba de su virtud si no es tentado a cometer un pecado. 

No se está pidiendo que no seamos tentados, sino que no caigamos en dicha tentación. Por lo demás, esta tentación, como lo dijimos anteriormente, no viene de Dios, sino que de Satanás. Es él quien es la tentación misma, y Dios permite que lo haga para ponernos a prueba. 

Líbranos del mal, Amén...

Se pronuncian estas palabras para pedir que se nos libre del mal que ya tenemos(1) y del que puede sobrevenir. Por lo demás, también significa que estamos diciendo a Dios que nos diga cómo debemos conducirnos al camino del bien. 

Los tipos de peticiones

Si comprendemos bien la oración, en ella podremos ver que hay 7 peticiones. Las tres primeras tienen lugar como peticiones celestiales más que terrenales, mientras que las otras cuatro son definitivamente temporales. 

Peticiones divinas:

  • Santificado sea tu nombre
  • Venga a nosotros tu reino
  • Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo

Peticiones terrenales

  • Danos hoy nuestro pan de cada día
  • Perdona nuestras ofensas como nosotros también perdonamos a los que nos ofenden
  • No nos dejes caer en la tentación
  • Líbranos del mal

Estas últimas peticiones no son más que las cosas que hará Dios en su venida cuando traiga el reino de los cielos. Por supuesto, bajo la oración a Dios también está la petición del perdón de los pecados. 

Ostentación perniciosa

El mismo Jesús dijo en el Mateo 7:16 ''Los conoceréis por sus frutos'' refiriéndose a aquellos hombres que se jactan de tener la bendición de Dios, haciendo lujo de las cosas superfluas que tienen. No obstante, también es cierto que los hipócritas se visten con ropas simples y necesarias, para embaucar a los demás dando la apariencia de ser simple. 

Si podemos superar la ostentación de las cosas que poseemos, podremos dar la limosna sin ningún problema. Quizás nunca sepamos qué hace dicha persona a quien damos limosna; no sabemos si con lo que le dimos hace el bien o el mal, pero si nuestra acción de dar limosna fue dada con la mejor intención, no importará su resultado

De acuerdo con San Agustín, quien pide limosna se encuentra en las tinieblas y cuando se le da lo que pide se encuentra en la luz; sin embargo, puede volver a las tinieblas dependiendo de cómo use lo que le fue dado. En este caso, la intención vale más que el resultado. 

El alimento y el evangelio

No se evangeliza para comer sino todo lo contrario, comemos para evangelizar. Ahora, tampoco se debe evangelizar por necesidad, sino más bien por propia voluntad. Recordemos que es la voluntad lo que determina si nosotros realizamos una acción por medio del bien o del mal. 

En todo caso, bastará buscar el reino de Dios para que luego no nos falte ninguna necesidad. Por otro lado, las cosas más divinas estarán por sobre el alimento y todas las cosas terrenales. La idea es que, en la búsqueda de las cosas necesarias (como el alimento) no sólo se tenga en cuenta la necesidad, sino que también no se piense en ella a la hora de evangelizar. Si nos concentramos en el evangelio, nada podrá faltarnos posteriormente, pues ya dice el versículo de Mateo 6:33


''Buscad primero la justicia y el reino de Dios y todas estas cosas se os darán por añadidura'' 

No tiene nada de malo privar del alimento que viene de sobra en el ser humano. 

El temor y el odio

El juicio de Dios es posterior a la acción de los pecados, y probablemente, el hombre pensaría que es menos de temer porque el juicio aún no llega. Sin embargo, nadie quedará exento de culpa cuando llegue el juicio de los cielos. 

Por otro lado, también deberemos tratar de no emitir juicios temerarios (prejuicios); por ejemplo, si alguien tiene dolor de estómago, podemos pensar que es por glotonería o por una bacteria. Cualquier juicio que emitamos desde nuestra subjetividad, antes de saber realmente lo que es será un prejuicio. Y así decía el Mateo 7:1


''No juzgueis o sereis juzgados''

El juicio previo sólo afecta a quien juzga y no al juzgado; por lo tanto, la temeridad sólo podrá afectar al temerario y a quien recurra a estos juicios. 

La moral y la ocultación de la verdad

Para San Agustín, la ocultación de la verdad (o la omisión de ella) no es mentir ni tampoco algo malo, pues ocultar no es lo mismo que mentir. Por supuesto, las cosas que se deben ocultar no son aquellas que sean realmente importantes, es decir, se debe decir la verdad y omitir aquellas verdades que en realidad, no sean tan importantes como la primera. 

Conclusión

Terminamos al fin el sermón de la montaña dado por Jesús a sus discípulos. Sin duda que las cosas dadas por Jesús son valiosas y honestas; pero, ¿podrán ser llevadas a cabo? Todo este sermón de la montaña, junto con las otras enseñanzas dadas en otras instancias, me recuerda al libro de J.D. Salinger llamado ''Frank and Zoey'' donde se hablaba de la imposibilidad de ser Cristiano. ¿Quién ha podido ser capaz de cumplir los preceptos del sermón de la montaña o los otros preceptos dados? Realmente es difícil poder decirlo y aún así demostrarlo.