sábado, 18 de junio de 2022

Al-Kindi - Sobre la disipación de la tristeza

Es uno de los tratados más grandes de al-Kindi con respecto a la tristeza. Podríamos decir que es una combinación entre la filosofía griega y la cultura islámica. En este blog no hemos tratado el tema de la tristeza de forma exclusiva, aunque sí hemos visto sentimientos o emociones negativas en ciertas obras; nada como lo que veremos ahora en todo caso. Al-Kindi se propone investigar qué es la tristeza, pero aún más importante, cómo hacer que esta desaparezca o, como dice el título de la obra, ''se disipe''. Veamos qué nos trae el filósofo ésta vez. 


Referencias:

(1) Podría haber sido el Domus Aurea o el Domus Transitoriam


SOBRE LA DISIPACIÓN DE LA TRISTEZA


Definición y características de la tristeza

Todo dolor que no tiene causa es incurable. Por ende, para empezar a hablar sobre la tristeza (huzn) debemos definirla para luego ver si podemos encontrar una cura a la misma. Al-Kindi define la tristeza del siguiente modo:

''Es un dolor síquico ocurrido por la pérdida de aquel que pierde lo que amaba o la frustración de no conseguir lo que se buscaba''

Al-Kindi se pregunta ¿es posible que podamos evitar estas dos causas de la tristeza? en primer lugar es imposible porque no siempre se puede tener lo que uno quiere. Como todo en este mundo es pasajero y mutable, no debemos amar las cosas con el objeto o el propósito de tenerlas por siempre. 

Pero esto no solo se aplica a las cosas materiales sino que también a las relaciones entre humanos. Así, hay pena cuando se espera que alguien obedezca o atienda algún asunto y no realiza ninguna de estas acciones. 

Sin embargo, no podemos esperar de lo natural aquello que no es natural. Si esperamos de algo corruptible que sea incorruptible, esperaremos algo en vano. En consecuencia, nuestros pensamientos deben estar dirigidos a aquellas cosas que están a nuestro alcance y no deberíamos entristecernos por las cosas transitorias, o que demandan objetos inalcanzables para nosotros. De hecho, si una persona está triste por estos bienes transitorios, realmente su pena nunca desaparecerá

Para al-Kindi, la felicidad y la tristeza pertenecen a la categoría lógica del tercer excluido, o estamos felices o estamos tristes, pero no hay categorías intermedias ni superpuestas. 

Las personas y la tristeza

Existen muchas personas que disfrutando de ciertos bienes aseguran que perdiéndolos se pondrían muy tristes. No solo los bienes entran en esta categoría sino que también ciertos comportamientos. Existen algunos hombres que, con su comportamiento, quieren asemejarse a las mujeres y actúan igual que ellas. Aseguran que quienes no actúan como ellos se pierden grandes deleites y diversiones; una forma de felicidad. 

Por lo tanto, cuando estas personas se ven privados de los bienes y de los comportamientos que ellos ven como buenos se entristecen. Es preciso destacar que estas personas obtienen la felicidad de aquellas cosas que no están en la naturaleza, es decir, quieren aquello que es contrario a la naturaleza: la permanencia de los bienes y los comportamientos que no corresponden a su propia naturaleza. 

Los hábitos y el alma

Como la tristeza es más bien un problema del alma y no del cuerpo, esta debe erradicarse por medio del hábito. Estos hábitos deben partir desde las cosas más pequeñas hasta las cosas más grandes. Cuando el hábito se hace superior a las costumbres que no son naturales, es posible resguardarse de la pérdida de las cosas y de aquellos hábitos no conformes con la naturaleza. El hábito, entonces, sería la cura para estos dos problemas anteriormente mencionados. 

La tristeza

La tristeza puede dividirse en dos partes:

  • Tristeza por nosotros
  • Tristeza por alguien más


El remedio para la primera tendría que hacerse aquello que no nos cause tristeza. Si nosotros queremos aquello que nos causa tristeza, o nos puede causar tristeza, entonces estamos queriendo aquello que no queremos; que a su vez es propio de la gente que no tiene intelecto. 

El préstamo y la envidia

Por otro lado, si estamos tristes por alguien más, tenemos que distinguir si...

  • Podemos repeler esa tristeza
  • No podemos repeler esa tristeza

En el primer caso, es obvio que tenemos que escoger repeler esa tristeza si está en nuestro poder; por otro lado, si no podemos repeler esa tristeza, es decir, no podemos elegir, entonces tendremos que esperar hasta que el hecho ocurra para estar tristes. En este segundo caso no hay que anticiparse a los hechos que ocurran, pues se estaría incurriendo en hacerse un daño voluntario. 

Al-Kindi nos dice que lamentarse o ponerse triste antes de que los hechos ocurran es de hecho una malignidad, porque pudiendo estar felices o aliviados, preferimos, voluntariamente, porque no hay razones para estar mal, hacernos daño a nosotros mismos. En otras palabras, como dice el filósofo, estaríamos siendo injustos con nosotros mismos. 

La pena se da por una no naturalidad, por una posesión y posición que ya no se tiene. ¿Por qué la palabra ''posición''? imaginemos que a una persona le roban dinero. Hay personas que se ponen tristes porque le roban dinero, mientras que otras no se entristecen en absoluto ¿por qué algunas se ponen tristes? porque ellas han querido, voluntariamente, poner la tristeza en ese lugar. Y esta persona que pone voluntariamente la tristeza en sí mismo, es en efecto una persona sin intelecto. 

En cuanto a la pena por alguien más, la persona no debiera envidiar nada de la otra. Desear el mal es propio de una persona que en realidad ''es el mal''. No es propio de una persona de bien desear las cosas del otro por medio de la envidia, al contrario, se debería desear todo bien. Las cosas de este mundo son prestadas por Dios y es él quien da y quita para dársela a alguien más, si es que esa es su voluntad. 

En este último caso, se podría pensar que Dios nos quita las cosas para dárselas a nuestros enemigos; y en consecuencia, se diría que Dios nos está haciendo un mal. Sin embargo, se debe tener en cuenta que es Él quien presta las cosas; las cosas que poseemos en verdad no son nuestras sino que de Él. 

Debemos cuidar de no ser desagradecidos con Dios, pues si pensamos que nuestras cosas nos pertenecen, en realidad estamos siendo desagradecidos con Él. También se entendería desagradecido aquel que ha devuelto a alguien lo que le habían prestado primeramente. 

Anécdotas de otros hombres

Ahora, el filósofo nos cuenta algunas historias de hombres que no han tenido la tristeza de perder sus bienes. 

Sócrates

Una vez se le preguntó a Sócrates:

-¿Por qué nunca estás triste?

- Porque no tengo cosas de las qué entristecerme si las perdiera


Nerón

A Nerón le fue regalada una cúpula(1) y el día que le fue obsequiada hubo muchos invitados, entre ellos, un filósofo. Nerón le preguntó

- ¿Qué te parece?

- Muestra una carencia de la cual incurres y un infortunio que debes saber...

- ¿Cuál?

- Si lo perdieras, te desesperarías porque no encontrarías otro igual y siempre lo extrañaras. Si alguien te privara de él, una gran pena caerá sobre ti. 

En efecto, más tarde, así fue. Nerón trató de reconstruirla y tener una similar pero falló. No la pudo recuperar hasta el resto de sus días. 

Sócrates

Una vez Sócrates fue perseguido por unos difamadores y tuvieron un diálogo. Sócrates estaba en un barril y comienzan a conversar.

- No debemos tener cosas por las que después estemos tristes

- ¿Qué pasaría si tu barril fuera destruido en mil pedazos?

- En efecto, podría destruirse, pero el lugar seguiría intacto



Personas que toman un barco para llegar a su destino.

El capitán del barco lleva a unas personas a su hogar, pero antes de llevarlas a su hogar hace una parada. El capitán los lleva a una isla para un propósito u otro, arroja el ancla, Y todos bajan para ver el lugar, otros se quedan en el barco, mientras que otros admiran la naturaleza fuera de este. Luego, todo vuelve a sus lugares en el barco, algunos han recogido conchas, piedras, frutas y flores. Vuelven cargado de cosas, los sirvientes cargados de piedras conchas y flores de la tierra, las cuales perecerán y cambiarán de un estado a otro, mientras que las frutas cambiarán a un estado de putrefacción; que luego, no se distinguirán una de otras. Los lugares que ocuparán en el barco se volverán incómodos porque ya no tendrán el mismo espacio. Otros se quedarán recolectando especies y no escucharán el llamado del capitán del barco, y se quedarán afuera sufriendo.

De acuerdo al filósofo, este es un símil que representa el mundo real y el otro mundo lleno de distracciones y cosas materiales. Así, las cosas materiales ocupan un lugar en nuestra vida y nos hacen preocuparnos por ellas, y si las perdemos nos ponemos tristes. Si las personas hubiesen seguido el camino directo a su tierra natal, sin bajarse del barco para recolectar bienes materiales, no estarían tristes porque no habría nada que perder. De acuerdo al filósofo si no hay nada que perder entonces es algo bueno y no tendríamos por qué odiar aquello que es bueno.

Entonces el filósofo vuelve nuevamente a la idea de que lo natural es aquello que es bueno. muchos dicen que la muerte no es buena porque nos priva de la vida, pero la muerte es la condición para que exista un ser humano y no se puede estar triste por algo que es natural.

Conclusión

De lo desprendido para al-Kindi, podemos montar su enorme influencia por los filósofos griegos sobre todo por Sócrates y los estoicos. En efecto, la ataraxia estoica nos revela que no es posible estar tristes o eufóricos si nos mantenemos en la razón. si todo se da por naturaleza, entonces no habría tristeza o algún hecho por el cual estár triste. Claro, cómo sabemos que todas las cosas de este mundo son transitorias, no tendría sentido entristecernos porque ya no estarán con nosotros o porque perecerán. Nosotros ya lo sabemos de antemano. Ese es el mensaje de al-Kindi y finalmente, es decir, mantenerse en lo natural y evitar aquello que no lo es.

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