viernes, 24 de julio de 2020

Nicolás de Cusa - La Docta Ignorancia (De Docta Ignorantia) (Libro II: Entendimiento del universo) (1440)



Si el concepto de Dios puede parecernos difícil de entender, puede ser que el concepto de universo sea aún más difícil ¿o no? Bueno, la verdad es que en este segundo libro de la Docta Ignorancia veremos la visión que tiene Nicolás de Cusa con respecto al universo, y cómo es que este se entiende con lo máximo, la unidad, la esfera y por supuesto la Santísima Trinidad. Sorprendámonos ante la naturalidad del cusano para explicar términos tan complejos como este.

Referencias:

(1) Una pregunta bastante averroísta. Recordemos que Averroes decía que mientras el mundo estuviera en la mente de Dios, este sería coeterno con el mismo. 



De Docta Ignorantia


LIBRO SEGUNDO

Capítulo I: Único Universo Infinito


Las cosas materiales o de este mundo jamás podrán tener una igualdad máxima, en efecto, entre ellas mismas se exceden o se superan unas a otras. La única igualdad máxima la tiene Dios y por tanto, él es el máximo principio. 

Sin embargo, siempre hay un elemento que es la medida de todas las cosas; así los movimientos del sol guían a los movimientos de los demás plantas, pero nunca serán iguales a los del sol ni a los otros que los acompañan.

Ahora, la exacta proporción si puede darse en términos de razonamiento, pero no en el mundo sensible. En algunas disciplinas tampoco se puede ver la igualdad, sobre todo en el arte, en efecto, una canción o una pintura jamás llegará a representar aquello sobre lo que habla en términos  de igualdad. 

No obstante, todas las cosas sensibles se encuentran en un universo infinito. Pero a esto hay una dificultad: el universo no es negativamente infinito. ¿Por qué? porque el infinito contiene en sí mismo todo lo sensible, pero tampoco es algo que sea finito, es decir, algo que termine porque de otra manera, no podría contener aquello que es finito. Por lo tanto, el universo es ilimitado, infinito, ya que no existe algo mayor a sí mismo. 

Además, de acuerdo con el cusano, el universo es una criatura que proviene del mismo ser divino supremo. 

Capítulo II: El ser de la criatura es divino por inteligible por ser primero

Nuestro entendimiento no alcanza el ser de las criaturas. Las criaturas no pueden ser o no ser, indefectiblemente sino que más bien son una combinación de ambas, están sujetas al devenir. Por lo tanto, las criaturas no están en el ser ni el no ser, pero eso aborrece el entendimiento humano. 

Por otro lado, tenemos que las criaturas son pluralidades, es decir, no son unidades como sí lo es Dios. Sin embargo, del mismo modo, si las criaturas están dentro de Dios ¿podríamos decir que las criaturas son eternas si están dentro de Dios?(1) por un lado tendríamos que decir que sí, pues Dios es eterno y lo que esté dentro de él también sería eterno; por otro lado no, porque es evidente que las cosas materiales (las criaturas en este caso) perecen. 

Ambas cosas, es decir, tanto la unidad y pluralidad en una criatura, como la eternidad y la no eternidad en la misma no se comprender por el entendimiento humano. Es imposible conciliarlo y por ello, la ignorancia nos lleva nuevamente a plantearnos que en realidad comprender estas cosas hasta ese punto (ignorar cómo es que la criatura es unidad y pluralidad, eterna y no eterna) nos hace tener el entendimiento adecuado. 

Capítulo III: Cómo el máximo implica todas las cosas

En efecto, Dios está en todas las cosas como primer máximo. Como unidad infinita, él fue lo primero en este mundo, luego nació la pluralidad y de esta pluralidad la complicación, en otras palabras, las cosas complicadas que son difíciles de explicar como la unidad dentro de la pluralidad o lo eterno con lo no eterno. Todas estas cosas son abarcadas por Dios mismo. 

Capítulo IV: El universo es solo semejanza del absoluto

Existen dos clases de universo de acuerdo a Nicolás de Cusa, uno es el universo contracto y el otro el universo absoluto.

Este universo contracto, si bien es infinito está lleno de pluralidad. Por lo tanto, si bien el universo contracto necesita de cierta unidad para existir, la verdad es que sigue siendo parte de aquello que es plural. En efecto, el universo contracto solo sería la sombra del universo absoluto, una semejanza si bien se quiere decir. 

Capítulo V: Todo está en todo

La frase que inicia este capítulo es en realidad del filósofo Anaxágoras. Nicolás de Cusa nos dice que de esta manera que todas las cosas están en Dios. Esta es la más clara evidencia de que la unidad precede a la pluralidad, claro, porque el todo se da por unidad, no por pluralidad. 

Todo: unidad
Partes: pluralidad

Dios está en todas las cosas de manera absoluta y las cosas también están dentro de Dios. 

Capítulo VI: Complicación y grados del universo

Debido a la complicación que existe, Nicolás de Cusa distingue algunos grados de la realidad total:

  1. Unidad absoluta
  2. Universo (contraído)
  3. Pluralidad

De esto se colige que la unidad del universo es la segunda especie de unidad, pero que tiene a su vez pluralidad. La unidad del universo es denaria (llega al número 10) y como unidad denaria, esta se duplica en números más grandes. Por medio de esta unidad se llega a al complicación de la pluralidad en el universo. 


Capítulo VII: La Trinidad

La misma unidad es trina; por lo tanto, cualquier persona de la trinidad es una unidad. Y así, una persona no es otra porque como la trinidad es una unidad, todas son iguales. 

Sin embargo, esta unidad puede ser contracta, es decir, tiene la posibilidad de constreñirse. En efecto, recordemos que el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros (Juan 1:14); por lo tanto, existiría una posibilidad de que lo infinito pudiera constreñirse a lo finito, a lo posible. De esta forma existirían cuatro formas de ser:

  1. Absoluta necesidad (Dios como forma de formas)
  2. Cosas en la necesidad de constitución (forma de las cosas)
  3. Cosas en cuanto posibilidad determinada (aquello que llega a ser en acto)
  4. Cosas en cuanto puede ser (posibilidad o potencia pura)

Los tres últimos modos existen en el universo contracto, pero todos dependen de la absoluta necesidad.

Capítulo VIII: Posibilidad o materia universal

La potencia se relaciona con la informidad, en efecto, no tiene forma. Si bien hay distintas posturas, Nicolás de Cusa se queda con la de los peripatéticos quienes afirmaban que la forma estaba potencialmente en la materia, y a su vez estas eran deducidas por un eficiente (Dios). 

Por lo tanto, existe una potencialidad absoluta que es infinita, es decir, la potencialidad absoluta puede ser de diversa índole. Por cierto, uno puede modificar un pedazo de madera y convertirlo en cama o en mesa. Pero esta infinidad es contraria a la de Dios, ya que la posibilidad absoluta se da por falta de forma, mientras que la de Dios es absoluta en cuanto tiene una forma infinita. 
  • Infinidad potencial (negativa): sin forma
  • Infinidad formal (positiva): con forma

No obstante todo lo anterior, Nicolás de Cusa nos dice que no es posible la existencia de una infinidad potencial. Si existiera la infinidad potencial, entonces no habría diferencia con la extensión de Dios, es decir, tanto la extensión de Dios como de la materia sería la misma lo cual es absurdo. Toda posibilidad es contracta, no se encuentra una posibilidad absoluta porque de ese modo existiría igualdad en lo material. 

Capítulo IX: Sobre el alma o forma universal

Los filósofos platónicos y peripatéticos advertían que el alma de las cosas materiales era algo necesario. Sin embargo, Nicolás de Cusa no lo cree así. Si existiera un alma del mundo o un alma universal, entonces tendríamos que decir que aquello es la causa de todas las cosas, y no la verdadera causa eficiente que es Dios. Por lo tanto, debe quedar claro que la única causa eficiente es Dios. 

Capítulo X: Sobre el espíritu del universo

Los filósofos decían que la conexión entre la forma y la materia se da por medio de un espíritu. En realidad, el movimiento que se da entre la forma y la materia es realizado por Dios, es él quien complica las cosas. 

Capítulo XI: Corolario sobre el movimiento

No hay ninguna cosa en el mundo que no esté formada por la potencia. Todo está entrelazado por el acto y el movimiento en una conexión por lo tanto, ninguna cosa es igual a otra en este mundo. En este sentido, no existiría un centro fijo e inmóvil en el centro de la tierra con relación al movimiento de los orbes. 

De hecho, el centro del mundo coincidiría con una circunferencia absoluta. Sin embargo, lo absoluto o lo igual no existe en este mundo (recordemos que ninguna cosa es igual a otra en este mundo). Si fuera una circunferencia, entonces esta misma sería su propio principio y fin y no estaría limitado, lo cual es absurdo porque el centro de la tierra si estaría limitado por las capas que tiene. 

Si el Universo, aunque contracto, es infinito (o infinitamente contracto) se deduce entonces que la tierra no es el centro del universo, pues lo infinito no tendría ningún punto central de inicio o de término. Si el mundo es a semejanza de Dios, entonces el mundo es infinito y unitario. 

Capítulo XII: La condición de la tierra

La tierra y los demás planetas se muevan, aunque no nos damos cuenta de aquello. El centro del mundo no es una esfera central, sino que es el mismo Dios. La tierra sería en consecuencia, una estrella que se ve influenciada por otros planetas. 

Capítulo XIII: La creación

Todas las cosas que son visibles en este mundo son obras de Dios, y por lo tanto, admirables. Para crear este mundo, Dios se sirvió de todas las ciencias tal y como nosotros creamos las cosas por medio de ellas. 

Conclusión

Un libro de valiosa importancia en cuanto al entendimiento del universo y Dios. Sorprende que esta aseveración de que la tierra no es el centro del universo haya sido primeramente declarada por Nicolás de Cusa, y no por Giordano Bruno quien se cree que fue el primero en afirmarlo. 

A pesar de que Nicolás de Cusa nos llame a guardar ignorancia con respecto a las complicaciones, la verdad es que de la misma manera nos da una respuesta contra esas complicaciones. Es en verdad, valiosa la obra de Nicolás de Cusa. 

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