sábado, 14 de diciembre de 2019

Juan Duns Escoto - Ordinatio (La existencia de Dios(I)) (1269)



No podría avanzarse en Juan Duns Escoto sin entender la mirada que este tiene sobre Dios y lo divino, además de presentarnos las pruebas de la existencia del mismo. A lo largo de lo que hemos visto, las pruebas sobre la existencia de Dios han sido múltiples, siendo las más importantes dos: el argumento ontológico de San Anselmo de Canterbury y las cinco vías tomistas. Sin embargo, esta es solo la primera parte de la prueba de la existencia, ya que Duns Escoto analiza primeramente las premisas que nos llevan a decir que Dios existe.


Ordinatio
La existencia de Dios

La finitud

Si existiera algún ser que fuera infinito, entonces el mal no existiría. En efecto, si un cuerpo fuera infinito no dejaría que nada más existiera; por ejemplo, si el sol fuera infinito, entonces no habría frío en absoluto. Por lo tanto, un ser en acto no puede ser infinito. 

Conocimiento evidente por sí mismo 


Como sabemos, Duns Escoto aprueba la idea de Anselmo sobre que nada más grande que Dios puede ser pensado. Esto es conocible por sí mismo, es decir, es tan evidente que la proposición no puede ser no verdadera. Recordemos que las proposiciones son oraciones que afirman o que niegan algo. Por ejemplo, es claro que la oración ''los patos son animales'' es evidente por sí misma y no necesita de ninguna prueba.

En cierto sentido, dependerá netamente de quien esté elaborando las proposiciones, pues, si alguien no entiende qué es un pato o qué es un animal no podría conocer la verdad de las proposiciones ni de la conclusión en sí misma. 

La proposición ''Dios existe'' no es verdadera porque se aplica a la realidad, sino que por que sus extremos proposicionales están conectados lógicamente; por ejemplo, Dios, es un ser; por lo tanto, existe. Esto es perfectamente concebible en el intelecto a simple vista, sin necesidad de mayor ahondamiento. Lo que es evidente por sí mismo no puede ser negado por ninguna persona. Como dice el estagirita en Metafísica:

''Es absurdo buscar conocimiento y el modo de conocerlo al mismo tiempo''

Una proposición evidentemente conocida, es aquella que posee una verdad evidente fuera de los términos que no sean propios de ella. Así, ''El todo es más grande que sus partes'' es evidente por sí mismo ya que todas sus propiedades son lógicas.

Ahora, la pregunta es ¿de dónde vienen estas propiedades? Duns Escoto nos dice que vienen tanto de la definición como de lo definido. ¿Dónde se encuentra la definición y lo definido en una proposición? Veamos un ejemplo:

Todo animal es un ser viviente (Primera proposición)
Todo hombre es un animal (Segunda proposición)

Todos los hombres son seres vivientes (conclusión)

En este respecto, ''animal'' sería el término medio y por lo tanto, las dos premisas no difieren en cuanto a que definen lo que es un animal y lo que es un hombre. Si bien las premisas son evidentes por sí mismas (cuando son verdaderas), la conclusión no necesariamente lo es. De hecho, si la premisa y la conclusión fueran lo mismo (el hombre es un ser viviente porque un ser viviente es un hombre) sería una falacia de petición de principio.

En el caso anterior, entonces no podríamos decir que las proposiciones son evidentes por sí mismas, al contrario, necesitaríamos otra premisa para explicar. 

En conclusión, una premisa es evidentemente conocida no por que una proposición sea más conocida (en otras palabras, no ''Todo hombre es un animal'' es verdadero porque ''Todo animal es un ser viviente), sino que porque existe una interpolación (combinación) de términos (animal y viviente) que comparten una misma verdad. Por lo tanto, respondiendo a la pregunta el término medio es la definición y lo definido es la conclusión.´

También se concluye que a partir de una proposición evidentemente conocida y una evidentemente conocible no hay distinción alguna. No se llama ''evidentemente conocida'' porque es literalmente evidentemente conocida por algún intelecto, pues si alguien no la conociera ya no podría existir, sino que por la interpolación de términos verdaderos que posee.

Las premisas concernientes a Dios

Si entendemos que ''Dios'' es una substancia que no es conocida por nosotros, entonces inmediatamente estamos dando existencia conocida al ente de Dios. En otras palabras, no lo conocemos a él directamente, pero sabemos que existe. 

Sin embargo, se puede objetar que aquello que está en el intelecto no tenga nada que ver con Dios ni con ninguna criatura que se le parezca. Pero Escoto no está de acuerdo con esto y lo prueba de cuatro formas:


  1. Todo lo que primeramente pertenezca a algo puede ser demostrado (el hombre es un animal)
  2. Todo puede demostrarse ya sea desde lo universal o desde lo particular (todos los hombres son mortales; Sócrates es un hombre)
  3. Toda proposición es evidente por sí misma a partir de términos evidentes. Sin embargo, la proposición ''hay un ser infinito'' no es evidente en nuestro entendimiento, porque no creemos en la proposición antes de demostrarla salvo que sea por fe
  4. Todas las proposiciones que sean compuestas (no simples) no son evidentes a menos que sus partes estén unidas, de otra forma no podrían ser demostradas

La última forma es clave pues la interpolación de concepto que hablábamos hace un momento, es la unidad misma de la quididad. Esta unidad es el concepto que Duns Escoto nos ha tratado de explicar: la univocidad. Para que exista la univocidad las premisas deben ser necesarias y verdaderas.

Un ejemplo de esto podría desarrollarse con la siguiente premisa:

  • ''Un hombre es un animal irracional''

Esta premisa no es evidente por sí misma porque el sujeto incluye algo en sí mismo que es falso. Tampoco lo sería la siguiente premisa:

  • ''Un hombre es blanco''

Esto porque necesita verse que el hombre sea actualmente (en acto) blanco. De otra forma, se estaría cayendo en un falso concepto. 

Conclusión


Tenemos entonces la primera entrada del argumento sobre la existencia de Dios: las premisas pueden ser evidentes por sí mismas. Esto destruye un poco el panorama que Santo Tomás de Aquino había ideado en la escolástica, pues el aquinate nos decía que las demostraciones siempre debían ser a posteriori. Pareciera que volvemos a los argumentos a priori conocidos con San Agustín de Hipona y San Anselmo de Canterbury.




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