miércoles, 7 de junio de 2017

San Agustín de Hipona - La ciudad de Dios (Libro IV: Las guerras y los dioses) (413).

Ya desde tiempos inmemoriales el hombre ha adjudicado los vicios de la guerra con los dioses, como si estos la observaran para ver qué tan poderosos son los hombres. ¿Acaso los dioses nos miran cuando nos ocurren desgracias? el ejemplo del cristianismo ha dicho que todo mal es voluntario y que Dios no lo hace sin ninguna razón, pero ¿quién podrá salvarnos de las desgracias cuando el hombre no encuentra alguna razón? bien podemos creernos inocentes, pero al parecer siempre habrá algo de lo que podamos ser culpables. 

LA CIUDAD DE DIOS

LIBRO IV: LAS GUERRAS Y LOS DIOSES


Humildad y delincuencia en los hombres

¿Cuánto ha tenido que matar el hombre para lograr sus ambiciones en la historia de Roma? el afán expansionista comenzó desde la monarquía específicamente en el tercer reino. ¿A qué costo se logró la expansión de Roma? al costo de sacrificar miles de vidas incluyendo las del propio territorio. ¿Es que en esos momentos Roma no se conformaba con la vida tranquila y pacífica que tuvo que caer en la ambición? La grandeza de Roma hizo caer a los ciudadanos en el peor de los pecados: la soberbia. 

San Agustín asegura que los malos reinos son parecidos a una banda de ladrones; los dos no paran en la ambición y siempre quieren más. Un mal gobierno es el que prolonga las guerras y las hace herencia a través del tiempo.

Los bandoleros y delincuentes

El mismo Rómulo aceptó que entraran unos gladiadores en el reino de Roma, pero estos de inmediato comenzaron a acusar desmanes en la ciudad. Los enemigos o delincuentes de Roma siempre se han encontrado fuera de ella, sobre todo en el lado asiático. 

¿Qué dioses se supone que estaban presentes cuando Roma fue atacada? Los paganos ¿por qué no se pronunciaron para proteger a su pueblo de ellos? 

Los dioses paganos y su lugar en el mundo

Crítica al politeísmo

Los maestros paganos ponen a los dioses paganos en distintos lugares:


Estos son los dioses paganos (en realidad son muchos más) y entre ellos Júpiter es el mayor y mejor de ellos. Sin embargo, todos los demás dioses podrían reducirse fácilmente a Júpiter, pues todas las otras cosas que representan los otros dioses tienen ''esencia'', entendiendo como esencia el éter. 

¿No será más inteligente de parte de los paganos adorar solamente a Júpiter? a San Agustín le parece literal y textualmente ''una estupidez'' que el pagano adore a un dios por ejemplo, a Diana, siendo que puede adorar a Júpiter que también está en Diana. 

Pareciera ser que todos los dioses resultan inútiles frente al poderío del más grande que en este caso sería Júpiter, y por lo tanto la adoración a los dioses paganos quedaría totalmente fuera de toda lógica, pensando que sólamente sería conveniente adorar a un sólo Dios. 

Opiniones de los grandes pensadores

El mismo Marco Tulio Cicerón criticaba a los dioses paganos diciendo que todos ellos ''eran ficciones de Homero'', y que en lugar de eso hubiera preferido que los dioses tomaran la forma de la sabiduría del hombre. 

Otro pensador que en cierto sentido tenía una crítica era Escévola, quién decía que los dioses romanos se dividían en tres categorías: poéticos, filosóficos y jefes de Estado. Escévola decía que se tenían que ignorar los primeros, ya que estos son los que se nos representan como vergonzosos y malditos. Sin embargo, aquí podría usarse la misma razón de San Agustín de elegir un sólo Dios relegando a todos los demás. 

Dioses y guerras

En nada pudieron ayudar los dioses contra los enemigos de oriente. Sólo con el tiempo muchos pensadores lograrán tornar su línea de pensamiento hacia el monoteísmo, pero no refiriéndose a Dios, sino que a otra entidad que hasta ellos mismos desconocen. 

Por lo tanto, la conservación del imperio no se debe a estos falsos dioses que muchas veces San Agustín se refiere a Demonios, pues si no son humanos pero tampoco son celestiales, no les queda nada más que ser demonios. 

Conclusión

Aquí yace definitivamente la crítica más dura de San Agustín contra los paganos, la cual consiste en separar al mejor de los dioses y ponerlo en primer lugar como punto de adoración, desplazando a los otros a un lugar menos importante por no decir inútil. Ya no hay justificación para creer en una multitud de dioses que por lo demás no hicieron nada para proteger a su pueblo en tiempos de necesidad. La conservación del imperio se debió a la ambición y beligerancia permanente de los hombres, beligerancia que obviamente les costó millones de vidas. 

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