sábado, 10 de junio de 2017

San Agustín de Hipona - La ciudad de Dios (Libro V: El destino y la providencia) (413).

Dejamos por un momento la réplica contra los paganos y nos enfocamos a los hombres que no están cerca del cristianismo. ¿Qué destino tiene la humanidad? o más bien ¿qué destino tiene el Imperio Romano en tiempos de San Agustín de Hipona? Bien sabemos que el obispo de Hipona no alcanzó a ver la destrucción total del Imperio Romano y la supremacía total del Imperio Bizantino. Esta vez San Agustín argumenta contra los arúspices y adivinos que decían predecir el futuro. ¿Será que un cristianos deba acudir a un adivinador para saber su destino? Veámoslo.

Referencias:

(1) La hunden porque una indicio no es un hecho determinante. 
(2) Para este tema, léase los apuntes de CicerónDe divinationeDe fato y De natura deorum

LA CIUDAD DE DIOS

LIBRO V: EL DESTINO Y LA PROVIDENCIA

La astrología en el Imperio Romano


La palabra destino se ha ocupado tanto para designar a los astros a los cuales se les atribuye el conocimiento del futuro, pero también se le atribuye a la voluntad de Dios. Unos dicen que Dios es el que concede el destino(1), otros dicen que los astros(2) y otros dicen que los astros lo hacen por la voluntad de Dios(3). Por supuesto, los peores razonamientos (desde la perspectiva cristiana) serán asociados con que la predicción del destino las hacen solamente los astros.  

Si los astros son los que dan el destino de los hombres ¿para qué creer en Dios? No tiene sentido recurrir a Dios cuando son los astros los que dan el comportamiento y el futuro del hombre. Sin embargo, San Agustín se concentra más en el tercer tipo de hombres. Por otro lado, el concepto de los astros es la indicación de una predicción y no el hecho determinante de algo que va a ocurrir. De hecho, Agustín dice que justamente es esa la definición de los astrólogos mediocres, pues no saben que hunden su propia teoría(1).

Los astrólogos y el problema de los gemelos

Ya en tiempos antiguos, Hipócrates, en palabras de Cicerón, decía que unos hermanos sufrían las mismas enfermedades dando por cierto que estos eran gemelos. Posidonio decía que los gemelos eran tales porque habían sido nacidos bajo el mismo astro. 

En opinión de Agustín, el médico Hipócrates estaba mucho más cerca de la verdad que Posidonio. En efecto, los gemelos que están expuestos a condiciones similares tendrán la probabilidad de tener los mismos padecimientos. No obstante, el mismo Agustín dice que existen muchos gemelos que tienen comportamientos y padecimientos dispares, a los cuales Hipócrates hubiera respondido sensatamente que el fenómenos se debería a diversidad de alimentos o exposiciones. 

La explicación que tienen los astrólogos para con estas teorías es decir que existe un pequeño intervalo de tiempo entre el nacimiento de uno y otro gemelo que hace que sean diferentes. De ahí se hace una diferencia, es decir, realmente no serían gemelos porque se tendría que determinar la hora, el segundo, el día y el mes. Si hasta el más mínimo número es diferente, entonces el comportamiento será diferente; a esto es lo que los astrólogos llaman horóscopo.

Si esto fuera así, entonces los gemelos nacidos justamente a la misma hora deberían ser totalmente iguales, mientras que los gemelos, que, ridículamente, no lo son por un par de minutos deberán ser totalmente distintos a pesar de nacer el mismo día. En el caso de estos dos gemelos que padecían las mismas enfermedades, la razón de ellas se debía al movimiento de los astros y no a su complexión física o biológica. 

La diferencia se hace mucho más patente cuando se habla sobre los gemelos que son de distintos sexos. Por supuesto, pueden coincidir en algunas cosas, pero a largo plazo siempre tienen objetivos distintos y personalidades distintas muchas veces. ¿Acaso los astros no pueden evitar que los gemelos tengan sexo diferente? pero si manejan el destino ¿cómo no van a poder manejar que sean totalmente iguales? Pues el sexo ya los está diferenciando.

Esaú y Jacob: los primeros gemelos

Estos dos gemelos fueron lso primeros de toda la historia de la biblia, y por lo tanto de la humanidad. Estos dos hermanos eran hijos de Isaac que a su vez fue el hijo de Abraham. La historia nos dice lo dispares que fueron estos dos hermanos, que incluso los dos fueron casi enemigos. Siendo adorado uno sólo de ellos, bendecido uno de ellos y más querido uno de ellos, notamos inmediatamente que sus personalidades eran totalmente distintas. 


La voluntad del hombre contra los astros

Muchos hombres tomados por ''sabios'' quisieron controlar la voluntad de los astros y tener una esposa y concebir a un hijo en un cierto tiempo, para tener el hijo preferido. Otros preguntan a los astrólogos qué horóscopo tienen su animales, a lo que los astrólogos respondían que el animal debido a su nacimiento podía ser de carga, hogareño, de labranza, etc.

Incluso, aunque estos hombres hacen de manera planeada el nacimiento de un hijo, tendríamos que decir que entonces el destino de dicho hijo depende más del hombre que de los astros. 

La voluntad del hombre en Marco Tulio Cicerón 

Cicerón era un filósofo que no creía en los astrólogos y por lo tanto estaba en contra de la ciencia del futuro(2). Cicerón decía básicamente que si el destino existe, entonces nada está a voluntad de los hombres, es decir, no existiría la libertad del hombre de cambiar su vida, pues todo estaría predestinado. 

De ahí existe un problema porque si tenemos conocimiento del futuro se acaba la libertad, pero la libertad existe indudablemente en el hombre y en consecuencia no existiría el futuro si todo está a voluntad (?). Lo que Cicerón quiere decir que es que la voluntad es incompatible con el conocimiento del futuro y viceversa. Finalmente, Cicerón opta por la voluntad, es decir, en palabras de San Agustín, Cicerón opra por el libre albedrío

Sin tenerlo bajo alguna intención Cicerón hace ateos a todos sus lectores, pues Dios es el que hace el conocimiento del futuro. San Agustín nos dice lo contrario, es decir, que el conocimiento del futuro si existe en cuanto conocemos lo que Dios quiere para nosotros. Ya están las S.E. que nos hablan sobre el comportamiento que debe tener el hombre frente a la vida y frente a Dios. ¿Entonces el hombre no tiene voluntad? no es que sea así, pues el hombre tiene libre albedrío, pero el hombre es libre cuando sigue la voluntad de Dios. 

Ahora, ¿es la muerte una necesidad? por supuesto que sí dice San Agustín, necesariamente el hombre muere. Pero si es una necesidad, entonces no habría nada que temer a la muerte; no nos quita nuestra libertad y en ese sentido, habría mucho más que refutar a Cicerón. Por otro lado, a San Agustín se le podría decir, si Dios ve nuestra voluntad y la sabe, entonces no somos libres de nuestro destino. No, la verdad es que el control que tiene Dios sobre el destino del hombre es algo verdadero y no necesariamente se está despojando del destino. Además, si el hombre puede prever su destino, este solamente lo puede hacer por Dios, lo que a su vez lo hace libre porque él conoce su destino.

Cuando se mezclan estas dos propuestas que Cicerón considera excluyentes la una con la otra:


  1. Libertad del hombre
  2. Destino inmutable

San Agustín las une para decir que sigamos el destino inmutable que Dios nos da y demos la libertad al hombre para que tenga la voluntad de seguir el destino que Dios quiere para él.


Alabanzas a Dios

Los romanos y sus alabanzas a Dios

De nada sirvieron las múltiples alabanza los dioses de los romanos, pues todo lo que fue anterior a la llegada de Cristo fue un desastre. ¿Con quienes estaban los romanos espiritualmente si estos dioses no los ayudaban? Como dijo San Agustín en el segundo libro de este tratado: ''estaban solos''. Sólos y con su propia voluntad de formar la historia, de ahí que ninguna alabanza haya podido dar resultado. 

¿Dónde se hacían alabanzas a estos dioses? en los templos erigidos a ellos llenos de protecciones y lujos. En cambio, los que daban alabanza a Dios lo hacían en medio de persecuciones y dificultades. Recordemos que los cristianos fueron perseguidos por los romanos numerosas veces (así como también los judíos), y eso prueba el mayor mérito para los seguidores de Cristo. 

Romanos ejemplares

Los romanos debieron dejar sus posesiones materiales y sus ambiciones de victoria. Los dioses romanos no sólo han hecho que el hombre busque la materialidad en la vida, sino que también los han llevado a los vicios como la soberbia y la beligerancia. 

Hubo unos cuantos romanos que fueron un ejemplo:

Torcuato:

Asesinó a su hijo por haber desencadenado una lucha en contra de la prohibición que le dio. Su padre lo hizo con la intención de que la muerte de los enemigos no fuera mejor que desobedecer las órdenes del padre. 

Mucio: 

El rey Porsena, quien era un rey extranjero al imperio, había encarcelado a Murcio y éste quería dar asesinato al rey. Como no pudo asesinarlo se desquitó y mató a uno de sus seguidores; luego de esto, en frente del rey Porsena puso sus manos al fuego diciendo que habrían más hombres que vendrían a cortar su cabeza. El rey lo liberó. 

Mucio no estaba interesado en las cosas materiales y es por eso que deja sus manos en el fuego en señal de su espíritu. 

Curcio:

Curcio, al verse acorralado por sus enemigos y siguiendo sus designios divinos, se arrojó a un precipicio con su caballo. Por supuesto, Curcio no dudó en arrojarse sin importar la muerte porque sabía de alguna manera que su alma sobreviviría. 

Marco Pulvilo:

Fue cónsul romano en el siglo VI a. C., quien participó en el destierro de Tarquinio el soberbio, rey de Roma. Un día, a Marco lo trataron de engañar diciéndole que su hijo estaba muerto, para así sacarlo del cargo donde estaba. Sin embargo, Marco dijo que no le dieran entierro al cuerpo. Ya Marco seguía una actitud espiritual, pues el mismo Jesús dice: ''Sígueme y deja que los muertos entierren a sus muertos''. 

Si bien todos estos hombres no conocieron nunca al Dios cristiano, sí tuvieron una actitud digna y espiritual de uno genuino. San Agustín dice que de todas maneras a estos hombres les fueron concedidas las recompensas divinas del mundo. 

Emperadores cristianos


Constantino fue uno de los emperadores que fundó el cristianismo en Roma. Su vida fue colmada de honores y privilegios por adorar al único Dios cristiano. Debe destacarse que cuando Constantino adoptó la postura cristiana fue muchos más alabado que cualquier otro emperador. Nunca erigió un templo de adoración a Dios, al contrario, siempre fue humilde en cuanto a lo que se lo permitía su cargo.


En la época que se hizo el concilio de Constantinopla, Teodosio fue otro de los emperadores cristianos que tenía profundos conceptos religiosos. Protegió a la Iglesia hasta el final de su mandato porque sabía que el Imperio debía seguir el camino de Dios. 

Conclusión

La persistencia de astrólogos en la historia ha sido bastante dura, a pesar de las evidencias mostradas contra ellos. ¿Es quizás que el ser humano no se conforma con la realidad y busca por otros medios hacerse con otra verdad, aunque se le muestre que no es lo correcto? pues así parece ser. No es tanto la persistencia de una doctrina, sino que más bien la persistencia del ser humano de querer algo que le satisfaga en todo sentido, ya que por la verdad no se ve atraído. Un interesante tema que más tarde trataría de resolver Erasmo de Rotterdam en su ''Elogio a la locura''.

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