viernes, 26 de mayo de 2017

San Agustín de Hipona - Contra los arrianos (418 - 428).

Las disputas contra la Iglesia Católica son inacabables y San Agustín de Hipona da la cara para ir en favor de su religión. ¿Quienes son los que ahora debe enfrentar? unos antiguos enemigos de la Iglesia, que se supone fueron vencidos en uno de los concilios más importantes de la historia del catolicismo: el Concilio de Nicea. Estos fueron los arrianos quienes no dan tregua con su ideología no-trinitaria. Veamos a los persistentes enemigos de San Agustín

CONTRA LOS ARRIANOS

¿Quienes eran los arrianos?

Antecedentes

Una vez que el Nuevo Testamento había llegado a mano de los hombres para hablar sobre la vida de Jesús, un grupo de hombres comenzaron a polemizar sobre la naturaleza de Jesús y de la Santísima Trinidad. 

La Iglesia Católica no había enfrentado un sigma tan significativo como este todavía, pues, en realidad, los arrianos fueron los primeros que tuvieron diferencias con la Iglesia. Tanto fue así que se tuvo que inaugurar un concilio para que se pudieran resolver las dudas.

Historia del arrianismo

El nombre de arrianismo proviene del mismo nombre de su creador del cual sólo tenemos su primer nombre: el sacerdote Arrio. 

Arrio y sus comienzos

Arrio fue un sacerdote asceta, presbítero y cristiano nacido en Alejandría que vivió entre los años 235 y 336. La vida del sacerdote nos queda vedada por muchos vacíos históricos y por la falta de documentación biográfica, pues cuando el arrianismo fue condenado, todo lo relacionado con esta doctrina fue eliminado. 

Lo que si se sabe es que era descendiente de los bereberes quienes eran habitantes de lo que actualmente podríamos llamar Libia. Se cree que podría haber sido discípulo de San Luciano de Antioquía, quien era un hombre cristiano, pero que en alguna parte de su vida se tomó por sospechoso de herejía. 

Concilio de Nicea

La disputa arriana no fue algo inocuo sino que en verdad fue muy problemática para la Iglesia. Ya el mismo Constantino I, que si bien estaba de lado de los cristiano, también tenía sus dudas en cuanto a la divinidad de Cristo. 

Las dudas e interrogantes eran tantas que en el año 325, el emperador Constantino I decidió convocar el primer concilio religioso de la historia: el Concilio de Nicea. 

Arrio asistió con unos 22 obispos, incluyendo a su ''caballito de batalla'' quien era el obispo Eusebio de Nicomedia para hacer frente a la polémica. El debate fue arduo, Arrio insistía en la supremacía del Padre y que el hijo había sido engendrado por él, mientras que los cristianos ortodoxos decían que eran iguales. Tanto fue así de ardiente el debate que Arrio fue golpeado en la cara por San Nicolás de Bari y en respuesta a esto, Eusebio orinó en la túnica de Nicolás de Bari.

Finalmente, la disputa se solucionó a favor de los nicenos apoyando la afirmación de que Jesús era ''homouisiano'', es decir, de la misma sustancia del Padre, con lo cual el arrianismo es condenado a la herejía y a la persecución. 

Doctrina del arrianismo

Discrepancia con Alejandro I: el Hijo es engendrado

El comienzo de la doctrina se vislumbro primeramente en un discurso que dio el Papa Alejandro I que trataba sobre la relación del Padre y el Hijo. Muchas veces se dice en la biblia que el Hijo fue engendrado por el Padre, a lo que Arrio respondió que si esto era así, entonces el Hijo no tendría una naturaleza divina. En efecto, como todos sabemos, el Hijo es el mismo Jesús quien vivió en la tierra siendo hombre de carne y hueso. 

El Papa Alejandro I, muy molesto con el pensamiento Arriano, culpaba a San Luciano de haber influenciado una doctrina herética a Arrio, pero no tenía pruebas para decir que efectivamente era así. 

Si el Hijo, Jesús, tiene una naturaleza divina, entonces ¿cómo es que fue engendrado como mortal? la única respuesta posible para Arrios sería decir que Jesús siempre fue mortal. 

Discrepancia con Orígenes: Hijo inferior al Padre

A primera vista, la teoría de Arrio parece bastante verosímil, pues en ninguna parte de la biblia se dice literalmente que existe una cierta naturaleza de Cristo. Pero si todo hijo es engendrado de un padre, entonces vale decir que el Hijo de Dios fue creado por el Padre. Por eso dice Arrio la siguiente aseveración:

''Hubo un tiempo en que el Hijo no existió''

Orígenes, quien fue uno de los primeros padres de la Iglesia, Advertía que el Hijo era inferior al Padre en muchas cosas y en otras eran iguales. Sin embargo, como tesis final, Orígenes nos dice que entre los humanos, la relación de padre e hijo se termina con la muerte; en cambio, con los seres divinos como lo serían el Padre y el Hijo, no podrían tener una relación si esta no fuera eterna. 

La molestia de Arrio con las doctrinas de Orígenes se hicieron saber a las autoridades romanas, aunque Arrio también aprovechó muchas de las diferencias que sí reconocía Orígenes para fundamentar su teoría en su autoridad, es decir, Arrio tendría como referente al mismo Orígenes padre de la Iglesia Católica. 

Además, la misma biblia reconoce (en la lectura de Arrio) que el Hijo es inferior al Padre:

''No he venido por mi cuenta, él me ha enviado''
(Juan 8:42)

Hay muchas otras donde se reconoce la superioridad del Padre frente al Hijo:

''Descendí del cielo no para hacer mi voluntad, sino la del que me envió''
(Juan 6:38)

Todo esto da a pensar que la superioridad del Padre es incuestionable y puede llevarse a la relación terrenal del Padre e Hijo; es decir, el padre manda y el hijo obedece: una clara aseveración de que el Padre es muy superior al Hijo. 

Refutación de San Agustín

Padre e Hijo con coeternos

Principalmente, San Agustín refuta la teoría arriana basándose en la biblia, pues el mismo Evangelio de Juan refiriéndose a Jesús dice:

''El es el verdadero Dios y la vida eterna''
(Juan 5:20)

El punto más fuerte quizás de la controversia arriana sería decir que hubo un tiempo en que el Hijo no existía. Sin embargo, si se es cristiano y se dice ''En el principio existía el Verbo y todo fue hecho por él'', entonces se tendrá que aceptar el el Hijo (que es el mismo Verbo) ya estaba al principio de los tiempos junto con el Padre.

Los arrianos agregan que el Hijo fue creado por voluntad del Padre, pues así nace todo Hijo. Y si el Padre lo quiere, con mayor razón el Hijo es creación del Padre. Ahora, toda voluntad del Padre el Hijo la acata sin ningún pero y es verdad. Sin embargo, San Agustín se saca esta argumentación diciendo que si bien, el Hijo estaría ''sometido'' a la voluntad del Padre, entonces ¿por qué el Hijo está con el Padre en la tierra? porque así dice en la biblia:

''No estoy yo sólo, porque mi Padre está conmigo''
(Juan 16:32)

Palabras hechas y dichas por el mismo Jesús en el Evangelio de Juan. 

La naturaleza de Cristo

Deberíamos decir con el relato de San Agustín que Jesús es 100% divino y 100% humano. Divino en cuanto está con el Padre y mortal cuando bajó hasta la tierra a enseñar sus lecciones a los hombres. De ahí que en la biblia pase refiriéndose de una naturaleza a otra diciendo:

''El Padre es mayor que yo''
(Juan 14:28)

''Yo y él Padre somos uno''
(Juan 5:21)

La dualidad de Cristo no hace ninguna merma al Padre ni a su propia divinidad del Hijo, pues fue enviado como hombre, y como hombre debió sufrir. 

Podríamos decir que la crítica agustiniana hacia Arrio sería interpretar la biblia de manera literal, en contraste a como lo hace San Agustín que es de una manera más interpretativa. 

Contra Maximino

Otro de los problemas que debió enfrentar San Agustín contra los arrianos, fue contra su obispo llamado Maximino. Entre muchas de las cosas que Maximino le reprochaba a San Agustín, una de ellas era que si el Hijo era igual que el Padre, entonces los dos debieran ser idénticos lo cual no es cierto.  

Pero el planteamiento de Maximino puede caer en una inconsistencia porque bien se puede decir: Adán es igual a sus hijos, porque tanto Adán como sus hijos son humanos. Así, tanto el Padre y el Hijo son divinos. 

Arrianismo en la posteridad

Condenas y concesiones

A pesar de las argumentaciones de San Agustín y de los concilios realizados a lo largo de la historia, el arrianismo siguió resultando atractivo para emperadores, intelectuales y teólogos. De hecho, el mismo Constantino II, sucesor inmediato de Constantino I, aceptaba de buena gana el arrianismo; sin embargo, pasaron los emperadores y finalmente, Teodosio I condena definitivamente el arrianismo en el Concilio de Constantinopla. 

Actualidad

En la actualidad aún subsisten ciertos grupos que defienden el arrianismo; como por ejemplo, La Sagrada y Apostólica Iglesia del Catolicismo Arriano quienes dicen seguir la doctrina de Arrio. Esta iglesia fue canonizada el año 2006 y aún sigue vigente en Inglaterra que fue el lugar donde se creó.

Testigos de Jehová

Mucho se dice que los Testigos de Jehová son los actuales arrianos, ya que estos tampoco aceptan la Santísima Trinidad. Si bien este principio es fundamental en el arrianismo, existen diferencias fundamentales también en las costumbres y creencias que tienen las dos religiones. Por ejemplo, los Testigos de Jehová aseguran que el Hijo puede conocer al Padre totalmente, mientras que los arrianos negaban esto. 

Conclusión

Interesantísimo el cisma que tenemos en estas páginas del blog, del cual San Agustín rehusaba totalmente. Si este cisma tuvo tanta significación incluso en los tiempos modernos, ¿cómo no va a tener significación o vamos a dejarlo fuera de la discusión? Los mismo cristianos aceptaron que el problema tenía una duda razonable que era necesario discutir. Por supuesto, la discusión no queda aquí, es decir, no porque se celebre un concilio la victoria doctrinal se acaba pues veremos como más adelante siguen surgiendo más discusiones. Al parecer, las verdades se odian entre sí. 

jueves, 25 de mayo de 2017

San Agustín de Hipona - Contra los pelagianos (417 - 429).

Una cosa era el cisma donatista que ponía su mirada más bien en la consecuencia o en las actitudes de la Iglesia Católica. En el caso de los pelagianos, esta secta no aceptaba la idea del pecado original, es decir, cuestionaba las Sagradas Escrituras directamente por lo que el doctor de la gracia no podía mostrarse indiferente. ¿Qué significaba que no existiera el pecado original? que ninguna de las acciones purificadoras de la Iglesia tendría sentido; por ejemplo, el bautismo, la confesión o la catequesis. Veamos la réplica de San Agustín de Hipona a los pelagianos.

Referencias:

(1) Sólo quería dar una anécdota. Recuerdo un libro de Maya Angelou llamado ''I know why the caged bird sings'' (Sé por qué canta el pájaro enjaulado), donde la protagonista, que es la misma Maya, dice ''si quieres saber quién es realmente cristiano, basta que leas el Deuteronomio''. 

(2) No son palabras literales de San Agustín, pero si se condena a los niños sin tener ningún acto de voluntad (sólo por herencia) entonces podríamos decir que el mal en el es innato.

Definiciones:

(1) Collatio: proceso que consiste en la revisión y comparación de textos. Hoy en día la colación (que es de dónde proviene la palabra), se refiere ala descripción de un libro como la paginación, la dimensión o el material que tenga.

(2) Ascético, ascetismo: doctrina que promueve un estilo de vida austero y lejos de los placeres, es decir, un modo de vida totalmente espiritual. 

CONTRA LOS PELAGIANOS

¿Quienes eran los pelagianos?

Antecedentes

El imperio romano daba total razón al partido de Ceciliano quien fue acusado por los donatistas de traición. Todo esto fue llevado a cabo por Marcelino, quien proclamó en la conferencia de Cartago (más específicamente en la collatio(1)) que los donatistas serían condenados por su doctrina. Esto significaba un año más de paz para la Iglesia Católica y sus súbditos, pero algo más surgió a medida que avanzaba el tiempo: un nuevo cisma religioso. 

Historia de los pelagianos

Este cisma surgido principalmente en África fue llamado pelagianismo, que proviene del nombre del mismo monje que le dio vida: Pelagio. 

Pelagio y sus comienzos

Pelagio era un monje britano (muchos decían que era celta) que nació en 368 d. C. y murió en el 418 d. C. Era un hombre ascético(2) y muy estudioso de los textos bíblicos y de la filosofía en general; en otras palabras, era un teólogo y filósofo muy destacado para su tiempo. 

Al ser un hombre muy destacado, Pelagio fue admirado por muchos hombres incluyendo al mismísimo San Agustín quien lo tomaba por un ''hombre santo''. De hecho, en cuanto a datos biográficos, Pelagio y San Agustín comparten la misma lejanía que tuvieron de la centralidad del imperio; San Agustín, que vivía en Hipona; y Pelagio, que vivía en la distante Britannia. 

En el año 400 se trasladó a Roma donde gozaría de mucha popularidad, a pesar de los grandes problemas que tenía el Imperio en ese tiempo. fue alabado por los cristianos sobre todo por su escrito llamado ''Exposiciones sobre las trece epístolas de San Pablo''. Este texto inició el debate entre los hombres más prominentes de la Iglesia Católica, junto con el pensamiento que añadía Pelagio.

Doctrina de Pelagio

Moralidad religiosa

Si tuviéramos que hablar de alguien realmente consecuente en la religión, entonces Pelagio es el hombre. Estaba formado con un fuerte moralismo ascético que lo hacía influyente frente a su audiencia. Se dio el lujo de acusar a San Agustín de mucha flexibilidad en la doctrina y comportamiento cristiano. 

El objetivo de Pelagio era incorporar el ascetismo dentro del cristianismo para que estos últimos fueran igual de consecuentes que él. En cierto modo, Pelagio exigía una rigurosidad ya vista con los donatistas quienes decían que el hombre debía ser totalmente ''puro''. Por lo tanto, si para Donato los hombres debían ser puros, para Pelagio debían ser extremadamente rigurosos en su comportamiento.

De todos modos, si se lee el A.T. podremos conocer que los mandamientos y preceptos que dios da a los hombres son imperativos, es decir, su cumplimiento es definitivo. Muchos se vieron convencidos por los planteamientos pelagianos porque, aquellos que creían ser verdaderos devotos a Dios, pronto se daban cuenta que no lo eran en absoluto(1).  

Libertad del hombre

Para Pelagio, el hombre no necesitaba del bautismo ni pasar por ningún sacramento para alcanzar a Dios; el hombre podría por sí solo llegar a la santidad. Pelagio tomaba esto de los filósofos antiguos que destacaban la autonomía como parte fundamental de la sabiduría del hombre. 

Esto sonaba horrible para San Agustín porque para el obispo, nadie puede ser autónomo, pues todos los hombres dependen de Dios. Pensar en la autonomía es un acercamiento poco a poco al peor de los pecados del hombre: la soberbia. Por eso San Agustín también condenaba la doctrina platónica la cual sostenía que lo mejor del hombre era su independencia a través del mundo inteligible. Adicionalmente, para San Agustín el bautismo no significaba un camino fácil lleno de concesiones, sino que al contrario, requiere un largo camino de perfección y sabiduría donde ya no se puede cometer el mal; es decir, el bautismo significa que el hombre ya conoce el mal y si lo comete, debe ser profundamente castigado. 

La libertad del hombre (sin la necesidad de Dios) representa un peligro para la doctrina cristiana. ¿Por qué? porque esta libertad y autonomía aleja al hombre de Dios; en otras palabras, el hombre ya no necesitaría de la gracia de Dios.

Además, ¿qué significa realmente el libre albedrío? si lo vemos desde el razonamiento humano, debemos decir que es la completa libertad del hombre de hacer lo que desee. Sin embargo, si esto es así, entonces el poder de la gracia quedaría excluído. Por otro lado, si Dios hizo a todas las criaturas buenas, entonces bien podrían ser los hombres buenos por su propia voluntad y no por la gracia. Un argumento más del pelagianismo sería decir que el libre albedrío, al dar la libertad absoluta al hombre, entonces también le dio la libertad de pecar

No obstante, bastaba una simple oración de San Agustín para derribar la teoría del pelagianismo:

''Señor, danos lo que ordenas, y ordena lo que es tu voluntad''
(Confesiones, capítulo 24)

¿Qué quería decir San Agustín con esto? que todo estaba bajo la gracia de Dios. Si Dios creó el mundo, creó al hombre y todo lo que le rodea, entonces está en control de todo lo que creó. Por lo tanto, el hombre es libre de sus acciones, pero bajo la gracia de Dios. 

Predestinación

Pelagio se preguntaba comprensiblemente ¿cómo es que Dios manda al hombre a cumplir cosas que son irrealizables? En efecto, todos sus mandatos deben ser realizables. Pero para Pelagio, la visión que tenía San Agustín de Dios, es decir, de un Dios que premia y castiga no es correcta; no podríamos hablar de un Dios de amor si fuera ese el caso (de acuerdo a Pelagio).

El gran problema que puede tener la doctrina de Pelagio es poner la misericordia de Dios en la comprensión humana, ya que a Dios no se le puede determinar conceptos humanos. La justicia de Dios no puede ser pensada en términos antropológicos porque son cosas divinas, fuera del alcance de la mente del hombre. Dios es la justicia misma, y por eso no se le puede llamar injusto.  Si Pelagio acepta que Dios es divino, perfecto y bueno, entonces también acepta que es justo y por lo tanto, no puede decir que es cruel si acepta lo primero (y vaya que lo acepta).

En resumen, para Pelagio el hombre estaba predestinado a seguir o no seguir a Dios, mientras que para San Agustín el hombre estaba en Dios siguiera o no siguiera los mandatos. Además de esto, para San Agustín la predestinación era justa. 

Pecado original

Todos sabemos por cultura general que el pecado original se cometió cuando Eva persuadió a Adán a comer el fruto prohibido. Fue el primer acto de desobediencia a Dios y por esto el hombre es culpable y pecador; el resto de los hombres después de Adán tendrán que cargar con el mismo pecado. 

Ahora, ¿cómo es que la semilla del pecado se trasmitió a todos los hombres? Pelagio cree que los hombres después de Adán no tienen esa semilla del pecado, pues el pecado sólo recae en Adán por desobediente. Sin embargo, San Agustín discrepa diciendo que dicha ''trasmisión'' se hace notar en el comportamiento posterior que tienen Adán y Eva.  Recordemos que Adán y Eva se sintieron avergonzados, con miedo a causa de lo que habían hecho. Por lo tanto, la desobediencia que tuvieron se transmitió vía sexual a las siguientes generaciones, tal como si fuera una herencia. 

Pelagio dice que como no se tiene el pecado original (porque fue responsabilidad de Adán y no de los hombres siguientes), entonces el bautismo se hace innecesario al ser este considerado una especie de oportunidad de comenzar desde cero. En ese sentido, la muerte, piensa Pelagio, se debe a la naturaleza del hombre y no al pecado original. Pero San Agustín dice que si bien el bautismo nos hace ser conscientes del bien, el hombre no tiene asegurado el cielo por sólo tener el bautismo; por el contrario, necesita seguir combatiendo con las carnalidades del mundo. 

Además, recordemos que el hombre muere a partir del pecado, es decir, si no tuviera el pecado no podría morir lo cual no es cierto porque el hombre muere de todas formas. 

''Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna''
(Romanos 6:23)

Por su condición de heredero del pecado, el hombre muere de manera definitiva. Sí el hombre no llevara esta herencia, entonces viviría para siempre pues no pecaría; y como sabemos, todos los hombres mueren por más buenos que sean, por tanto, todos llevan el pecado de Adán.


Rechazo al pelagianismo

Muchas personalidades de a fines del Imperio Romano no aceptaban de ninguna manera el pelagianismo. El monje se dirigió a Palestina, Lod, Milán a presentar su teoría a distintos obispos como San Jerónimo de Estridon, Osorio, y finalmente Inocencio I quien era el mismísimo papa de la época. 

Está demás decir que San Agustín habló en contra de Pelagio, pues incluso redactó una carta junto con otros cuatro obispos donde se pedía condenar el pelagianismo. Aquí están los principios:

  1. La muerte es producto del pecado, no de la naturaleza.
  2. Dios proporciona la gracia por su voluntad y no por méritos.
  3. La gracia es proporcionada a los adultos.
  4. Dios proporciona la fuerza de voluntad para evitar pecados.
  5. Las buenas obras son gracias a Dios y no gracias al hombre.
  6. Los que creen en el Señor lo hacen por propia voluntad.
  7. El cristiano obra a través de la fe.
  8. El cristiano le da gracias a Dios con sinceridad y rectitud.
  9. La confesión de los pecados se hacen porque son ciertos, no por humildad.
  10. Los niños que mueren sin recibir bautizo son excluidos del Reino de los Cielos.
  11. Los santos piden perdón por sus pecados.
  12. Bienaventurados los que mueren en el Señor.

Quizás el punto 10 es uno de los más controversiales entre Pelagio y San Agustín

El bautismo en los niños

Para San Agustín, los niños eran culpables, es decir, cometían pecados porque muchas cosas malas que el hombre comete se hacen de manera innata(2)

La sexualidad es el recuerdo de que el hombre pecó y que los hombres siguientes que nazcan desde aquí serán pecadores también en un comienzo. Sólo podrán librarse de éste obteniendo el bautismo (y aún así tendrán que seguir luchando contra el mal). 

Para Pelagio, que los niños fueran culpables del pecado era un sin sentido además de que, en otra inspección, Pelagio descubría el antiguo maniqueísmo del cual San Agustín se había deshecho. De ahí que Pelagio lo siguiera culpando de maniqueo. 


Condena definitiva
  
Pelagio, en un último intento de salvarse de la persecución y la condena, escribió una carta al Papa Inocencio I que sería llamada ''De libre albedrío IV''. Lamentablemente, el Papa no alcanzó a leer su carta debido a que murió mucho después de que llegara. No obstante, esta carta fue recibida por el Papa Zósimo quien era el sucesor de Inocencio I. Al leer la carta, Zósimo perdonó a los pelagianos y no se les persiguió más.

San Agustín quedó indignado al ver que Pelagio no fuera condenado, a lo que inmediatamente redactó la carta de los doce principios contra el maniqueísmo. 

Pelagianismo en la posteridad

Si bien el pelagianismo fue condenado oficialmente en el año 418 d. C. por el Papa Inocencio I, a través de una carta que San Agustín y otros obispos redactaron para condenar la doctrina, las teorías del pelagianismo dieron mucha pelea a las doctrinas católicas. 

Así lo dice uno de los teólogos más connotados de la historia:

''La disputa arriana del concilio de Nicea sólo puede ser comparada con la controversia del pelagianismo''
(Adolf Harnack, ''Historia del dogma'') 

Con el gran esfuerzo mental que implicó el concilio de Nicea, es decir, determinar la naturaleza de Cristo, el pelagianismo fue una teoría que no dio tregua hasta mucho tiempo después cuando se descartó totalmente. Podríamos decir tan bien como dice Adolf Harnack que el pelagianismo fue equivalente al Concilio de Nicea.

La Iglesia Católica sigue defendiendo los doce principios que San Agustín y los doce obispos habían escrito, sin embargo, el punto 10 quedó rechazado por la Iglesia Católica, diciendo que los niños son salvos gracias a la misericordia de Dios. 

Semipelagianismo

Muchos teólogos se interesaron por la doctrina de Pelagio, sobre todo en el siglo V en figuras como San Fausto de Riez, San Vicente de Lerins y San Juan Casiano. Estos santos trataron de conciliar la filosofía de Pelagio con las doctrinas de la Iglesia Católica, pero San Agustín las vuelve a refutar sin ningún problema. Finalmente, el semipelagianismo también fue condenado en el año 529 en el Concilio de Orange. 

La teoría del semipelagianismo no rechazaba a Dios en el libre albedrío, es decir, lo aceptaba como un comienzo, como una iniciativa, pero después, el hombre era responsable de sus actos y Dios no podría intervenir. Decían los semipelagianos:

''La iniciativa de Dios comienza con la gracia, y gracias a la gracia el hombre puede por sí mismo obrar de la manera que le parezca, pero siempre por medio de la gracia''

Como vemos, los pelagianos no dejan de decir que el hombre tiene libre voluntad fuera de la voluntad de Dios; el hombre hace sus obras por mérito propio. Se rompe uno de los principios que escribía San Agustín, el cual se refería a que los méritos son de Dios y no del hombre.

La mayoría de los expertos dicen que el pelagianismo se mezcló con otras teorías y religiones que se destacaban en oriente, así como la mayoría de las herejías que condenaba la Iglesia Católica. En todo caso, en la época medieval pasó inadvertida por la Iglesia Católica, apareciendo de nuevo (o revelándose) recién en el siglo XVI.

Conclusión

Al parecer fue una de las doctrinas que dio más batalla a la Iglesia Católica. Su persistencia en el tiempo demuestra que en la historia de las religiones hay una dualidad entre divinidad y antropología. Por un lado, el hombre no es independiente si acepta una divinidad, o es independiente si acepta que las cosas son creadas por sus propios méritos. Si lo pensamos bien, esta dicotomía pertenece también a la dualidad religión/filosofía; en la religión, Dios responde las preguntas del hombre; en la filosofía, el hombre se responde las preguntas del hombre (valga la redundancia). ¿Qué piensas que es lo correcto?

Para terminar, quisiera mostrar un video sobre la controversia entre San Agustín y Pelagio por parte de la Iglesia Católica de La Serena.

https://www.youtube.com/watch?v=hSVZDJMaYrE

domingo, 21 de mayo de 2017

San Agustín de Hipona - La Trinidad (Libro XV: Conclusiones finales) (399).

Al fin llegamos al último libro sobre la Santísima Trinidad. Este será un libro que resume toda la teoría trinitaria que San Agustín de Hipona ha podido recabar hasta el momento.A esta altura ya debemos tener varias pistas de cómo se va formando la Santísima Trinidad, pero nos hace falta tener una mirada más general para comprenderla; es decir, reunir todos los datos y sacar una conclusión final de cómo puede entenderse este dogma de fe que hasta el día de hoy se discute. 

LA TRINIDAD

LIBRO XV: CONCLUSIONES FINALES

En busca de la Trinidad

¿Quien puede encontrar a la Trinidad? si nos fijamos en el animal que está por debajo del hombre, debemos decir que este sólo podría percibir la Trinidad exterior, esa que está por fuera de la esencia interior. El hombre es el único que puede comprender y encontrar la Santísima Trinidad, ya que en su interior, en su mente, está la imágen de Dios y todo lo sagrado. 

Dios ha existido desde el principio de los tiempos y seguirá viviendo. No sólo las S.E. claman su existencia, sino que también la naturaleza que rodea al hombre. Sin embargo, nada de esto es Dios, es decir, no se puede reducir a un cuerpo ni a un alma, sino que más biena una pura esencia que puede hacer todo lo imaginable (y lo inimaginable). 

Los hombres deben mendigar de Dios la sabiduría porque el hombre sólo tiene la ciencia para desarrollarse. Cuando encuentra la sabiduría está más cerca de Dios que de alguien que no lo está. 

Características de cada uno

El hombre se recuerda a sí mismo cuando sabe que es hombre, y si el hombre puede recordarse a sí mismo, con mucha mayor razón lo hará Dios. 

Vemos que el Padre es Sabiduría, así como la Sabiduría es también el mismo Hijo. Ahora, el Hijo es nacido del Padre necesariamente, aunque tiene su autonomía porque se comprende a sí mismo, se recuerda a sí mismo y se ama a sí mismo; como también lo hace el Padre y el Espíritu Santo. 

Recordemos también sustancialidad de los tres, pues esto es lo que los hace uno. Todos los hombres tienen diferencias porque sus atributos las marcan, pero quienes son sólo sustancias no pueden ser diferentes. Cómo el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son sustancias, ninguno de ellos tiene diferencia, y por eso ninguno es mejor que otro. 

Filosofía Académica

En los primeros libros de San Agustín, el santo se dedica a refutar a los académicos quienes emplean un escepticismo radical en cuanto al conocimiento. Estos postulaban que nada se puede saber realmente porque no somos poseedores absolutos de la verdad; todo lo basamos en opiniones y pareceres.

¿Podemos negar la existencia de todo lo que nos rodea? sería ridículo pues entonces tendríamos que ir con cuidado de todo. Sería un absurdo decir que no existo cuando existo, por lo tanto, la radicalidad escéptica se terminaría diciendo: ''si camino, vivo'' pues nadie puede negar de que vive. 

Más aún, lo que nos explica dónde está el conocimiento es nuestro interior, o más bien el Verbo interior. Es el único concepto que nos acerca a la Trinidad interior de la que hablaba San Agustín. Por supuesto, esta Trinidad nos revela el conocimiento de las cosas divinas, pues nosotros sólo comenzamos a entender la Trinidad exterior de las ciencias. ¿Podríamos decir que el Verbo interior es una especie de intuición de la verdad que todos los seres humanos tenemos? si ciertamente está en la mente, podríamos decir que sí, pero la verdad es que el Verbo interior es el Hijo mismo lo que va más allá de las cosas mentales, incluyendo la intuición.

Explicación del Espíritu Santo

Ahora toca hablar exclusivamente del Espíritu Santo, que no es el espíritu del Padre o del Hijo sino que de los dos simultáneamente. ¿Qué característica tiene el Espíritu Santo en la Trinidad? el lugar, es decir, el Espíritu Santo es el lugar donde se encuentran el Padre y el Hijo. Sin ese lugar no podrían ser nada y sin el Padre ni el Hijo no podría existir el lugar. 

Este Lugar no puede ser otro que el amor, en efecto, no hay nada de malo en llamar al Espíritu Santo como el amor que cubre al Padre y al Hijo (y el Espíritu Santo mismo). Así lo dice en la misma biblia:

''El que permanece en el amor, en Dios permanece y Dios en él... ...Conocemos que permanecemos en Él y Él en nosotros porque nos dio de su Espíritu'' 
(Juan 4:16)

También se dice:

''La caridad de Dios se ha derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado'' 
(Romanos 5:5)

Suficiente pruebas que tiene la biblia para decir que el Espíritu Santo es el mismo amor que Dios entrega a los hombres. Por cierto, Dios también es amor en el sentido figurado de la oración. 

Por otro lado, también se entiende de dos formas el amor del Espíritu Santo: su amor al prójimo que es el amor en la tierra y su amor de Dios que es en el cielo.

Conclusión

Así terminamos los quince libros sobre la Santísima Trinidad. En efecto, hemos visto mucho más que la formación de la Trinidad, ya que entre otras cosas hemos entendido el lugar del hombre en el mundo y como este puede ser mejor a través de la introspección del Verbo interior. Por supuesto, todo debe ser en orden y primeramente el hombre debe alcanzar el Verbo exterior que sería todo lo relacionado con la mente y la ciencia, para luego alcanzar la divinidad a través de la contemplación del Verbo interior. Sin duda, un tema interesante que aún puede cuestionarse o discutirse

San Agustín de Hipona - La Trinidad (Libro XIV: La sabiduría del hombre) (399).

Mucho hemos hablado de la omnipotencia de Dios y del conjunto de la Santísima Trinidad en los textos precedentes de San Agustín de Hipona. También hemos hablado de lo débil que es el hombre frente a los vicios de la carne y lo feliz que puede ser el mismo al regocijarse en ellos. Falta hablar sobre aquellos hombre tenidos por sabios que no sólo pueden identificar las cosas sensibles que le rodean, sino que también aquellas que van más allá del mundo concreto y tangible. Faltaba hablar ya sobre los hombres más virtuosos de este mundo.

Referencias:

(1) Idea que contrasta con la teoría platónica.

LA TRINIDAD

LIBRO XIV: LA SABIDURÍA DEL HOMBRE

Sabiduría de los filósofos

Ya el libro de Job decía:

''¡Mirad! la piedad es sabiduría, y abstenerse del mal, ciencia''
(Job 28:28) 

Ya sabíamos de antemano que el concepto de Sabiduría corresponde a Dios, mientras que la ciencia pertenece al hombre. ¿En qué lado quedará la filosofía? San Agustín recuerda la historia de Pitágoras, quien no se atrevió nunca a autodenominarse sabio pero sí como un amigo de la sabiduría. De ahí que se utilice la palabra ''filósofo'' que es ''amante de la sabiduría''. 

¿Por qué nunca se consideraron sabios? San Agustín dice que los filósofos intuitivamente sabían que la sabiduría era algo superior, y por supuesto, porque esta pertenece a Dios. 

Quizás los filósofos antiguos sólo pudieron ver la Trinidad de la ciencia y no pudieron alcanzar a conocer la Trinidad interior. Esto sólo se puede alcanzar con el autoconocimiento, es decir, no podemos encontrar nuestra Trinidad interior (obviamente) en el exterior pues es una tarea personal. De aquí que San Agustín siga considerando a la mente como un medio perfecto para el autoconocimiento. 

Dios y la mente del hombre

La mente del hombre guarda todos los recuerdos y conocimientos en la memoria. Pero incluso hay algo que el hombre tiene vedado en esta memoria y esto es justamente la Trinidad. Recordemos que la Trinidad interior consistía en la memoria, inteligencia y voluntad. Por ejemplo, un hombre usa su inteligencia para razonar, almacena el conocimiento en la memoria y lo pone al servicio con la voluntad

El símil del lector

Este tipo de Trinidad interior lo podremos entender a través del símil del lector que San Agustín nos ilustra a continuación. En primer instancia debemos saber que un hombre puede saber algo sin necesariamente pensar en ello. 

La mente, de acuerdo con San Agustín, tiene unos pliegues que salen a la superficie cada vez que el hombre recuerda algo. Por supuesto, estos recuerdos serán categorizados desde el más hasta el menos importante, y es así como Agustín rememora los planteamientos platónicos del conocimiento. La mente tiene sus conocimientos sobre sí misma, pero lo único que necesita para recordarlos es un estímulo que lo haga. 

Lo mismo pasa con la imagen de Dios, todos la tenemos impresa en nuestra mente y bastará recordarla a través de los sagrados sacramentos. La memoria no extrae lo que tiene del mundo exterior, bueno, hay cosas que sí, pero antes de conocer el mundo exterior ya tenía memoria de las cosas. 


Recuerdos de la Santísima Trinidad


¿Tendrá recuerdos el alma de la justicia y del bien que existen en ellas después de la muerte? San Agustín dice que en esta vida mortal lo único a lo que nos podemos aferrar para ser felices son tres de las virtudes cardinales: Prudencia, fortaleza y templanza. ¿Por qué no la justicia? simplemente porque la justicia es inmortal, nunca termina aunque estemos muertos. 

De todo podemos tener memoria porque de Dios fuimos creados, aunque tampoco nos separamos de él una vez creados pues así dijo el apóstol:

''En Él vivimos, nos movemos y somos''
(Hechos 17:27-28)

Por lo tanto, siempre estamos con él lo que significa que nuestra mente también lo está porque ésta está siempre presente. 


Recuerdo y olvido de Dios

Tal como se dijo en unos libros anteriores: ''nadie ama lo que desconoce'' y si esto es así, bien se podría decir que nadie ama lo que no recuerda. ¿Cómo recordar a Dios? sólo puede el hombre acercarse al recuerdo de Dios por medio del espíritu y abandonando las cosas materiales. Es así que se dice en la biblia:

''El que se allega al Señor se hace un espíritu con él''
(1 Colosenses 1:17) 

El alma no recuerda nada visible o corporal como pudiéramos imaginarnos nosotros en nuestros cuerpos.Esta sólo puede tener en su interior los conceptos del bien de justicia y todo lo relacionado con la Trinidad, pero no tiene imágenes vivas de los hechos del cielo o del pasado(1)

Conclusión

Muy parecida a la doctrina platónica, San Agustín difiere de sus predecesores filósofos griegos para proponer su propia postura frente a todas las herejías que hablan sobre el alma. Debemos entender este libro como el triunfo de la Sabiduría por sobre la ciencia, ya que la primera pertenece a Dios y la segunda a los hombres. ¿Qué será mejor? ¿la sabiduría que es eterna? ¿o la ciencia que tiene su límite en el conocimiento humano? Parece ser fácil elegir, aunque muchos hombres han optado muchas veces por tener ciencia antes de Sabiduría; entendiendo esta sabiduría como la divina. 

viernes, 19 de mayo de 2017

San Agustín de Hipona - La Trinidad (Libro XIII: Ciencia, sabiduría y fe) (399).

Nunca estará demás saber la diferencia entre estos tres conceptos que San Agustín de Hipona nos presenta en esta ocasión. Está demás decir que San Agustín es uno de los primeros filósofos que junta el concepto de fe con razón, a diferencia de muchos de sus predecesores que eran llamados fideístas, es decir, una doctrina basada en que a Dios sólamente se le puede alcanzar por medio de la fe. Por supuesto, esto es un gran cambio en la historia de la Patrística que será plenamente fundamentada por San Agustín.

Referencias:

(1) Muy parecido al argumento judío contra la atribución de mesías a Jesús cuando se dice: ''Cuando llegue el mesías todos me adorarán como un sólo Dios'', lo cual nunca sucedió pues tenemos una variedad amplia de religiones. 

(2) Similar al pensamiento que Agustín tenía de la libertad. Sólo somos libres si hacemos lo que podemos hacer y no lo que nos es imposible. 

LA TRINIDAD

LIBRO XIII: CIENCIA, SABIDURÍA Y FE

Creencia y fe

Es muy difícil creer sin ver lo que se nos quiere presentar, de ahí que venga una de las famosas frases de Santo Tomás de Aquino: ''Ver para creer''. Pero ¿por qué se nos manda a creer en la biblia? se nos manda a creer porque no podemos ver a Dios con los ojos temporales y carnales. Para creer en estas cosas necesitamos fe, pero es esa fe de las cosas ausentes. 

¿Qué pasa cuando la fe nos decepciona? Es típico escuchar de alguna gente cuando dice ''confié en él y me engañó''. San Agustín dice que a esto no se le puede llamar fe en absoluto. La fe no pertenece a ninguno de los sentidos del cuerpo porque no es fruto de la carne, sino más bien del corazón. Por lo tanto, la fe no se puede ver y cuando creemos verla a través de los sentidos del cuerpo, erramos. En otras palabras, la fe sólo se puede ver en sí mismo. 

Por otro lado, el ser humano debe entender que cada hombre y mujer tiene su propia fe. No podemos confiarnos de la fe de los otros, pues no podemos saber que fe tienen porque, como dice San Agustín, la fe es algo personal y sólo puede conocerse en sí misma y no la del otro hombre. 

Quereres universales

Si bien la fe es algo de nosotros mismos y no nos es posible conocer la fe de otro, lo que sí podemos identificar es cuando la fe del otro es la misma que la de nosotros. Sólo en ese caso particular podremos ''conocer'' (porque es imposible conocerla por completo) la fe del otro.

No obstante a esto, todos los seres humanos aspiramos a bienes universales. Para explicar estos quereres universales, San Agustín pone el ejemplo de un histrión (bufón) quien, al querer mostrar que podía adivinar el parecer de todos dijo:

''Todos quieren comprar barato y vender caro''

Todos aplaudieron al histrión que efectivamente mostró el parecer de todos mediante esta frase. ¿Cómo pudo adivinar la voluntad de todos este histrión? simplemente por conjeturas de experiencias generales, sin embargo, podemos y conocemos casos donde hay hombre que ofrecen un precio justo a quienes compran, como aquellos quienes compran caro prefiriendo la calidad del producto. 

Ahora, si el histrión hubiera dicho ''Todos quieren la felicidad y nadie quiere ser vituperado'' entonces ahí sí habría dicho una verdad porque eso es a lo que todos quieren aspirar. Pero ¿qué es esta felicidad? Todos tenemos una visión distinta de la felicidad; para unos es procurarse los viene del espíritu y para otros procurarse los bienes del alma, y otros los del cuerpo y el alma. ¿Cuál será la verdadera? 

San Agustín dice finalmente que ''nadie conoce la felicidad'', pues si todos la conocieran entonces no habría una multitud de pareceres(1)

Cicerón y otros filósofos sobre la felicidad

Quizás, la discusión podría acabarse diciendo ''La felicidad está en aquello que un hombre quiere'', es decir, como a mi me gusta la lectura, esa es la felicidad para mi como para ti puede ser otra. De ahí que Epicuro establezca que la felicidad está en el placer; que Zenón diga que está en la virtud o los cínicos en la naturaleza. En otras palabras, San Agustín llama a esto ''Vivir del agrado''. 

Sin embargo, para Marco Tulio Cicerón vivir del agrado era un grave error. En efecto, si todos viviéramos a nuestros antojos (nuestros agrados), entonces a quien le guste robar, asesinar o engañar será feliz (lo cual es absurdo). Nadie puede vivir de las cosas recién nombradas, pues no podría ni siquiera sobrevivir sólo.

Así como nadie puede amar lo que ignora, nadie puede ser feliz sin conocer la felicidad. En esta felicidad debe estar la posesión y el deseo, es decir, debo poseer y desear lo que quiero y cuando lo tengo soy feliz. Ahora ¿que no es esto lo mismo que los criminales, es decir, si deseo dinero y voy y lo obtengo seré feliz? No, San Agustín llama a desear lo que se posee. Nadie puede ser feliz amando lo que no tiene y por lo tanto, todos deben amar lo que tiene(2)

Desear el mal

Nadie puede desear el mal porque la felicidad no es el mal, por ejemplo, nadie puede desear una cosa mala en términos de calidad. Tampoco se puede desear una vida feliz si se busca el suicidio, pues el suicidio es el querer de la nada. ¿Cómo se puede ser feliz queriendo nada? porque si el suicida quisiera paz, entonces tendría que vivir para tener paz. Si el hombre se suicida, el hombre no podrá cumplir el concepto de San Agustín ''Nadie puede ser feliz amando lo que no tiene''. 


La fe como fundamento de la existencia

San Agustín nos dice que la fe apoyada en la autoridad de Dios dará inmortalidad al alma del ser humano, contrario a lo que pasa cuando el hombre fundamenta su fe en base a argumentos de razón o lógicos. 

El hombre debe sufrir primeramente en el valle de lágrimas para luego obtener la fe que necesita. Por eso es que la biblia se distribuye en A.T. y N.T. porque el hombre necesita pasar por las penalidades de ser un hombre carnal, para luego ser un hombre de fe. En el A.T. tenemos al hombre viejo y en el N.T. al hombre nuevo. 

La fe y la ciencia del Verbo

Si bien todo precedente anunciado aquí ha sido una apología a la fe, debemos decir que San Agustín no deja de lado la ciencia. 

Todo lo que hizo el Verbo humanizado en carne por Cristo está relacionado con la ciencia. Recordemos que la sabiduría tiene que ver con todas las cosas divinas; con el conocimiento de las cosas divinas, mientras que la ciencia tiene que ver con el conocimiento de las cosas humanas. Por supuesto, Cristo está en las dos. 

Conclusión

Otra de las apuestas de San Agustín por juntar la fe con la razón, contrarios a sus predecesores como Filón de Alejandría o Orígenes quienes eran fideístas incansables. Me parece que San Agustín, en un esfuerzo de alejarse de la filosofía y abrazar aún más la religión cristiana, parece ser mucho más filósofo que otra cosa. Siempre se puede uno preguntar si la fe y la razón son separables, pero San Agustín nos demuestra en este apartado que no, de hecho, la razón confirma la fe, pero tampoco se puede tener razón sin fe.