lunes, 24 de abril de 2017

San Agustín de Hipona - La naturaleza del bien (399).

La pregunta puede parecer un poco rara, pero es válida hacerla ¿de dónde proviene el bien? por supuesto, de Dios. La otra pregunta sería ¿de dónde viene el mal? del ser humano; sin embargo, ¿acaso este existe porque Dios lo hizo? es una pregunta sensata de hacer bajo la lógica de pensar que Dios creó todo y absolutamente todo lo del universo. Es difícil decidir una respuesta adecuada a estas preguntas, pero San Agustín de Hipona nos lo aclarara bajo el prisma del catolicismo. Veamos la descripción de la naturaleza del bien.

La naturaleza del bien


Capítulo I: De Dios provienen todas las cosas

Dios es el creador absoluto de todo lo que existe en la tierra, y esta creación la hizo a partir de la nada. Todo proviene de este ser supremo y si es así, entonces tendríamos que decir necesariamente que todas las cosas son buenas; así como toda existencia también lo es. 

Todos estos bienes tienen tres cosas fundamentales:

Medida
Belleza 
Orden

Sin estas cosas, nada podría existir. Dios también tiene medida, belleza y orden pero un sentido muy superior al nuestro. 

Capítulo II: La corrupción del bien

El mal se da justo cuando las tres cosas fundamentales de cada ser (medida, orden y belleza) caen en corrupción. Podríamos decir que el espíritu es mucho mejor que el cuerpo, pero ¿qué pasa cuando el espíritu se corrompe y se hace pecador? si fuera de este modo, el espíritu seguiría siendo superior al cuerpo por su condición de ser inteligible. De alguna manera, podríamos decir que el espíritu es un bien relativo, pues puede caer tanto en el mal como el bien (al igual que el cuerpo).

Lo bueno es que cada espíritu puede volver a ser bueno mediante la pena, es decir, mediante la vergüenza que le da a este ser de su condición de pecador. Progresivamente, el hombre avanzará hacia un estado de bienestar alejándose del pecado. 

Hemos dicho que el cuerpo es inferior que el espíritu incluso si el espíritu fuera malo. También se debe añadir que las cosas no-espirituales no tienen la capacidad de ser felices ni de experimentar ninguna alegría; por lo tanto, sólo el animal y el animal racional pueden ser felices y ser capaces de superar su corrupción. 

Castigo a la corrupción

Por supuesto, todo pecador debe tener un castigo, ya que el pecado es un desorden que debe enderezarse con el orden. Entonces, como el desorden es el mal y el orden el bien, el equilibrio llama al castigo para que el desorden desaparezca. 

Ahora, ¿por qué las naturalezas tienden a hacer el mal si se supone que son buenas al provenir de Dios? Si bien la naturaleza proviene de Dios, ésta fue creada desde la nada, y la nada, como hemos visto en otros libros, es el orígen del mal; por lo tanto, la naturaleza puede corromperse porque su origen es la nada y puede ser buena porque existe (y si existe es verdadera y si es verdadera es buena). 


Capítulo III: La inmutabilidad de Dios

Dios es inmutable y todas sus obras son mutables; todas sus obras tienen un orden en el mundo y es así que hay obras superiores (como el alma) y otras inferiores (como el cuerpo). 

Ahora no porque la materia sea inferior al cuerpo debe ser despreciada. Al contrario, toda obra de Dios es buena y así la materia (hyle), es decir, a la materia sensible que se referían los griegos (no a la materia informe) debe ser de estima. 

El dolor en la naturaleza creada por Dios

Toda naturaleza buena tiende al dolor, pues es ahí donde se prueba su resistencia y su voluntad de querer llegar al equilibrio. Muchos tipos de dolor hacen que los hombres se fortalezcan, mientras que otros hacen que la gente se vuelva peor, por lo que esos dolores serían llamados por San Agustín como ''inútiles''.

Mensurabilidad de Dios

¿Tiene Dios alguna medida? Si Dios tuviera una medida entonces tendríamos que decir que tiene una limitación. Por una parte, no podemos decir que tiene alguna medida., pues eso sería decir que algo o alguien le dio una medida; sin embargo, tampoco podemos decir que es desmedido.

¿Cuál es la ''medida'' de Dios entonces? como Dios está en todas las cosas sin ser ellas, la medida se entenderá en cuanto al reino el cual no tiene fin, pues así dice la biblia:


''Y su reino no tendrá fin''
(Lucas 1:33)

Lo que quiere decir San Agustín es que Dios es la medida misma de todas las cosas. Esto quizás nos pueda recordar a las teorías que había entre Aristóteles y Plotino, en cuanto a la bondad de las medidas. 

Aristóteles decía que el bien está en el justo medio; es decir, entre la cobardía y la temeridad será mucho mejor elegir la valentía. Plotino dice que todo lo que sea desmedido es malo y así justamente es la materia, la cual, si estuviera sin forma, sería infinita; por lo tanto, la unidad que sería lo Uno sería la medición misma de las cosas. 

Como contraste, San Agustín añade que hay cosas que tienen medidas pero que pueden ser malas. ¿Por qué? hay una belleza que comparada con otra es menor y por lo tanto, la menor es la peor, pero esto no se hace con una noción de cantidad, sino que de cualidad. Ahora, esa belleza menor sigue siendo un bien en cuanto sea naturaleza y también puede ser mejor en cuanto se tome las medidas correctas. 

Finalmente, la inmutabilidad de Dios se expresa en las siguientes frases de la biblia:

''Mudarás las cosas y se cambiarán; pero tu siempre eres el mismo''
(Salmos 101:27)

Podríamos citar mil versos de lso Salmos o del libro Eclesiastés donde se hablar sobre la inmutabilidad de Dios frente al ser humano. Por ahora, que nos quede claro el poder de Dios frente a todas las cosas. 

Capítulo IV: La creación del mundo

Puede sonar confuso que Agustín diga que las cosas son hechas de la nada, porque si es así, entonces la nada sería algo y no la ausencia absoluta. ¿Cómo es que podemos entender que Dios hizo las cosas de la nada?

En este capítulo Agustín introduce el concepto de ''nihil'' que significa literalmente ''nada''. Dios no hizo las cosas por sí, es decir, las cosas le pertenecen pero no son Dios. Por lo tanto, deberíamos decir que las cosas se hicieron a través del Verbo de Dios, para que las cosas que no son sean. 

''El cual llama a las cosas que no son para que sean''
(Romanos 4:17)

Por eso decimos también que las cosas salieron de la nada, porque fue la palabra (el verbo) lo que hizo que todas las cosas tuvieran existencia. 

Capítulo V: Los castigos de Dios

El poder de dañar y condenar sólo lo tiene Dios, pero este daño va con justicia por eso es que permite a los malos hacer el mal. Es sólo a través del consentimiento de Dios que se hace el mal. Podríamos decir que la vida misma es una prueba para que se vea que tan buenos somos. 

¿Qué pasa con las criaturas divinas que habitaban junto con Dios? Sabemos que muchas de ellas se volvieron contra Dios ¿es que acaso Dios creó a los ángeles malos? No. Los ángeles, si bien divinos, no dejan de ser inferiores a Dios y la opción de estar del lado del mal fue justamente por su voluntad. 

¿Y qué pasa con el paraíso perfecto de Dios; el Edén? ¿Es acaso que había un árbol malo? No, Dios había prohibido tocarlo por el efecto que este tenía en los hombres. Este árbol fue creado para que el hombre reconozca la omnipotencia de Dios y a la vez tenga discernimiento para conocer el bien y el mal. 

El pecado y sus características

Si analizamos bien lo que es el pecado, nos daremos cuenta que este se realiza por las ganas del hombre de buscar algo más excelente; por ejemplo, la soberbia nos hace olvidarnos de la humildad y buscamos algo que nos haga mucho más de lo que éramos antes; por eso se deja a Dios en lo sucesivo. 

Ahora, en cuanto a las características de las cosas consideradas ''malas'', ¿podremos decir que el fuego es malo? Por supuesto que no, ni el fuego ni siquiera el veneno es malo en la naturaleza. Estas dos cosas serían malas cuando no están en su orden, o cuando las cosas que las rodean no están en el orden que debieran; por ejemplo, cuando el hombre toma el veneno o cuando se quema por el fuego. 

Los bienes de la creación comparados con Dios

Muchos podría decir que el fuego eterno o el alma son cosas eternas al igual que Dios lo es, pero esto sería un error. Cada cosa divina tiene su eternidad pero no en la forma en que Dios lo es. Así, el alma sería eterna pero no en la medida en que Dios lo es. 

Oración por la conversión de los maniqueos al catolicismo

Más allá de una enseñanza forma sobre la naturaleza de las cosas, este libro es una exhortación a los maniqueos para que acepten el catolicismo en sus corazones. 

Conclusión

Podríamos decir que este es un resumen de una gran parte de la filosofía agustiniana. Aquí, pues, se aprovecha toda la explicación de la creación junto con la teoría del libre albedrío y la voluntad. No hay que olvidar también la defensa de la inmutabilidad de Dios, que es obviamente un contra-argumento a los maniqueos quienes decían que Dios podía ser mancillado. Nada más podríamos decir que esta teoría sería la defensa del cristianismo y su séquito por siempre. 

domingo, 23 de abril de 2017

San Agustín de Hipona - Acta del debate contra el maniqueo Félix (398).

La lucha contra los maniqueos aún no termina y es ahora el maniqueo Félix quien se enfrenta en este debate contra San Agustín de Hipona. Cabe destacar la buena preparación de los dos contrincantes, pues Las Confesiones de San Agustín han ahondado fuerte en el mundo religioso, mientras que los maniqueos no tienen menos adeptos que la Iglesia Católica. Lo que aquí veremos es una discusión primeramente sobre la carta de Manés en cuanto a la fundamentación religiosa de los maniqueos (que hemos visto en este blog en el siguiente enlace) Luego se hablará principalmente de las cosas del Nuevo Testamento. 

Referencias:

(1) Agustín trata de dejar en claro el argumento ''ad hominem'' que ha hecho Félix y trata de alejarse del mismo argumento. 
(2) Debe decirse que la carta completa no se muestra, sólo se muestra un extracto de ella. 

Definiciones:

(1) Paráclito: es el mismo Espíritu Santo, de hecho, Paráclito significa en latín ''consolador''.
Acta del debate contra el maniqueo Félix


LIBRO I: MANES Y EL ESPÍRITU SANTO

Primera parte de la carta del Fundamento

Manés como el Paráclito

El debate comienza con el reconocimiento de Félix a la carta del fundamento de la secta maniquea, reconocimiento pedido por el mismo San Agustín. Lo primero que Félix hace es leer el comienzo de la carta que reza así:

''Manés, apóstol de Jesucristo por providencia de Dios padre. He aquí las palabras saludables que manan de la fuente viva y perenne. Quien las oiga y primeramente las crea y luego cumpla lo que ordenan, nunca estará sujeta a la muerte, antes bien disfrutará de una vida eterna y gloriosa. En efecto, ha de ser considerado justamente dichoso quien haya sido instruido por este divino conocimiento; liberado por el permanecerá en la vida eterna''

La primera pregunta de San Agustín es: ¿de dónde salió Manés quien no fue nombrado en al biblia como apóstol? Félix responde con una petición a San Agustín y esta se trata de probar de que Manés no fue el paráclito es decir, el Espíritu Santo que Jesús enviaría para decir la verdad. En efecto, en la biblia dice:

''Os envío el Espíritu Santo paráclito''
(Juan 16:7)

Esto pertenece al libro de Juan y fue cuando los discípulos estaba reunidos con Cristo y sintieron que entraba una especie de sonido desde el cielo ''y vieron lenguas de fuego posicionadas en ellos mismos'', es decir, el Espíritu Santo había entrado como una especie de señal ese día que los apóstoles estaban reunido. En ninguna parte se nombra a Manés, al contrario, sólo se describe (en palabras nuestras) un cierto fenómeno. 

La veracidad de los hombres

Félix se ve atrapado en este argumento por lo que cambia la dirección del debate revisando las palabras de San Agustín: ''Yo destruyo la ley de Manés'' a lo que Félix se basa en la biblia para decir:

''Todo hombre es mentiroso, sólo Dios es veraz''
(Salmos 115:2)

Si es así, entonces tendríamos que decir que Félix también es un mentiroso al ser hombre. En ese momento, Agustín le hace una pregunta clave a Félix ¿qué importa quién haya dicho que quiere destruir la ley de Manés? En efecto, ¿qué importa? si el verdadero significado es que se diga si realmente se puede destruir la ley de Manés(1)

Dejando en claro esto, Agustín se mueve a la imagen de Manés para demostrar lo pecador y contrario al Espíritu Santo que él era, citando un pasaje de la biblia que es el siguiente:

''El Espíritu dice claramente que en los últimos tiempos algunos se alejarán de la fe prestando atención a espíritus engañadores, a doctrinas de los demonios construidas a partir de la hipocresía de proporciones falsas, que tienen cauterizada su propia consciencia; prohíben el matrimonio y el uso de alimentos que Dios creó para que los tomasen con acción de gracias los fieles y los que conocieron la verdad''
(1 Timoteo 4:1-6)

Este versículo describe perfectamente la secta maniquea, pues estos mismos prohíben el matrimonio y los alimentos como la carne. 

Félix responde que el versículo no prueba nada, pues Manés nunca estuvo en otra secta, es decir, siempre se mantuvo cristiano; por lo tanto, no se podría decir que Manés apostató para seguir otra religión. No obstante, Agustín argumenta que el maniqueísmo ha convertido una gran cantidad de Católicos, así como también otras religiones para su secta. De ahí se podría decir que los ''vendedores'' de espíritus engañadores serían justamente los maniqueos. 

¿Es Manés el Paráclito?

Félix nos dice que Manés es el enviado por el Espíritu Santo, incluso cuando San Pablo no lo menciona. Esto se debe a que Félix recurre a lo dicho por el mismo apóstol en la biblia:

''Parcial es nuestro conocimiento, parcial nuestra profecía''
(1 Corintios 13:9)

Esto quiere decir que ningún hombre podrá saber nunca nada sobre las cosas divinas, mucho menos el apóstol Pablo, por lo que bien puede decir Félix que Manés es el Paráclito del Espíritu Santo. Sin embargo, ¿cómo es que esto no aparece en la biblia, en efecto, nada se dice sobre un Paráclito que vaya a instruir a los hombres por medio de profecías del bien y el mal separados como naturalezas. 

Félix queda nuevamente sin argumentos para probar la autenticidad de Manés, aceptando la superioridad de San Agustín frente a estos temas. 

Segunda parte de la carta del Fundamento

Félix insiste en la superioridad de Manés en cuanto a ser el elegido por Jesús para ser el Paráclito. Aunque sin muchos argumentos, Félix pide que se lea la segunda parte de la carta del Fundamento que reza así:

''Que la paz invisible y el conocimiento de la verdad esté con sus hermanos y amadisimos que también creen y obedecen a los mandatos celestes; pero que también la diestra de la luz os proteja y os libre de toda incursión maligna y del lazo del mundo. Que la piedad del Espíritu Santo abra la intimidad de vuestro corazón para que veais con vuestros propios ojos vuestras almas''


En ese momento, San Agustín no vio nada malo en las escrituras de la segunda carta de Manés. Luego siguieron leyendo y encontraron algunas cosas que a San Agustín no le gustaron mucho(2). Esta parte fue cuando se decía que en el principio existían dos naturalezas: el bien y el mal cada una independiente con un reino. 

El problema de separar el reino del bien y del mal, es que el reino, según los maniqueos, anteceden al Padre (que también consideran eterno) lo que implica eliminar la omnipotencia de Dios, pues no sería el creador de todas las cosas. Más aún, el reino de Dios es tan eterno como el mismo, por lo tanto., ¿cómo Dios que no creó ese reino podría ser el inquilino siendo que él también es eterno? Sin duda es un argumento sin salida, y por lo demás un error grave de los maniqueos. 

LIBRO II: LAS DOS NATURALEZAS OPUESTAS

El bien y el mal

Félix trata de justificar las dos naturalezas contrarias con el Evangelio, pues ahí se dice:

''El árbol que nunca da frutos malos y el árbol malo que nunca da frutos buenos''
(Mateo 7:17)

Por otro lado, también tenemos este versículo:

''¿No sembraste buena semilla en el campo? ¿De dónde salió la cizaña ? Fue del enemigo''
(Mateo 13:27)

Esto prueba las dos naturalezas que existen, en efecto, la palabra enemigo ya nos habla sobre un contrario al bien. Además, Félix añade que Cristo fue crucificado por una fuerza contraria a las fuerzas del bien, porque, de otro modo, si los que lo crucificaron eran buenos, entonces no se entiende que le hayan hecho mal a Cristo. 

San Agustín responde hábilmente diciendo que todo el ''poder'' del mal yace en el libre albedrío, la cual es una construcción de Dios. Todos cometen sus actos a partir de su libre voluntad, lo que significa que si alguien decide hacer el mal, no habría otra naturaleza llamada mal para cometerla, sino que sería el mismo hombre quien ha escogido hacer el mal. Por lo demás, estos hombres no quedarán impunes pues Dios castiga el mal que hacen estos, y que hacen sin necesidad de tener una naturaleza externa a ellos. Si existiera una naturaleza exterior al hombre que lo incite a cometer el mal, entonces tendríamos que librar al hombre de toda responsabilidad del mal que ha hecho, lo cual sería un desastre.

La ''fuerza'' contraria a Cristo

Se cambia el tema de la discusión cuando Félix reprocha a Agustín acusar a Manés de cruel, cuando Cristo había dicho:

''Id al fuego eterno''
(Mateo 25:41)

¿Qué crueldad puede ser ésta tan terrible que dijo Cristo? Recordemos que este pasaje trata de la venida de Dios a la tierra, diciendo a los impíos ''id al fuego''. ¿Quienes son estos impíos? los hombres y mujeres que no asistieron al humilde cuando lo necesitaba. Por supuesto, aquí Félix apela a la poca paciencia y crueldad de Dios para quienes cometieron el ''error'' de esto, pero San Agustín no lo considera un error, pues ignorar al menesteroso es un acto de voluntad. El hombre ha preferido ir al fuego eterno al no obedecer la ley. 

Félix sigue contraatacando diciendo que si existe una naturaleza externa a Dios, o al bien. Félix argumenta que si Cristo vino a ''liberarnos'' como dicen las S.E., entonces el ser humano debió estar sometido a una cierta maldad antes de la llegada de Cristo. Por otro lado, ¿cuál fue el propósito de Cristo al ser crucificado? ¿no fue acaso liberar a los hombres de sus pecados? El pecado, dice San Agustín, se encuentra en el libre albedrío. Esto quiere decir que los hombres que crucificaron a Cristo pudieron ser tanto bueno como malos. ¿A quien liberó Cristo del pecado? a aquellos hombres que por voluntad pecaron.

Sigue Félix tratando de argumentar con otro tópico. ¿Cómo el alma que es divina y que procede de Dios puede ser mancillada? Ésta pregunta tiene sentido en cuanto el alma es creación de Dios. San Agustín dice que el alma no procede de la naturaleza de Dios, sino que enfatiza que es la creación de Dios así como lo fue el hombre y tanto así, el hombre como el alma, pueden ser mancillados. Esto hace sentido a través de la lógica, pues ningún hombre nace iguala su progenitor, así como ninguna creación es igual a su creador. ¿De dónde hizo Dios el alma entonces? Dios creó todo lo que creó de la nada; algo imposible para el hombre.

No obstante, Félix sigue insistiendo en que si el alma proviene de Dios y al mismo tiempo, cuando el alma es mancillada Dios también lo es. Agustín le dice que en un sentido es cierto y en otro no, pero del mismo modo como lo piensa Félix; Agustín sigue recalcando la separación entre creador y creación. 

Como sabemos, los maniqueos dicen que en el reino de la luz, Dios y las cosas divinas fueron mancilladas por el mal. Y así refutaban al cristianismo diciendo que Dios podría ser mancillado por el mal, pero el supremo bien no puede ser condenado por el mal. 


La firma de las actas

Finalmente, el debate se termina firmando ambos contrincantes, un acta donde declaran la condena de Manés. Sí, Félix también acepta los errores maniqueos y condena a su maestro anterior convirtiéndose al mismo tiempo al catolicismo. El primero que comienza es San Agustín:

''Yo, Agustín, obispo de la Iglesia Católica, ya he condenado a Manés, a su doctrina y al espíritu que por medio de él profirió tan execrables blasfemias; era un espíritu que arrastraba no a la verdad, sino al error nefasto: ahora condeno de nuevo al ya mencionado Manés y al espíritu de su error''

Luego se acerca Félix para declarar:

''Yo, Félix, que había dado fe a Manés, ahora le condeno a él, a su doctrina y al espíritu seductor que moraba en él, quien afirmó que Dios había mezclado una parte suya con la raza de las tinieblas, y que la libera de forma tan vergonzosa que trasfigura sus virtudes en hembras frente a los demonios machos, y a su vez, a estas en machos frente a los demonios hembras, y después sujeta para siempre en el globo de las tinieblas a los restos de su propia parte. Condeno estas y las restantes blasfemias de Manés'' 

Los dos firman las actas del debate y se retiran, dejando un aire de victoria al cristianismo frente al maniqueísmo. 

Conclusión

Este es otro de los maniqueos que queda en evidencia de su sacrilegio. Manés ya no parece ser más un ser iluminado ni mucho menos; sin embargo, aún faltan contendientes que esperan debatir con San Agustín. Muchas fuentes indican que el maniqueísmo existió aproximadamente hasta el siglo XX, principalmente en los pueblos asiáticos. ¿Será que existe una naturaleza distinta del bien y que le es contraria? San Agustín insistiría en que no y que lo único que existe es el bien, y que el mal existe en cuando es nuestra voluntad hacerlo. 

sábado, 22 de abril de 2017

San Agustín de Hipona - Las confesiones (Libro XIII: Interpretación alegórica del Génesis) (397).

Seguimos con la interpretación del Génesis, pero esta vez lo haremos desde la perspectiva alegórica, es decir, ayudándonos más del espíritu que de la letra como bien lo dice Corintios 2:6 en el segundo libro: ''La letra mata y el espíritu vivifica''. Como hemos dicho incontables veces (más bien como San Agustín de Hipona dijo incontables veces), el análisis literal de las Sagradas Escrituras no nos deja ver el fondo de lo que realmente significan. Veamos este último libro de las Confesiones que nos trae el santo de Hipona.

Referencias:

(1) En efecto, en esos tiempos el concepto de hombre servía para referirse tanto al hombre como a la mujer. 

Las Confesiones

LIBRO XIII: INTERPRETACIÓN ALEGÓRICA DEL GÉNESIS

El mérito de los espiritual por sobre lo terrenal

Todas las cosas estaban en confusión, en caos y en tinieblas las cuales no significaban nada (porque las tinieblas son la nada absoluta). Dios fue quien dio luz a todas las cosas dándoles existencia a cada una de ellas. Cabe destacar que este mundo fue hecho creado a una cierta semejanza a las cosas más divinas, por eso en la biblia se dice que también el hombre fue hecho a imagen y semejanza de Dios. 

Pero ¿cómo se entiende lo que Dios dijo después ''Hágase la luz''? porque bien podríamos decir que ''hacerse la luz'' es dar la esencia espiritual a las cosas. San Agustín dice que en el principio de la creación, las cosas ya tenían cierta divinidad y que al decir ''Hágase la luz'' se completaba. 

El concepto de Trinidad

El concepto de Trinidad ha sido unos de los más discutidos durante la historia, e incluso hasta nuestros días cuesta entender. 

Dilema con el Espíritu Santo

Si existe una Trinidad y nos basamos en la lectura del Génesis, entonces ¿cómo podemos entender esto si el Espíritu Santo apareció cuando se hizo la luz? ¿Y el Verbo (o el hijo) dónde se realizó? San Agustín nos dice que el verbo se hizo en el principio, pero el Espíritu Santo después. 

Para dar solución a esto, San Agustín toma la frase de la biblia ''se cierne'' es decir, el espíritu de Dios (el Espíritu Santo) se cierne sobre las cosas para darles vida. El Espíritu Santo se cierne en todas las cosas que existen desde el mismísimo principio.  

Ahora, bajo la premisa anterior puede surgir una nueva duda: si el Espíritu Santo se cernía sobre las cosas ¿acaso no hacía lo mismo el Padre y el Hijo? Obviamente, si son una trinidad entonces se tiene que decir necesariamente que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo se cernían sobre las cosas. Sin embargo, ¿por qué en la biblia se nombra sólo al Espíritu Santo (que en este caso se cernía sobre las aguas)? De acuerdo con San Agustín, es el mismo don de Dios el que dirige al Espíritu Santo y por lo tanto, mientras el Espíritu Santo esté en cierto lugar, también lo estará la Trinidad. 

Entendiendo la conformación de la Trinidad

Así como la Trinidad es el Padre, el hijo y el Espíritu Santo, el ser humano también tiene una especie de Trinidad entendida en términos de ''ser'':

- Ser
- Conocer
- Querer

Cada una de ellas comprende otras tres cosas que se toman de la vida práctica que serían la vida, la mente y la esencia. La misma manera tiene la Santísima Trinidad para unirse, por supuesto, no es exactamente lo mismo que nosotros, pero se entiende alegóricamente que la Santísima Trinidad son estas tres cosas: Padre, hijo y Espíritu Santo. 


El conocimiento sobre Dios

Así como el hombre es como la luna y Dios como el sol, entendiendo que la luna es cambiante y el sol siempre es uno, la ciencia y el conocimiento exacto de las cosas es como la luna, pero Dios es mucho más que esto, pues la Sabiduría está por sobre el conocimiento. 

El conocimiento de Dios lo tiene el alma, y el alma proviene de la creación de la tierra, entendiendo por ''tierra'' la creación de todas las cosas ya sena visibles o invisibles. No obstante, el alma siempre va a ser mejor que la materia y cuando esta se deja llevar por el pecado de la soberbia, se muere. Por lo tanto, no podemos dejar nuestra alma en las cosas materiales, pero tampoco dejarla al conocimiento soberbio de la ciencia, pues así se dice:

''No os acomodeis al mundo presente''
(Romanos 12:2)

Lo que significa que el alma no puede quedar atrapada en nada que este mundo tenga (soberbia o materia). El hombre debe acercarse a Dios y amar a Dios para encontrar la felicidad.

Los hombres fueron hechos a imagen y semejanza de Dios, pero bien podemos distinguir al macho y a la hembra(1). Si bien los hombres se distinguen corporalmente, todas las almas son iguales

Bendición de los animales

¿Qué pasa con los animales y las cosas de la tierra? ¿Acaso ellas no son bendecidas o no pueden ser bendecidas? en efecto, el único que puede ser bendecido es el hombre a través del bautismo, pero ni las cosas ni los animales pueden tener tal cosa. ¿Será que  las cosas fueron creadas en vano para no ser bendecidas? No, porque ya se podría tomar como bendición cuando Dios dijo:

''Creced y multiplicaos''
(Génesis 1:28)

Esto por supuesto, se aplica a todos los seres vivos que existen en el mundo; sólo quedaría pensar en las cosas de la naturaleza. 

Propósito de la naturaleza

¿Qué dice realmente la biblia en cuanto a la naturaleza? Veamos lo que dice el Génesis en cuando a ella. 

''Toda hierba de semilla que existe sobre la haz de  toda la tierra y todo árbol que lleva fruto de semilla, todo animal terrestre, para toda ave de los cielos y para todo ser animado que se arrastra sobre la tierra''
(Génesis 1:30)

Todas las cosas naturales fueron creadas para el uso y el alimento humano; por lo que no habría ningún pecado en comerlas o usarlas; cosa contraria a la doctrina maniquea o judía quienes sólo comían cierto tipo de alimentos. 

La totalidad de la creación de las cosas es supremamente buena, ya que toda existencia es buena, y si existe es verdadera y como verdadera es buena. 

Conclusión

Con la palabra ''Amén'' se termina el último libro de las confesiones de San Agustín. Podríamos decir que este libro es un agradecimiento final a todas las cosas hechas por Dios que en su totalidad son buenas. En cuanto la interpretación del Génesis, la verdad que noes muy diferente a las que hemos visto en contra de los maniqueos. Por lo demás, aún queda un voluminoso texto de la interpretación del Génesis que es mucho más extensa que está. Dejamos las confesiones de San Agustín para movernos por otros libros.

jueves, 20 de abril de 2017

San Agustín de Hipona - Las confesiones (Libro XII: Análisis del Génesis) (397).

San Agustín de Hipona ya nos tiene acostumbrados a las grandes exégesis que hace sobre los textos bíblicos, sobre todo del Génesis con el cual se sirvió para contradecir a los maniqueos. El Génesis tiene una importancia tremenda en la biblia, pues es el principal libro de todos y el que introduce el concepto de creación en el hombre, un fenómeno que por cierto, ha dado mucho que hablar últimamente. Este episodio nos lleva a una de las discusiones más antiguas, pues es aquí donde veremos que está primero en la constitución del ser humano: la materia o el alma. 

Referencias:

(1) Las tinieblas son la misma nada para San Agustín.

Las Confesiones

LIBRO XII: ANÁLISIS DEL GÉNESIS

La tierra y sus elementos

Hemos visto evidentemente en muchos libros de San Agustín donde el cielo y la tierra tienen dos divisiones: una divina y otra terrenal; la primera no la conocemos mientras que la segunda es justamente donde vivimos. Pero antes de la creación de este mundo, todo era vacío y tinieblas porque nada existía(1)

Este razonamiento en que la nada sea una especie de ausencia total abrumó mucho a San Agustín. En efecto, el mismo nos dice que ninguna materia puede imaginarse sin forma y por supuesto esto es imposible; sin embargo, la nada sí se puede intuir y razonar como diciendo: la total ausencia de todo. 

Como en el universo no había nada antes de la creación, San Agustín nos dice que Dios creó todo a partir de la nada, es decir, antes de la creación existía Dios y la nada. 

La creación del mundo

Las cosas que perecen

Habiendo dejado claro lo anterior ¿de qué materia se sirvió Dios para hacer todo lo que hizo? simplemente de materia informe. Es decir, una cosa fuera de cualidad y magnitud. 

El cielo y la tierra y todas las cosas que habitan ahí fueron hechas de esta materia informe. Sin embargo, podríamos preguntarnos ¿hay cosas que fueron hechas eternas e inmutables? porque muchas de las cosas que están en la tierra son perecederas e inmutables. 

Las cosas que no perecen

Existen cosas que si bien sufre modificación no es perturbable en cuanto a contemplación, pero tampoco pertenece a Dios. Estas cosas son las que preceden a las cosas materiales, por ejemplo, el alma precede al cuerpo y esta no perece. Así, todas las cosas de este mundo fueron creadas a una ''imagen y semejanza''. 

Las palabras del Génesis decían así:

''En el principio, Dios creó el cielo y la tierra''
(Génesis 1:1)

¿Es acaso este cielo el que conocemos? No. La verdad es que éste versículo puede entenderse como una metáfora, es decir,  el cielo es ese lugar donde están todas las cosas (la luz), mientras que la materia es el caos (las tinieblas). 

¿Qué es Dios para que haya creado todo lo que existe desde la nada? por supuesto que es el supremo bien y el bien absoluto pues desde el mal, que es la nada, nada puede existir. Dios es la infinita sabiduría, como lo dice la misma biblia porque, en efecto, el supremo bien es así. 

Distintas maneras de entender ''cielo y tierra''

Agustín nos habla sobre unos hombres que no acuerdan con su interpretación en cuanto al Génesis 1:1. Obviamente, estos hombres son los mismos maniqueos quienes no reconocen las palabras divinas. Estos dicen que cuando Dios creó el cielo y la tierra, creó justamente eso: el cielo y la tierra ''sensibles'', o, en otras palabras, todo lo que puede verse y tocarse. 

Otra interpretación del Génesis 1:1 puede ser que la creación del cielo y la tierra represente todas las cosas visibles, pero también las invisibles. 

Luego hay una tercera interpretación del mismo versículo que el cielo es la creación de todo lo espiritual y la tierra la creación de todo lo material. 

Por otro lado, también se puede interpretar como si el cielo fuera el Verbo y la tierra fuera la carne donde se sitúa el Verbo mismo. 

Lo que quiere decir estas diversas interpretaciones, es que en la existencia siempre hay algo que precede a la materia que sería justamente esta materia informe de la que habla San Agustín.

Distintas maneras de entender ''la tierra caótica''

El siguiente versículo del Génesis sigue así:

''La tierra era algo caótico y vacío y las tinieblas estaban sobre el abismo''
(Génesis 1:2)

También este versículo tiene diversas interpretaciones que San Agustín nombra a continuación. 

Una de ellas es que justo en ese momento se estaba creando la materia informa de las cosas corporales. Otra podría ser que se comenzaba a formar la materia visible e invisible de las cosas y finalmente otros dicen que es tanto la formación material como espiritual. 

¿Cómo saber lo subyacente del testimonio?

Sin embargo, hay una objeción. ¿En qué parte de la biblia Dios designó esta materia informe? a menos que por ''tierra'' se haya referido justamente a esta materia informe. Tampoco se nombra que Dios haya creados los ángeles y los querubines, lo cual hace la discusión aún más misteriosa. 

¿Cómo resolver esto? es decir, ¿cómo saber lo que quería decir el autor? con Dios no se puede dudar por lo que nada debemos cuestionar en cuanto a su palabra, pero ¿qué pasa con estas palabras dicha en la biblia las cuales fueron pronunciadas por Moisés? En efecto, Moisés dijo ''En el principio Dios hizo el cielo y la tierra'', pero ¿cómo podemos saber lo que pensaba Moisés en ese momento al pronunciar dichas palabras? San Agustín dice que por tierra y cielo, Moisés quiso decir la creación de absolutamente todas las cosas. En todo caso, por todas estas cosas, Agustín acepta la palabra de Moisés sin duda alguna, ya que a este le habló nada más ni nada menos que Dios; entonces, no habría porqué dudar. Así lo dice la misma biblia:

''No hay, pues, que propasarse de lo que está escrito y que nadie se apasione por uno contra otro''
(1 Colosenses 4:6)

Además, ¿quién podría decir verdaderamente lo que pensaba Moisés? asegurarlo sería una temeridad y se caería en una mentira. Lo único que se tiene es el testimonio bíblico y si no se cree este, entonces la discusión no tendría sentido. 

Aseverar un razonamiento con base a algo difícil de averiguar (como es el pensamiento de una persona) es una cuestión muy arriesgada lo cual podría conducir a equívoco. Nada más quedaría en este caso que guiarse por la autoridad de los escritos porque es imposible saber qué pensaba el autor. 

Distintas maneras de entender ''En el principio''

Unos se refieren al principio como la Sabiduría, pues la creación debió tener una esencia buena y no existe nada más bueno que la Sabiduría. Otros también lo entienden inmediatamente como el principio de las cosas tanto visibles como invisibles. 

Sin embargo, para San Agustín el hecho de decir que el principio es la creación instantánea de las cosas visibles e invisibles ¿qué fue lo que creó después? recordemos que después de decir ''En el principio Dios creó el cielo y la tierra'', lo cual habría una paradoja al afirmar que el principio fuera la creación de todas las cosas. 

Otra de las cosas discutidas es que si luego del principio, estas cosas como el cielo y la tierra fueron creadas con tiempo, lo que tiene una respuesta negativa porque el tiempo nació justamente con el comienzo del cielo y la tierra. 

Conclusión

Fuera de la interpretación del Génesis que San Agustín hace en este libro (y que ha hecho en otros también), me parece mucho más importante la lección que nos deja en cuanto a la interpretación de un escrito. En efecto, nada más nos queda que acatar la autoridad, así como el mismo Agustín lo ha explicado en su máxima ''Nisi credideritis non intelligetis'' (Sin creencia no se comprende). Toda nuestra mente está llena de prejuicios y lo único que queda (muchas veces) es basarse en lo que tiene un hecho; de lo contrario, sólo podremos especular. 

miércoles, 19 de abril de 2017

San Agustín de Hipona - Las confesiones (Libro XI: El concepto de Tiempo) (397)

Otro de los conceptos más puros en la filosofía de San Agustín de Hipona junto con la memoria, la voluntad, el mal, el alma o el albedrío es el concepto de tiempo. La hazaña no es de poca dificultad porque la esencia del tiempo siempre parece escaparnos por entre muchas limitaciones de nuestra mente. ¿Es realmente el tiempo un concepto que no puede abarcar la mente humana a menos que se le fraccione en partes? Sin duda que el santo de Roma tiene una de las tareas más difíciles en las páginas que siguen, por lo que se pide mucha atención a lo que se viene.

Referencias:

(1) Para más información sobre el concepto de lugar, véase Aristóteles - Física Libro IV.
(2) Nótese que estos ''errores'' son considerados así por San Agustín
(3) El mismo Plotino dice que lo que precede al tiempo es la eternidad en la tercera Enéada
(4) Probablemente porque esta respuesta (o más bien broma) alejaba el conocimiento. 

Las Confesiones

LIBRO XI: EL CONCEPTO DE TIEMPO

La creación total

San Agustín reconoce a Dios como el creador total de la existencia materiale inteligible. Hace al hombre y a todas las cosas con cuerpo, pero también añade un alma a dicho hombre para que pueda comprender cosas más elevadas que ciertos animales. Sin embargo, después de todo esto hay una pregunta implacable: ¿cómo Dios hizo todas las cosas?

¿Cómo pudo crear Dios la tierra y sus componentes? Tendría que haberlo hecho con algo que fuera algo aparte de la materia, pero esto sería imposible. Para San Agustín, la creación de las cosas proceden justamente de la boca de Dios, tal como lo hizo con el hijo:

''Este es mi hijo amado''
(Mateo 3:17)

Y así se hizo el hijo, pero también esto estaba anunciado:

''Hablaste tú y fueron hechas todas las cosas''
(Salmos 33:9)

Así, queda probado que Dios crea las cosas de su boca o más bien desde el habla. No obstante, para que el cielo y la tierra fueran creados debieron crearse sobre algo, obviamente, este algo proviene de la voz de Dios pero ¿qué es este algo? Este principio queda vedado por un momento a San Agustín, pero luego se deduce qué es ésta cosa que hace que existan las demás: el tiempo.

Por supuesto que esto nos puede recordar la teoría de la Física de Aristóteles donde se dice que todo tiene su contenedor y este contenedor un contenido. El lugar del vino es la vasija y el de la vasija la mesa, así como el contenido de la vasija es el vino. En este caso, San Agustín, haciendo algo aparte del concepto de lugar,añade el concepto de tiempo, es decir, todas las cosas están contenidas en el tiempo(1)

Consideraciones del tiempo por otros filósofos

Pitagóricos

En tiempos más antiguos, los pitagóricos fueron unos de los primeros filósofos en establecer una teoría formal en cuanto al tiempo. Estos decían que era ''la esfera que abraza todo'' y que por lo tanto, el tiempo se identificaba con el movimiento, es decir, el tiempo se debe al movimiento

Platón

El mismo Platón en el Timeo definía el tiempo como ''la imagen de la eternidad'' y además añadía que el Universo y el tiempo se hicieron juntos y perecerán juntos. Platón considera que el tiempo es el que imprime el movimiento, y este a su vez crea las demás cosas del mundo como el sol y la luna.


El estagirita definía al tiempo no como un movimiento, sino como algo que va mucho más allá, algo que subyace al movimiento. Nos decía también que el presente es el intermediario entre el pasado y el futuro, es decir, si no existiera el presente, entonces el pasado y el futuro se solaparían lo cual es ridículo. Así como esta explicación es verosímil, Aristóteles nos da la primera definición de tiempo: ''Numero de movimientos según el antes y después'', ahora, ¿por qué Aristóteles se refería al tiempo como ''número''? Porque el pasado, el presente y el futuro, según Aristóteles, se miden por magnitudes y las magnitudes son números. 


Cicerón también tenía su propia concepción del tiempo escrita en un libro llamado ''De Fato'' (o del destino), donde nos dice que tanto el pasado como el futuro son tiempos inmutables, es decir, que existen en sí mismos sin la necesidad del presente. 

En efecto, hay un futuro inmutable como sería decir que todos vamos a perecer, así como hay un pasado inmutable como es decir que todos los seres vivientes nacimos. 

Estas han sidos las teorías que por lo menos hemos visto en este blog con respecto al tiempo. Veamos lo que nos dice San Agustín sobre estas cosas.  

El concepto de Tiempo

Uno de los errores típicos de los maniqueos (y en parte también de Marco Tulio Cicerón)(2) era preguntarse ¿qué hacía Dios antes del tiempo? ¿Acaso estaba ocioso cuando de repente se le ocurrió crear la humanidad? En el libro sobre la interpretación del Génesis contra los maniqueos, Agustín respondía que sería ridículo decir que Dios estaba de ocioso antes del tiempo, pues entonces se tendría que hablar de otro tiempo donde Dios estuvo ocioso. De ahí que además pueda hablarse de las hipóstasis de Plotino, para decir que la creación debió darse fuera de las hipóstasis cognoscibles para el ser humano. 

¿Qué hacía Dios antes del tiempo?

Sin embargo, aún queda la pregunta ¿qué hizo Dios antes del tiempo? el tiempo es medible y tiene intervalos, para que éste fuera hecho se necesitaría algo sin movimiento y que permanezca siempre, en otras palabras, Dios creó el tiempo en la eternidad porque la eternidad no es tiempo(3)

Eternidad: presente perpetuo.
Tiempo: pasado, presente y futuro.

Pero ¿cómo puede crear el tiempo si para crearlo necesita movimiento y en la eternidad no lo hay? Es una de las preguntas cruciales de San Agustín quien humildemente contesta ''no lo sé''. 

Muchos decían en al época de Agustín que antes del tiempo, ''Dios preparaba el infierno para aquellos que se atrevían en escudriñar en los misterios más altos''. Esta frase era hecha en forma de broma o metáfora para que los niños no preguntaran cosas tan extrañas, cosa que a San Agustín molestaba profundamente(4)

Finalmente, San Agustín dice que no cabe preguntarse qué hacía Dios antes del tiempo porque antes del tiempo no había tiempo para realizar algo. En efecto, ¿cómo vamos a hablar de la creación del tiempo cuando no había tiempo? la pregunta es ridícula al razonamiento de San Agustín. En la nada no puede haber movimiento, así como tampoco puede haber creación. No obstante todo esto, Dios es el gran creador del tiempo.

¿Qué es el tiempo?


El mismo Agustín admite la dificultad de la respuesta diciendo:


''Sé bien lo que es, si no se me pregunta. Pero cuando quiero explicárselo al que me lo pregunta, no lo sé''

Para tratar de resolver esta duda, Agustín parte diciendo que si el presente no tuviera ni pasado ni futuro entonces sería eternidad, y por lo tanto no podríamos hablar de tiempo. Así, el presente necesita del pasado para ser tiempo, pues de otra forma sería eternidad. Ahora, el presente deja de ser una vez que es pasado; lo que significa, que el presente para existir debe tener tendencia a no-ser (de otro modo sería eternidad).

Pasado:

Hablado esto, San Agustín se propone analizar el pasado y el futuro. El pasado ya no existe y el futuro no existe todavía, pero ¿cómo podemos referirnos a ellos como si fuera un tiempo presente si no existen? No podemos referirnos al pasado de ninguna forma, ni siquier diciendo que ''fue larga la estancia'', pues dicha estancia ya no existe. 

Además, pensemos en lo siguiente: para haber dicho ''fue larga la estancia'' debimos haber dicho primero ''es larga la estancia''. Por otro lado, algo es largo cuando está colocado en el presente, cuando ya es parte del pasado ya no existe; por lo tanto, las cosas tienen magnitud cuando están en el presente y dejan de tenerla cuando están en el pasado (por eso, la estancia larga ya no existe). 

¿Cómo se debería decir algo que ''fue largo''? de la siguiente manera según San Agustín: ''Largo fue aquel tiempo mientras fue presente''. 

Forma incorrecta de referirse al pasado: ''fue larga la estancia'' es una forma incorrecta porque nada que pertenezca al pasado puede tener magnitud.

Forma correcta de referirse al pasado: ''Fue larga la estancia mientras fue presente'' es la correcta porque la magnitud existe mientras está en el presente. Es decir, la única forma de referirse al pasado, es refiriéndose al presente. 

Veamos ahora si el alma puede reconocer este tiempo presente con referencia en el pasado.

Presente:

Para entender el presente, San Agustín recurre a un pequeño símil de los cien años. Imaginemos a un hombre dentro de un intervalo de 100 años:

  • Cuando está en el primer año, el hombre tiene 99 días futuros.
  • Cuando está en el segundo año, el hombre tiene 98 días futuros y un día en el pasado. 

Bajo este razonamiento, podemos determinar que el presente nunca podrá estar en los 100 años simultáneamente, sino que sólamente en uno de ellos. Lo mismo pasaría si llevaramos el símil a un año, el hombre en el primer mes tendría 11 meses futuros y cuando pase al segundo tendrá 10 futuros y 1 pasado.

Lo mismo pasaría incluso si reducimos dichos años y el año en un día. El día tiene horas y minutos que tendrían la referencia de ser pasado o futuro según en qué hora o minuto nos encontremos; así, ni el día puede ser presente todo. 

De este modo, San Agustín define el presente como ''un instante'', pero entonces ¿a qué podemos llamar largo? ¿cómo es que el presente puede ser largo o puede ''durar'' ciertos minutos o ciertas horas si es un instante? 

Futuro:

Mucho menos podríamos decir que el futuro tiene un intervalo largo, pues aún no existe. Y si existe, es gracias al presente porque el futuro pasa a ser presente una vez que pasa por él. 

Conclusión:

¿Qué diremos pues de estos tres tiempos: pasado, presente y futuro? ¿Acaso tendremos que decir que el pasado y el futuro no existen por sí solos a menos que pasen por el presente?

Al menos en el pasado, todo lo que tenemos de él nos queda en la memoria. Ahora, si nos queda en la memoria, entonces está en el presente porque a medida que lo podemos evocar en la memoria estarán presentes; lo mismo ocurre con el futuro. 

Todas las cosas que existen se ven en el presente, pero es la memoria la que también las tiene. Por ejemplo, podemos ver una aurora y podemos predecir que el sol saldrá. La imagen que tenemos del sol saliendo, es una imagen presente en nuestra mente y la predicción sería decir ''el sol va a salir''. Por lo tanto, podemos retener el pasado y el futuro llevándolos al presente por medio de la memoria, como ya habíamos dicho, el pasado y el futuro sólo pueden existir por medio del presente. De hecho, podría decirse con justa razón que el pasado y el futuro no existen. 

Así, la referencia correcta al presente y al pasado sería de la siguiente forma:

Pasado: Presente de las cosas pasadas
Presente: Presente de las cosas presentes
Futuro: Presente de las cosas futuras

Volvemos a repetir, es el presente el que da existencia al pasado y al futuro. 

Este es un tema que ya se hablado entre los antiguos, sobre todo por Aristóteles quien decía que el pasado y el futuro tienen como límites al presente, pero nunca aseguró algo tal como decir que el pasado y el futuro no existen. Cicerón también tenía su opinión con respecto al tiempo, diciendo que el futuro y el pasado son inmutables, es decir, cada uno tiene su propia existencia.

En todo caso, Agustín acepta que los demás puedan decir que existe un pasado o un futuro, siempre y cuando se entienda que es con referencia al presente pero se debe estar consciente que la única forma correcta de referirse al pasado y al futuro es la descrita por San Agustín


Tiempo y espacio

¿Cómo podemos medir el tiempo si el presente es un instante? difícil respuesta tiene esta pregunta, pero lo que sí es claro es que podemos percibir que el tiempo cambia, que tiene intervalos y que esos intervalos ''pasan''.

Es una paradoja porque de acuerdo con Agustín, el pasado y el futuro no existen y sin embargo son medibles cuando pasan por el presente. ¿Cómo pueden existir y no-existir al mismo tiempo? en el lenguaje cotidiano podemos hablar perfectamente del pasado y el futuro diciendo (erróneamente) que tal período fue largo o tal período fue corto.

Los tiempos y los cuerpos

Muchos dicen que el tiempo no es más que el giro que da el sol y la luna para marcar los días, pero San Agustín no está en absoluto de acuerdo con eso. En efecto, si fuera así, entonces, el movimiento del sol sería el creador del tiempo; sin embargo, recordemos que el movimiento es posible gracias al tiempo. Por lo tanto, el tiempo es algo que va más allá de los cuerpos, como dijimos, el tiempo es el contenedor de los cuerpos. 

El movimiento no determina el tiempo, pues es posible que el sol se detenga pero el tiempo seguiría contando. Al contrario el movimiento se mueve gracias al tiempo y si es así, el tiempo va primero que todas las cosas. Por otro lado, otra cosa tan importante como el movimiento es el reposo de los cuerpos, porque este también tiene tiempo. De ahí que el movimiento de un cuerpo no es el tiempo mismo. 

La incógnita del fenómeno

Agustín acepta no saber la esencia del tiempo porque de hecho, asume que cuando mide un intervalo ''no sabe lo que mide'', y en efecto, no sabe qué se mide siendo que el instante (que es el presente) no puede tener una extensión precisa. Así definiría San Agustín el tiempo:


''Por ello, me parece que el tiempo no es otra cosa que una cierta extensión. Pero no sé de qué cosa''

Agustín se pregunta ¿Qué mido Dios cuando digo que este tiempo es más largo que otro? ¿Cómo se puede medir si el futuro no existe y el pasado aún no existe? Bien se sabe que el tiempo se mide, pero no el pasado ni el futuro, y, obviamente, tampoco el presente porque este no tiene extensión. Finalmente Agustín concluye lo dicho un poco antes, se mide el tiempo que ya ''pasa''. 

El tiempo y el alma

Nada puede ser medido a menos que se acabe, por lo tanto, la tendencia al no-ser (en cuanto al pasado y al futuro) es la que determina la duración de una cosa. ¿Con qué cosa el hombre mide el tiempo?  naturalmente que el hombre mide el tiempo con el alma, pues es allí donde quedan impresas las percepciones del tiempo.  

Por otro lado, tenemos un fenómeno aún más fuera de toda lógica que sería la extensión del futuro y del pasado que no tienen ninguna existencia. ¿Cómo podemos decir que el futuro tiene extensión si aún no existe? ¿cómo podemos decir que el pasado fue largo o fue corto si ya no existe? simplemente porque esta sensación queda en el alma y es ella la que nos deja la impresión de que fue larga y corta. El alma tiene tres funciones con respecto al tiempo: espera, atiende y recuerda. Estas tres acciones representan los tres tiempos de los que estamos hablando:

Espera: Futuro
Atiende: Presente
Recuerda: Pasado

Esta acción del alma sucede sobre todo cuando queremos cantar una canción que no conocemos. Esperamos como va a ser, prestamos atención a la letra y a la música y finalmente la volvemos a cantar cuando la recordamos. 

Finalmente, esta sería la solución a la cuestión del tiempo según San Agustín, es el alma la que puede retener todo pensamiento futuro y pasado. 


Conclusión

Con muchas más dudas que respuestas (como lo es la filosofía) nos deja este texto dificilísimo de San Agustín. El tiempo ha sido un tema de oscuros pasajes en la vida de los filósofos pero también en la vida de los científicos más grandes de la historia. Por supuesto, los precursores de estas ideas preciosas fueron los filósofos a lo que posteriormente los científicos soportaron con teorías que van renovándose por cada período. Si bien no hay una solución cierta para la medición del presente (más que del tiempo porque este comprendería pasado, presente y futuro), las pistas que nos deja San Agustín no son de menor tamaño; al contrario, queda mucho más ánimo para averiguar qué es realmente el tiempo.