miércoles, 15 de marzo de 2017

San Agustín de Hipona - Cuestiones diversas a Simpliciano (Libro I: Preguntas sobre La Carta a los Romanos) (396).

¿Quien fue Simpliciano? Simpliciano fue uno de lso asesores del mismísimo San Ambrosio y amigo de San Agustín de Hipona. Este libro, naturalmente, está dedicado a su amigo Simpliciano, ya que este tenía algunas preguntas sobre la epístola a los romanos y otras cosas dichas por San Pablo. ¿Qué habrá tenido San Agustín que respondía las preguntas de todo el mundo religioso? Seguramente la oscuridad de las Sagradas Escrituras y la pasión filosófica que tenía Agustín lo llevaba a resolver fácilmente, lo que para otros parecía demasiado oscuro. 

CUESTIONES DIVERSAS A SIMPLICIANO



LIBRO I: PREGUNTAS SOBRE LA CARTA A LOS ROMANOS

Cuestión I: Las leyes que debieran cumplir los hombres

Simpliciano pide encarecidamente a San Agustín que le aclare las siguientes dudas que se le presenta cuando lee algunos versículos de San Pablo

Para qué se dio la ley

San Agustín asume que la duda de Simpliciano consiste en el cambio de la ley antigua a la ley nueva. Nuestro amigo se pregunta si tal vez, al tener una nueva ley, la antigua pasaría al olvido o si eventualmente podría considerarse pecadora. 

Agustín le asegura a Simpliciano que no debe pasarse al olvido y mucho menos será pecadora aunque así lo parezca. La ley antigua no servía para extirpar el pecado del hombre, sino más bien para que el hombre conociera el pecado. El hombre ya conoce el pecado por los ejemplos de Adán y otros hombres y por lo tanto, no tiene excusa para pecar; el hombre ya conoce la ley. 

La concupiscencia aumentó sus bríos con la ley

Dice Simpliciano que ''La concupiscencia aumentó sus bríos con la ley'' como si de alguna manera la ley fuera culpable de sus pecados, pero la verdad es que la ley es buena cuando se sabe utilizar de ella. Siguiendo la misma línea agustiniana, la voluntad sigue siendo un elemento fundamental para entender las Sagradas Escrituras. 

Como el pecado estaba muerto sin la ley y cómo revivió

Esta duda proviene de los que dice San Pablo:

''Porque no aparecía (el pecado) cuando faltaba la ley, sobreviniendo el mandato revivió''
(Romanos 7:9)

Más que estar muerto, Agustín nos dice que el pecado estaba oculto. Luego el pecado revivió al pecar Adán y los hombres quedaron con la condena del sufrimiento y de la muerte.

Solo los hombres espirituales cumplen la ley

Por supuesto, la ley siempre será buena para con los hombres espirituales. Si la ley prohíbe lo malo y permite lo bueno, entonces restará que sólo lso hombres espirituales podrán hacer el bien. 

''La ley es buena si se usa bien de ella''
(1-Timoteo 1:8)

De ahí que quien abuse de la ley o no la cumpla derechamente, tendrá que aceptar su propio mal. 

Doble sentido de la palabra carnales

¿Qué quiere decir el apóstol cuando dice ''pero yo soy carnal''? Podríamos pensar que el hombre está hecho de carne, pero también de espíritu. Ahora, incluso con la llegada de Cristo el hombre sigue siendo carnal. Sin embargo, peor aún será que además de ser carnal nos sometamos a los deseos de dicha carne y no al Espíritu. 

En todo caso, recordemos que el hombre no aborrece la carne al ser esta una creación de Dios, sino que más bien aborrece los pecados que esta lleva consigo. 

La pena del pecado original

Hay dos maneras de tener el pecado, pero una de esas dos es inevitable. En efecto, el pecado original es el pecado que ningún ser humanos se puede quitar, pues es la herencia del pecado de Adán es el mejor reflejo de eso. La otra forma de tener el pecado es justamente la acumulación de ellos. De ahí que San Pablo diga:

''Preferí vivir menospreciado en la casa del Señor a morar en las tiendas de los pecadores''
(Salmos 83:11)

Qué se entiende por la ley del pecado que vive en los miembros

Por supuesto, el pecado sólo es realizado por nuestras voluntades, pero esto no es sólo una suposición de San Agustín, sino que San Pablo también lo piensa:

''Pues el querer en la mano lo tengo, más el poner por obra lo bueno, no''
(Romanos 7:18)

Esto quiere decir que justamente, se tiene la voluntad, pero depende de la voluntad hacer el bien y hacer el mal. Por eso se dice que el pecado vive en los miembros, pues por el cuerpo se peca (siempre y cuando exista la voluntad de pecar). 

Lugares donde la ley aparece como mala

Es difícil imaginarse que en la biblia pudiese decirse algo así, pero en efecto lo está:

''Atravesóse la ley para que aumentase el delito''
(2-Colosenses 3:7)

Y uno aún más crítico que este:

''Porque cuando estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas, aumentadas por la ley, obraban en nuestro miembros y daban frutos de muerte''
(Romanos 7:4)

Básicamente, estos dos pasajes quieren decir que la ley tiene la culpa de aumentar y incitar al pecado. En efecto, la ley lo hace, pero lo hace con quienes no la cumplen, pues recordemos que no pueden existir los buenos si no son puestos a prueba. De ahí que San Pablo también diga:

''Me complazco en la ley de Dios según el hombre interior''
(Romanos 7:22)

Es decir, aquellos hombres espirituales son los únicos que podrán conocer la ley divina de Dios. El hombre carnal se verá perjudicado por la ley y el espiritual se verá favorecido. 

La ley es buena

La única manera de ver que la ley es buena será justamente cumpliendo. De este resultado sobreviene lo que dice el apóstol sobre la ley:

''La ley, pues, es santa, y el mandato, santo, justo y bueno''
(Romanos 7:12)

Siguiendo la misma lógica en cuanto a las respuestas anteriores, quien cumple la ley se ve favorecido, quien no, será perjudicado. 

Error de los maniqueos sobre la ley antigua

Los maniqueos, de acuerdo con San Agustín, malinterpretan la ley antigua cuando ven el siguiente pasaje:

''La ley es fuerza del pecado''
(1-Colosenses 15:56)

La ley es simplemente letra para quienes no la saben cumplir, además de que se acentúa con el pecado cada vez más. 



Cuestión II: La intención de la Carta a los Romanos

El argumento de la Carta a los romanos



El fin de la Carta a los romanos fue simplemente que los hombres no se vanaglorien de sus propias obras, pues las buenas obras son hechas por Dios. 

La gracia de la fe precede a las buenas obras

Quizás esto puede ser lo más difícil de probar. Ya sabemos que las buenas obras son hechas por Dios, pero el origen de estas obras provienen por la gracia. En efecto, las obras no pueden preceder a la gracia, pues las obras mismas necesitan la gracia y no al revés. 


Es menor en los catecúmenos, mayor en los renacidos

La gracia puede darse más en un cierto tipo de personas que en otras. De acuerdo con San Agustín, la gracia se da menos en los catecúmenos, quienes eran los postulantes o candidatos a ser católicos de la iglesia. Sin embargo, mucho más evidente es en los renacidos, es decir, a los que se les presenta algún tipo de revelación que los hace ser parte de la iglesia inmediatamente. 


Para qué trae los ejemplos de Jacob y Esaú

La diferencia que se da entre Jacob y Esaú es justamente la gracia. En todo caso, la gracia se da por acciones, no se puede dar por sí sola como si fuese un milagro. 


Recordemos que Jacob y Esaú eran hijos de Isaac y Rebeca; Jacob era el favorito de Rebeca por su apacibilidad, y Esaú era el favorito de Isaac porque era muy buen cazador. Sin embargo, Dios ya había decidido que era Jacob quien recibiría la bendición y no Esaú.


Uno de los propósitos de que San Pablo traiga los ejemplos de los dos hermanos gemelos, es para refutar a los astrólogos. Estos decían que el comportamiento del ser humano se determinaba por el movimiento de los astros y de nacimiento de cada ser humano; sin embargo, al ser Jacob y Esaú tan distintos, ¿cómo es posible que al haber sido gemelos al mismo tiempo sean tan distintos? Para San Agustín, los geneltíacos y los astrólogos se basan sólo en hechos casuales. 


El otro es para respetar el orden de los hermanos, pues de ahí que se diga:


''El mayor servirá al menor''
(Romanos 9:11)

De aquí nace la refutación a los paganos como los astrólogos. El ejemplo de Jacob y Esaú perdurará por siempre para mostrarnos la diferencia y gracia del Señor.

Las obras buenas vienen de la gracia, no al revés

El propósito de las buenas obras no es para recibir la gracia, de hecho, se hacen buenas obras por haber recibido la gracia. 


Justicia en la elección de Jacob y en la reprobación de Esaú

Se puede preguntar con mucha razón porqué Jacob, que ya había sido elegido antes de nacer si antes de nacer no había hecho cosa alguna (buenas obras). Sin duda que es una cuestión difícil de resolver al ser los dos gemelos. Resolvamos en la siguiente pregunta.


Si la elección de Jacob provino de la presencia de la futura fe

Como no pueden haber razones que vayan justo al nacimiento, se puede deducir que Dios eligió a Jacob por predicción de las cosas que pasarían en el futuro.  


La elección por gracia y propósito de Dios

En efecto, la gracia de Dios no se da por obras, pues habíamos dicho que la gracia precede a la obra. Así dice en el versículo:



''No por mérito de las obras, sino por voluntad del que llama, se le dijo que al menor serviría el mayor, para que el propósito divino, conforme a la elección, perdurase''
(Romanos 11:13)

Por supuesto que Dios no necesita hacer una buena obra, sino que solamente su voluntad representaría la gracia. 

Si la fe debe contarse entre los dones de la gracia

La gracia precede a todo mérito y por lo tanto existe antes de toda obra. Sin embargo, los méritos están con la fe y como lo méritos no preceden, la fe no estaría en la gracia, pero sí sería la base de todo mérito. 


Como la reprobación de Esaú fue justa

Como sabemos, entre Jacob y Esaú, éste último no fue escogido para tener la bendición de Dios. Pero ¿por qué? ¿cómo es posible que Dios diera bendición a alguien que ni siquiera había nacido como para dar algún mérito?  


La respuesta de San Agustín ya la tuvimos al decir que Dios lo hizo para predecir las cosas del futuro, pero más allá de eso es porque Dios hace las cosas para amarlas. Es decir, ¿qué mérito tiene el sol para ser lo que es? ¿Qué tiene la luna que fue inferior al sol? ¿o que la Luna tuviera más brillo que otros astros? Ninguno de estos seres son aborrecidos por Dios, todos son amados por igual


Jacob y Esaú eran amados, pero Esaú fue aborrecido finalmente por sus obras y no por su nacimiento. Por lo tanto, la reprobación de Esaú fue justa. 

La fe es don de Dios misericordioso

Nadie puede jactarse de la fe porque como dijimos, si la fe es la base de las buenas obras, y las buenas obras son hechas por Dios y no por el hombre, entonces que no se ufan el hombre de aquellas obras y mucho menos que sea para agradar a los otros hombres. 

Los problemas de Esaú

Seguimos con los problemas de Esaú que en realidad no son menores. Pareciera ser que San Agustín, a pesar de dar las razones del porqué Esaú fue desaprobado no está contento con las respuestas. 

Aquí San Agustín añade otra explicación del problema. Debemos pensar que Dios es quien elige quien será el elegido, y no los seres humanos entre ellos. Por eso se dice:


''No depende del que quiere o del que corre, sino que de la misericordia de Dios''
(Romanos 9:16)

Pareciera ser que este es el argumento más doctrinario y consecuente con las Sagradas Escrituras. Todo lo bueno se cumple por voluntad de Dios.

¿Qué es el pecado? Los vasos de perdición se ordenan a la corrección de los demás

El hombre no es un ser que se debe aborrecer: su alma y su cuerpo son buenos en cuanto a que existen, pues todo lo que existe es bueno. Por lo tanto, Dios no aborrece el cuerpo ni el alma del hombre, lo que sí aborrece es el pecado que este comete por voluntad. 

El pecado es un desorden y una perversidad; de ahí que no se debiera aborrecer a Esaú como hombre sino como pecador. 

Ahora, ¿qué son los vasos de perdición? hay un versículo de la biblia que dice:

''Si para mostrar Dios su ira y dar a conocer su poder, soportó con mucha paciencia a los vasos de ira, aptos para la perdición, ¿Tú quién eres para pedir cuentas a Dios?''
(Romanos 9:22)

De alguna manera, estos vasos de perdición son aquellos pecadores que desatan su ira con su prójimo. Dios construye estos vasos de ira para que todos se convenzan de la conversión a la religión. Por otro lado, también podemos pensar que aquello es una prueba Dios para con los verdaderamente elegidos.

No todos fueron llamados, pero sí de todas gentes, de judíos y gentiles

Todos los hombres son creación de Dios y por eso todos son buenas hasta cuando utilizan su libre albedrío para pecar. Sin embargo, de todos los hombres que existen no todos fueron llamados por Dios: los únicos que fueron llamados fueron los gentiles y los judíos. 

Ahora, entre los gentiles y los judíos, mucho más ''preferidos'' fueron los judíos, porque Dios intercedió por Israel. Podemos pensar que el mérito judío tiene que ver con el cumplimiento de la ley antigua.

La intención del apóstol al escribir la Carta a los Romanos.

La intención del apóstol es básicamente la siguiente: que nadie se gloríe de ninguna obra y ni mucho menos que lo haga para ser alabado por otros hombres. 

Pero nadie puede hacer una buena obra si no tiene fe y para tener fe se necesita primero que todo creer. Creamos pues en la gracia del Espíritu Santo. 

Conclusión

No fueron inocuas las reflexiones de Simpliciano, pues se nota que le dieron muchos desafíos a San Agustín. El dilema de Jacob y Esaú ha sido ampliamente debatido entre los teólogos porque es aquí donde la gracia y voluntad de Dios parece muy oscura. Me da la impresión que también San Agustín aprovecha de rebatir y dejar en claro el poderío de Dios frente a cualquier cosa, pues, en efecto, quien quiera que esté de lado de Dios tendrá como recompensa el reino de los cielos. 

sábado, 11 de marzo de 2017

San Agustín de Hipona - Sobre la doctrina cristiana (Libro IV: Retórica y elocuencia) (395).

San Agustín de Hipona advierte inmediatamente que este libro no pretende ser una guía o un manual de retórica, pues él mismo dice que no esperen aprender nada de los tiempos en que el mismo fue profesor de retórica. En efecto, este libro sólo habla sobre la utilidad que le reporta al cristiano el ser elocuente y mantener la práctica de la retórica frente a sus hermanos y hermanas. Ya habíamos hablado anteriormente sobre retórica y algunas palabras que pueden obstruir nuestra comprensión sobre las Sagradas Escrituras, y ahora toca ver cómo estas pueden hablarse y comprenderse retóricamente.

Referencias:

(1) San Ambrosio fue el obispo anterior a San Agustín de Hipona, y quien además fuera su maestro en materias católicas. 

SOBRE LA DOCTRINA CRISTIANA

LIBRO IV: RETÓRICA Y ELOCUENCIA

Retórica para los cristianos


Los cristianos deben aprender retórica desde los años más tempranos. Los grandes retóricos de Roma siempre recomendaron que la retórica se debía aprender desde jóvenes si se quiere alcanzar su perfección.

La única forma en que la retórica puede aprenderse es a través de la observación e imitación de los grandes hombres que saben sobre retórica. Puede ser que en algunos casos ni siquiera se recurra a la gramática, pues la retórica pareciera ser un arte muy práctico. Ahora, esto no significa que no se estudie formalmente las reglas estrictas de la retórica posteriormente. 

En todo caso, la retórica es inútil si está no contiene la sabiduría necesaria para emplearse. La retórica y la sabiduría deben ser complementarias la una con la otra para agradar a la audiencia; mientras la retórica tiene elocuencia que es oída con gusto, la sabiduría que lleva la retórica es oída con provecho. Cuando el discurso logra ser entendido por la audiencia, es porque la retórica producida es buena, cuando da lugar a la confusión entonces es mala. 

Ejemplos de la elocuencia

San Pablo

Par dar un ejemplo de elocuencia cristiana, San Agustín evoca un versículo de San Pablo:

''Nos gloriamos en las tribulaciones sabiendo que la tribulación labra la paciencia, la paciencia la prueba, la prueba la esperanza, y la esperanza no nos engaña por que el amor de Dios se infundió en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos ha sido dado''
(Romanos 5:3-5)

Aquí vemos el ejemplo claro de un elemento retórico que los griegos llamaban ''klimax'', mientras que los romanos la llamaban ''gradación''. Este consiste en usar de un término para pasar a otro como una especie de ''escalera'' (De hecho, San Agustín prefiere llamarlo así); por ejemplo, la tribulación labra la paciencia, la paciencia la prueba, la prueba la esperanza. El último término va siendo el comienzo del primero. 

San Gerónimo

Otro ejemplo de un gran retórico sería San Jerónimo quien dijo:

''Ay de los que sois opulentos en Sión, y confiáis en el monte de Samaria, Nobles, cabezas de los pueblos, los que entráis pomposamente en la casa de Israel. 

Pasad a Calanna y contemplad, y desde ahí marchad a Emath la grande, y bajad a Geth la de los palestinos, y a sus mejores reinos, por si el territorio de ellos es más dilatado que el vuestro. 

Los que estáis separados para el día malo y os acercáis al solio de la iniquidad. Los que dormís en lechos de marfil; y os holgáis libidinosamente en vuestros aposentos, los que coméis el cordero del rebaño y los novillos de en medio de la vacada; los que cantáis al sonido del salterio. 

Juzgaron que, como David, tenían instrumentos musicales, bebiendo el vino en tazas, y ungiéndose con el más precioso ungüento, y permanecían impasibles ante el aplastamiento de José''

San Jerónimo relata aquí la arrogancia y la ingratitud de ciertos pueblos que no miran a su prójimo teniendo en cuenta las Sagradas Escrituras (SE). Por supuesto que este es un versículo de denuncia hacia los judíos quienes eran tremendamente opulentos. 

La última parte del versículo ''el aplastamiento de José'' podría haberse reemplazado perfectamente por ''hermano'', pero mucho más bello fue decir José como si fuera un homónimo de hermano. 

Enseñanza de la retórica


Tal como Marco Tulio Cicerón lo hubiera dicho en ''Sobre el orador'', se deben preferir las palabras entendibles en el discurso. San Agustín dice que el discurso debe omitir las palabras complicadas para que el discurso sea comprensible para la audiencia, es decir, sacrificar la precisión y la gramática, por el estilo y el aprendizaje sobre el discurso. 

¿A qué se debe que sea así? San Agustín divide la audiencia en dos tipos: aquellos que pueden preguntar y aquellos que no. Por lo tanto, en un conversación particular, por supuesto, todas las palabras complejas pueden aflorar, pero en un discurso donde sólo hay una audiencia pasiva que sólo escucha, deben preferirse las palabras simples a las complejas. 

El deber del orador

Más que presentar un discurso verosímil a una audiencia pasiva, el deber del orador siempre será enseñar a los menos doctos. Todo esto debe ir adornado con una voz correcta para cada situación, recordemos que a cada propósito del discurso hay que mantener cierto decoro al pronunciar las palabras. 

La palabra de Dios ante todo

Cada orador cristiano debe considerar fundamentalmente las tres cartas del apóstol San Pablo y los versículos que éste anuncia:

Carta a Timoteo:

1-Timoteo 4:11 ''Anuncia y enseña estas cosas'' (hablando de la palabra de Dios. 

1-Timoteo 5:1 ''Al anciano no le reprendas, sino adviertele como padre''.

1-Timoteo 1:13 ''Conserva la forma de las palabras sanas''.

1-Timoteo 2:15 ''Esfuérzate en presentarte a ti mismo como obrero probado a Dios, que no se avergüenza y que trata debidamente la palabra de la verdad''.

2-Timoteo 4:2 ''Predica la palabra, insiste a tiempo y a destiempo, arguye, exhorta, reprende con toda paciencia y enseñanza''.


Cartas a Tito:

Tito 1:9 ''Que el obispo debe ser perseverante conforme a la enseñanza de la palabra de la fe, para que pueda redargüir en la sana doctrina a los que le contradigan''.

Tito 2:1-2 ''Tú habla las cosas que convienen a la sana doctrina, que los viejos sean sobrios''.

Tito 3:1 ''Habla estas cosas, y exhorta y arguye con todo imperio. Nadie te menosprecie. Amonéstalos que estén sujetos a los príncipes y a las autoridades''.


Carta a los Colosenses

1-Colosenses 3:7 ''ni el que planta es algo ni el que riega, sino Dios que da el incremento''.

Todas estas cosas fueron consideradas por los oradores cristianos. La enseñanza de la retórica debe ir unida de la inspiración cristiana para poder llegar a convencer y enseñar a una audiencia (cualquier audiencia). 

Modos de elocuencia

Quien quiera ser realmente elocuente deberá seguir tres modos del decir:

Enseñar: decir palabras sencillas.
Deleitar: hablar con moderación.
Mover: exponga los grandes temas con grandilocuencia. 

¿Qué quiere decir grandes temas? Si se quiere hablar de cosas grandes se tiene que hablar siempre de la salud y la vida. Por supuesto, la justicia, la bondad o el entendimiento son temas relacionados con la vida misma. Para estas cosas siempre se necesitará palabras grandes y convincentes, pues así mismo lo requieren dichos temas. Por otro lado, el tema más simple de hablar será el dinero y las deudas; para estos temas será bueno hablar con palabras sencillas y sin mucha explicación con palabras grandes. 

Ahora, para que el hombre pueda realmente convencer a los que lo escuchan, su discurso debe ser moderado entre las palabras complejas y las simples. De hecho. se preferirá hacer mucho más las simples que las complejas. De ahí que San Agustín hable de unas palabras llamadas ''llanas'' que son aquellas que de manera simple explican cosas grandes.

Ejemplo de palabras llanas

Un ejemplo de esto es el mismo San Pablo quien dice:

''Decidme los que deseáis estar bajo la ley. ¿No habéis oído la ley? Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos: uno de la esclava y otro de la libre, pero de la esclava nació según la carne, más la libre, en virtud de la promesa. 

Estas cosas están dichas en alegorías. Porque ellos son dos testamentos, uno que parte del monte Sinaí, el cual engendra para servidumbre, que es Agar''

En este pasaje vemos la claridad y la paciencia con que el orador habla a su audiencia. Cada concepto que parece oscuro lo explica de modo que todo resulte claro y sin ningún error. 

Principales autores de los tres géneros de elocuencia

En opinión de San Agustín, las autoridades más apropiadas para hablar de los tres géneros mencionados anteriormente son San Cipriano y San Ambrosio(1). 

Es Cipriano quien escribe con estas palabras llanas que San Agustín se refirió en el pasado capítulo. Cipriano escribió sobre el dilema de tener agua en el cáliz o si más bien el cáliz debiera tener vino. Con mucha elocuencia y palabras llanas, Cipriano nos dice que el cáliz debe tener el vino ya que ese es la sangre de Cristo y no el agua. Veamos una comparación entre Cipriano y Ambrosio sobre el mismo versículo de unas vírgenes. 

Si un excelente pintor hubiera hecho el retrato de la cara y figura de alguno, con color que imitase la naturaleza del cuerpo; y pintado y terminado el retrato, otro, dándoselas de más mérito, pusiese sus manos con el fin de reformar lo ya acabado y perfecto, se tendría por una grave injuria hecha contra el primer maestro, y su indignación sería justísima. 


¿Y juzgas tú impune el llevar a cabo la audacia de tan abominable temeridad, ofendiendo al artífice Dios? Pues dado caso que con esos adornos de meretriz no seas impúdica y deshonesta ante los hombres, no obstante, violando y corrompiendo las obras de Dios, serás tenida por peor que una adúltera. 


Lo que tú crees que te adorna, lo que piensas que te compone es un ataque a la obra divina, es alejarse de la verdad. Voz es del Apóstol que avisa: Purificaos de la levadura antigua para que seáis masa suave, así como sois ácimos. Porque Cristo, que es nuestra pascua, ha sido inmolado por nosotros. Por tanto celebremos fiesta, no con la antigua levadura, no con levadura de malicia y de maldad, sino con ácimos de sinceridad y de verdad. ¿Y acaso persevera la sinceridad y la verdad cuando se manchan los rostros que son sinceros, y con adulterarlos de colores y falsos adornos de afeites se cambia la verdad en mentira? Tu Señor dice: No puedes convertir un cabello en blanco o en negro, ¿y tú quieres ser tan poderosa que venzas el mandato de Dios? Con audaz intento y con desprecio sacrílego te pintas tus cabellos; funesto presagio de lo por venir que lleves ya cabellos de color de llama

San Ambrosio, por su parte, tiene un estilo sencillo para explicar las cosas. Uno de sus ejemplos es cuando escribe sobre la unión entre el Espíritu Santo, el Padre y el Hijo y como estos se justifican. Veamos el fragmento de San Ambrosio. 


De aquí nacen los incentivos de los vicios, pues, cuando se pintan la cara con colores postizos por temor de no agradar a los hombres, traman con el adulterio del rostro el adulterio de la castidad.

¡Cuánta locura no es pretender cambiar el semblante natural buscando otro pintado! Mientras recelan del juicio que de su belleza pueden dar sus maridos, traicionan el suyo propio.

La primera que contra sí pronuncia sentencia es la que desea cambiar el color natural, porque mientras intenta agradar a otros, ella primeramente se desagrada a sí misma. ¿Qué juez más veraz, oh mujer, buscaremos de tu fealdad que a ti misma, que temes ser vista? Si eres hermosa, ¿por qué te escondes? Si fea, ¿por qué te finges hermosa, si no has de tener el consuelo de engañarte a ti misma, ni al conocimiento de nadie? Tu marido ama de este modo a otra, y tú quieres agradar a otro; no te irrites, pues, si ama a otra, porque en ti aprendió a adulterar.

Mala maestra eres de tu agravio. Rehúye ser alcahuete aun la misma que toleró al alcahuete, y por vil que sea una mujer, para sí misma peca, no para otro. Casi son más tolerables los crímenes de adulterio pues allí se adultera la honestidad, aquí la misma naturaleza


En fin, son estos dos oradores quienes pudieron lograr los tres géneros fundamentales que describe San Agustín. 

El estilo elevado

El estilo elevado es aquel que tiene las tres combinaciones de los géneros anteriormente mencionados. Este incluso sirvió a San Agustín para disuadir una gran pelea que tuvo que afrontar frente al público. Luego de pronunciar su discurso pudo hacer desistir a los que peleaban para que incluso lo aplaudieran. 

No por esto estará descartado el género moderado, ya que en realidad cada género tiene su utilidad según la ocasión. El buen orador siempre tendrá que intentar los tres géneros antes de procurarse el último estilo que es el elevado. 

En este estilo elevado, la veracidad es algo de suma importancia también. En otras palabras, la verdad debe enseñar, debe deleitar y debe mover a la audiencia. Tampoco será mal si un orador, al no poder encontrar las palabras precisas o la manera precisa para expresar lo que quiere decir, basarse en otro orador. 

Conclusión

Un libro que nos recuerda de alguna manera las lecciones de Marco Tulio Cicerón sobre las partes de la operación y de la oratoria en general. Salió un poco más largo y en efecto es así, pues el mismo San Agustín al terminar el libro confiesa que se lamenta alargarse tanto en este libro sobre la retórica. Supongo que el obispo de Hipona tenía mucho que decir sobre los modos de la retórica cristiana, pues en la misma biblia deben haber muchos ejemplos más de cómo se encuentran estos modos. 

viernes, 10 de marzo de 2017

San Agustín de Hipona - Sobre la doctrina cristiana (Libro III: Comprensión lectora) (395).

Ya hemos visto la palabra, los signos y la exhortación sobre las Sagradas Escrituras, así como también la utilidad de las artes y las ciencias para entenderlas de mejor manera. Muchas de las cosas de las Sagradas Escrituras son muy difíciles de entender si lo tomamos en el sentido literal. Todo tiene su interpretación que va a corde con la doctrina que hasta el día de hoy profesan los verdaderos cristianos. El tema de la comprensión lectora es un gran problema para muchos países hoy en día, pero la comprensión lectora de algo que está lleno de interpretaciones como la biblia es una tarea muy difícil. Veamos cómo podemos entender lo que nos quiere decir las Sagradas Escrituras.

Referencias:

(1) Para más información sobre los donatistas, véase el siguiente apunte de San Agustín: ''Salmo contra los donatistas''.

SOBRE LA DOCTRINA CRISTIANA

LIBRO III: COMPRENSIÓN LECTORA

Ambigüedad en las Escrituras

Puntuación

En las Sagradas Escrituras hay confusiones en cuanto a la puntuación y a la redacción de los textos. Una redacción que está muy presente entre los herejes era la siguiente:


''En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba en Dios, y Dios era. El Verbo este estaba en el principio en Dios''

Esta puntuación separa la trinidad que consta del Padre (Dios), el Hijo (Verbo) y el Espíritu Santo. La separación ocurre sobre todo cuando se dice ''el Verbo estaba en Dios'', pero para darle sentido, el texto dice ''y el Verbo era Dios'' así unimos los dos seres de la Santísima Trinidad. Por supuesto, el primer ejemplo que mostramos fue un error de traducción que San Agustín está corrigiendo. 

Pronunciación

En cuanto a la pronunciación, San Agustín no se refiere al sonido que proviene de la boca, sino más bien de las tres expresiones del lenguaje:

  • Afirmación
  • Negación
  • Interrogación


No obstante, en la última expresión del lenguaje, San Agustín hace una división entre pregunta (percontatio) e interrogación (interrogatio). La pregunta puede tener múltiples respuestas, pero la interrogación sólo tiene dos: si o no. En un sentido más actual, podríamos decir que la pregunta se resuelve en respuestas abiertas y la interrogación en respuestas cerradas.

Existe un error en los pasajes de San Pablo. En las antiguas traducciones se decía:

¿Quién acusará a los elegidos de Dios?
Dios que los justifica
¿Quién hay que los condene?
Cristo Jesús que murió

Para Agustín, el error subyace justamente en afirmar las respuestas de cada pregunta, pues sería ridículo decir que Dios acusa y justifica a sus elegidos al mismo tiempo. En segundo lugar, también será ridículo que Jesús que murió los condenará. San Agustín sugiere lo siguiente:

¿Quién acusará a los elegidos de Dios?
¿Dios que los justifica? (No)
¿Quién hay que los condene?
¿Cristo Jesús que murió, o mejor dicho, que resucitó, que está sentado a la diestra de Dios y que intercede por nosotros? (No)

Por supuesto, las negaciones que están entre paréntesis hacen tácita la respuesta, es decir, se pregunta en vez de afirmarse, para que la respuesta sea obviamente no. 

Esclarecer el caso

En este blog tenemos un apartado para aprender latín, y si ven con atención, el latín tiene casos que, usados de forma inapropiada pueden significar cosas contrarias a lo que queremos explicar. Lo mismo pasa con las traducciones. Por ejemplo, en un pasaje de los Tesalonicenses:


''Propterea consolati sumus, fratres, in vobis''
''Por eso nos hemos consolado, hermanos, en vosotros''
(1-Tesalonicenses 3:7)


Puede haber una pequeña diferencia entre decir ''o fratres'' o ''hoc fratres'', pero esta diferencia no contradice la fe. Al menos en el lenguaje griego, ''fratres'' es una palabra con caso vocativo y no acusativo.


Las distintas visiones de otras religiones

Una de las peores cosas que pueden pasar al leer las Sagradas Escrituras, es tomarse todo al pie de la letra. Ya lo decía el apóstol San Pablo:

''La letra mata, el espíritu vivifica''
(2-Colosenses 3:6)

Tomarse los versículos al pie de la letra es sinónimo de leer la biblia sólo por la perspectiva de la carne y no del espíritu. De ahí que la enseñanza de los signos sea importante, pues quien dice la palabra ''sábado'' y la entiende bajo la perspectiva de la carne, entonces no podrá trascender el significado de esa palabra. Lo mismo ocurre con la palabra ''sacrificio'' ¿acaso sólo entenderemos esta palabra como una ofrenda divina? La palabra sacrificio puede tomar distintos significados, así como la palabra ''trabajo duro''. 

Interpretación de los judíos y de los gentiles

Un ejemplo de interpretar las cosas de manera distinta (o más bien al pie de la letra) han sido los judíos. De acuerdo a San Agustín, los judíos sólo han visto la parte literal y carnal de las Sagradas Escrituras. 

Sólo pudieron tomar con mucha seriedad las leyes antiguas, y, al contrastarlas con la nueva ley de Jesús, censuraron esta última al no poder interpretar de manera espiritual las Sagradas Escrituras. El error de los judíos se enfoca justamente en eso, en la comparación de los dos testamentos. 

Otros que han malinterpretado las escrituras son los gentiles. ¿Quiénes eran los gentiles? Estos eran paganos que desconocían las Sagradas Escrituras, de hecho, la palabra gentil proviene de ''goi'' que significa ''sin pacto, sin promesa''. Por supuesto, estos no tenían ningún interés en las escrituras. 

Sin embargo, hubo muchos judíos y gentiles que finalmente se convirtieron al cristianismo, aceptando la cristiandad y las Sagradas Escrituras con la nueva ley. 

La interpretación de los signos

Después de todo lo escrito, una pregunta es clave ¿cómo interpretar correctamente los signos de las Sagradas Escrituras?

La observancia espiritual de las Sagradas Escrituras es la forma correcta de leerlas. Los profetas y patriarcas de la biblia han tenido esa habilidad espiritual para poder interpretarlas. En realidad, el desconocimiento de los signos es perjudicial para cualquiera que esté leyendo las Sagradas Escrituras. Para San Agustín, quien interprete las escrituras de forma literal se encuentra en la servidumbre, es decir, no es capaz de generar una interpretación propia de lo que está leyendo. 

Las locuciones

Es ridículo pensar que Dios quiera el mal para con nosotros; por lo tanto, todas las locuciones que tienen la apariencia de maldad deben verse en sentido figurado y no en el sentido literal. 

Las lecturas de la biblia parecen ser, a momentos, muy crueles y violentas pero también se deben interpretar bien aquellas cosas. De ahí que se hable de la ira de Dios, pero esto se toma con sentido figurado para decir que Dios hace justicia para los justos (no que Dios tiene ira).

Muchos piensan que el término justicia no existe en la realidad, o no existe por sí misma. Para los herejes, cada nación tiene su propia justicia, lo que sirve como pretexto para pecar sin ninguna preocupación; sin embargo, en las Sagradas Escrituras dice:


''Lo que no quieras que hagan contigo, no lo hagas tú a otros''
(Mateo 7:12)

Esta no es una regla propia de cada nación o una particular a ciertos hombres, sino que es una regla universal; para todos. Lo que dicen las Sagradas Escrituras es fundamental para conocer las leyes universales que superan a cualquier nación. 

Las reglas e interpretaciones en las SE

Cuando las SE condenan las cosas malas, la interpretación ya no toma un signo figurado, sino más bien un signo directo. Cuando hay oraciones que parecieran ser inicuas o malas, la interpretación pasa a tener signo figurado; por ejemplo, en el siguiente pasaje:

''Si tu enemigo está hambriento, dale de comer''
(Romanos 12:20)

Aquí la interpretación ya no es figurada sino que directa. ¿Por qué? porque la oración representa la benevolencia para con todos los seres humanos, independiente de qué sea para nosotros.

Por otro lado, en este mismo pasaje se dice luego:


''Haciendo esto amontonarás fuego sobre su cabeza''

Uno podría preguntarse inmediatamente si siendo benevolentes con el enemigo, al mismo tiempo le estamos haciendo un mal lo cual es ridículo. Aquí tenemos entonces un signo figurado, ya que entre estas dos frases debe haber una concordancia, y la concordancia es justamente la benevolencia. Por lo tanto, lo de amontonar fuego sobre la cabeza del enemigos significa que quien le hace un beneficio está creando conciencia en el enemigo. 

La clave de interpretación de las SE es dominar los signos propios como metafóricos, vistos en el libro anterior de este tratado

Las siete reglas de Ticonio

¿Quién es Ticonio? Ticonio Afro era un donatista(1) que pertenecía a la Iglesia Católica. Nunca fue perdonado por sus colegas como un donatista genuino, al nunca desvincularse de la iglesia católica; por último, Ticonio fue tildado de traidor al donatismo. No obstante todo esto, San Agustín de Hipona tenía un gran aprecio por Ticonio. 

Ticonio creó 7 reglas para interpretar las SE, pero San Agustín advierte antes de leerlas que contienen muchos errores. Sin embargo, su aportación a las interpretación de las SE es muy interesante. 

Primera regla: ''El Señor y su cuerpo''

La primera regla de Ticonio es establecer que Jesús es tanto cabeza y cuerpo, es decir, las dos cosas juntas. Esto parece bastante obvio, pero en las SE es normal que se hable sobre la cabeza y el cuerpo como si fueran cosas distintas; no obstante, cada vez que se dice cuerpo, se dice cabeza de Cristo y, y de la cabeza cuerpo de Cristo.

Segunda regla: ''Doble cuerpo del Señor''

Esto lo dijo Ticonio con la intención de decir que al ser Verbo Jesús no era cuerpo mortal; sin embargo, San Agustín hace la diferencia inmediatamente para decir que sería mejor hablar de un cuerpo verdadero y un cuerpo verdadero y ungido para estar con los hombres. 

Tercera regla: ''Las promesas y la ley''

San Agustín prefirió llamar a esta ley ''del espíritu y de la letra'' porque en cuanto a ley podemos obtener una ambigüedad, es decir, ¿de cuál ley hablaremos? ¿de la antigua o de la nueva? Podríamos tomar erróneamente, todas las promesas como cosas espirituales y todas las leyes como lo escrito en las SE. 

Cuarta regla: ''La especie y el género''

La especie y el género se entienden dicotómicamente como parte y todo. En la biblia se pasa del género a la especie, tanto como de la especie al género; sin embargo, hay que diferenciar bien cómo ocurre este cambio. 

Quinta regla: ''Sobre el tiempo''

Numerosas referencias al tiempo vemos en la biblia, aunque también lo vemos de una manera fácil de entender; por ejemplo, cuando se habla de 40 días y 40 noches, la edad de los profetas o la multiplicación de los panes También se refieren a los adverbios de frecuencia como ''para siempre'' o ''nunca''. Todas estas referencias numéricas se deben estudiar con cuidado y no a la ligera, pues todo número representa algún concepto. 

Sexta regla: ''Recapitulación''

Esta regla quiere decir que se debe tener mucho cuidado en el orden de los hechos, es decir, si unos pasaron antes o después de lo hablado. Esto se puede ver claramente en el génesis, cuando se dice que las cosas se fueron creando una por una, cuando en realidad se crearon de una vez. 

Séptima regla: ''El diablo y su cuerpo''

No podemos decir que el diablo tiene un cuerpo o es de tal naturaleza, pero obviamente se sirve de los pecados del cuerpo para ser representado. Hay que tener mucho cuidado con confundir al diablo con una especie de sustancia o una naturaleza apartada del bien. 


Conclusión

Podemos tomar este libro como una especie de introducción a la retórica o más bien a la retórica cristiana. Hemos seguido hasta ahora la correcta interpretación de las Sagradas Escrituras y nos hemos encontrado con conceptos ya conocidos anteriormente; como por ejemplo, los signos y las interpretaciones. Me deja una impresión (a ratos) de que dichas perspectivas son también bastante convenientes para la religión de Agustín (lo cual es bastante obvio), pero a lo mejor aquellas perspectivas pueden ocultar algo mucho más. En fin, cada quien puede ver la biblia a su manera.