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¿Cómo alcanzar la sabiduría?
El pensamiento de Séneca
Es una de las preguntas más interesantes de resolver tanto en la teórica como en la práctica. Lucio Anneo Séneca nos da algunas directrices y características de las personas sabias que nos ayudaran a resolver todas estas cuestiones.
El modo de vida del sabio
El sabio es impenetrable a las ofensas, pues su espíritu es como el fuego, que no puede ser dañado por nada(1), o como los peñascos que por más que lo azoten las olas sigue quedando igual.
Clases de daño
Los daños los hay de distintas especies:
- Ofensa: Cuando se recibe un insulto por parte de alguien más.
- Ultraje: Afectar a alguien con una desgracia.
La primera será fácil de evadir porque la ofensa, por decirlo de alguna manera, sólo está en nuestra mente. Cuando imaginamos cómo va a ser el dolor, más nos angustiamos y dejamos que la ofensa penetre en nosotros y finalmente nos dañe.
El ultraje será difícil para afectar al sabio, pues el sabio será una persona que siempre se mantendrá alejada de la desgracia. Si no hay desgracia, entonces tampoco puede existir el ultraje. Por otro lado, el sabio tampoco podrá salir favorecido de algo, pues ¿cómo podremos favorecer a alguien que en sí mismo ya es bueno?
La ofensa
Refutar la ofensa es fácil de decirlo, pero quizás complicado en la práctica. En efecto, hay cosas que quizás son más difíciles de resistir como la pérdida de un ser querido, o que a un ser querido lo azote una enfermedad. Que el sabio no tome las ofensas no quiere decir que no pueda sentir, por supuesto que siente, pero también conoce las condiciones en que los hombres viven.
Cuando al sabio lo ofenden y este tiene las facultades para ''castigarlos'' lo hará, pero no lo hará en el sentido de venganza, sino que en el sentido de corrección. Los padres también corrigen a sus hijos para que sean mejores personas. Es así que las leyes corrigen y enmiendan las actitudes, obviamente por el bien de los ofendidos.
Mientras el sabio tenga a la virtud de su lado, ningún golpe, herida ni ofensa podrá dañarlo de ninguna manera. De hecho, la mejor manera de enfrentar la ofensa es como lo han hecho los propios filósofos: con el humor. Sócrates se reía de todas las comedias que habían escrito sobre él: en el ejemplo del libro ''Las Nubes'' de Aristófanes.
Libertad del sabio
La libertad no quiere decir estar exento de todas las cosas que existen, sino más bien enfrentar a tal punto las injurias, que estas ya no puedan dañarnos.
Miedo a la muerte
No hay porqué temer a la muerte. Este es un proceso como cualquier otro; por ejemplo, Séneca le recuerda a Lucilio el proceso de dejar la toga praetexta para adquirir la toga viril. Además, el último de los males por sufrir no debería ser razón para sentirse mal.
Nadie que tenga una vida demasiado prolongada puede vivir realmente feliz. De hecho, todos vivimos con una sentencia de muerte constantemente, pues quien nos pueda dar muerte puede ser cualquiera.
Limitar los deseos
Para limitar los deseos superfluos necesitamos regirnos por las leyes de la naturaleza. Ella nos ha dado todo lo necesario para vivir y por eso no necesitamos nada más. La limpieza es necesaria, pero que una toga sea ya no brillante sino que deslumbrante peca de placer.
Nadie que tenga una vida demasiado prolongada puede vivir realmente feliz. De hecho, todos vivimos con una sentencia de muerte constantemente, pues quien nos pueda dar muerte puede ser cualquiera.
Limitar los deseos
Para limitar los deseos superfluos necesitamos regirnos por las leyes de la naturaleza. Ella nos ha dado todo lo necesario para vivir y por eso no necesitamos nada más. La limpieza es necesaria, pero que una toga sea ya no brillante sino que deslumbrante peca de placer.
La multitud
Séneca recomienda a Lucilio alejarse de la multitud, pues es esta misma la que nos llena de peligros. Mientras más estemos inmersos en la multitud, más peligros estarán presentes en nuestra cotidianidad.
Un ejemplo de lo anterior es la asistencia al teatro, sobre todo a los actos de lucha. En roma existían unos actos en el anfiteatro donde los gladiadores se enfrentaban entre sí o contra bestias sin ningún tipo de protección. Esto es justamente lo que alienta el ánimo de sangre entre los hombre, y es por eso que se vuelven peligrosos. Lo único que hacen estos espectáculos es dar un mal ejemplo a los jóvenes quienes admiran a estos hombres. Mientras más sangre, más bueno es el espectáculo.
Es importantísimo mantener a los niños alejados de estos espectáculos, porque su influencia es muy impulsiva. Se dejan llevar por estos actos pensando que son el bien.
El sabio como persona útil
Un ejemplo de lo anterior es la asistencia al teatro, sobre todo a los actos de lucha. En roma existían unos actos en el anfiteatro donde los gladiadores se enfrentaban entre sí o contra bestias sin ningún tipo de protección. Esto es justamente lo que alienta el ánimo de sangre entre los hombre, y es por eso que se vuelven peligrosos. Lo único que hacen estos espectáculos es dar un mal ejemplo a los jóvenes quienes admiran a estos hombres. Mientras más sangre, más bueno es el espectáculo.
Es importantísimo mantener a los niños alejados de estos espectáculos, porque su influencia es muy impulsiva. Se dejan llevar por estos actos pensando que son el bien.
El sabio como persona útil
En efecto, una vez que el sabio ha vivido correctamente su vida, éste debe mostrar lo que se debe hacer a los otros. De ahí que provenga la utilidad del sabio.
Imitar un modelo a seguir
El modelo a seguir obviamente será el hombre más virtuoso de todos. El alma necesita de alguien a quien venerar y por eso mismo, para actuar bien debemos hacer como si ese hombre virtuoso nos estuviera mirando.
La senectud
La senectud hay que abrazarla como si fuera la última copa de vino, que a juicio de Séneca es la que más se disfruta. Debemos prepararnos para la muerte, así como el joven debe prepararse para ser viejo.
Imitar un modelo a seguir
El modelo a seguir obviamente será el hombre más virtuoso de todos. El alma necesita de alguien a quien venerar y por eso mismo, para actuar bien debemos hacer como si ese hombre virtuoso nos estuviera mirando.
La senectud
La senectud hay que abrazarla como si fuera la última copa de vino, que a juicio de Séneca es la que más se disfruta. Debemos prepararnos para la muerte, así como el joven debe prepararse para ser viejo.
Conclusión
¿Qué injurias podrán surtir efecto en nosotros si nos convertimos en sabios? Pues, ninguna. Ahora llama la atención que el sabio tampoco reciba beneficios más allá, supuestamente, de lo que se considera ser sabio. Cada vez nos parece más que el objetivo de llegar sabio está cerca. Tal vez, si comprendieramos mucho más a fondo las características de la naturaleza, no sería necesario que nos sintamos ofendidos por nuestros enemigos.
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