Crematística
La crematística es un concepto originado en la filosofía aristotélica que se refiere al arte de la adquisición de riqueza y bienes materiales. Proviene del griego chrēmatistikḗ (χρηματιστική), derivado de chrēmata (χρήματα), que significa "bienes" o "dinero".
Aristóteles, en su obra "Política" y "Ética a Nicómaco", distingue entre economía y crematística:
Economía (oikonomía) → Es el arte de administrar los bienes con el fin de satisfacer las necesidades del hogar (oikos) y la comunidad. Su objetivo es el bienestar y la vida virtuosa, no la acumulación de riqueza.
Crematística → Es el arte de acumular riqueza sin límite, considerando la adquisición de dinero como un fin en sí mismo, en lugar de un medio para la vida buena.
De acuerdo con Aristóteles, la crematística se dividía en dos:
- Crematística natural: obtener riquezas para cubrir necesidades básicas, Por ejemplo, un agricultor vende su cosecha en el mercado local. Produce suficiente para alimentar a su familia y vende el excedente para obtener dinero y comprar otras necesidades (ropa, herramientas, educación).
- Crematística no natural: obtener riquezas de forma ilimitada. Por ejemplo, un comerciante compra grandes cantidades de trigo barato en temporada de cosecha y lo almacena. Espera a que haya escasez para venderlo a un precio mucho más alto, generando grandes ganancias pero afectando a los consumidores.
En un primer momento, Aristóteles reconoce que el dinero surge como un instrumento para facilitar el comercio dentro de la comunidad política (polis). Como en una economía de trueque había dificultades para intercambiar bienes directamente (por ejemplo, cambiar trigo por herramientas o ganado), el dinero se introduce como un mediador de valor común que permite la equivalencia entre distintos bienes.
Un agricultor necesita herramientas y un herrero necesita trigo. En lugar de intercambiar directamente, el agricultor vende su trigo por dinero y luego usa ese dinero para comprar las herramientas del herrero. Aquí, el dinero es solo un medio, no un fin en sí mismo.
El problema surge cuando, en lugar de usarse solo para facilitar los intercambios, el dinero se convierte en un objetivo de acumulación infinita. En este punto, el comercio ya no busca cubrir necesidades, sino solo maximizar el lucro. Este es el momento en el que Aristóteles marca la diferencia entre la economía natural y la crematística.
Un comerciante compra trigo barato en grandes cantidades no para alimentarse o venderlo a quienes lo necesitan, sino para guardarlo hasta que haya escasez y el precio suba, vendiéndolo luego con una ganancia exagerada. Aquí, el dinero se convierte en un fin en sí mismo, sin importar el bienestar de la comunidad.
Para ejemplificar la crematística de un modo más conocido, Aristóteles nos cuenta la anécdota de Tales de Mileto.
Tales, como filósofo, observó los astros y predijo que la cosecha de olivas sería abundante el próximo año. Antes de la temporada de cosecha, alquiló todas las prensas de aceite en Mileto y Quíos a un precio bajo, ya que en ese momento no eran necesarias. Cuando llegó la cosecha y la demanda de prensas aumentó, Tales pudo alquilarlas a un precio mucho más alto, obteniendo grandes ganancias.
Si consideramos que Tales simplemente utilizó su inteligencia y conocimiento del mercado para adelantarse a la demanda, su crematística podría verse como "natural". No generó escasez artificial, sino que simplemente anticipó el valor futuro de un bien.
Sin embargo, la estrategia de monopolizar todas las prensas de aceite y luego alquilarlas a precios más altos tiene un carácter especulativo, lo que se acerca a la crematística "no natural", ya que su objetivo final fue la acumulación de dinero más allá de la satisfacción de necesidades básicas.
Conclusión
Desde una perspectiva filosófica, Aristóteles critica la crematística excesiva porque deshumaniza la economía y desvía su propósito original: en lugar de servir a la comunidad y al bienestar, la riqueza acumulada sin límites genera desigualdades y conflictos. Su advertencia sigue siendo relevante en el mundo contemporáneo, donde la especulación financiera, la acumulación de capital sin regulación y la búsqueda del lucro a toda costa pueden desestabilizar economías y sociedades.
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