miércoles, 29 de enero de 2025

Ignorancia invencible

Ignorancia invencible

Religión

Este es un concepto fundamental en la Iglesia Católica y se refiere a aquellas personas que, sea por causas de hecho o causas legales, tiene una falta de conocimiento con respecto a Dios y en consecuencia, no es responsable ante Dios. La ignorancia debe ser de un modo tal que el sujeto no haya podido por ningún medio entender el mensaje de Dios, o las cosas relativas a Dios. 

De este modo, la persona con ignorancia invencible está exenta del pecado porque la ignorancia, en principio, es involuntaria; por lo tanto, no hay una intención del quebrantamiento de la ley divina.

Puede deberse a la falta de acceso a la información, limitaciones culturales, falta de capacidad intelectual o circunstancias externas que impiden el conocimiento. Por ejemplo, un indígena de una tribu aislada que nunca ha escuchado hablar de ciertas normas morales occidentales no puede ser culpado por desconocerlas.

Cristiandad

Desde la filosofía aristotélica y la teología cristiana, especialmente en el pensamiento de Santo Tomás de Aquino, la ignorancia invencible ha sido un tema central en la discusión sobre la responsabilidad moral. Según Tomás de Aquino, si alguien desconoce una norma ética o religiosa sin posibilidad alguna de aprenderla, no puede ser culpado de violarla. En este sentido, la ignorancia invencible exime de responsabilidad moral, ya que el individuo no tuvo la oportunidad de conocer lo correcto. Por el contrario, la ignorancia vencible no es una excusa válida, porque la persona pudo haber adquirido el conocimiento si se hubiese esforzado en buscarlo.

Martín Lutero, líder de la Reforma Protestante en el siglo XVI, tenía una perspectiva particular sobre la ignorancia invencible. A diferencia de la doctrina católica, que considera que la ignorancia invencible puede eximir de culpa a una persona que, sin posibilidad de conocer la verdad, actúa en contra de la ley divina, Lutero sostenía que esta ignorancia no eximía de responsabilidad moral. Él creía que, debido al pecado original, todos los seres humanos están inherentemente corrompidos y, por lo tanto, son culpables ante Dios, incluso si desconocen la ley divina. Desde su punto de vista, la ignorancia de la ley de Dios es siempre vencible, ya que la ley natural está inscrita en el corazón de cada individuo, y la incapacidad de reconocerla se debe a la naturaleza pecaminosa del ser humano.

Esta postura contrasta con la enseñanza católica, que distingue entre ignorancia vencible e invencible. La ignorancia vencible es aquella que una persona puede superar con esfuerzo razonable, y si no lo hace, es moralmente responsable de su ignorancia y de las acciones que resulten de ella. Por otro lado, la ignorancia invencible se refiere a la falta de conocimiento que una persona no puede superar, incluso con esfuerzo, debido a circunstancias fuera de su control, y en tales casos, la persona no es considerada moralmente culpable por acciones que resulten de esa ignorancia.

Juan Calvino (1509–1564), reformador francés y figura central del protestantismo, también reflexionó sobre la ignorancia en relación con la culpabilidad moral, aunque desde una perspectiva muy distinta a la de Santo Tomás.

Para Calvino, la ignorancia no excusa del pecado, porque está unida a la corrupción original del ser humano. No se trata de una simple carencia de conocimiento, sino de una ceguera espiritual consecuencia del pecado de Adán. Por eso, incluso quien ignora la ley divina sigue siendo responsable, pues su ignorancia no proviene de falta de oportunidad o de esfuerzo, sino de una voluntad desviada que naturalmente se aparta de Dios.

En su obra principal, la Institución de la Religión Cristiana, Calvino afirma que el ser humano posee una cierta “semilla de religión” (semen religionis) grabada en el corazón, una inclinación natural a reconocer a Dios. Sin embargo, debido al pecado, esta inclinación está corrompida, y el hombre oscurece deliberadamente la verdad que podría conocer. Por eso, la ignorancia religiosa no es considerada “invencible”, sino culpable, ya que Dios ha dado a todos suficientes señales de su existencia y de su ley a través de la revelación natural (la creación y la conciencia moral).

Calvino diferencia, no obstante, entre quienes pecan con pleno conocimiento y quienes lo hacen en ignorancia parcial. Aunque la ignorancia puede atenuar la gravedad subjetiva del pecadonunca elimina la culpa objetiva ante Dios. Incluso los paganos, dice, tienen la ley “escrita en sus corazones” (Romanos 2:15), de modo que su desconocimiento del Evangelio no los absuelve, sino que muestra la profundidad de su caída. En este sentido, para Calvino la ignorancia humana no es una excusa moral, sino una manifestación del pecado original que necesita redención.

Judíos

En el judaísmo, la noción de ignorancia invencible no se desarrolla de la misma manera que en la teología cristiana. Sin embargo, existe una idea relacionada que aborda la salvación de los no judíos. Los rabinos judíos, al reflexionar sobre la posibilidad de que personas ajenas al judaísmo pudieran alcanzar la salvación, se basaron en el relato bíblico de Noé. Después del Diluvio, Dios estableció un pacto con Noé y su descendencia, que según la tradición judía incluye a toda la humanidad.

De este pacto derivan los Siete Preceptos de los Hijos de Noé (Sheva Mitzvot Bnei Noaj), que son normas básicas de conducta ética y moral que, al ser observadas, permiten a los no judíos alcanzar la salvación. Estos preceptos son:

  1. No adorar ídolos.
  2. No blasfemar.
  3. No cometer asesinato.
  4. No cometer actos sexuales ilícitos.
  5. No robar.
  6. No comer carne arrancada de un animal vivo.
  7. Establecer sistemas de justicia.

Al observar estos preceptos, se considera que los no judíos pueden ser justos ante Dios, incluso sin adherirse a la totalidad de la ley judía. 

Islam

La expresión “ʿUdhr bi-l-Jahl” se emplea para indicar que una persona puede no tener plena responsabilidad moral ante ciertos actos si realmente no tenía forma razonable de conocer que aquello que hacía era contrario a la revelación o a una obligación religiosa. Por ejemplo, alguien que no ha tenido acceso al mensaje del islam o se encuentra en una región sin enseñanza del taḥrīr (religiosa o jurídica) puede verse en un estado donde su ignorancia lo excusa.

Para que esa excusa sea válida, el sujeto debe cumplir condiciones fundamentales: primero, no haber tenido medios efectivos para conocer la verdad o norma que ignoraba; segundo, que la norma ignorada no sea algo tan elemental y conocido en su contexto que su ignorancia sea claramente negligente; tercero, que no haya existido voluntad deliberada de evitar conocer (“no querer saber”). Si se demuestra que la persona pudo saber y no quiso, entonces la ignorancia se considera vencible y la culpa recae. 

No obstante, la aplicación de esta excusa tiene límites claros en el pensamiento islámico: cuando se trata de los principios fundamentales del tawḥīd (unicidad de Dios), de los pilares esenciales del islam, o de obligaciones ampliamente conocidas entre la comunidad musulmana, muchos juristas sostienen que la ignorancia ya no excusa porque tales conocimientos se consideran “innegables” en el entorno de quien vive entre musulmanes. Es decir, la excusa se vuelve inaplicable si se vive en un contexto con información accesible.


Filosofía

Renacimiento

Para Vitoria, la ignorancia invencible es aquella que el ser humano no puede superar por ningún medio razonable, y por tanto, no genera pecado ni responsabilidad moral. Los pueblos que jamás habían tenido contacto con la predicación cristiana estaban, según él, en ese estado de ignorancia, pues no se puede creer ni rechazar lo que nunca se ha conocido. Así, no eran culpables de infidelidad, ya que Dios no imputa como pecado lo que se ignora sin culpa. Con ello, Vitoria preservaba la justicia divina y la dignidad de las personas no cristianas.

En sus Relectiones —especialmente en la De Indis y en la De iure belli—, Vitoria sostuvo que los indígenas eran dueños legítimos de sus tierras, gobiernos y bienes, y que su desconocimiento del cristianismo no anulaba su derecho natural. Por lo tanto, ningún príncipe cristiano podía arrebatarles sus territorios ni someterlos en nombre de la fe. Solo si, una vez instruidos y comprendida la doctrina cristiana, la rechazaban voluntariamente, podría hablarse de ignorancia vencible, y aun así, la guerra no se justificaría fácilmente.


Conclusión

La ignorancia invencible nos confronta con una cuestión profunda sobre la responsabilidad moral y la justicia divina: ¿puede alguien ser culpable por lo que nunca tuvo la oportunidad de conocer? A lo largo de la historia, distintas tradiciones religiosas han reflexionado sobre este dilema, algunas reconociendo que la falta de conocimiento puede eximir de culpa, mientras que otras sostienen que la naturaleza humana conlleva una responsabilidad intrínseca. Este concepto nos invita a preguntarnos hasta qué punto somos responsables de buscar la verdad y si el acceso al conocimiento es un privilegio o un deber. En un mundo donde la información es más accesible que nunca, ¿seguimos siendo ignorantes por falta de oportunidades o por elección?

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