La España romana, un
periodo histórico que abarca desde la llegada de los romanos a la península
ibérica en el siglo III a.C. hasta la caída del Imperio Romano en el siglo V
d.C., marcó un profundo cambio en la historia y la cultura de la región. Este
período se caracterizó por la influencia política, social, económica y cultural
que ejercieron los romanos sobre la península, dejando un legado que perduró
durante siglos. Desde la romanización de las instituciones hasta la
construcción de monumentos emblemáticos, la España romana experimentó
transformaciones significativas que moldearon su identidad y su relación con el
mundo mediterráneo. En esta introducción, exploraremos los principales aspectos
de este fascinante período histórico y su impacto en la configuración de la
España antigua.
HISTORIA DE ESPAÑA
PERÍODO ROMANO
La Hispania
Cuando los romanos
tomaron control de la península ibérica alrededor del siglo III a.C., la
nombraron "Hispania", y este nombre llegó a ser ampliamente usado en
el mundo latino para referirse a toda la península. La influencia romana trajo
consigo el uso generalizado del latín, y "Hispania" se convirtió en
el término oficial para denominar la región.
Sin embargo, existen fuentes que consideran que la palabra ''Hispania'' no es latina.
Algunos sostienen que proviene del fenicio y que significaría ''Tierra de Conejos'', esto por el término ''I-spn-ya''. Otros dicen que en el lenguaje fenicio, ''span-ya'' significa ''isla del norte'' y como los fenicios habrían llegado al norte de África y habrían visto esta isla, entonces la llamaron Span-ya (isla del norte).
La Conquista
Alzamientos nativos
El período de la España romana comenzó con la llegada de Escipión a Emporia el año 218, durante la Segunda Guerra Púnica. Los cartagineses fueron expulsados el año 206, y así los romanos extendieron su hegemonía en la península. El mismo día que Cádiz cayó Italica, el primer asentamiento romano, fue establecido allí.
La conquista provocó que los lusitanos y los celtíberos se alzaran contra esta hegemonía, y con el pasar del tiempo los romanos fueron los vencedores. Principalmente se ocuparon del líder rebelde Viriato en el año 139, y luego con el sitio a Numancia, la cual cayó después de una larga resistencia que hizo que Roma utilizara 60.000 hombres contra una ciudad de 4000.
La presencia de Escipión Emiliano fue requerida incluso antes de que la ciudad cayera. En el año 138, los romanos llegaron a Galicia, en 121 llegaron a Baleares, y en el 105 expulsaron a los cimbros y teutones , quienes habían hecho su propio camino a la península.
A principios del siglo I, las guerras políticas entre Mario y Sila llevaron la revuelta de Sertorio, los cuales estaban a punto de crear un Estado independiente en Hispania. Éste había organizado a las poblaciones nativas entre las líneas romanas y luchó con éxito contra Metelo y Pompeyo. Sin embargo, la guerra se prolongó mucho y las rivalidades comenzaron a acabar con el entusiasmo original de la causa. Finalmente, el asesinato de Sertorio permitió obtener la victoria a Pompeyo en el año 72.
Las guerras entre César y Pompeyo también tuvieron repercusiones en Hispania. La batalla de Lérida, en el año 49, dio a César una victoria decisiva que puso a toda Hispania bajo su poder. No obstante, la causa de Pompeyo tenía muchos seguidores en Bética, y los hijos de Pompeyo: Sexto y Cneo tomaron refugio en la derrota de Tapso en el año 46. Con los soldados y aliados que quedaron de las derrotas, fueron capaces de construir una armada poderosa. Sin embargo, la llegada de César de manera sorpresiva puso fin a esta facción que amenazaba su gobierno en la Batalla de Munda en el 45.
Cneo murió mientras escapaba mientras que Sexto logró escapar de Hispania. Las tropas que lucharon en estas guerras civiles fueron hechas por la mayoría de los españoles fueran legionarios o tropas auxiliares. Este hecho, junto con el gran sello entre los adherentes de uno u otro lado de los problemas, era la evidente intensidad de la romanización que había tomado lugar en el país.
La Guerra de Cantabria (29 - 19 a. C.)
La primera etapa de la conquista romana fue la Guerra Cantabria iniciada por el emperador Augusto. El asalto en las montañas cantábricas fue llevado a cabo por medio de tres bases de operaciones:
- Sesigama
- Asturica
- Bracara Augusta
Participaron siete legiones que junto con las tropas auxiliares fomraron una cantidad de 70.000 hombres. El emperador acompañó estas fuerzas ayudadas por el general Agripa, Carisius y Antisius, mientras un escuadron naval se mantuvo observando la costa. Después de la guerra cantabria, Hispania entera estaba bajo la dominación romana y la paz fue interrumpida solamente por los eventos ocurrieron fuera del país.
Un hecho importante fue la revuelta de Galba contra Nerón en el año 68 después de Cristo. El levantamiento fue comenzado por Vindex en Galia, pero la figura central fue Galba. Después de esta contienda, las legiones romanas tomaron mas responsabilidad que el senado para nombrar al emperador, sin tomar en cuenta el ligar de nacimiento el emperador o su clase social. El segundo siglo de emperadores romanos como Trajano y Adriano, ambo nacidos en Hispania, fueron los dos primeros emperadores de la provincia de origen elegido por el Senado.
Un evento de gran importancia durante este tiempo fue la invasión de los moros del año 172-175 . Las armadas de los moros cruzaron el estrecho de Gibraltar, invadieron Bactica y Lusitania. Al final del siglo II, la lucha toma lugar por la sucesión al trono luego de la muerte de Cómodo. Los que apoyaban a Albino se apresuraron a formar parte de las tropas auxiliares de la Legión del séptimo Gentina,y luego en lo que es ahora León, contra Séptimo Severo.
Alrededor del siglo III, los francos entraron a Hispania, tomaron Tarraco, y, después cruzaron el estrecho de Gibraltar, se dirigieron a Mauritania, donde ellos fueron eventualmente dispersados.
Administración
Los romanos dividieron la Hispania provincial en dos secciones: Ulterior y Citerior, pero Augusto alteró este arreglo, creando tres provincias:
- Hispania Tarraconensis (Tarraco)
- Hispania Bética (Corduba)
- Hispania Lusitania (Emertia Augusta)
A finales del siglo tercero, Diocleciano dividió a Hispania en una sola diocesis y subdividió a Tarraconensis entres nuevas provincias:
- Tarraconensis
- Carthaginiensis
- Gallaecia
De las tres provincias augustas, Bética , la cual es considerada pacífica, tenía un estatus senatorial y fue administrada por el Estado romano a través de un procónsul. No hay tropas ocupacionales en tal provincia; pues las otras eran provincias imperiales y eran gobernadas a través de delegados que eran asignados por el emperador y eran controladas por la tropas de ocupación.
Fuerzas romanas en Hispania
La justicia era administrada a través del conventus juridici, que eran cada uno de los tribunales donde los pueblos resolvían sus pleitos. Bética tenía cuatro distritos administrativos:
- Astigitano
- Cordubensis
- Gaditanus
- Hispalensis
Tarraconensis tenía siete distritos:
- Tarraconensis
- Caesaragustanus
- Carthaginesis
- Cluniesis
- Asturicensis
- Lucensis
- Bracaraugustanus
Lusitania tenía tres:
- Emeritensis
- Scalbitanus
- Pacensis
Hubo 14 de estos conventos jurídicos que hoy se asemejarían a los que se conoce como ''audiencias''.
En tanto a las tropas, la información completa no ha sobrevivido en números exactos sobre cuantas de estas fueron enviadas. Se habla de 30.000 hombres, excluyendo a los nativos auxiliares, que tomaron parte de la batalla de Viriathus y Numancia. En el reino de Augusto los registros son más precisos. En la Guerra de Cantabria fueron usados alrededor de 40.000 legionarios, que unidos con las tripas auxiliares llegaron a 70.000. Cuando la guerra terminó, las legiones se retiraron lentamente, haciendo que en el siglo I d. C., solo una legión quedó. Más tarde fue reemplazada por otra que tenía una base permanente en León.
La península abasteció a la armada romana con un gran número de tropas auxiliares en el primer siglo del imperio. Algo más de 100 unidades, alaes y cohortes, eran compuestos de hombres reclutados de las ultimas regiones romanas de Hispania.
Ciudades
El facto decisivo de la romanización de Hispania fue la extensión de la ciudadanía romana. Los primeros colonistas de origen romano o italiano que vivieron en colonias romanas eran considerados ciudadanos. Estas colonias fueron establecidas cronológicamente de la siguiente manera:
- Siete fueron creadas antes de Julio César
- Seis durante su reino
- Tres entre César y Augusto
En la época de Augusto fueron fundadas 14 colonias y 4 entre Augusto y Flavio. Geográficamente, las colonias fueron distribuidas de las siguiente manera:
- 12 en Bética
- 16 en Tarraconensis
- 5 en Lusitania
Esto daba un total de 33 asientos de colonias de gobierno, incluyendo aquellas que no recibían el estatus de ''colonia''. Se debe destacar que la colonización no tenía un plan altamente estudiado, pero era determinado a una gran extensión por la capacidad que tenían los territorios. El área en que había más conflictos, las acciones tomadas por los romanos eran más severas, y en consecuencia, en estos lugares habían más ager publicus (tierra pública), a ser distribuidas a las legiones romanadas.
El total de número de colonistas romanos pueden haber alcanzado 60.000. Sin embargo, a causa de los nativos transitorios de la península podrían haber obtenido ciudadanía romana, el total podría haber sido mayor.
En el comienzo del imperio hubo alrededor de 24 municipalidades de los ciudadanos romanos y 48 ciudades bajo el jus latii (derecho latino. Cuando estas figuras fueron añadidas a las 33 colonias, hubo un total de 142 ciudadades bajo el Derecho Romano, con una población que podría haber alcanzado 250.000 o 300.000.
No obstante, también habían 300 ciudades y un gran número de ciudadanos que no eran romanos sin ser contabilizados. La romanización del territorio hispánico no se dio hasta el Edicto de Vespasiano (74), el cual extendió los derechos del imperio, a aquellos hispanos que no habían tenido. El resto del imperio tuvo que esperar hasta el Edicto de Caracalla(212), el cual hizo romanos a todas las personas del Imperio.
Estos avances políticos fueron acompañados por grandes pasos en cuanto al proceso de urbanización. En Tarraconensis, los límites occidentales de los cuales muy pocos fueron urbanizados en los tiempos de Augusto, hubo 293 asentamientos, de los cuales 179 tenían capital y 114 que eran rurales. Un siglo y medio después, el número de ciudades se elevaría a 248, un incremento de 69; y el número de localidades rurale había caído a 27, un incremento de 87.
Sociedad y Cultura
Idiomas
Los idiomas nativos (íbero y celta), los griegos y los fenicios que aún hablaban en lo que habían sido sus colonias, habían virtualmente desaparecido a finales del siglo I a. C., al menos en Bética y en las principales provincias romanas. Uno de los idiomas sobrevivientes fue el vasco, ya que este se mantuvo en la centralidad de las provincias. Sin embargo, como es evidente, el latín era el idioma universal para todos aquellos ciudadanos cultivados de la península.
Religiones paganas
Con respecto a la religión, las deidades del panteón romano tenía relación muy cercana con aquellos dioses que de los hispanos. Los hispanos eran adherentes a las religiones de Persia, Asia menor, Egipto y Norte de África. La práctica religión más común era adorar al dios Isis, seguido por la oración a la Magna Mater.
Muchas de estas creencias fueron llevadas a Hispania antes de la conquista romana, y la mayoría de las restantes fueron introducidas durante el imperio.
Cristianismo
No hay evidencia de cómo la cristiandad fue introducida por primera vez en Hispania. Pero es posible que San Pablo visitara Hispania entre los años 63 y 67, pero es difícil distinguir los hechos históricos de la leyenda que concierne a los ''siete apóstoles''. Lo que si es cierto es que entre el siglo II y III d. C., hubo comunidades cristianas a lo largo de toda la península. Los documentos más confiables sobre esto son aquellos de las persecuciones cristianas en varias localidades bajo el mando de Prudencio.
Poco ante, el Edicto de Milán (313) llamó al Concilio de Iliberri (Granada), en el cual asistieron 19 obispos y 24 presbíteros. El Concilio de Nicea (325) fue dirigido por Osio, el obispo de Corduba. El Emperador Teodosio I (379-395), un hispano, hizo que el cristianismo fuera la única religión tolerada en el Imperio.
Prisciliano, un monje asceta, propagó el maniqueísmo a través de toda la parte occidental de la península durante la segunda mitad del siglo IV, y la herejía persistió hasta el siglo VI.
Vestigios romanos
Construcciones
La arqueología ha llevado luz a numerosos monumentos de esta era. Basílicas, anfiteatros, acueductos y baños.
La construcción de monumentos romanos se mantiene en muchos lugares de al península. Los muros romanos han sido encontrados en Barcelona, Tarragona, Zaragoza, Ihdanha, Evora, entre otros lugares. Puentes en Alcántara, Mérida, Piedras Albas, Alconétar, Chaves, Villa Formosa, Bibey, Salamanca y Villa del Río, y acueductos en Segovia, Mérida y Tarragona.
La península entera es atravesada por caminos romanos, cuyo principal es Cádiz, la vía Augusta, alrededor del río Guadalquivir y continuando a lo largo de la costa Levantina, desde el norte de Cartagena, a través de Valencia y Tarragona a Narbonensis. Otro camino fluye el Ebro de Tarragona a Galicia. Los faros romanos çhan sido encontrados en la Coruña y Caepionis Turris. Los sitios de campamentos militares están en León, Numantia, entre otros.
Los castillos fueron construidos en Lousa y Benavente. En Carmona se encuentra una necrópolis, mausoleos en Tarragona, Fabara Sabara, Zalamaea, La Real y Jumilia. Lugares romanos y villas, muchos con mosaicos, han sido encontrados en Clunia, Milreu, Itálica y muchos otros sitios.
Arte
El arte romano es también abundante a lo largo de toda la península. Los centros principales que tienen escultura se encuentran en Barcelona, Tarragona, Mérida, Itálica, Córdoba y Cádiz. Aún existen alrededor de 40 esculturas paganas, sarcófagos, originariamente en el sur, la costa de Levantina y la región central. El trabajo de mosaicos es común en la península, con la excepción del norte y el noroeste.
Escritores
Los escritores de esta época fueron Séneca, Lucan, Mela, Marcial, Quintiliano, Columela, Cano Rufo, Deciano y Moderatus.
Conclusión
La España romana
representa un capítulo crucial en la historia de la península ibérica, donde la
influencia romana dejó una huella indeleble en todos los aspectos de la vida.
Desde la administración política hasta la infraestructura urbana, pasando por la
difusión del idioma y la cultura, el legado romano perduró a lo largo de los
siglos y contribuyó significativamente a la identidad y desarrollo de la
región. Aunque el período estuvo marcado por conflictos y cambios sociales, la
España romana fue testigo de una expansión económica, social y cultural sin
precedentes que contribuyó a conformar el carácter distintivo del territorio y
su legado perdura hasta nuestros días.
No hay comentarios:
Publicar un comentario