Cuantos años se habrá adelantado Santo Tomás de Aquino con este gran tema que hasta el día de hoy da mucho que hablar en grandes filósofos y psiquiatras como Sigmund Freud, Jacques Lacan, Carl Jung entre otros. Realmente el salto del examen de la consciencia que hace aquí, en el año 1256, hace una progresión de dejar totalmente los mitos y los misterios mentales para acercarse cada vez más a la ciencia y al pensamiento racional. Debemos seguir examinando todos estos temas a cabalidad con el aquinate.
LA CONSCIENCIA
¿Es la consciencia un poder, un hábito o un acto?
La palabra consciencia significa aplicar conocimiento a alguna cosa, sin embargo, cualquier conocimiento puede ser aplicado a una cosa; por lo tanto, la consciencia no sería un poder específico ni un hábito sino que más bien sería un acto. En ese mismo acto se ocupa la memoria, y la razón que sería ocupada cuando algo se delibera. La consciencia trabaja por sí misma en una determinada situación, dejando espacio para poder deliberar cuál será la acción a realiza; en este sentido, la consciencia es un acto innato.
¿Puede equivocarse la consciencia?
Aunque la consciencia solo es un acto, esta también puede caer en un error de dos formas. El primero sucede cuando hay un error en la formulación de silogismos, mientras que el segundo puede deberse a la construcción de falsas premisas. Esto ocurre porque en vez de que la razón superior tome el mando del control de la mente, el control lo toma la razón inferior. Sin embargo, hay veces, como se demostró en el libro anterior, que la razón superior también puede equivocarse, y es ahí que tenemos que la consciencia puede cometer errores.
¿Puede obligar la consciencia?
La obligación solo puede estar en las cosas que pueden ser forzadas, pero no en el hombre. La voluntad está libre de la coerción y por esto es entendería que todo lo que no tiene voluntad, como las cosas de la naturaleza, si están coercionadas.
La única forma en que la consciencia pudiera obligar a un hombre sería a través de un precepto divino por Dios. De otra manera, el hombre está libre de toda obligación, incluso bajo tortura o bajo cualquier coerción, ya que es decisión de él obedecer lo que se le impone o no.
¿Puede obligar una falsa consciencia?
Puede obligar pero de distinta manera a como puede hacerlo la consciencia verdadera a través de Dios. La primera consciencia, es decir, la verdadera, lo hace a través de la razón interna, mientras la otra la hace a través de la razón externa. Un ejemplo de esto sería un hombre que gusta del vino; el hombre sensato dirá que la razón de porqué le gusta el vino será por su sabor, mientras quien quiere el vino por razones externas dirá que le gusta el vino solo por ser vino.
Por lo tanto, podríamos decir que el hombre es obligado pro la verdadera consciencia, pero la falsa consciencia lo obliga accidentalmente.
Conclusión
Realmente aclaratorio lo de Santo Tomás de Aquino sobre la consciencia, aunque algunas ideas ya las podemos extraer de San Agustín de Hipona cuando este mismo hablaba del libre albedrío. El hombre siempre es libre de elegir independientemente de que esta sea una decisión que lo perjudique. Parece ser que Tomás de Aquino no tiene más que aceptar las preceptos agustinianos, sin dejar de lado la división aristotélica de la razón.
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